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CDMX

CIUDAD DE MÉXICO

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ENTRE TACOS Y TEQUILA

Lugar de intercambio:

Ciudad de México, México

Universidad receptora:

Universidad Anáhuac Norte Tiempo: 6 meses Idioma: Español

Álvaro Javier Medina González

Cuando tuve que realizar mi intercambio, la elección final fue México, una experiencia única por los viajes que realicé, las personas que conocí y todos los tacos que pude comer. En definitiva, picarme con la comida valió la pena.

En el intercambio los viajes son un factor que sí o sí debemos hacer. Nadie quiere quedarse en un solo lugar, y por eso quiero comenzar por la siguiente experiencia: las personas que han visto la película de Disney “Coco” sabrán de qué voy a hablar, porque el 2 de noviembre en todo México se conmemora el “Día de los muertos”.

Todos me hablaban de esa fecha en especial, y la verdad nunca supe si iba a ser un día para hacer levantar a los muertos o algo por el estilo. Tres días antes vi por primera vez la película “Coco” y a la mañana siguiente viajé al estado de Oaxaca para vivir mi primer día de los muertos. El resultado fue mágico, colorido e impresionante. Fue como vivir la película de Disney, pero sin pasar al mundo de los muertos como hizo el pequeño Miguel.

Para esta travesía éramos cinco mexicanos, dos españolas, una italiana, un alemán y un colombiano. Vivimos esa magnífica fecha, cuando los cementerios estaban adornados con pétalos de cempasúchil, los mariachis y músicos de banda tocaban eufóricos, las familias se sentaban alrededor de las lápidas mientras bebían tequila y mezcal, pero me impresionaba que nadie lloraba por sus muertos, sino que parecía que reían con ellos. Era la primera vez en mi vida en que podía estar cómodo y feliz en un cementerio.

Una de las costumbres más impresionantes fue que las personas dejaban pasar a sus hogares para ver los altares dedicados a sus fallecidos.

Había algunos muy grandes, otros más creativos, pero lo importante era que estuvieran los pétalos de cempasúchil, la foto de las personas homenajeadas y sus alimentos favoritos.

Después venían los carnavales con las personas pintadas de catrinas y catrines (calaveras estéticas); en realidad, decidí pintar mi rostro como ellos; en la conversación con la señora que estaba decorando mi rostro le pregunté: “¿Por qué hay gente diciendo que esto es satánico?”, y ella me respondió: “Esos son los extremistas, joven. Esta es una tradición hermosa donde solo queremos sentirnos acompañados por los que ya se fueron y que ellos se sientan de la misma manera”.

Esta fue de las mejores experiencias que pude tener en mi intercambio. Así fue como viví el día de los muertos, aunque suene irónico.

Básicamente, el viaje a Oaxaca fue el que más aprecié de mis seis meses en México, aunque hubo más detalles para apreciar desde el momento que llegué a ese país.

Este intercambio fue la primera vez que salí de Colombia, por ende era la primera vez que iba en un avión por más de una hora, cada turbulencia era un choque contra el suelo, según mi imaginación.

Al llegar a migración me tocó llenar una ficha que tenía un decorado muy interesante con los colores de la bandera de México (verde, blanco y rojo), pero hubo un problema: no tenía lapicero. En ese momento sentí angustia porque todas las personas de mi vuelo comenzaron a avanzar en busca de su maleta y yo me quedé ahí, casi desolado, porque no sabía cómo llenar esa ficha, mientras el vigilante no paraba de mirarme, otra vez mi imaginación me dijo: “¡Felicidades! Saldrás en un capítulo de Alerta Aeropuerto”.

Después de superar esa angustia y de enterarme que no iba a salir en ningún programa que tuviera que ver con mi repatriación inmediata o algo por el estilo, procedí a ir al apartamento de una amiga colombiana que gentilmente se ofreció a recibirme. En mi mundo, todas las ciudades usaban números para las direcciones y mi dilema fue tener que buscar la dirección de “Delfín del Madrigal” en medio de la cdmx. Después se iluminó mi celular y recordé que Uber era legal en ese país, lo cual facilitó mi vida para todo momento que me perdiera o no tuviera efectivo (en serio, salvó mi vida).

¿Por qué Uber salvó mi vida? El 21 de noviembre fui con unos amigos a marchar por el paro nacional de Colombia. La cita era en el consulado de nuestro país y solo íbamos a realizar una pequeña marcha al Ángel de la Independencia en cdmx. Fue interesante ver a Leonardo Giovanny Reyes (Julián Román, para los que no se vieron “Los Reyes”) y al cantante EsteMan en medio de las personas, todos estábamos eufóricos, nada comparado con lo sucedido en Bogotá, pero sí estábamos unidos, uno se siente más colombiano fuera de Colombia y lo podía ver en todas las personas presentes.

Al final de ese día, después de varias arengas, carteles creativos y videos en las redes sociales, decidí volver a mi dulce hogar en México. Para llegar allá tenía que tomar el metro hasta una estación llamada “Observatorio” y luego un camión (o sea un bus), yo pensaba que esos camiones eran hasta la medianoche. Eran las 11:30 p. m., tenía el celular descargado y la realidad era que los camiones dejaban de pasar a las 10:00 p. m.… Mi cabeza decía: “Bueno… ya llegó tu hora”, pero recordé que en mi bolsillo tenía el cargador, entonces, llegué a la conclusión que mi cabeza se equivocó. Vi a un señor cerrando su quiosco de trabajo, así que corrí hacia él y le pedí que me dejara cargar el celular, el hombre lo pensó y creo que por lástima me permitió estar ahí y pedir un Uber, cosa que no pensé que pasaría porque ya estaba desesperándome. Al final, ese momento del infierno terminó.

