Montaña rusa - ¡Recorré el libro!

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solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio.rusa Bajó la mirad Montaña preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. tres •bajaron entonces hasta A. S. Los Pushkin M. I. Lérmontov ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d M. Dostoievski vencido de• N. queV.túGógol y los• F.demás dioses del Olimp maravillosa. pido entonces una señal, pa • I. S.Te Turguéniev • L. N. Tolstói disputas entre nosotros por el trono que fue • A. P. cada Chéjovuno • M.deGorki alabra de Minos, sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios


solvamos nuestro conflicto!Los tres hermanos modo de solucionar esta disputa podrían encontr propuso: —Estoy convencido de que los dioses es así. Sé que es así. Y he pensado una forma lo que digo es cierto, los dioses me concederán a n, incrédulos. Índice —En caso de que eso ocurra, acept Radamantis siguió en silencio. Bajó la mirad preguntó entonces Minos—. ¿Aceptas o no sin mirarlo. Los tres bajaron entonces hasta ofreció un sacrificio a Poseidón8. —¡Poseidón, d vencido de que tú y los demás dioses del Olimp maravillosa. Te pido entonces una señal, pa disputas entre nosotros por el trono que fue alabra de Minos, cada uno de sus gestos, con u uas, la prueba de que digo la verdad —exclamó sobre el que tú reinas, un toro. Una vez que dos los cretenses sean testigos del homenaje a as como si se avecinara una tormenta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell arena de la playa, fue caminando hasta Min tis como Sarpedón reconocieron la voluntad de orona de toda Creta. Así fue. Pero el día en dió conservar aquel toro espléndido, que podía ntonces ocultarlo en sus rebaños, y lo reempl o por la afrenta, Poseidón decidió vengarse. castigar a quienes cometen una falta contra ell oco después de su intento de engaño. ta. El mis interior del torbellino que formaba la espum o blanco. Un animal magnífico, de una bell rena de la playa, fue caminando hasta Minos y mo Sarpedón reconocieron la voluntad de los dios Bienvenidos a la estación de Montaña rusa .................................................... 6

El disparo, de A. S. Pushkin. ................................ 22 El fatalista, de M. I. Lérmontov........................... 39 La nariz, de N. V. Gógol....................................... 51 Bobok, de F. M. Dostoievski ................................. 83 Una reliquia viviente, de I. S. Turguéniev..........104 Después del baile, de L. N. Tolstói .................... 121 Una bromita, de A. P. Chéjov............................. 134 La canción del petrel, de M. Gorki ................... 141 Trabajos en la estación . ................................. 144 Cuadro de movimientos literarios ................. 156


ir, los sobresaltó un espantoso estrépito provenie ras, se encontraron con que una antigua armadura de losa, y vieron al fantasma de Canterville sentad na expresión de agudo dolor en el rostro. Los mel proyectiles, con una puntería que solo pueden adquirir esor de caligrafía. Mientras tanto, elatraviesan ministro de los Los personajesde de losacuerdo relatos que conforman esta antología muchas veces situaciones ordenaba, con los usos de la etiqueta calif que su lectura quede a consideración del docente responsable. vantó complejas con queunhacensalvaje alarido de furia y se escabulló de Washington Otis y dejándolos en una oscuridad t ó lanzar su célebre carcajada demoníaca, que en más cía que con ella había hecho encanecer la peluca de utrices francesas de lady Canterville renunciaran an sotadaBienvenidos más horrible hasta que retumbó una y otr a ezaban a extinguirse los escalofriantes ecos, se abri la yestación de celeste le dijo al fantasma: –Me temo que usted lla de la solución medicinal del Doctor Dobell. Si sma la miró enfurecido y de inmediato comenzó a pr hazaña que le había valido un merecido renombre, manente idiotez del tío de lord Canterville, el honora s que se acercaban lo hizo desistir de su propósito, d desvaneció lanzando un profundo gemido sepulcral, e zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com emelos y el grosero materialismo de la señora Otis lo que más lo perturbaba era no haber podido ncluso aquellos modernos estadounidenses se estreme otra razón que el respeto a su poeta nacional Long abía entretenido muchas veces mientras los Cante adura; la había vestido con gran éxito en el torneo por la Reina Virgen. Pero esta vez, cuando quiso pon orme coraza y del yelmo de acero, y cayó pesadamen los de la mano derecha. Durante varios días estuvo mantener la mancha de sangre en buen estado. Al r a cabo un tercer intento de asustar al ministro de osto para su aparición. Pasó la mayor parte de ese ran sombrero de ala flexible con una pluma roja, u da. Al atardecer estalló un violento temporal, y el vi antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese era pr n era el siguiente: se abriría paso con sigilo hasta el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en hington un rencor especial, pues estaba perfectam


