Esquina Boxeo 10

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Andy Ruiz Jr. Vs. Joe Hanks Andre Berto vs. Jesus Soto Karass

Mariana Juarez vs. Riyo Togo

John Molina vs. Mickey Bey

ESTA REVISTA SE REALIZÓ CON APOYO DEL ESTÍMULO A LA PRODUCCIÓN DE LIBROS DERIVADO DEL ARTÍCULO TRANSITORIO CUADRAGÉSIMO SEGUNDO DEL PRESUPUESTO DE EGRESOS DE LA FEDERACIÓN 2012.

EDITORIAL

Juan Francisco Estrada vs. Milan Melindo

Juan Carlos Burgos vs. Yakubu Amidu Omar Figueroa vs. Nihito Arakawa

David Price vs. Tony Thompson

Lauro Salas, el Tigrillo de Monterrey

La historia de Battling Shaw

¿Quién es el primer campeón mexicano? José Pérez Flores, mejor conocido como Battling Shaw, ha sido reconocido por muchos como el primer campeón mexicano. ¿Pero lo fue? ¿Dónde nació en realidad? En nuestro artículo de portada Andrew Furman ilumina las incógnitas más oscuras de nuestro primer campeón mundial.

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Esquina Boxeo es una publicación mensual de Ediciones La Dulce Ciencia S.R.L. de C.V. Periodo de exhibición: agosto de 2013. Reserva de derechos de título en trámite. Domicilio: Morena 1306, interior 303, colonia Narvarte, México, D. F., CP 03020. Ejemplar gratuito. Prohibida su venta. Publicidad: (044) 55 1513 2910 Redacción: (044) 55 2304 6897 e-mail: redaccion@esquinaboxeo.com Editor responsable: Rodrigo Castillo. Edición: Rodrigo Castillo, Rodrigo Márquez Tizano y Mauricio Salvador. Diseño: Juanjo Güitrón. Formación: Ana Laura Alba. Consejo editorial: Carlos Acevedo, Pablo Duarte, Luis Carlos Hurtado, Luis Felipe Ortega, Hilario Peña y Juan Manuel Vázquez.


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Redacción

David Price vs. Tony Thompson 6 de julio de 2013, Echo Arena, Liverpool, Inglaterra edención” se llamó la cartelera en la que el inglés David Price (Liverpool, Inglaterra, 15-2) intentó vengar su derrota, la primera, ante el veterano Tony Thompson (Washington, EUA, 38-3). Que un peleador reciba una revancha después de haber perdido por nocaut puede parecer inaudito pero la creencia que sostenía esta “redención” era que el golpe con el que Thompson había acabado a Price en su pelea anterior había sido uno de suerte, la última nota de un cisne de 41 años que no podía, al menos en la mente del público inglés, vencer al superestrella amateur. En su segunda cita Price parecía más seguro de

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sí mismo y Thompson, cuyo rostro rara vez muestra un rasgo de emoción o siquiera de vitalidad, parecía el mismo Thompson de siempre, engañoso, y al principio víctima de la excitación con la que Price salió al ring a demostrar que la pelea anterior no podía definir su aún joven carrera. En el segundo round, incluso, mandó a la lona al veterano y provocó gritos y confianza entre los hinchas ingleses. Price respiraba ya con la boca abierta pero el knockdown era un buen signo. Sin embargo, Thompson sigue subiendo al ring a los 41 años por algo, y ese algo es la experiencia. Aguantó los embates y cuando Price, hacia el final del cuarto round,

comenzó a dar signos de fatiga, se abalanzó y casi lo aniquiló. Al salir al quinto volvió al ataque y Price, arrinconado en la esquina, era apenas una débil proyección de lo que el público y las promotoras imaginaban de él. El réferi lo contempló en la esquina, abatido, casi dando la espalda a su contrincante, y detuvo la pelea hacia el minuto dos del quinto round. Con esta victoria, y a pesar de su veteranía, Thompson se establece de nuevo como un contendiente en la máxima categoría. Y para Price la derrota descarrila su carrera, otra vez, y le muestra que una cosa es ser una superestrella en los amateurs y otra en el duro mundo de los profesionales.

Rodrigo Márquez Tizano @rmtizano

Juan Francisco Estrada vs. Milan Melindo 27 de julio de 2013, Cotai Arena, Venetian Resort, Macao, China

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Milan Melindo, el Metódico (Cebu, Filipinas, 29-1), invicto, rocoso y muy rápido de manos, Sólo comenzar el primer asalto, Estrada se topó con un ritmo desconcertante, fragmentario, que si bien sabía lo mínimo de ángulos, sí conseguía encontrar al Gallo con ambos puños a la salida de cada algarada. Tenía ya pinta de noche compleja cuando el Gallo comenzó a moverse a gusto. La principal virtud de Estrada, lo que nos hace esperanzarnos con su desarrollo como boxeador, es la paciencia que mostró para descifrar a Melindo durante los últimos asaltos sin regalar el pleito con aspavientos. Poco a poco compuso el problema abajo y el Metódico comenzó a perder discurso: en lugar de ensañarse con el corte al pómulo de Melindo, el Gallo trabajó en mermar velocidad y resistencia. La clave para Estrada fue que no intentó acostumbrarse a las acometidas y contragolpes de Melindo, sino que él mismo fue amoldándolo a su juego de pies. Tampoco confió sólo

en la virtud que suelen ensalzarle más: el ponch. Ya con el combate en la bolsa, Estrada empujó hasta ver a su contrincante en la lona (víctima de un poderoso derechazo al mentón) al filo del doceavo y sólo la campana nos hizo llegar hasta las tarjetas. Asia no es un paseo en yate pero también ha sabido dotar: Ricardo López inauguró en 1994 aquel célebre periodo de 22 defensas destronando en Tokyo a Hideyuki Ohashi. También Canto, El Maestro, se licenció en Oriente, arañando la decisión al titular novato Shoji Oguma, en 1978. Aún es muy pronto para saber si el Gallo Estrada podrá inscribir su nombre al lado de estas leyendas. Condiciones las tiene, pero no siempre el tipo de cambio está de nuestro lado.

ILUSTRACIONES POR JOSÉ AGUILAR

a noche pintaba calurosa para Juan Francisco Gallo Estrada (Hermosillo, Sonora, 25-2), campeón mosca de la OMB y AMB. Asia nunca ha sido territorio franco para un mexicano con cinturón. Pregunten a cualquiera: los jueces suelen arraigarse y el público bravea. No conviene. El Huitlacoche Medel ha sido el único nacido de este lado del río con ánimos de pasearse por allá sin lucir fajín de oro. Incluso noqueó por única vez en su carrera al mítico Fighting Harada– en Tokyo– antes de comenzar el descenso precipitado de una carrera a la que le faltó poco salvo la corona. El caso de Estrada es distinto: para su debut en grandes ligas, hace casi un año le consiguieron a un Chocolatito González en estado de gracia y con 107 lbs sobre los lomos. El Gallo bajó a mini sin dinamita y el nicaragüense le pasó por encima. Aquello parecía un retroceso en el proceso de Estrada hacia la “americanización”. Sin embargo, el empeño de Top Rank en llevar el boxeo a China ha colocado a Macao como un itinerario análogo a los grandes programas. Para conmemorar la apertura a nuevos mercados, Bob Arum puso sus fichas en el debut como profesional de Zou Shiming, medallista olímpico chino, en quien ha confiado para ser el rostro visible del competido mercado. En aquella función, Estrada dio el campanazo en la coestelar frente a Brian Viloria. El hawaiano venía de exprimir al Tyson Márquez y fue una sorpresa ver a un Gallito tan sapiente, con hambre de título. Ahora, en su segundo compromiso como titular del orbe, otro suavecito lo esperaba en la esquina contraria:


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Luis Miguel Estrada O.

