Nº 95
COMO PERROS Y GATOS LIKE CATS AND DOGS
95 Como perros y gatos Like cats and dogs
4. 6.
EDITORIAL
Ya lo sabíamos This we already knew TEXT
Gracias Thank you
Ruth Toledano DOSSIER
Robin Schwartz Amelia and the animals
94.
Ekin Küçük Cat Fever
24.
Pilar Aymerich Gatos Cats
102.
Eunice Adorno El libro de las mascotas The book of pets
32.
Amparo Garrido Sobre perros, la mirada y el deseo and Soy tú On dogs, the gaze and desire and I am you
110.
Charlotte Dumas Palermo
118.
Estela de Castro Retratos de Familia Family portraits
16.
40.
William Wegman Trabajo en equipo Teamwork
48.
Sage Sohier Animals
56.
Carlos Sanva Superhombres
Portfolio
62.
Masahisa Fukase Sasuke, mi gato querido Sasuke, my dear cat
128.
Angela Christofilou
70.
Joseph Fox Significant Others
134.
Martina Zanin
78.
Elliot Erwitt Mejor con perro It’s better with dogs
140.
Alan Nakkash
86.
146.
Gunnar Knechtel
Hellen van Meene Retrato de joven con perro Portrait of a young woman with dog
152.
Tommy Kha
EXIT Imagen y Cultura es una publicación trimestral de Producciones de Arte y Pensamiento, S. L. EXIT Image & Culture is published quarterly by Producciones de Arte y Pensamiento, S. L Editado por / Published by Producciones de Arte y Pensamiento SL Editor fundador / Founder Editor Rosa Olivares / editor@exitmedia.net Editora / Editor Clara López / logistica@exitmedia.net
Exit ha sido galardonada con los siguientes premios Exit has won the following awards Lucie Awards 2015 Mejor revista de fotografía del año Photography Magazine of the Year Kraszna-Krausz Foundation 2003 Mejor publicación de fotografía entre 2000 y 2003 Best Photography’s Publication 2000-03
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Esta revista ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura y Deporte
PORTADA / COVER Amparo Garrido. Soy tú, 2010. Courtesy of the artist.
CONTRAPORTADA / BACK COVER Masahisa Fukase. Sasuke, my dear cat, 1977‑78. Courtesy of the Archives Masahisa Fukase.
Agradecimientos / Acknowledgements Kent Rodzwicz de Sage Sohier Studio; Movanna Bolhuis de Hellen van Meene Studio; Josefa Ortega, de Casa Gallina; Bernardo Esquinca; Yseult Chehata y Louise Denicourt de Atelier EXB; Tomo Kosuga de Masahisa Fukase Archives; Ana Gómez de Contacto; Zsa-Zsa Eyck de Andriesse-Eyck Galerie; Pancho Saula de Galería Alta; Rafael Doctor; Javier Montorcier Cambra. Y a todos los artistas y autores que han participado en este número. And all the artists and authours that have contributed to this issue. En memoria de Max y Rocco / In loving memory of Max and Rocco Se donará un 10 % de las ventas directas por nuestra web de este título durante el 2024 a dos protectoras de animales: Bichos Raros y Fundación Santuario Vegan. We will donate 10% of the direct sales of this title on our website during 2024 to two animal shelters: Bichos Raros and Fundación Santuario Vegan.
Editorial
Ya lo sabíamos This we already knew Los que vivimos con gatos y con perros ya lo sabíamos. Incluso los que tienen pajaritos en su casa, hámsters, loros… Mis abuelos tenían conejos, cerdos y gallinas. Todos tenían nombre. Y los gatos eran una dinastía de varias generaciones. Ahora la investigación científica lo corrobora. Día sí y día también aparecen informes de investigaciones que “confirman la capacidad de los canes para entendernos, su talento natural para empatizar con otras especies y el placer cerebral que nos produce compartir la vida con ellos”. También todos los que tenemos hijos sabemos que un niño que se cría con perros y/o gatos es más empático y no hace bullying en el colegio, se siente más seguro de sí mismo y es más feliz. Pero ahora nos lo confirman científicos norteamericanos y sesudos textos en las revistas científicas. Gracias, pero eso ya lo sabíamos. En esta revista que usted, infatigable lector, tiene en sus manos, solo hablaremos de perros y gatos. Aunque de repente en alguna foto, por la esquina de una página, se puede colar un conejo, un canario, un gallo, unos corderitos, tal vez un precioso cachorro de burro. Es inevitable, porque los animales se suelen llevar bien entre ellos si el ambiente es adecuado, y si tienes espacio en casa todo puede suceder. Vamos a hablar de nuestras mascotas, y las más probables —y estadísticamente las más habituales— son los perros y los gatos. Ellos viven con nosotros, son nuestros compañeros… hasta el punto de que, en la mayoría de los países, empieza a haber normas de convivencia, regulación, legislación… todo lo que realmente no sería necesario si el hombre (nosotros y nosotras, la gente) tuviera la mitad de nobleza que ellos, los animales. Los perros llevan conviviendo con los humanos más de 12.000 años, fue el primer animal domesticado, creando una relación de común apoyo para la supervivencia y la seguridad, lo que hoy se llama un “win win”. Estar junto al hombre le facilitaba tener comida, ellos ayudaban en la caza y en la seguridad del poblado… Hasta que se dio el paso siguiente y un niño cogió un cachorrito y luego, bueno, luego, cada dueño de perro tiene un archivo fotográfico infinito de ellos, algunos se tatúan sus nombres y todos los tenemos en nuestra memoria para siempre, sea eso el tiempo que sea. Los gatos, aunque se hagan los duros, son también nuestros amigos, ellos se sienten superiores, pero esperan que les limpiemos sus areneros y les demos su comida a su hora, duermen con nosotros y saben 4
EDITORIAL
Those of us who live with cats and dogs don’t need to be told, and nor does anyone who keeps birds, hamsters, parrots and the like at home. My grandparents had rabbits, pigs and chickens. They all had a name. And as for cats, they were a dynasty spanning various generations. Scientific research has now underlined what we knew along, and there is not a day that goes by with research being published “confirming the ability of dogs to understand us, their natural talent to empathise with other species and the cerebral pleasure we derive from sharing our lives with them”. Those of us who have children also know that a child who grows up with dogs and/or cats around them has more empathy, is less likely to bully others at school, feels more confident about themselves and is happier. This has also been confirmed by North American scientists and learned texts in scientific journals. Thanks, but this we already knew. In this issue, tireless reader, we speak only of cats and dogs, though that is not to say that you won’t see a rabbit, canary, hen, some little lambs or a delightful donkey foal pop up in a photo or in the corner of a page. That’s inevitable, because animals usually get along just fine with each other in the right atmosphere, and if you have the room at home, then anything can happen. We’ll talk about our pets, which are most likely to be – as the statistics show – cats and dogs. They live with us. They are our companions, to the extent that in most countries there are now rules, regulations and legislation governing our coexistence with them, none of which would be necessary if people had half the nobility animals have. Dogs have been living with humans for more than 12,000 years and were the first domesticated animal of them all, creating a mutually supportive relationship that offered both parties survival and safety, in other words a win-win situation. Having a closer relationship with humans meant easier access to food for dogs. In return, they helped with hunting and keeping settlements safe. Then came the next step, as children began clutching puppies in their arms. Now, every dog owner seems to have countless photos of them. Some of us even have their names tattooed on our skin, and there isn’t one of us who doesn’t remember their dog forever, however long that may be. Though they play hard to get, cats are our friends too. They feel superior but hope all the same that we
que sin ellos no seríamos felices. Son semidioses. Y, los callejeros, aventureros nómadas y salvajes. El nuevo siglo XXI no solo ha traído guerras y epidemias, también ha traído una nueva forma de relación entre especies aquí, en esta tierra, que no es solo de los homínidos, sino que es de todos. Tal vez algún día encontremos vida en una lejana galaxia, pero mientras tanto debemos comprender que no estamos solos y que los animales no son objetos. El horrible término “seres sintientes” se queda pequeño cuando miramos a los ojos a nuestros perros, cuando nuestro gato se sube sobre nosotros para que le acariciemos. Y solo vamos a hablar de perros y gatos, pero ustedes pueden pensar más allá de estas páginas y comprender que todo lo que sangra siente. Que diferentes especies de monos se hacen bromas entre ellos y se ríen, que los pájaros cuando trinan están diciendo sus nombres (dato científico), que las vacas y los cerdos lloran cuando van al matadero… Que el océano alberga miles de familias, de historias y de experiencias de seres vivos inteligentes que se comunican entre ellos, que son algo más que una sopa de aleta de tiburón. Todo el que haya convivido con un animal sabe de lo que estoy escribiendo. Nosotros ya lo sabíamos. Pero no todos los perros, y sobre todo no todos los gatos, viven plácidamente con algún humano. Por desgracia son muchos los que mueren de frío y de hambre, a golpes, atropellados en unas ciudades inhóspitas, más duras que los bosques para ellos. Muchos son abandonados, desechados como juguetes rotos por cualquier motivo absurdo, por la comodidad de algún desaprensivo. Muchos aún son maltratados. Son víctimas anónimas de las guerras, de los desastres naturales. De incendios e inundaciones. ¿Quién se preocupa de rescatar a los animales cuando las lluvias torrenciales o un fuego devastador arrasa la ciudad? Ese debería ser el trabajo de los humanos, ayudarles a ellos, ya que vivimos todos juntos. En Brasil se ha demostrado que se puede, y después de unas inundaciones devastadoras, los humanos volvieron a buscar a sus mascotas, a sus perros y a sus gatos, que se morían de frío y de hambre. Es una muestra de que aún hay esperanza. Cuando vea un perro solo en la calle, ayúdele; cuidado con esos gatos que se refugian en su coche, no arranque de golpe, viven en la calle y tienen frío. Si va por carretera pare cuando un perro solitario y triste cruce la autopista; para usted es un minuto, para ellos es la vida lo que está en juego. Y, sobre todo, no abandone a sus perros ni a sus gatos, ellos no son cosas, ellos sienten y nos quieren, y nos necesitan tanto como nosotros a ellos. Porque ellos nos hacen ser mejores. En las siguientes páginas van a ver todo tipo de perros y gatos, en relación con el mundo de los humanos. Ellos viven con nosotros, también unos viven mejor que otros, pero todos tienen derecho a la vida, a la salud, a un techo, y, por qué no, también a una caricia. No espere a que se lo diga un científico. ¶
clear their litter trays out and feed them when it’s time. They sleep with us and know that we wouldn’t be happy without them. They are demi-gods, while street cats are wild, nomadic adventurers. The advent of the 21st century has brought with it wars, epidemics and a new form of inter-species relationship on Earth that belongs not to the hominidae but to every animal. Perhaps one day we will find life in a distant galaxy, but in the meantime we have to understand that we are not alone and that animals are not objects. The awful term “sentient beings” does not come anywhere close to cutting it when we look into our dogs’ eyes or when the cat climbs on top of us, looking for affection. We’re only going to talk about dogs and cats here, but when you think about every other animal you understand that everything that bleeds has feelings. There are species of monkeys that joke with each other and laugh, while birds say their names when they sing (a scientific fact), and cows and pigs cry when they go to the slaughterhouse. The ocean is home to thousands of families, stories and experiences of intelligent beings that communicate with each other and amount to more than just shark fin soup. Anyone who has ever lived with an animal knows what I’m talking about. We already know. The thing is, not every dog, and definitely not every cat, lives peacefully with a human being. Sadly, many of them die of cold and hunger or are battered or knocked over in inhospitable cities, which are altogether harder places for them to live than the woods. Many are abandoned, discarded like broken toys for the least little reason, because it makes life easier for the more unscrupulous among us. Many are mistreated, the anonymous victims of war, natural disasters, fires and flooding. Who bothers to go and rescue animals when torrential rain or devastating fire lays waste to a city? It should be our job to help them because we all live together. When huge floods hit Brazil, people showed what could be done by going back to their homes to rescue their pets, their cats and dogs, from dying of cold and hunger. As their actions showed, there’s still hope. When you see a dog alone in the street, help it out. And watch out for cats taking shelter in your car. Don’t just take off. They’re street cats and are cold. If a sad, lonely dog crosses the road in front of you, stop the car and get out. It’s just a minute of your time for you, but for them it’s their life that’s at stake. And first and foremost, don’t abandon your dogs or cats. They’re not objects. They have feelings, they love us and need us as much as we need them, because they make us better people. You’ll see all types of cats and dogs on the following pages, all of them connected to the world of humans. They live with us, some even live better than us, but they all have a right to life, good health, a roof over their heads, and a little TLC. Just don’t wait for a scientist to tell you. ¶
Rosa Olivares
Rosa Olivares
EDITORIAL
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Ruth Toledano
Gracias Thank you
Recibí la propuesta de escribir este texto cuando íbamos a enterrar a Wendy en El Último Parque. Un cementerio de animales es un Banco Mundial de Amor, como el de semillas de Svalbard, en el Ártico: si alguna vez la humanidad olvidara cómo se expresa lo mejor, debería pasear entre esas lápidas, caminar entre esos nichos pequeños donde han quedado grabados el cariño y la gratitud infinitos hacia esas vidas tan cortas que nos hicieron ser buenas personas. (“A mi querido perro, que ya no está, le regalo una sola palabra: gracias”, escribe simplemente el dibujante Jiro Taniguchi en la dedicatoria de su exquisita historia Tener un perro). Wendy iba envuelta en una mantita por la que asomaba una de sus orejas y llorábamos cuando mi hermana la depositó dentro de la tumba donde están los demás: Damiana, Brando, Roger, Montse, Pizca, Poca, Christian, Carlos, Juan González. Llevaba puesto el jersey rojo que la protegía del fresco, por la tos persistente de los últimos años. Wendy había cumplido unos dieciséis. Sus rescatadoras calcularon que tendría un año, quizá dos, cuando apareció en una rotonda al borde de una autopista. Una Cavalier King Charles sin raza, como si alguien hubiera borroneado a la perrita que Tiziano pintó con la Venus de Urbino o en el Retrato de Eleonora Gonzaga. Mejor: mestiza, plebeya, republicana. El Tribunal Supremo de Noruega ha ratificado la prohibición de la cría de Cavalier King Charles por problemas graves de salud debidos a su consanguineidad: “Más de cien años de cría basada en la pureza, la apariencia y la endogamia de la raza han producido trastornos hereditarios, un alto grado de consanguineidad y una esperanza de vida cada vez más corta. Las enfermedades y sufrimientos que la cría
All images: Tino García. Paul, 2020. Courtesy of the artist.
I was asked to write this article just as we were about to bury Wendy in El Último Parque, a pet cemetery south of Madrid. It’s a World Bank of Love, not unlike the Svalbard Global Seed Vault in the Arctic. Should humanity ever forget how best to express itself, it should take a walk among these headstones, these little niches etched with love and infinite gratitude for these short lives that have allowed us to be better people. (‘I have just one thing to say to my darling dog, who is no longer with us: thank you’, wrote the manga artist Jiro Taniguchi in the dedication of his exquisite story Raising A Dog). One of Wendy’s ears poked out of the little blanket we wrapped her up in, and we cried when my sister laid her down in the grave with the others: Damiana, Brando, Roger, Montse, Pizca, Poca, Christian, Carlos and Juan González. She was wearing the red sweater we’d put on her to protect her from the cold and the nagging cough she suffered from in her last few years. Wendy was 16. She was one, maybe two years old, when some people rescued her from a roundabout next TEXT
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La cría de razas representa frivolidad, especulación, una forma de racismo y de clasismo que se considera menor simplemente porque la especie humana aún considera a perros y gatos como una especie inferior e infravalora las discriminaciones que sufren.
inflige a nuestros perros son numerosos y completamente provocados por el hombre”, sentencian. Es un ejemplo. La cría de razas representa frivolidad, especulación, una forma de racismo y de clasismo que se considera menor simplemente porque la especie humana aún considera a perros y gatos como una especie inferior e infravalora las discriminaciones que sufren. La cría de razas comporta futuros problemas de salud a los cachorros. Antes, las madres habrán sido explotadas como máquinas de parir, involuntarias herramientas de un negocio sin escrúpulos. Muchas de esas madres viven en sótanos, garajes o naves industriales donde nunca ven la luz. Les cortan las cuerdas vocales para no alertar al vecindario. Viven confinadas en jaulas de apenas su tamaño. A causa de la inmovilidad forzada y de la descalcificación que les provoca un embarazo tras otro, apenas son capaces de andar. Con las fuerzas agotadas para dar a luz, son víctimas de cesáreas sin anestesia. Así hasta la extenuación. Antes de que puedan siquiera abrir los ojos, les arrebatarán a sus cachorros. Muchos tampoco sobrevivirán a las condiciones de su tráfico. Wendy era una de los casi 300.000 perros que se abandonan cada año en España, país líder de Europa en esa infamia. Se abandonan en verano los perros y gatos que en Navidad se compraron para regalar. Como si una vida fuera uno de esos regalos, un peluche, un juguete de catálogo que se arrumba una vez abierto, una vez usado, una vez roto por el desamor. (“Con los perros en sus jaulas dando vueltas / Y los gatos dando vueltas en sus jaulas / No hay nada más triste que una tienda de animales”, canta Hidrogenesse). Cuando esa bolita de pelo se convierte en un espigado adolescente, en una criatura curiosa y veloz, ávida de experiencias, puede llegar a engrosar esa cifra porque no cabe en el coche, no lo admiten en el hotel, no le dejan entrar en los museos. El verano será una pesadilla de asfalto hirviente en las cunetas. Wendy era una de ellas, acaso un año de edad, apenas cinco kilos. 8
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to a motorway. She was a non-pedigree Cavalier King Charles Spaniel, a dead ringer for the dogs in Titian’s Venus of Urbino or Portrait of Eleonora Gonzaga. She was better than that, though. She was a cross breed, a pleb, a republican. The Supreme Court of Norway recently banned the breeding of Cavalier King Charles Spaniels due to health problems caused by inbreeding: ‘More than a hundred years of breeding based on purity, appearance and endogamy have resulted in hereditary disorders, a high degree of inbreeding and increasingly short life expectancy. The disease and suffering that breeding inflicts on our dogs are numerous and entirely man-made,’ read the court ruling. This is but one example. Selective breeding is a frivolous, speculative activity, a form of racism and classism that is downplayed simply because we humans see dogs and cats as inferior species and thus underestimate the discrimination they suffer. Selective breeding spells future health problems for puppies, while their mothers are exploited for their ability to give birth, making them involuntary accessories in a wholly unscrupulous business. Many of these mothers live in basements, garages or industrial units and never see daylight. They have their vocal chords cut to prevent them from barking and alerting people living nearby. They are confined to cages in which they can hardly move, which, together with the calcium deficiency they suffer as a result of successive pregnancies, means they are barely able to walk. Exhausted by continually giving birth, they are also victims of Caesareans administered without anaesthetic. And before they can even open their eyes, their pups are taken away from them. Not surprisingly, many do not survive such conditions.