ente del vestíbulo. Luego de baja apresur adamente a se había desprendido de su soporte y había caíd do en una silla de respaldo alto, frotándose las rodi lizos, que traían sus cerbatanas, dispararon sobr r quienes han practicado larga y pacientemente sobr s Estados Unidosapuntaba al fantasma con su revó iforniana, que pusiera las manos en alto. El fantas ó entre ellos, como una neblina, apagando al pasar total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuper s de una ocasión le había resultado extremadamente lord Raker en una sola noche y había logrado que ntes del primer mes de trabajo. En consecuencia, la ra vez en el viejo techo abovedado; pero, cuando ape ió una puerta y apareció la señora Otis vestida con no está nada bien de salud, y por ello le he traído se trata de una indigestión, este remedio lo ayudará repararse para convertirse en un enorme perro ne y a la cual el médico de la familia había atribuid able Thomas Horton. Sin embargo, el sonido de u de modo que se limitó a volverse ligeramente fosforesc en le preciso instante en que los gemelos estaban mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida s naturalmente le resultaban de lo más exasperan o colocarse la armadura. Había tenido la esperanz ecieran al ver al Espectro Acorazado, aunque no fu gfellow , con cuya delicada y atractiva poesía él mis erville estaban en la ciudad. Además, era su pro de Kenilworth, y había sido muy elogiada nada me nérsela, se vio completamente superado por el pes nte al suelo, raspándose las rodillas y lastimándose muy enfermo, y únicamente se movía de su habita l fin, luego de muchos cuidados logró reponerse y reso e los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes día revisando el guardarropa, y finalmente se decidió un sudario fruncido en las muñecas y el cuello, y una iento era tan fuerte que todas las ventanas y las puer recisamente el tiempo que más le gustaba. Su plan el dormitorio de Washington Otis, le susurraría la garganta al son de una música lenta. Le guardab mente al tanto de que era él quien tenía la costumbr


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El nacimiento de una nueva Rusia Todos hemos escuchado hablar de Rusia. Podríamos, incluso, ubicarla en el mapa. Sin embargo, la mayoría de nosotros desconocemos, seguramente, su historia y muchos de sus personajes más importantes. Veamos algunos momentos de esa historia y esos personajes que han dado nacimiento al país. En Rusia, la historia moderna comienza con el reinado del zar1 Pedro I Alexéievich, conocido como Pedro el Grande, quien gobernó el territorio entre 1682 y 1725. En ese momento, Rusia era un imperio. Durante su mandato, Pedro el Grande impulsó una serie de reformas que buscaban incorporar a Rusia al conjunto de las naciones modernas europeas. En este aspecto, su obra de gobierno más simbólica fue la creación, en 1702, de la ciudad de San Petersburgo, que sería la capital del Imperio. Esta obra fue llevada a cabo en el contexto de la guerra contra los suecos por el dominio de la costa báltica. Al ver que el desarrollo económico de Rusia estaba frenado por la falta de una salida al mar, Pedro decidió ocupar las regiones próximas a la desembocadura del río Neva, en el mar Báltico, que en ese momento estaban dominadas por los

El caballero de bronce, monumento a Pedro el Grande en la ciudad de San Petersburgo.

suecos. San Petersburgo era, entonces, más que una ciudad: era un proyecto “vasto y casi utópico de ingeniería cultural, para reconstruir al hombre ruso y convertirlo en europeo”.2 La ciudad comenzó a construirse a partir de un pequeño fuerte y creció a un ritmo vertiginoso. Para su construcción se emplearon miles de obreros llegados de todas partes de Rusia, quienes trabajaban en las peores condiciones, padeciendo el frío extremo y la humedad. Todas las edificaciones se realizaban sobre pilotes que se hundían en el suelo pantanoso y, 1 La palabra rusa zar (o tsar, en una pronunciación más exacta) con que se designaba al emperador deriva del nombre del dictador latino César (100 a. C. - 44 a. C.). 2 Orlando Figes, El baile de Natasha.


Bienvenidos a la estación por orden del zar, debían ser de piedra y no de madera, como se construían tradicionalmente en Rusia. Para Pedro, la construcción de la nueva capital era una prioridad. Por eso prohibió el uso de ese material en cualquier otra ciudad de Rusia: todas las piedras debían destinarse a la ciudad del delta del río Neva. La edificación de la nueva capital fue solo uno de los cambios introducidos por Pedro en la sociedad rusa. También tuvieron lugar otros, relacionados con la vida cotidiana. Así, por ejemplo, se obligó a los hombres a cortarse las barbas largas que solían usar, se adoptó el calendario juliano en lugar del antiguo calendario ruso y se incorporaron normas de educación y cortesía que no se habían tenido en cuenta hasta ese momento.