Juan Carlos Burgos vs. Yakubu Amidu 26 de julio de 2013, Thunder Valley Casino Resort, Lincoln, California, EUA uan Carlos Burgos (Tijuana, Baja California, 30-1-2) es un peleador que mide las distancias. La tarde del 26 de julio, se jugaba un tramo de su ruta a una tercera pelea de campeonato en 130 libras. Su promotora había contactado a Yakubu Amidu (Ghana, 20-4-2), con dos semanas de anticipación, pues el pleito programado contra el colombiano Daulis Prescott se había caído. “En 135 libras”, dijo la gente de Amidu, ghanés. Amidu es más corto, un golpeador potente de caminado recto, predecible, pero peligroso; duro. Burgos, un tirador a distancia de pies inteligentes

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al que le rogamos contundencia desde hace un par de combates; su estilo la merece. La primera mitad de la pelea, Burgos mantuvo la distancia, el martilleo del jab y la derecha sorpresiva que cruzaba el rostro de Amidu; éste sorprendía con ganchos de izquierda arriba que anunciaban el peligro de pelear en una división superior al terreno conocido; el mexicano golpeaba al cuerpo, caminaba, encontraba con el upper al ghanés que bajaba la cabeza al iniciar su ataque desbordado. Amidu se embolsó más rounds en la segunda mitad de la contienda, creció: embestía, apaleaba, abrumaba a Burgos contra las

cuerdas a base de potencia y agresividad. Pero en el 11 tanta bravura casi le cuesta la pelea: una combinación de Burgos lo hizo retroceder, tambalearse, y un volado sorpresivo de derecha casi lo manda al suelo. Burgos peleó para no volver a la oscuridad, Amidu para salir de ella. Se encontraron en un punto medio de casi dos mil golpes. El empate por decisión dividida, en este caso, fue una victoria para Amidu. Burgos aguarda, se resiste a desaparecer; Burgos quiere ser campeón, pero para los aspirantes a un título, el empate, incluso en una buena pelea, a veces pesa tanto como la derrota.

Mauricio Salvador @mauriki

Andre Berto vs. Jesús Soto Karass 27 de julio de 2013, AT&T Center, San Antonio, Texas, EUA ras varios años como un potencial libra por libra y estrella de HBO, Andre Berto (Winter Haven, Florida, EUA, 28-3) se topó finalmente con su realidad como boxeador: no la superestrella que Al Haymon quiso crear, tampoco un fracaso como atleta ni mucho menos una farsa como entertainer. Sus peleas contra Ortiz y Guerrero valieron en cada ocasión el boleto. Hubo drama, espectáculo y si bien Berto no pudo salir avante, sí logró llegar a las doce campanadas y mostrar que pese a todas sus deficiencias es un peleador de verdad. Es a Jesús Soto Karass (Los Mochis, Sinaloa, 28-8-3) a quien se le reconocerá

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el haberlo noqueado por primera vez. El mismo Soto Karass que mientras Berto volaba en las alturas de HBO, dejaba la mitad de la cara a todo lo largo de Estados Unidos. Podrá decirse que la lesión que Berto sufrió en el cuarto round fue una de las causas del nocaut, y hay algo de ello, pero desde los rounds anteriores Soto Karass había impuesto su estilo. Incluso en el primero una derecha lastimó seriamente a Berto. He aquí que estábamos ante un nuevo Soto Karass, más disciplinado, más estratégico y relajado. A pesar de su lesión Berto dio una buena pelea e incluso mandó a la lona a Karass gracias a una izquierda que

dio justo en medio del cinturón. Pero una sola mano no iba a vencer a Soto Karass, cuyas dos derrotas por nocaut han sido contra hombres duros y más grandes, René Maidana y Gabriel Rosado. El golpe decisivo, un gancho corto de izquierda, llegó cuando faltaban 50 segundos del doceavo round. Berto fue a la lona con todo el dramatismo de un hombre que venía soportando media hora de castigo. Se incorporó a la cuenta de cuatro pero el réferi, atento a las condiciones del haitiano, detuvo la pelea, poniendo así en duda el futuro de Berto como peleador de “élite” y mandando al veterano y trabajador Soto Karass por más y mejores pagas, bien merecidas.


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Mauricio Salvador @mauriki

John Molina vs. Mickey Bey 19 de julio de 2013, Hard Rock Hotel and Casino, Las Vegas, EUA ntrados en el décimo y último round, Mikey Bey (Cleveland, Ohio, EUA, 18-1-1) era una máquina perfecta de matar: ganchos, jabs, doble jabs, uppercuts, rectos, más ganchos. John Molina (Covina, California, EUA, 26-3), que había subido al ring básicamente para ayudar a redimir la carrera de Bey, seguía adelante, con la esperanza de conectar un buen golpe que contradijera los nueve rounds anteriores. Y mientras Molina avanzaba, como un lunático convencido de

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sus locuras, Mickey Bey peleaba relajado, en espera de que la campana por fin sonara y el réferi levantara su mano para sellar así una actuación casi perfecta. Después, cuando faltaba 1:23 minutos del décimo y último round, Molina lanzó a ciegas un gancho de izquierda que dió directo en la barbilla de Bey. Sin otro soporte se recargó casi inconsciente sobre Molina y éste, sintiendo la oportunidad y el peso desfallecido de Bey, comenzó a golpearlo con todo lo que le quedaba, que no era mucho, mientras

Bey luchaba, instintivamente, por recuperar el sentido y defenderse de la avalancha de golpes. Cuando el réferi detuvo la pelea, Molina era un peleador con una carrera rediviva y Bey un individuo que no sabía qué había pasado y por qué estaba sentado en su banquillo cuando debía estar celebrando. Fue una de esas clásicas demostraciones, cada vez más raras, de que la voluntad puede vencer sobre la habilidad, y un round, sencillamente, para el recuerdo.

Luis Miguel Estrada O.

