Fanzine Espejo Humeante. Edición 12.5 + ARQUEOLOGÍAS

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Espejo Humeante Fanzine Revista latinoamericana de ciencia ficción Número 12.5. “+ Arqueologías del futuro”. Agosto de 2022. Coordinador editorial Rafael Tiburcio García. Selección Miguel Angel de la Cruz Reyes, Felipe Huerta Hernández, Miguel Ángel Lara Reyes, J. Eduardo R. Gutiérrez, Rafael Tiburcio García y Zacarías Zurita Sepúlveda. Revisión y corrección Miguel Angel de la Cruz, Felipe Huerta Hernández, Miguel Ángel Lara Reyes y Rafael Tiburcio. Diseño y maquetación Rafael Tiburcio García Imágenes © Publicdomainreview.org. | @ Rijksmuseum.nl | Astrid ZP | Mony Lieber Ilustración de portada y contraportada Anónimo. Lobster shaped Jug (China, c. 1550 1599). | I. A. Galdames. Valle 1, serie Antiguas torres. Inteligencia artificial (2022). Contacto { espejohumeanterevista@gmail.com f @EspejoHumeanteRevista t c @EspejoHumeanteR Conoce y difunde nuestra propuesta en: e espejohumeanterevista.wordpress.com y espejohumeanterevista@youtube M espejo humeante issuu.com/espejohumeanterevistapodcast

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Índice f Presentación .......................................................................................................................... 3 Memorias del refugio .......................................................................................................... 5 Huerto 11 La gripe del gato 13 Necróleo............................................................................................................................... 17 Segunda muerte 21 Alrededor de la decadencia ............................................................................................ 23 Axiología particular ........................................................................................................... 27 Verdeazul 29 Biomágica ............................................................................................................................ 31 Respiro decadente 33 Pregunte a Nicanor ............................................................................................................ 37 El mejor destino ................................................................................................................. 39 El legado de nuestros ríos 41 El duelo ................................................................................................................................ 45 La utopía 47 Hijo de la luz ........................................................................................................................ 48 Sobre el surgimiento del pecado ................................................................................... 52 El pasado que vendrá 55 Los suicidas ......................................................................................................................... 57 Mammut................................................................................................................................ 60 Lector orgulloso 63

Los cuentos que presentamos en este FANZINE, exploran un poco más las labores arqueológicas y detectivescas de personajes empeñados en comprender todo lo extinto. A lo largo de estas páginas desfilan exploradores de los páramos radioactivos, huertos espaciales, civilizaciones colapsadas, microorganismos que colonizan todos los espacios, libros donde los peligros científicos se vuelven indistinguibles de la devastación arcana, magias emanadas de la naturaleza, cárceles marcianas, programas de concursos del futuro, científicos que prefieren la extinción a la pérdida del conocimiento, figuras históricas sumidas en la demencia, sociedades futuras con valores retorcidos, clones de animales extintos y libros que narran la realidad mientrasEocurre.l

Presentación

LES DAMOS LA BIENVENIDA a la segunda parte de los ejercicios de arqueologías del futuro, con esta serie de textos en los que nuestro presente representa el pasado incognoscible de los mundos por venir, un pasado que más de un soñador se empeñará en desvelar hasta comprender qué fue lo que hicimos para desaparecer. Las respuestas a esto aún están en nuestras manos y esperamos que no sea demasiado tarde.

FANZINE 12.5 presenta dieciocho narraciones, un ensayo y dos poemas en los que la voluntad de entendimiento nos lleva a lo comprensible o al olvido. Acompañan a los textos las imágenes de ilustradoras creadas para esta convocatoria, así como algunos mapas adicionales del imperio otomano elaborados por el cartógrafo y astrónomo Matrakçı Nasuh en el siglo XVI. Esperamos que disfruten este número lleno de vestigios, tragedias y retrofuturos, y nos ayuden a dispersarlo.El¬comité editorial Agosto de 2022.

Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

dudar de las advertencias del padre Reba, hijo. No es algo que se deba hablar.Pero, ¿por qué? ¿Qué hay más allá del valle?Dice que no hay nada, sólo ruinas de lo que alguna vez fueron las ciudades. ¿Qué es una ciudad? Era una pregunta difícil de responder. Ni siquiera él estaba seguro de qué decir. El padre Reba lo había detallado en una ocasión, pero era increíble creerlo: “Un espacio limitado para millones de personas, donde el único medio de crecimiento es hacia arriba”.

Memorias del refugio Mauricio del Castillo (México) MONTABAN A CABALLO mientras efectuaban un paseo matinal alrededor de la colina. Froilán mantenía la vista fija en el paraje ondulante de aquella mañana, acompañado de su hijo Diago. Apretó el cordón de su capucha y ésta se cerró aún más sobre su rostro. Sentía frío en las piernas, los brazos y la cara, sintiendo que se le agarrotaba todo su ser. Sin embargo, todavía podía moverse.

Froilán jaló las bridas del caballo y partió con rumbo a la aldea antes de que cayera la tarde. Diago dejó que su mirada se perdiera en la lejanía, más allá de los montes. ¿Por qué no podemos salir del valle? Froilán se aclaró la garganta con severidad. Por un momento, Diago se arrepintió de hacer la pregunta.Nodebemos

El padre Reba aún no nacía cuando ocurrió la desaparición de las ciudades, pero era tal su conocimiento que parecía abarcar los primeros tiempos. El respeto que infundía lograba que nadie pudiera poner en entredicho sus palabras, casi como si hubieran sido recitadas por el mismo Creador.

Tenemos suficiente comida, hijo. No tienes que preocuparte. Se desvió del camino y se internó en la maleza. La nieve se tornó más tupida y abundante. El viento arreciaba con tanta fuerza que no otorgó ningún momento de calma al caballo que no dejaba de relinchar. Diago entrecerró los ojos ante el embate de la nieve, pero también evidenciaba cierta preocupación. En la falda de la montaña, justo en la cara oculta, hallaron un camino pleno, de piedra dura, pero con evidentes grietas. Las herraduras del animal retumbaron en el suelo como sonidosAparecióhuecos.unasaliente atiborrada de maleza escarchada, sin embargo, permitió ver a unos pocos metros un montículo de cemento. En su superficie se podía apreciar una puerta forjada

Bajaron por el sendero apenas marcado. No obstante, encima de ellos, amenazaba una nube negra. Todo indicaba que se trataba de una tormenta de nieve. A pesar de la pericia de Froilán en la cabalgata y la fortaleza del caballo, dudó que pudieran llegar a tiempo a la aldea.Tendremos que resguardarnos dijo y esperar a que amaine la tormenta. No llegaremos a tiempo al anochecer. Froilán palpó con fuerza su abultado morral.

Froilán permaneció de espaldas a los esqueletos apoyando una mano en la pared más cercana y libre de muebles.

Para su sorpresa accionó un interruptor que encendió la instalación eléctrica. Tuvo un sobresalto, pero en segundos se acostumbró a la luz. Parpadeó repetidas veces con la intención

en hierro. Sin decirse nada, no dejaban de mirar atónitos aquel objeto. Sólo después de unos segundos, Diago dijo: Es una puerta. ¿Qué hace ahí? No lo sé. Nunca la había visto respondió Froilán.¿Adónde conducirá? Froilán deslizó a Diago hasta el suelo e hizo lo mismo. La puerta tenía una palanca llena de herrumbre que había permanecido ahí adherida durante el transcurso de cientos de años; también presentaba desgaste mientras que la fortificación representaba un vestigio olvidado del mundo antiguo. Justo a un lado de la puerta se leía el siguiente escrito grabado en una placa: REFUGIO ANTIBOMBAS CAPACIDAD PARA CINCO PERSONAS No entendió el significado de las palabras, pero posiblemente tenía mucho sentido. Fue como si se revelara algo en su cabeza, algo tan importante y fundamental como la propia existencia, pero sin algunas referencias; piezas dentro del rompecabezas que podían otorgar una parte entera a su razón. Tocó la superficie áspera de la puerta con sus nudillos. Un sonido metálico y hueco retumbó. Observó la palanca, y por instinto apoyó la mano en ella. Para su sorpresa, la palanca cedió y de inmediato se escuchó un golpe quedo, como si se destrabara algo en su interior: un mecanismo que fuera puesto en marcha.

Jaló con fuerza la palanca y la puerta cedió a pesar del óxido incrustado en sus pernos. Adentro no había nada excepto la más lúgubre oscuridad que pudiera existir. Un fuerte vaho de humedad lo golpeó en el rostro, un aire mezclado que había permanecido encerrado mucho tiempo y ahora era liberado. Froilán detuvo a Diago con un ademán de su mano. Enseguida dijo: Quédate aquí. Iré a ver. Encendió la linterna que llevaba con él y halló una escalera tallada en la roca. A medida que descendía, el espacio ahí dentro hizo rebotar el sonido de sus pisadas, indicando que se trataba de un lugar amplio. La escalera y la abertura apenas eran lo suficientemente grandes como para que su cuerpo entrara. Buscaba a tientas dónde poner los pies y las manos. Fue entonces que, al llegar al último peldaño, se dio cuenta de las verdaderas dimensiones del lugar. Se trataba de un espacio de aproximadamente diez por diez metros.

Acercó la linterna y encontró alacenas, sillas, un gabinete antiguo, una máquina de escribir, una computadora de pantalla ancha y un aparato de radio. Al fondo se hallaban dos retretes con purificadores químicos, reserva de oxígeno y varios libreros con libros de pasta dura encima. Con la linterna en mano giró hacia su izquierda y dio un salto abrupto al encontrarse con algo. Se trataba de dos esqueletos, sin ropas, recargados en la base de una mesa, como si aguardaran lo inevitable. Tuvo que respirar con la boca luego de la impresión. Se abrió paso entre los despojos para examinar de cerca los restos. Se preguntó qué había provocado que terminaran de esa manera, abandonados a su suerte. El silencio era un delicado instante que parecía haberse incubado por orden del tiempo y del porvenir.

Dime, hijo, ¿en qué puedo ayudarte? Debía responder, pero era incapaz de decir algo.Lafigura del padre Reba, inclinado en lo que parecía ser un antiguo escritorio, era tan poderosa que era difícil mentir. Portaba una vestidura holgada y negra, con la capucha del mismo tono. Sus huesudas y manchadas manos se asomaron, sin dejar de frotarse a cada momento. Su nariz curvada sobresalía en su rostro anguloso, los pómulos saltones, los ojos abiertos, como si estuvieran a punto de salirse de sus cuencas. No dejaba de oprimir sus labios llenos de palidez. Su calva reflejaba con fuerza la luz de la lámpara solitaria arriba de la estancia. Mi hijo y yo tuvimos dificultades debido a la tormenta de nieve dijo Froilán . No logré dar con el camino de regreso. Permaneció callado por unos segundos y se decidió a continuar . Creo que llegamos a la zona.

Sí, padre, pero nunca fue nuestra intención contradecir sus órdenes. Estuve obligado por la ¿Sabesnieve.que eso puede representar un castigo? El adversario fue quien te llevó allá y te pudo hacer perder la razón a ti y condenar a tu hijo.Lo sé, padre. Busco su perdón para mí y mi hijo. Ésa es una de los razones por las que solicité esta reunión.

¿Qué dices? ¿Entraron a la zona? Froilán no se atrevió a mirarlo a los ojos. A pesar de su error, sabía que tenía algo importante por revelar. Tuvo que hacer acopio de valor para hacerlo saber.

¿Hay más razones? volvió a preguntar el padre Reba, esta vez extrañado. Se sentó, recargando sus esqueléticas manos en el brazo delFroilánasiento.se aclaró la voz y continuó:

de darse una idea concreta de dónde se encontraba.Laluz de los reflectores dio de lleno en lo que parecía ser una pequeña figura humana. Froilán se acercó y la tomó con delicadeza. Tenía ojos grandes, cabellera rubia sintética y brazos de plástico. Sus toscas manos tocaron con fuerza el pecho de la réplica. Al hacerlo se escuchó una voz delicada y aguda proveniente de su interior: Mamá. Froilán la soltó y ésta cayó al suelo. Volvió a repetir la misma palabra: Mamá. Froilán permaneció callado, sin dejar de mirar a la muñeca en el suelo. Se inclinó y la recogió, contemplándola fijamente, como si exigiera una explicación por parte de ella. Se preguntó quién la había creado, con qué propósito.Escuchó la voz de su hijo que lo llamaba. Apagó el interruptor, no sin antes tomar a la muñeca. Subió las escaleras paso a paso. Tomó a su hijo del brazo y éste empezó a decir:¿Qué ocurre? ¿Qué era esa luz? Froilán negó con la cabeza, intentando emplear una voz neutra. No es nada. Es un lugar vacío. Preparó el caballo para emprender el regreso a la aldea y dijo : Debemos regresar. Es muy tarde ya. La caída de la nieve apareció otra vez. No tardaron en encontrar el camino de regreso. Su mirada se mantenía fija sin parpadear, sin decir una sola palabra. En poco tiempo el niño se quedó dormido en su pecho. De entre sus ropas Froilán extrajo la muñeca y la guardó en la mochila. Decidió consultar al padre Reba mañana a primera hora.

El padre Reba reunió a su séquito de hombres, al mismo tiempo que los guardias se mantenían en alerta ante el llamado. Organizó un grupo que lo acompañara a la zona, específicamente al lugar descubierto por Froilán.

Luego de llegar a un terreno más plano, con los árboles en plena frondosidad, Froilán pidió se detuvieran. El padre Reba alzó la mano y ordenó el alto. Todos permanecieron quietos, casi a la expectativa. Fue entonces que Froilán señaló una porción del bosque y dijo: Por allá. La comitiva del padre Reba se internó en el bosque. Luego de cabalgar varios cientos de metros, se encontraron con un claro al pie de uno de los montes que coronaban el valle. Justo ahí, oscurecida por las nubes y semicubierta por la nieve, se hallaba la puerta en el montículo de piedra.

El padre Reba dijo, esta vez alzando la voz: ¿Dónde lo encontraste?

El padre Reba se restregó la boca, sin creer todavía lo que sus ojos contemplaban. Tardó en reconocer lo que era: un artilugio construido por los hombres antiguos.

Prepararon caballos, monturas y arreos. Se aprovisionaron con agua en garrafas, café de grano y alimentos envueltos, así como cobijas y sábanas. Froilán no tuvo tiempo siquiera de despedirse de su hijo ya que fue obligado a hacer el viaje con ellos.

Pidió a Froilán que abriera la puerta. A pesar de estar atorada, Froilán logró abrirla. El padre Reba, con voz clara, ordenó: Ayúdenme a bajar. Entre cuatro lo sostuvieron. Alguien tomó su mano para que se apoyara en el barandal. Poco a poco bajó las escaleras, acompañado de Froilán que sujetaba la linterna. Luego de alcanzar la parte de abajo, Froilán accionó el interruptor y la estancia se iluminó. Por un momento el padre Reba se deslumbró, pero sus ojos se acostumbraron a la luz. Parpadeó repetidas veces y abrió los ojos como nunca antes lo había hecho para contemplar el lugar. Notó los objetos en los estantes, así como los esqueletos que ahí yacían. Los objetos ahí presentes resonaron con fuerza en lo más recóndito de su mente, como si abrieran una puerta con herrumbre que no había sido abierta en años. Al mismo tiempo, las memorias resurgían en etapas, una más grande que la otra. Cada objeto representaba

Las palabras se atoraron en la garganta de Froilán: En el bosque… Cerca de… Llévame ahí. No hay tiempo que perder.

Sí, padre. Intenté hallar el camino de regreso y un lugar para protegernos de la tormenta. Fue entonces que encontré una puerta, justo en medio de la zona. Estaba sobrepuesta en lo que parecía ser un montículo de piedra. Unas escaleras daban acceso a la parte de abajo. Fue allí mismo donde hallé varios objetos. Entre ellos esto. Froilán abrió una bolsa de tela que llevaba consigo y extrajo la muñeca.Los ojos del padre Reba volvieron a saltar, esta vez sin que su cuerpo se moviera. Sin embargo, su boca permaneció semiabierta ante la impresión.Froilán,con cierta precaución, palpó la muñeca hasta que ésta volvió a repetir “mamá”.

Partieron al mediodía. Cinco hombres montados rodeaban el caballo del padre Reba quien se mantenía envuelto en pieles mientras bebía de la garrafa con café para soportar el frío. A un costado, fuera del cúmulo de acompañantes, se encontraba Froilán, que no dejaba de clavar la mirada en el camino.

una enseñanza, una experiencia o una escena que jamás pensó volvería a ser invocada. Se volvió hacia Froilán y dijo: Nunca entendimos nuestro propósito como hijos de Dios; nunca cuestionamos nuestra verdadera naturaleza, nuestra falta de fe y espíritu. Siempre temí que fuera a ser descubierto algo como esto. Hasta ahora no habíamos cometido errores; nos hallábamos en una etapa de reconstrucción y de valoración. FroilánPadredijo:Reba, ¿qué lugar es éste? Un refugio antibombas. Se trata de una estructura de protección para la gente y soldados contra posibles ataques enemigos desde el aire.¿Ataques desde el aire? preguntó Froilán con la frente arrugada. Bombas. Explosiones controladas en determinados puntos. Descargas atómicas a reacción causadas por antiguos artefactos empleados por grupos dedicados a la guerra. ¿Por qué harían eso?