La entrada de Rusia a Occidente Alejada de la influencia del Renacimiento, la civilización rusa no había participado de los cambios de la era moderna: revoluciones científicas, descubrimientos marítimos, reformas religiosas. De Moscú —la antigua capital del Imperio ruso— no dependían grandes ciudades, no había allí universidades ni escuelas públicas, ni existía la burguesía. Antes de la fundación de San Petersburgo, los nobles rusos no tenían palacios importantes. Vivían en casas de madera que no

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eran mucho más grandes que las chozas de los campesinos, y su forma de vida se asemejaba bastante a la de estos últimos; muchas veces no tenían siquiera camas: en invierno se acostaban directamente sobre las grandes estufas de madera que tenían en sus casas y compartían el lugar con los sirvientes, las gallinas y los cerdos. Los integrantes de la nobleza con frecuencia vendían sus propiedades y compraban otras, que muchas veces perdían en el juego. Pedro odiaba Moscú y todo lo que esta ciudad representaba. Convirtió a todos los ciudadanos en sirvientes de la Corona y los organizó en rangos, de acuerdo con una tabla, acomodando en las posiciones más altas a los nobles según sus oficios y permitiendo el acceso de los ciudadanos comunes a ese estrato social. Así, muchos ciudadanos empezaron a recibir títulos en función de sus servicios al Estado. De este modo, “servir” se convirtió en sinónimo de “trabajar”, y los rangos se transformaron en una obsesión para la población rusa. Esta situación es retratada en algunos de los cuentos que podés leer en esta antología: por ejemplo, en “La nariz”, de Gógol, o en “Bobok”, de Dostoievski. La posición en la tabla de rangos y la cercanía a la familia del zar propició que muchos integrantes de la nobleza se enriquecieran considerablemente con propiedades, tierras y siervos: en parte producto de las concesiones hechas por el Estado como retribución a su apoyo en


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campañas militares, y en parte debido a las actividades comerciales. Sin embargo, estas familias gastaban más de lo que ganaban. Por eso, hacia mediados del siglo xix, muchas de ellas se encontraban endeudadas en varios millones de rublos. A diferencia de la antigua nobleza, los señores rusos llevaban por entonces una vida muy opulenta: tenían palacios con obras de arte rusas y europeas, cientos de criados que permanecían la mayor parte del tiempo ociosos y vestimentas lujosas; ofrecían cotidianamente unos banquetes descomunales, en los cuales —siguiendo las costumbres de los viejos nobles rusos— se abrían las puertas y accedía cualquiera, sin invitación; se importaban los mejores productos europeos (comida, bebida, vestidos, telas, joyas) y se propiciaban las artes como parte de este estilo de vida suntuoso. Los palacios solían contar no solo con muchos salones y salas de baile, sino incluso con un teatro. Los nobles

El Palacio de Invierno, en San Petersburgo, fue la residencia de los monarcas rusos desde 1732 hasta 1917.

comenzaron, además, a educar a los siervos más hábiles en las distintas artes: de esta manera creaban, por ejemplo, sus propias orquestas de siervos (una situación ilustrada en algunos cuentos de esta antología, como “Después del baile”, de Tolstói). Así, los palacios de San Petersburgo se convirtieron en un oasis de cultura europea implantado en el suelo campesino ruso. Este proceso de occidentalización solo se desarrolló firmemente entre los aristócratas y los flamantes funcionarios imperiales. En cambio, las grandes masas populares apenas fueron tocadas por él. Esta diferencia generó una brecha cada vez más grande entre los campesinos y sus amos. Millones de siervos conformaban la mano de obra barata, ilimitada e inagotable sobre la que se asentaba la civilización, la aristocracia y su riqueza. Solo algunos de estos siervos gozaban de una situación más privilegiada: aquellos que lograban destacarse en un arte eran enviados por sus amos a estudiar con los


Bienvenidos a la estación

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mejores profesores, la servidumbre y luego a veces incluso al crecían en compañía extranjero. Entre de los chicos camlas muchachas se pesinos, con lo cual elegía, además, a llevaban una vida las más bonitas, semisalvaje hasta y muchos de los que eran enviados nobles formaban a las grandes ciucon ellas verdadedades a cursar sus ros harenes, cosestudios. León Tolstói (1828-1910), uno de los tumbre que ellos De esta manera, autores rusos más importantes de la veían como señal a partir de la reforma literatura nacional. de modales europeos. de Pedro comenzaron a Cuando el noble se casaba convivir dos principios en o se cansaba de sus concubila civilización rusa: el europeo nas, se ocupaba de casarlas con los —una serie de costumbres impuestas a la siervos de mejor posición y les daba una fuerza por parte del Estado y adoptadas buena dote. Muchas veces, en los latifun- luego por el sector más privilegiado de dios y palacios de los nobles convivían los la sociedad— y el ruso: un conjunto de hijos que habían tenido con diferentes costumbres pertenecientes, básicamente, concubinas y los hijos legítimos. Ya en a la cultura campesina. Estos dos princiel siglo xix, se hicieron frecuentes los ca- pios siempre estuvieron en tensión en la samientos de los señores con sus siervas. vida social rusa y se convirtieron en un En cuanto a los hijos de los señores, estos tópico de la literatura. eran criados por nodrizas provenientes de


responda a los censores y fundamente las razones d obra; y sin duda estoy bastante en deuda con todas las personas que le dieron su aprobación como para creerme obligado de una diserta ción, hechae comedia, me surgió después de las dos o tres primeras repr presentación de fenómenos psíquicos.