Omar Figueroa vs. Nihito Arakawa 27 de julio de 2013, AT&T Center, San Antonio, Texas, EUA elea por el título interino del CMB, división de los ligeros. Omar Figueroa (Weslaco, Texas, EUA, 22-0-1) llegó como el joven invicto, favorito, precedido por su reputación de noqueador. Nihito Arakawa (Hachioji, Tokio, Japón, 24-3-1) era el zurdo veterano, 31 años. Figueroa entró festivo al ring, cambiaba a guardia zurda, metía golpes con intenciones de noquear; lo ha hecho ocho veces en el round 1, pero esa vez no lo logró. Arakawa cayó en el segundo, de acuerdo a la expectativa, pero no permaneció ahí; volvió con un impulso renovado. Arakawa cortó a Figueroa de un cabezazo, en el tercer round, y lo golpeó a través de los huecos de la guardia defectuosa del tejano. El intercambio entre los peleadores era constante, de tambor de guerra; habrían podido llevar la pelea

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dentro de una cabina de teléfono o un clóset, según los comentaristas de Showtime. Era cierto: sus codos apenas se extendían por completo; se llenaban de golpes curvos; los guantes sonaban como quejidos acallados en esa mínima distancia. Se despedazaban sin descanso. La sangre de Figueroa era un torrente sobre su adversario, pero aún pudo conectar a Arakawa, en el sexto, para lanzarlo de bruces sobre las cuerdas y al conteo de protección. Arakawa sobrevivió los siguientes rounds, y no lo hizo por inercia: golpeaba con intención de herir. En el ocho, con el rostro deformado por una inflamación sobre el ojo izaquierdo, parece que no tiene nada más que hacer en la pelea, pero sigue sin caer. Es demasiado; ha sido una camorra con defensas casi nulas, insostenible, mucho contacto claro, drama sostenido por minutos largos

como deben ser en el infierno. Figueroa, exhausto, le dijo a su esquina que las manos le dolían, a punto de salir para el 11. Esa es la prueba de la lección que un prospecto sólo puede aprender a cabalidad de un veterano: la voluntad. Arakawa fue mentalmente fuerte, más allá del límite de su cuerpo. Eso también hiere, y las manos de Figueroa son testigo. Aún en el onceavo, Arakawa pareció tomar un último aire y clavó buenas manos sobre el rostro sangrante de Figueroa. En el doce, Figueroa había llevado por primera vez su cuerpo al límite y venció por decisión unánime a un tipo demasiado valiente para su propio bien. “Pelea del año”, ha sugerido la fanaticada. Es muy posible, pero si no lo es, ha sido, hasta ahora, la pelea de su vida para ambos boxeadores.

Redacción

Redacción

Mariana Juárez vs. Riyo Togo

Andy Ruiz Jr. Vs. Joe Hanks

13 de julio de 2013, León Guanajuto, México

ras el desastroso nocaut que Riyo Togo (10-5-1) propinó a Mariana Juárez (37-7-3) en su pelea anterior, la mexicana consiguió la revancha y en diez rounds hizo la pelea discreta y cuidadosa que pudo haberle dado la victoria en la ocasión anterior. Con esta decisión unánime Juárez recupera su calidad y apunta a un posible nuevo título ante la campeona de las 115 libras del CMB, Zulina Muñoz.

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27 de julio de 2013, Cotai Arena, Venetian Resort, Macao, China ndy Ruiz Jr. (20-0) el Destructor de Mexicali, continuó su ascenso en la categoría de los pesados al vencer por TKO en el cuarto round al norteamericano Joe Hanks (21-1). Se suponía que esta pelea sería una prueba para ambos peleadores invictos y Ruiz Jr. demostró que su velocidad y poder son reales y que quizá sea él, en el largo plazo, quien logre lo que Arreola y otros mexicanos antes que él no han logrado, capturar un cinturón legítimo de los pesados. Por el momento ganó ante Hanks el cinturón Intercontinental de la Federación Norteamericana de Boxeo.

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¿EL PRIMER CAMPEÓN MUNDIAL MEXICANO? Andrew Fruman / Traducción de Mauricio Salvador

La historia de Battling Shaw uizá no ha habido un periodo más difícil para lograr algo en el boxeo que a principios de la década de 1930. No había escasez de hombres que quisieran pelear, en parte debido a la Gran Depresión, y en parte al boom que el boxeo experimentó en la década de 1920, cuando muchos jóvenes, al querer ser el próximo Jack Dempsey, comenzaron a pelear en números récord. Los más débiles eran descartados de los rankings y sólo los más duros prosperaban, y tener éxito en aquellos días significaba ir de ciudad en ciudad, por tren, y pelear quizá demasiado, y a veces agotarse mientras se perseguía el sueño. Por ello es que la siguiente línea es un logro significativo: 1933 Feb. 20 Battling Shaw (M) w.pts.10 Johnny Jadick, New Orleans, U.S.A. La notación anterior, bajo el titular de “Peleas Mundiales de Título de Peso Welter”, aparece en la página 183 de la Enciclopedia de Boxeo. Indica que Battling Shaw —cuyo nombre real era José Pérez— fue uno de los pocos que, al menos por una noche, llevó a cabo el sueño de incontables peleadores que practicaban su arte en el Estados Unidos de la época de la Depresión. La “M” de arriba es por “México”, y los libros de récords reconocen a Shaw como el primer campeón mundial nacido en ese país. Dada la historia de los peleadores provenientes de México, se trata de una distinción que eleva a un peleador de credenciales modestas por encima del anonimato de una era pasada, a un lugar único en la historia. Pero, ¿realmente nació Shaw en México? ¿Y fue el encuentro con Jadick una pelea legítima de campeonato? Junto a dichas interrogantes emerge también el misterio de cómo Battling Shaw cayó de la gracia tan imperceptiblemente. Las descripciones de sus primeras conquistas, junto al recuento del fantástico año que tuvo en Nueva Orleans justo antes de enfrentar a Jadick, indican que Shaw era un peleador que se desarrollaba a paso seguro y que tenía un futuro prometedor. Aún así, ganó sólo 8 de sus últimos 24 encuentros documentados, con sólo una victoria en contra de un peleador con un récord ganador. Y eso lleva a otra pregunta desconcertante: ¿Qué fue lo que salió mal para Battling Shaw? Pero primero está el tema de dónde nació realmente. El día después de su gran victoria, a lo largo de Estados Unidos los periódicos describieron a Jadick como proveniente de Filadelfia, pero los orígenes de Shaw variaron dependiendo de la fuente. En recapitulaciones de la pelea, la agencia Associated Press fue más específica, refiriéndose al peleador como “anteriormente de Laredo, Texas, pero ahora de Nueva Orleans.” Y sin embargo la agencia