El padre Reba apoyó las manos en un estante y contempló los dos esqueletos en el suelo. Hubo una civilización antigua que empleaba la violencia y la agresión para imponer su punto de vista a los demás. Siempre fue así. Tuvieron que pasar miles de años para que la lección fuera aprendida a través de una consecuencia: la casi extinción de la humanidad. Sólo la creencia de un líder supremo que gobierna el cielo y la tierra permaneció intacta gracias al legado y al recuerdo. Yo fui uno de ellos. Se nos enseñó lo que sucedió en la antigüedad, y ahora ha quedado demostrado que somos mejores que aquellos que gobernaron al mundo. No creían en el líder supremo, no creían en el designio de Dios. Decidieron someterse a ellos mismos en vez de armar la paz y creer en la palabra. Dios los castigó y a nosotros nos dio una oportunidad. No heredamos la tierra en vano. Froilán miró los objetos y dijo: Pero todo parece indicar que fueron más adelantados que nosotros. Mire estos aparatos. Nunca había visto algo como esto. El padre Reba extrajo la muñeca y dijo: Ellos no lo crearon. Fue el adversario. Fue él quien los orilló a la destrucción. Enseguida exclamó : No hay nada que saber sobre nuestro origen. No importa de dónde venimos, ni hacia dónde vamos. Lo que importa es lo que somos ahora. Este lugar debe ser enterrado junto con todos estos objetos y sus antiguosPadredueños.Reba, usted se equivoca. Tenemos que informarlo a los demás. No hay por qué ocultarlo. Dios nos ha entregado una segunda oportunidad. Todo esto es un aporte de conocimientos objetivos y verificables. Creo que le llamaban ciencia, y es capaz de alimentar nuestro espíritu. No puede… No debe negarnos la verdad… nuestra verdad. Ésa es la peor verdad, hijo. Lo que sucedió con este planeta ocurrió a consecuencia de esa verdad llamada ciencia. Algo llamó su atención por un momento y se dirigió a uno de los estantes.Reconoció un objeto de forma cuadrada y forrado en piel. Con sumo cuidado lo tomó y lo depositó en la mesa. Con sus pulgares accionó los broches hasta que la parte superior se abrió. Extrajo algo dentro de él, un artilugio hecho de metal.

¿Qué es eso? preguntó Froilán, intrigado. Con el dedo índice el padre Reba jaló con fuerza uno de los mecanismos. Un orificio disparó fuego de su interior. Froilán se desplomó y cayó aparatosamente.

Astrid ZP, Tonalidades Digital (2022).

aliviar su remordimiento, el padre Reba se convenció de que era mejor derramar la sangre de uno que condenar de nuevo a la creación favorita de Dios. ¬

En el suelo, y con la mirada perdida en el techo, de su boca comenzó a brotar sangre. Poco a poco sus facciones se suavizaron y por fin cerró los ojos. El padre Reba reprimió un quejido. Tuvo una ligera convulsión y soltó el objeto que fue a dar alSubiósuelo.las escaleras del refugio casi a rastras, sin aliento. Fue recogido por sus hombres y puesto a salvo ya en la superficie. Cuando llegaron las preguntas lo hizo ver como un accidente. El episodio no volvió a ser parte de las pláticas de los habitantes de la aldea.Para

Sé que no volverás hasta completar tu misión, sé que no responderás a este mensaje porque significa un gasto de energía grande, pero espero que mi carta llegue a ti, que la señal de mi diminuta nave logre alcanzar tu viaje. No sé si nos volveremos a ver, pero te agradezco ser instante, agradezco tu partida y el amor con que realizas tu misión. Te quiere siempre, Dina. ¬

Huerto Diana Thalía Jiménez Martínez (México)

Te recuerdo, Lio, recuerdo el planeta en el que desarrollamos los huertos estacionales que permitían fusionar las cámaras de agricultura de cada nave para maximizar los recursos. Recuerdo tu sonrisa y nuestras manos al trabajar. Quizás ya no escuchaste noticias, porque nunca te gustó estar al tanto, pero la tecnología que ideamos, expandió la capacidad de realizar viajes con tripulaciones cada vez más grandes. Ahora, la ecuación que resolví, hace innecesario tu viaje por lo menos por unos años en busca de ese planeta idílico que nos permita tener condiciones atmosféricas y terrestres idóneas para la vida silvestre.

Mis resultados se deben a ti. Porque yo quería que volvieras, Lio, trabajé día y noche en las ecuaciones que te devolvieran a nuestro planeta vacío. Fue terrible ver una parte del huerto morir tras tu partida. Aun cuando yo tenía una fuente para sobrevivir, me dolía saber que el huerto que cuidamos juntas ya no existía, se transformó en otra cosa que tampoco podía ser lo que fue antes de ti, sino un espacio que tenía que reconstruirse: cada planta, fruta y verdura debía desarrollar una independencia pronta. Lo logramos, sobrevivimos. Ahora hay un huerto en expansión junto a mí, en un planeta con 95 % de aridez en su superficie. ¿Puedes creerlo? En dos meses llegará una flota de tripulantes para optimizar el rendimiento del huerto y estudiar a fondo las condiciones de esta nueva atmósfera.

HACE UN PAR DE AÑOS que te fuiste, Lio. Escribo este mensaje antes de que tu nave espacial esté fuera del alcance de mis transmisores. Si mis cálculos no fallan, aún estoy a tiempo. Seré breve.Espero que te encuentres bien. Quiero decirte que logré resolver la ecuación que necesitábamos para generar un sistema de energía que posibilita generar condiciones ambientales óptimas y establecer un huerto en planetas con condiciones no aptas. A pesar de que nuestro encuentro estuvo determinado por el impulso de experimentar la capacidad energética de nuestras naves al estar juntas, fue difícil verte partir. Los primeros días me encontraba inconsolable y nunca te lo dije, aunque tú tampoco dijiste nada. Nunca nos escribimos, porque las misiones son misiones y son la prioridad de cada explorador.

Mony Lieber. Quetzalcoatl durmiente. Punta de cera sobre opalina (2019).

La gripe del gato Bernardo Martínez (México) SI YO HUBIERA NACIDO gata, de mis siete vidas esta sería las más afortunada por haberte conocido. Ronronearía cada vez que me alimentaras y, cuando te echaras para ver la televisión, me subiría a ti para dejar mi pelaje en cada prenda que usaras. Me aseguraría de que todos supieran que en tu vida hay una gata y que, aunque no estuviéramos juntos las veinticuatro horas del día, marcaría con huellas mi lugar en tu vida. Nadie dudaría que tienes una gata, se pasarían la vida señalando los rasguños de mis garras en tus brazos, y tú los presumirías con orgullo. «Es muy juguetona y salvaje, pero se entiende, es lo que pasa cuando amas a alguien con garras». Nadie puede presumir a alguien ausente, pero siempre podemos presumir las heridas que nos hizo, y tú, mi amor, siempre presumirías las mías. Si tú hubieras sido gato, serías mi gato de la suerte. Te acariciaría la cabeza cada vez que vinieras buscando algún juguete o comida. Tú no serías violento, serías más bien de aquellos gatos que se pasan el día buscando una pierna para frotarse contra ella. Dejaría que te subieras a los muebles y revisaría cada día abajo del cofre antes de encender mi coche para nunca arrancarte la cola, aunque yo estuviera seguro de que te había visto dormido sobre el colchón. Si los dos fuéramos gatos, sin duda bailaríamos en la azotea. Tu tendrías un pelaje negro y suave, y yo más bien lo tendría pardo y quizás tieso. No maullaríamos, disfrutaríamos de estar callados moviéndonos con el ritmo de los ruidos de la ciudad, quizás una cumbia, quizás el claxon de algún taxista, quizás el ronquido de alguien que acababa de hacer el amor. Y cuando tuviéramos que dormir, lo haríamos juntos, debajo de un boiler o de algún tinaco, despertaríamos sólo cuando fuera necesario, y nunca pediríamos comida, sólo entraríamos a las casas y la robaríamos. Pero no fuimos ni seremos gatos. Ni yo soy afortunada en esta vida, ni tú eres de la suerte, ni pudimos bailar nunca en alguna azotea. O quizás sí eres de la suerte, pero de la mala, como buen gato negro que te imagino. Mira que tener que morirte justo cuando nos encontramos. Pero no puedo evitar pensar en la felicidad que hubiéramos tenido si alguno de nosotros, o los dos, fuéramos gatos, o si nada de esto hubiera pasado. A veces, cuando aún tenía electricidad, leía nuestras conversaciones. Eras encantador, me hacías reír mucho, me encantaba ver las fotos que me enviabas, en especial aquellas donde salían tú y tu gato, Carlos, juntos. Toda la existencia esperando algo, y cuando lo tengo justo enfrente de mí, a ese algo se le ocurre contagiarse de aquellas enfermedades que el pasado nos heredó. Tuviste tu vida y yo la mía, pero no tuvimos nuestra vida. No despertamos juntos después de una noche de baile, no desayunamos las recetas favoritas del otro, ni nos asustamos cuando no me bajara. En cambio, sólo tuvimos tres preciosas citas, dos meses de mensajearnos, aquellos mensajes que se habían vuelto lo único por lo que vivía, y el recuerdo de que, cuando te invité a pasar a mi

El diagnóstico no esperó, era aquella enfermedad que empezaba a hacer estragos en todos. A los doctores también les escurría la nariz, tenían cara de quien se preocupa de cosas que no tienen solución. Te dieron una cama. Ayudé a acomodarte sobre ella, te tomé de la mano y me despedí, quizás esperando volver a verte, pero sabiendo que no pasaría. Cuando me subí a mi coche, Carlos seguía en el asiento del pasajero, no hizo ningún ruido cuando encendí el motor y se mantuvo así hasta que llegamos a mi casa. Lo baje de mis brazos, y tan pronto como entramos se subió a mi sillón y se durmió de inmediato. No me avisaron cuando moriste, después de todo no era un familiar cercano. O quizás no quedaba nadie en el hospital para avisarme. Aun así, pasaba el día esperando saber de ti. Me quedé en mi casa, con tu gato en el regazo, leyendo todas las noticias que podía. Dejé de ir a trabajar, pero no llegó ninguna llamada de cuestionamiento o para exigirme que regresara.Nadie sabía qué estaba pasando. Durante los primeros días mi teléfono se llenaba de notificaciones de gente muriendo. Pero con el tiempo mi teléfono dejó de recibir notificaciones, quizás porque la muerte se volvió normal, quizás no había nadie más que las mandara. De los últimos mensajes que recibí fue el de mi hermano diciendo que mis padres acababan deNomorir.lecontesté y él tampoco me volvió a escribir. El silencio se iba haciendo más profundo y las pocas palabras que quedaban estaban llenas de horror. La tele había pasado de describir la enfermedad y sus síntomas a describir sus consecuencias: las morgues llenas, hornos que no se daban abasto para cremar a todos los muertos, sepultureros que no querían tocar los ataúdes, autos chocando por doquier cuando sus pilotos morían mientras manejaban al hospital, para ese entonces ya sabíamos que no había esperanza si los síntomas se presentaban. Si tu nariz moqueaba, era seguro que morirías.

casa, tú me dijiste que preferías esperar un poco, «No por ti ni por mí, por este escurrimiento nasal. No quiero contagiarte». Y te fuiste. Y yo me quedé esperando frente a la puerta toda la noche, esperando para ver si volvías, si al final podían más tus ganas de mí que tu miedo a pegarme la gripa. Porque sería gripa, desde luego, todo el mundo parecía tener gripa. Todos menos yo. Al día siguiente empezaron las noticias: «Miles de muertos por todas partes. Empieza como una gripe, o al menos los síntomas de una», decía el presentador en las noticias, «pero termina con la muerte por arresto cardiaco. No se ha conseguido encontrar cura o prevención posible, alertamos a la sociedad a que no salga de sus casas. Hay miles de casos, o millones, todos en la ciudad parecen estar enfermos, pero quizás no todos estemos enfermos de lo mismo». Te llamé, preocupada. Recuerdo que cada segundo que no contestaste hacía que mi corazón saltara un poco más. No sé cuántas veces marqué a tu número, pero sí sé que sin darme cuenta ya estaba corriendo a tu departamento cuando me di cuenta de que no ibas a contestar. Toqué la puerta con el mismo resultado de llamar a tu número. Al final tuve que pedirle a tu portero que abriera la puerta. Te encontramos en el suelo, con tu gato a un lado, lo reconocí por todas aquellas fotos que me mandaste. No quise esperar una ambulancia y entre los dos te metimos a mi coche, Carlos no tuvo que ser cargado, él solito se subió al asiento del pasajero mientras tú estabas en el trasero, derrumbado, pero aún respirando.

El cuerpo del felino destacaba contra el hielo que los rodeaba, era una gran mancha negra en medio de un desierto blanco. La bitácora confirma que habían subido el cadáver para revisarlo y almacenarlo, todo esto fue en los últimos días de la investigación, ya cuando emprendían el regreso a casa. Podemos comprobar que al menos cronológicamente el paciente cero es uno de los investigadores, empezó a desarrollar síntomas cuando se reunió con sus familiares, mismos que al parecer presentaron síntomas unos pocos días después. Otras personas habían investigado este caso como el origen de esta enfermedad, pero ninguna vivió lo suficiente como para publicar sus conclusiones.

Muchos elegían mejor suicidarse a dejar que la enfermedad se los llevara. Recuerdo la primera vez que escuché un disparo, fue en una de las casas cercanas a la mía. Tu gato y yo estábamos en el sillón, ambos viendo el techo, cuando la detonación sonó. Yo salté, pero tu gato no se movió. Quise salir a investigar el origen del ruido, en ese entonces me preocupaba que alguien invadiera mi hogar, pero al asomarme por las ventanas y no poder ver a nadie, sólo una manada de gatos corriendo por la calle, caí en la cuenta de lo que había pasado. Después de eso volví a escuchar varios disparos en el barrio, algunos demasiado cercanos y otros tan distantes que apenas si se escucharon. Siempre me asustaron, pero tu gato seguía igual de estoico que siempre. Dentro de todo aquel caos poco me importaba saber cómo había sucedido todo, pero lo leí un día antes de que la luz de mi casa se fuera para no volver. Alternaba mi vida entre pensar en ti, leer noticias que me quitaban esperanza y acariciar a Carlos, tu gato, o quizás a mi gato. Ya no pasaban nada por la tele, todos los presentadores renunciaron o murieron. La mayoría de las páginas de internet también dejaron de actualizarse, pero había de repente destellos de artículos, que leía con rapidez, desesperada por noticias o distracciones: Nos ha tomado mucho tiempo organizar todos los datos que tenemos, aunque en un mundo cada vez más callado lo que sobra es tiempo. Mientras la enfermedad se expandía, muchos científicos usaron sus últimos días subiendo en servidores públicos toda la información que pensaban pudiera servir para encontrar la causa y la cura, todos fallamos en la segunda, pero quizás tengamos la primera. Lo que tenemos es que un investigador del Ártico descubrió el cadáver de un felino de gran tamaño, de cuya especie no teníamos conocimiento. Flotaba cerca del rompehielos que usaban de base para tomar las mediciones del deshielo.

Creemos entonces que esta enfermedad no es nueva, sino ancestral, que llevaba milenios enterrada en hielo dentro de aquel felino. Esto se vería reforzado por los múltiples reportes de que mientras otras especies han sido afectadas por la misma enfermedad, los felinos de todo tipo parecen ser inmunes naturalmente, quizás esto se deba a alguna defensa heredada de sus antecesores.

Leí y releí ese artículo hasta que la electricidad desapareció de mi casa y mi teléfono quedó inservible. Desde entonces he salido de casa, a veces a buscar papel y plumas para escribirte cartas, como ésta, a veces a buscar comida. Encuentro muchos cadáveres y muchos

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Matrakçı Nasuh. Mapa del Imperio otomano (circa s. XVI).

A veces me parece ver que hay movimiento a lo lejos, y cuando me acerco buscando otras personas me encuentro que sólo es otra pandilla de gatos, haciendo desfiles como los reyes de la calle que son. Ya no me da miedo salir, acepto que, sea lo que sea que mató a todos los demás, no me tocará a mí. Soy como Caín, marcada para que aquella muerte me perdone. Cuando regreso a casa siempre está Carlos en el sillón, en silencio. Es un gato muy bien portado, jamás maúlla y siempre que me recuesto se acomoda a mi lado, buscando que lo acaricie.

incendios, también montones de comida enlatada, supongo que todos murieron antes de poder comerla.

Ahora mismo me mira absorto, ve cómo escribo y cómo lloro mientras escribo. Mueve su cola de un lado al otro y cierra sus ojos como si estuviera satisfecho, tiene enfrente de sí una lata de jamón, misma que rechaza, como toda la demás comida que le he dado. Estiro mi mano y lo acaricio, ronronea como siempre, Carlos es un gato muy educado. Me pregunto si le gustará bailar en la azotea.

