Ciudadanos del cielo Septiembre 2013
Ciudadanos del Cielo
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.” Filipenses 3:20
¿Q
uién no ha oído hablar alguna vez del cielo de colores azulados y blancos perfectos, que promete ser un lugar de eterna paz, salud y felicidad? ¿Ese lugar que luce inimaginable para la mayoría de los mortales y que en casi todas las culturas y religiones se menciona? Creo que todos hemos oído hablar de él, aunque si pudiéramos buscar una descripción específica del Cielo nos encontraríamos con que cada persona tiene su propio concepto y percepción de lo que es y de la manera en que podemos alcanzarlo. Sólo la Biblia nos describe lo que el Cielo es y lo que representa. Para nosotros los cristianos, el Celo es el lugar donde Dios habita y es también Su reino, al cual todos aquéllos que hemos sido adoptados mediante el sacrificio de Jesús tenemos libre acceso, por tanto, el pertenecer a este reino nos convierte en ciudadanos del Cielo, con todos los beneficios, derechos y responsabilidades que esto representa. A lo largo de este mes estudiaremos con detalle algunos aspectos físicos del Cielo basados en las Escrituras, pero también aprenderemos lo que nos es necesario hacer como ciudadanos del reino, porque aunque nuestra patria sea celestial, nuestra ciudadanía inicia aquí en la Tierra. La Biblia está llena detalles sobre el Cielo, yo creo que Dios nos ha revelado parte del misterio de ese maravilloso lugar para que nosotros podamos anhelarlo. En la actualidad, los afanes de la vida, el materialismo y los placeres nos hacen pensar que lo mejor que podemos alcanzar se encuentra en esta vida y, por tanto, debemos perseguir el placer y el éxito como lo único a lo que podemos aspirar, dejando de lado las cosas celestiales como si fueran algo anticuado. Nos hemos dejado llevar por la fantasía de lo finito y a veces olvidamos que después de esta vida nos espera una vida eterna. Como creyentes en Cristo, el Cielo será nuestro hogar por toda la eternidad, por eso es necesario vivir cada día con los pies en la Tierra, pero la mirada puesta en el Cielo, reconociendo que todo lo que Dios está haciendo en nuestra vida nos prepara para llegar allá; recuerda que tu ciudadanía está en los Cielos junto con Cristo, donde compartiremos por toda la eternidad ricas bendiciones que no pueden compararse con nada de lo que este mundo ofrece. Pastor Elías Betanzos Luis Director General
Ediciones Ginosko Año iii Número 9 “Cita con Dios” es una publicación con un tiraje de 13,000 ejemplares.
mensual gratuita
centro de alabanza y proclamación
Km. 6.5 Carretera Oaxaca-Tule (Deportivo Oaxaca), San Sebastián Tutla Oaxaca de Juárez, Oax. Reuniones dominicales: 10:00 am, 12:30 y 6:30 pm Martes: 7:00 pm Oficinas: 2ª Privada de Orquídeas No. 103, Col. Las Flores, C.P. 68050, Oaxaca de Juárez, Oax. Tel. 01 (951) 5151733/Tel. Fax (951)5184878 www.familiacap.org Si deseas anunciarte en esta publicación, llama al 515 1733 (951)1353675 Mario Mejía / (951)1353676 Susana Lozano e-mail: susanloz@hotmail.com
Lectura del día: Marcos 9:33-41 Domingo 1º de septiembre
Ciudadanos serviciales “Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.” Marcos 9:35
P
ertenecer al reino de Dios es estar dispuestos a pagar el precio que nuestro Señor Jesucristo estableció, que es el servicio con amor y humildad. Jesús es, para nosotros, el mejor ejemplo de servicio. El pasaje de Marcos 9 nos dice que, mientras nuestro Salvador hablaba de su cercanía con la muerte, los discípulos discutían en el camino sobre quién sería el mayor. Es posible que la motivación de la discusión haya sido el hecho del reconocimiento que muy seguido recibía el círculo íntimo de Jesús: Pedro, Jacobo y Juan, como en la trasfiguración. Se establece el verdadero significado de grandeza, que es el servicio a todos. No es el ocupar el primer lugar, sino estar dispuesto a estar en el último y ser el siervo de los demás. El servir a otros, en el tiempo de Jesús, estaba destinado a los esclavos. La diferencia la marcan los ciudadanos del reino de Dios al ser serviciales por naturaleza. El servicio es trabajo bendecido y consagrado para altos fines. Guillermo Carey, en su taller de reparación de zapatos en ese pequeño cuarto de Leicester, a pesar de no ser un hábil obrero, los remendaba lo mejor que podía, poniéndoles buena piel, fuertes suelas y tacones, y cosiéndolos adecuadamente. Él consagró su vida al servicio del reino de Dios. Mientras se sostenía con este humilde trabajo, Carey, el distinguido erudito oriental, traducía la Biblia a los idiomas de la India, predicaba el Evangelio y bautizaba a los convertidos en el Indostaní. Esa pequeña zapatería con sus martillos, leznas y recortes de suela, representaba un departamento de servicio de los negocios del Padre celestial. Si somos parte del reino de Dios, sigamos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, quien cuidaba a los débiles, protegía a las viudas, sanaba a los enfermos, atendía a los niños y dio su vida en servicio a los demás. Hoy puedes hallar a alguien a quien servir en alguna forma y será tu bendición hacerlo.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Lunes 2 de septiembre
Lectura del día: Filipenses 3:13-21
El reino de los Cielos
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;” Filipenses 3:20
H
ablar de la ciudadanía significa que podemos ser miembros de una comunidad con derechos, normas, deberes y obligaciones que cumplir. En algunos países solamente se permite tener una ciudadanía y en otros se puede tener varias. Por ejemplo, una persona puede llegar a tener ciudadanías alemana, portuguesa, italiana, marroquí y francesa, porque ambos padres tienen doble nacionalidad por nacimiento, las cuales pueden ser “heredadas” a los hijos al nacer. Naciones como Alemania, Italia y Francia reconocen la transmisión de la nacionalidad por el principio de Ius Sanguinis, es decir, el derecho de la sangre, lo que a su vez quiere decir que los hijos de los ciudadanos de dichos países adquieren de forma automática la nacionalidad desde el momento en que nacen y los tres países aceptan la nacionalidad doble o múltiple cuando es adquirida por derecho de nacimiento. Otros reconocen el principio de Ius Soli (principio territorial), es decir, aquellos países en los cuales se adquiere la nacionalidad por el simple hecho de haber nacido dentro del territorio, sin importar la procedencia de los padres. El apóstol Pablo enfatiza que el verdadero cristiano tiene su verdadera y real ciudadanía en los Cielos, es decir, que se preocupa por “las cosas de arriba” y no por las terrenales (Colosenses 3:2). De la misma manera en que los filipenses eran ciudadanos de Roma con todos sus derechos y responsabilidades, aunque estaban en suelo extranjero, el cristiano es ciudadano de la gran comunidad de los Cielos. Moffatt traduce el verso: “Nosotros somos una colonia del Cielo”.