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United Press se refirió a Shaw como “Battling Shaw de México.” En 1991, pocos años antes de su muerte, Shaw fue entrevistado por el Laredo Times. En aquella época Shaw estaba confinado a una silla de ruedas en un asilo de ancianos de Laredo. El artículo menciona que la enciclopedia de boxeo de The Ring establece que Shaw nació en Nuevo Laredo, Tamaulipas, México. Lo que Shaw contradijo tajantemente. “Nací y crecí aquí”, dijo. “Soy un chico de Texas.” Laredo se remonta hacia 1755, cuando don Tomás Sánchez, un oficial español, fundó la ciudad durante una expedición de exploración y colonización de la provincia mexicana de Nuevo Santander. En 1836, quince años después que México ganara su independencia de España, Texas se rebeló y ganó su independencia de México, dejando a la ciudad en un área disputada, reclamada tanto por México como por la República de Texas. En 1845 Texas se unió oficialmente a los Estados Unidos, y en 1847, después de numerosas batallas entre ambas naciones, el Tratado de Guadalupe Hidalgo se firmó, convirtiendo al Río Bravo (Río Grande, en Estados Unidos) en la nueva línea fronteriza. En el siguiente año los ciudadanos de Laredo que prefirieron permanecer como mexicanos cruzaron el río y formaron Nuevo Laredo. De acuerdo con la Oficina de Estadísticas de Laredo, es a Shaw y no a los libros de récords a quien hay que creerle. Su certificado de nacimiento, emitido bajo el nombre de José Pérez y fechado el 21 de octubre de 1910, confirma que nació texano. No es claro cómo fue que se dio la confusión inicial, pero dada la proximidad e historia de ambas ciudades, la discrepancia es entendible. Además, Shaw, como muchos otros peleadores de la época, eran conocido por su herencia familiar antes que por su nación de origen. Baby Arizmendi, que también comenzó su carrera en Laredo, obtuvo su primera oportunidad de pelear por el título el 28 de febrero de 1933 —apenas una semana después que Shaw venciera a Jadick— cuando enfrentó en Los Angeles a Freddie Miller por la corona de peso pluma de la Asociación Nacional de Boxeo. Arizmendi perdió la decisión ante Miller, pero se convertiría en el primer campeón mundial mexicano de la historia al derrotar, en agosto de 1938, a Mike Belloise por el campeonato de peso pluma de la NYSAC (Comisión Atlética del Estado de Nueva York). Como la mayoría de los peleadores de la época, Battling Shaw era de orígenes humildes. Abandonó la primaria tras completar apenas tres años y enseguida comenzó a vagar para ganar dinero. Boleó zapatos, repartió periódicos y trabajó como mensajero para un par de farmacias antes de encontrar un empleo estable como expendedor de refresco.


ILUSTRACIONES por juanjo g眉itr贸n

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En dicho trabajo Shaw conoció a muchos peleadores de México, incluyendo a Carlos García, un peso pluma de la Ciudad de México, quien invitó a Shaw a entrenar en el gimnasio. No pasó mucho tiempo para que Shaw comenzara a hacer sparring con sus nuevos amigos, y cuando un grupo de ellos viajó a San Antonio para un evento, Shaw se juntó e hizo lo propio. En la función uno de los peleadores se presentó enfermo y Shaw subió como sustituto, peleando hasta el final de los cuatro rounds pactados. A pesar de que recibió una golpiza Shaw mostró destreza y agallas, dos atributos que eventualmente lo llevarían a la cima.

Fue en San Antonio donde adquirió el nombre de batalla de Battling Shaw. “La gente decía Che o Qué Che por José. En inglés supongo que era más fácil decir Shaw”, recordó muchos años después. “Era un buen nombre para un peleador, Shaw, pero ya había uno llamado Billy Shaw. Así que me convertí en Battling Shaw.” Battling peleó con frecuencia en sus primeros años como profesional, viajando de Laredo a San Antonio y viceversa. En Laredo peleó en el Fort McIntosh Bowl, una base militar estadounidense, donde aprendió a boxear bajo la guía de un viejo entrenador militar. Sus progresos fueron rápidos y en un periodo de dos años se hacían necesarios nuevos horizontes. En busca del éxito, dos veces dejó Laredo —a Detroit y Los Angeles en 1929 y 1930— sólo para que la nostalgia del hogar terminara sus errancias. Tras volver de California peleó con frecuencia en Nuevo Laredo antes de pasar varios meses en la Ciudad de México durante el verano y el otoño de 1931, enfrentando a los mejores peleadores que México podía ofrecer. Tras regresar a Laredo, a Shaw le llamó la atención que Ray Kiser, un peso ligero de Tulsa (Oklahoma), fuera un éxito en Nueva Orleans. Shaw había vencido decididamente a Kiser el mayo anterior, y supuso que si Kiser estaba haciendo un buen trabajo por allá entonces él también podría hacerlo. Shaw entró en contacto con Emile Bruneau, un joven manager que buscaba un peleador para una pelea principal. Shaw le envió recortes de periódicos de sus victorias en Laredo, junto con una solicitud para un encuentro con Kiser, que pronto fue arreglado. La escena boxística en Nueva Orleans era modesta pero bulliciosa cuando Shaw llegó en febrero de 1932. Había eventos en el Coliseo Arena y en el Fronton Hi-Li, que presentaban lo mejor del talento local así como a visitantes sólidos, si no espectaculares, junto a pequeñas carteleras en la Arena Courhouse. El promotor principal de la ciudad era Martin Burke, un ex contendiente de peso semipesado que había trabajado como compañero de sparring para Jack Dempsey. Burke tenía ambiciones como promotor y había hecho pública su intención de desarrollar a un peso ligero que eventualmente pudiera retar a Tony Canzoneri. Todo eso debió sonar muy bien a Shaw, quien firmó con Bruneau un contrato por tres años apenas unos días después de haber llegado a la ciudad. El 22 de febrero de 1932 Shaw perdió una decisión a 10 rounds en contra de Kiser. A pesar de los resultados los aficionados quedaron impresionados, por lo que muy pronto Shaw fue un protagonista habitual de la Coliseum Arena. Logró seis victorias en fila, incluyendo dramáticos nocauts de remonte sobre Ervin Belier, un zurdo muy difícil, y Joe Ghnouly, un peleador muy bien considerado de San Louis. Shaw también logró una decisión sobre el rápido y ágil Davet Abad, quien recientemente había dado una gran pelea en La Habana en contra de Kid Chocolate. Shaw complacía al público debido a su estilo de esquive y zigzagueo, su habilidad para absorber castigo sin vacilar y porque podía cambiar el rumbo de cualquier pelea gracias a su poder. Al mismo tiempo era evidente que si Shaw no era capaz de conectar su poderosa derecha entonces podía ser superado, que fue lo que sucedió cuando un mes más tarde volvió a enfrentar a Abad.