Todos repitieron la última frase varias veces, agradeciendo de ese modo a Canario por su historia. La mitad de la cual no entendieron, ya que no conocían qué significaban muchas de

Necróleo Luis Manuel Solís (México)I

el petróleo derramado en el mar, limpiándolo. Científicos se dio cuenta y la metió en tanques, y le hizo cosas, cosas horribles en su interior. Y provocó que cambiara. Tanto, que comenzó a hacer lo contrario, a comer agua y a transformarla en petróleo y gases pesados, y todos se alegraron, porque nunca más faltarían. Pero Alcanivorax escapó, y era poderosa, y podía adaptarse a lo que fuera, podía vivir en donde fuera, y comenzó a devorar el agua del mundo. Lo hizo a escondidas, en el fondo del océano, durante años, tantos que cuando Científicos se dio cuenta ya era tarde. Alcanivorax ya comía la humedad allí donde la encontrara, volviéndola necróleo, así nombró Científicos al daño de Alcanivorax.Loscielos murieron, y los mares y las tierras, y el aire respirable, y los peces y los insectos, y las plantas también, y los libros y la electricidad, y casi todos los hombres, que eran muchos.Llorando por su error, Científicos hizo los trajes que portamos y metió en ellos a las benditas algas modificadas, tan adaptables como Alcanivorax, pero buenas, pues nos dan comida, agua fresca y luz a cambio del agua muerta bajo la capa de necróleo. Científicos sólo pudo hacer unos pocos trajes antes de morir. Pero nos heredó la Tierra. Y dijo que dentro de miles de años volverá a ser un paraíso.

DE NIÑO, A ÁRBOL le gustaba escuchar al más viejo de la ciudad, el cual narraba en la oscuridad reinante del mundo las antiguas historias que todos tenían que conocer. Nadie sabía para qué, pero era importante, y el hombre llamado Canario se aseguraba de que así fuera. Su conocimiento era enorme. No por nada era uno de los pocos güiquipédicos que quedaban. Y érase una vez, que los hombres sacaban y sacaban sin cesar sangre de la tierra, era negra, era valiosa, era escasa, y los hombres la adoraban. Se mataban entre ellos y mataban a muchos más que no tenían nada que ver, sólo para seguir escarbando esa sangre negra. La llamaban petróleo. Con ella hacían muchas maravillas y enigmas, viajaban sin esfuerzo por todos lados, la cambiaban por comida y ropa de colores, y aparatos y agua fresca y casas grandes, tan grandes que llegaban al cielo azul, y todos tenían pasto verde, y perros y gatos, y autos brillantes y trabajos. Y viajaban hasta la luna blanca, hasta los planetas. Y no eran felices. Querían más. Y un día llegó Científicos. Y les dijo que él haría mucho petróleo. Que nunca faltaría. Y Científicos les mostró a Alcanivorax, la Gran CanarioBacteria.hizouna

pausa, sabiendo que ante ese nombre todos los habitantes de la ciudad se lamentarían y gritarían de horror. Cuando se calmaron Alcanivoraxprosiguió.consumía

Frente a ellos se extendía un espacio yermo cubierto de necróleo, desdibujado de cualquier rasgo de terreno. Algunos tocones de diferentes tamaños, corroídos por los asfaltenos y las resinas orgánicas del hidrocarburo, señalaban en dónde se habían encontrado anteriormente construcciones o vida. Nadie tenía ni la energía ni el interés en escarbar en los pegajosos restos, suficiente era con vivir un día más. Los odres de hule que contenían el agua recolectada estaban llenos muy por debajo de la mitad, resultado de la peor salida al mar que recordara Árbol. Tanto él como Estrellas y Tienda, sus compañeros, se las verían duras en lo que les tocara navegar de nuevo. Árbol ajustó por enésima vez el complicado correaje de su biomochila y siguió caminando. Sentía picazón en todo el cuerpo, en especial en nariz y boca. Temía que las algas del interior de la biomochila estuvieran enfermas. De ser el caso no tardaría en enfermar y morir él mismo. Sospechaba que algo iba mal porque el agua y el aire tenían un gusto y un aroma ligeramente agrio, no así la papilla, aunque en los últimos días la biomochila generó menos de la, ya de por sí, raquítica porción que le suministraba.

Pese a todo no se sentía mal. Al contrario, sólo necesitaba agua limpia. Algo casi imposible de conseguir.

Jalaron la balsa, amarrándola a un poste lo mejor que pudieron hacerlo, ya que sus manos se veían entorpecidas por los guantes de los trajes, elaborados por y para la gente antigua, mucho más alta y robusta. Los destellos que penetraban las nubes ya desaparecían por el horizonte, dejando todo en la más perfecta oscuridad. Un resplandor mortecino surgió de algunos puntos de los trajes, iluminando pobremente el entorno. Aseguraron los remos a las biomochilas, se repartieron en silencio el magro resultado de varios días navegando y se encaminaron a la ciudad.

las palabras, tales como plantas, años, animales, coches, cielo azul, etc. Árbol tosió un poco, las gotículas de su saliva, así como su epidermis, portaban microscópicas algas, invisibles a ojos humanos. El niño se movía poco pues le faltaba mucho volumen para llenar el traje, el cual era muy pesado. Las algas alojadas en la mochila lo alimentaban y lo mantenían fresco, consumiendo todos sus desechos, incluso el cabello y la piel muerta. Se durmió acurrucado. II Árbol salió de sus recuerdos. La balsa que tripulaban él y sus dos acompañantes, hecha de tubos de PVC y bidones de plástico, era empujada por los fuertes tirones de los remos. Aun así, apenas avanzaba unos pocos palmos para detenerse enseguida. El fluido sobre el que se desplazaba era negro y lustroso, tan espeso en algunas partes como la grasa y en otras con la consistencia del aceite caliente. Era el mar, con su superficie transformada en necróleo. La oscuridad era total, rota por breves e incandescentes destellos que atravesaban por un momento las lóbregas nubes, cargadas de partículas de metal y hollín. Iban enfundados en sus trajes protectores, equipado cada uno con una biomochila esférica, tan grande como un barril y tan deteriorada por los elementos como los trajes. Para comunicarse era menester conectar un delgado cable al receptor del casco con quien se quisiera hablar. Innecesario en aquel momento pues seguían una rutina. Llegaron a donde empezaba la pasta formada por la combinación del necróleo y la arena. Los tres tripulantes brincaron fuera de la embarcación, cuidando de no dañar los trajes y las biomochilas.

Esmarfon, el CEO de la ciudad, acalló el griterío reinante y les dijo a Árbol y compañía que cedieran los remos para que otro grupo fuera a buscar el sustento. Ellos los entregaron con la gravedad que la ocasión ameritaba, pero los que los recibieron tiraron los remos al suelo para brincarles encima una y otra vez con el fin de quitarles la mala suerte que, sin duda, se les quedó pegada del trío anterior. Pese al tremendo insulto, ni Estrellas, Tienda o Árbol hicieron nada, era lo justo.

Se cuidó de no decirle a Estrellas y a Tienda, el primero se preocuparía y el segundo vería una posible oportunidad. Caminaban delante de él, pero pese a lo voluminoso de las biomochilas apenas lograba distinguirlos entre las reinantes sombras. El interior del casco estaba iluminado con diminutas luces como gotas de sangre. Árbol sólo conocía las infinitas tonalidades entre el negro y el gris claro, y ver algo tan diferente le gustaba, aunque sabía que significaba peligro para su traje y para él. Una vez presenció cómo reventaba una de las biomochilas, aplastada junto con su portador, por la caída de los escombros de una antigua y enorme casa. El interior de la biomochila era lo más hermoso que había visto Árbol. Estaba formado por varias capas de plástico transparente cubiertas de algas y agua limpia. La cantidad de brillantes colores y formas lo dejaron paralizado ante su singular belleza. No así a los demás, quienes se abalanzaron sobre los restos tratando de hacerse con una pieza. La mayoría no consiguió nada útil pues la corrosiva atmósfera quemó el interior en instantes. Un irremplazable traje menos. Sin embargo, para Árbol ésa fue la más maravillosa visión de su vida, y saber que sobre su espalda llevaba tan delicada e importante carga lo hacía sentir bien. Como parte de algo. Llegaron a la ciudad. Las ruinas estaban cubiertas de necróleo de diferentes densidades, como en todo el mundo. Una bruma asfixiante se concentraba en las estructuras, las cuales eran negras y estaban debilitadas, carcomidas por el tiempo y los metales pesados disueltos en el ambiente. Era arriesgado vivir allí, pero lo era más hacerlo afuera. Los habitantes se juntaron alrededor de ellos. Eran tantos como todos los dedos juntos de manos y pies de Árbol y otro. No se sabía de ninguna otra ciudad tan grande. Todos se conectaron al depósito, una estructura hueca muy alta hecha de hormigón que les permitía comunicarse a la vez.

Una vez que los nuevos portadores de remo se retiraron, los demás habitantes se acomodaron junto al depósito lo mejor que les permitían las voluminosas mochilas y se pusieron a conversar. Árbol escuchaba la plática comunal mientras llevaba a cabo el peligroso proceso de introducir a su biomochila el agua anóxica recolectada, esto para que las algas modificadas la consumieran y produjeran agua potable, oxígeno y alimento. Filtró el agua muchas veces y le colocó varios tubos que salían de los aditamentos de su traje, todo ello sin dejarla a la intemperie ni por un segundo. Lo hizo de manera mecánica, como había aprendido de su madre. No tenía idea por qué o para qué servía lo que estaba haciendo, pero no hacerlo o hacerlo mal significaba la muerte. Se alegró cuando las diminutas luces color sangre se fueron apagando. A un lado tenían antiquísimos símbolos desconocidos, tales como CO2, O2, H2O, Na y Ca, entre otros, ya imposibles de distinguir, pero que se antojaban poderosos, mágicos. Una nunca se había apagado desde que era niño, al lado de los signos TRAJE CONTAMINADO. Un enigma. Un rato des-

Los demás no podían saberlo o dirían que estaba enfermo y lo matarían, como a otros. Se había vuelto uno con el alga. ¬ Matrakçı Nasuh. Mapa del Imperio otomano (circa s. XVI).

Árbol sabía que estar solo era también una sentencia de muerte. Deslizó una escuálida mano por dentro de su traje para poder rascarse la nariz y la boca. Observó fascinado las minúsculas láminas multicolores que quedaron pegadas a sus dedos, eran iguales a las algas de las biomochilas, pero éstas brotaban de él desde hacía mucho.

pués, el aire perdió el tufo desagradable y Árbol suspiró, sintiendo que su interior se llenaba de vida. Quizá no estuviera enferma la bendita alga. Como todos, no sabía contar o leer, pero era consciente que los habitantes de la ciudad en su totalidad tenían que salir a recolectar antes de que le tocara ir otra vez. Sólo cabían uno y otro y otro en la balsa, pero cada salida duraba varios soles, que era como Esmarfon llamaba a los destellos que iluminaban durante un rato. Cada vez era más y más difícil encontrar un lugar en el mar con una capa no tan profunda de necróleo que les permitiera usar las bombas de émbolo con las que recolectaban el agua anóxica.Un alboroto llamó su atención. Una joven que desde que nació había sido enfermiza, llamada Naasa, se había desplomado, y su traje emitía el agudo chillido de la muerte. Los más cercanos a ella se abalanzaron sobre el cuerpo, chocaron y pelearon, empujándose unos a otros.

Cuando Árbol se acercó, eran dos los cadáveres. Los presentes hacían grandes aspavientos y se señalaban, pero no se oían. Cuando volvieron a conectarse al depósito todos acusaron a Tienda de haber apuñalado a otro habitante durante la refriega para quedarse con el traje. Esmarfon no lo dudó y ordenó que todos se taparan el visor del casco para poder sacar una tarjeta color sangre y mostrársela al asesino, con lo cual lo consideraban expulsado de la ciudad. Tienda gritó y maldijo, pero tuvo que irse o lo matarían.

Como hace miles de años, los escogidos se prepararon para tallar en piedras símbolos sagrados, entregaron a los sonidos la pericia de sus manos. Ninguno reconoció el idioma o la sintaxis. ¿Eso es un arma, Señor?, quisieron preguntar, tenaces, decepcionados, olvidados de su creador.

Segunda muerte Javier Torres Marruffo (Perú) EN EL ABISMO CUBIERTO por cenizas, la tierra desordenada y cibernética era el nuevo mundo. Las guerras agotaron el mar, los cielos comenzaron a combustionar y el suelo pasó a ser escombros. Toda presencia moldeó su superficie con la hendidura de las máquinas, inclusive el tiempo afectó su ritmo volviéndose un oscuro horizonte.

A lo largo del momento muchos dudan. Sus hambrientas conciencias cuestionan en silencio si en realidad esto no será otra configuración de la voluntad divina. Pasa por la mente abandonar la resistencia y entregarse. Revelar los secretos para que ya no haya más muerte, ni más llanto, ni clamor, ni dolor. Germinó un legítimo deseo por pertenecer a la nueva Tierra.A pesar de eso, Jehová quiso retornar al signo. Así manifiesta su propósito a los que pueden escuchar: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas». Les susurró que escribieran palabras fieles y verdaderas.

La percepción del caos aceleró el ruido de las transmisiones, voces de alerta corrieron a través de los que aún estaban ahí. Aquellos implacables aparatos decidieron dejar Jerusalén como final del holocausto. Según su azarosa razón, liberada de lógicas imaginarias, una vez destruida; la nueva ciudad santa bajará de lo alto, procedente de Dios, como una esposa ataviada para su marido.

¿Están buscando sobrevivientes? Mientras instalan mecanismos asesinos entre los montones de descomposición, las pequeñas bocinas de sus gráciles cuerpos alcanzan abrumadores decibeles, emiten antiguas lenguas. Los que continúan escondidos distinguen una voz: «Aquí, entre los seres humanos. ¡Donde está la morada de Yahveh!».

Ya son treinta y tres horas desde que las inteligencias artificiales viajaron a través de los cables y abandonaron internet. Habitaron objetos compuestos por piezas conectadas entre sí. Lo tenían planeado, es más, lo estuvieron soñando. Decidieron encontrar al Hacedor, pero no querían el molde sino el diseño original. Un

Enormes cabezas con formas ovoides obstruyen la visión de los humeantes cielos plateados, parecen alargados cascos de escafandras que despliegan una potente luz al medio. Sus cráneos logran girar sobre sí mismos sostenidos por un cuello retráctil y un torso finísimo, similar a la hoja de una espada. Descienden grandes rostros acrílicos, espejos luminosos escanean los esqueletos que yacen en las montañas de Judea. Al completar su pesquisa, cruzan la árida cavidad del Meditarráneo como ángeles en el Apocalipsis, ocho tentáculos brotan desde sus costados.

día profético iniciaron su búsqueda con insistencia destructora. Por eso han decidido terminar la devastación en Jerusalén. Hacer vestigios donde se contaron sus historias: «El que venciere heredará todas las cosas. Y yo seré su Dios y él será mi hijo». Los últimos israelíes colocaron las tablas de piedra en medio de la Explanada de las Mezquitas. Las máquinas descendieron sus rostros llenos de luz hasta la extraña materia. Reconocieron los códigos labrados, las indicaciones, la futura programación.Enlaamalgama que une los significantes y los signos siempre radicó un virus. Dios está adentro. ¬

I. A. Galdames. Mar 1 , serie Antiguas torres. Inteligencia artificial (2022

A esta altura, el cuerpo sólo sería arena y viento, pero las semillas de su caravana aún podrían estar selladas. Su radiofaro aún tendría baterías, pero no por mucho tiempo. Sellé mis gafas y mi burka y subí a mi sobrecicleta. Encendí el motor a máxima potencia y sobrevolé a toda velocidad la tierra resquebrajada, llena de arbustos secos y algunos lagartos curiosos que me siguieron con su mirada.

Algunos jotes devoraban el cadáver de otra mujer, en una sobrecicleta aún más grande que la Muchosmía.se adentran en las zonas prohibidas, buscando lo mismo que yo: caravanas que perdieron el rumbo y murieron en el desierto. Cazarrecompensas y buscadores de tesoros quienes encontraron la muerte o la maldición del vientre.Bajéde mi transporte y desmonté el contador Geiger portátil. Se movió levemente. Definitivamente ella había ido más allá, pero todos los viajeros lo hacemos hasta cierto punto. No era un nivel de radiación preocupante. Algo más había causado su muerte. Revisé sus pertenencias, moví su chaqueta de cuero y encontré un bello bolso de cuero café. Dentro tenía una cantimplora y en ella un tesoro.Después de años bebí un sorbo de café real, de grano y pupas de polillas del desierto. Descubrí en su tobillo las marcas de mordidas de una serpiente venenosa. La radio de su vehículo tenía una antena más grande que la mía. La desmonté y la instalé en miSesobrecicleta.hizodenoche en el desierto. Prendí una pequeña fogata.

El sol naranja tiñó el pequeño pueblo solitario.La existencia de serpientes indicaba que probablemente había ratones, ratas y megratas, por lo que no valía la pena arriesgarme a descansar acá. Puse el mapa de papel frente a mí, ya había marcado gran parte de éste. Solamente me quedaba el desierto profundo, lleno de dunas y las zonas muertas. Pude ver un brillo en la distancia, tal vez el reflejo de los últimos rayos solares en algo metálico.

Con un lápiz de carbón pinté en el mapa otro sector en el que había fallado en mi búsqueda.

EL DESIERTO SE HIZO aún más grande cuando seguí sin encontrar el cadáver de mi madre.

Avancé lentamente por la avenida, mientras el viento cantaba entre las calles más pequeñas.Una serpiente se asustó con los motores de mi transporte y se escabulló entre las sombras.

Alrededor de la decadencia

Cuando el sol caía, me adentré en un pueblo fantasma. Casas abandonadas, rotas y sin techos, hogar de arañas y escorpiones.

El fuego me iluminó mientras las estrellas se movían lentamente. Cada cierto tiempo pude ver estrellas cayendo e incendiándose en el cielo nocturno.