Esas son anécdotas que marcan (más en una ciudad tres veces más grande que Bogotá) y que a veces son necesarias, pero hubo más momentos de tranquilidad que

también conocí las pirámides del Teotihuacán, me perdí muchas más veces en la gran cdmx, tomé mucho tequila, mucho mezcal, comí muchos tacos, me piqué con casi toda su comida, pero aprendí a vivir sin paladar. Si tuviera que describir a México, diría: gente alegre, tequila, tacos y picante. 

glosario

de angustia. Por mi intercambio pude ver en un concierto gratuito a los Auténticos Decadentes frente al Monumento a la Revolución; también el viaje a San Luis Potosí para saltar de grandes cascadas; otro paseo, pero a Puebla, para pasar la independencia de México, también fue decisivo para demostrarme que podía estar solo en otro país.

Mi dulce hogar en México era un apartamento en un área llamada Naucalpan, a 20 minutos de cdmx, vivía con otras tres personas, eran muy buena gente conmigo, hicieron muy agradable mi estancia en México.

Buscando un hogar ideal encontré reglas muy absurdas como “No entrar después de las 11 de la noche”, “No invitar a nadie a la casa” y “No poner música”. No sabía si iba a internarme o a vivir el intercambio, por eso preferí el departamento con Mau, Lore y Charlie, literalmente nadie me molestaba, podía pasar el intercambio como yo quería.

Vivir “solo”: de esa manera me di cuenta lo inútil que podía llegar a ser en mi casa de Colombia, pues llegué a México sin saber cocinar, sin saber usar una lavadora, básicamente todo lo hacía mi señora madre. Eso me hizo sentir muy mal. ¿Por qué dejé que eso pasara? Entonces, aprendí a usar la lavadora, pude planchar sin quemar la ropa y, hablando de quemar, pude alimentarme sin incendiar la cocina. Bueno, no estoy diciendo que los resultados hayan sido satisfactorios, pero era lo que había.

La verdad, no he tocado el tema académico porque no tuve que esforzarme mucho, todos sabemos que el Externado tiene un ritmo académico fuerte, por eso cuando llegué a la Anáhuac me encontraba preocupado por si iba a ser igual que Colombia… Afortunadamente no pasó, pude ver seis clases con la comodidad de poder turistear todos los fines de semana y hacer las demás actividades de ocio sin preocuparme por perder alguna materia.

Hice grandes amigos en el intercambio, ahora tengo casa en México, en España, en Francia, hasta en China y, claro, todos ellos saben que tienen una casa en Bogotá, Colombia.

No alcanzan los caracteres para describir el intercambio completo, porque

1. Wey: Es como usar el “parce”, se usa entre jóvenes, no lo uses con gente adulta.

2. Pendejo: Para nosotros es una palabra insignificante para decir bobo, pero para los mexicanos es una ofensa fuerte.

3. Cheve: así se puede llamar a las cervezas. ¿Vamos por unas cheves?

4. Aguas: Esta palabra la usan los mexicanos para advertir algún peligro.

5. Jalo: Palabra que usan los mexicanos para aceptar alguna invitación. Me chiveas: Es la forma de decir “me sonrojas”.

NOTAS DE VIAJE

No le creas a un mexicano cuando dice que algo no pica.

 Siempre lleva el cargador del celular.

Siempre recarga datos al celular.

Ten presentes los cambios de moneda.

En México descarga la app del 911, este servirá para llamar a emergencias y avisará cualquier movimiento sísmico.

Si vas a estar en cdmx, también descarga la aplicación del metro para ubicarte mejor.

Mide bien tu dinero y tu efectivo para que puedas hacer lo que quieras.

Te mirarán raro si no le echas salsa a tu comida.

Los rolos sabemos bailar mejor que los mexicanos, así que intenta lucirte.

María Alejandra Pinzón

Lugar de intercambio:

Ciudad de México, México

Universidad receptora:

Universidad Autónoma de México. Idioma: Español

ASÍ FUE COMO LA RESILIENCIA Y YO NOS ENCONTRAMOS

Las expectativas iniciaron desde que recibí la carta de la Universidad Nacional Autónoma de México. Significaba pertenecer a la mayor casa de estudios del país. Historia, aprendizaje y excelencia era lo que escuchaba al comentar mi solicitud de pertenecer a este lugar.

Todas mis expectativas fueron cumplidas en un principio: un campus impresionante, miles de docentes y un pensum muy completo hicieron parte de este camino. Pero, más que eso, fue un proceso difícil y de poner a prueba qué tan fuerte creía ser. Sin embargo, la cultura de este país es excepcional: bailes, cantos, trajes, tortillas y acentos te hacen sentir en casa, ya que en su mayoría todos son amables y tratan de mostrarte lo mejor; eso no quiere decir que los estereotipos colombianos ya estén en el pasado.

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