A diferencia de hoy, cuando cualquier derrota puede fácilmente descarrilar a un peleador, Shaw seguía todavía en la disputa a decir de Martin Burke. Y con su victoria Davey Abad se había colocado en posición de mejores combates. Con Ghnouly y Kiser también con apreciaciones favorables entre los aficionados de Nueva Orleans, Burke develó su siguiente plan: un torneo eliminatorio entre los cuatro hombres, en las dos últimas semanas de agosto, cuyo premio sería una oportunidad de disputar la corona de los superligeros que ostentaba Johnny Jadick. Shaw estuvo a la altura de las circunstancias, obtuvo venganza ante Kiser en una brutal pelea de toma y daca, antes de vencer decididamente a Ghnouly en la final. En contra de Ghnouly, Shaw mostró un añadido a su ataque. Conocido por su destructiva mano derecha, Shaw había usado la izquierda para el jab y el gancho al cuerpo pero nunca como un arma a la cabeza pues su mano izquierda se había fracturado tiempo atrás y con tantas peleas no había sanado adecuadamente. Con tanto en juego, Bruneau consiguió que un doctor inyectara la mano de Shaw a fin de adormecerla y hacerla efectiva. Con su izquierda liberada Shaw se mostró como un peleador mucho más completo. Pocas semanas después del torneo Jadick seguía explorando otras opciones, en concreto lograr que Canzoneri pusiera su título de peso ligero en juego. Tras no llegar a nada Jadick se enfocó en Kid Chocolate, con vistas en una potencial y jugosa defensa en La Habana. Sin llegar tampoco a nada Jadick aceptó finalmente enfrentar a Shaw en Nueva Orleans el 20 de febrero. El Times-Picayune reportó que el campeonato de peso superligero estaría en juego. Mientras Jadick se decidía por un contendiente, Shaw peleó a principios de octubre contra Lou Terry, un duro golpeador de San Louis. Esta vez, en vez de llamar a un doctor, Bruneau inyectó la mano de Shaw dejándolo más bien atontado por efecto de la sustancia. A merced de la poderosa derecha de su oponente Shaw perdió brutalmente. El doctor revisó a Shaw y encontró que la mano fracturada necesitaba por lo menos un mes de descanso, por lo que Bruneau envió a Shaw a Laredo para reposar. De vuelta volvió a enfrentar a Terry en noviembre y lo venció sin problemas. El 7 de febrero, sólo dos semanas antes de enfrentar a Jadick, Shaw viajó a San Louis para un tercer encuentro con Ghnouly, sólo para emerger esta vez como el perdedor. Al haberlo vencido tan decisivamente en su encuentro anterior, el resultado fue poco menos que una sorpresa. Shaw explicaría más tarde que la derrota se debió a su incapacidad de aclimatarse a las condiciones glaciales de San Louis. Finalmente el 20 de febrero de 1933 Battling Shaw obtuvo su oportunidad de enfrentar a Jadick. La pelea fue un emocionante encuentro y una casi perfecta mezcla de estilos entre la habilidad reservada de Jadick y la presión y golpeteo de Shaw. Un experto de la distancia Jadick tuvo éxito en jabear a Shaw y recibirlo, cuando éste entraba, con lujosas combinaciones. A pesar de ello Shaw era peligroso cada vez que lograba cerrar la distancia, y cuando lo hacía atacaba a Jadick con duros ganchos, especialmente al cuerpo. La pelea fue de toma y daca hasta que en el sexto round Shaw conectó con un volado de derecha. El golpe provocó una horrible cortada sobre el ojo izquierdo de Jadick, y la sangre de dicha herida no dejó de molestarlo durante el resto de la pelea. Jadick siguió en la pelea, conectando sus jabs y haciendo que su ansioso oponente fallara cada tanto, pero en general se mantuvo a la defensiva. El noveno fue el mejor round para Shaw cuando lastimó a Jadick con un gancho de izquierda. La decisión, sin embargo, fue cerrada: dos jueces vieron la pelea para Shaw con 4 rounds a 3, con otros 3 empatados, mientras que el réferi Jimmy Moran calificó cuatro 4 por cabeza más 2 empatados. A pesar de que al siguiente día Shaw fue declarado como el nuevo campeón, Johnny Jadick arruinó la fiesta. “Dejé vacante el título hace tiempo”, dijo Jadick al escritor Bill Keefe. “Soy un peso ligero legítimo... no había oponentes aptos y si Shaw puede obtener alguna ganancia del título pues puede hacerlo.”


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La decisión de Jadick de dejar el título se había anunciado nacionalmente el 6 de febrero. “Ahora que he renunciado a la corona de los pesos superligeros, estoy dispuesto a pelear contra cualquier peso ligero del mundo”, dijo. Es muy posible que la Comisión de Louisiana, la prensa de Nueva Orleans y el promotor Burke estuvieran al tanto de la situación del título, pero nada al respecto apareció en el Times-Picayune. Una pelea de no campeonato habría tenido sin duda un mal efecto en las entradas, así que los intereses locales bien pudieron jugar un rol en todo el embrollo. Y considerando que Jadick había aceptado el encuentro antes de renunciar al título, los intereses de Louisiana bien pudieron sentirse justificados al no mencionar nada al respecto durante la promoción de la pelea. Renunciar al título puede parecer un movimiento extraño en la superficie, pero a diferencia de la época actual, en la que no hay diferencia de prestigio entre los títulos de 135 y 140 libras, en 1933 la división de los superligeros ( junior welterweight) era una división “sintética”. Se había establecido apenas una década atrás pero nunca pudo captar la atención, y en septiembre de 1932 la Asociación Nacional de Boxeo rescindió el reconocimiento de la división. El estado natal de Jadick, Pensilvania, continuó reconociendo el título, pero se rehusó a reconocer la reclamación de Shaw. El 27 de febrero, Robert J. Nelson, de la Comisión Atlética del Estado de Pensilvania (PSAC), dio el siguiente comunicado: “Puesto que ha habido controversia respecto del título, siento que el público debe ser advertido que el encuentro entre Jadick y Battling Shaw en Nueva Orleans el 20 de febrero, no pudo haber sido por el título porque la pelea fue posterior a la renuncia del título de los superligeros por parte de Jadick.” A pesar de la posición de la ANB respecto del título, de las acciones de Jadick y del comunicado de la PSAC, descartar rotundamente el reclamo de Shaw por el título mundial puede ser un error. Muchos historiadores de boxeo, poco interesados en examinar los entresijos políticos del deporte, creen que para reconocer el linaje de un campeón el factor determinante debe ser “el hombre que vence al hombre”. Con tan sólo 22 años de edad al momento de vencer a Jadick, Shaw estaba muy bien posicionado para lograr una carrera productiva. De recia quijada y estilo incansable, era justo el tipo de peleador que los promotores amaban. Había logrado una horda de seguidores en Nueva Orleans y muchos de los principales centros boxísticos, incluido el Madison Square Garden, estaban interesados en sus servicios.