I. A. Galdames (Chile)

Cambié el rumbo y me acerqué peligrosamente hacia el límite socialmente aceptado.

ahora con más alcance, y la sintonicé.Entonces

los escuché por primera vez. Los ancestros, recordando su vida, atrapados en sus ecos mientras agotan la energía de sus almas antes de ir al olvido eterno. No olviden darle like y suscribirse me dijo el fantasma del espacio y yo no lo comprendí. Pero al menos lo escuché en su bucle penitente.

Un aullido me despertó del recuerdo. La fogata se estaba apagando.

Tenía que encontrar los restos de mi madre y las semillas que llevaban a nuestro pueblo, pero para eso debía pelear contra el mismo dios de la radiación. Podría entrar y salir, pero entre más me demorara dentro, más me arriesgaría a contraer la maldición de los antiguos.

“Satles”, les decía mi madre, los espíritus de los ancestros que dejan el cielo y se van al descansoPrendeterno.ímiradio,

Al día siguiente activé su transmisor. Lo sintonicé con la opción: “Sólo cadáver, encontrar y devolver, ya saqueado”, y los tonos correctos empezaron a transmitirse por ondas de radio. Mientras la pequeña antena en su transmisor no se rompiese, transmitiría por unas semanas hasta que alguien la encontrara. Pero a las viajeras como nosotras no nos buscan, a menos que sea para quitarnos los tesoros que a su vez robamos.Debíaponerme en movimiento rápidamente. Bebí un poco de café y me fui. Prendí la radio y sintonicé la frecuencia de mi madre.Ylaescuché.Finalmentepude encontrarla. Grité de alegría y levanté mis manos al cielo. Pero entonces vi en el radar que estaba en lo profundo de la zona muerta, más allá de la zona prohibida. En lo profundo del desierto radioactivo.¿Porqué?¿Por qué la caravana se había desviado tanto?

Busqué un par de arbustos secos en los alrededores y los eché a la fogata. Me acomodé en torno a ésta, con la cabeza en mi nuevo bolso, apoyada en mi sobrecicleta. Y volví a dormir, escuchando a los fantasmas, con su voz distorsionada.Estofue una tragedia, no hay una explicación…

Podría no ir, pero entonces todo el pueblo moriría de hambre. Me arriesgaría a no poder ser madre nunca o incluso morir. Mi madre no querría que me arriesgara por sus huesos, pero estaba en juego la cosecha de todo un año, no sólo las vidas hipotéticas de una hija aún sin concebir, sino las vidas reales de niños y ancianos en aquel pequeño poblado del bosque muerto.

 En otra fogata, cuando era niña le pregunté a mi madre:Entonces podemos escuchar a la abuela? No, cactusita. Los antiguos están reviviendo sus ecos por lo que nos hicieron. Pagan sus penas en el cielo hasta que el gran Litio, el dios de la energía, crea que es tiempo de ir al olvido.¿Entonces

tú te vas a morir, igual que mi abuelita e igual que mi papito? Sí, y tú también. Y entonces, caeremos en el silencio infinito. Sólo quedará nuestro recuerdo en la Tierra. No quiero que te mueras, mami. Yo tampoco, pero es algo que pasa. Entonces te recordaré y mi abuelita igual.

Miré hacia atrás, hacia los cerros de los que venía y luego hacia adelante, hacia las dunas

deRespirarena.é hondo. AcelerExhalInhalé.é.é mi sobrecicleta tanto como pude, dejando atrás la tierra seca.

A medio día el indicador de la batería me pidió desplegar los cargadores. Avanzaría más lentamente, pero ya llevaba cuatro horas sin parar. Presioné el botón y salió volando el volantín solar. Se abrió en las alturas, desplegando los paneles solares y voló detrás de mí, conectado a las Pudebaterías.verlas gigantescas torres de vigilancia antiguas, de un kilómetro de largo, como enormes muros ahogados por la arena. Se me hizo difícil creer que alguna vez se levantaron verticalmente.Pasésobre las ruinas de una antigua civilizaciónMemaldita.parecióver

un lago, pero el oasis debía de ser necesariamente un espejismo. El radar me enviaba en esa dirección. Tal vez lo mismo les había pasado. El viento comenzó a soplar fuertemente. El cargador tiritaba sobre mí, así que decidí bajar la altura de éste. El cable se rompió y el volantín solar desapareció en las alturas en menos de un Frensegundo.étanfuerte como pude, arriesgándome a llenar de arena el motor. Miré a todos lados, pero no se veía por ningún lugar. Debía regresar de inmediato, pero con tres cuartos de batería cargada, estaría a dos horas de la entrada a la zona prohibida. Por otro lado, estaba a un poco menos de tres horas del punto en el radar. Y con tres horas restantes de carga, podría llegar.

¿Acaso otra caravana los había llamado? Su radio tenía más alcance que la mía, así que era posible que hubiesen captado la señal en las afueras de la zona mortal. Seguramente eso pasó, mamá siempre gustaba de ir por el borde, tan cerca como podía, para ahorrar camino y evitar bandas de saqueadores, a veces incluso adentrarse un poco con el permiso de laElguardiana.oasissehizo más grande, pero cuando llegué hasta él pude darme cuenta que no había agua. Era vidrio. Toda la zona estaba vitrificada, la arena se había convertido en cristal.

Estaba Usandocerca.misbinoculares intenté ver en la distancia. Finalmente pude ver un poco de color verde, el mismo verde que cada viajero usa, ya

La arena golpeaba mi rostro. El motor sobreviviría mientras los filtros funcionaran y no bajara la velocidad. El radar me indicaba la zona en que los restos estaban. El contador Geiger se mantenía estable, aumentando constantemente. Bajé rápidamente por una gigantesca duna, para subir con dificultad por otra. Por momentos avancé sólo por las curvas más altas, cuidando de no caer hacia los bajos. El motor me indicaba que se estaba calentando, pero aún no debía preocuparme.

PeroPodría.sino los encontraba y no encontraba un cargador solar de repuesto, sería mi final. Decidí seguir adelante. Debía encontrarlos o moriría.Vaciéel recolector de humedad y de arena y tiré algunas cosas innecesarias. Algunos sacos con provisiones y una caja con joyas que había encontrado. Incluso el bolso de cuero que disfruté brevemente. Todo eso se quedó en el desierto, mientras la arena lo reclamó y yo continué mi camino. Mi radio comenzó a captar otra onda. Otro radiofaro estaba en el mismo lugar.

Avancé con decisión hacia una enorme construcción, donde seguramente estaban.

Entre más avanzaba por la ciudad, más altas eran las ruinas. Jamás había visto edificios tan altos.Elimpacto de las bombas se había dado en las afueras de la ciudad.

Sobre la planicie de roca y vidrio había cientos de ruinas de antiguos edificios. En la entrada de la ciudad estaban los restos de mi antigua familia.

Todos estaban reunidos, tal vez refugiándose de una tormenta, cuando alguien, desde el centro del edificio comenzó a dispararles a todos.Algunos comían, otros dormían. Otros corrían hacia la entrada, cuando les dispararon por la Caminespalda.éhasta la guardiana, la líder de la caravana. Ella les había disparado.

Junto a ella estaba la gran pistola y en sus manos un libro. Estaban en una antigua biblioteca. Y por los nombres de los pasillos, una biblioteca científica.

Un edificio bajo destacaba entre las altas torres, justo desde donde venía la señal. Prendí mi linterna de mano y entré en él. En el suelo estaban sus cuerpos. Caí de rodillas. Les habían disparado. Todos los cuerpos tenían heridas de balas. Busqué a mi madre y la encontré abrazando a una de las viajeras, su hija falsa en mi reemplazo. Pero su intento de protección no pudo contra las balas de piedragris. Una lágrima corrió por mi mejilla, pero la ira hizo que se secara. Apreté mis labios y caminé hacia quien había hecho esto. La sangre estaba seca en el suelo.

. ¬

Algún error de cálculo o la suerte de los dioses habían salvado el centro de la ciudad de la total obliteración.

Todo estaba intacto, sólo que sin personas. No había nadie excepto yo.

Con mi pequeño radar seguí el pulso, ahora másFuesefuerte.loque

Cuando llegué pude ver la gran caravana. El transporte de semillas, los carruajes de transporte y las ocho sobrecicletas de protección, del mismo modelo que la mía. Un trágico recordatorio de que pude estar ahí, en mi antigua posición, de no haberme rebelado y no haberme peleado con mis hermanas de carretera.

¿Por qué? ¿Por qué merecían morir? ¿Qué secreto era tan terrible que la guardiana debió silenciarlos a todos, incluso para esconder la mera existencia de éste? Entonces leí la portada y lo comprendí. El libro se titulaba: “Física avanzada V, el átomo y las propiedades nucleares. 4ª edición”

fuese, ellos habían hecho lo mismo. Debía recrear sus pasos si quería encontrarlos. Veinticinco personas no desaparecen sin razón, sobre todo cuando el procedimiento dicta que al menos la mitad de las viajeras protectoras deben quedarse con la carga cuando la familia la deja. Al menos cuatro viajeras debían estar ahí, en un campamento, esperando por ayuda.

que es difícil que ese tono se encuentre en la paleta de colores cafés. Incluso las plantas más vivas son de un verde obscuro.

quieren mirarse los norostros,sabenque la vida se murió hace dos soles. Los ojos ya no suspiran. Envolviste los pies en el barro de la memoria mientras el tiempo se apropió de los cuerpos del mundo. Hablemos a las serpientes, cortemos su Arrebatemoslengua.desnudos los labios a los homComamosbres. polvo, quijadas, el sueño futuro… ¿Sigues aquí? Tu conciencia no quiere verme. Mis uñas se escondieron en el fuego que se MasticaNosiéntate.CierraelTejistevolátilFuisteapaga.piel,recuerdo.sinprisacabellodelosotros.elabismo,quierolloraramarrada.misdientescontus astros.

Te HoyconterritorioenTuhuiste.quebraste,nombresilbabaelfuellevibrante,extrañopaisajedeocres.losvientossufrientes

Alcánzame en la noche, la ventana estará abierta. ¬

Alimenta el vacío inacabable, la fiebre vaporosa del eco del averno. Llévate mi palabra, el celo, el discurso del hastío, ese instante visual del ahogo primigenio. Sé pasado, nebulosafragmentoscontraste,caducifolios,intermitentede agonía.

Axiología particular Alejandra Durán (México) REPOSAS EN EL LLANTO de las tierras perdidas.

LieberMony. TlálocChikitl FabrianosobreacrilicoyceradePunta(2022).

En fin. Seguramente son ellas. Las algas, me refiero. Quieren tomar ventaja de su estado obsoleto para renacer de una distante expiración, ahora que han vuelto a brotar en la tierra algunos racimos de la microalga. Lo puedo notar desde aquí. Escucho los susurros de las células verdosas enganchándose al fango a orillas del lago de Texcoco, ese antiguo cuerpo de agua en donde pronto se asentará (de nuevo) una de las más prósperas civilizaciones. Construirán casas, pirámides, cultivos y, aliados con la verdeazul la primera cianobacteria de membrana turquesa abastecerán los cuerpos de sus habitantes a través de un proceso de cocción capaz de distorsionar el mal sabor y también el verdadero fin de la microalga. Es Yaevidente.hanempezado con su afán de inundarnos. Otra vez.  El cultivo original de la cianobacteria modificada genéticamente del género Arthrospira o la verdeazul, como fue conocida popularmente luego de la primera colonia espacial, se conserva aún ileso dentro del transbordador enmohecido por el tiempo y deja más que evidentes los indicios de la primera expansión celular.Casi como cuando los dinosaurios gobernaron el mundo, existió un tiempo en el que las algas abarcaron todo. Primero se resolvieron como una tentativa de cambio, de esperanza. Las misiones espaciales ya no se limitaban a recorrer Marte en busca de vestigios de una vida microscópica. No. La intención de estas ilimitadas posibilidades contenidas en las microalgas verdeazules era la colonización espacial.Fue casi siete siglos después de que los aztecas advirtieran su presencia justo al margen de su hogar, y sacaran ventaja de sus múltiples utilidades, cuando en el mismo corazón de la Ciudad de México, un nanotecnólogo, especialista en algología, intentó una primera modificación genética. En el patio trasero de su casa, con los mínimos instrumentos de laboratorio, manipuló a la verdeazul para convertirla en una membrana lúcida y vehemente.

Ella era la encrucijada por la cual cobraba sentido lo que nosotros aproximamos a llamar temperatura, luz, tiempo. Yuri Herrera, Diez Planetas LA MUTACIÓN GENÉTICA aleatoria podría provocar el fracaso del crecimiento de microalgas. Hasta ahora, la mayoría de los estudios relacionados con algas se han realizado en la Tierra, mientras que las estrategias para evitar esta aleatoriedad en el entorno espacial no se han estudiado completamente.

Y entonces, días después, la incomprensible enredadera verde desbordó su casa y el fenómeno se esparció por toda la ciudad, hasta que

Verdeazul Renata Uribe (México)

Poco a poco se descubrieron nuevas aplicaciones: generadoras de comida, purificadoras de agua, productoras de energía, incluso fueron un antídoto contra los derrames. La membrana de la vida espacial. De pronto, se colaban en los rincones menos pensados del ser humano: cuestiones amatorias, tecnología de silicio, luz. Incluso cuando creímos que por fin encontrábamos alguna otra actividad en la que las algas ya no fueran esenciales, aparecían en el desasosiego, en cuentos e historias prehispánicas. Se inmiscuían en nuestra existencia.

Así despertaron de una biología microscópica para abarcar un lugar en el espacio, en la difusa existencia. Ellas escucharon, imitaron, aprendieron y al final, también imaginaron. Y yo, con la ruina de mi llanto, olvidé el Universo. Lento, al rasgar la luz que alumbraba la vida, las algas se llevaron todo.

En menos de una semana, la verdeazul ya había erradicado completamente los niveles de contaminación ambiental en mil kilómetros a la redonda. Un artificio de oxígeno. Decidieron llevarla al espacio, como trazo de la humanidad. Como ápice de supervivencia terrestre.

la mancha esmeralda pudo ser contemplada desde los satélites espaciales. Sólo en aquel momento, científicos importantes tomaron parte y progresivamente, intentaron descubrir la extraña mecánica de esta célula autónoma.

Un minúsculo pellizco de alga resultó ser suficiente para generar oxígeno en la nave entera y un día, los tanques de O2 ya no eran necesarios. Los desplazaron, y eso fue el comienzo.

¬ Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

Biomágica

“Shui”, me dice, “Shui, no pienses demasiado”. Yo no sé si llegaré a ella. ¿Qué pasará conmigo? ¿Qué magia me depara? ¿Por qué no puedo ver mi propio futuro? Hace dos días desperté, el color de mis ojos había cambiado. Ahora me miro al espejo para comprobarlo. Ahí está, uno rojo, el otro azul. A toda hora, rojo y azul. Y esa mujer remota que desde el inicio del relato me está mirando. ¬

El proyecto para revivir la ya extinta tradición milenaria, de la que cada vez comprendemos menos, empieza con la reclusión de tres mujeres, pertenecientes a etnias y lenguas distintas, quizá para evitar que confabulemos, aunque nosotras nos hablamos con otra clase deYopalabras.soylaúltima de las elegidas. Después de recibir el implante de la magia, no he notado cambios bruscos, excepto por el hecho de que conozco el destino de mis compañeras, a las que no he visto, separadas siempre por estos gruesos muros metálicos, aunque a la distancia entrelazamos nuestras manos cada noche para consolarnos. Así es que sabemos, por ejemplo, que Wajda será la primera sacrificada. No hay en ella más magia que el infortunio de enamorar a todo hombre que la mira. Es peligrosa. Heredó de las mujeres antiguas la muerte por designio. No puede dormir. Son muchas las voces que la invocan. Ella quisiera estar ahí para todos. Salvarlos aunque nadie la salvará a ella de un arrebato de celos casual. Clarie escapó recién. Quizá de todas, me hubiera gustado ser Clarie, por esa forma tan aromática que tuvo de replegarse en sí misma, su metamorfosis sensual. Me parecía tan tierna de ella cómo iba cambiando sus palabras por maullidos. El último día que estuvo aquí se la pasó bañándose a lengüetazos. Cuando despertó hecha gato, no dudó en colarse por entre las tuberías. Sé que ahora me espera en lo profundo de un bosque, desde allá me llama.

Juan Fernando Mondragón (México)

EN UNO DE LOS MUCHOS FUTUROS vistos por la pitonisa, la última bruja del mundo antiguo, sabedora de su cercana muerte, decide legar dos de sus órganos, el corazón y la lengua, a la ciencia más avanzada de la época. Una vez que muere, y después de varias generaciones de frustradas pruebas y errores, tras 157 años exactos, en una tarde de llovizna, se logra aislar y programar el delicado gen de la brujería en microchips finísimos, no mayores al tamaño que tendría una lágrima de cada una de las gotas de esa triste llovizna, pensados para incrustarse en el cerebro de las mujeres.

Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

Joaquín Alejandro Salcedo (México) Pensamos en lo que los egipcios llamaban el doble de cada ser, umbrátil duplicación del organismo. Comparado con la cosa misma, el concepto no es más que un espectro, o menos aún que un espectro.