Selective breeding is a frivolous, speculative activity, a form of racism and classism that is downplayed simply because we humans see dogs and cats as inferior species and thus underestimate the discrimination they suffer.
Wendy was just another abandoned dog, one of the nearly 300,000 who suffer that fate every year in Spain, the highest figure in Europe. Dogs and cats are bought as gifts at Christmas and left to their fate in the summer, much like a teddy bear, a catalogue toy tossed in a corner once opened, once used, once broken out of a lack of affection. (‘Dogs in their cages going round and round / Cats going round and round in their cages / There’s no sadder sight than a pet shop,’ sings Hidrogenesse). When that little ball of fur becomes a slender adolescent, a strange and fleet-footed creature hungry to experience life, it may well end up part of that sad statistic because it doesn’t fit in the car and it’s not allowed in hotels or museums. For them, summer
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No es la única traición que la especie humana comete contra sus aliados más fieles. Todos los perros usados para cazar son perros semihundidos en el horror de esa guerra de un solo bando. Hambrientos, exhaustos, sangrantes. Colgados, disparados, lanzados a un pozo. Descartados, abandonados. Tampoco la escopeta es su único enemigo. Perros y gatos son usados en laboratorios de todo el mundo para experimentos que les producen horribles sufrimientos y los conducen a la muerte. Conviene no olvidar cuál es la situación de estos millones de animales para tomar conciencia de la enorme contradicción entre tales abusos y la relación de profunda intimidad que, sin embargo, perros y gatos han mantenido con la especie humana desde hace siglos. Tomar conciencia, hacer una memoria con la que proyectar un futuro de solidaridad interespecie desde una perspectiva no utilitarista, no antropocentrista, no especista. Hay una solidaridad interespecie que hoy se materializa en los santuarios (donde animales que eran destinados a la explotación y consumo humanos encuentran la segunda oportunidad de una vida de respeto a sus derechos como seres sintientes) y, por centrarnos en los animales que aquí nos ocupan, en las protectoras y refugios de perros y gatos, y en las colonias felinas, de las que, mayoritariamente, cuidan mujeres. Hay una relación entre las opresiones, una transversalidad en las discriminaciones, luchas interconectadas. La mayoría hemos oído hablar del perro Hachiko y nos ha conmovido su historia de lealtad: cada día esperaba durante horas en la estación japonesa de Shibuya a que su cuidador, el profesor Hidesaburō Ueno volviera del trabajo; cuando éste murió de forma repentina, Hachiko le esperó durante nueve años en esa estación, donde en 1934 fue erigida una estatua en su honor. Se conoce menos el “caso del perro marrón”, que tuvo lugar a principios del siglo XX en Inglaterra. Un perro cualquiera, seguramente secuestrado de la indigencia en
Tomar conciencia, hacer una memoria con la que proyectar un futuro de solidaridad interespecie desde una perspectiva no utilitarista, no antropocentrista, no especista. Awareness should be raised, a memory created so we can envisage a future of interspecies solidarity from a non-utilitarian, nonanthropocentric, non-speciesist perspective.
is a nightmare of scorching asphalt and roadsides. Wendy, who weighed barely 5kg when at the age of one, was one of them. Humans betray their most faithful friends in other ways too. Take hunting dogs, every one of which is semi-submerged in the horror of a one-sided war, left hungry, exhausted and bleeding; hanged, shot at, tossed into a well; cast aside, abandoned. Nor is the shotgun their only enemy. Cats and dogs are used in laboratories the world over in experiments that inflict tremendous suffering on them and lead to their deaths. It is worth remembering, therefore, what these millions of animals have to endure. There is, after all, a massive contradiction between such abuse and the profoundly intimate relationship that we humans have had with cats and dogs for centuries. Awareness should be raised, a memory created so we can envisage a future of interspecies solidarity from a non-utilitarian, non-anthropocentric, non-speciesist perspective. The interspecies solidarity we now have today is manifested at animal sanctuaries, where animals earmarked for exploitation and human consumption are given a second chance at having a life where their rights as sentient beings are respected. As for the animals that are the focus of this issue, they also find interspecies solidarity at shelters and sanctuaries for cats and dogs and for cats alone, where they are mainly cared for by women. There is a link between forms of oppression, a transversality across forms of discrimination, struggles that are interconnected. Most of us know the story of Hachiko the dog and found his tale of loyalty moving in the extreme. Every day, he would wait for hours at the train station in Shibuya, Japan, for his carer, Professor Hidesaburō Ueno, to come back from work. When Ueno died suddenly, Hachiko waited for him for nine years at the station, where a statue was erected in the dog’s honour in 1934. Less well known is the so-called Brown Dog Affair, which occurred in England in the early 20th century. The animal in question was a stray plucked from the streets and used for illegal vivisections at
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las calles para viviseccionar su cuerpo amordazado en el University College de Londres. Las dos únicas mujeres que asistieron en clase a su tortura hasta la muerte publicaron su denuncia, que tuvo gran eco e impulsó que en 1906 se erigiera una estatua en el parque de Battersea, entonces un barrio obrero, en memoria del “perro marrón”. Aquello enfureció a los estudiantes de Medicina, que lograron destruirla. Pero, tal y como cuenta la ensayista Sarat Colling en su excepcional libro Insurrección animal. Historias extraordinarias de rebelión y resistencia de los animales en la era del capitalismo global, los vivisectores encontraron resistencia: “Sufragistas, sindicalistas, socialistas y otros agitadores progresistas que se habían unido a las activistas antivivisección después de identificarse con la terrible situación del terrier y de empatizar con él”. No es de extrañar que estuvieran allí las primeras feministas: el patriarcado también ejerce violencia vicaria con los otros animales. En 1985 se reconstruyó en Battersea la estatua al “perro marrón”. Su larga inscripción concluye con una pregunta que más de un siglo después no ha encontrado respuesta: “Hombres y mujeres de Inglaterra, ¿hasta cuándo sucederán estas cosas?”. Se calcula que en el mundo hay más de 600 millones de perros y gatos sin hogar, lo cual conforma el 70 % de los perros que existen,
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según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Resulta paradójico, por tratarse de una de las relaciones más intensas y bellas que el ser humano pueda experimentar (con la deslumbrante particularidad de que se establece sin compartir lenguaje, entendiéndose en otro habla, comunicándose sin palabras). Pero el ser humano ni siquiera ha acabado con la guerra a su propia especie, qué se puede esperar. Acaso sólo inspiración en ese amor. “¿Cómo sería este mundo sin perros?”, se pregunta Mary Oliver en su libro Dog Songs: “Los perros son una especie de poesía cuando se dedican no solo a nosotros sino a la noche húmeda, a la luna, al olor a conejo en la hierba y a sus propios cuerpos saltando hacia delante”. La poeta llamó Percy a su perro por Percy Shelley, como yo llamé Byron a mi gato por Lord Byron, quien, en Epitafio para un perro, describió así a su perro Boatswain: Cerca de este lugar están depositados los restos de alguien que poseía belleza sin vanidad, fuerza sin insolencia, valor sin ferocidad, y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.
Gracias a la convivencia con perros y gatos, a la familia interespecie, tenemos la oportunidad de vernos como los otros animales que también somos, pensarnos más allá del humanismo. Thanks to our coexistence with cats and dogs, to the interspecies family, we have the opportunity to see ourselves as the other animals that we also are, to think of ourselves beyond the confines of human life.
University College London. The two women to attend the torture class, which ended in the tethered dog’s death, denounced what they had seen in a diary, triggering a major political controversy and leading, in 1906, to a statue being erected in memory of the brown dog in a park in the London district in Battersea. Enraged by the statue, a group of medical students attacked and destroyed in. Yet, as the author Sarat Colling writes in her outstanding book Animal Resistance in the Global Capitalist Era, the vivisectors met with great opposition: ‘Suffragettes, trade unionists, socialists and other progressive agitators who identified with the terrier’s situation and empathised with him and joined forces with the anti-vivisectionists.’ It is no surprise to find that the first feminists were there on the scene. After all, here was the patriarchy inflicting violence vicariously on other animals. In 1985, a new memorial to the brown dog was unveiled in Battersea. A lengthy inscription on one of its plaques ends with a question that has still to be answered over a century later: ‘Men and
women of England, how long shall these Things be?’ It is estimated that there are more than 600 million homeless cats and dogs in the world, a figure that includes 70% of all dogs, according to the World Health Organisation. Those statistics are something of a paradox, given that this is one of the most intense and beautiful relationships a human being can experience (a relationship made all the more amazing by the fact that it exists without a language being shared and involves understanding one another in another tongue, communicating without words). Yet given that humans cannot stop fighting wars with each other, is that figure any surprise? Perhaps there is nothing but inspiration in that love. ‘What would this world be like without dogs?’ asks Mary Oliver in her book Dog Songs: ‘They are a kind of poetry themselves when they are devoted not only to us but to the wet night, to the moon and the rabbit-smell in the grass and their own bodies leaping forward.’ The poet called her dog Percy after Percy Shelley, just as I named my cat Byron after Lord Byron, who described his dog Boatswain as follows in Epitaph To A Dog: Near this Spot are deposited the Remains of one who possessed Beauty without Vanity, Strength without Insolence, Courage without Ferocity, and all the virtues of Man without his Vices. As you can see, there is a long list of names that ties cats and dogs to our sentimental DNA, from Vicente Aleixandre’s Sirio to Laurie Anderson’s Lolabelle. The writers Julio Cortázar and María Zambrano shared a love of cats, while the photographers Pierre Gonnord and Estela de Castro were staunch defenders of both felines and canines through their work. This is a tradition of love that has endured for 12,000 years. Thanks to our coexistence with cats and dogs, to the interspecies family, we have the opportunity to see ourselves as the other animals that we also are, to
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Así, una cadena de nombres enlaza al de perros y gatos el ADN sentimental humano. Del Sirio de Vicente Aleixandre a la Lolabelle de Laurie Anderson. En consanguinidad de pelitos de gato, son primos Julio Cortázar y María Zambrano. El fotógrafo Pierre Gonnord y la fotógrafa Estela de Castro, hermano y hermana en su defensa. Más de doce mil años tiene esta tradición de amor. Gracias a la convivencia con perros y gatos, a la familia interespecie, tenemos la oportunidad de vernos como los otros animales que también somos, pensarnos más allá del humanismo (como propone el filósofo Jean Grenier en su delicioso libro Sobre la muerte de un perro). Nos dan el regalo de mirar nuestra condición humana desde su espejo benefactor. Como a Virginia Woolf y Flush, “nos une la prevención contra la tiranía”, pero también “nos une el amor”. ¿Hay algo que necesite más este mundo? Desde la vergüenza por la tiranía, pero también desde la felicidad compartida de nuestros cuerpos saltando hacia delante, regalo a todos los perros y gatos del mundo una sola palabra: gracias. ¶
Ruth Toledano es poeta, escritora y activista por los derechos de los animales. Ha publicado varios libros de poesía y de 1998 a 2011 fue columnista de opinión en El País. Actualmente escribe una columna semanal de opinión política en Zona Crítica y es editora del blog de derechos animales El caballo de Nietzsche, ambos en eldiario.es
think of ourselves beyond the confines of human life (as the philosopher Jean Grenier proposes in his wonderful book, Considerations on the Death of a Dog). They provide us with a benevolent mirror for viewing our human condition. Like Virginia Woolf and Flush, ‘we are bound by the fight against tyranny’, but also ‘bound by love’. Is there anything the world is more in need of? Out of shame at the tyranny, but also out of the shared happiness of our bodies leaping forward, I would like to say just one thing to all the cats and dogs in the world: thank you. ¶
Ruth Toledano is a poet, writer and animal rights activist. She has published several poetry books and was an opinion columnist for El País from 1998 to 2011. Currently, she writes a weekly political opinion column in Zona Crítica and is editor of the animal rights blog El caballo de Nietzsche, both in eldiario.es.
Tino García De repente todo se paró, la calle se convirtió en un sitio tranquilo y silencioso. Toda nuestra rutina se tornó distinta; nuestra vida en ese momento se hizo pequeña, se hizo íntima y temorosa. Nuestro día a día se rodaba en interior. Este trabajo habla de la fuerza de la fotografía cotidiana, de intentar contar un momento sin necesidad de grandes destinos ni grandes temas, habla de la belleza de la rutina y de cómo todo puede tener un componente estético nuestro día a día; nuestra realidad.
Suddenly everything stopped, the street became a calm and quiet place. Our whole routine became different; our life at that moment became small, intimate and fearful. Our everyday life was shot indoors. This work speaks of the power of everyday photography, of trying to tell a moment without the need for great destinations or great themes, it speaks of the beauty of routine and of how everything can have an aesthetic component in our everyday life; our reality.
Tino García (Oviedo, 1970) nos presenta en Paul su estrecha relación con su compañero canino durante los meses de confinamiento en la pandemia. Paul es un galgo adoptado por el artista en el año 2018 con cuatro meses de edad, fue dado en adopción por el galguero al que pertenecía porque se había roto una pata recién nacido y su dueño no tenía ningún interés en un perro cojo. Ese defecto que le podía haber costado la vida fue su pasaporte hacia una vida de sofá, mimos y confort.
Tino García (Oviedo, 1970) presents in Paul his close relationship with his canine companion during the months of confinement in the pandemic. Paul is a greyhound adopted by the artist in 2018 when he was four months old, he was given up for adoption by the greyhound breeder to whom he belonged because he had broken a leg when he was a newborn and his owner had no interest in a limping dog. This defect, which could have cost him his life, was his passport to a life of couches, cuddles and comfort.
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Amelia and the animals
Las fotografías de Amelia and the Animals, iniciadas en 2002, constituyen una serie en desarrollo obtenidas de viajes rea‑ les emprendidos con mi hija en el mundo privado multiespecie que habitamos con los animales. En el mundo que exploramos mi hija y yo, la línea entre lo humano y lo animal se solapa o desdibuja: los animales son parte de nuestro mundo y, los humanos, parte del suyo. Amelia y yo hemos encarnado nuestras fantasías y explo‑ rado nuestras excentricidades para recrear en las fotografías un espacio cultural en el que los animales no solo coexisten con los humanos, sino que interactúan como compañeros de pleno derecho. Retrato nuestra relación con los animales con la esperanza de que esos momentos muestren que los humanos y los anima‑ les somos iguales. Amelia demuestra una fortaleza y una ha‑ bilidad enormes en su capacidad para relacionarse con todos los animales con amabilidad y respeto. Es más que una linda musa. Gracias a su inteligencia, resistencia y valentía, Amelia se gana a los animales con suma facilidad. Para mí es impor‑
Robin Schwartz Robin Schwartz. Pancho in the Window, from the Amelia and the Animals series, 2011. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
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The Amelia and the Animals photo‑ graphs, started in 2002, is an ongoing series drawn from actual journeys undertaken with my daughter in the in‑ terspecies private world that we inhabit with animals. The world that my daughter and I explored is one where the line be‑ tween human and animal overlaps or is blurred, where animals are part of our world and humans are part of theirs. Amelia and I played out our fantasies and explored our eccentricities to cre‑ ate a cultural space in the photographs where animals not only co‑exist with hu‑ mans, but also interact as full partners.
I am driven to depict our relationships with animals in the hope that these mo‑ ments portray the sameness of humans and animals. Amelia has an enormous fortitude and ingenuity in her ability to relate to each individual animal with kindness and respect. She is more than a pretty muse. Amelia is smart, tough, and brave enough to calmly cajole animals. It is important for me to note that she is connecting with real, live, animals, there is no post‑production in the images. As Amelia has grown into an adult, being now 25 years old, her collaboration with me enriched and expanded this project, with evolving into other series as well.