Demos gracias a Dios por la seguridad de que pertenecemos a Su reino.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Lectura del día: Juan 18:33-40
Martes 3 de septiembre
Extranjeros en el mundo
“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” Juan 18:36
L
a definición del reino al que pertenecemos debería determinar la clase de persona que somos. Jesús dice que su reino no es de este mundo y por lo tanto sus seguidores, por su naturaleza y propósito, no intentarían su liberación de manos de los judíos.
Jesús no es el tipo de personas que tienen que ser defendidos con armas humanas, porque su reino no es “de aquí” dijo Él. Las únicas armas que utilizan sus seguidores son las espirituales. Las leyes que regulan la nacionalidad o la ciudadanía varían de un país a otro. En México, por ejemplo, todo ciudadano por ley, tiene derecho a recibir educación. Tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos, a la protección de la salud, a un ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar, a una vivienda digna y decorosa, a un sano esparcimiento, a reunirse o asociarse pacíficamente con cualquier objeto lícito, a viajar por su territorio y cambiar de residencia, a profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley, entre muchos derechos más. Por supuesto que tiene también deberes y obligaciones por cumplir. Omar Hayadla, un palestino de la aldea de Walaja, ubicada en el distrito de Belén, a escasos kilómetros de Jerusalén, se negó a vender su tierra a Israel, por más ofertas que le hicieron. Al construir Israel un muro que lo separa de Cisjordania, el señor Hayadla está viviendo en el distrito municipal de Jerusalén, rodeado de un muro y una alambrada electrificada y su casa quedó conectada con Cisjordania por un túnel que le construyeron. Es un palestino en territorio de Israel, viviendo según las leyes de Cisjordania. Un extranjero en tierra propia. Vivimos en el mundo, pero somos ciudadanos del reino de Dios.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Miércoles 4 de septiembre
Lectura del día: Hechos 27:1-12
La gracia de Dios te sostiene
“Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.” Hechos 27:12
S
i eres un cristiano que decide mantenerse al margen de la fe y que va a la Iglesia solamente para ser confortado, no tendrás mucha resistencia por parte del enemigo. Pero si estás determinado a vivir para Jesús, si tienes una visión por los que sufren, por los perdidos y por el cuerpo de Cristo, Satanás querrá ponerte muchos obstáculos en el camino para que te desanimes. El viaje de Pablo a Roma, tal como se describe en Hechos 27, ilustra cómo algunos de nosotros reaccionamos a los golpes de Satanás. Cuando el barco que transportaba a Pablo completó la primera etapa del viaje, leemos: “Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice…e invernar allí.” (Hechos 27:12) Pablo estaba en contra de esta decisión, no sólo porque los sacaba de la ruta para llegar a Roma, sino porque el Espíritu le advirtió de ello a su corazón. En ese momento, sin embargo, parecía que era la decisión más conveniente de tomar. Más tarde, el barco se encontró con serios problemas y eso casi les cuesta la vida a todos. Señalo esto porque cuando algunos cristianos se encuentran con la resistencia del enemigo en su misión, ellos deciden “ir a Fenice a pasar el invierno.” Es un hecho que todos nosotros necesitamos vacaciones para refrescar nuestro espíritu del servicio constante a las necesidades de los demás. Pero me estoy refiriendo a algo diferente, a una condición del corazón que dice: “Toma tu misión más relajado. Frena un poco y mantén esa velocidad”. Comodidad y descanso no son el objetivo del reino. La vida del reino dice: “Esta vida no es mía, he sido comprado por precio, Jesús me guía en todo y me provee de la gracia para lograrlo, no importa la oposición que pueda venir.” Si estás pasando por tormentas, ten fe, con la gracia de Dios llegarás a puerto seguro.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Lectura del día: Mateo 13:3-19
Jueves 5 de septiembre
La Palabra en tierra fértil
“Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.” Mateo 13:19
P
arábola se puede definir como una historia terrenal con significado celestial. Esta figura del lenguaje fue una de las más usadas por Jesucristo como maestro. La historia de Mateo 13 es llamada algunas veces la parábola de los terrenos. En su punto principal hace una comparación entre cuatro clases de tierra: Junto al camino (v. 4), pedregales (v. 5), entre espinos (v. 7) y en buena tierra (v. 8). El cuadro que describe Jesús era muy familiar a sus oyentes. Hasta el día de hoy puede verse en Palestina a una persona cruzando el campo, tomando semillas de un bolso que cuelga de su hombro y poniendo la semilla en pequeños agujeros que hace en la tierra. Nuestro Señor Jesucristo describió, al explicar la parábola, que habían cuatro clases de oyentes de la palabra del reino de Dios: Primero, los de corazones que por las presiones de la vida no reciben el mensaje, el malo les arrebata lo que ha quedado en la superficie de su vida. Segundo, los de corazón superficial. Los que reciben con entusiasmo la palabra, pero que fallan al no echar raíces de una experiencia profunda, al venir la aflicción o la persecución, se debilitan y mueren espiritualmente hablando. Los terceros son los oyentes que reciben el mensaje y son salvos, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, la conciencia de Dios queda asfixiada. Y en cuarto lugar, los que oyen la palabra, la entienden, la reciben y dan fruto en diversas proporciones. José Antonio recibió a sus setenta años de edad la Palabra de Dios. Un mensaje sencillo tocó su corazón y aceptó a Cristo como su Salvador personal. Ahora está creciendo en el conocimiento y en la gracia de Dios, mientras lee todos los días la Palabra del reino. Él comenta que lamenta no haber conocido antes la vida cristiana. Agradece a Dios que la palabra cayó en la buena tierra de tu corazón.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Viernes 6 de septiembre
Lectura del día: Hechos 4:1-13
Los discípulos de Jesús
“Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.” Hechos 4:13
L
os discípulos de Jesús fueron hombres que reflejaron el carácter, la enseñanza y la fuerza espiritual de su Maestro. Quienes les conocían notaron cambios en la vida de ellos, y reconocían que era porque habían andado con Jesús. Estos hombres no tenían cualidades excepcionales, al contrario, la Biblia nos dice que eran hombre sin letras y del vulgo, o sea, hombres comunes y corrientes. Cuatro de ellos eran pescadores, uno era recaudador de impuestos y casi todos eran originarios de Galilea, salvo Judas Iscariote que era de Judea, al igual que Jesús. Este grupo de hombres tenían algo en común: eran personas sencillas, ordinarias, normales de su tiempo y su época.