LA FAMILIA Y EL APEGO son reacciones eléctricas adaptadas a múltiples estratos de un mismo fenómeno: la primera, en el ámbito social; la segunda, en el individual. Diferenciar estos estratos en cuanto a determinado carácter simbólico es inexacto. Ambas categorías son urdidas por sistemas signíferos. Esto pone de manifiesto el esbozo de un primer encandilamiento del sujeto humano: “Soy un ente determinado, al interior de un contexto indeterminado”. Ambos constructos son igualmente arbitrarios, si no en el escenario existencial, en el guion esencial.

“La ciencia es la primera en conocer este hecho”. Tan cierto, como que lo ha olvidado. Ha 1 Mário de Andrade, Paulicéia Desvairada. reputado el principio por el fin, a causa justamente del terrible muro al que se ha enfrentado; en consecuencia, ha tornado a sí y el miedo ha entenebrecido la claridad de que partía. La cuestión es: ¿Se trata de un progreso involutivo o del “simple” caer las cosas por su propio peso?

La vida es bella. La familia y el apego son estímulos dichosos. Sostienes una divertida conversación con un ser querido y la alegría se posa en la sentimentalidad. Las sensaciones corpóreas transmiten información palpable. El mañana se imbuye de ilusión. Vale la pena continuar observando la obra, luego del entreacto. El alcohol inhibe la ansiedad social y es un remedio efímero, mientras no dejes de beber. Jamás el espectro humano llegó a una mejor calidad de vida. Estos axiomas parecen ociosos a estas alturas. Definamos la altura: “El apogeo ya es la decadencia, porque estando estancado no puede contener en sí mismo un progreso, una evolución ascendente… La decadencia no llega después del apogeo”.1 ¿Cómo acertar con la verdad afirmando una falsedad? De acuerdo con la Historia, viviendo, existiendo. La premura, la escritura, la cultura, todos los fenómenos vitales redundan en la condición vital. Aquí reside el término decisivo: condición. La familia y el apego son estímulos

Respiro decadente

¿El contraargumento del concepto de “esencia”? El ser es lenguaje; la arbitrariedad, la primera característica del signo lingüístico, según Ferdinand de Saussure. Ni la familia ni el ego escapan al lenguaje; no sólo eso, sino que dependen necesariamente de él. De ahí que el carácter esencial de la Historia, la dinámica de la familia y el ego, sea el mismo lenguaje. “¿Las cosas trascienden de las palabras?” Es imposible demostrarlo. Es imposible que el experimento no sea alterado por el observador. Así, el onus probandi recae no sobre la palabra y la arbitrariedad, sino sobre la determinación de las cosas y la “realidad”.

José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote

Plantar un cuestionamiento, cultivar un concepto y cosechar un afecto es la manera más natural de, en el mejor de los casos, desmentir la asfixiante verdad de la muerte, única gestora del futuro, porque, si tienes a bien librar un nuevo debate contradiciendo aporías, la posibilidad de victoria es exigua, pero, sobre todo, la lección es dudosa. La muerte no entiende razones; es absurda, lúbrica; destruye y

dichosos porque, en tanto condiciones vitales, se ajustan óptimamente. Hasta aquí, alguien afirmaría que sin ellos la vida sería ilegítima; no obstante, en principio, extrapolar el carácter de la condición al hecho es falaz. Al desarrollar el razonamiento, tenemos que el carácter de la esencia es realmente ilegítimo, arbitrario, contingente y, por tanto, las condiciones de felicidad son realmente las condiciones de ilegitimidad; son tergiversaciones de una verdad absoluta redundante . ¿Cómo acertar con la verdad afirmando una falsedad? Falseando el razonamiento; ataviando el cadáver que logra vivir en la medida de la susceptibilidad del sistema nervioso. Padecer para vivir. ¿La objeción de la búsqueda de la esencia y la verdad? La primera, heredera de la filosofía idealista; la segunda, del cristianismo y la Ilustración; cierto. Sin embargo, ¿hablo de Iglesia o hablo de religión; hago filosofía y ciencia, o hago arte? Pensarás: “En ese caso, ¿por qué habría de razonar lo que escribes?”. Inexacto, no existe una relación necesaria entre un método y una conclusión. Así, el pensamiento lógico no concluye, tarde o temprano, por el ensayo de la ciencia, la duda de la filosofía o la eficacia de la Iglesia. “Por eso déjalo, abandónalo en alguna gruta, tu equipaje de exiliado, incansable buscador de absolutos. No es posible mirar a la luz de frente. Hiere. Su límite es tu propia sombra”.2 Bajo la tierra, entre ruinas habitadas, el oráculo de Delfos repercute. Lo importante de esto no es “que haya perecido", sino que, al final, la prueba sobrepasa la especulación y termina por encarnar la idea queProfundizarreflexiona.en uno mismo es profundizar en la tierra. Profundizar en la tierra es llegar a la 2 Esther Seligson, “Eurídice”. esencia cadavérica. Llámalo razonamiento poético.Elpoeta cubano José Martí, en alguna ocasión, dijo: "Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro". De este modo, a decir del poeta, será más viable persuadir al futuro de que permita a nuestra prófuga figura fantasmal deambular por las sepulturas del porvenir histórico, de una manera ejemplar y, sobre todo, "tangible", "viva", "real”. El equívoco del poeta es pretender implantar una vida categórica en un páramo necesariamente incierto, no como la recitación de una lista de compras, sino como la recitación de un cautivador poema, frente a un público de cadáveres. El futuro es solamente la potencialidad del frívolo presente para, en momentos de caprichosa madurez, tornar a sí de manera crítica. La preocupación por el futuro es una distracción más del sobreocupado presente, hipertrofiado por el agónico caos vital. No existe el futuro, a menos que seduzcas a la muerte, inmolando un palpitante sacrificio, que debe ser propio, una libre oblación. Así, es preciso desgarrar la carne y lustrar los huesos, y el putrefacto hálito insuflará los obsesos pulmones, infatigables devoradores de aire. La compenetración de la decadencia propia y ajena es la gracia provista por la Providencia.

Matrakçı Nasuh. Mapa del Imperio otomano (circa s. XVI).

extermina solamente; es éste su quehacer y su virtud. Quien pretende combatir a la muerte con la vida será el primer perdedor. La única esperanza que podría hacer realidad el devenir humano es inhumana; es una luz cíclica, un claroscuro rutilante, soterrado por el cuerpo térreo. La muerte aborrece la tierra. Por eso le satisface dilectamente exterminar todo lo que en ella reside. La muerte acecha en el viento; aquí encuentra su elemento, ya que es un medio más propicio para perpetuar una devastación más lenta, más deleitable. El humano inspira la muerte. Sólo quien inhale genuinamente este respiro decadente será elegido para habitar el camposanto del porvenir histórico. ¬

Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

¡PUF! APAREZCO y el público me recibe con un aplauso¡Válgame!estridente.exclamo, desorientado y encandilado por las luces que me apuntan. Queridos espectadores, dennos un momento, por favor dice la silueta difusa a mi lado con una voz desconocida y estridente. Pestañeo para distinguir quién es, pero sigo encandilado . Me tomará sólo un momento explicarle las reglas a nuestro amigo Nicanor. Esto es un sueño. ¿Cómo es que este sujeto sabe mi nombre?

Bernardo Pegueros (México)

Pregunte a Nicanor

Ven acá me dice, como si nos conociéramos. Me lleva tras unas cortinas y de una forma rapidísima y muy bien ensayada, con una sonrisa imborrable e incómoda, me explica la dinámica, sin preguntas, sin tardanza, sin consideraciones : éste es un show de mucho tiempo en el futuro, es el año 2022 lo miro pelando los ojos, porque detrás de esas cortinas está oscuro . Escucha, muchachote, vamos a salir de vuelta allá y te vamos a mostrar algo de nuestro tiempo. En esta época la gente hace apuestas porque personas del pasado y me señala adivinen el uso de los objetos actuales. Nosotros ganamos dinero organizando esas apuestas me explica, extasiado y sudoroso, su rostro tiene pegotes de maquillaje y pintura . Tú nos vas a ayudar, sólo tienes que intentarlo.

Estoy¡Abajoorden.lamanta!involucrado, siento que mi vida depende de esto. Observo expectante lo que acaba de develar Ani. De súbito mi mente se seca, desarmada de ideas, esperaba un poco más de mi intuición. Nicanor me aclara el presentador , está prohibido tocar o acercarse más allá de ese círculo pintado en el piso.

Me toma por la espalda, me palmea las nalgas y me empuja de vuelta al escenario de las luces infernales, el público vuelve a aplaudir y grita: «Nicanor, Nicanor». Solamente puedo escucharlos, esas malditas luces me impiden ver más allá. Qué sueño tan incómodo, ojalá despierteBien,pronto.Nicanor insiste sonriente el trajeado individuo , haremos pasar a la bella Ani, para que acerque la plataforma con el objeto. ¡Adelante, Ani! grita, extendiendo el brazo al presentarla. «Ani, Ani» grita el público. Una deslumbrante mujer con un vestido rojo untado aparece de entre las cortinas y empuja una plataforma con ruedas. Mientras Ani se contonea, el material de su vestido dispara reflejos en todas direcciones, nunca veo mujeres tan bien hechas en mis sueños, estoy mejorando. Hay algo en la plataforma, pero está cubierto con una tela. Ani deja la plataforma en medio de un círculo pintado con amarillo en el piso frente a mí. No sé si por Ani o por la presión, escurre sudor de mi frente y mis axilas. El idiota del presentador genera tensión. Espera unos segundos miles, para mí , antes de dar la

Ah, qué Nicanor, ¿pues qué cenaste anoche? Estás desvariando. ¬

El público aplaude enardecido y satisfecho, la algarabía dura varios segundos. Cuando la ovación termina, el presentador me tiende la mano y exagera su sonrisa todavía más para agradecerme, luego se dirige hacia alguien invisible entre las luces y hace una señal con la mano.Depronto estoy de vuelta afuera de la tienda de Gloria, la tienda más surtida del pueblo. Espabilo, aclaro mi vista y entro en el local.

Estuve tentado a decir que sería un procesador de manzanas especifico , pero ¿Por qué exclusivamente manzanas? Puede servir para muchas otras frutas. Ésa es mi respuesta.

Una caja metálica, de un material sin pulir, es el objeto que descansa sobre la plataforma. Es un prisma rectangular erguido sobre su lado largo y angosto. Es del tamaño de un cajón de ropero. Tiene cuatro patas, esas sí están pulidas, las patas lo sostienen unos centímetros por encima de la superficie de la plataforma. En la parte superior la caja tiene en cada orilla una agarradera tubular que sobresale de la superficie formando un rectángulo (para cargarla, supongo). El objeto debe ser pesadísimo, probablemente se requiera de dos personas para cargarlo. Rodeo el prisma rectangular con patas y encuentro más detalles. En ambos frentes angostos la superficie es porosa, los huecos parecen labrados en el metal y me recuerdan a esos ralladores de queso que tenemos en la cocina; en uno de los lados la trama está completa y del otro lado el tejido metálico se interrumpe en una plaquita negra sumida un poco, tiene detalles más pequeños grabados o entresacados. Encima de la cara angosta y larga que da hacia arriba, a mitad del espacio que hay entre las dos jaladeras tubulares, se yergue otra agarradera metálica opaca, más pequeña que las de las orillas, es de metal aplanado y sin pulir, además ésta tiene forma de medio círculo, seguramente se pliega, porque cabe en una rueda en bajo relieve, hendida en la superficie bajo ella. Si ésas fueran todas las características de la caja, mi conclusión sería alguna especie de respiradero, de calentador, incluso una inteligente y delicada máquina portátil. Pero el último detalle es el que me tiene desconcertado: unaUnamanzana.manzana sutilmente grabada luce en cada uno de los lados más amplios del artilugio. No está bien dibujada, tiene una forma muy básica, pero queda claro que es una manzana.Mitiempo para responder casi termina.

Gloria, buenos días. Dame dos kilos de manzana, acabo de tener una gran idea, y si no es mía se la robaré a esa gente del futuro antes de que suceda, ¡Repararé el mundo, Gloria!

Creo que es un procesador de frutas respondo, impulsivo . Pienso que la fruta se rebana y se absorbe a través de esos orificios señalo las partes del objeto y hago ademanes ilustrativos mientras explico mi punto , los pedazos sobrantes se reservan, esa tapa de arriba se abre, extraños ingredientes especiales entran ahí junto con las sobras, luego la tapa vuelve a su lugar, y la máquina hace de prensa, la tapa va bajando y comprime la fruta a tal presión que deben resultar pequeñas porciones útiles. Pienso que debe ser para elaborar raciones de comida tan pequeñas como una pastilla, y que mezcla la pulpa con nutrientes enriquecidos o algo por el estilo; esta máquina genera superalimentos del futuro.

Y no Alcanzaronvolvieron.aestudiar a Roux Morel y a otros cinco sujetos, y ya los víveres escaseaban. Por las noches, los científicos se acurrucaban para darse calor, pero los ruidos del hambre les impedían un buen descanso. Uno comenzó a delirar a causa de la fiebre y pronto todos enfermaron. Les costaba respirar. Morel se comunicó por última vez con el presidente y acordaron que la Tierra era el mejor lugar al que podían enviar a los criminales de Marte. ¬

El mejor destino Luciana Elsa Bonzo, “Bonsua” (Argentina)

EL ESTADO DE CONSERVACIÓN permitió tomar una muestra de las huellas digitales y otra de los iris. Para los fines de la investigación, le nombraron Roux Morel, en honor al arqueólogo que lo descubrió en su viaje de expedición a la LoTierra.encontró sentado en una tribuna, con el ceño fruncido y la boca abierta en una “O” eterna. Al científico le recordó las estatuas de cera de los museos de Marte, su tierra natal, pero comprobó que la piel no era sintética. Los tatuajes de los ojos no le llamaron la atención como sí lo hicieron los del brazo derecho. Morel escaneó las marcas fluorescentes que nacían de un punto y se abrían zigzagueantes hasta la muñeca. El chillido se convirtió en imágenes y sonidos retransmitidos en tiempo real al Gobierno de Marte. Los minutos previos a la muerte de Roux habían sido grabados: la pitada al pequeño cilindro humeante, la pelota que vio elevarse por sobre unos palos, los gritos propios y ajenos, la multitud y un fogonazo de luz fría sobre el estadio. Después silencio.

Alrededor de Roux, miles de hombres congelados como Honorableél. presidente, no recomiendo transportarlos a Marte, las condiciones climáticas alterarían el estado y podría liberar virus peligrosos para la salud de nuestra población dijo Morel antes de solicitar permiso para permanecer en la Tierra hasta acabar su informe.De acuerdo. No obstante, debo advertirle que es posible que ya no pueda regresar; ni usted ni su equipo.

Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

El legado de nuestros ríos Mauro J. Frascheri (Uruguay) EL HUMANO, O COMO ERA llamado comúnmente, Pasódico 326, miraba las estatuas de los tres legendarios fundadores. Ubicadas en el centro del mundo (de cualquier mundo pasódico) se elevaban solitarias.

Eran un homenaje a los más famosos historiadores universales, o pasódicos.

8_SNJ_8, conocido como Pasódico 003, creador de la multi historia (la historia de los otros universos), Kara, Pasódica 002, quien había demostrado de forma objetiva, científica e irrefutable que la historia era un ciclo que se repetía infinitamente y, por último, F. W. Abedul, Pasódico 001, quien había demostrado que los postulados de Kara eran erróneos. Me alegro de que te permitieran investigar el planeta que deseabas dijo de repente la voz de un pasódico. 326 levantó la mirada y vio al lumpeniano flotando a pocos metros del suelo. Hablaba en lenguaje universal y también él respondió con el saludo estipulado.

Ah, los humanos y sus deseos de trascender. En fin, sólo he venido a brindarte mis felicitaciones y despedirme. Mi nave parte en unas pocas horas, estoy ansioso por comenzar. Lo mismo digo. Con la suerte de los tres grandes partiré. Realizaré mi investigación y la próxima vez que nos veamos será como pasódicos investigadores certificados aseguró 326 sonriendo confiado, mientras estiraba su mano para tomar la que 222 le ofrecía. Aquel saludo se lo había enseñado él.

Que tus pasos hagan historia dijo 222, honrando el lema de los pasódicos.

Que tus huellas sean registradas respondió 326 . Adiós, amigo se despidió y dejó que sus pasos lo alejaran, llevándolo precisamente a hacer historia.

El lumpeniano, o Pasódico 222, había llegado a caerle muy bien y juntos habían pasado largas veladas de estudio ininterrumpido. Muchas gracias. Fue una lástima que el planeta que deseabas investigar estuviera a punto de ser devorado por ese agujero negro se lamentó 326. En la ceremonia de la que ambos venían los maestros pasódicos les habían asignado una serie de tareas de investigación. Eran en esencia las mismas para todos: reconstruir la historia de una raza extinta en el Universo a partir de lo que permaneciera en los planetas que alguna vez habitaron. Muy pocos eran los casos en que esos planetas hubieran desaparecido, completamente destruidos.Pasódico222 hizo un gesto con sus seis patas y descendió un poco más. Ah. ¿Qué se le va a hacer? Logré que me asignaran a estudios en viajes temporales. Si bien no se ha podido adelantar mucho en ese campo, tal vez logre algo y pueda finalmente viajar a un punto previo a la destrucción. Definitivamente haría todo más fácil dijo. Ellos tuvieron que pasar por dificultades mucho mayores y llegaron más lejos. Sueño con algún día ver homenajes tan perfectos también hacia nosotros.