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tante mencionar que interactúa en vivo con animales de carne y hueso y que las imágenes no se someten a ningún proceso de posproducción. A medida que Amelia ha ido haciéndose adul‑ ta —ahora tiene veinticinco años—, su colaboración conmigo ha enriquecido y expandido este proyecto, que ha originado también otras series. Los animales y las relaciones multiespecie han motivado siempre todos mis proyectos a largo plazo. En mis fotografías, los animales no se representan ni como bestias, ni como seres nobles ni como elementos de utilería. Todos los animales se ven y experimentan como individuos, parte de nuestro mundo coti‑ diano, y participan en los dramas captados por las fotografías. Mi hija y yo sentimos por el mundo animal una afinidad que nos une para crear fotografías que acceden de manera tangible a nuestros sueños y descubren lo extraordinario. Es‑ tos veinticinco años de maternidad se han visto ensombrecidos muchas veces por un torbellino de plazos de entrega de traba‑ jos. En retrospectiva, esta serie, y otras con Amelia, representan la época más significativa de mi vida y se convirtieron en un nexo de unión con mi hija. ¶
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Robin Schwartz. Poppy Nagel is a Kind Host, from the Amelia and the Animals series, 2013. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
Animals and interspecies relation‑ ships have always been the motivation in all my long‑term projects. Animals in my photographs are not represent‑ ed as beastly, noble, or as props. Each animal is seen and experienced as an individual, part of our everyday world, participating in the dramas the photo‑ graphs capture. My daughter and I share an affini‑ ty with the animal kingdom that unites us to create photographs that tangibly access our dreams and discover the extraordinary. These twenty‑five years of motherhood were often shadowed by a whirlwind of work deadlines. In retrospect, this series, and others with Amelia, represent the most significant era of my life, and became a lifeline to my child. ¶
Robin Schwartz. Elijah’s Tail, from the Amelia and the Animals series, 2010. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
“Retrato nuestra relación con los animales con la esperanza de que esos momentos muestren que los humanos y los animales somos iguales.” ‘I am driven to depict our relationships with animals in the hope that these moments portray the sameness of humans and animals.’
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Robin Schwartz. Flying Hannah, from the Amelia and the Animals series, 2009. Courtesy of the artist and The Aperture Books. Shelf Cats; Jacob, Hannah, Elijah, from the Amelia and the Animals series, 2010. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
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Robin Schwartz. Tower, from the Amelia and the Animals series, 2006. Courtesy of the artist and The Aperture Books. Jacob’s Weekly Bath, from the Amelia and the Animals series, 2011. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
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Robin Schwartz. Amelia and Jacob, from the Amelia and the Animals series, 2004. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
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Robin Schwartz. Rebecca and Amelia, from the Amelia and the Animals series, 2003. Courtesy of the artist and The Aperture Books.
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Adoro a los gatos, siempre me han acompañado. Dicen que tengo ojos de gata y miro como una gata. Nací al mismo tiempo que Totó, mi gato atigrado recogido de la calle, que me acompañó durante casi veinte años. A lo largo de mi vida he tenido siempre dos, tres y, una vez, cuatro. Ahora mismo comparto mi vida con dos, la Lluna y el Paquito.
Pilar Aymerich Gatos Cats
I adore cats, they have always been by my side. I’ve always been told that I have cat eyes, and that I look with a feline gaze. I was born at the same time as Totó, my tabby cat picked up from the street, who accompanied me for almost twenty years. Throughout my life I have always had two, three and once four. Right now I share my life with two, Lluna and Paquito.
Pilar Aymerich. El gato Sam con su dueña Laia para el libro Amigos, 1991. Courtesy of the artist. DOSSIER
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PABLO NERUDA Oda al gato
Los animales fueron imperfectos, largos de cola, tristes de cabeza. Poco a poco se fueron componiendo, haciéndose paisaje, adquiriendo lunares, gracia, vuelo. El gato, sólo el gato apareció completo y orgulloso: nació completamente terminado, camina solo y sabe lo que quiere. El hombre quiere ser pescado y pájaro, la serpiente quisiera tener alas, el perro es un león desorientado, el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar la mosca, pero el gato quiere ser sólo gato y todo gato es gato desde bigote a cola, desde presentimiento a rata viva, desde la noche hasta sus ojos de oro. No hay unidad como él, no tienen la luna ni la flor tal contextura: es una sola cosa como el sol o el topacio, y la elástica línea en su contorno firme y sutil es como la línea de la proa de una nave. Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura para echar las monedas de la noche.
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Oh pequeño emperador sin orbe, conquistador sin patria, mínimo tigre de salón, nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas, el viento del amor en la intemperie reclamas cuando pasas y posas cuatro pies delicados en el suelo, oliendo, desconfiando de todo lo terrestre, porque todo es inmundo para el inmaculado pie del gato. Oh fiera independiente de la casa, arrogante vestigio de la noche, perezoso, gimnástico y ajeno, profundísimo gato, policía secreta de las habitaciones, insignia de un desaparecido terciopelo, seguramente no hay enigma en tu manera, tal vez no eres misterio, todo el mundo te sabe y perteneces al habitante menos misterioso, tal vez todos lo creen, todos se creen dueños, propietarios, tíos de gatos, compañeros, colegas, discípulos o amigos de su gato.
Yo no. Yo no suscribo. Yo no conozco al gato. Todo lo sé, la vida y su archipiélago, el mar y la ciudad incalculable, la botánica, el gineceo con sus extravíos, el por y el menos de la matemática, los embudos volcánicos del mundo, la cáscara irreal del cocodrilo, la bondad ignorada del bombero, el atavismo azul del sacerdote, pero no puedo descifrar un gato. Mi razón resbaló en su indiferencia, sus ojos tienen números de oro. ¶
Pilar Aymerich. La gata Sanaly von Bretagthal, chinchilla alemana con premios en los concursos internacionales de gatos, 1980. Courtesy of the artist. Tambo en su querida caja, libro Amigos, 1991. Courtesy of the artist.
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PABLO NERUDA Ode to the cat
The animals were imperfect, long‑tailed, unfortunate in their heads. Little by little they put themselves together, making themselves a landscape, acquiring spots, grace, flight. The cat, only the cat appeared complete and proud: he was born completely finished, walking alone and knowing what he wanted. Man wants to be fish or fowl, the snake would like to have wings the dog is a disoriented lion, the engineer would like to be a poet, the fly studies to be a swift, the poet tries to imitate the fly, but the cat only wants to be a cat and any cat is a cat from his whiskers to his tail, from his hopeful vision of a rat to the real thing, from the night to his golden eyes. There is no unity like him, the moon and the flower do not have such context: he is just one thing like the sun or the topaz, and the elastic line of his contours is firm and subtle like the line of a ship’s prow. His yellow eyes have just one groove to coin the gold of night time.
Oh little emperor without a sphere of influence, conqueror without a country, smallest living‑room tiger, nuptial sultan of the sky, of the erotic roof‑tiles, the wind of love in the storm you claim when you pass and place four delicate feet on the ground, smelling, distrusting all that is terrestrial, because everything is too unclean for the immaculate foot of the cat. Oh independent wild beast of the house, arrogant vestige of the night, lazy, gymnastic and alien, very deep cat, secret policeman of bedrooms, insignia of a disappeared velvet, surely there is no enigma in your manner, perhaps you are not a mystery, everyone knows of you and you belong to the least mysterious inhabitant, perhaps everyone believes it, everyone believes himself the owner, proprietor, uncle of a cat, companion, colleague, disciple or friend of his cat.
Not me. I do not subscribe. I do not know the cat. I know it all, life and its archipelago, the sea and the incalculable city, botany, the gyneceum and its frenzies, the plus and the minus of mathematics, the volcanic frauds of the world, the unreal shell of the crocodile, the unknown kindness of the fireman, the blue atavism of the priest, but I cannot decipher a cat. My reason slips on his indifference, his eyes have golden numbers. ¶
Pilar Aymerich. Tiendas de Barcelona con gato, 1991. Courtesy of the artist. DOSSIER
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Pilar Aymerich. La LLuna en un rincón de mi estudio, 2023. Courtesy of the artist. Sin título, 2023. Courtesy of the artist.
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Pilar Aymerich. Tiendas de Barcelona con gato, 1991 Courtesy of the artist.
Amparo Garrido Sobre perros, la mirada y el deseo y Soy tú Érase una vez y hace mucho tiempo… Cuando era joven y volvía a casa por las noches, había perros vagabundos, que andaban sueltos por las calles. Perros que te miraban, que te seguían, que te ladraban… Perros muertos de hambre, perros tiñosos, perros maltratados, perros abandonados que se busca‑ ban la vida como podían. ¿O acaso era yo, que tenía visiones? Aparecían cuando menos te lo esperabas, y cuando los veía, me quedaba paralizada. ¿Me va a atacar? ¿Me va a mor‑ der? ¿Qué quieren de mí? También recuerdo amigos que tenían perros en sus casas, pero también me daban miedo. Hice esta primera serie que se llama Sobre perros, la mirada y el deseo para poder mirar a estos seres, mirar de frente eso que me ate‑ rrorizaba. ¿Qué descubrí cuando empecé a verlos en las hojas de contacto? Que los perros eran un significante que tenía en‑ criptado un significado que era propio, sólo mío, algo que solo veía y sentía yo. Este descubrimiento no afectó para nada al resultado del proyecto, ni lo que veían en él los demás. Una cosa era donde estaba yo, y otra, el proyecto. Esta serie se convirtió en una exposición y luego siguió su camino. Se llenó de otros significados y gustó o no gustó, y con‑ vocó sentimientos, emociones, amores u odios… Pero yo des‑ cubrí algo valioso, crecí como ser humano y entendí cosas que posteriormente han sido clave. 32
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La segunda vez que quise mirar y fotografiar de nuevo a los perros fue 12 años después. A la nueva serie la llamé Soy tú. Esta vez hice las fotografías en color y utilicé mi primera cáma‑ ra digital profesional. La experiencia también fue reveladora. Cuando empecé a ver las imágenes en el ordenador, continué viendo “el significante”, pero, esta vez, lo encriptado contenía otro significado. Había más distancia. Amo la fotografía. Gracias a ella puedo mirar desde otro lugar. A través de ese artefacto que es la cámara y el objetivo, desde ese lugar privilegiado, puedo mirar y pensar el mun‑ do. Eso es lo que más disfruto y lo que más valoro. Elijo lo que quiero que esté dentro del cuadro y lo que dejo fuera, calculo la profundidad de campo, elijo el ISO que me interesa y aprieto el botón cuando siento que mi cabeza y mi corazón están per‑ fectamente alineados. Un significante tan poderoso como el del perro no tiene pa‑ labras, o sí, tiene para una tesis doctoral, pero yo me veo in‑ capaz de hablar de eso. ¿Os dais cuenta de cómo para cada persona “el perro”, “su perro”, “los perros”, significan cosas muy distintas? Solo puedo decir que, gracias a la distancia emocional que consigo estando detrás de la cámara, puedo apretar el disparador y sentir la fusión con el animal que soy. Gracias a esa distancia puedo hablar de lo inefable, y darme espacio, que es lo que en realidad me pone. ¶
Amparo Garrido. Sobre perros, la mirada y el deseo, 1998. Courtesy of the artist. DOSSIER
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Amparo Garrido. Sobre perros, la mirada y el deseo, 1998. Courtesy of the artist. 34
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On dogs, the gaze and desire and I am you Once upon a time, when I was young and used to walk home on my own at night, I would see stray dogs wandering the streets. Starving, mangy, mistreated, abandoned and existing the best they could, these dogs would look at me, fol‑ low me and bark at me. Or did I just imagine all of that? They’d appear when I least expected it, striking me down with fear whenev‑ er I caught sight of them. I wondered if they would attack or bite me. I won‑ dered what they wanted from me. I remember I had friends who had dogs, and they scared me too. I did this first series, which is called Sobre perros, la mirada y el deseo (‘On dogs, viewpoint and desire’), so I could look at these creatures and what terrified me about them in the face. So what did I discover when they began to materialise on the contact sheets? Namely, that dogs were a signifier that had an encrypted mean‑ ing that was all my own, mine alone, something that only I could see and feel. It was a discovery that did not affect the outcome of the project at all, nor what others saw in it. One thing was where I was, and another was the project. The series became an exhibition and then followed its own course. It acquired a host of other meanings, was liked and disliked, and aroused feelings, emo‑ tions, love and hatred. All the same, I discovered something valuable, grew as a person and understood things that have subsequently proved vital.
It was not until 12 years later that I wanted to look at and photograph dogs for a second time. I called this later series Soy tú (‘I am you’). This time the photo‑ graphs were in colour, taken with my first professional digital camera. The ex‑ perience was revealing. When I began to see the images appear on the comput‑ er, ‘the signifier’ was still there, only this time what was encrypted had another meaning. There was more distance. I love photography. It gives me a different perspective on things, another place from which to view them. Through the device that is the camera and the lens, from that privileged place, I can look at and think about the world. It’s what I enjoy and value most. I choose what goes inside the frame and what is left out. I calculate the depth of field, choose the ISO that suits me and only press the button when I feel that my head is perfectly aligned with my heart. A signifier as powerful as a dog has either no words at all or enough for a doctoral thesis, though I find myself unable to talk about it. Have you ever noticed how ‘the dog’, ‘their dog’ and ‘the dogs’ mean very different things to different people? All I can say is that thanks to the emotional distance I achieve from being behind the camera, I can press the shutter and feel the fu‑ sion with the animal that I am. Thanks to that distance, I can talk about the inde‑ scribable and give myself some space. Nothing gets me going more than that. ¶ DOSSIER
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Amparo Garrido. Soy tú, 2010. Courtesy of the artist.
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Amparo Garrido. Soy tú, 2010. Courtesy of the artist.
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Amparo Garrido. Soy tú, 2010. Courtesy of the artist.
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Amparo Garrido. Soy tú, 2010. Courtesy of the artist.
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Rosa Olivares
William Wegman Trabajo en equipo Teamwork Ya hemos aprendido que el perro es el primer animal domes‑ ticado por el hombre, y que, como tantos otros animales, su supervivencia ha venido de la mano de su utilidad en nuestro propio beneficio. Antes de la empatía, del cariño mutuo entre cachorros, está el interés, el provecho, aunque sea en contra de las necesidades del animal; la segunda parte de un contra‑ to que los humanos escriben y que prácticamente ningún otro animal suscribe. Pero el perro, muy al contrario que el gato, es un ser de infinita paciencia y con una gran capacidad de aguante. Y así, al pasar los siglos, podemos ver cómo hay una gran gama de posibles relaciones entre humanos y perros. En el arte, como estamos desgranando en estas páginas, vemos cómo los fotógrafos observan a perros y gatos desde la convi‑ vencia en sus propias casas y en las ciudades que todos ellos habitan, a veces en compañía y a veces en soledad. El caso de Wegman con sus perros es un caso excepcional. William Wegman (1943) empezó como pintor, posteriormente se inicia en el video y el conceptual, pero es en la fotografía en donde, sin duda, ha obtenido un mayor reconocimiento. Aun‑ que habría que decir que ese reconocimiento se debe al tra‑ bajo en equipo con sus perros. Todo empezó en los 80, cuando compra un braco de Weimar, al que llama Man Ray y empie‑ za a usarlo como modelo. Su éxito fue tal que, en 1982, Man 40
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William Wegman. The Line About, 2004. Courtesy of the artist and Galería Alta.
We’ve already learned that the dog was the first animal to be domesticat‑ ed by man, and that, like so many other animals, its survival has gone hand in hand with its usefulness in serving our needs. Before empathy and mutual af‑ fection between puppies, comes interest and profit, even if it goes against the needs of the animal, the second part of a contract that humans write and which virtually no other animal signs up to. In stark contrast to cats, however, dogs are infinitely patient creatures and can put up with all manner of hardships. And so, as the centuries have gone by, we have seen humans and dogs interact‑ ing in so many different ways. In art, and as we reveal in these pages, we see how photographers observe cats and dogs and their coexistence in their own homes and the cities they inhabit, sometimes in the company of others and sometimes alone.
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William Wegman. Façade, 2000. Courtesy of the artist and Galería Alta.
Ray fue nombrado “Hombre del Año” de Estados Unidos por el Village Voice. Muy pronto Fay Ray, una hembra de la misma raza, se uniría al equipo… Y el resto ya es historia: camadas de pequeños bracos fueron sucediéndose ante la cámara de Wegman, que dio rienda suelta a su tendencia narrativa a tra‑ vés de sus perros. Ellos posan y modelan con la delicadeza de una top model y la paciencia de un santo. Representan cuentos infantiles, leyendas y fábulas, a veces como perros, otras como una extraña hibridación de humano y perro. Y también pro‑ tagonizan fotos únicas, en un juego simbólico lleno de ironía. Una vez más, el hombre ha sabido sacar provecho de su unión con los canes, aunque esta vez no haya sido para cazar ni para su protección. Pero, sinceramente, hablar de fotografía y perros era imposible sin contar con Wegman y sus bracos, uno de los equipos que mejor han funcionado en la reciente historia de la fotografía. ¶ 42
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William Wegman. Catch, 2007. Courtesy of the artist and Galería Alta.
The case of William Wegman (1943) and his dogs is noteworthy to say the least. Having started out as a painter, he moved into video and conceptual art, though it is through his photography that he has achieved most recognition, with most of that due to his work with dogs. It all began in the 1980s, when he bought a Weimaraner, which he called Man Ray and started to use as a model. Such was his success that Man Ray was named ‘Man of the Year’ in 1982 by the Village Voice. It was not long before Fay Ray, a female Weimaraner, joined the team. The rest is history: litters of little Weimaraners appeared before Weg‑ man’s lens, with the photographer using his dogs to give free rein to his narrative expression. They pose with the graceful‑ ness of a top model and the patience of a saint. They play out children’s stories, legends and fables, sometimes as dogs, other times as a peculiar human/canine hybrid. And they also appear in unique photos, playing their part in a symbolic game laced with irony. Once again, humans have made the most of their relationship with dogs, although on this occasion it has noth‑ ing to do with hunting or keeping them safe. It is impossible, however, to talk of dogs and photography without men‑ tioning Wegman and his Weimaraners, one of the most successful teams in the artform’s recent history. ¶
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William Wegman. Room Tone, 2003. Courtesy of the artist and Galería Alta.