Ninguno sobresalía por su influencia o poder social, ni siquiera por sus estudios o logros; tenían debilidades humanas, fallas y defectos, como cualquiera de nosotros.
Sabiendo todo lo anterior nos preguntamos: ¿entonces qué hizo la diferencia? En primer lugar, que aceptaron el llamado de Jesús a seguirle, no pusieron resistencia, simplemente le siguieron dejándolo todo, y en segundo lugar, aprendieron a ser como Jesús, recibieron Sus enseñanzas y siguieron su ejemplo. Esto no fue fácil en un principio, pero después de la resurrección y siendo llenos del Espíritu Santo en el Pentecostés, transformaron el mundo de su época con el mensaje del Evangelio de Cristo y, finalmente, hicieron de Jesús el centro de su vida, el núcleo vital, la inspiración necesaria hasta estar dispuestos a dar su vida por Él. Gracias a que nosotros hemos conocido este mensaje, ahora somos discípulos de Jesús. Pero ¿estamos haciendo la diferencia?
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Lectura del día: Mateo 13:24-30
Sábado 7 de septiembre
Trigo y cizaña
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.” Mateo 13:24
L
a parábola nos habla de un hombre que sembró buena semilla en su campo; sin embargo, mientras dormía, su enemigo sembró una semilla que produce una espiga similar al trigo, pero amarga y silvestre. Los trabajadores sorprendidos de la aparición de la cizaña a pesar de que su señor había sembrado buena semilla, le preguntan si pueden arrancar la mala hierba para así limpiar el campo. Es aquí donde está lo extraordinario de su respuesta: “No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo…” Dentro de la Iglesia existen personas que manifiestan lo que son a través de sus frutos, ya sean estos buenos o malos. Esto en sí mismo no es el problema, ya que cada persona recibirá la cosecha de aquello que sembró y comerá de sus frutos; lo que debería preocuparnos es que generalmente nos atribuimos la facultad de determinar cuál es el trigo y cual la cizaña. Nos sentimos facultados para que una vez identificado aquello que consideramos mala hierba la arranquemos para que no “contamine” el campo. Jesús, representado por el amo del campo, da la razón por qué no deben los siervos arrancar la mala hierba: no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Cuando nosotros tomamos la atribución de distinguir quién es el bueno y quién no, siempre corremos el riesgo que junto con “lo malo” mucho bueno se vea afectado y sea también arrancado. Es por eso que el señor del campo dice: y al tiempo de la siega yo… En el reino, está es la atribución del Señor, limpiar y separar. Siempre habrá en toda comunidad cristiana diferentes tipos de corazones, y existe el riesgo que en nuestro intento de discriminar lo bueno de lo malo dañemos o perjudiquemos a otros, mejor permitamos que el Señor, quien es el que sembró la semilla y conoce los corazones, sea el que los limpie. El juez justo nunca se equivoca. Nuestra parte es ocuparnos de dar buenos frutos.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Domingo 8 de septiembre Lectura del día: Malaquías 3:1-12
Jesús no cambia
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” Malaquías 3:6
V
ivimos en un mundo cambiante, todo cambia y muy rápido; lo vemos la tecnología, las computadoras de hace 10 años hoy no sirven para nada; cada año hay nuevos celulares, nuevos modelos de coches, nuevos aparatos electrodomésticos, etc. Incluso, nosotros cambiamos también. Cuando yo era más joven podía comer casi cualquier cosa y podía permanecer delgado y físicamente ágil, ahora con sólo ver una hamburguesa engordo; antes tomaba todo tipo de lactosa y no me hacía daño, ahora todo me hace daño. Mi metabolismo ha cambiado. Solía dormirme muy tarde por muchos años me quedaba despierto toda la noche el último día del año para dar la bienvenida al nuevo año; ahora dejo que el año nuevo se dé la bienvenida solo, yo me duermo antes de que llegue. La ciencia ha cambiado y lo seguirá haciendo; se han hecho nuevos descubrimientos que han tirado a la basura lo que la ciencia decía ayer. Todo cambia, hasta el clima ha cambiado; los tiempos en realidad están cambiando.
Por eso es bueno recordar hoy que Jesús no cambia, que Dios es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos. El amor de Dios sigue siendo igual desde el principio de los tiempos hasta hoy. Él te ama con amor eterno, su bondad nunca falla, su excelencia es insuperable, su fidelidad es permanente y aunque todo cambie, Jesús permanece igual, Él es hermosamente predecible y sé que siempre me recibirá con los brazos abiertos, me confortará, me llevará por sendas de justicia, siempre me amará; tu seguridad está en Él en este mundo cambiante. Confía en Dios y en Sus promesas aunque todo cambie hoy para ti. Dios te sigue amando y está contigo para cuidarte y guiarte todos los días de tu vida.
La cárcel más grande no está formada de rejas y barrotes, sino de recuerdos negativos.
Lectura del día: Marcos 4:31-34
Lunes 9 de septiembre
Como una semilla de mostaza
“Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra” Marcos 4:31
E
l Señor Jesucristo continúa esforzándose por ayudar a los discípulos a comprender la verdadera naturaleza del reino de Dios. Involucra a sus oyentes en el proyecto y les dice: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios o con qué parábola lo compararemos? El punto principal de la historia es que, aunque el reino pudo haber tenido un principio muy pequeño, crecerá hasta llegar a ser un reino gigantesco. El grano de mostaza representa algo pequeñísimo, pero a pesar de ello, produce una planta o un arbusto de tres metros o más de altura. La figura de un árbol, con las aves morando en sus ramas y algunos animales descansando bajo su sombra, nos enseña acerca del destino de grandes imperios y cómo crece el reino de Dios. Y se puede hacer un contraste entre grandes árboles, como los de Nabucodonosor y el de Asiria, que a pesar de su fortaleza fueron derribados, pero el árbol del Señor floreció. La joven y perseguida Iglesia del tiempo de Marcos, puede tener esperanza y recuperar confianza al escuchar de la seguridad que tiene en Jesucristo, por medio de esta historia. Zacarías 4:10 nos dice: “Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán…”. El 21 de marzo de 2006, un mensaje automático del fundador Jack Dorsey decía clic “configurando mi twitter”, luego el primer tweet compuesto por un humano fue publicado cuando escribió las palabras clic “invitando a mis compañeros de trabajo” y pulsó enviar. Considerando que estos dos tweets precedieron a miles de millones más, se trata de un inicio que pasó casi desapercibido. Algo así como dar los primeros pasos en un mundo nuevo y emocionante pero en vez de hacer una gran entrada, deslizándose por la puerta trasera. Muchos avances tecnológicos han salido a la luz no con una fanfarria de trompetas, sino con unas pocas y modestas palabras. Agradezcamos a Dios que todo modesto principio puede crecer a niveles insospechados, con Su ayuda.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Martes 10 de septiembre
Lectura del día: Juan 6:25-35
El proceso del pan “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás.” Juan 6:35
D
ios, quien hace muchos años atrás había dado a su pueblo ese alimento del cielo (maná) para sustentar su vida natural, ahora les dio el “Pan verdadero” para la salvación de sus almas. Ir a Jesús y creer en Él significa lo mismo. Cristo es el pan verdadero para el alma como lo es el pan para el cuerpo: nutre y sustenta la vida espiritual. El proceso que el grano necesita para convertirse en pan es muy exigente. La semilla debe ser plantada antes de que pueda crecer. Cuando el grano está maduro, debe cortarse y molerse hasta ser convertido en harina. Antes de que llegue a ser pan, debe pasar por el horno. El pan es el resultado de plantar, cosechar y calentar. Jesús soportó un proceso idéntico. Nació en este mundo. Fue cortado magullado y golpeado en el trilladero del Calvario. “¿Pan de vida?” Jesús estuvo a la altura del título. Sin embargo, un pan que no se come no hace bien a nadie. ¿Has recibido el pan?
