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Università degli Studi di Torino PÁG TURQUÍA ▼

Nicole Miranda Cerquera

TURÍN

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Lugar de intercambio:

Turín, Italia

Universidad receptora:

Università degli Studi di Torino

Práctica profesional:

Contesti Photographers and more Tiempo: 1 año y medio Idioma: Italiano

Italia, una experiencia inolvidable

“Aprendí a hablar fluido y me sentí preparada para poder estudiar en italiano, además de que me enseñaron a cocinar, todo fue un aprendizaje lento y complejo, pero el campus es uno de los más hermosos que pude ver, era otro mundo, otra cultura y sinceramente me enamoré de ella”.

Era el 18 de febrero del año 2019, un día muy importante para mí, el día en que me iría a vivir sola y a solucionar todos los problemas, ya no habría mamá ni papá, solo estaba mi mente, mi conocimiento y yo.

Yo, solo una niña de 20 años a una semana de cumplir los 21, me iría en una aventura al país del amor y de la verdadera pizza, Italia. Por supuesto, había viajado porque soy mitad italiana, pero creo que ese día estaba lloviendo, el clima y el ambiente se dieron para acumular la tristeza de dejar un mundo conocido y una zona de confort que siempre estuvo ahí.

Me encontraba en el aeropuerto El Dorado de Bogotá con los seres más cercanos: mi mamá, mi hermano, su esposa y mi sobrina. Fuimos por un café al Juan Valdez que queda en frente de salidas internacionales, cada segundo que pasaba en el reloj era un alivio para evitar la despedida que vi en algún momento, pero que jamás creí que fuera real. Ese momento solo había pasado en mis sueños.

Dieron las 3 p. m., mi vuelo salía a las 4 p. m., ya era momento de partir, nunca me han gustado las despedidas, pero jamás olvidaré aquel día.

Caminamos hasta la puerta de salidas internacionales todos juntos, primero abracé a mi mamá, con muchas lágrimas le di el abrazo más largo de mi vida, no quería irme, quería que ese abrazo durara días, años, quizás para toda la vida. Mi hermano me lleva 9 años, tenemos esa relación de hermanos en la que no somos cursis ni emotivos, siempre nos molestamos el uno al otro, es como realmente demostramos el afecto.

Volteé la cara para despedirme de él, estaba llorando lejos de nosotros, era la primera vez que veía llorar a mi hermano. Lo abracé y llorando le dije: “por favor cuide a mi mamá”, asintió con la cabeza y finalmente, cuando volví a abrazar a mi mamá, caminé, mostré mi pasaporte, volteé la cabeza y con la mano dije adiós.

Fue un vuelo de 13 horas en donde no paraba de llorar y la presión me afectaba la nariz y la cabeza. Cuando llegué a Turín me pareció una ciudad mágica mientras iba en el taxi, estaba acabando el invierno, las hojas estaban en el suelo, fue algo realmente maravilloso y aunque estaba triste sabía que debía vivir esta experiencia.

Iba a vivir en un apartamento en un barrio bastante pintoresco, con una chica que conocía de Brasil. Ella iba a ser mi compañía por los próximos seis meses. Las primeras noches fueron duras porque no podía acostumbrarme a la diferencia de horario que es de siete horas, despertaba constantemente imaginando que estaba en mi cuarto en Bogotá, todo era un sueño.

Empecé a ir al Tandem que es un evento para todos los estudiantes de intercambio en donde bebes cerveza y conoces gente de muchas nacionalidades. Era de noche, estaba un poco nerviosa, ese momento en el que solo podía pensar en construir una vida y para eso debía tener amigos. Justo ahí conocí a una chilena que se llama Loreto, es la persona más alegre y simpática que he visto, y luego a Jorge y a Agustín, dos chicos de pelo largo, muy relajados con la vida, era la única colombiana ahí, y por supuesto a Sofía, otra chilena abierta y muy loca.

Una semana después de ir a muchos bares, fiestas y comidas, era el día de mi cumpleaños, llamé a mi mamá llorando, porque ella cumple cuatro días después de mí. Era el primer cumpleaños fuera de casa, no tenía muchas expectativas, pero en la tarde mis amigos me llevaron al parque más grande de Turín, “Parco del Valentino”. Entre mucho pasto y ardillas trepando sobre los arboles, había una torta y un picnic para celebrar mis 21 años, me dio nostalgia y alegría de que en el mundo existieran personas tan maravillosas.

Después de eso, todo empezó a mejorar, los italianos toscos que me respondían en el supermercado o en un café ya no lo hacían, porque cuando hablas bien el idioma no se desesperan, de lo contrario terminas un poco herido y fastidiado por el choque cultural. Muchas veces extrañaba la amabilidad colombiana, pero de todas formas poco a poco me empecé a sentir como en casa.

Jamás me había sentido tan lejos de casa, sentía que estaba viviendo en otro mundo, un mundo de pequeñeces, al ser una persona tan consentida y sobreprotegida en una burbuja, mi principal reto era cocinar, una vez traté de hacer arroz, con indicaciones de mi mamá, y obviamente se me ahumó.

