APUNTES D e sde la b arra
la dama del buen beber
EL PRIMER BRINDIS The First Toast Salir por primera vez con alguien que nos gusta –o con alguien que nos presentaron o que jamás hemos visto en persona– es una de esas experiencias que siempre nos pone nerviosos, sin importar qué edad tengamos ni cuántas veces lo hayamos hecho. No es ninguna casualidad que una de las actividades favoritas para una primera cita sea ir a un bar. Todos sabemos que el alcohol nos relaja, nos desinhibe, algo que se agradece mucho en esos primeros minutos en los que a veces nos cuesta trabajo pensar en una pregunta interesante que hacerle a quien tenemos sentado enfrente. No por nada al alcohol se le llama “lubricante social”. Pero una vez pasada esa obviedad, ir a echar un par de drinks con alguien nos puede revelar detalles muy interesantes sobre esa persona que estamos empezando a conocer. Es posible que nos preguntemos si tenemos mucho o poco en común con alguien a quien solamente le gusta la cerveza. También puede ocurrir que, después de que nuestro blind date nos revele que ya nunca toma tequila porque en su juventud se portó pésimo con este destilado, le confesemos que nuestro caso es el mismo, pero con el vodka. O que después de varias salidas exitosas en las que confirmemos que nos gustan el mismo tipo de cocteles, nos atrevamos a empezar a imaginar el increíble bar en casa que podríamos instalar algún día. (No me juzguen, y acepten que todos hemos hecho algo así). Ir a tomar algo con una pareja potencial también es una excelente estrategia para detectar red flags. Hay quienes, después de unos cuantos mezcales, olvidan que estaban dándonos su mejor cara, y comienzan a soltar comentarios ofensivos, 110
The first date with someone we like –or someone we were introduced to, or someone we’ve never met in person– is one of those situations that will always make us nervous, no matter how old we are or how many times we’ve been through it. It’s no coincidence that a favorite first date setting, then, is a bar. We all know alcohol relaxes and disinhibits, something very welcome in those first minutes when we’re having trouble thinking of something interesting to ask the person seated across from us. It’s not for nothing that they call it “social lubricant.” But once we’ve gotten past that necessary warm-up, having a few drinks can be a very interesting way to reveal a few details about a person we’re just getting to know. We might find ourselves asking if it’s possible to have a lot or little in common with someone who only drinks beer. We could also find ourselves listening to our blind date tell us how he never drinks tequila because he went nuts one time when drinking it as a teenager before confessing that we don’t drink vodka for the same reason. Or, after a number of successful dates on which we discover we have the same taste in cocktails, you may even find yourself imagining the incredible home bar you could one day have together. (Don’t judge me, and admit that we’ve all been there!) Having a drink with a potential mate is also an excellent way to detect any red flags. There are those who, after a few too many mezcals, forget they were putting their best face forward and start making off-color comments, or start promising things they’ll have no recollection of the next day. The worst hangovers are the ones that come the day after these episodes.
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