El Pan que da el Padre, es el que ha hecho para alimento de nuestra alma. El pan nutre sólo por los poderes del cuerpo vivo, pero Cristo mismo es el pan vivo y nutre por su propio poder. Asegúrate de que recibes el pan. Y una vez que lo has hecho, compártelo. Después de todo, si nosotros no lo hacemos, ¿quién lo hará? Los gobiernos no alimentan las almas. Los hospicios pueden proporcionar una cama, una comida y consejos valiosos. Pero nosotros podemos dar mucho más. No sólo ayuda para esta vida, sino esperanza para la siguiente. Así que, cada vez que disfrutes una pieza de pan, recuerda el Pan de vida.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Lectura del día: Mateo 13:33-43 Miércoles 11 de septiembre
Leudando la masa “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.” Mateo 13:33
E
sta parábola se cuenta de manera sencilla y concisa en un solo versículo. Una mujer quiere cocer pan. A una gran cantidad de harina se añade una porción insignificante (un pellizco) de levadura; la mujer mezcla ambas, las cubre con un paño y las deja. Después de algún tiempo ha ocurrido algo admirable, toda la harina ha fermentado. La pequeña cantidad hizo un gran efecto. La levadura era un pequeño trozo de masa que se apartaba de la última hornada y al guardarla se había fermentado. La levadura cambiaba las características de la hornada. El pan sin levadura, el pan que se ha cocinado sin haberlo hecho leudar antes, es como una galletita de agua: dura, seca, sin gusto. El pan que es horneado con levadura es suave, poroso y esponjoso, tiene buen sabor y resulta agradable comerlo. En algunas ocasiones los discípulos de Jesús deben haberse sentido desesperados. Su grupo era tan pequeño y el mundo aparecía ante ellos tan inmenso. ¿Cómo podrían llegar a triunfar y transformar al mundo? Sin embargo, algo entró en este mundo junto con Jesús. El poderoso reino de los Cielos, tan esperado y concretamente anunciado por Jesús mismo y se desarrolló a partir de comienzos insignificantes. Los pequeños principios actuales y las sencillas señales no pueden compararse con la obra consumada. El discípulo confía en Dios enteramente y sin reserva, confía en que Dios puede hacer grande una cosa tan insignificante. Dios tiene normas distintas de las que tenemos los hombres. Lo insignificante ante Él es grande, y lo grande que tienen los hombres, ante Él es nada. No importa cuán insignificante te puedas sentir como para provocar grandes sucesos. Dios te puso en donde estás para que leudes todo tu entorno y provoques un gran impacto. Solamente mantente fiel y cuida dar buen ejemplo.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Jueves 12 de septiembre
Lectura del día: Hechos 27:39-44
El ancla de la realidad
“Cortaron las anclas y las dejaron caer en el mar, desatando a la vez las amarras de los timones. Luego izaron a favor del viento la vela de proa y se dirigieron a la playa.” Hechos 27:40
T
odos los que están en medio de una tormenta necesitan hacer algo en el proceso. La pasividad es la enemiga de la fe. Cruzarnos de brazos y esperar que la tormenta pase no es una opción aceptable. Esto puede significar que habrá que trabajar duro. Es posible que tengas que reconocer ciertas acciones equivocadas y que busques la reconciliación mientras haces restitución. Quizá requieras humillarte delante de Dios. Cualquiera que sea el caso, necesitarás ser parte del proceso. Es parte de lanzar el ancla de la realidad y confiar en que Dios te traerá a la playa. El mejor plan para sobrevivir a una tormenta es la preparación. Ningún pescador veterano o capitán responsable se lanza a alta mar sin tener un conocimiento completo de los equipos de la embarcación, y sin asegurarse de que todo podrá funcionar perfectamente. Rara vez parten sin primero haber pasado suficiente tiempo examinando las cartas náuticas, estudiando los patrones climáticos y familiarizándose con las rutas peligrosas. Y nunca salen del puerto sin las anclas, eso es seguro. Nadie quiere sufrir un naufragio. Pero la realidad es que los naufragios suceden, no sólo en alta mar, sino también en la vida. El secreto para sobrevivir es lo que tú haces antes, cuando las aguas están tranquilas. Si en este momento de tu vida estás libre de tormentas, te aconsejo que aproveches este período de calma. Dedica tiempo a la Palabra de Dios. Estudia las cartas inspiradas que el Señor te ha dado para el viaje de la vida. Profundiza tu andar con Él por medio de la oración y de devoción personal. Luego, cuando comiencen a soplar los inevitables vientos de la adversidad, que soplarán con toda seguridad, estarás listo para responder con fe, no con temor. Revisa tus anclas mientras el mar está tranquilo. En el futuro te alegrarás de haberlo hecho.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Lectura del día: Mateo 13:44
Viernes 13 de septiembre
El tesoro escondido
“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.” Mateo 13:44
A
l leer esta parábola de solamente un versículo de la Biblia, recordamos que en el tiempo pasado no habían muchos medios de guardar el dinero, ni las cosas valiosas que las personas poseían, así que lo que hacían era enterrar los tesoros. Escuchamos ahora muchas historias de albañiles o constructores que han encontrado tinajas o cajas metálicas con monedas de oro, al hacer el fundamento de una casa. No se nos dan detalles en la historia bíblica, pero el asunto es que un hombre al caminar por un terreno o al hacer algún trabajo para otra persona, descubrió un tesoro escondido, vendió todo lo que poseía para comprar aquel campo y tener la fortuna. Podríamos pensar que el campo es el mundo y el tesoro la salvación en Cristo, el perdón de nuestros pecados, la nueva vida que el Señor nos da. Martin Cooper es reconocido por realizar la primera llamada del mundo desde un teléfono móvil verdaderamente portátil, desde una acera de Nueva York el 3 de abril de 