Eventualmente, y tras varias disputas, Canzoneri y Shaw aceptaron verse las caras en Nueva Orleans. La pelea se llevó a cabo el 21 de mayo de 1933, en el Parque Heinneman, el campo local de beisbol, ante cinco mil 285 espectadores. Durante la pelea Shaw tuvo sus oportunidades y hubo un momento en que Canzoneri, bañado en sangre, debió poner pies en polvorosa. Sin embargo su inexperiencia fue su perdición. Shaw fue a la lona en el séptimo y octavo rounds y aunque peleó valientemente y llegó al final de la pelea, la decisión a favor de Canzoneri fue una mera formalidad. Nunca volvería a ser el mismo peleador. En Laredo algunos se preguntaron si Canzoneri lo había arruinado. Años más tarde Shaw admitiría que probar la buena vida había mandado su carrera cuesta abajo. Shaw ganó cinco mil dólares por la pelea contra Canzoneri, y pronto comenzó a gastar dinero en los cabarets de Nuevo Laredo. “Pensaba que el mundo era mío”, recordó Shaw al reflexionar sobre su carrera. “Comencé a tontear. Fueron las mujeres.” Shaw continuó peleando con regularidad; de regreso en Nueva Orleans peleó con Harry Dublisnky y contra su viejo rival Ray Kiser. Perdió claramente ambas peleas. Se trataba de sus típicas y fieras peleas aunque era evidente que al campeón le faltaba algo. Contra Kiser fue especialmente evidente, pues Shaw, que solía trabajar fervientemente durante los clinches, se vio obligado a sostenerse durante la pelea por dentro mientras que otras veces simplemente se retiraba a fin de ganar tiempo. Shaw continuó su carrera en Laredo, y tras derrotar fácilmente a Jimmy Murphy, el 6 de septiembre de 1933, fue apaleado durante diez rounds por Tracey Cox, un duro combatiente de Indiana. “Ya no era el peleador agresivo que solía ser”, dijo Shaw al Laredo Times. “Necesito un descanso y voy a tomarlo. Quizá después de eso sea una historia diferente.” Se preparaba para viajar a un rancho con la intención de “sacarse el barullo de las peleas de la mente”, cuando recibió una oferta para pelear contra Willard Brown en Dallas. Incapaz de seguir su propio consejo Shaw se encaminó a esa ciudad, donde Brown lo noqueó en 4 rounds. Su desempeño fue tan pobre que George White, del Dallas Morning News, dijo que Shaw era apenas una preparación para Brown, y agregó: “Desde el momento en que Shaw pasó por entre las cuerdas fue obvio que se trataba tan solo de una sombra de sí mismo.” Shaw volvería a intentarlo, con algunas peleas fáciles en Mobile, antes de regresar a Nueva Orleans en junio de 1934, donde se volvió a pactar una pelea contra Willard Brown. Al tratar de justificar las posibilidades de Shaw ante la prensa local, Breanu reconoció que la “vida rápida” había sido la causante de que Shaw se descarrilara, pero aseguró a la prensa que su peleador estaba de nuevo en condiciones óptimas. La pelea, sin embargo, fue un nuevo desastre y, tras ser derribado cuatro veces, Shaw no pudo lograr siquiera superar el primer round. Muchos años más tarde, Raúl X. González, editor del Laredo Times, se lamentaría de la estrepitosa caída del peleador. “Era un peleador natural y sin embargo después de cada pelea uno podía verlo tirar el dinero tan rápido como lo ganaba.” De acuerdo con González, durante la parte final de su carrera, Pérez “se dejó llevar por la bebida sin poner ninguna atención al entrenamiento.” Pero González se mostró feliz de deportar que Shaw se había establecido en Tampico donde trabajaba para el gobierno. Para 1938 Shaw era ya un policía en motocicleta en la Ciudad de México, aunque pronto volvió a Laredo para trabajar con la policía local. En 1943 se caso con Luz Ramírez. Cuando el Laredo Times se reunió con él en 1991, Shaw y Luz vivían en una residencia de ancianos en Laredo. “Ser peleador fue muy bueno para mí”, dijo orgullosamente. “Fue grandioso. Muy Grande Great.” José Battling Shaw Pérez murió el 27 de agosto de 1994 a la edad de 83 años.


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Héctor Salas

Lauro Salas, el Tigrillo de Monterrey auro Salas Serna nació el 19 de enero de 1925, en el antiguo barrio de las calles Colegio Civil y Colón, cuando Monterrey empezaba a desarrollar su industria tras terminar, hacía pocos años, la Revolución mexicana y la Primera Guerra mundial. Salas provenía de una familia de clase trabajadora formada por once hermanos, seis hombres y cinco mujeres; él era el tercero. Su papá, Lauro Salas Trejo, originario de Zacatecas, laboraba en los Ferrocarriles Nacionales; mientras que su madre, la señora Francisca Serna, oriunda de Durango, se desempeñaba como ama de casa, al igual que la mayoría de las mujeres de esos tiempos. Los Salas se mudaron a un domicilio ubicado en la calle Rayón, entre Madero y Reforma, y más tarde se trasladaron a la colonia Talleres. Desde pequeño, Lauro se caracterizó por andar siempre en busca de recursos económicos, de tal manera que vendía periódicos y hacía mandados para andar bien vestido, un gusto que mantuvo con el paso de los años. En 1943, cuando la Segunda Guerra mundial estaba en su apogeo, Lauro decidió entrar al universo del pugilismo. Era una época en la que miles de familias carecían de los recursos básicos, por lo que el boxeo era una profesión que permitía a las personas más necesitadas hacerse de dinero. A Salas le atraía mucho el deporte de “las orejas de coliflor”, así que a veces intercambiaba golpes con el famoso Panchito Villa, campeón nacional de peso pluma y uno de los peleadores más emblemáticos en la historia de Nuevo León, conocido por su poderosa pegada y estilo zurdo. Lauro inició su carrera en los encordados amateurs en el famoso torneo de los Guantes de Oro —creado en 1942 por un cronista de la ciudad— que se realizaba en la Arena Monterrey, manejada en ese entonces por quien fuera uno de los grandes comunicadores de la televisión local, Jesús Garza Hernández, Don Chucho.

L

De allí Salas salió para representar a Nuevo León en un evento efectuado en Chihuahua, en el año 1944, donde logró el segundo lugar en peso mosca. Ya como profesional empezó a tener duelos de cuatro y seis episodios ante boxeadores como Alfredo Reyes, Moisés Galván y Gonzalo Buenrostro, entre otros. Con frecuencia Salas viajaba a combatir a Torreón, Matamoros, Corpus Christi y Durango, donde venció a gente como Kid Mares y Baby Magos. Al comienzo de su carrera, El Tigrillo tuvo como mánager a Ramón Juárez, quien lo llevó a sus primeras peleas en un club ubicado en la colonia Industrial. El peleador derecho, de un metro sesenta y ocho centímetros de estatura, aseguraba que la paga era muy poca, así que decidió irse a Estados Unidos a buscar la gloria y los dólares, convencido, como dijo en su momento, de que ni en la ciudad ni el país había mucho que hacer para descollar y tener una mejor remuneración. “Llegué a pelear hasta tres veces por semana porque tenía muy buen cartel en México y en Estados Unidos. Por ejemplo boxeaba el martes en Harlingen y el viernes en Corpus Christi, Texas, para presentarme a combatir el sábado en Monterrey.” En sus peleas estrellas en Monterrey, el regio cobraba cincuenta pesos por combate, dinero que era insuficiente para alguien que desde ese momento buscaba recibir mucho más que eso. Precisamente un día en que Salas estaba preocupado por ganar más dinero conoció a Jimmy Fitten. Se decía que Fitten, hijo de un inglés y una mexicana nacida en Mazatlán, había ideado La Temporada de Oro y que, en el lejano 1924, se había apersonado en Monterrey con el objetivo de formar buenos peleadores. Fitten también había peleado y de hecho conoció al pugilista Jorge Monzón, uno de los mejores pesos pluma que ha tenido el país. El propio