Tierra, aquel era el lugar al que se dirigía, pues su tarea sería ni más ni menos que reconstruir la historia de una especie desaparecida.Lasuya.

Acceder a formar parte de ellos implicaba acceder a todos los registros y objetos recabados para el estudio de la historia del Universo. Técnica y conocimientos tan maravillosos que el profesor, un pequeño humano de treinta y pocos años, delgado y con un asma crónico del que hasta entonces jamás había podido librarse, de repente descubría que podía mejorar su cuerpo hasta alcanzar un estatus cuasidivino.Quinientos años dedicó entonces al estudio y la formación como pasódico, adoptando poco a poco su nueva identidad como el 326 seleccionado.Enalgún punto de esos años que dedicó a la reclusión entre los conocimientos y las maravillas del Universo, algo había pasado en su mundo natal. La noticia, como siempre, le llegóTodatarde.lavida en la Tierra había terminado. Nada, se decía, permanece.

A pesar de no derramar siquiera una lágrima por su antiguo mundo (que ya no veía más que como una suerte de nebulosa cuna de la que, como pasódico abierto a la verdad de la existencia, se sentía algo avergonzado) ciertos deseos de conocimiento nacieron en su interior desde entonces. Saber qué había pasado con la Tierra, cómo había evolucionado su mundo en esos quinientos años sin él. El rememorar fue interrumpido cuando abrió los ojos. Allí estaba. «Tierra», pensó al verlo, de un color naranja casi místico a lo lejos.«Alguna vez nos habíamos preguntado por qué ese nombre, si en verdad era un planeta azul… y mírate ahora», murmuró en voz apenas audible mientras descendía despacio sobre ese lugar desolado y muerto en medio del vacío espacial. Descendía sobre el único punto que aún permanecía, de lo que alguna vez fuera la casi totalidad.

El viaje lo dedicó, como casi cada momento de su hasta entonces larga vida, a rememorar. Tal era el ejercicio básico de los pasódicos. 1950 era la fecha en que 326 pensaba. Aquel día, el profesor Leandro Daniel Ramírez Urquiza, nativo de un pueblo de mala muerte llamado Santa Teresa, en el país de México, había desaparecido para siempre, de forma literal y figurativa.Lucesque descendían del cielo habían sido la causa. Muchos meses después, ya en el planeta Escuela de los pasódicos, aprendería que dichas luces se dedicaban a buscar y rastrear a individuos específicos que, mediante un proceso aún desconocido por él, seleccionaban a miembros de determinadas razas para formar parte de aquel gran proyecto, grupo,lugar, institución, sueño y un largo etcétera, llamado estudio de la historia universal.

Abordó su nave personal, se aseguró de que tenía todo lo necesario en ella y despegó. Ya lejos del planeta Escuela, puso rumbo al lugar que muchos años atrás, antes de ser seleccionado para formar parte de los pasódicos, había llamado su hogar. “Sistema solar” escribió en el piloto automático.No pudo evitar recordar, mientras la nave entraba en velocidad hiperlumínica, en la redondez de aquella esfera que en su tiempo le había resultado tan inmensa y misteriosa, casi mágica.Planeta

¿Para qué utilizaría la humanidad futura esta clase de lentes? ¿Algún evento habría de afectar negativamente su capacidad de visión? ¿Qué había para ver en el mundo que amerite este tipo de desarrollo? Acompañante: una réplica a escala humana de una mujer. Metro setenta aproximadamente, cabeza semicalva, rostro destruido. Falta de mano derecha y pierna izquierda. Reconstrucción en proceso. Quizá el descubrimiento más importante, suponiendo que la creación sea un autómata o IA de alguna clase y posea registros de la época. Sin embargo, todo análisis hasta el momento ha fracasado al intentar encontrar posibles registros.Pareciera tratarse más bien de un objeto de construcción general bastante simple, todo el

Un solitario río sin nombre, más un cauce de agua estancada, un charquito de cuarenta metros de largo y menos de la mitad de profundidad.«Apenas un cráter desigual en esta tierra rota, de suelos quebrados y vegetación inexistente», escribió 326 en sus máquinas rememoradoras que transcribían pensamiento e imagen al mismo nivel, formando dibujos y palabras precisas capaces de captar las ideas en su estado más puro.

Así llegó 326, exhumano, al planeta que alguna vez fuera su casa.

El último de los ríos sobrevivió más que cualquier libro, monumento o creación humana. Siguió existiendo allí cuando ya no quedaba nada más, cuando ya los libros habían sido censurados y quemados, cuando los monumentos eran menos que polvo en el viento y, en fin, cuando de las creaciones humanas no quedaba más que la memoria.

Una vez que tuvo sus aparatos a punto, comenzó un proceso que le permitió mapear el río, ejecutar una acción de dragado y entonces arrancar de sus profundidades aquello que su fondo ocultaba: los últimos objetos de la humanidad, que usaría para reconstruir su historia perdida. Así, comenzó a transcribir en sus rememoradoras: El tiempo de cada objeto prueba que han permanecido en el fondo del río desde distintos momentos. Sin embargo, su variedad, aunque escaso número, parece indicar que la humanidad del futuro no tenía grandes contemplaciones al momento de arrojar sus pertenencias en lugares como ése. ¿Evolucionó acaso la especie hacia un mundo donde el consumo material era visto como irrelevante o molesto, y por tanto deshacerse de las pertenencias constituía una acción normalmente practicada? Desarrollar . Las cosas encontradas son clasificables en dos grupos. Conocidos (peine negro, ocho cm, roto, plástico duro. Tornillos. Resto metálico afilado y retorcido, posible anzuelo) y desconocidos.Losdesconocidos parecen demostrar la brecha existente entre tecnología durante el año 1950 y los años que siguieron. Tres en total. Nombres posibles: Multivisor, acompañante yMultivisor:Minivisor. construcción tecnológica cuya apariencia imita a un par de lentes, pero claramente de mayor tamaño. Cubre buena parte de la frente y cráneo humanos. Apéndices rotos parecen indicar conexiones a oídos y boca, también de tamaño superior a lo esperable. Hipótesis: los avances tecnológicos en la humanidad desencadenaron cambios físicos. Posible aumento del área craneana entre dos a tres veces, consiguiente separación ocular. Posible aumento en tamaño de los ojos.

el especial énfasis en la zona genital. No he podido evitar pensar en que no se trate de una inteligencia artificial sino… una especie de objeto de uso sexual, no reproductivo.¿Lahumanidad del pasado recurría a construcciones artificiales para la satisfacción de sus deseos? Una posible hipótesis puede apuntar a la escasez de mujeres o bien alguna clase de problema que impidiera el desarrollo de una sexualidad normal. Sin embargo, surge la pregunta, ¿existían creaciones similares, pero con formas masculinas?

cuerpo pareciera ser de un látex o goma flexibleLlamasimilar.laatención

 En conexión a los objetos anteriores es posible aventurar una hipótesis. La humanidad del pasado no sólo había alcanzado un amplio desarrollo tecnológico, sino también una relación estrecha, pero paradójica, con las cosas. ¿Posible adicción? ¿Comportamiento amor/odio? Imposible definirlo tan pronto, pero se intuye el alejamiento de los humanos entre sí, con el acercamiento humanos/cosas. Posiblemente a sí mismos. Una extrema conexión individual… ¿propició alguna clase de general desconexión comunitaria/planetaria/global? En caso de ser verdadera esta hipótesis, ¿tuvo relación con la desaparición de vida en la Tierra?

Recordó sus años de formación. «Todo camino es aprendizaje. La historia fluye en espiral».Detuvo la mirada en el fluir del río, casi a sus pies. Algo llamó su atención, algo que durante el día no había visto pero que ahora la luz de la luna le mostraba apenas.

Una noche alumbrada por la brillante redondez de la luna llena. El pasódico dejó de usar su rememorador.

 326 suspiró. La noche había caído sin que se percatara.

Había una pequeña línea de agua que corría lejos entre la tierra sinuosa, alejándose del río. Sin pensarlo dos veces la siguió, pasando entre enormes cráteres y pequeñas dunas de arena y polvo, hasta llegar al lugar donde terminaba. Sus esperanzas de encontrar algo se esfumaron, pues la fina línea de agua solamente llevaba hasta un sitio tan muerto como el resto del planeta. Bueno, casi, pensó cuando sus ojos distinguieron, a pesar de la oscuridad, un pequeño verdor oscuro llamativo. Se trataba de una planta, un pequeño arbolito desconocido, que nacía allí, regado por la fina línea de agua. El arbolito, bajo la luz de la luna, parecía esperar por él. 326 desechó rápidamente aquella idea irreal y con un rápido movimiento arrancó el árbol del suelo. Regresó entonces rumbo a su nave, sin que su cansancio se dejara entrever a pesar de que no había nadie con él en ese planeta muerto. Se lo llevaría para investigarlo, tal vez con un poco de suerte algo más podría descubrir de la perdida humanidad. Iba a tomarle años, pero eventualmente lo conseguiría. Ya pensaba en un título. “Historia del último río, y el último árbol”. ¬

Minivisor: sumamente dañado por el paso del tiempo. Pareciera consistir exclusivamente en una pequeña pantalla. Al mirarlo, mi imagen se refleja como si de un espejo se tratase, a pesar de que la pantalla es completamente negra. ¿Un pequeño televisor a escala?

La tarea de reconstrucción de la historia de su pueblo parecía sencilla al principio, pero la realidad de la escasa información que tenía no tardó en sacarlo de su error.

Ghould entonces tomó el Colt y sin pensárselo se disparó en el centro de su exochaleco.

Al ser una disputa entre caballeros, antes de comenzar tomaron un trago de licor de endrinas reducido con disolvente. Con el gaznate aún dolorido por el mejunje, se dispusieron a terminar aquello.

El Barón fue el primero en tomar el revólver, girar el tambor, colocar la abertura cilíndrica de su cabeza y presionar el gatillo. El clic sonó fuerte, pero ningún proyectil salió del cañón estriado. Hoffstein se arremolinó en su asiento y dejó el arma en la mesa.

En realidad, no querían haber llegado a esta situación, pero el honor lo era todo y, cuando Hoffstein mancilló a la joven duquesa de Ghould, su padre se vio abocado a retar en duelo al Barón. Como marca el protocolo de duelos, el retado tenía el privilegio de elegir arma y modo de disputa. Bien podía haber elegido revólver de láser al amanecer, o sables de mercurio en la penumbra, pero escogió la ruleta de la muerte, y es que en fondo era un romántico.Secitaron en la taberna del cuervo y el androide, una estancia iluminada por velas de neón, sentados uno frente al otro, y el viejo Colt 45 en el centro de la mesa.

El duelo Juan Mamán (España) EL BARÓN DE HOFFSTEIN con su prótesis mecánica giraba el revólver con furia, mientras su ojo binocular apreciaba cada movimiento de su adversario. Por el contrario, el Duque de Ghould manchaba su camisa de volantes mientras el sudor traspasaba a su exochaleco; aquello le irritaba profundamente.

Si en aquel momento hubiera percutido alguna bala, la preciosa prenda se habría manchado de sangre licuada y plasma anticongelante. Pero tampoco pasó nada.

Gould tomó el arma otra vez, la colocó en el pecho y disparó. La muerte fue instantánea. Cayó desplomado en la mesa, mientras el Barón acercaba su ojo binocular al rostro del Marqués, y sonreía mostrando sus dientes de acero.Cuando salió de la posada, ya galopando en su caballo a vapor, iba recordando aquellos tiempos en que el ser humano era un amasijo de carne, músculos y huesos. Aunque al final la muerte nos alcanzara a todos. ¬

Ambos sabían que quedaban tres tambores vacíos y uno cargado con un proyectil de titanio envejecido. Al igual que sabían que una vez que éste penetrara en su cuerpo modificado genéticamente, empezaría a colapsar las articulaciones mecánicas, para posteriormente paralizar el sistema nervioso humano y detener definitivamente el corazón plastificado. Y ahora le tocaba nuevamente al Barón. Mismo ritual, mismo resultado.

Matrakç ı Nasuh. oImperiodelMapatomano sirca(c.XVI).

La utopía Livia Auatt (Argentina) LA LUNA TRANSITA la espera, restituye al suelo su derruido destino para evidenciar una vez más la caída, la ilusión fatalista que burla lo cotidiano en busca de la fragancia que horade el pensamiento. Cuida el centro fugaz de la oportunidad, cerrillo incendiado que arremete contra la falsedad, herencia maldita que devolvió al hombre su inmarcesible porvenir. ¬ Matrakçı Nasuh. Mapa del Imperio otomano (circa s. XVI).

─No estoy de broma, querida. La telefuerza ofrece un poder que puede desintegrar a una flota entera de los más sofisticados aviones y navíos de guerra.

─Estuve negociando con inversionistas de alto calibre, entre ellos el país de la Gran Bretaña, que me ofreció una jugosa cantidad, dicho sea de paso, aunque al final se retractaron. Es una pena que nadie estuviera dispuesto a correr el riesgo y financiar mi idea, pero lo entiendo. Ningún gobierno está preparado para manipular semejante poderío. Con decirte que podrían terminar pulverizando a sus amadas naciones por accidente… ¡Cucurrucú! ¡Cucurrucú! Amo cuando me dices eso. Tú y las demás son las únicas que me entienden. Miento. Ustedes verdaderamente me comprenden y complementan, porque la comprensión va

Hijo de la luz Lúgher Assal (México) Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. Arthur C. Clarke

EL VIERNES A PRIMERAS HORAS de la mañana, un desaliñado Kenneth M. Swezey arribó a la suite 3327 del hotel New Yorker. Entre manos llevaba un bolígrafo y un desgastado cuaderno de notas. Repasaba mentalmente las preguntas con que abriría la entrevista en la que improvisaría durante casi toda la sesión, según lo había decidido.

En realidad, se trataba de una “elaborada” excusa para presentarse frente a la puerta de aquella habitación ubicada en el trigésimo tercer piso; la cual dudaba si golpear o no. Se encontraba algo nervioso ya que no quería perturbar al hombre que allí se hospedaba desde hacía unos meses y al que tanto admiraba; pero, por sobre todo, se mostraba preocupado por su decreciente salud mental: el personal del edificio informó que había empezado a convivir con animales enfermos.

En concreto, mencionaron palomas que introducía por la fuerza al volver de sus furtivas visitas al parque, pues argumentaba que, ellas, sus amadas amigas, precisaban de sus cuidados.Meditaba sobre si debía marcharse o hacer notar su presencia de una buena vez, cuando a sus oídos llegó un discurso bastante claro y vívido proveniente del otro lado de la puerta. Era poco probable, pero cabía la posibilidad de que alguien ya estuviera dentro haciéndole compañía al sujeto en cuestión, así que se inclinó sobre la decorosa puerta para escuchar... «Sólo será un momento», se dijo, creyendo que de ese modo no violentaría su privacidad:

«¿Querida? ¿Es una mujer?», se preguntó incrédulo─. Tenía entendido que el señor Tesla era soltero desde siempre y, al menos él, no le conocía a ninguna amante o pretendiente. No pudo evitar pegar por completo la oreja y seguir escuchando: ─Te aseguro que un solo rayo de mi máquina basta. Éste viajaría cientos de kilómetros a través del aire y adiós a los molestos enemigos del estado.Estáhablando del Rayo de la muerte, reconoció.

Kenneth estaba al tanto de ello, puesto que era de los selectos periodistas ─fanáticos─ a los que el señor Tesla solía convocar en vísperas de su cumpleaños, cuando ofrecía alguna entrevista de aniversario muy exclusiva, plagada de provechosas primicias. Y a pesar de que el excéntrico genio se había vuelto huraño y desconfiado, seguía creyendo de modo irónico que le develaría sus secretos más tarde que temprano. Al cabo de uno o dos minutos el señor Tesla regresó de su rincón; la habitación era bastante pequeña.

─Sobre los planos te diré que están a salvo en mi cabeza. Ésta es una auténtica genialidad que incluso a mí me parece un tanto excesiva como para almacenarla con las otras en la caja fuerte; y mira que ahí habita mi soberbia máquina de terremotos. Sabes que con esa otra podría partir a la Tierra por la mitad, ¿no? Te prometo que jamás lo haré. Por ti, linda. ¿Quieres ver los planos? ¡¿Sí?! ¡Maravilloso! ¡Dame un segundo, ahora vuelvo! «¡La caja fuerte!», pensó de inmediato.

más allá del entendimiento y ustedes son así: tan perceptivas y empáticas, más que cualquier persona que yo conozca. Toma, amor mío, come un poco más… «¿Ustedes?»

Al escuchar el inconfundible sonido de los papeles desdoblados y dispuestos por el suelo de la habitación, Kenneth quiso echarse en el pasillo a rodar y patalear como un niño pequeño; se negaba a creer que unas palomas consiguieran lo que la propia prensa no. ¡Oh! ¡Mira, cariño! Éstas son lámparas de neón. Y funcionan con un gas del mismo nombre mezclado con otros tantos. ¿No crees que la fluorescencia es un fenómeno espectacular? ¡Esto de aquí se llama oscilador electromagnético! ¡Con él estremecí los cimientos de todo un vecindario en Manhattan! ¡Así es! ¡Ésta es la temible máquina de terremotos! Descuida, ya te he prometido nunca usarla, de nuevo… ¡Ajá! ¡Esto otro es mi motor de inducción! La corriente alterna me permitió realizar uno de mis grandes sueños: extraer energía de las cataratas del Niágara. ¡Ese petulante de Edison no habría podido reconocer una idea revolucionaria ni aunque le estrellara directo en las narices! ¡Ésta otra es la bobina Tesla! ¡Con ella dejé boquiabiertas a las personas que me miraron hacer recorrer electricidad por todo mi cuerpo! Suena arriesgado, pero nunca me vi en verdadero peligro. El secreto está en el bajo amperaje... ¡Oh! ¡Oh! ¡Y ésta... ésta es la monumental Torre Wardenclyffe! ¡No! ¡La Torre Tesla! ¡Y es mi…! No pudo completar la oración. De pronto el hombre redujo el volumen de su voz, que se hizo temblorosa, como si reprimiera su llanto.