El disparo biografía

lla estaba acostado un joven hermoso, de cabellos tan do uz de la lámpara refulgían como rayos de sol. La piel p afía biograunque del más precioso mármol, con la suavidad de los r. De su espalda brotaban dos alas, que se encontraba undo reposo. Psique reconoció al dios.Fascinada, dejó caer Alexandr Pushkin a besar el cuerpo deSerguéievich Eros sin despertarlo. Al pie del (1799 †tomó 1837) l arco y las flechas. Psique una, y sin quererlo se dedo. Al instante, el amor que había sentido por su es Nació en 1799. Los acontecimientos de 1812 ypara la lectura de los autores del los labios manera extraordinaria. Se acercó besarle la rebelión. Sus primeros vimiento Romanticismo una gotaprontodelencendieron aceiteen éldela chispa la delámpara se derramó so poemas bien en los círculos dirigentes y fue desterrado: primero o de Eros, queno cayeron se incorporó con un salto de dolor. Junto Cáucaso, luego al sur de Rusia.de Allí se contactó con lastan sociedades secrestado un aljoven hermoso, cabellos dorados que a la tas que como conspiraban contra el gobierno. de los Decembristas ra refulgían rayos de sol.La Rebelión La piel parecía hecha del encontró desterrado, zar Nicolás después de restablecer de una flor mármol, loaunque con lay el flamante suavidad de I,los pétalos la “paz”,dos lo convocó a San que Petersburgo, donde le preguntó de quéen lado se brotaban alas, se encontraban el más pro habría puesto deal haberdios.Fascinada, estado en la capital durantedejó la rebelión: Psique reconoció caerel poeta la daga y com a favor de los despertarlo. rebeldes. Sufrió, entonces, una censura l cuerpo sedeposicionó Eros sin Al pie estricta del lecho estab lo condenótomó a vivir pobre, ya quey no le permitía publicar sus obras. flechas. que Psique una, sin quererlo se pinchó un d Entrehabía 1823 y 1830 publicó la novela en verso Evgueni , considerada l amor que sentido por su Onieguin esposo se laavivó de ma obra fundacional de la literatura rusa. Escribió, una granpero cantidad con el mo aria. Se acercó para besarle los además, labios, de poesías, cuentos, obras dramáticas en verso, la novela La hija del capitán el aceite de la lámpara se derramó sobre el yhombro de la Historia rebelión de Pugachov . El relatoJunto incluido en esta forma rporó con unde lasalto de dolor. a selección ella estaba acostad de los Cuentos del finado Iván Petrovich Belkin moso, de parte cabellos tan dorados que (1831). a la luz de la lámpara En la corte Pushkin. En 1837 fue arrastrado a un duelo, rayos de sol. Laconspiraban piel contra parecía hecha del más precioso m donde murió por un oficial de francés. Teníaflor. 37 años, yDe su corta vida la suavidad de asesinado los pétalos una su espalda b para convertirse en el poeta por los profundo rusos hasta hoy. reposo. P alas, quele alcanzó se encontraban enmáselamado más l dios.Fascinada, dejó caer la daga y comenzó a besar el n despertarlo. Al pie del lecho estaban el arco y las fl mó una, y sin quererlo se pinchó un dedo. Al instante, e sentido por su esposo se avivó de manera extraordinari


Alexandr Serguéievich Pushkin Nos disparamos.

Baratinski1

Juré dispararle por mi derecho de duelo (aún tenía a mi favor mi disparo).

“Una noche en el vivac”2

orados I parepétalos an en elstábamos en el pueblito de ***. La vida del oficial del la dagaejército es conocida. Por la mañana las lecciones, el lecho picadero; el almuerzo en casa del comandante del regimiento o en la taberna de algún judío; a la tarde, ponche sposo se y cartas. En *** no había ni una casa abierta, ni una joven para novia; nos visitábamos entre nosotros, s, pero obredonde no veíamos otra cosa que nuestros uniformes. En nuestro grupo había un solo hombre que no era a ella a luzmilitar. de Tenía unos treinta y cinco años, y nosotros lo considerábamos viejo. Su experiencia le daba, ante nosol más tros, un gran ascendente; además, su carácter sombrío r. De ofun-habitual, su brusquedad y su lengua viperina ejercían una gran influencia en nuestras mentes jóvenes. Cierto menzó ban halo el misterioso rodeaba su destino; parecía ruso, pero dedo. tenía Alnombre extranjero. Tiempo atrás había servido en anerael regimiento de húsares, incluso felizmente; nadie sabía los motivos que lo llevaron a pedir la baja y establecerse ovimiento en un pueblito pobre, donde vivía austeramente y a la vez e Eros, do underrochando; siempre iba caminando, vestido con una levita desgastada, y mantenía una mesa abierta para a refultodos los oficiales de nuestro regimiento. A decir verdad, mármol, bro-su almuerzo consistía de dos o tres platos preparados por un soldado retirado, pero el champagne fluía como un Psique manantial. Nadie conocía su condición ni sus ingresos, cuerpo lechas. el amor ia. Se