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Fitten comentó haber venido a México por coincidencia: le habían ofrecido un empleo en Tampico, dentro del departamento legal y de terrenos de una compañía petrolera inglesa. Por su parte, Lauro dijo en una ocasión: “He peleado mucho, sin recibir un solo aplauso y sin ganarme un solo quinto. Voy a ver a ese ‘huercote’ (Fitten) a ver si él me enseña a sacarle provecho a la ‘peliada’”. Tuvieron que transcurrir dos años para pelear por fin en tierras estadounidenses. Y el 26 de abril de 1946 lo hizo ante un mexicano como él, José Chino Puente, en City Hall Sports Arena, en Laredo, Texas, con victoria para Lauro, ubicado entonces en los pesos gallo, por puntos en seis rounds. (Sin embargo, otros récords señalan que Lauro peleó por primera vez en suelo estadounidense ante Raymundo Ramírez el 31 de mayo de 1946, en Corpus Christi, con nocaut para Salas en el primer asalto.) Al llegar a Estados Unidos, el regiomontano se trasladó de inmediato a Los Ángeles, California, y ahí comenzó a boxear en la división de los plumas en duelos de seis rounds, para después subir poco a poco a las peleas estelares. Su hermano Arturo afirmó: “Se hizo ídolo en California, ya que ganaba de dos a tres mil dólares por pleito, y además venía a México para llevarse a peleadores aztecas como Moisés Galván, Vicente Cantú, Silvestre Villarreal, entre otros”. Después de arribar a California le comenzaron a llamar El Pequeño León de Monterrey, porque el mote de Tigrillo, como lo conocía el público mexicano, había nacido en la capital del país por su estilo agresivo a la hora de atacar a sus rivales. Cuando la carrera de Salas iba en ascenso, se midió el 3 de marzo de 1948 en el Memorial Auditorium de Sacramento, California, con Harold Dade, quien había sido monarca mundial de los pesos gallo al derrotar al californiano Manuel Ortiz. El norteamericano, sin embargo, le ganó por puntos en diez rounds.

Su primera gran victoria se dio el 27 de agosto de1948, en El Paso, al imponerse a Manny Ortega por nocaut en tres episodios, en busca del título pluma del estado de Texas. El mánager que siempre tuvo en Estados Unidos fue Roger Leighton, quien después lo llevó a la cúspide con el campeonato mundial, gracias a lo que pudieron hacer una famosa mancuerna. Lauro Salas se enfrentó nada más y nada menos que a Manuel Ortiz, dos veces ex campeón mundial gallo, quien llegó a defender su título en veintiuna ocasiones. La pelea se verificó el 28 de septiembre de 1948 con victoria para el regio por decisión unánime. Meses después, el 7 de diciembre de 1948, se midió de nuevo con Dade, pero Lauro volvería a perder, por decisión unánime en doce episodios, el campeonato pluma del estado de California. El nuevoleonés no se rendía fácilmente, y se topó con Ortiz nuevamente el 26 de abril de 1949, si bien con triunfo para el californiano por decisión unánime. Se enfrentaron por última vez el 26 de enero de 1951, y en esta ocasión la victoria correspondió al púgil mexicano. Hay que señalar que antes de esta fecha, nos referimos al 18 de abril de 1950, peleó contra el estadounidense Joseph Sandy Saddler en Cleveland, Ohio, donde Lauro cayó por nocaut al cabo de nueve episodios. En este combate, el regio intentó arrebatar la corona mundial de los ligeros júnior a Saddler, no obstante el cetro sólo era reconocido en el estado de Ohio. En aquella ocasión, Lauro cayó a la lona y el réferi Jackie Davis detuvo la pelea cuando faltaban nueve segundos para concluir el noveno asalto. Finalmente el Tigrillo de Monterrey se coronó campeón pluma por el estado de California el 8 de diciembre de 1950 al superar al californiano Rudy García en el Legion Stadium, de Hollywood, California, por decisión unánime en doce episodios. Ya con el cinturón en su poder, el 29 de junio de 1951 empató en su primera defensa con el norteamericano Fabela Chávez, dirigido por el mítico George Parnassus. El 27 de julio de ese año cede el cetro pluma del estado de California al mismo Chávez, al sucumbir en decisión mayoritaria en doce rounds. Sin embargo, Lauro no se doblegaba tan fácilmente: de nuevo recuperó este campeonato, luego de que el 28 de septiembre de 1951 superó a Fabela, derrotándolo por la vía del cloroformo en el décimo segundo round en el mencionado Legion Stadium. El Tigrillo asustaba a los aficionados con su aguante para soportar golpes, y los emocionaba por su estilo efectivo en el que destacaban su gancho al hígado, gancho arriba y doble gancho: éstas eran sus agresivas cartas de presentación, así como su valentía. Con su forma punzante de atacar ligó varios triunfos importantes ante hombres como Chucho Mendoza, Alfredo Escobar, Javier Gutiérrez, Tony Espinosa, y ya iba rumbo al camino de Jimmy Carter, pero antes se tenía que enfrentar al estadounidense de origen mexicano Art Aragon, muy conocido además en esos años por unírsele sentimentalmente con Marilyn Monroe y Jayne Mansfield, entre otras luminarias de la pantalla grande. En la década de los cincuenta, Art Aragon peleaba en la división de los ligeros y los wélters o medianos. Por fin, el 4 de marzo de 1952, ambos se midieron en un cuadrilátero en el Olympic Auditorium, ocasión en la que el mexicano subió a los ligeros para combatir con Aragon. Aragon se impuso por decisión mayoritaria en un pleito a diez rounds; Lauro pesó aquella vez ciento veintiocho libras contra las casi ciento cuarenta que registró en la báscula el triunfador, una desventaja que podía explicar aquella derrota. Pese a esta batalla ganada, sin embargo, Aragon nunca pudo ser campeón mundial, mientras que Salas lo pudo conseguir con el tiempo.