1973. “Llamé a Joel Engel, que era mi antagonista, mi homólogo en at&t, que en ese momento era la empresa más grande del mundo. Nosotros éramos una pequeña empresa en Chicago. Consideraron que éramos una pulga en un elefante. “Le dije “Joel, soy Marty. Te estoy llamando desde un teléfono celular, uno verdadero, teléfono móvil de mano, portátil”. Hubo un silencio en el otro extremo. Sospecho que estaba rechinando los dientes”. Y después de que aquel breve intercambio de palabras surgió un nuevo sector de las telecomunicaciones, junto a una amplia gama de tecnologías de telefonía móvil que siguen dando forma a nuestro modo de vivir. Descubrió una industria que ha ganado millones de dolares y llenado de teléfonos celulares al mundo. Podríamos decir que descubrió un tesoro. Demos gracias a Dios por el tesoro más grande que hemos descubierto, el Evangelio transformador de Jesucristo, que tanta bendición ha traído a nuestra vida.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Sábado 14 de septiembre
Lectura del día: Mateo 6:25-34
El reino de Dios y su justicia “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33
L
a Palabra de Dios establece nuestros valores de vida. Sin embargo nuestra escala de prioridades se ha movido de lo importante a lo necesario y de lo necesario a lo urgente. La mayoría de nosotros estamos tan desgastados haciendo las cosas urgentes, que la mayoría de las veces no son las más importantes. Nuestras prioridades han cambiado. Tal vez tú pienses que no, que tienes tus prioridades bien definidas, y puede ser cierto, que conscientemente sepas cuál debe ser el orden de tus prioridades en la vida; pero lo que es cierto en la práctica, es que nuestro ritmo de vida nos empuja, no tanto a hacer las cosas que debemos o queremos, sino aquéllas que “tenemos” que hacer. El contexto de nuestro pasaje es el afán y la ansiedad. Jesús todavía dentro del sermón del monte, está dando esta instrucción. Jesús, como el gran constitucionalista, superior a Moisés, establece en el sermón del monte la ética del reino, es decir, la forma en que han de vivir aquéllos que están bajo el señorío de Jesucristo. Es por eso que una de las frases célebres en este sermón es: “A ustedes les fue dicho… mas yo os digo”. Jesús establece una nueva ética, superior a la escrita por Moisés. En esa nueva forma de vivir, el súbdito del Rey se distingue de los “gentiles” (aquellos que no son del pueblo de Dios) Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. (6:32) Buscar el reino de Dios y su justicia, se refiere a anteponer a cualquier valor o prioridad el señorío de Jesucristo en nuestra vida. Eso es un reinado, donde la voluntad de los súbditos está supeditada a la voluntad del rey; en consecuencia, el rey, al ver la obediencia y sujeción de su pueblo, vela por ellos. De la misma manera, no son “las añadiduras”, los deseos personales en donde debemos concentrarnos, antes bien, en el proveedor de toda buena dádiva y todo don perfecto (Santiago 1:17). Ocúpate del Rey, Él siempre sabrá cómo recompensarte.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Lectura del día: Lucas 11:1-4
Domingo 15 de septiembre
Venga tu reino
“Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” Lucas 11:2
E
l reino de Dios es tanto un evento pasado ( Jesús dijo que Abraham, Isaac y Jacob y los profetas estaban en el reino. Lucas 13:28, Mateo 8:11), como presente ( Jesús dijo: el reino de Dios está entre vosotros. Lucas 17:21); como futuro, así como se ora en el Padre nuestro y como lo presenta el apóstol Pablo en 1 Corintios 6:9: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? El reino de los Cielos es entonces el gobierno de Dios en todos los tiempos y en todo lugar: tanto en la esfera celestial, los Cielos, con todo su ejército; como en la Tierra, en el mundo donde tú y yo vivimos.
El reino de Dios es una sociedad en la Tierra en la que la voluntad de Dios se hace tan perfectamente como en el Cielo. ¿Qué es decir entonces: venga tu reino? Es pedir que Su señorío, Su gobierno venga. La segunda expresión es un paralelismo: que se haga Su voluntad, que se haga todo lo que Él quiere, es decir: Que Su gobierno venga y se haga lo que Él dice. Cualquier persona que en cualquier momento de la historia hizo perfectamente la voluntad de Dios, estaba en el reino; cualquier persona que hace perfectamente la voluntad de Dios, está en el reino; pero, como el mundo está muy lejos de ser un lugar en el que la voluntad de Dios se haga perfecta y universalmente, la consumación del reino está todavía en el futuro. Aquí es necesaria una precisión: ¿A dónde venga el reino? ¿Dónde se haga Su voluntad? No sólo que venga aquí, sino que venga a mí, No sólo que Tu voluntad sea hecha aquí, sino que sea hecha en mí. El reino es, de hecho, la cosa más personal del mundo. El reino demanda la sumisión de mi voluntad, mi corazón, mi vida. Que venga Tu reino, empezando por mí.
Siempre da lo mejor de ti y lo mejor vendrá.
Lunes 16 de septiembre
Lectura del día: 1 Samuel 3:11-21
¡Involúcrate!
“Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada…” 1 Samuel 3:18
L
as familias que se desintegran son las que no responden de manera rápida y adecuada a las advertencias que les hacen las demás personas. Escucha a los maestros de tus hijos, escucha a tu pastor o al líder de jóvenes. No te apresures en salir a defensa de tu hijo. Dedica tiempo a escuchar el informe completo. Luego, tómate un tiempo para reflexionar en lo que has oído, investiga más y has todo lo necesario para asegurarte de resolver el problema. Las familias que se desintegran son las que justifican las conductas incorrectas, y de este modo se convierten en parte del problema. Elí participaba de la conducta de sus hijos. Lo sabemos, porque engordó con la comida que sus hijos robaban del altar. En cuanto a Samuel, no sólo fue un niño que escuchó la voz de Dios, sino que también obedeció.
