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La incertidumbre de lo absurdo
La incertidumbre de lo absurdo
Me fijé que Santiago tenía un saco nuevo, pero lo traía roto. Estaba algo agitado y apurado. Quería irse pronto. Al salir de la casa con su bolsa repleta de cosas, se regresa con la esperanza de no olvidarse nada. - ¡Santiago! (murmuré); tenemos que irnos ¡apúrate! - Estoy buscando la llave - Pero entramos por la ventana y abrimos la puerta - ¿Igual que ayer? - ¿Ayer estuvimos aquí? - ¿En dónde? - En tu casa pues - No me parece
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Nos miramos fijamente y recorrimos la casa en busca de respuestas. Encontramos que alguien había revuelto las habitaciones, los cajones estaban fuera y los muebles de cabeza. - ¡Me robaron ¡(exclamó Santiago) - Eso sucede por dejar las ventanas abiertas - ¿Dónde? - En la entrada - Tienes razón, deberíamos cerras las ventanas
Lo tomé del brazo, pues no soportaba la incertidumbre del momento. Cerramos todas las ventanas y llegamos a la puerta. En ese momento, Santiago me preguntó: ¿Cuál es el nombre de la calle? A lo que respondí: De las nutrias. Se quedó pensativo por un momento y recordó que su casa no era azul. Su expresión era de asombro, pero no se incomodó. - Qué raro... Yo juraba que estaba en mi casa. - ¿Cuál casa? - ¿Estamos tarde? - Tienes razón, vámonos de aquí... Andrés Guachilema