La incertidumbre de lo absurdo Me fijé que Santiago tenía un saco nuevo, pero lo traía roto. Estaba algo agitado y apurado. Quería irse pronto. Al salir de la casa con su bolsa repleta de cosas, se regresa con la esperanza de no olvidarse nada. ¡Santiago! (murmuré); tenemos que irnos ¡apúrate! Estoy buscando la llave Pero entramos por la ventana y abrimos la puerta ¿Igual que ayer? ¿Ayer estuvimos aquí? ¿En dónde? En tu casa pues No me parece Nos miramos fijamente y recorrimos la casa en busca de respuestas. Encontramos que alguien había revuelto las habitaciones, los cajones estaban fuera y los muebles de cabeza. ¡Me robaron ¡(exclamó Santiago) Eso sucede por dejar las ventanas abiertas ¿Dónde? En la entrada Tienes razón, deberíamos cerras las ventanas Lo tomé del brazo, pues no soportaba la incertidumbre del momento. Cerramos todas las ventanas y llegamos a la puerta. En ese momento, Santiago me preguntó: ¿Cuál es el nombre de la calle? A lo que respondí: De las nutrias. Se quedó pensativo por un momento y recordó que su casa no era azul. Su expresión era de asombro, pero no se incomodó. Qué raro... Yo juraba que estaba en mi casa. ¿Cuál casa? ¿Estamos tarde? Tienes razón, vámonos de aquí... Andrés Guachilema 71