Al pensar en todo esto, especialmente al evaluar la condición de tu familia, recuerda que escuchar la verdad no es suficiente. Acción es lo que hace falta. La fe es acción. Eso significa que las bendiciones de Dios casi siempre son el resultado de la obediencia. Según la Biblia, el conocimiento envanece (1 Corintios 8:1). Además, problemas como los que tuvieron los hijos de Elí no se resuelven por sí solos, sino que se multiplican y se hacen mayores con el paso del tiempo. Si has llegado a la conclusión de que tu familia está en peligro, decide hacer algo en vez de no hacer nada. Niégate a ser como Elí. Al final, después de haber cosechado el éxito público en su ministerio, Dios lo consideró un fracaso como padre… y lo juzgó por ello. No hagas lo mismo.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Lectura del día: Marcos 4:26-29
Martes 17 de septiembre
Cómo crece el reino de Dios
“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.” Marcos 4:26-27
E
l reino de Dios trasciende la Iglesia como organización. El reino crece no sólo cuando la Iglesia crece. Se expande de multiformes maneras, tantas como Dios tiene de enseñorearse y gobernar el Cielo y la Tierra. Con todo, es a través de la corona de la creación, las personas, usted y yo, que el reino se expande de una manera extraordinaria y sobrenatural. La semilla de la Palabra es sembrada, la semilla es vida. El gran reino de Dios está allí en miniatura en la semilla sembrada en nuestro corazón que vive, brota y crece porque la vida de Dios está en él, y a su tiempo Dios levantará la cosecha. Esta parábola nos muestra la manera imperceptible y maravillosa en que el gobierno de Dios sembrado en la vida de una persona y germinado por el Espíritu Santo, produce tan grandes cambios en la vida del individuo, que no sólo las personas que están alrededor de él pueden verlo, sino que aun la persona misma se asombra de lo que ha sucedido “sin que él sepa cómo” en el transcurso en que fue sembrada la semilla y cosechado el fruto. Muchas personas se han propuesto hacer cambios en su vida, dejar de hacer esto o aquello, se han esforzado, pero han fracasado, han querido producir fruto sin que la semilla muera. Para producir frutos, cambios en la vida, no tenemos que empezar con el esfuerzo, tenemos que empezar con enterrar una semilla, la semilla de nuestra voluntad, para que germine una nueva vida, bajo la autoridad y el señorío de Dios. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. Juan 12:24.
Es entonces que el reino de Dios se está extendiendo.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Miércoles 18 de septiembre Lectura del día: Rom. 14:15-23
Qué no es el reino de los Cielos
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” Romanos 14:17
M
uchas veces corremos el riesgo de circunscribir la fe a elementos externos, culturales o denominacionales. Pretendemos que observar cierto tipo de ritos, liturgias o prácticas en general nos da la condición de pertenecer al reino. A veces pudieran ser asuntos sin mucha complicación, como lo que comemos; pero otras veces pueden ser tradiciones más fuertes “Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso?” Colosenses 2:20-22
La religiosidad se pierde en eternas discusiones de qué si es permitido, de qué no se debe hacer, y no han entendido que el Espíritu Santo trabaja en todos de diferentes maneras. Cuando Juan Wesley le preguntó a su madre qué era pecado, ella le contestó: “Todo lo que debilite tu razón, afecte la sensibilidad de tu conciencia, oscurezca tu percepción de Dios o le quite sabor a las cosas espirituales, en resumen todo lo que aumente la fuerza y la autoridad de tu cuerpo sobre tu mente, eso es pecado para ti por más inofensivo que resulte en sí mismo”.
Para vivir en el reino debemos movernos del hacer al ser. Debemos priorizar lo que somos, antes que lo que hacemos. El ser determinará la esencia y la genuinidad de lo que hacemos. Cubrir las apariencias es más o menos fácil, pero la pureza de corazón, la integridad del ser sólo es posible por la gracia de Dios. La Palabra nos invita a separarnos del énfasis en la comida o la bebida (hacer) y concentrarnos en la justicia, el gozo y la paz (ser), virtudes que sólo pueden provenir de un corazón transformado.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Lectura del día: Mateo 13:37-42
Jueves 19 de septiembre
Los hijos del reino
“El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.” Mateo 13:38
M
ientras que en la parábola de la cizaña, el Señor Jesús afirma que “el que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre” y que, “la semilla es la palabra o mensaje de Dios”, en el verso 38 asegura que “la buena semilla son los hijos del reino”. Ambas cosas son ciertas. Los hijos del reino, los que con todo agrado tienen a Jesús como su Señor y Rey, son en quienes la buena semilla del Evangelio lleva fruto. Lo que quiere decir que los hijos del maligno, los hijos de Satanás y sus seguidores, son aquellos en quienes la cizaña sembrada por el príncipe del mal produce una cosecha de corrupción. Todo ministro, misionero, evangelista o cualquier creyente, al compartir la Palabra de Dios con otra persona e invertir su vida en otros, hacen que haya fruto en aquella buena tierra en donde sea sembrada esa buena semilla. Aunque estamos conscientes de que, como en el tiempo de nuestro Señor Jesucristo hubieron escribas y fariseos que fueron más religiosos que obedientes a las Sagradas Escrituras, que siempre estaban buscando sorprenderle en sus palabras, para presentar una acusación en su contra, en nuestro tiempo puede haber aquéllos que representen a una “mala semilla”. El primer día de clases, la maestra se enfrentó a sus alumnos de quinto año, diciéndoles que trataría a todos por igual y que ninguno sería su favorito. En la primera fila estaba Pedrito, un niño que por motivo de la muerte de su madre había cambiado de ser amigable, con una sonrisa en sus labios siempre, que cumplía sus tareas, es decir un niño ejemplar, a ser ahora un pequeño antisocial, intolerante, grosero, sucio y desinteresado. Aunque en un principio no quería hacerlo así, esta maestra ayudó durante ese año a Pedrito con amor y atención, de manera que, años después, fue invitada por él a que representara a su mamá, en su graduación de profesionista egresado con honores de la universidad. Como hijos del reino sembremos fe, amor, paz y paciencia en la vida de otros.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Viernes 20 de septiembre
Lectura del día: Hechos 2:25-47
Somos el cuerpo de Cristo
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” Hechos 2:42
J
esús dijo en Hechos 1:8 “Y me seréis (todos colectivamente) testigos”. Jesús no hizo nombramientos individuales. No hizo arrodillar a uno por uno en fila y les hizo caballeros individualmente. “Tú Pedro, serás mi testigo…” “Tú Juan, serás mi testigo…” Más bien fue algo así como: “Ustedes (la suma de todos) serán mis testigos…”. Jesús trabaja en comunidad. Por esta razón no encontramos pronombres personales ni verbos en singular en la primera descripción de la Iglesia. No hay ningún yo, tú o mío. No hay verbos en singular. Estamos en esto juntos. Somos más que seguidores de Jesús, más que discípulos de Cristo. “Somos miembros de su cuerpo” (Efesios 5:30). “Y él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia” (Colosenses 1:18).