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1 Evgueni Baratinski (1800-1844) era considerado por Pushkin el poeta elegíaco más grande de Rusia. 2 “Una noche en el vivac” es el título de un cuento de BestúzhevMarlinski (1797-1837). 3 Como en otros cuentos de esta selección, no indicar el nombre de un lugar es un recurso realista frecuente. Permite reforzar el efecto de verosimilitud porque, así, se puede estar hablando de cualquier lugar o persona. 4 El picadero es el lugar donde se adiestran los caballos y las personas aprenden a montar. 5 Se llama ponche a una bebida alcohólica, fría o caliente. 6 Ascendente es sinónimo de influencia. 7 Lengua viperina significa ‘lengua de víbora’. Se aplica a las personas dadas al chisme y a hablar mal de los demás. 8 Los húsares eran una unidad de caballería ligera. 9 La mesa abierta es un símbolo de que se puede concurrir a comer sin invitación.


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10 Los rublos son la unidad monetaria de Rusia.

El disparo

y nadie se animaba a preguntarle sobre ello. Tenía libros, la mayoría militares, pero también novelas. Con gusto los prestaba para leer, nunca pedía que se los devolviesen; a su vez, nunca le devolvía a su dueño un libro que estuviese leyendo. Su principal ocupación consistía en tirar con la pistola. Las paredes de su habitación estaban todas agujeradas por las balas, todas llenas de agujeros como un panal de abejas. Una rica colección de pistolas era el único lujo de la pobre choza de adobe donde vivía. El arte que había alcanzado era increíble, y si hubiese desafiado a alguien de nuestro regimiento a acertarle a una pera puesta sobre su gorro, nadie habría dudado en poner debajo su cabeza. Nuestras conversaciones trataban con frecuencia sobre duelos; Silvio (así lo llamaré) nunca intervenía en ellas. Cuando le preguntaban si alguna vez había tenido que batirse respondía que sí, pero no entraba en detalles, y se veía que esas cuestiones le resultaban desagradables. Suponíamos que en su conciencia pesaba alguna víctima desafortunada de su terrible arte. Además, no se nos ocurría sospechar de él algo parecido a la cobardía. Hay gente cuyo solo aspecto exterior aleja esas sospechas. Un suceso fortuito nos sorprendió a todos. En una ocasión, diez de nuestros oficiales estaban cenando en casa de Silvio. Bebieron como de costumbre, es decir mucho; después de la cena, intentamos convencer al anfitrión de que organizara una partida de banca. Se negó durante un buen rato, porque casi nunca jugaba; por fin, ordenó que le llevasen cartas, desparramó sobre la mesa unas cincuenta monedas de diez rublos10 y se puso a repartir. Lo rodeamos, y comenzó el juego. Silvio tenía la costumbre de conservar un absoluto silencio mientras jugaba, nunca discutía ni daba explicaciones. Si uno de los jugadores se equivocaba en la cuenta, enseguida él pagaba lo que faltaba o anotaba lo que sobraba. Nosotros ya lo conocíamos, y no impedíamos que llevase el juego a su manera. Pero entre nosotros se encontraba un oficial


Alexandr Serguéievich Pushkin al que habían trasladado hacía poco tiempo. Jugando con nosotros, este oficial dobló de más el borde de una carta11 por distracción. Silvio tomó la tiza e igualó la cuenta, según su costumbre. Pensando que Silvio se había equivocado, el oficial se puso a dar explicaciones. Sin decir nada, Silvio siguió jugando. El oficial perdió la paciencia, tomó el cepillo y borró lo que a él le parecía anotado sin motivo. Silvio tomó la tiza y volvió a escribirlo. El oficial, exaltado por el vino, el juego y las risas de los compañeros, se sintió terriblemente ofendido y en su enojo agarró de la mesa un candelabro de cobre y se lo arrojó a Silvio, quien apenas logró esquivar el golpe. Nos quedamos confundidos. Silvio se puso de pie, empalidecido por el enojo, y con los ojos fulgurantes dijo: —Querido señor, tenga a bien retirarse, y agradezca a Dios que esto haya ocurrido en mi casa.

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11 En la partida de banca, doblar mucho el borde de una carta significa que el jugador aumenta la apuesta.


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12 Se llama tallador a la persona que oficia de banca en el juego. 13 En las cartas francesas, el as es la carta correspondiente al número 1. 14 Mancillado es un adjetivo que se aplica al honor. Significa ‘manchado’.