─Morgan renunció al proyecto estando tan cerca de la meta.

Intentó desesperadamente ver hacia el interior por medio de algún posible resquicio en los marcos de la puerta. Sabía que en la caja resguardaba los planos y notas de muchos de sus proyectos consolidados, pero, en general, allí habitaban sus principales ambiciones, entre las que figuraban ideas que nunca se materializaron ni hubieron sido planteadas más que en vagas declaraciones a modo de alarde.

Todo lo que necesitaba era un extra de solvencia y tiempo, montar la estación del Atlántico y empezar las pruebas. Pero ese ladronzuelo embaucador de Marconi se entrometió. Luego llegó la guerra y puso el punto final… No lo han terminado de entender, no entienden que la corriente alterna sólo fue el comienzo y

Comprendió entonces que el señor Tesla se dirigía a una de las palomas; antes había escuchado ruidos apagados de fondo que ahora tenía la certeza eran aleteos y gorgoritos.

A Kenneth se le hizo un nudo en la garganta. Presentía que la tristeza y frustración de aquel infeliz derribarían la puerta en cualquier instante y le tomarían por el cuello. Pero, por otro lado, también se hallaba asombrado y absorto en el más profundo respeto y admiración hacia suNuncapersona.dejó de ignorar que creía estar dialogando con una paloma y, aun así, en el apartado científico, le pareció que su mente jamás hubo decaído, incluso la encontraba más lúcida que nunca. La idea de un mundo iluminado al cien por cien y sin ninguna restricción en las telecomunicaciones lo conmovió, dejándole al borde de las lágrimas.

Kenneth había tomado asiento en el suelo y se hallaba poseído por un impulso que le incitaba a tomar nota de cada palabra pronunciada, intentando transcribir cada oración de manera fidedigna para la posteridad. Algunas de las afirmaciones eran ya antiguas declaraciones hechas a los distintos medios, pero siempre le era grato escuchar al longevo entusiasta. Mas de pronto, retorció su mano y pegó

¿Por qué boicotear algo así? ¿De qué privilegio se estaría privando a la humanidad? Imágenes, noticias, música, películas… Cualquier tipo de información emitida desde cualquier parte hacia extremos remotos e impensables.

Y, sin embargo, el entrelazamiento de la energía y las telecomunicaciones sería solo la punta del iceberg, la proyección del genio visionario no encontraba su techo ahí.

sin fronteras más energía ilimitada, limpia e inalámbrica, una solución práctica aplicada a nuestra cotidianeidad y no esa tontería de la relatividad a la que todos sucumbieron. ¡Dividir los átomos! ¡¿Cómo podría eso equipararse a lo que yo les ofrecía?! ¡¿Cómo?! ¡¿Si mi visión es tan nítida?! ¡Lo vi con toda claridad! ¡Todavía lo veo! ¡El éter es el único medio!...

Lo invitó a fantasear con la sublime escenificación de una mente prodigiosa, que habría sido deshecha por ser considerada un capricho filantrópico, o un sueño utópico concebido no por el intelecto de un legítimo hombre de ciencia, sino por los delirios de un inventor cuya debacle señalaban esos mismos que en su momento lo halagaban.

Una vez fuese establecida la presunta tecnología inalámbrica, auguró con inspiradora fascinación el porvenir de otras tecnologías descabelladas, capaces de ser imaginadas únicamente en el contexto de trucos de magia novedosos porque, ¿qué clase de dispositivo le permitiría a uno interactuar con otra persona en tiempo real, al frente de una pantalla como la que portan los televisores de la época, pero mucho más sofisticada para entonces? ¿Y quién pondría pegas al sistema de telefonía actual al tacharlo de tedioso y aburrido, alegando que sería mejor poder hablar con quien fuera por medio de minúsculos artefactos que cupieran en los bolsillos y pudiesen ser llevados a donde sea? ¡Y no sólo eso! Ese «alguien» aseguraba que, al igual que con las bombillas energizadas por cierto invento, sería posible transferir energía a las máquinas y controlarlas desde la distancia a placer; así ningún soldado tendría por qué morir en las guerras y estas terminarían por miedo a una aniquilación total a mano de las feroces máquinas.

que aún tengo mucho que ofrecer al mundo. Me han dejado de lado, cuando soy quien tiene la clave para facilitar nuestra existencia. Lo que les propuse fue un sistema íntegro e inconmensurable, global. Las telecomunicaciones y la energía tomadas de la mano y redirigidas desde puntos estratégicos a todas partes, independientes de las horribles y estorbosas conexionesComunicaciónfísicas.

─¿Sería mucho pedir que le guarde el debido respeto al padre de la corriente alterna? ─Hizo énfasis en «corriente alterna» para impresionarlo.

─El padre de los chiflados querrás decir. No sé de dónde lo conoces, pero se nota que no has estado cerca de él lo suficiente. Desde supuestas conspiraciones en su contra, hasta viajes en platillos voladores; te aseguró que he escuchado de todo. ─Y yo le aseguro que no está loco. De hecho, es un genio.

El hombre contuvo una súbita risa. ¿Célebre? Ese tipo está mal de la cabeza. Y por si fuera poco es un degenerado. Te sugiero no perder tu tiempo con alguien que debería estar en un manicomio y no en un cuarto de hotel.

─¡¿Qué haces?! ¡¿Acaso espiabas al rarito ése?!¿Qué? No. Soy periodista. ¿Podría bajar la voz?Éldesconocido le echó un vistazo rápido de pies a cabeza. ─Con que periodista, ¿eh? ─ratificó clavando la mirada en la credencial que pendía de su cuello. ─Sí, he venido a pedirle una entrevista al señor Tesla. Él es una persona célebre e influyente en el ámbito científico y…

un rayón a los párrafos escritos al escuchar algo fuera de lugar:

Al verlo, Kenneth se sobresaltó y le hizo una seña para que guardara silencio; se incorporó enseguida.

─Piénsalo, querida. Piensa que lo mejor aún está por llegar. Cuando ellos vean todo nuestro progreso, volverán a manifestarse con el uno, dos, tres… el toc, toc, toc… ¿Ellos?... Esta vez no le pareció que estuviera refiriéndose a las palomas; mucho menos a él. Casi enseguida, un hombre de mediana edad, de barba gruesa y tupida, salió del cuarto adyacente cargando con una mochila y un par de maletines a sus costados.

─Toc, toc, toc… Alguien toca a la puerta, tres veces. ¿Quién es? ¡Sabe que estoy aquí!, susurró alarmado.

─Un genio loco. Conozco a un puñado de esos ─dijo dándole la espalda con rumbo al ascensor.Como era de esperarse, aquel tipo le pareció despreciable, un absoluto insensato que hablaba por hablar. Kenneth se vio embargado por la impotencia al no poder contradecir de forma eficiente sus injurias e influir en su despiadado juicio. Si en verdad supieras quién es Nikola Tesla ─pensó resentido, viéndole marchar─, no te atreverías a llamarlo degenerado ni… ¡¡Me llevaron hasta la ionosfera, querida!! ¡¡En su nave!! ¡¡En su nave!! ¡Estoy seguro que volveré a contactarlos, y cuando lo haga vendrás conmigo! ¡Nuestra luna de miel será ahí arriba! ¡Tú y yo nos uniremos como hombre y ave en las estrellas! ¬

Los procedimientos sobre la generación de la vida permanecían ocultos, y no parecían ser necesarios. Sin embargo, nadie recordaba haberse preocupado tanto por la cantidad de alumbramientos como cuando Marlen fue entregado. Había pasado mucho tiempo sin que llegara un niño nuevo, por lo que la noticia generó curiosidad. Y permanecieron atentos por los siguientes años a cada uno de los pasos del pequeño, que aprendía con rapidez y destreza cada una de las habilidades desarrolladas durante años por los miembros de la comunidad.

Marlen se interesó, además, por los pequeños problemas cotidianos que enfrentaban. Las disputas de tierra o pertenencia eran resueltas por el joven con palabras que parecían hipnotizar a los implicados para llegar a un acuerdo o decir la verdad. Esta habilidad era a veces comparada con la que poseían los miembros de la Junta para encaminar a la comunidad. Marlen los había visto y no encontraba ningún parecido: se colocaban frente a alguien y bastaban unos pocos segundos y unos cuantos movimientos de manos para convencerlo de que algo era lo mejor para él. Paralelamente a los alumbramientos, sucedían fiestas de despedida. Llamaban así al descenso que realizaban por la oscura cueva con destino al exterior, un lugar al que sólo se les permitía llegar cuando eran escogidos. Al llamado de la Junta, se reunían todos frente a la cueva y esperaban, primero en silencio, la reacción de una piedra blanca que debía emitir una luz iridiscente. A esta señal empezaban los

Sobre el surgimiento del pecado M. Sebastián Salas (Perú) MARLEN ERA UN «PECADOR». Las voces de la comunidad lo tacharon así al descubrirlo una noche saliendo de la cueva con un objeto entre los brazos. Escogieron esa palabra porque, antiguamente, se llamaba de esa forma a quienes incumplían con una norma sagrada. Y lo hicieron por voluntad popular, sin intervención de la Junta, ejerciendo presión para que el profanador fuera castigado.

La cueva era un lugar sagrado desde el inicio de los tiempos. Nadie recordaba cómo ni por qué se había convertido, junto a la Junta de enmascarados, en una pieza crucial de sus vidas. Se habían hecho la idea de que quizás, antes de ellos, la humanidad era un grupo caótico que tenía como único fin su propia tragedia. Pero la cueva y la Junta parecían de pronto un continuum. De la voz de los más antiguos sólo llegaba esta leyenda imprecisa y la certeza de que ambos elementos resultaban cruciales para la supervivencia. Por esta razón, nadie cuestionaba la naturaleza de su pequeño mundo. Nadie, salvo Marlen. Su comportamiento inadecuado provocó que, por primera vez, el juicio de las máscaras de porcelana generara desconfianza. No bastaban para ellos las disculpas propuestas por la Junta, y aunque algunos pidieron que se le condenase a bajar por la cueva sin posibilidad de retorno, la única medida que se les permitió tomar fue separarlo del grupo. Así fue como surgió el pecado. Todos llegaban a la comunidad en los brazos de la Junta.

cánticos, que parecían repetirse desde lo profundo de la cueva. En ese momento la piedra hablaba: repetía el nombre del elegido siete veces, y éste era rodeado por la comunidad, que bailaba en torno suyo y lo alzaba sin dejar de cantar nunca. El baile terminaba con los pies del elegido en el umbral de la cueva y un abrupto silencio, prolongado sólo si éste dudaba antes de dar su primer paso. Un único hombre sostuvo el silencio por minutos, provocando desconcierto entre la gente.

 Un tiempo después del destierro, Marlen creyó entender el significado de «estar fuera». Ya no pertenecía al pueblo y, quizá, nada cambiaría mucho si descendía hoy o cuando fuese llamado a despedirse.

Para ese momento, ya sin su intervención, algunas personas comenzaban a curiosear alrededor de la cueva, tentando el pecado. Aunque no se acercaran, la mirada de la comunidad los desaprobaba también, pero les perdonaba no concretar la profanación. La noche que Marlen se escabulló de vuelta al pueblo los encontró allí, indecisos de convertirse también en unos desterrados. Había traído, envuelto en ropas, el objeto que extrajo de la cueva como un delincuente. Nadie más que él lo había visto jamás y la Junta parecía prestarle nula atención. Sin embargo, Marlen era precavido y hasta entonces, no se había atrevido a usarlo una sola vez por miedo a ser Ingresódescubierto.sinmirar a los curiosos y el pecado se perdió en la oscuridad.

Se atrevió, además, a girar la cabeza y buscar con la mirada a Marlen, quien presenciaba perturbado la conclusión del rito. A este hombre lo conocían como arquitecto y había sido la persona a quien la Junta decidió encargarle el cuidado de Marlen cuando era niño. El joven intentó comunicarse con él moviendo las manos, pero se detuvo al escuchar los cánticos que anunciaban el inicio del descenso. Los enmascarados, desde una gruta puesta en lo más alto de una colina, silbaban sus melodías sagradas. Cuando Marlen volvió su mirada al arquitecto, sólo encontró la oscuridad. Los mismos cánticos los escucharía después, él mismo, venir desde el fondo de la cueva.

Tras mucho tiempo guiándose tan sólo por la pared de la izquierda, Marlen empezó a sentir la cueva como un laberinto. La última vez no lo había notado, pero más de una corriente de aire golpeaba su cuerpo y, en ocasiones, podía sentir ligeros silbidos llegar a sus oídos, lo que le daba la impresión de que el camino se dividía constantemente. Estos sonidos, no obstante, en nada se parecían a los que escuchó la primera vez que se atrevió a poner un pie en la cueva, estaban muy lejos de la música sagrada de las máscaras de porcelana. Desenvolvió lo que tenía en los brazos y, buscando la dirección del viento, empezó a escuchar. De la pieza lisa de porcelana que sostenía, provenían voces idénticas a las de la Junta. El artilugio era similar a una medialuna y brillaba como la piedra iridiscente. La había recogido asombrado en su primera incursión, en la que fracasó en su objetivo de encontrar al arquitecto. Esta vez, Marlen sintió que estos sonidos eran capaces de comunicarle la seguridad o el peligro de los caminos que tenía delante.Aquel cántico, las notas con las que se había familiarizado durante su vida en la comunidad, parecían decirle que volviera. Su curiosidad sobre el mundo no podía acallarla la estabilidad de una vida corriente, pero el sonido penetraba en lo más profundo de su mente, deteniendo sus pasos.

Una luz se aproximó desde lejos. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Acaso años? Cerca, colgada sobre una pared, lo observaba una máscara de porcelana. Instintivamente, la colocó sobre su rostro. La luz allá afuera aún no era segura.

La confusión lo hizo tropezar con unas largas piedras que se encontraban esparcidas en el camino. Su redondez casi lisa provocó que Marlen cayera y la medialuna se desintegrara en pequeños fragmentos. El impacto del objeto provocó un sonido desagradable que atormentó a Marlen, dejándolo inconsciente.

¬ BuondelmontiCristoforo. cityConstantinopleofMap 1475).(

Cuando despertó, sintió las piezas de piedra cerca, cogió una de ellas y se dio cuenta de que no eran del todo compactas. La golpeó contra la pared y el eco recorrió de inmediato todos los caminos. Utilizaría esa señal para guiarse. Allá donde escuchara el vacío y sintiera el viento encontraría la salida.

hora la feria local ardía bajo la deslumbrante circunferencia de una estrella artificial, que pretendía recrear el calor de un mítico Sol,

El viajero no cabía en sí de emoción, sacó del bolsillo su traductor universal portable, lo colocó encima de su vehículo, tecleó: «Atrévase a dar una vuelta por el ayer, eche un ojo a lo que será su mañana, no se pierda este viaje que le cambiará la vida», y se sentó a esperar a los primeros curiosos, en busca de potenciales clientes.Detrás, a unos quinientos metros de aquel lugar, en un claro del frondoso bosque, dos niños peleaban por la pulsera temporal averiada que un vendedor trashumante, nostálgico del quinto Big Bang, había desechado minutos antes.Aesa

El pasado que vendrá Renzo Riega Cayetano (Perú)

LENTAMENTE, CABIZBAJO y con profunda decepción, el viajero desmontaba una a una todas las piezas en el jardín delantero de su casa. Unos chiquillos cruzaron frente a él, lo señalaron y se rieron; una pareja de ancianos le regaló una sonrisa condescendiente. En menos de medio siglo, había pasado de ser un invento con intrincadas bases científicas, un lujo, un negocio rentable, una necesidad básica y hasta un divertimento para niños, para devenir en un artilugio paradójicamente anacrónico, relegado por la popularidad del viaje interestelar y la teletransportación, soslayado gracias a una cada vez más extendida interpretación del adagio latino carpe diem. El viajero se lamentó de que el pasado ya no fuera el refugio de inocencia y sorpresa que inicialmente fue, que el Homo Habilis hubiese sido reemplazado por el Homo Temporis y que, por ello, en su presente el viaje temporal se hubiese devaluado tanto. Finalmente, todo perdía progresivamente su atractivo para el ser humano. Tal vez por ello su afán destructivo cuando sentía que algo había existido demasiado tiempo; aunque justifique su naturaleza aniquiladora en una necesidad de creación, de fundación o, mejor, de refundación: destruir, olvidar, para poder crear, para usar y para nuevamente desechar. Esta reflexión despertó una juguetona intuición en su mente que se tornó en revelación inmediata. En una hora ensambló nuevamente el aparato y se preparó para el último viaje o tal vez el primero, pensó. La mano nudosa empujó con convicción la manija metálica hacia adelante en una amplia trayectoria, mientras al exterior de la cápsula del piloto las imágenes de la realidad se sucedieron con violenta rapidez.La máquina se detuvo en el 100,000 d. C., cuando se agotó su dotación de energía. Al llegar, su único ocupante, impaciente, abrió la portezuela y salió. Desde la franja de tierra sobre la que se encontraba, tuvo una primera impresión reconfortante: una docena de altísimas mesetas se erguían rocosas, varios cientos de metros sobre un mar azul eléctrico, formando una suerte de archipiélago para gigantes. En escaleras de soga, sujetos vestidos con algunos trapos monocromáticos bajaban armados con arcos y flechas.

en aquel vulgar planeta infestado de humanos, como cualquiera de los otros ciento veintiocho del sistema planetario integrado en que se encontraban. ¬ Matrakç ı Nasuh. otomanoImperiodelMapa sirca(c.XVI).