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William Wegman. Untitled, 2005. Courtesy of the artist and Galería Alta.
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William Wegman. Leather Lever, 1992. Courtesy of the artist and Galería Alta.
William Wegman. Break Out, 1995. Courtesy of the artist and Galería Alta.
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A mi hermana y a mí prácticamente nos criaron unos caniches a las orillas del río Potomac, en Virginia. Tulu era un caniche estándar blanco y Folly, la primera mascota de mi madre de adulta, era un caniche mini negro. Folly pasó años acompa‑ ñando a mi madre al Stork Club de Nueva York, donde le deja‑ ban sentarse en la barra en su cojín rojo de felpa. Unos años después de que los caniches hubieran tomado el mando, llegaron dos terriers de Norwich, para gran desdén de los caniches. Pese a ser pequeños, Snuff y Biscuit eran muy enérgicos, perros grandes en cuerpos pequeños. Aunque yo adoraba a los caniches (que, al fin y al cabo, ejercían de pa‑ dres), los terriers se convirtieron en mi pasión. Admiraba su independencia. Si mi madre lo llamaba, Snuff miraba ha‑ cia donde estábamos y luego salía disparado en la dirección opuesta. Desatendía las órdenes de mis padres con un descaro ejemplar. Los perros eran el centro de nuestra vida familiar, el eje que hacía que nuestra convivencia fuera placentera. Entonces llegó Felix, una cría de arrendajo azul cuyo nido habían destruido unos cuervos. Lo recogimos, lo metimos en nuestro porche cerrado y lo alimentamos con un gotero. Con el tiempo, Felix empezó a revolotear por el porche, así que no tardamos en quitar una de las pantallas. Salía volando a ex‑ plorar el mundo y luego volvía para que le diéramos de comer. A medida que avanzaba el verano, fue ganando independen‑ cia, pero de repente aparecía de la nada, se nos posaba en los hombros y nos acariciaba las orejas. Cuando estábamos en la
Sage Sohier. Vicki and Leer, Boston, Massachusetts, from the Animals series, 1992. Courtesy of the artist.
My sister and I were ostensibly raised by Poodles on the banks of the Potomac River in Virginia. ‘Tulu’ was a white standard poodle, and ‘Folly’, my moth‑ er’s first pet as a young adult, was a black miniature. For years, Folly would accompany my mother to the Stork Club in New York, where she was allowed to sit on her plush red cushion at the bar. A few years after the Poodles had taken charge, two Norwich Terriers arrived, to the great disdain of the Poo‑ dles. ‘Snuff’ and ‘Biscuit’ were feisty little things, large dogs in small packages. Though I cared deeply for the poodles (who were, after all, in loco parentis),
the terriers became my passion. I ad‑ mired their independence. If my mother called him, Snuff would glance our way, and then take off rapidly in the opposite direction. His audacity in dis‑ regarding my parents’ commands was exemplary. Dogs were the center of our family life, the focus that made our lives together pleasurable. Then came ‘Felix’, a baby Blue Jay, whose nest had been destroyed by crows. We scooped him up and brought him to our sleeping porch, feeding him with a dropper. Eventually, he started to fly around the porch, and we soon re‑ moved one of the screens. He would fly out into the world to explore, then return to be fed. As the summer progressed, he became increasingly independ‑ ent, but would appear out of nowhere and perch on our shoulders, nuzzling our ears. When we were in the pool, he would fly into our hands and take a bath. He was curious, affectionate, and smart. We received reports from neigh‑ bors far and wide about a friendly, trusting Blue Jay. When the day finally arrived a year later that he no longer came, we comforted ourselves by imag‑ ining that he had found a mate, rather than met his demise. My grandparents had a long history with animals as well. As a youth, my grandfather had been dropped off, solo, in the North Woods of Quebec by his father and had spent long nights alone listening to the cries of wolves. He be‑ DOSSIER
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“Cuando empecé a fotografiar a personas a finales de la década de 1970 solía incluir a sus animales de compañía.” ‘I often included companion animals when I started photographing people in the late 1970s.’
piscina, se nos posaba en las manos y se daba un baño. Era un pájaro curioso, cariñoso y listo. Solían llegarnos noticias de ve‑ cinos de todas partes que hablaban de un simpático y confiado arrendajo azul. Cuando por fin un día, un año más tarde, Felix no volvió, nos consolamos imaginando que habría encontrado una compañera, en vez de que le había sobrevenido la muerte. También mis abuelos tenían mucha experiencia con los ani‑ males. Cuando mi abuelo era joven, su padre lo había aban‑ donado, solo, en los bosques del norte de Quebec, donde había pasado muchas noches en soledad escuchando los aullidos de los lobos. Se hizo naturalista y más tarde se embarcó en una expedición a la isla de Komodo, en Indonesia, cuyo objetivo era traer especímenes del dragón de Komodo para el Museo de Historia Natural. Mi abuela, que lo había acompañado como fotógrafa de la expedición, estuvo a punto de ser devorada por uno de los lagartos gigantes cuando un intento de atraparlo se torció. Además de con los feroces lagartos, mis abuelos vol‑ vieron a Nueva York con una adorable cría de kinkajú, que se unió a la familia animal con el nombre de John. En sus últimos años, mi abuelo prefería a los caniches grandes negros. Su fa‑ vorito, Poody, había aprendido a deshuesar las aceitunas antes de tragárselas. Yo, ahora mismo, convivo con tres perros adoptados. Como los animales siempre han sido importantes en mi vida, cuan‑ do empecé a fotografiar a personas a finales de la década de 1970 solía incluir a sus animales de compañía. Según mi expe‑ riencia, hay más espontaneidad, menos cohibición y más caos cuando coexisten los humanos y otros animales. El amor es in‑ condicional, el dolor es sencillo aunque se sienta en las entra‑ ñas y la vida es más rica, más alegre y siempre más cómica. Empecé a buscar personas que vivieran con muchos animales, sobre todo hogares multiespecie. El resultado son estas fotogra‑ fías de las décadas de 1980 y 1990. ¶ 50
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came a naturalist, and later embarked on an expedition to the Isle of Komodo in Indonesia to bring back specimens of the Komodo Dragon for the Muse‑ um of Natural History. My grandmother had gone along in the role of expedition photographer, and was almost eaten by one of the giant lizards when an attempt at trapping went awry. They returned to New York, bringing with them, in ad‑ dition to the fierce lizards, an adorable Javanese Honey Bear cub, who joined the family menagerie as ‘John Bear’. In his later years, my grandfather settled for black standard poodles. His favorite, ‘Poody’, had learned to pit olives before swallowing them. I currently live with three rescue dogs. Because animals have always been important in my life, I often includ‑ ed companion animals when I started photographing people in the late 1970s. I found that there is more spontanei‑ ty, less self‑consciousness, and more chaos when humans and other ani‑ mals coexist. Love is unconditional, grief is uncomplicated though deeply felt, and life is richer, more vivid, and al‑ ways more comical. I started to seek out people who lived with many animals, especially homes with multiple species. These photographs from the 1980s and 90s are the result. ¶
Sage Sohier. Whippet jumping over Whippet puzzle, Plympton, Massachusetts, from the Animals series, 1992. Courtesy of the artist. Mother and daughter with Vizslas at the dining table, Sterling, Connecticut, from the Animals series, 1992. Courtesy of the artist.
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Sage Sohier. Doberman with kittens and bunnies, Malden, Massachusetts, from the Animals series, 1993. Courtesy of the artist. Family with Great Danes and Poodle, Blackstone, Massachusetts, from the Animals series, 1991. Courtesy of the artist.
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Sage Sohier. George and Tom with Samantha, Key West, Florida, from the Animals series, 1987. Courtesy of the artist. Vincenza, Paris, and Peter, Cambridge, Massachusetts, from the Animals series, 1992. Courtesy of the artist.
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Sage Sohier. Girl and dogs resting after swim, North Sandwich, New Hampshire, from the Animals series, 1993. Courtesy of the artist.
“Según mi experiencia, hay más espontaneidad, menos cohibición y más caos cuando coexisten los humanos y otros animales.”
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Sage Sohier. Girl in snow with Pit Bulls, Malden, Massachusetts, from the Animals series, 1993. Courtesy of the artist.
‘I found that there is more spontaneity, less self‑consciousness, and more chaos when humans and other animals coexist.’
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Carlos Sanva Superhombres
“Soy un Pit-bull a la espera de una oportunidad”
‘I am a pit bull on the pant leg of opportunity’
GEORGE BUSH
GEORGE BUSH
Superhombres es una reflexión sobre la voluntad de poder humana a partir de la experiencia directa del trabajo con pe‑ rros American Pit‑bull Terrier en entornos controlados. El pe‑ rro siempre ha estado sometido a la voluntad humana, que ha moldeado su naturaleza —mediante selección y educación— a su medida. Por lo tanto, en la observación de su conducta po‑ demos identificar rasgos de la nuestra. Durante muchas generaciones, estos perros fueron selec‑ cionados atendiendo a criterios de utilidad. Se trataba de con‑ seguir un perro destinado a trabajos imposibles. Que fuese lo más resistente posible y con la mayor fuerza en las mandíbu‑ las. Así, desde la colonización de América sirvieron para tareas de defensa, arrastre del mineral en las minas, asistentes de ma‑ tarife en la industria cárnica, o como protagonistas de peleas por mero entretenimiento. Más tarde, durante la I Guerra Mun‑ dial, fueron integrados en unidades militares norteamericanas. En el plano de lo físico, el síndrome del Superhombre es una anomalía de los cromosomas sexuales donde el varón re‑ cibe un cromosoma Y extra, produciendo el cariotipo 47 XYY.
All images: Carlos Sanva. Superhombres, 2009. Courtesy of the artist.
Superhombres (Supermen) is a reflec‑ tion on the human will to power based on the experience of working with American pit bull terriers in controlled environments. Dogs have always been subject to human will, which has shaped their very nature – through selection and breeding – for its own ends. This is why we sometimes see ourselves in them. For generations, dogs were selected according to their usefulness and bred and trained for impossible jobs, to be as resilient as possible and to have a formi‑ dable bite. Since the colonisation of the Americas, they have been used for myr‑ iad reasons: to guard property, pull carts in mines, assist slaughterers, and even to fight each other for our entertainment. DOSSIER
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Algunos científicos han defendido fervientemente a lo largo de la historia, sin conseguir ofrecer resultados concluyentes, que determinadas conductas violentas venían directamente asocia‑ das a este accidente genético. En el orden de lo espiritual, el planteamiento de Nietzsche tan susceptible de trágicas interpretaciones —como la historia ha demostrado— parece seguir tan vigente como siempre, en el marco de un absorbente contexto donde el éxito se define en términos de consumación de la voluntad de poder. El Pit‑bull es la materia prima ideal para el proyecto, por su condición de objeto repetidamente sometido a la voluntad hu‑ mana que ha condicionado el desarrollo natural de los mismos, con la aplicación de técnicas eugenésicas destinadas a poten‑ ciar cualidades generalmente relacionadas con la violencia. Por otro lado, los seres humanos se han encargado de propor‑ cionarle un aprendizaje específico para un fin concreto, siem‑ pre a su servicio. El alto grado de manipulación del que han sido sujeto determinadas topologías de perros —como esta—, hace que en la observación de su conducta podamos identifi‑ car, en un camino de ida y vuelta, rasgos de la nuestra. ¶
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Later, during the first world war, they were employed in US military units. In physical terms, Superman syndrome is an abnormality in chromo‑ some structure, where males have an additional Y chromosome, producing a 47,XYY karyotype. Over the years, some scientists have passionately put forward the theory that violent crime was direct‑ ly linked to this genetic disorder, without being able to provide conclusive results. In a spiritual sense, Nietzsche’s approach, as prone as it is to tragic interpretations – as history has shown – seems to be as valid as ever, all in a challenging context in which success is
defined in terms of the consummation of the will to power. The pit bull is the perfect raw ma‑ terial for the project, owing to its status as an object repeatedly subjected to human will, which has conditioned its natural development, with the appli‑ cation of eugenic techniques designed to enhance attributes usually associat‑ ed with violence. It should also be said that humans have been responsible for training them to perform specific actions just for them. Given the extent to which such breeds of dog have been manipu‑ lated, we can identify in their behaviour endless aspects of our own. ¶
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Masahisa Fukase Sasuke, mi gato querido Sasuke, my dear cat Pasé tanto tiempo tumbado boca abajo para intentar ponerme al nivel de un gato que me convertí en gato. Qué podía haber mejor que tomar fotografías de esas dos criaturas a las que adoraba, jugando por todas partes un día sí y otro también. No me interesaban los gatos porque fueran elegantes ni adorables. Me veía reflejado en sus ojos. Quería fotografiar el amor que veía en ellos. Podría decirse que, más que fotos de Sasuke y Momoe, es una colección de autorretratos. I spent so much time lying on my belly in an effort to get on the same level as a cat that I became a cat. What could be better than taking photographs of these two creatures I loved, frolicking around day after day. I wasn’t interested in the grace or cuteness of cats. I saw myself reflected in the cats’ eyes. I wanted to photograph the love that I saw there. You might say it’s a collection of self‑portraits more than shots of Sasuke and Momo.
A medida que va haciéndose un nombre en el panorama in‑ ternacional, Masahisa Fukase pone el foco en el que en 1977 era su nuevo compañero: su gato Sasuke. Cuando llega aquel nuevo gatito, Fukase, rodeado de felinos desde niño, decide convertirlo en protagonista de sus fotografías, fascinado por aquella alegre criatura a la que puso el nombre de un ninja legendario. Para consternación de Fukase, Sasuke desapare‑ ce pasados diez días, así que el fotógrafo empapela el vecin‑ dario con pósteres de su gato perdido (las que aparecen en la cubierta del libro). Una persona le devuelve el gato y, aunque no es Sasuke, Fukase lo acoge con el mismo cariño: “Mi segundo Sasuke era tan adorable como el primero”. Se lo lleva a todas partes y en el verano de 1978 van juntos al campo: “Mis únicos quehace‑ 62
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As he begins to make a name for himself on the international scene, Masahisa Fukase turns his lens to his new companion in 1977: his cat Sasuke. Surrounded by felines since childhood, Fukase decides with the arrival of this new kitten to make it a photographic subject in its own right, fascinated by this lively creature named after a leg‑ endary ninja. To his dismay, Sasuke disappears after ten days and the pho‑ tographer puts up a hundred posters of his lost cat (those on the cover of the book) in his neighborhood.
res eran prepararle la comida a Sasuke y alimentarme yo […]. Pasaba todo el tiempo jugando con Sasuke y sacándole fotos”. ¡El resultado son unas sesenta películas! Con todo el ingenio técnico y visual que lo caracteriza, Fukase explora una nueva práctica, la de la “expresión fotográfica” entre el fotógrafo y su modelo. Un año más tarde, acoge a un segundo gato, apoda‑ do Momoe, que también se colará en el marco, y Fukase no se cansará de fotografiar los juegos de ambos. Dedicará una serie a sus bostezos. Como es habitual en su obra, se trata de una especie de proyección del fotógrafo en su modelo. El gato, un fiel com‑ pañero que no lo abandona, toma el lugar de su esposa, una aflicción eterna, representada más tarde por los emblemáticos cuervos en desbandada. Antes de esa famosa serie, su obra sobre gatos da fe de su búsqueda artística para atestiguar la “pura experiencia” del encuentro entre dos seres. En una entrevista, Tomo Kosuga, el director de los archivos del fotógrafo, señala que a Fukase la pasión por los gatos le ve‑ nía de niño. En su diario, explica que siempre ha tenido gatos. En una fotografía familiar de cuando tenía tres años, se lo ve
All images: Masahisa Fukase. Sasuke, my dear cat, 1977‑78. Courtesy of the Archives Masahisa Fukase.