El disparo

Nosotros no dudábamos de las consecuencias, y considerábamos al nuevo camarada ya muerto. El oficial salió, después de declarar que estaba dispuesto a responder por la ofensa de la manera que el señor tallador12 considerase conveniente. El juego se extendió unos minutos más, pero sentíamos que el dueño de casa no estaba de humor para juegos y nos fuimos yendo uno tras otro, dispersándonos en dirección a nuestras casas, hablando de la próxima vacante. Al día siguiente, en el picadero, nos preguntábamos si estaría vivo el pobre teniente, cuando este apareció entre nosotros. Le hicimos la misma pregunta. Respondió que todavía no había recibido ninguna noticia de parte de Silvio. Esto nos sorprendió. Nos dirigimos a casa de Silvio, y lo encontramos en el patio, metiendo una bala tras otra en un as13 pegado a la puerta. Nos recibió como acostumbraba, pero sin decir una sola palabra sobre los hechos de la noche anterior. Pasaron tres días, y el teniente seguía vivo. Sorprendidos, nos preguntábamos: —¿Acaso Silvio no se batirá? Y Silvio no se batía. Finalmente, quedó satisfecho con una ligera explicación e hicieron las paces. Esto lo perjudicó extraordinariamente en la opinión de la juventud. La falta de valentía es lo que menos perdonan los jóvenes, quienes suelen ver en el valor la cumbre de las virtudes humanas y la justificación de todo tipo de vicios. Pero poco a poco todo se fue olvidando, y Silvio volvió a tener la misma influencia de antes. Yo era el único que no podía acercarse a él. Tenía por naturaleza una imaginación romántica, y antes de aquello estaba más fuertemente que todos ligado al hombre cuya vida era un enigma y que me parecía el héroe de un relato misterioso. Él me apreciaba; por lo menos, solamente conmigo dejaba de lado su violenta maledicencia habitual y conversaba sobre varios temas con simplicidad y extraordinaria amenidad. Pero después de la desgraciada velada la idea de que su honor había sido mancillado14 y que él tenía


Alexandr Serguéievich Pushkin la culpa de no lavarlo no me abandonaba, y me impedía acercarme a él como antes; me daba vergüenza mirarlo. Silvio era lo suficientemente inteligente y experimentado como para no advertirlo y no adivinar los motivos para ello. Parecía que esto lo afligía; por lo menos, dos veces le vi el deseo de darme una explicación, pero yo evitaba esas ocasiones, y Silvio renunció a mí. Desde entonces me encontré con él solo en compañía de otros camaradas, y los diálogos sinceros que antes solíamos tener se acabaron. Los dispersos habitantes de la capital no tienen idea de muchas impresiones que son tan conocidas por los habitantes de una aldea o de una pequeña ciudad, por ejemplo la expectativa por el día en que llega el correo: los martes y viernes la oficina de nuestro regimiento estaba llena de oficiales: uno esperaba dinero; otro, cartas; otro, periódicos. Generalmente, los paquetes eran abiertos ahí mismo, se transmitían las novedades, y la oficina presentaba un cuadro de enorme animación. Silvio recibía las cartas en nuestro regimiento, y generalmente él también se encontraba allí. Una vez le entregaron un paquete que abrió con visible impaciencia. Mientras recorrían la carta, sus ojos centelleaban. Ninguno de los oficiales, ocupados con sus propias cartas, lo advirtió. —Señores —les dijo Silvio—, las circunstancias exigen que me ausente de inmediato; me marcharé esta misma noche. Deseo que no rechacen cenar en mi casa por última vez. Lo espero también a usted —continuó, dirigiéndose a mí—, lo espero sin falta. Con esas palabras salió apresuradamente; nosotros, acordando reunirnos en casa de Silvio, nos dispersamos cada uno por su lado. Llegué a la casa de Silvio a la hora indicada, y encontré allí a casi todo el regimiento. Todas sus pertenencias ya habían sido sacadas; quedaban solo las paredes desnudas, llenas de disparos. Nos sentamos a la mesa. El anfitrión estaba con un ánimo estupendo, y pronto su alegría se

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El gauta combatió si descanso, hasta que co siguió librarse de aq guardianas de profun y continuar. Nadó m tiempo, más y más do. A medida que ava ba, las aguas se fr


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15 El adjetivo botarate se aplica a la persona que tiene poco juicio y obra precipitadamente y sin reflexión.