Ese y empezar las clases en la Università degli Studi di Torino fueron mis mayores retos. Primero empecé a estudiar en inglés, no me molestaba, pero me angustiaba no conseguir amigos italianos para aprender a mejorar el idioma. Con el paso del semestre conocí a Federica, una italiana de Sicilia, a Chiara, Selene y Sara, otras italianas de Turín.

Con ellas aprendí a hablar fluido y me sentí preparada para poder estudiar en italiano, además de que me enseñaron a cocinar, todo fue un aprendizaje lento y complejo, pero el campus es uno de los más hermosos que pude ver, era otro mundo, otra cultura, y sinceramente me enamoré de ella.

Hay una cita de la escritora Terán que me gusta mucho y, al aprender el idioma y darme cuenta que una de mis pasiones más grandes es viajar, puedo pensar así de ahora en adelante:

Viajar es como flirtear con la vida. Es como decir “me quedaría y te querría, pero me tengo que ir: esta es mi estación”.

Las clases me disgustaban un poco, ya que el estudio italiano y en general el europeo es mucha teoría, extrañaba practicar lo aprendido, pero lastimosamente debía leer en exceso, y a pesar de eso, me sentía en un universo paralelo de donde no quería escapar.

Sabía que ese era mi lugar por un largo tiempo, y sí que tenía tiempo. Al acabar mis estudios, empezó un nuevo reto, conseguir la práctica profesional, me hacía preguntas como: ¿Cómo trabajan acá? ¿Las entrevistas son iguales? Mandé hojas de vida en italiano, español e inglés, estaba dispuesta a quedarme ahí, costara lo que costara.

Tuve muchas entrevistas, algunas con personas muy amables, otras muy toscas, otras muy mediocres, una hasta me quería considerar secretaria, a todas les dije que no, tenía fe y altas expectativas, pero se me acababan las opciones.

Un día me llegó un correo de una agencia de promoción de fotografía y video, revisé su página web y sus redes sociales, eran increíbles.

Querían que fuera a las oficinas al día siguiente por una entrevista, ese día me arreglé, me maquillé y, cuando llegué, miré el edificio fijamente, era gris, muy pulido, me encantó su arquitectura (toda la arquitectura italiana es hermosa), subí por el ascensor y cuando entré a las oficinas supe que quería trabajar ahí desde entonces.

La entrevista me la hizo la dueña de la empresa, Patrizia Gregnanin, una italiana que tenía un bolso Prada original, pelo corto y un estilo que la hacía parecer la editora de una revista de moda; tuvimos una larga conversación en italiano y por alguna razón amaba que fuera colombiana, entonces fue un sí rotundo.

Empezar a trabajar ahí era difícil, ya que los europeos aún tienen una mentalidad bastante cerrada, porque piensan que todo lo de Latinoamérica es menos avanzado que en su continente, lo cual, según mi perspectiva, es erróneo. La educación y los métodos de aprendizaje colombianos son muchísimo más enriquecedores que en Italia, así que acoplarse fue bastante complicado, pero tuve la fortuna de tener a Patrizia, fue como mi ángel de la guarda.

Patrizia me acogió como si fuera parte de su familia y me hizo sentir en casa, ya no pensaba en ir a trabajar, sino que pensaba en ir, porque disfrutaba mi trabajo, hacerles la promoción en las redes sociales y hacer campañas publicitarias. Disfruté mucho de ese lugar.

Esta experiencia me puso personas que jamás creí conocer, lugares mágicos, idiomas, comida, moda, todo esto tiene importancia en un intercambio, es como si mi mente hubiera dado la vuelta de 180 grados. Me llenó el alma y el corazón y además de esto crecí como persona, ahora aprecio más a los demás, sin sesgos.

Las pequeñas cosas banales de antes ya no me interesan más, y esa construcción me ayudó a mejorar en lo que estaba fallando; además de aprender un idioma maravilloso, hacer un intercambio es para madurar, ver cómo es la realidad de la vida, y lo más importante: encontrarse a sí mismo y no tener miedo. 

glosario

1. Vorrei un caffe e un cornetto per

favore: Me puede dar un café y un croissant por favor.

2. Grazie mille: Muchas gracias.

3. Dove posso trovare un bar: Dónde puedo encontrar una cafetería.

4. Bella: Hermosa, bonita.

5. Pullman: Autobús.

6. Biglieto: Tiquete.

7. Andiamo per un drink: Vamos por un trago.

NOTAS DE VIAJE

 Jamás hables en inglés con un italiano, es preferible hablarle en español porque entiende más.

 No hay que asustarse si eres una mujer extranjera y todos empiezan a gritarte “bella” y a invitarte a salir de la nada.

 Hay que tener abierta la mente para conocer personas de todas partes.

 Es recomendable aprender a cocinar y a hacer tus cosas de manera independiente, para estar preparado cuando se vive solo.

 Google Maps siempre es el mayor aliado de todos para ubicarse y coger transporte público.

Haz muchos amigos italianos para aprender el idioma y aprender nuevas culturas.

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