Se corona campeón Tras caer frente a Art Aragon, Lauro Salas recibió la oportunidad de disputar el campeonato mundial de los ligeros ante el peleador Jimmy Carter. El 1 de abril de 1952, el monarca de la National Boxing Association, venció a su rival por decisión unánime en el Olympic


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Auditorium de Los Angeles, California, consiguiendo retener su campeonato en quince asaltos. Sin embargo, Carter, originario de Aiken, Carolina del Sur, tuvo que soportar el consabido embate agresivo del Tigrillo, quien lo mandó a la lona en el décimoquinto asalto, aunque el monarca se incorporó a la cuenta de dos. El miércoles 14 de mayo de 1952, Nuevo León y México se estremecieron con la hazaña del regio, quien se coronó monarca mundial de los ligeros por la NBA en el mismo Olympic Auditorium, el Tigrillo se impuso por decisión dividida a Jimmy Carter en quince rounds, en un duelo donde el mexicano mostró su característico estilo, haciendo honor al apodo que le pusieron en Estados Unidos, El Incansable, por la manera en que tiraba golpes cuando atacaba de frente. En este combate se registró una entrada de más de siete mil aficionados. Las apuestas estaban en contra del mexicano en razón de cuatro a uno. Al inicio del segundo round, Lauro castigó a su rival con dos derechazos a la quijada que hicieron trastabillar al todavía campeón, pero éste respondió al provocar una herida en el ojo izquierdo del retador en el noveno asalto; luego el Tigrillo le abrió el pómulo izquierdo a Carter en el episodio trece. De hecho, quienes vieron el combate comentaron que Lauro se veía cansado a partir del séptimo round. Pero al contrario, fue entonces cuando comenzó a empujar con fuerza. Salas dominó los últimos cuatro rounds para llevarse el triunfo luego de que el juez Frankie Van dio 82-83 puntos a favor del peleador de color, mientras que Mushy Callahan otorgó 84-81, y Joe Stonek, 83.5-81.5. Cuando se dio el veredicto a favor del regio, Carter lo felicitó y se dirigió a sus vestidores. Salas recibió el aplauso de los fanáticos. De esta forma y en su tercera defensa como monarca de los livianos, Salas le arrebataba el título a Carter. La prestigiosa revista Ring Magazine consideró el resultado de esta pelea como la “derrota del año” para Carter. Hay que destacar, como lo señalan algunos expertos de la época, que Lauro no era un ligero natural, más bien era un pluma crecido en peso, pero que peleaba en una división más arriba. De hecho, cuando ganó el título mundial, el regio pesó 131 libras y Carter 134. A manera de efeméride hay que señalar que antes del Tigrillo, el tapatío Juan Zurita se había coronado en esta misma división al derrotar a Sammy Angott en 1944. Salas se convirtió en el primer mexicano que conquistó la corona de los ligeros sin que haya reclamación sobre ésta, ya que en el caso de Zurita ganó la versión de este título al ser reconocido únicamente por la NBA en América, mientras que el cetro de Lauro fue aceptado en América y en Europa. Lauro había conseguido un triunfo histórico; además, era el primer peleador regiomontano con un campeonato mundial en el bolsillo. Para entender la magnitud de este triunfo, hay que tener presente que los peleadores necesitaban llevar muchas peleas a cuestas para poder llegar a ser los reyes del pugilismo, tal como fue el caso de Salas, quien llegó a su pleito 84 en su carrera profesional. En cambio, en la época contemporánea hay pugilistas como el tailandés Saensak Muangsurin, quien apenas en su tercera pelea profesional conquistó el cinturón de los wélter júnior del Consejo Mundial del Boxeo, tras vencer al español Perico Fernández el 15 de julio de 1975.

Héroe en Monterrey Cuando el Tigrillo arribó a Monterrey en un bimotor N 1814-M, cientos de personas lo recibieron como un héroe en el Aeropuerto del Norte, localizado en el municipio de Salinas Victoria, a las cuatro de la tarde con cinco minutos del domingo 25 de mayo. Una numerosa multitud le brindó al flamante campeón un recibimiento espléndido; aplaudió al unísono a su llegada, mientras un grupo de mariachis interpretó piezas como “La Virgen de la Macarena”. Las artistas Verónica Loyo y las Hermanas Águila se quedaron con las ganas de entregarle un ramillete de flores, pues con la cantidad de personas que había en el lugar era imposible acercarse a Lauro. Tras conquistar el campeonato universal, el regio sostuvo dos combates sin poner en disputa su título. El primero fue el domingo

22 de junio de 1952 en el Auditorio Monterrey, donde venció a Harold Dade, ex monarca mundial de los gallos, por nocaut en el cuarto episodio. Los periodistas de la época dijeron que el oponente de Salas se había aventado en realidad un clavado, sin precisar si lo hizo por la contundencia del ataque o para evitar salir con más golpes. A este combate asistieron a verlo personalidades como el gobernador Ignacio Morones Prieto, además del beisbolista Epitacio La Mala Torres. El 23 de septiembre de 1952 noqueó a Ramón Youngen el quinto round, en la ciudad de Phoenix, Arizona. Después vino la revancha contra Jimmy Carter, el 15 de octubre de 1952 en una pelea celebrada en el Chicago Stadium, del estado de Illinois. El regio no se preparó lo suficiente para afrontar aquel duelo, y en cambio se dedicó a jugar a la baraja y a fumar en exceso, situación que aprovechó el estadounidense a su favor. Salas además fue siempre considerado un peso pluma, por lo que a la hora del combate dio libras de ventaja a su rival. Previo al enfrentamiento, la mayoría de los expertos consideraba favorito al retador para recuperar la preciada faja, y se cumplió tal predicción. Carter dominó la pelea desde el principio, luego de provocar en el séptimo asalto una cortada en el ojo derecho de Salas. De ahí se enfiló a ganar por decisión unánime, pues los jueces puntearon a favor del nuevo campeón: Franklin Spike McAdams, 84-66; James McManus, 82-68 y Frank Gilmer, 81-69. Lauro tuvo en el décimo segundo round el mejor asalto del combate. En esta pelea entraron cinco mil 283 aficionados y Salas ganó la mayor bolsa de su carrera al recibir treinta y siete mil 500 dólares, pero su insatisfacción de perder el campeonato lo hizo sentirse decepcionado; y se recriminó por la pobre preparación física con la que llegó a esta contienda. Hay que destacar que Lauro peleó cinco veces en un lapso de seis meses desde que combatió por primera vez con Carter, el 1 de abril de 1952, hasta que cedió su corona el 15 de octubre del mismo año, una situación normal en aquella época, como ya se comentó. Hoy sabemos que era una práctica inhumana para los boxeadores pues debían saltar al ring muchas veces con pocos días de preparación entre un combate y otro.

*Agradecemos a Héctor Leal la autorización para publicar este fragmento perteneciente al libro Nocaut al olvido. Lauro el Tigrillo Salas, Universidad Autónoma de Nuevo León-Fondo Editorial de Nuevo León, 2013.


País: Filipinas Récord: 31-2-0 (20 KOs)

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País: EUA Récord: 44-0-0 (26 KOs)

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BOXING

País: Ucrania Récord: 60-3-0 (51 KOs)

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País: Argentina Récord: 51-2-2 (28 KOs)

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País: México Récord: 26-0-1 (14 KOs)

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País: Cuba Récord: 12-0-0 (8 KOs)

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Guillermo Rigondeaux

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colaboradores de AGOSTO Andrew Fruman Escritor de boxeo canadiense con sede en Toronto. Escribe para The Cruelest Sport y The Living Daylights, y es el editor asistente de Bad Left Hook. Es miembro de la Organización de Investigación Internacional de Boxeo y colaborador y editor de la base de datos BoxRec.

Héctor Leal Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Ha colaborado como reportero en los periódicos ABC y Milenio. Trabajó como editor en el periódico El Norte y en el diario deportivo Récord.

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