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hizo general; a cada minuto resonaban las botellas al descorcharse, constantemente los vasos se llenaban y burbujeaban, y de todo corazón le deseábamos al que estaba por partir un buen viaje y todo tipo de bendiciones. Nos levantamos de la mesa ya tarde. Cuando todos buscaban sus gorros, Silvio, que se despedía de ellos, me tomó del brazo y me detuvo en el momento en que estaba por salir. —Necesito hablar con usted —me dijo en voz baja. Me quedé. Los invitados se fueron; nos quedamos los dos solos, nos sentamos uno frente al otro y, sin hablar, empezamos a fumar nuestras pipas. Silvio parecía preocupado: no quedaban rastros de su reciente alegría convulsiva. Una palidez sombría, los ojos centelleantes y el humo espeso que salía de su boca le daban el aspecto de un auténtico diablo. Pasaron algunos minutos, hasta que Silvio rompió el silencio. —Puede ser que no volvamos a vernos —me dijo—. Antes de separarnos, quería explicarme con usted. Ha podido advertir que me importa muy poco la opinión ajena; pero a usted lo aprecio, y siento que me sería penoso dejar en su mente una impresión injusta. Se interrumpió y se puso a llenar su pipa, que ya se había apagado. Yo callaba, mantenía los ojos bajos. —Le resultó extraño —continuó— que no haya exigido satisfacción a ese borracho botarate15 de R***. Estará de acuerdo en que, teniendo el derecho de elegir el arma, su vida estaba en mis manos, y la mía prácticamente fuera de peligro. Podría atribuir mi moderación a mi gran generosidad, pero no quiero mentir. Si hubiese podido castigar a R*** sin exponer mi vida en absoluto, jamás lo habría perdonado. Yo miraba a Silvio con asombro. Semejante confesión me había confundido completamente. Silvio continuó. —Así es. No tengo el derecho de exponerme a la muerte. Hace seis años recibí una cachetada, y mi enemigo aún está vivo. Mi curiosidad se excitó fuertemente.


ipio, munas se burta comedia; reidores la , y todo lo e pudieron ho de ella

lla no evitó que haya tenido un éxito del que es a publicación, algún prefacio que responda a ; y sin duda estoy bastante en deuda con todas ara creerme obligado a defender su opinión con s cosas que tendría para decir sobre este tema ma de diálogo, y con la cual todavía no sé qué h ueña comedia, me surgió después de las dos o t oche la comenté en la casa donde me encontrab es muy conocido en sociedad, y que me hace el ho u agrado, no sólo para pedirme que me abocar quedé muy sorprendido cuando, dos días más ta erdad, de una manera mucho más galante y mu o en la cual muchas cosas me parecían demas ntaba esa obra en nuestro teatro me acusaran n ella. Así que eso me impidió, por considerac nta gente me presiona todos los días para qu mbre es la causa de que no incluya en este pref cida a hacerla aparecer. Si llegara a ser así, vu ico del delicado malhumor de algunas personas vengado gracias al éxito de mi comedia, y deseo por ellos como esta, con tal de que el resto siga d nas se burlaron de esta comedia; pero los reido r dicho de ella no evitó que haya tenido un éxito , en esta publicación, algún prefacio que respo obra; y sin duda estoy bastante en deuda con t para creerme obligado a defender su opinión con s cosas que tendría para decir sobre este tema ma de diálogo, y con la cual todavía no sé qué h ueña comedia, me surgió después de las dos o t noche la comenté en la casa donde me encontra o es muy conocido en sociedad, y que hace el ho su agrado, no sólo para pedirme qe me abocar


saltó un espantoso estrépito proveniente del vestíb on con que una antigua armadura se había desprendi ma de Canterville sentado en una silla de respaldo a l rostro. Los mel lizos, que traían sus cerbatanas, pueden adquirir quienes han practicado larga y pac ministro de los Estados Unidosapuntaba al fantas etiqueta californiana, que pusiera las manos en alto bulló entre ellos, como una neblina, apagando al p total. Al llegar a lo alto de la escalera, se recuperó na ocasión le había resultado extremadamente útil. S r en una sola noche y había logrado que tres insti r mes de trabajo. En consecuencia, lanzó su risotada ho abovedado; pero, cuando apenas empezaban a ex a señora Otis vestida con una bata celeste y le dijo por ello le he traído una botella de la solución medic dio lo ayudará. El fantasma la miró enfurecido y de e perro negro, una hazaña que le había valido un ribuido la permanente idiotez del tío de lord Canterv unos pasos que se acercaban lo hizo desistir de su p nte y se desvaneció lanzando un profundo gemido sepu zarlo.Cuando llegó a su cuarto, se derrumbó por com os y el grosero materialismo de la señora Otis natu s lo perturbaba era no haber podido colocarse l modernos estadounidenses se estremecieran al ver al peto a su poeta nacional Longfellow , con cuya deli eces mientras los Canterville estaban en la ciudad. éxito en el torneo de Kenilworth, y había sido mu cuando quiso ponérsela, se vio completamente supe ayó pesadamente al suelo, raspándose las rodillas y s estuvo muy enfermo, y únicamente se movía de s do. Al fin, luego de muchos cuidados logró reponerse de los Estados Unidos y a su familia. Eligió el viernes revisando el guardarropa, y finalmente se decidió p udario fruncido en las muñecas y el cuello, y una dag era tan fuerte que todas las ventanas y las puertas ente el tiempo que más le gustaba. Su plan de ac orio de Washington Otis, le susurraría algo desde al son de una música lenta. Le guardaba a Washi e que era él quien tenía la costumbre de eliminar “Inigualable” de Pinkerton. Después de reducir al