A person brings him back his cat but it is not Sasuke, yet he welcomes him with as much affection: ‘My sec‑ ond Sasuke was just as cute as my first one’. He takes him everywhere with him and they go to the countryside together, in the summer of 1978: ‘My only duties were to fix Sasuke’s meals and to feed myself. […] I spent all my time playing with Sasuke, and taking shots of him.’ The result is about sixty films! With all the technical and visual inventiveness that characterizes him, Fukase explores a new practice, that of ‘photographic ex‑ pression’ between the photographer and his subject. A year later, he welcomes a second cat, nicknamed Momoe, who will also enter the frame and he will not tire of photographing their games. He will dedicate a series to their yawns. DOSSIER
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con Tama, el gato tricolor que vivió con la familia Fukase hasta que Masahisa tenía dieciséis años. Y en cuanto el fotógrafo lle‑ gó a Tokio, para estudiar, se buscó un gato para que espantara a las ratas que tenía en su pisito cercano a la estación Asaga‑ ya. Así que se buscó un gato al que llamó Kuro, pero Kuro no tardó en marcharse de casa. Sasuke ha sido objeto de tres publicaciones: Sasuke! My Dear Cat y Viva! Sasuke, de 1978, y The Strawhat Cat, de 1979; pero no nos olvidemos de la gata tricolor llamada Momoe. Tam‑ bién conviene señalar que, por aquel entonces, los gatos do‑ mésticos estaban sumamente de moda en Japón. Dicho esto, Fukase siempre mostró fascinación por su entorno inmediato, ya fuera su familia, a la que fotografiaba mucho, o sus gatos. Pero, en realidad, no sabía por qué se pasaba el día enmar‑ cándolos con su objetivo. Le gustaba decir que, como adoraba a sus gatos, nadie podía fotografiarlos tan bien como él. Fukase dejaba que sus dos gatos jugaran juntos porque se llevaban de maravilla. A Momoe le encantaba abalanzarse sobre Sasuke para obligarlo a jugar con ella y Fukase, que solía tumbarse boca abajo para estar a la altura de sus ojos al sacar las fotos, disfrutaba fotografiándolos todos los días. Tomo Kosuga también reconoce que esas fotos de gatos son en cierto modo autorretratos de Fukase. De hecho, lo admitió. No le interesaba la belleza felina, sino su propio reflejo en los ojos de los gatos y su amor por ellos. Para Fukase, fotografiar‑ los era también una forma de acariciarlos. Era muy táctil, y el sentido del tacto en la fotografía es muy importante en su obra. Otro ejemplo es la serie Berobero, en la que se tocan dos len‑ guas: la suya y la de personas que lo rodean o sus compañeros. A nivel visual, recuerda a todas esas fotos en las que vemos a Sasuke bostezando con la lengua fuera. ¶
As is often the case in his work, this is a form of projection of the photogra‑ pher into his subject. The cat, a faithful companion who does not leave him, takes the place of his wife, an eternal heartache, represented later by the emblematic fleeing crows. Before this famous series, his work on cats testifies to this artistic search to witness the ‘pure experience’ of the encounter between two beings. In an interview with Tomo Kosuga, the director of the Masahisha Fukase Ar‑ chives, he points out Fukase’s passion for cats began in his childhood. In his diary, Masahisa Fukase, explains that he has 64
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always had cats. He is shown in a family photo when he was three years old with the calico cat, Tama, who lived with the Fukase family until he was sixteen. And as soon as he arrived in Tokyo, to study, he got a cat to chase away the rats that were in his small flat near Asagaya station. So he got one, which he called Kuro, but which soon left his home. Sasuke has been the subject of three publications: Sasuke! My Dear Cat and Viva! Sasuke, in 1978 and The Strawhat Cat, in 1979, but let’s not forget the cal‑ ico cat Momoe. It should also be noted that at that time, Japan had a real craze for domestic cats. That said, Fukase was always fascinated by his immedi‑ ate surroundings, whether it was his family, whom he photographed a lot, or his cats. But in reality, he didn’t know why he was constantly framing them with his lens. But he liked to say that, be‑ cause he was crazy about his cats, no one else could photograph them as well as he did. Fukase let his two cats frolic together because they got along so well. Momoe loved to pounce on Sasuke, to force him to play with her, and Fukase, who often got down on his stomach for his shots in order to be at the height of their view, enjoyed photographing them every day. Tomo Kosuga also acknowledg‑ es that these cat pictures are in a way Fukase’s self‑portraits. In fact, he ac‑ knowledged this. He was not interested in feline beauty, but in his own reflec‑ tion in their eyes and his love for his cats. For Fukase, photographing them was also a way of caressing them. He was very tactile and the sense of touch in photography is very prominent in his work. Another example is the Berobero series, in which two tongues, his own and those of people around him or his companions, touch each other. It can be compared, visually, to all those photos where we see Sasuke’s tongue hanging out, while he is yawning. ¶
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Joseph Fox Significant Others
Basándose en la visión de Donna Haraway, Significant others navega la compleja y multifacética relación entre humanos y perros, reconociéndolos como especies compañeras entrelaza‑ das en una relación obligatoria, constitutiva e histórica que ha ido evolucionando simultáneamente. Esta relación no es singu‑ larmente positiva, sino que abarca un espectro de experiencias que van desde el desperdicio, la crueldad y la indiferencia has‑ ta la alegría, la invención y el juego. A través de fotografías íntimas, casi mundanas, en entor‑ nos domésticos, este proyecto busca evocar esta cohistoria, heredando las consecuencias de la coevolución en la natu‑ raleza‑cultura. Los perros, como especies compañeras, sirven como punto focal para explorar la historia contradictoria de las relaciones, donde ninguno de los socios preexiste a la relación y la relación nunca se realiza de una vez y para siempre. Esta comprensión subraya la especificidad histórica y la mutabili‑ dad contingente inherente en las naturalezas culturales, desa‑ fiando las jerarquías y binarios tradicionales. Además, la serie reconoce la historia heterogénea de los perros a nivel mundial, reconociendo sus diversos roles como compañeros, trabajadores e incluso armas letales a lo largo de diferentes culturas y periodos de tiempo. A través de este 70
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Joseph Fox. Helena y Frijol, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
Based on the vision of Donna Hara‑ way, Significant others navigates the complex and multi‑faceted association between humans and dogs, recog‑ nising them as companion species bound together by a relationship that is non‑optional, constitutive and his‑ torical and which has evolved in tune with them both. This relationship is not singularly positive but covers a whole spectrum of experiences that range from neglect, cruelty and indifference to joy, inventiveness and carefree fun. Drawing on intimate, almost mun‑ dane, photographs taken in domestic settings, the project recalls this shared history, poring over the natural and cultural consequences of the co‑devel‑ opment humans and their best friends. As a companion species, dogs are a fo‑ cal point for exploring the contradictory history of relationships, where neither partner pre‑dates the relationship and the relationship is never a case of some‑ thing that is a one‑off or forever. This understanding highlights the historical specificity and contingent mutability in‑ herent in cultural natures, challenging traditional hierarchies and binaries. The series also recognises the het‑ erogeneous global history of dogs and their various roles as companions, work‑ ers and even lethal weapons across different cultures and periods of time. A new dynamic emerges in the mod‑ ern era, with dogs having now become part of family life, creating queer con‑ nections and rhythms that break with traditional binary models. In exploring the intertwined narra‑ tives of humans and dogs, Significant others aims to undermine colonialist
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Joseph Fox. Andrea y Bambi, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist. Andrea y Bambi, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
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reconocimiento, se destaca una nueva dinámica en la época moderna, donde los perros ahora se han integrado en la vida familiar, creando vinculaciones y ritmos queer que rompen con los modelos binarios tradicionales. Al adentrarse en las narrativas entrelazadas de humanos y perros, Significant others tiene como objetivo perturbar las acti‑ tudes colonialistas y etnocéntricas y resaltar la compleja diná‑ mica de las relaciones entre especies. Al considerar el concepto de “especies compañeras” de Haraway, la serie se expande más allá de la noción tradicional de animales de compañía para abarcar una categoría más amplia y heterogénea. Este enfoque post‑naturaleza reconoce la interconexión de todos los seres vivos y enfatiza la necesidad de una comprensión mati‑ zada de los tipos biológicos y filosóficos. Al abrazar la comple‑ jidad de las relaciones entre especies compañeras, el proyecto invita a los espectadores a reflexionar sobre la intrincada red de la vida y su lugar dentro de ella. ¶
and ethnocentric attitudes and highlight the complex dynamics of relationships between species. In contemplating Har‑ away’s concept of ‘companion species’, the series ventures beyond the tradition‑ al idea of pets to embrace a category that is altogether broader and more het‑ erogeneous. This post‑natural approach acknowledges the interconnection be‑ tween all living beings and emphasises the need for a nuanced understanding of biological and philosophical types. In embracing the complexity of the rela‑ tionships between companion species, the project invites audiences to reflect on life’s intricate network and their place within it. ¶
Joseph Fox. Clara y Rita, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
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Joseph Fox. Karim y Khwa, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
Joseph Fox. Cris y Nanan, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
Joseph Fox. Joseph y Mocca, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
Joseph Fox. María y Pulpo, from the Significant others series, 2022‑24. Courtesy of the artist.
Elliot Erwitt. Untitled, USA. New York, New York, 1974. Courtesy of the artist and Magnum Photos.
Elliot Erwitt
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Rosa Olivares Una de las características de las imágenes de Elliott Erwitt (1928‑2023) es el humor, una cierta ironía. Sus fotos no te hacen reír, pero seguramente una sonrisa es inevitable. Y eso tiene mucho mérito cuando pensamos en todo lo que un fotógrafo profesional, un documentalista como Erwitt, había visto y foto‑ grafiado en casi un siglo de vida, desde principios del siglo xx, con sus dos guerras mundiales y cientos de guerras locales, revoluciones, golpes de estado, magnicidios… pero, finalmen‑ te, es el que mira quien elige lo que ve, y también quien elige cómo mirar. Y esa elección es lo que le definirá como fotógrafo, como artista. Muchas de sus fotografías nos resultan amables, pero no hay que menospreciar la inherente crítica social que hay detrás de prácticamente todas y cada una de esas imáge‑ nes, de esas ventanas a las vidas de los otros. Un tema —o un subtema— muy habitual en su fotografía es la vida con perro. El perro como compañero, el perro como tes‑ tigo, protagonista y a la vez un espejo que refleja mucho de su dueño, y también bastante de todos nosotros. Erwitt tuvo varios perros a lo largo de su vida, y todos los que tenemos perros, los
Mejor con perro It’s better with dogs Humour and a certain irony are features of the work of Elliott Erwitt (1928‑2023). His photographs don’t make you laugh, but they do raise a smile, which is quite an achievement when you think about everything that a professional photogra‑ pher and documentalist such as Erwitt had seen and photographed in a life that spanned nearly a century, from the early decades of the 20th, with its two world wars and hundreds of region‑ al conflicts, revolutions, coups d’etat and assassinations. Ultimately, how‑ ever, we see what we want to see and choose how we want to see it. And it is that choice that defines Erwitt as a pho‑ tographer and an artist. Though many of his photographs could be described as pleasant, we should not underestimate the inherent social criticism that lies be‑
hind virtually every one of these images, these windows into the lives of others. A very common theme – or sub‑theme – in his photography is the life we live with dogs. They are com‑ panions, witnesses, central characters and mirrors that reflect, in large part, their owners and many of us. Erwitt kept many dogs during the course of his life, and as anyone who has ever had one and has lived with them for any time knows, they are much more than just a pet. They shouldn’t even be referred to as pets, in fact, but as colleagues. And through them and their breed, type and the things they do, we each project a way of being and behaving. That is what Erwitt captures in each of his dog photographs. His four‑legged friends are accompanied by humans, DOSSIER
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que vivimos durante tiempo con ellos, sabemos que son mucho más que un simple animal de compañía. No se les debería defi‑ nir como mascotas, sino como colegas. Y cada uno de nosotros traslada a ellos, desde la raza, la tipología y las costumbres, una forma de ser y de estar. Eso es lo que fotografía Erwitt en cada una de las imágenes de perros que ha realizado. El perro va acompañado de huma‑ nos, pero son solo la mascota del perro: él es el protagonista. Y nuestra medida depende de la suya. No hay ninguna duda de que en la mirada de este fotógrafo cuando retrata a un perro existe afinidad y simpatía. Una empatía que seguramente ha sido un importante flotador para la supervivencia del hombre y del fotógrafo en una sociedad violenta, cambiante e inhóspita. Porque el perro es un compañero, nuestra sombra, es libre pero elige acompañarnos. Es fuerte pero elige ser dulce y amable. Supedita su independencia a nuestra existencia. Ese humor, esa sonrisa que nos despierta, es porque en cada una de estas imágenes reconocemos todo lo que nos gusta de nuestros fieles amigos. Eso es lo que Erwitt fotografía, algo tan transparente, inasible y fluctuante, como es la amistad. Esa suave y durade‑ ra forma del amor. ¶
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Elliot Erwitt. Untitled, Netherlands, Amsterdam, 1973. Courtesy of the artist and Magnum Photos. Untitled, USA, 1990. Courtesy of the artist and Magnum Photos.
who are nothing more than the pet, and the dogs their masters. They are, to a certain extent, our benchmark. When he portrays a dog, he does so with a cer‑ tain affinity and sympathy, an empathy that has been crucial to ensuring the survival of man and photographer in a violent, ever‑changing and inhospitable world. The dog is under no obligation to be our companion or our shadow but chooses to accompany us. The dog is strong but chooses to be sweet and lovable, making its independence contingent upon our existence. The humour in these images and the smile they bring to our faces comes from us recognising everything we like about our faithful friends. That is what Erwitt captures, something as transparent, in‑ tangible and changeable as friendship, that gentle yet lasting form of love. ¶
Elliot Erwitt. Untitled, France, Paris, 1989. Courtesy of the artist and Magnum Photos.
El perro es un compañero, nuestra sombra, es libre pero elige acompañarnos. Es fuerte pero elige ser dulce y amable. Supedita su independencia a nuestra existencia.
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Elliot Erwitt. Untitled, USA, New York, New York, 1989. Courtesy of the artist and Magnum Photos. Pages 84-85: Elliot Erwitt. Untitled, USA. New York, New York, c. 1950. Courtesy of the artist and Magnum Photos.
The dog is under no obligation to be our companion or our shadow but chooses to accompany us. The dog is strong but chooses to be sweet and lovable, making its independence contingent upon our existence.
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Rosa Olivares
Hellen van Meene
El retrato es el gran género de la Historia del Arte, y la foto‑ grafía ha sabido profundizar ya no en el detalle, sino en la at‑ mósfera de un género que nunca se agota. Helen van Meene (1972) es una de las más interesantes fotógrafas holandesas de una generación de artistas, todas ellas mujeres, que marcan la historia de la fotografía contemporánea con sus diversas apre‑ ciaciones del retrato. En el caso de van Meene, solo retrata mujeres —rara vez aparece un muchacho—, por lo general jó‑ venes mujeres en el momento de transición de la adolescencia a la edad adulta, en ese momento fugaz e inesperado en que una niña se transforma en mujer. Ella cuida la puesta en esce‑ na, el vestuario, el entorno… nada queda al azar. Van Meene nunca titula sus imágenes, solo las numera. Igualmente, no le interesa tanto la belleza como arquetipo, sino esa variante di‑ ferenciadora de cada mujer, de cada momento.
Retrato de joven con perro Portrait of a young woman with dog The main genre of the history of art, por‑ trait painting has provided photography with an inexhaustible resource into which it has delved ever deeper, mining both its detail and atmosphere. Hel‑ en Van Meene (1972) is one of the most interesting of a generation of female Dutch photographers that has made its mark on the history of contemporary photography with their various takes on the portrait. With only very rare excep‑ tions, Van Meene portrays no one but women, usually young women as they make the journey from adolescence to adulthood, that fleeting and unheralded moment when a girl becomes a woman. 86
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She oversees the staging of the photo‑ graph, the clothes and surroundings, leaving nothing to chance. And she never gives a title to her images, just a number. What is more, her interest lies not so much in beauty as an archetype but in what makes every woman differ‑ ent at any given time. In this series, she selects a group of women, girls and teenagers and portrays them with their dogs in open spaces or outdoor locations shorn of any meaning. All we see are the fig‑ ures: them and the dogs, one or two in number. They may look like wild little creatures with their companions, but
All images: Hellen van Meene. Dogs and Girls, 2011‑12. Courtesy of the artist and Gallery Fontana.
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En esta serie selecciona una variedad de mujeres, niñas y adolescentes, y las retrata con sus perros. Espacios vacíos o lugares al aire libre sin connotación alguna. Solo las figu‑ ras: ellas y los perros, uno o dos. Pueden parecer pequeñas salvajes con sus compañeros, pero no hay nada que hable de juegos, sino de compañía. Son seres que se acompañan, que están juntos, que se conocen y tienen una relación personal, fí‑ sica, sus cuerpos guardan relación, una relación ajena a cual‑ quier norma ni regla. Mujeres reales y animales reales, con la belleza propia de cada cual, de una edad, de un momento. Van Meene procura fotografiar con luz natural, por lo que esos fondos claros siempre benefician la resolución de las superfi‑ cies. Ellas tan blancas, tan frágiles, los pies desnudos, ellos, los animales, pequeños o grandes, son su contrapunto, pero pre‑ sentan una especie de continuidad ajena a las especies y a las diferentes pieles y colores. En otras series van Meene retrata a los perros en solitario, uno a uno o por parejas, en grupo. Ellos posan con naturali‑ dad, ajenos a cualquier interés en modelar la representación de sí mismos. Orgullosos de ser ellos, solo saben ser como son, en fuerte contraste con unos fondos de telas, terciopelos, cla‑ roscuros… Pero es su relación con las chicas lo que interesa en este trabajo, no cada uno aislados en su propia presencia, sino en esa simbiosis y ambigüedad de su unión. Ese halo enig‑ mático y misterioso que siempre envuelve a sus mujeres aquí sigue estando presente y los envuelve a todos, especialmente con las parejas de gemelos, de hermanos. Es el misterio de los cuerpos y de sus diferencias, alejados de preocupaciones for‑ males y solamente ensimismados en su cercanía. Las mujeres de van Meene siempre presentan una cierta tristeza y desam‑ paro, pero, no sé por qué, tal vez sea solamente un prejuicio, en esta serie ellas me parecen más fuertes, más seguras. Aquí no están solas. ¶
Son seres que se acompañan, que están juntos, que se conocen y tienen una relación personal, ajena a cualquier norma ni regla. These beings accompany one another. They know each other and have a personal relationship, one that abides by no norms or rules.
there is nothing that suggests they are mere playthings. They provide compa‑ ny and the relationship is mutual. These beings accompany one another. They know each other and have a personal and physical relationship. Their bodies are linked in a relationship that abides by no norms or rules. These are real women and real animals, with their own innate beauty, age and moment in time. Van Meene works in natural light, with clear backgrounds that enhance the resolution of the surface. Barefoot‑ ed, the women are pale and fragile in appearance. The animals, which come both large and small, are both a coun‑ terpoint and a form of continuity that has nothing to do with species and dif‑ ferent skins and colourings. In other series, Van Meene depicts only dogs: on their own, in pairs and in groups. They pose in a natural way, utterly uninterested in modelling a representation of themselves. Proud of who they are, they only know how to be what they are, providing a stark contrast to the backdrops formed by fabrics, velvet and light and shade. But it is their relationship with the girls that is of interest in this work, the symbiosis and ambiguity in their connection, as opposed to them each being isolated in their own presence. The mysterious and enigmatic halo that always surrounds Van Meene’s women is present here and envelops everyone, not least the twins and siblings. It is the mystery of bodies and their differences, distanced from formal concerns and only wrapped up in their closeness to one another. Her women always look sad and helpless. Yet in this series, and for reasons I can‑ not explain other than my possible bias, they seem stronger and more secure to me. Here they are not alone. ¶
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Paula Robleño
Ekin Küçük Cat Fever La vida de los gatos callejeros en Estambul es dura y difícil. Las leyes apenas protegen el bienestar de los animales sin hogar y, a menudo, pueden observarse señales de maltrato en ellos. Los gatos callejeros apenas viven un par de años, siendo propen‑ sos a contraer múltiples enfermedades y estando expuestos a la violencia y hostilidad de las ciudades. Los primeros recuerdos de Ekin Küçük de gatos callejeros son indudablemente infeli‑ ces: cuando era pequeña, la ciudad vivía una sobrepoblación de animales sin hogar y esto fue abordado por el gobierno en‑ venenándolos. La artista recuerda los paseos por las mañanas, esquivando los cuerpos sin vida de decenas de gatos y perros. Una experiencia que le marcaría de por vida. Cat Fever surge de la necesidad de contrarrestar aquellas imágenes desgarradoras de su infancia. Amante de los anima‑ les desde siempre, Ekin Küçük captura momentos entrañables y alegres en las vidas tan difíciles de los gatos callejeros. Tras el fallecimiento de sus perros, con los que había compartido gran parte de su vida, comenzó a acercarse a los gatos de su barrio. En su duelo, encontraba confort en la cercanía desconfiada de estos felinos, y empezó a establecer un vínculo de cuidado con ellos. Se ocupaba de alimentarlos, y esperaba impacientemen‑ te el momento en el que decenas de ellos se arremolinaban en su jardín deseantes de un plato de comida. Eran inteligentes y
Ekin Küçük. Kadiköy, from the Cat Fever series, 2023. Courtesy of the artist.