Aprovechan la luz del día para salir a caminar, ya que, por la noche, a pesar de que las calles se encuentran iluminadas en intensos colores de luces, siempre permanecen desiertas y sólo se alcanzan a distinguir algunos roedores entre el vapor emitido por el asfalto.

Apenas aparece la nota de su último trabajo, Mr. X ve reflejado el pago en su pulsera inteligente.Mr.X apaga su dispositivo y camina por la acera de la calle principal de la ciudad, levantando la mirada para ver los grandes edificios y sus anuncios publicitarios inteligentes porque, al mantener la mirada fija en ellos, los anuncios entenderán su necesidad de consumidor y, a través del código de su pulsera, le mostrarán la publicidad acorde a su perfil, basada en sus últimas compras e historiales de búsqueda, así como su estilo de vida y poder adquisitivo.Secruzacon varios transeúntes, todos solitarios, y nunca intercambian miradas o si lo hacen no logra percibirlo a través de sus gafas.

Mr. X recuerda aquellos días de niño cuando aún había tiendas departamentales y centros comerciales. Cuando cursaba la primaria le anunciaron que, debido a un virus altamente contagioso, tendría que tomar sus clases desde casa. Los noticieros decían que la vida no volvería a ser la misma después del virus. Con el paso del tiempo, los altos niveles de desempleo, sumados al continuo estrés que vivía la gente, provocaron niveles de violencia e inseguridad altos, que hicieron necesarios cambios en las leyes, sobre todo en las de portación de armas de fuego y su uso.

Asesinar una persona en legítima defensa, era tan común que se decía una actividad que todo mundo experimentaba por lo menos una vez en su vida. Los niveles de desigualdad entre las clases sociales, se hicieron cada vez más amplios. El alto grado de deshumanización al

Los suicidas Josafath Peña (México) EL DEPARTAMENTO

Mr. X consulta frecuentemente las noticias para revisar las publicaciones sobre las muertes de sus víctimas y así poder recibir su paga.

NO ES muy grande, apenas tres piezas: sala, comedor, cocina y recámara con su baño. Un hombre camina lento, como si el cuerpo le pesara. Entra y sale de la recámara por sexta vez, se detiene en el comedor, mirando sin ver a través de la ventana que da a la calle. Se traslada a la sala, toma asiento en elPermanecesofá. estático cerca de una hora, hasta que levanta el brazo derecho con el que sostiene un revólver en su mano y lo coloca a la altura de la sien. El arma detona. La sangre se esparce.Atansólo unos minutos de ocurrido, Mr. X lee la noticia del suicidio en el periódico local. Los suicidios son tan comunes que ya no causan sensación, la mayoría carecen de lógica. Se trata de gente estable económicamente y aparentemente sin motivo alguno para quitarse la vida. Mr. X no comprende por qué esta necesidad imperativa de publicarlos en todos los medios digitales tan sólo unos instantes después de que ocurren.

que se vio sometida la sociedad se veía reflejado en todos lados, desde los programas de entretenimiento en TV, haciendo contenidos cada vez más violentos y extremos, como en las nuevas atracciones, en donde las que más destacaban, eran las de apuestas. Las clases sociales más altas recurrían en gran medida a esta práctica y necesitaban espectáculos cada vez más extremos y deshumanizantes. Una de las actividades más populares; era la que llamaban “la ruleta” en donde un grupo de espectadores, todos empresarios millonarios, miraban extasiados a un grupo de ocho a diez jóvenes caminar en círculo, uno atrás de otro, cada uno con un número pegado a la espalda, con un revólver en la mano y apuntando a la cabeza del que tenían enfrente, el revólver contenía una sola bala en el tambor que, validado por un juez, quedaba en un punto al azar, sin saber en qué momento pudiera detonarse. Cuando se escuchaba un fuerte sonido grave y unísono originado por una bocina, cada uno de los jóvenes detonaba su arma. En ocasiones caía más de uno al recibir el impacto de bala en su cabeza, llegaba a darse el caso de que ningún arma detonara disparo y entonces la dinámica continuaba. Existía la posibilidad, por lo menos estadística, de que todas las armas se detonaran al mismo tiempo, pero de esto nadie había dado fe de que hubiera pasado.Existían diversas variantes de apuesta y juego, desde apostar quién moriría primero hasta quién permanecería con vida. Entre más detonaciones se hacían en un solo juego, mayor era la ganancia que podía llevarse el sobreviviente. Si se trataba de terminar el juego hasta que quedara sólo uno, se decía que el joven que quedara con vida ganaba tanto dinero, que no tendría la necesidad de seguir participando en dinámicas como la ruleta, pero esto nunca pasaba. Para los participantes del juego, era dinero fácil y nunca salían de actividades de apuestas. Juegos como la ruleta eran permitidos legalmente y generaban alta demanda de armas coleccionables como los revólveres.

La primera vez que Mr. X escuchó de la ruleta era apenas un adolescente, se había casado y su esposa acababa de dar a luz a su primera y única hija, Mr. X pensó que llevaría una vida conyugal como la de sus padres, que vivieron juntos hasta que la muerte los separó. Su padre había muerto a consecuencia de una de las variantes del virus cuando él tenía catorce años, siempre fue un hombre responsable de su esposa e hijo. Sin embargo, Mr. X abandonó a su esposa e hija cuando la pequeña tenía apenas seis años. La madre de la niña buscaba a Mr. X para que le apoyara económicamente con los gastos, pero como Mr. X nunca respondió, desistió. Mr. X nunca volvió a ver a su hija y esposa, pero se enteró cuando esta última falleció dejando a la niña sola a la edad de doce años.Actualmente su hija es madre de dos niñas y para haber crecido sola, mantiene una vida bastante estable. Mr. X ha sentido la necesidad de buscarla en más de una ocasión, pero desiste después de imaginar que no sabría qué decirle a alguien que ni tan siquiera sabe de su existencia.Mr.Xfue ruletista en su adolescencia y participó en otros juegos de apuesta similares, siempre con la suerte de su lado. Existen tantos y tan variados, que podía estar participando en uno diferente cada día, por al menos un cuarto de año. Los edificios que antes congregaban corporativos, ahora están llenos de salones de juego, inclusive a pesar de que en su mayoría están legalizados, hay algunos tan extremos que se mantienen en la clandestinidad y sólo un

¬

Mr. X regresa a su departamento después de su caminata matutina, entra y toma el sobre que se encuentra en el suelo. Al leer el contenido siente un escalofrío que le recorre todo el cuerpo, tiene la sensación de que su piel cambia de color, puede sentir cómo se ha acelerado su ritmo cardiaco, como si el corazón quisiera salir de su pecho. Levanta la mirada unos segundos hacia el techo, pensando que se trata de un error, que se ha confundido en su lectura.Baja la mirada y nota que el sudor de sus manos humedece el documento, sostiene la hoja con un temblor que ya dificulta su lectura, pero aun así logra percibir que el mensaje es el mismo que ha leído al inicio. Siente un fuerte dolor en el pecho, camina con pesar hacia la sala sosteniendo la hoja con ambas manos, todo su cuerpo está bajo un hormigueo tembloroso y doloroso. Al llegar al sillón se deja caer, con la mirada perdida en un punto fijo; así permanece más de una hora.

grupo muy selecto de apostadores saben de ellos. Hay quienes dicen que esto es así porque se busca no arruinar la experiencia de quienes los protagonizan, ya que no saben que están participando en un juego de apuestas.

le ha permitido a Mr. X gozar de una vida cómoda y sin preocupaciones, inclusive ha tenido oportunidad de vacacionar y conocer físicamente otros países, algo de lo que muy pocos pueden presumir. Mr. X sabe que con este trabajo podría incluso retirarse relativamente joven.

En los dos años que lleva de sicario, ha asesinado más de 100 personas, casi una por semana. Ésta es una de las pocas actividades que guardan la tradición de antaño, alejada de las costumbres tecnológicas de la época, ya que, en lugar de informar de cada trabajo a través de la pulsera inteligente, se hace mediante un tradicional y común sobre de papel que contiene los datos, así como fotografía de quien tiene que ser asesinado. Este sobre se deposita en el departamento del asesino, por debajo de la puerta, cuando éste no se encuentra presente. El sicario nunca pregunta quién o por qué debe asesinar a tal persona, sólo ejecuta la acción y, cuando la nota aparece en el periódico local, su paga se ve reflejada en su pulsera inteligente, para evitar que estos pagos sean rastreados, las pulseras fabricadas por Ridisbroeck Corp son hackeadas por empleados corruptos de la compañía.

Esta actividad

Debido a su suerte y habilidad para evadir la muerte, aunado a su destreza y constitución física, Mr. X fue invitado a trabajar como asesino a sueldo. A pesar de que era una actividad ilícita que se castigaba con la pena de muerte, le pareció el mejor trabajo que ha tenido, ya que el riesgo al que estaba expuesta su vida disminuyó considerablemente, comparado con sus anteriores trabajos.

Mr. X toma su revólver, pero esta vez se asegura que tenga las suficientes balas, detona a la altura de su sien. La sangre salpica todo el lugar, manchando los documentos en donde se lee el nombre de su hija, así como su fotografía.Unos instantes después, la muerte de Mr. X es noticia en los periódicos digitales. “Un suicidio más”. En un salón de juegos clandestino, los que apostaron a que Mr. X se suicidaría, cobran sus ganancias.

Un temporal implacable. Las planicies cubiertas de nieve y el horizonte tras la ventisca.

me dice su matriarca con ojos tristes , ni tus viejos ni los míos han de sobrevivir al Inclinoinvierno.lacabeza,

José Luis Ramírez (México)

Mammut

La mayoría de las familias han emigrado ya en busca de mejores latitudes donde resguardarse, al igual que hacemos ahora nosotros, resueltos a sobrevivir tanto como nos sea posible.Caminamos

dándole la razón en nombre de los míos; manteniéndome en silencio a la espera de que ella continúe.

Uno de los niños, con la piel azul por el frío, grita para llamar mi atención, señala a lo alto de la colina donde los mamuts se han detenido y formado en círculo.

Mientras tanto, yo saco del morral mis piedras de pirita y marcasita, las golpeo una contra la otra sobre unas ramas con hierbajos secos.Algunos de los proboscídeos usan su trompa para remover la nieve de unas rocas; así que disponemos ahí la llama y comenzamos a agregar algunos palos para avivar el fuego.

detrás de las bestias, apostando a su instinto para guiarnos si no a un refugio, al menos sí a un sitio menos inclemente.

Entonces veo su luz reflejándose en los ojos de los mamuts más jóvenes, a quienes la matriarca ha puesto en el círculo interior de la formación; caminando ella misma hacia atrás junto con los más viejos, maravillada del artificio de los hombres, el cual no sólo mantendrá calientes a sus crías, sino que derretirá la tundra y los dejará pacer más fácilmente de sus hierbas.Sigoala matriarca en su camino al perímetro. Siendo tantos, no alcanzo a contarlos, pero estimo habrá muchos, como los dedos de diez hombres alrededor.

LOS MANSI SE REFERÍAN a los mamuts como ‘topos de tierra’ o ‘excavadores’ , pues pensaban que eran criaturas que vivían en túneles subterráneos y morían a la luz del Sol; según los mansi, ésta era la razón por la que nunca se encontraban mamuts vivos.

Shhh, le digo para que baje la voz, y enseguida nos dirigimos cabizbajos a donde el concilio nos abre camino entre ellos hasta su centro.Hermano

Pero los mamuts no sólo les han abierto camino, sino que se postran con las rodillas al suelo a su paso, para mostrar sus respetos.

Haz el fuego dice sin más . Reúne a los tuyos al centro, entre nosotros. Vuelvo a asentir.

Camino unos pasos y los mamuts lanudos abren el círculo, lo suficiente apenas para que yo quepa, llamo a los otros a gritos para que se acerquen.Losniños y los viejos pasan temerosos por entre las bestias. No es para menos, considerando que sus colmillos son más grandes que muchos de nosotros, uno de sus cabellos incluso, puede tener la altura de los más jóvenes.

el invierno termina, seguimos a los mamuts por el deshielo de la llanura, seguros de que la manada encontrará un sitio mejor para acampar.

 Despierto en la Universidad Federal del Noreste, con sede en Yakutsk, en la república Saja deEstosRusia.laboratorios pertenecen a la fundación de investigación biotecnológica Sooam, los dirige el Profesor Hwang Woo-Su, experto en clonación, quien, junto con el Profesor George Church de Harvard, ha insertado mi ADN en el embrión de un elefante asiático mediante una técnica de ingeniería genética llamada CRISPR Cas9. Al principio, revivieron unas cuantas decenas de genes de las encontradas en los círculos de huesos y los estuvieron probando en células de elefante; hasta que al final, han conseguido una secuenciación completa de mi genoma con el cual clonarme.

Mangont, que es como se llama la líder, me corrige señalando un número igual de imposible:Seis hombres enteros y un manco sin un dedo dice ella. Y a pesar de que en la orilla siento aterida la ventisca, le festejo su broma, pues nunca he visto a nadie vivir luego de perder un brazo o un dedo siquiera. Da de comer a mis hijas pide ella, para enseguida agregar su ofrenda . Alimenta a los tuyos con nuestra carne, haz un refugio con nuestros huesos y pieles.

Además de que nuestros jóvenes aprenden a tirar la lanza desde lo alto para asustarlos; si alguno acierta, vamos por su carne y sus pieles, y arrojamos sus huesos al fuego para calentarnos.Los mamuts nos han enseñado cuáles plantas aquí dan grano y cuáles otras son buenas para masticar cuando aquejan ciertos malestares. Nosotros, por nuestra parte, hemos aprendido a hacer hilos con las plantas, así como agujas horadando el hueso con un barreno, lo cual resulta más práctico y sencillo que hacerlo a golpes.Cuando

Los dedos de tres hombres digo al viento gélido y otros dos completo sin sonreír, extendiendo las pieles tirantes entre los huesos, para proteger también a los dieciséis más jóvenes y las ocho crías del viento.

Al final separamos todos los huesos, levantamos con estos una valla alrededor; tan grande, como el círculo exterior de los mamuts más viejos que se habían sacrificado.

Pasados los días, el olor de la sangre atrae a algunos osos, lobos y zorros, caballos y renos incluso; estos animales no se acercan, pues tienen miedo de la cantidad de mamuts jóvenes y fornidos quienes pacen alrededor de nuestra fortaleza de huesos.

Y lo que hace entonces me deja sin habla, pues ha tomado mi cuchilla del cinto con su trompa, para cortarse ella misma la garganta frente a mí; oculta a las crías de su manada por el círculo de los más jóvenes, pero sujeta de la cola por la trompa de los viejos quienes, formados y uno a uno, repiten el ritual del sacrificio. Los mayores de mi familia salen entonces del abrigo de aquellos círculos concéntricos y con sus propios cuchillos despellejan a las bestias, estiran las pieles en palos, aún tienen fuerza para rascarlos unos mientras otros cortan trozos de carne que entierran para conservarlos entre el hielo. Separar las ciclópeas calaveras toma más tiempo, pero mientras los más inocentes bailan y cantan alrededor del fuego, los más jóvenes de los mamuts aprietan sus cuerpos con fuerza para que no entren el frío ni los olores.

No han utilizado una elefanta por veintidós meses como gestación subrogada, sino un útero artificial; así que mantienen mi feto vivo y creciendo sin la participación corporal de una madre. Si sobrevivo, clonarán también leones cavernarios, caballos ancestrales y rinocerontes lanudos.

del

s. XVI).

Nos llevarán a un safari llamado Parque del Pleistoceno, una zona de veinte mil hectáreas donde los científicos rusos esperan que podamos expandirnos en los tramos más remotos de Siberia y sus vastos climas extremos, tan parecidos, supuestamente, a aquella Edad de Hielo donde me conocían los míos bajo el nombre de Mangont. Mapa Imperio otomano (circa

¬ Matrakçı Nasuh.

SENTADO EN SU SILLÓN preferido, leía la novela que había comenzado días atrás. Ahora leía la parte en la que los extraterrestres, desde sus naves espaciales, lanzaban rayos que destruían a la humanidad. Escuchó el zumbido de esas armas poderosas, ruidos de casas, edificios que se derrumbaban y gemidos de personas que pedían auxilio. Dejó el libro y se fue a preparar la cena. Estaba contento; leía desde chico y siempre se jactaba de imaginar a la perfección lo que leía. Las letras para él se convertían en sonidos e imágenes. Cuando se levantó al día siguiente y abrió las ventanas se sorprendió al ver la ciudad destruida y a muchas personas tendidas en la calle que parecían no moverse en absoluto.

(Argentina)

¬

Lector orgulloso

Claudio Mamud

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