bulo. Luego de baja apresur adamente las escaleras ido de su soporte y había caído al suelo de losa, y vie alto, frotándose las rodillas con una expresión de a dispararon sobre él dos proyectiles, con una punt cientemente sobre su profesor de caligrafía. Mient sma con su revólver y le ordenaba, de acuerdo con o. El fantasma se levantó con un salvaje alarido de f pasar la vela de Washington Otis y dejándolos en ó y decidió lanzar su célebre carcajada demoníaca, qu Se decía que con ella había hecho encanecer la peluc itutrices francesas de lady Canterville renunciaran a da más horrible hasta que retumbó una y otra vez xtinguirse los escalofriantes ecos, se abrió una puer al fantasma: –Me temo que usted no está nada bie cinal del Doctor Dobell. Si se trata de una indigest inmediato comenzó a prepararse para convertirs merecido renombre, y a la cual el médico de la fam ville, el honorable Thomas Horton. Sin embargo propósito, de modo que se limitó a volverse ligeram ulcral, en le preciso instante en que los gemelos estab mpleto, presa de una violenta agitación. La vulgarida uralmente le resultaban de lo más exasperantes, p la armadura. Había tenido la esperanza de que inc Espectro Acorazado, aunque no fuera por otra ra icada y atractiva poesía él mismo se había entrete Además, era su propia armadura; la había ves uy elogiada nada menos por la Reina Virgen. P Trabajos en laque estación erado por el peso de la enorme coraza y del yelm lastimándose los nudillos de la mano derecha. Dur su habitación para mantener la mancha de sangre y resolvió llevar a cabo un tercer intento de asustar es 17 de agosto para su aparición. Pasó la mayor p por un gran sombrero de ala flexible con una plu ga oxidada. Al atardecer estalló un violento tempora s de la antigua casa se sacudían y chirriaban. Ese cción era el siguiente: se abriría paso con sigilo h el pie de la cama y le clavaría tres puñaladas en ington un rencor especial, pues estaba perfectam la famosa mancha de sangre de Canterville con s imprudente y temerario joven a un estado de comp


Montaña rusa

Para revisar las historias Pushkin: “El disparo” 1 Conversen entre ustedes. ¿Cómo se describe la vida en el cuartel? ¿Cómo se sentían los soldados en ese ambiente?

Montaña

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El cuento tiene tres partes claramente diferenciadas, enunciadas a continuación. Léanlas y expliquen qué hechos señalan el pasaje de una parte a otra. 2

✸ La vida en el cuartel y la relación del narrador con Silvio. ✸ La relación del narrador con Silvio después del incidente en el

juego de cartas. ✸ El “reencuentro” con Silvio (o con la historia de Silvio). Analicen y describan con sus palabras la visión de la juventud que Pushkin desarrolla en este relato. 3

Comparen los dos momentos en que el agresor de Silvio se bate a duelo con él. ¿Cómo actúa en cada uno? ¿Qué cambió? 4

5 En un momento del relato, Silvio recibe una carta. ¿Qué función tiene esta carta en el desarrollo del cuento?

6 ¿Qué imagen de Silvio ofrece el final del cuento? ¿Por qué creen que el autor decidió que muriera en esas circunstancias? Compartan las respuestas en clase.

Lérmontov: “El fatalista” ¿Dónde se encuentra el narrador cuando suceden los hechos narrados? Justifiquen sus respuestas citando un fragmento del relato que sugiera esa ubicación. Recuerden copiar entre comillas la cita elegida. 7


Trabajos en la estación Los soldados del regimiento tienen distintas ideas sobre el destino. Indiquen cuáles son y expliquen cada una. 8

Relean la caracterización que el narrador hace de Vúlich. Luego, compárenlo con Silvio, el personaje de “El disparo”. 9

Rastreen los aspectos que se destacan de la vida en un regimiento. Luego, respondan. ¿Coincide la representación que hace Lérmontov con la que elabora Pushkin en “El disparo”? Indiquen las diferencias y las similitudes. 10

En “El fatalista”, se afirma que cada ser humano está predestinado a morir en un momento determinado. Conversen entre ustedes. ¿Creen que la muerte de Vúlich confirma esa afirmación? Argumenten su opinión. 11

Gógol: “La nariz” Elaboren una lista de los elementos del cuento que utiliza Gógol para generar un efecto humorístico en su relato. Ejemplifiquen cada uno con un fragmento del relato. 12

En el cuento aparecen representados los miembros de una clase artesana propia de las ciudades. Respondan las siguientes preguntas. 13

a.

¿Qué personajes corresponden a esa clase?

b.

¿Qué oficio tiene cada uno?

c.

¿Cómo son caracterizados por Gógol?

Expliquen cómo es el trato de las autoridades hacia los artesanos y hacia los funcionarios de cierto rango. ¿Es el mismo? ¿Por qué será así? 14

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