Life for stray cats in Istanbul is hard and difficult. Laws barely protect the wel‑ fare of homeless animals, and signs of abuse can often be observed in them. Stray cats barely live a couple of years, being prone to multiple diseases and being exposed to the violence and hos‑ tility of the cities. Her earliest memories of stray cats are undoubtedly unhappy: when she was a child, the city experi‑ enced an overpopulation of homeless animals and this was addressed by the government poisoning them. The artist remembers the early morning walks, dodging the lifeless bodies of dozens of cats and dogs. An experience that would mark her for life. Cat Fever was born out of the need to counteract those heartbreaking im‑ ages of his childhood. A lifelong animal lover, Ekin Küçük captures the endear‑ ing and joyful moments in the difficult lives of stray cats. After the death of his DOSSIER
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también estúpidos; sigilosos, a la par que traviesos y bullicio‑ sos. Su luto fue encontrando alegría en estos momentos de re‑ unión callejera y, así, empezó a fotografiarlos. Todas las mañanas y todas las tardes se acercaban a su jar‑ dín. Entre los juegos, las caídas, los maullidos y los ronroneos, fue generando un vínculo muy especial con estos animales. La injusticia de los recuerdos de su infancia adquirió otro cariz. Incluso terminó abriendo las puertas de su casa a algunos de ellos. Sin duda le encantaría poder adoptar y cuidar a todos los gatos con los que se encuentra, pero por el momento aporta su granito de arena alimentando a todos los que puede y, a me‑ nudo, llevándolos al veterinario para esterilizarlos y vacunar‑ los. Küçük menciona siempre el momento en el que rescató a unos de ellos, atrapados en el motor del interior de su coche. El pobre, asustado, maullaba incesantemente y tomó un par de horas hasta que pudieron rescatarlo de allí, con la ayuda de los bomberos. Durante más de dos meses estuvo en el hospital recuperándose, y en todo el proceso perdió una pata. Pero en cuanto sanó, Ekin se lo llevó a casa y son, desde entonces, inse‑ parables. La fotógrafa espera que, poco a poco, se vaya toman‑ do mayor conciencia del cuidado de estos animales, aunque sea con pequeñas acciones, ya que, al igual que nosotros, ellos también son habitantes de las ciudades. ¶ 96
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Ekin Küçük. Kıuzguncuk, from the Cat Fever series, 2021. Courtesy of the artist.
Ekin Küçük. Sisman, from the Cat Fever series, 2018. Courtesy of the artist.
Ekin Küçük. Dörtyol, from the Cat Fever series, 2023. Courtesy of the artist.
Ekin Küçük. Galata, from the Cat Fever series, 2015. Courtesy of the artist.
dogs, with whom she had shared a big portion of her life, she began to reach out to the cats in her neighbourhood. In her grief, she found comfort in the wary closeness of these felines, and began to establish a caring bond with them. She took it upon herself to feed them, and waited impatiently for the moment when dozens of them would swarm into his garden, eager for a plate of food. They were intelligent as well as stupid; stealthy as well as mischievous and boisterous. Her mourning found joy in these moments of street gathering, and so she began to photograph them. Every morning and every afternoon they came to her garden. Between the games, the tumbles, the meows and the purrs, she developed a very special bond with these animals. The injus‑ tice of her childhood memories took on a different shade. She even ended up opening the doors of her home to some
of them. Küçük would certainly love to be able to adopt and care for all the cats she encounters, but for the time being she does her bit by feeding as many as she can and often taking them to the vet for neutering and vaccinations. The artist always mentions the moment she rescued one of them, trapped in the engine inside her car. The poor, fright‑ ened cat was meowing incessantly and it took a couple of hours until it could be rescued from there, with the help of the fire brigade. For more than two months it was in the hospital recovering, and in this whole process, it lost a paw. But as soon as it was healed, Ekin took it home and they have been inseparable ever since. The photographer hopes that, little by little, people will become more aware of the need to care for these ani‑ mals, even if only through small actions, because, like us, they are also inhabit‑ ants of our cities. ¶ DOSSIER
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Ekin Küçük. Levent, from the Cat Fever series, 2015. Courtesy of the artist. Kuzguncuk III, from the Cat Fever series, 2016. Courtesy of the artist.
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Ekin Küçük. Narmanli Han, from the Cat Fever series, 2015. Courtesy of the artist.
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Ekin Küçük. Beyoğlu, from the Cat Fever series, 2016. Courtesy of the artist.
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Ekin Küçük. Karaköy, from the Cat Fever series, 2020. Courtesy of the artist. III, from the Cat Fever series, 2015. Courtesy of the artist.
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Bernardo Esquinca
Eunice Adorno
El libro de las mascotas The book of pets
“El Libro de las Mascotas” es un proyecto de inSite/ Casa Gallina, “un intento por compilar algunos relatos de afecto que entretejen la vida cotidiana del barrio de Santa María de la Ribera” en Ciudad de México, México”. Editado por Casa Gallina InSite y Turner en México en 2015. Casa Gallina es una asociación civil cuyo proyecto cultural busca instigar procesos de creatividad social en el marco barrial y cotidiano de Santa María de la Ribera. El Libro de las Mascotas (‘The Book of Pets’) is a project by inSite/Casa Gallina, ‘an attempt to compile heartwarming stories that weave the strands of everyday life together in the Santa María de la Ribera neighbourhood’ in Mexico City. The book was published by Casa Gallina InSite and Turner in Mexico in 2015. Casa Gallina is a non-profit organisation whose cultural aim is to foster social creativity as an integral part of life in Santa María de la Ribera.
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All images: Eunice Adorno. El libro de las mascotas, 2015. Courtesy of the artist and Casa Gallina.
Grecia, Maya, Miel, Mia, Nina y Lucky Esta peculiar manada no fue planeada. Los perros llegaron cada uno por su lado y en circunstancias diferentes. Unos fueron comprados, otros rescatados de la calle o de un canal; incluso uno amaneció a la puerta de la casa dentro de una caja, pues la gente ya identificaba que ahí eran benévolos con los perros. Los amos son una pareja de jóvenes esposos, quienes jamás imaginaron que terminarían con seis mascotas. Como ellos mismos cuentan, no se pudieron resistir. Cada vez que llegaba un animal nuevo, afirmaban que sería el último. Sin embargo, la familia continuó creciendo, y se tuvieron que mudar a un nuevo hogar con patio para darles cabida a todos. Los dueños se refieren a los perros como sus hijos, y cuando cumplen años les hacen fiesta con todo y pastel. ¿Y habrá un nuevo integrante canino en el futuro? Ellos ríen. Afirman que no, pero, a estas alturas, conocen bien aquel dicho de “nunca digas nunca”.
Grecia, Maya, Miel, Mia, Nina and Lucky The forming of this unusual pack owes nothing to planning. The dogs arrived one by one in different circumstances. Some were bought, others rescued from the street or canals even. One even appeared in a box left at the front door, an indication that the people who deposited it knew that the people inside cared for dogs. The owners are a young married couple who never imagined they’d end up with six pets. Though as they themselves admit, they just couldn’t say no. Every time a new dog arrived, they said it was the last, but the family kept on growing, prompting them to move to a new house with a back yard. The owners look upon the dogs as their children and whenever there’s a birthday, they throw a party with a cake and all the trimmings. So, will there be any more canine additions to the family in the future? No, they say with a chuckle. Yet as they well know, ‘never say never’.
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Grendel Grendel es un pitbull robusto que vive en un espacio pequeño, rodeado de cinco personas a las que se ha adaptado de maravilla. Conscientes de que es una raza dominante, sus dueños no le tienen permitido subirse a la cama ni a los sillones, ya que “después no te lo quitas de encima”. De pequeño destruyó más de un mueble, pero esa etapa ya pasó; ahora libera su energía en los paseos de la Alameda. A diferencia de muchos perros a Grendel —cuyo nombre proviene de un grupo de rock industrial— le encanta bañarse. Pero eso sí: con agua tibia. Tiene su casita dentro de la propia casa, y en ella se acomoda muy a gusto. Él es un perro noble: se deja acariciar y besar por los tres pequeños del hogar. Sólo una vez desconoció al padre de la familia, y le soltó una mordida. Cuando el animal se dio cuenta de lo que había hecho se deprimió varios días. Desde entonces no ha vuelto a gruñir. Grendel is a sturdy pitbull who shares a small flat with five people. Though he has settled in with them without a problem, his owners don’t allow him to clamber on to the bed or the armchairs because he’s from a dominant breed and they know they’ll never get him off again. He destroyed more than one piece of furniture when he was a puppy, but he’s grown out of that now and expends his energy on walks through La Alameda. Unlike many other dogs, Grendel – who is named after an industrial rock group – loves having a bath, though the water has to be lukewarm. He has his own little indoor kennel and is very comfortable there. He’s a fine dog and lets the three smallest members of the household stroke and kiss him. There was just this one time when he bit the father of the family because he didn’t recognise him. When he realised what he’d done, he was very quiet and downcast for a few days. He hasn’t growled since.
Otto Otto fue rescatado en una fiesta. Alberto, su actual dueño, abrió la puerta de la casa de su amigo y lo primero que vio fue a un perro desnutrido, con una catarata en un ojo. Era evidente que el animal no estaba recibiendo las atenciones adecuadas —en algún momento de la fiesta alguien le dio de comer chetos—, así que, entre trago y trago, como no queriendo la cosa, Alberto le propuso a su amigo que se lo regalara. Así, sin mayor transacción. Otto cambió a un mucho mejor dueño. Y, aunque el glaucoma terminó arrebatándole la vista de su ojo malo, ahora se le ve robusto, adaptado a su nueva familia. El inicio no fue fácil: la mamá de Alberto le lanzó una advertencia: “Te vas con todo y perro a la calle”. El pacto fue que sería temporal, mientras encontraba un lugar donde vivir, pero a los pocos días todos en la casa estaban encariñados con él, especialmente la madre, quien lo apapachaba y procuraba que comiera bien. Ya no hay duda: Otto se quedó para felicidad de todos. El propio Alberto reconoce que incluso su propia vida ha mejorado desde la llegada del perro: “Ahora es menos caótica”. Otto was rescued at a party by his owner, Antonio, who went to a friend’s house and was greeted by an undernourished dog with a cataract in one eye. It was pretty obvious that the dog wasn’t getting the necessary attention – someone started feeding him crisps during the party – so, between drinks and almost casually, Alberto suggested to his friend that he take care of the dog. And that was that: suddenly, Otto had an owner worthy of the name. And though the glaucoma ended up depriving him his sight in his bad eye, he is now in robust health and happy to be part of his new family. Things weren’t easy to begin with, not with Alberto’s mother. ‘I’ll put you and your dog out on the street,’ she warned, prompting him to start looking for somewhere else to live. Within a few days, however, everyone had fallen in love with Otto, not least Alberto’s mother, who began pampering the dog and made sure he ate well. That was the end of the debate. To everyone’s delight, Otto was there to stay. As Alberto acknowledges, his life has only improved since his four-legged friend became part of it: ‘Things are less chaotic now.’
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Bubo y Luna Estos gatos persas llegaron de Tuxpan, Veracruz, al Distrito Federal. Son animales de mucha personalidad: incluso Luna tiene los ojos de colores diferentes, lo que le da un aire de extravagancia. Ambos funcionan como un refuerzo del reloj despertador, pues cuando Liliana no se levanta, saltan a la cama y no se están en paz hasta que ella se incorpora. Bubo y Luna reciben un tratamiento por riñón poliquístico, un defecto muy común en la raza. El más sensible de los dos es el macho: cierta ocasión que Liliana estaba postrada con un fuerte dolor de cabeza, Bubo empezó a acariciarla con sus patitas, hasta que se quedó dormida. “Son como dos angelitos que llegaron a alegrarme la vida”, dice, pues en la casa solo están ella y su hermano. Cuando se los regalaron acababa de morir su papá. Fue una etapa difícil, que Bubo y Luna contribuyeron a aligerar con sus mimos y sus travesuras.
Bubo and Luna This pair of Persian cats arrived from Tuxpan, in the Mexican state of Veracruz, and are full of character. Luna’s different-coloured eyes give her an otherworldly look. They both operate as back-up to the alarm clock. When Liliana fails to rouse herself from her slumber, they jump up on the bed and are not at peace until she sits up. Bubo and Luna have both been treated for polycystic kidney disease, which is very common in the breed. Bubo, the male, is the more sensitive of the two. One time, when Liliana was laid low with a severe headache, he started stroking her with his paws until she fell asleep. ‘They’re like two little angels that came down to brighten up my life,’ says Liliana, who lives alone with her brother. They were given them just when their father died. It was a difficult time, but Bubo and Luna helped them get through it with their TLC and high jinks.
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Río y Franco A Río lo adoptaron en un albergue junto con su hermano, que se llamaba México. Pero este último gatito venía enfermo, y murió al día siguiente. Fernanda y Juan cuentan que fue algo traumático para ellos, pues a pesar de que tan sólo tenían unas horas con las mascotas, el apego ya era muy fuerte. Una vez recuperados del shock, consideraron que era importante que Río tuviera un compañero; así que se pusieron a buscar, hasta que dieron con otra adopción. De entre todos los gatos que ofrecían, escogieron a Franco, porque era el más tranquilo. Ambos son demandantes de amor y cariño; despiertan a sus dueños a las seis de la mañana para que les den de comer. Están consentidos: les gusta comer chocolate, pan, y siempre están en la cama con Fernanda y Juan, lamiéndolos, mordiéndolos. Río y Franco son tragones: suelen robarse la comida que hay en la casa, así que a diario se impone una revisión de la cocina para ver qué es lo que se llevaron. Fernanda confiesa que los gatos “te hacen reflexionar sobre el hecho de tener hijos”. Aunque sean más independientes que los perros, “están todo el tiempo llamando la atención y necesitan jugar”.
Río and Franco Río was adopted at a shelter, along with his brother, who was called Mexico. Mexico was ill when he arrived and died the next day. Fernanda and Juan said it was a traumatic experience for them, as they’d built up a very strong bond with these little cats in just a few short hours. Once they had got over the shock, they resolved to find a companion for Río, eventually coming across another adopted cat, Franco, whom they chose out of all the rest because he was the quietest. They both demand a lot of love and affection and wake up their owners up at 6am so they can get fed. Río and Franco are spoiled too. They like to eat chocolate and bread and they’re always in bed with Fernanda and Juan, licking and biting them. They’ll eat anything that’s on the go at home and are such gluttons that Fernanda and Juan have to do daily checks in the kitchen to see if anything’s gone missing. ‘Cats can make you think about having children,’ admits Fernanda. Though they’re more independent than dogs, ‘they try to attract your attention the whole time and need to play’.
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Zula y Anubis Originalmente Irene y Alberto soñaban con tener un perro de raza extraña: el preso canario. Sin embargo, es un animal que está prohibido en algunos lugares, pues es muy grande. Además, traerlo desde las Islas Canarias, de donde es originario, resultaba muy caro. Después, investigando sobre los dobermans, decidieron cambiar de objetivo. Primero ahorraron para adquirir a Zula; luego Anubis llegó como un obsequio. En casa Zula es arisca y Anubis amigable; en la calle pasa exactamente lo contrario. Los perros tienen una muy particular manera de quererse: a mordidas. Irene y Alberto afirman que hay prejuicios sobre la raza. Para ellos no es verdad que “desconocen” a los dueños. “Conocen nuestra forma de hablar y de caminar. Son como nuestros hijos”.
Zula and Anubis Irene and Alberto once dreamed of having a Presa Canario dog. A rare breed, it is outlawed in some parts of the world on account of its size and would have been very expensive to bring over from its native Canary Islands, so they started looking into dobermans. They saved enough to buy Zula, and then came Anubis as a gift. At home, Zula is gruff and unfriendly, while Anubis is approachable and friendly. In the street, however, it’s a complete role reversal. They have a very special way of showing their love for each other: by biting. According to Irene and Alberto, people have a prejudiced view of the breed. They don’t share the view that their owners are strangers to these dogs: ‘They know the way we talk and walk. They’re like our children.’
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Toby Dicen que nombre es destino: Toby es la mascota de un taller de bicicletas llamado El Galgo. Antonio, su dueño, bromea sobre su raza: “maltés cruzado con rottweiler” , porque salió “repelionero”. Con la gente se porta amigablemente, pero con otros perros saca su carácter. Entre los vecinos Toby es popular: las personas le gritan desde los coches para saludarlo; también le traen huesos, pelotas y se toman fotos con él. Una vez el perro se les soltó y comenzó a correr entre los coches. Antonio tuvo que plantarse en medio de la calle, poniendo su propia vida en riesgo. La maniobra valió la pena, Toby solo sufrió el raspón de un coche y el susto. En el taller los trabajos son rápidos, como el animal que le da nombre, por su parte el carisma de Toby atrae nuevos clientes, así que podría decirse que todo se lo deben a los perros. They say there’s something in a name. Toby is the pet dog at a bicycle workshop called El Galgo (‘The Greyhound’). ‘He’s a Maltese crossed with a rottweiler,’ jokes Antonio, his owner, who says he is on the quarrelsome side. Toby is a friendly enough mutt with people but shows all his character when in the company of other dogs. He’s popular with the neighbours, who greet him as they pass by in their cars, bring him bones to chew and balls to play with, and take selfies with him. Once, he got away from them and began to dodge in and out of the traffic. Antonio had to stand in the middle of the street, putting his own life in danger, to save him. It was worth it, with Toby receiving nothing more than a scare and a slight glancing blow from a passing car. They get through their work quickly at the workshop, living up to their name, while Toby attracts new customers with his charisma. You could say that they owe it all to the dogs.
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Spike A Óscar y a Spike se les puede ver todos los días en el Quiosco morisco mientras entrenan a los jóvenes en las artes del boxeo. Por supuesto que el perro no se pone los guantes, pero siempre está muy atento a los movimientos de su amo, quien es profesor de acondicionamiento físico. Fueron dos de sus alumnos quienes, al ver la buena relación que tiene con los animales, decidieron regalarle un perro. Él aceptó, “siempre y cuando fuera de los chiquitos”, pues anda para todos lados con su diablito cargado de instrumentos de boxeo. Originalmente se llamaba Roco, pero le cambió el nombre porque todos los perros que ha tenido se han llamado así: Spike. Es como una tradición familiar. Óscar afirma que su mascota es “el nene consentido”: a donde van todos le conocen y quieren. Ellos están muy unidos, incluso duermen juntos. “No sé qué haría sin mi pequeño”, confiesa. Y vuelve al entrenamiento mientras Spike comienza a ladrarle a la sombra con la que boxea. You can see Oscar and Spike every day at the Quiosco Morisco, where youngsters gather to learn the art of boxing. The dog doesn’t put the gloves on, of course, but he watches his owner’s movements closely. Oscar is a fitness coach and it was two of his students who decided to give him a dog, having seen how good he was with animals. He accepted, ‘as long as it’s small’, because he’s always on the move with his boxing gear, which he transports from A to B in a hand cart. The dog was originally called Roco, but Oscar has always called his canine companions Spike. It’s something of a family tradition. Spike is his ‘spoiled child’, as he puts it. No matter where he goes, everyone knows and loves Spike. They are very close and even sleep together. ‘I don’t know what I’d do without my little one,’ he admits before going back to his training, leaving Spike to bark at the shadows in the ring. DOSSIER
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Charlotte Dumas Charlotte Dumas. Collina, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam.
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Palermo
Un sinfín de escalones ascendían hasta un cuartucho en la azo‑ tea de un viejo edificio de Ballarò, uno de los barrios medieva‑ les de Palermo. Aquel fue mi hogar durante unos meses en la primavera de 2006. El parque de enfrente solía frecuentarlo la misma jauría de perros callejeros, que descansaban a la sombra en el asfalto tibio y en el pavimento de piedra jaspeada. Por la noche los oía ladrar mientras perseguían a los transeúntes. Con el tiempo fui conociendo a aquellas jaurías de perros callejeros, randagi, cada una de las cuales tenía su propio te‑ rritorio en el casco viejo de la ciudad. Los perros deambulaban por la terminal de cruceros del puerto y por los mercados ca‑ llejeros, rondando los puestos de carnicería que vendían offal y pane con milza. Por la noche me los encontraba durmiendo acurrucados en cajas de cartón que la gente dejaba para ellos. Formaban parte del intrincado tejido de la ciudad y gozaban del respeto de sus homólogos humanos. Algunos despertaban mi interés cuando callejeaba por la ciudad. Varios tenían nombre, aunque nadie sabía quién se lo había puesto. Como TomTom, un perro blanco y negro cuyo pelaje blanco estaba tan mugriento que se había vuelto gris, y Barone, un gigante bonachón que formaba parte del deco‑ rado de Ballarò. Al mirarlos ahora, veo un repertorio de poses y gestos. Los unos con los otros ejecutan una danza canina de temas y va‑ riaciones e irradian la camaradería que experimenté al tener‑ los cerca. Sin embargo, todos esos cuerpos perrunos tumbados en el suelo, la quietud de las posiciones fetales circulares en las que dormían, a veces acurrucados en nichos excavados en el suelo como si ya estuvieran en la tumba, emanan gravedad y temporalidad. Me hacen pensar en nuestra mortalidad y en el espacio que ocupamos en relación con los demás, a nivel indi‑ vidual y como humanos junto a otros seres sintientes. En lo que significa la pertenencia a un grupo y a una especie. Siento nos‑ talgia al observar a esos perros cuyo conjunto forma un cuerpo colectivo, amable y humilde. ¶
Countless steps climbed up to a small room on the rooftop terrace of an old building in the Ballaró, one of the Me‑ dieval quarters of Palermo. This was my home for a few months in the spring of 2006. In the park across the street, a reg‑ ular pack of stray dogs hung around, lazing in the shade on the warm asphalt and marbled stone pavement. At night I’d hear them barking as they chased passers by. Over time, I became familiar with these packs of strays, randagi, that each had their own territory in the old parts of town. They roamed around the har‑ bour at the cruise ship terminal and in the street markets, circling the butch‑ er stands that sold offal and pane con milza. At night I’d find them sleeping curled up in cardboard boxes that were left for them. They were part of the intri‑ cate fabric of the city, respected by their human counterparts. At the time, wandering the city, I felt drawn to individual characters. Some of them had names, although no‑ body knew how they got them. Like the black‑and‑white TomTom, whose white fur was so saturated with dirt it had turned grey, and Barone, a gentle giant of a dog and a fixture of the Ballaró. Looking at them now, I see a rep‑ ertoire of poses and gestures. In each other’s company, they perform a canine dance of themes and variations, radiat‑ ing the comradery between them, that I experienced being around them. Still, all these dog bodies lying on ground, the stillness of the round foetal positions they often sleep in, some‑ times curled up in niches carved out of the ground as if they were already in a grave, emanate gravity and tempo‑ rality. They make me think about our mortality and about the space we oc‑ cupy in regard to others, individually and as humans alongside other sentient beings. About what it means to belong, to a pack and to a species. I feel a sense of longing observing these dogs that together form a collective body, gentle and humble. ¶ DOSSIER
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Charlotte Dumas. A terra, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam.
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Charlotte Dumas. Cestino, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam. 114
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Charlotte Dumas. Dentro, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam. DOSSIER
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Charlotte Dumas. A Terra #04, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam. 116
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Charlotte Dumas. Heart Shaped Hole, from the Palermo series, 2008. Courtesy of the artist and Van Zoetendaal Publishers Amsterdam.
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Estela de Castro. Isa, Lima, Gazpacho, Ratatouille, Huella la Consentida, Juanfra, Bentley, Lennon, Itziar y Paul, from the Retratos de Familia series, 2023. Courtesy of the artist.
Cuando era pequeña, compartía mi vida con dos perros, se lla‑ maban Dustin y Alexia. Nunca olvidaré el día que fallecieron, primero Alexia, años después sería Dustin. Recuerdo la última mirada que cruzamos, el sitio exacto en el que me despedí de ellos y el dolor que sentí por su pérdida. Con ellos, se iba parte de mi familia. También recuerdo la incomprensión de algunas personas al expresar que su muerte, para mí, era la más do‑ lorosa que había sentido hasta entonces. ¿Cómo puedes sufrir más la pérdida de un perro que la de una persona? Yo no en‑ tendía esa pregunta, ya que mis perros estaban cada día a mi lado y me demostraban la lealtad y el amor más puro. Ese cuestionamiento de los sentimientos por ese vínculo que generamos con los animales que forman parte de nuestra fa‑ milia o ese duelo por su pérdida se llama especismo. El ser humano tiene una visión antropocéntrica y cree estar por en‑ cima del resto de especies con las que compartimos el planeta.
de Familia Estela Retratos Family portraits de Castro When I was young, I shared my life with two dogs called Dustin and Alex‑ ia. I’ll never forget the days on which they died, first Alexia and then Dus‑ tin a few years later. I remember the last time our eyes met, the exact place where I said goodbye to them and the pain I felt at their loss. I’d lost part of my family. I also remember some people failing to understand me when I told them that their deaths were the most painful thing I’d been through up to that point. How could the death of a dog cause you more suffering than that of a person? I didn’t understand the ques‑ tion, because my dogs had been by my side every day and had shown me the utmost loyalty and love.
The questioning of the feelings that come our bond with the animals in our family or the sense of loss we feel when they die is called speciesism. Humans have an anthropocentric view of life and believe themselves to be above all the other species with which they share the planet. They believe their lives have more value than non‑hu‑ man animals, which, in their opinion, are in this world to serve us. We exploit them on farms and turn them into food, clothe ourselves in their skins, and lock them up in zoos so we can admire their beauty without a thought for the infinite sadness this causes them. We make them work for us, use them in labora‑ tory experiments, and show them off DOSSIER
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En España se abandonan cada año casi 300.000 animales que vivían en un hogar, es la cifra más alta de toda Europa. In Spain alone nearly 300,000 animals bought as pets are abandoned every year, the highest figure in the whole of Europe.
Estela de Castro. Lara, Cony, Libia, Sordi, Lola, Enzo, Menta y Donete, from the Retratos de Familia series, 2022. Courtesy of the artist.
Considera que su vida tiene más valor que la de los animales no humanos y que están en este mundo para servirnos. Ya sea para ser explotados en granjas y después convertirse en comi‑ da, vestirnos con su piel, encerrarlos en zoos y así poder admi‑ rar su belleza sin importarnos la tristeza infinita que conlleva para ellos, para ser utilizados como herramientas de trabajo, en experimentos en laboratorios o como víctimas de mascotis‑ mo, que en muchos casos sirven poco más que de adorno, ya que son animales que ni siquiera interactúan con el ser huma‑ no y que están muy alejados de su hábitat. Además, en España se abandonan cada año casi 300.000 animales que vivían en un hogar, es la cifra más alta de toda Europa. Retratos de Familia es un proyecto que muestra a familias multiespecie. Familias donde todos los individuos que apare‑ cen en las fotografías, sean de la especie que sean, son consi‑ derados parte de esa familia. Animales que en la mayoría de los casos han sido rescatados, muchos de ellos de una industria cruel que hace que sus cortas vidas sean un infierno. Como los animales que posan junto a Elena o Fer, fundadores am‑ bos de diferentes santuarios donde los animales considerados de granja viven en plenitud sus vidas sin ser explotados. O los 120
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as pets, often using them as little more than trophies that have been removed from their natural habitats and singu‑ larly failing to interact with them. What is more, in Spain alone nearly 300,000 animals bought as pets are abandoned every year, the highest figure in the whole of Europe. Retratos de Familia (Family Portraits) is a project depicting mul‑ ti‑species families. Every member appearing in the photographs is regard‑ ed as part of the family, irrespective of their species. Most of these animals have been rescued, many of them from a cruel industry that makes their short lives hell, like the animals posing with Elena or Fer, the founders of two sanc‑ tuaries where so‑called farm animals can live their lives in full without being exploited, or the greyhounds and hunt‑ ing dogs pictured alongside Lara, the founder of an animal shelter that gives refuge to dozens of dogs abandoned by hunters every year. The series also shows families such as Carla and Án‑ gel, who rescue Nordic dogs from awful conditions at puppy farms, or Paula, who for many years has taken care of dozens of cats abandoned by their owners when summer comes. I like the
Estela de Castro. Elena, Kevin, Rermee, Anna, Tutankammón, Gretel, Bebe Gary y Julieta, from the Retratos de Familia series, 2023. Courtesy of the artist. Nora, Lolo y Lea, from the Retratos de Familia series, 2024. Courtesy of the artist.
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galgos y podencos que posan junto a Lara, fundadora de una protectora que recoge cada año decenas de perros desechados por los cazadores. En esta serie también podemos ver familias como la de Carla y Ángel, que rescatan a perros nórdicos de criaderos en pésimas condiciones, o a la Señora Paula, que du‑ rante años ha cuidado a decenas de gatos que la gente aban‑ dona cuando llega el verano. Me gustaría destacar el retrato de Isa en la caravana en la que vive junto a Juanfra, para no dejar nunca solos a los casi doscientos perros que tienen rescatados en su protectora, o el de Iratxo, que posa junto a tres de sus pe‑ rros, pero que convive él sólo con más de doscientos animales en el santuario que ha fundado. He querido que mi familia formara parte del proyecto con un autorretrato. La que he creado desde el profundo amor y respeto que siento por los animales y que está formada por gatos y perros. Renko, Nina, Cloe, Sulay, Pimpo y Pocho. Aun‑ que todos ellos han sido rescatados de diferentes situaciones de maltrato o abandono, siento cómo, cada día, ellos me rescatan a mí y me sostienen. ¶ 122
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Estela de Castro. Sulay, Pimpo, Cloe, Estela, Renko, Nina y Poncho, from the Retratos de Familia series, 2024. Courtesy of the artist. Iraxto, Golfo, Pandora y Zipi, from the Retratos de Familia series, 2022. Courtesy of the artist.
portrait of Isa in the caravan in which she lives with Juanfra and with whom she tends to the nearly 200 dogs they have recused at their animal shelter, and that of Iratxo, who poses with three of her dogs and lives alone with more than 200 animals at the sanctuary she has founded. Along with my family, I wanted to form part of the project with a self‑por‑ trait created out of the profound love and respect I have for animals and which features cats and dogs: Renko, Nina, Cloe, Sulay, Pimpo and Pocho. Although they have all been rescued from situations in which they have been mistreated or abandoned, I feel that they rescue and support me on a daily basis. ¶
Estela de Castro. Carla, Somo, León, Ángel, Nanuq, Lup, Tormenta Blanca, Pumpkin y Changpa, from the Retratos de Familia series, 2024. Courtesy of the artist.
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Estela de Castro. Señora Paula, Mili, Pili y Engreído, from the Retratos de Familia series, 2024. Courtesy of the artist.
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Estela de Castro. Rafa, Sara, Fer, Kalea, Pipa, Tara y Bart, from the Retratos de Familia series, 2023. Courtesy of the artist.
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portf En esta sección damos visibilidad a fotógrafos emergentes y a aquellos que están consolidando su trayectoria. Una ventana a la fotografía que no te puedes perder, a nuevos proyectos y a nombres que darán que hablar.
o o f li This section raises the profile of emerging photographers and those who are consolidating their career path. A window into the photography you cannot miss; new projects and names that will get everyone talking.
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Angela Christofilou Atenas, Grecia, 1982 Durante casi una década, profundamente arraigada en las comunidades y espacios que documenta, Angela Christofilou se ha dedicado a crear una amplia obra de fotografía de protesta. Fotógrafa autodidacta, el trabajo de Christofilou explora temas como la comunidad, los derechos humanos, la resistencia y la violencia de género, así como la familia, la identidad de género, la discriminación por edad y la sexualidad. Desde 2015, ha documentado movimientos por los derechos de las mujeres, los derechos LGBTQIA+, el antirracismo, el trabajo sexual, los derechos de los trabajadores, la justicia medioambiental, la justicia de los migrantes, los derechos de los animales y mucho más. Su extenso archivo, conservado en gran parte en el Bishopsgate Institute de Londres, refleja su compromiso con estas causas. A través de sus imágenes, Christofilou pretende inspirar la acción colectiva y la solidaridad, amplificando las voces de las comunidades marginadas y preservando momentos históricos. Su trabajo va más allá de las protestas a gran escala, capturando la esencia del activismo tanto en espacios públicos como privados, reflejando las diversas formas de resistencia en nuestra vida cotidiana. Angela Christofilou, de raíces griegas, vive y trabaja en Londres. Su trabajo fotográfico ha formado parte de exposiciones, libros, revistas, periódicos, documentales y charlas, destacando el papel de las artes visuales en el cambio social. Entre las exposiciones más destacadas figuran Photographing Protest: Resistance through a Feminist Lens en Four Corners Gallery y Out and About! Archiving LGBTQ+ history en el Barbican Centre. Sus colaboraciones con grupos de campaña como Greenpeace, Migrants Organise, Fossil Free London, Labour Behind the Label, Pregnant Then Screwed, Women’s March y Uplift - Stop Rosebank subrayan aún más su dedicación al activismo.
For nearly a decade, Angela Christofilou has dedicated herself to creating a large body of work in protest photography, deeply rooted in the communities and spaces she documents. A self-taught photographer, Angela’s work explores themes of community, human rights, resistance, and gender-based violence, as well as family, gender identity, ageism, and sexuality. Since 2015, she has documented movements for women’s rights, LGBTQIA+ rights, anti-racism, workers’ rights, environmental justice, migrant justice, animal rights, and more. Her extensive archive, largely housed at the Bishopsgate Institute in London, reflects her commitment to these causes. Through her images, Angela aims to inspire collective action and solidarity, amplifying the voices of marginalized communities and preserving historical moments. Her work spans beyond largescale protests, capturing the essence of activism in both public and private spaces, reflecting the diverse forms of resistance in our daily lives. Angela’s photography has been featured in exhibitions, books, magazines, newspapers, documentaries, and talks, highlighting the role of visual art in social change. Notable exhibitions include ‘Photographing Protest: Resistance through a Feminist Lens’ at Four Corners Gallery and ‘Out and About! Archiving LGBTQ+ history’ at the Barbican Centre. Her collaborations with campaign groups including Greenpeace, Migrants Organise, Fossil Free London, Labour Behind the Label, Pregnant Then Screwed, Women’s March, and Uplift - Stop Rosebank further underscore her dedication to activism.
All images: Angela Christofilou. Protest series, 2019-23. @protest_photos @angela_photographs PORTFOLIO
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All images: Martina Zanin. I Made Them Run Away, 2017-20. Courtesy of the artist. @martinalucyzanin
Martina Zanin San Daniele del Friuli, Italia, 1994 Era verano y, como muchos niños, pasaba los días en un campamento de verano. Una noche estaba muy excitado cuando llegué a casa y después de cenar con mi abuela subí al piso de arriba, donde vivíamos mi madre y yo, con la intención de irme a dormir. Al entrar, vi a mi madre y a un hombre sentados en el sofá viendo la televisión. Mi madre me preguntó cómo me había ido el día y no pude contenerme y les enseñé a los dos lo que había aprendido. Me puse a bailar y cantar delante de la televisión durante unos 10 minutos, hasta que el hombre interrumpió mi actuación diciendo “Es tarde, será mejor que me vaya”, seguido de la mirada de mi madre hacia mí. Tras despedirse del hombre, mi madre volvió a entrar en casa gritándome: “¿Cómo es posible que los hagas huir a todos?”. I Made Them Run Away es una historia de múltiples capas en la que se entrelazan fotografías familiares de archivo e imágenes contemporáneas, con textos escritos por la madre de la artista. Cambiando entre los distintos puntos de vista, Zanin describe la recurrente y complicada relación triangular entre ella, su madre y el «hombre», una figura múltiple no constante, representada sobre todo como una ausencia en la obra. La artista captura objetos, gestos, animales, partes del cuerpo y visiones idílicas, imágenes simbólicas que reconstruyen sentimientos y sensaciones surgidos del pasado. El juego de perspectivas crea un diálogo entre madre e hija en dos momentos distintos en el tiempo, reflexionando sobre el papel del pasado y explorando la coexistencia y transición de sentimientos opuestos dentro de las relaciones, como la compasión y la ira, la atracción y la repulsión o la vulnerabilidad y la fuerza. Martina Zanin vive y trabaja en Milán. Como artista visual, trabaja con una amplia gama de medios, como la fotografía, la escritura, la instalación y los libros de artista, que son fundamentales en su práctica. En 2021 ganó el primer premio de Camera Work, y estuvo entre los galardonados de Giovane Fotografia Italiana y Cantica21. Zanin ha sido nominada para el Foam Paul Huf Award 2019 y el C/O Berlin Talent Award 2020. Su obra se ha expuesto en muestras individuales y colectivas tanto nacionales como internacionales, como IIC Toronto 2024, Cassina Projects 2024, Palazzo Esposizioni (2023), Foto Forum 2023, Benaki Museum 2022 y IIC Abu Dhabi 2021, entre otras.
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‘It was summer and as many children did, I spent my days in a summer camp. One night I was very excited when I came home and after having had dinner with my grandmother I went upstairs, where my mother and I lived, with the intention of going to sleep. As I entered, I saw my mother and a man sitting on the couch watching television. My mother asked me how my day had been and I couldn’t stop myself from showing both of them what I had learned. I started dancing and singing in front of the television for about 10 minutes, until the man interrupted my performance by saying “It’s late, I’d better go.”, followed by my mother’s glare towards me. Having said goodbye to the man, my mother came back into the house yelling at me: “How is it possible that you make them all run away?”.’ I Made Them Run Away is a multi-layered story weaving together archival family photographs and contemporary imagery with texts written by the artist’s mother. Shifting between the different points of view, Zanin depicts the recurring complicated triangle relationship between her, her mother, and the “man”, a notconstant multiple figure, mostly represented as an absence in the work. Captured by the artist are objects, gestures, animals, body parts, and idyllic visions, symbolic images reconstructing feelings and sensations that emerged from the past. The interplay of perspectives created a dialogue between mother and daughter in two different moments in time, reflecting on the role of the past and exploring the coexistence and transition of opposite feelings within relationships, such as compassion and anger, attraction and repulsion, vulnerability and strength. Martina Zanin lives and works in Milan. She is a visual artist who works with a wide range of mediums, central to her practice are photography, writing, installation, and artist books. In 2021, she won the first prize of Camera Work, and was among the recipients of Giovane Fotografia Italiana and Cantica21. Zanin has been nominated for the Foam Paul Huf Award 2019 and the C/O Berlin Talent Award 2020. Her work has been exhibited in solo and group shows both nationally and internationally, including IIC Toronto 2024, Cassina Projects 2024, Palazzo delle Esposizioni 2023, Foto Forum 2023, Benaki Museum 2022 and IIC Abu Dhabi 2021, among others.
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Notes From The Field es un proyecto fotográfico en curso que se ha desarrollado a lo largo del último año y medio. Se centra en el paso del tiempo, la transición y el lugar, utilizando el paisaje del sur de California como telón de fondo. El proyecto se basa en momentos fragmentados, silenciosos y llenos de atmósfera. La realización de estas imágenes mundanas y a veces incluso ridículas se aborda con un sentido casi antropológico, y se ensamblan con ciertas consideraciones estéticas como la luz cálida y los colores desvaídos que representan el sol golpeando el sur de California. Alan Nakkash es un fotógrafo iraquí-estadounidense de primera generación de San Diego, California. Estudió Bellas Artes con John Divola en la Universidad de California, Riverside, y desde entonces ha equilibrado su trabajo como fotógrafo independiente entre proyectos personales y encargos editoriales. Su obra se centra en la identidad única del sur de California, capturando viñetas que a menudo se centran en la humanidad y la naturaleza en conflicto. El trabajo de Nakkash ha sido preseleccionado para el Palm* Photo Prize 2020, PhMuseum 2020, los premios Critical Mass 2020-2021 de Photolucida, y fue finalista del Aperture Portfolio Prize 2022.
Alan Nakkash. sushi on the sea shore, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash
Alan Nakkash Detroit, Michigan, EE.UU. 1985
Notes From The Field is an ongoing photo project that has been developed over the last year and a half. It focuses on the passage of time, transition, and place, using the Southern California landscape as its background. The project leans on fragmented moments that are quiet and have a sense of atmosphere around them. Making these mundane and sometimes even ridiculous images is approached with almost an anthropological sense, and they are put together with certain aesthetic considerations such as warm light and faded colors that represent the sun beating down on Southern California. Alan Nakkash is a first generation Iraqi-American photographer from San Diego, California. He is a freelance photographer that studied Fine Arts with John Divola at the University of California, Riverside and since graduating has balanced his work between personal projects and editorial assignments. His work wrestles with the unique identity of Southern California, capturing vignettes that often focus on humanity and nature contending with one another. Nakkash’ work has been shortlisted for the Palm* Photo Prize 2020, PhMuseum 2020, Photolucida’s Critical Mass awards 2020-2021, and was a finalist for the Aperture Portfolio Prize 2022.
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Alan Nakkash. happy birthday, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash coverage, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash
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Alan Nakkash. mummy, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash
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Alan Nakkash. ps store, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash fixing seams, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash
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Alan Nakkash. i’m lovin’ it, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash for rent, from the Notes From The Field series, 2024. @alannakkash
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Gunnar Knechtel Kelkheim, Alemania, 1970 El frontón es un juego sencillo de balonmano en el que dos o más jugadores intentan superar al otro golpeando una pequeña pelota de goma con las manos contra una pared. Los frontones se pueden encontrar en muchos pueblos de toda España, y suelen estar situados en las plazas principales, que sirven de lugar de encuentro natural para los vecinos. En muchas de estas localizaciones, el exterior del mural de la iglesia hacía las veces de frontón. Lo que antes era un espacio para las reuniones sociales y la salida de las competiciones de frontón se ha convertido en un muro vacío en muchos pueblos. Las difíciles condiciones de vida de los pueblos remotos de España contribuyeron a la despoblación del campo, a medida que la gente buscaba mejores oportunidades de empleo en las ciudades. Mientras, la generación actual sigue conectada a sus raíces, pasando las vacaciones de verano en sus pueblos, organizando partidos de frontón y, en muchos lugares, insistiendo en su conservación y restauración; el resto del año el muro de frontón vuelve a ser un monumento silencioso, único, arquitectónicamente imponente y sorprendente. Lo que queda en el interior de España son pueblos vacíos o escasamente poblados donde muros de frontón centenarios sirven de recuerdo de un pasado vibrante. Las marcas en los muros de los impactos de la pelota de goma se convierten en huellas de una memoria aún latente, aunque cada vez más silenciosa. Gunnar Knechtel, nacido en Alemania, vive y trabaja desde el año 2000 en Barcelona. En su práctica fotográfica explora los espacios liminales que pasan usualmente desapercibidos, descubriendo sus historias no contadas. Ha trabajado con barrios de chabolas en Madrid, con cuevas de lava en las Islas Canarias o con los paisajes urbanos poco convencionales de capitales construidas desde cero como Astana, Brasilia y Chandigarh. Con Fronton Walls in Spanish Villages, proyecto aún en curso, visitó pueblos de las provincias de Soria, Zaragoza, Salamanca, Zamora, Navarra y Ávila. Su trabajo ha sido expuesto en festivales internacionales de fotografía y ha ganado varios premios como el Observer Hodge Award 1999, en Fotonoviembre 2005, o en el Revelat Festival 2023. En su obra, lo inesperado se convierte en un punto focal que sirve como elemento definitorio de su visión artística.
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Fronton is a simple handball game in which two or more players try to outplay each other by hitting a small rubber ball with their hands against a wall. Fronton walls can be found in many villages throughout Spain, and are typically located in the main square, which serves as a natural meeting place for the villagers. In many places, the exterior of the church mural served as a fronton wall. What was once a space for social gatherings and exiting fronton competitions has become an empty wall in many villages. The difficult living conditions of Spain’s remote villages contributed to the depopulation of the countryside as people sought better employment opportunities in the cities. While the current generation remains connected to their roots, spending summer holidays in their villages, organising fronton matches and in many places insisting on their preservation and restoration; the rest of the year the Fronton wall returns to be a silent, unique monument, architectonically imposing and surprising. What remains in the Spanish hinterland are empty or sparsely populated villages where centuries-old fronton walls serve as reminders of a vibrant past. The marks on the walls of the impacts of the rubber ball become traces of a memory that is still latent, though increasingly silent. Gunnar Knechtel, born in Germany, has been living and working in Barcelona since 2000. In his photographic practice he explores liminal spaces that usually go unnoticed, uncovering their untold stories. He has worked with shantytowns in Madrid, with lava caves in the Canary Islands or with the unconventional urban landscapes of built-from-scratch capitals such as Astana, Brasilia and Chandigarh. With Fronton Walls in Spanish Villages, a project still in progress, he visited villages in the provinces of Soria, Zaragoza, Salamanca, Zamora, Navarra and Ávila. His work has been exhibited at international photography festivals and has won several awards like the Observer Hodge Award 1999, in Fotonoviembre 2005, or in Revelat Festival 2023. In his work, the unexpected becomes a focal point that serves as a defining element of his artistic vision.
Gunnar Knechtel. Bretó, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2022. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel
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Gunnar Knechtel. Egozkue, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2023. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel Gordún, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2023. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel
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Gunnar Knechtel. Coscurita, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2022. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel Marazovel, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2022. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel
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Gunnar Knechtel. Nolay, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2023. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel Santa María del Prado, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2022. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel
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Gunnar Knechtel. Valderrodilla, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2022. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel Villares de Yeltes, from the Fronton Walls in Spanish Villages series, 2023. Courtesy of the artist. @gunnarknechtel
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Return to Sender consiste en un conjunto de fotografías que documentan a desconocidos, amigos, amigos de amigos, examantes, borrachos, cómicos, actores y modelos que me besan, y yo no les devuelvo el beso. Es un espectáculo para toda la vida. La mayoría de las fotos se hacen de noche, con exposiciones largas y sin iluminación adicional. A los besadores se les pide que se queden quietos mientras representan el gesto de un beso en los labios. Ellos eligen la forma en que me besan y de qué manera me besan. Veo estas fotos como una colaboración que es a la vez un autorretrato y una actuación que desdibuja intencionadamente la relación entre fotógrafo y sujeto, director y actor, protagonista y personaje secundario. Algunas de las primeras respuestas criticaron mi carácter aparentemente pasivo e inexpresivo porque se hacía eco de las viejas tendencias de Hollywood que representaban a los hombres asiáticos y homosexuales como castrados y unidimensionales. Esto fue antes de Glenn Rhee de The Walking Dead. Tommy Kha vive y trabaja entre Brooklyn, Nueva York, y Memphis. Ha recibido el Premio Hayes, el Next Step Award, el Foam Talent y una beca de fotografía NYSCA/NYFA; su obra se ha expuesto en varias muestras entre Estados Unidos y Francia. Actualmente es alumno de Wu Mei con Sifu Ken Lo. Kha cursó también un máster en Fotografía por la Universidad de Yale, donde actualmente imparte clases y ejerce de crítico.
Tommy Kha Memphis, Tennessee, EE.UU. 1988
Return to Sender consists of pictures documenting strangers, friends, friends of friends, ex-lovers, barflies, comedians, actors, and models who kiss me, and I don’t kiss them back. This is a lifelong performance. The majority of pictures are taken at night, with long exposures, and lack any additional lighting. The Kissers are directed to hold still as they act out the gesture of a kiss on the lips. They choose the way they kiss me and how differently they kiss me. I see these pictures as a collaboration that is at once a self-portrait and a performance that intentionally blurs the relationship between photographer and subject, director and actor, protagonist and supporting character. Some early responses criticized my seemingly passive and deadpan character because it echoed old Hollywood trends depicting Asian and gay men as neutered and one-dimensional. This was before The Walking Dead’s Glenn Rhee. Tommy Kha lives and works between Brooklyn, New York, and Memphis. He is a recipient of the Hayes Prize, Next Step Award, Foam Talent, and a NYSCA/NYFA Photography Fellow; his work has been shown in various exhibitions around the USA and France. He is a current Wu Mei student under Sifu Ken Lo. Kha holds an MFA in Photography from Yale University, where he currently teaches and serves as a critic.
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Tommy Kha. Kati, Empire State Building, NYC, from the Return to Sender series, 2013. Courtesy of the artist. @tommykha
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Tommy Kha. Eric, McCarren Park, Greenpoint, from the Return to Sender series, 2017. Courtesy of the artist. @tommykha
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Tommy Kha. Amy, No.2, South Williamsburg, Brooklyn, from the Return to Sender series, 2014. Courtesy of the artist. @tommykha
Tommy Kha. Yang, NYC, from the Return to Sender series, 2010. Courtesy of the artist. @tommykha
Tommy Kha. Greg, Williamsburg, Brooklyn, from the Return to Sender series, 2018. Courtesy of the artist. @tommykha
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Tommy Kha. Ziggy, South Main Downtown, Memphis, from the Return to Sender series, 2021. Courtesy of the artist. @tommykha Prince, Midtown, Memphis, from the Return to Sender series, 2018. Courtesy of the artist. @tommykha
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Tommy Kha. Alice Again, Williamsburg, Brooklyn, from the Return to Sender series, 2021. Courtesy of the artist. @tommykha Maya, Clinton Hill, Brooklyn, from the Return to Sender series, 2019. Courtesy of the artist. @tommykha
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© Estate of Susan H iller ; Cou r tesy Li sson G aller y. Photograp hy by K en Ad la rd.
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Galeria Alta By appointment only www.galeriaalta.com
bichosraros.org
En Bichos Raros nos dedicamos a cuidar y a ayudar a animales con necesidades especiales, ya sea una enfermedad, una discapacidad o que sean muy mayores. Queremos darles una vida digna Que y feliz, sintiéndose queridos en un hogar hasta el fin de sus días.
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ISSN: 1577–2721
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COMO PERROS Y GATOS LIKE CATS AND DOGS
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