Yo no soy su cuerpo; tú no eres su cuerpo. Nosotros, juntos, somos su cuerpo. Pero este cuerpo ha sido conocido por portarse mal. El cerebro no tiene en cuenta al corazón. (Los teólogos no tienen en cuenta a los que nunca han pisado un seminario). Las manos critican a las rodillas. (La gente de acción critica a la gente de oración). Los ojos rechazan hacer equipo con los pies. (Los visionarios no trabajarán con los peones). ¿Qué pasaría si el ingrediente que falta para cambiar el mundo es el trabajo en equipo? “Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:19-20). Simplemente no podemos decir “no te necesito”. A Dios le importa la unidad.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Lectura del día: Mateo 13:45-46
Sábado 21 de septiembre
Una perla sumamente valiosa
“También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas,” Mateo 13:45
T
anto la parábola del tesoro enterrado como el de la perla de gran precio, tienen la misma enseñanza. Ambas historias sólo se hallan en Mateo. Algunos las han interpretado refiriéndose a Cristo que entregó su todo, para comprar a la Iglesia, mientras que la mayoría de los eruditos las explican como que significan que nosotros debemos estar dispuestos a dejar todo para lograr la salvación. Se ha sugerido que el tesoro escondido representa a aquéllos que de manera repentina e inesperada se encuentran con Cristo, mientras que la perla de gran precio simboliza a los que le hallan después de conocer de Él por largo tiempo. El reino de Dios, la vida de Dios en nuestra alma, es el tesoro escondido y la perla de gran precio. Bien sea que la hayamos encontrado de forma rápida o que, de manera progresiva, vamos conociendo la palabra de Dios y, tiempo después, tomamos la decisión de pedirle perdón a Dios por nuestros pecados y de aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador personal, el valor de la salvación es extraordinariamente elevado. Se cree que el ingeniero informático Ray Tomlinson envió el primer correo electrónico (E-mail) en 1971, desde una computadora a otra en Cambridge, Massachusetts. “Los mensajes de prueba son para olvidarse”, dijo. “Lo más probable es que el primer mensaje fue qwertyuiop o algo similar”. Los pioneros no estaban pensando en el éxito, ni en escribir algo elegante y significativo. Esto muestra cuánto ha cambiado el mundo sus expectativas al iniciar este tipo de proyectos, que no son demasiado elevadas, dice Paul Armstrong, director de medios de comunicación social en Mindshare. “El mundo ahora se mueve mucho más rápido que cuando sucedieron los acontecimientos de 1971 y así, a pesar de que son monumentales al mirar hacia atrás, en el momento no sabían si serían un éxito o un fracaso.” Descubrió Ray Tomlinson algo inapreciable para la humanidad. Valoremos la salvación que Cristo ganó para nosotros en la cruz del Calvario.
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Domingo 22 de septiembre
Lectura del día: Hechos 1:1-9
Un reino que ha de venir
“A quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles de lo tocante al reino de Dios.” Hechos 1:3
E
l reino de Dios ya está entre nosotros, aunque no completamente. Está entre nosotros porque Jesús ya ha venido a la Tierra y nos ha dejado su presencia. El reino de Dios irrumpió definitivamente en la historia con la resurrección de Jesús, y sin embargo aún no está plenamente realizado. La victoria final se producirá sólo con la segunda venida del Señor, que nosotros aguardamos con esperanza paciente. El estilo de vida que llevamos nos empuja con frecuencia a la idea del éxito inmediato, sin embargo tenemos que reconocer que no necesariamente lo instantáneo es lo mejor, más bien lo contrario es cierto. Todo aquello que vale la pena deberá atravesar por un proceso de formación y desarrollo, mismos que le darán carácter y solidez. Para que se dé esa manifestación plena del reino de Dios, se requiere de una fe profunda y una perseverancia paciente. Sólo con esta actitud encontraremos el significado de nuestro compromiso cotidiano de vivir la vida cristiana. La actitud de esperar en el Señor pacientemente no significa pasividad o resignación, sino confianza en el mover de Dios, cualquiera que sea la forma y el tiempo en que quiera hacerlo. ¿Cómo vendrá? Hay mucho que hablar al respecto. ¿Cuáles serán algunas manifestaciones que acompañarán su venida? Es muy importante saberlo; sin embargo, hay algo que no tenemos que perder de vista nunca, algo que no depende de criterios de interpretación o posiciones teológicas, y es que el reino de Dios se va a establecer plenamente cuando Jesús venga por segunda vez. Jesús vendrá, y los que creemos en Él nos gozamos en la esperanza gloriosa de ver cara a cara a Jesucristo con poder y gran gloria. “El que da testimonio de estas cosas, dice: «Sí, vengo pronto.» Amén. ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén”. Apocalipsis 22:20-21
El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión.
Lectura del día: Mateo 13:47-50
Lunes 23 de septiembre
La pesca en el reino
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces.” Mateo 13:47
E
sta parábola fue escrita solamente por Mateo y al igual que la de la cizaña, describen el juicio final con su separación de lo bueno y lo malo. Poniendo a la obra de Dios como el reino de los Cielos, bien podríamos decir: “la obra de Dios en el mundo es como una red, que al ser sacada del mar o de un lago contiene toda clase de peces y los pescadores separan el producto bueno y lo ponen en canastos, y lo que no sirve para consumo humano lo echan en el fuego”. El final de la historia es la aplicación de que al final de los tiempos, Dios enviará a sus ángeles y ellos apartarán a los malos de entre los justos. Los primeros serán arrojados al horno de fuego, “donde será el lloro y el crujir de dientes”. Bien podemos quedarnos con dos enseñanzas: La primera, que es una amonestación a asegurarnos de que seremos contados entre los buenos. La segunda, que como líderes humanos podamos vencer la tentación de querer nosotros separar a los justos de los injustos, porque esto les corresponde a los ángeles, quienes serán enviados el día del juicio final a hacer esta separación. Fallaríamos en nuestro criterio para definir quién es bueno y quién es malo. Sócrates enseñó durante 40 años, Platón por 50, Aristóteles por 40 y Jesús durante sólo 3 años y medio, pero su influencia es infinitamente mayor que estos grandiosos filósofos. Jesús no pintó ningún cuadro, aunque artistas famosos como Raphael, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci recibieron su inspiración de Él. Jesús no escribió ninguna poesía, pero los más grandes poetas del mundo han escrito sobre Él. Jesús no compuso música, pero Haydn, Handel, Beethoven, Bach y Mendelssohn perfeccionaron su música inspirándose en Él. Pero la obra máxima del Señor Jesucristo es haber dado su vida para que nosotros, al creer en él, fuéramos contados entre los justos al final de los tiempos. Hoy glorifiquemos a Dios por ello.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Martes 24 de septiembre
Lectura del día: Hechos 2:22-39
¿Qué haremos?
“… Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible que la muerte lo mantuviera bajo su dominio.” Hechos 2:24
P
edro estaba respondiendo a la pregunta de la gente: “¿Qué quiere decir esto?” (2:12). El sonido veloz del viento, las imágenes del fuego, las repentinas habilidades lingüísticas de los discípulos… ¿Qué podían significar todos estos acontecimientos? Así que, se puso en medio de la plaza llena de gente y procedió a presentar a Jesús a la multitud. Pedro fue lanzando tres señales dadas por Dios sobre Jesús. En primer lugar, los milagros de Jesús eran una prueba de su divinidad (v. 22). En segundo lugar, Dios consideró a Cristo digno de su misión más importante: ser entregado como sacrificio para toda la humanidad (v. 23).Y en tercer lugar, en la profundidad del sepulcro, Dios hizo su mayor obra: le resucitó (v. 24). Probablemente Pedro hace una pausa en este punto de su sermón. Entonces, por unos instantes, se quedó callado. Buscó entre las personas a alguien que desafiara su afirmación. Un soldado, un sacerdote, un cínico; alguien, cualquiera que cuestionara sus palabras. Pero nadie desafió a Pedro. Ningún fariseo puso objeciones. Ningún soldado protestó. Nadie habló porque nadie tenía el cuerpo. La gente empezó a darse cuenta de su error. La gravedad de su crimen se apoderó de ellos. Crucificaron al Mesías. La pregunta del momento cambió. “¿Qué quiere decir esto?” (Una pregunta hecha con la cabeza) pasó a ser “¿Qué haremos?” (Una pregunta hecha con el corazón, v. 37). Así que Pedro, seguramente con los brazos extendidos y los ojos llenos de lágrimas, les exhortó (v. 38-39). Más tarde Pedro hablaría sobre el estilo de vida del reino. La Iglesia pronto abordaría los asuntos de la pobreza, las viudas, la enfermedad y la intolerancia. Pero aún no. El primer punto que aparecía en el primer sermón de la Iglesia fue éste: el perdón de todos nuestros pecados. Ahora tenemos la instrucción. Si has pecado, arrepiéntete delante de Dios. Él es fiel y justo para perdonarte y limpiarte de toda maldad.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Lectura del día: Mateo 3:1-6
Miércoles 25 de septiembre
Reino de Dios o reino de los Cielos
“…y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.” Mateo 3:2
E
l Evangelio de Mateo fue escrito para una audiencia judía, mientras que Marcos, Lucas y Juan fueron escritos para una comunidad gentil. Debido a su auditorio, quienes preferían evitar el uso directo del nombre de Dios, es que Mateo usa la expresión “de los cielos”; sin embargo, ambas expresiones se usan indistintamente a lo largo de las Escrituras. Los Evangelios particularmente presentan el reino como algo que se está haciendo realidad en el presente más que como algo que ha de venir; sin embargo, como hemos mencionado con anterioridad, es tanto pasado como presente y futuro. Para entender de manera sencilla este concepto, podemos referirnos a un embarazo. Nadie puede negar que la madre tiene un bebe, sin embargo todavía no lo tiene. Es tan real que puede verse, sin embargo llegará el momento que cobrará su total realidad cuando se tenga en los brazos. Sirva este ejemplo para hacer patente que la presencia del reino en la Tierra es una realidad, sin embargo todos esperamos la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo donde se dará plenamente su reinado. ¿Cómo sabemos que el reino de los cielos se ha acercado a nosotros? Por los actos portentosos de Jesús: Sanidades, milagros, liberación de demonios, la enseñanza de una nueva ética, y su intervención en la esperanza del pobre y el desvalido. Las obras del Mesías-Rey evidencian que su reino se ha hecho presente. No tenemos que esperar hasta el futuro para disfrutar del señorío y presencia de nuestro Señor Jesucristo. La recompensa de la fe no es algo para el más allá. Aquí y ahora podemos deleitarnos de ese reinado cuando somos participes de los actos portentosos de Dios en medio de su pueblo. No es algo que hemos de recibir hasta el futuro, sino que ya aquí y ahora es tan real y cierto, como dice ese hermoso canto: “como el aire que respiro”.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Jueves 26 de septiembre
Lectura del día: Marcos 1:1-15
Cómo participar del reino “…diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” Marcos 1:15
A
rrepentimiento, en el sentido estricto de la palabra, lo entendemos como cambio de corazón o mente (metanoia, de donde se desprende la palabra metamorfosis). Este arrepentimiento sólo es posible bajo la gracia y el poder del Espíritu Santo. Cuando ese arrepentimiento se ha dado y el cambio en la naturaleza de la personas se ha hecho real, podemos decir que “El reino de los Cielos está dentro de ustedes” frase un poco atrevida que puede también traducirse, sin embargo, “el reino de los cielos está en medio de ustedes.” En Mateo 22:1-14 se narra la parábola de las bodas. Los invitado originales no asistieron, por lo que el rey mandó traer a los “no invitados”, los indignos y personas de la calle a participar de las bodas de su hijo. Al entrar todos recibían un vestido especial. La fiesta era para todos, invitados o no, sin embargo, para participar de ella debían llevar un vestido especial para poder ser parte de la celebración. El rey al supervisar la boda vio a uno sin el vestido adecuado y lo expulsó de la fiesta. Quería participar de la fiesta, pero a su manera. No podemos participar plenamente del reino sin el arrepentimiento, metamorfosis correspondiente. No podemos participar del reino sin un cambio de mente y corazón. Sin embargo, esa transformación no radica en un sólo querer ser diferente, sino en la transformación radical como la que sufre el gusano para convertirse en mariposa. Una transformación de nuestra naturaleza que sólo es posible por el poder y el señorío del Salvador nuestro, Jesucristo. ¿Has sido transformado en tu mente y corazón de tal manera que puedas participar del reino de Dios en tu vida? Pide hoy a Dios en oración que la obra que ha comenzado en ti la siga perfeccionando cada día.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Lectura del día: Mateo 16:15-20
Viernes 27 de septiembre
Las llaves del reino
“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” Mateo 16:19
N
uestro Señor Jesucristo continúa instruyendo a sus discípulos por medio del ejemplo y por enseñanzas prácticas. Procura estar más tiempo a solas con ellos. Comenzando con 16:13 va a enseñarles acerca de sí mismo. Para lograr una atmósfera de quietud, serenidad e intimidad, el Señor decide ir con sus discípulos al distrito de Cesarea de Filipo. El ministerio público en Galilea estaba llegando a su fin. Pronto comenzaría el viaje hacia la cruz y Él deseaba acercar a sus discípulos a una relación de mayor intimidad que la que habían tenido antes. La fe de ellos sería probada severamente en los días siguientes. En la conversación del Señor con Pedro surge el tema de las llaves del reino. El catecismo de Heidelberg declara: “Cuando según el mandamiento de Cristo, públicamente es anunciado y testificado a todos los fieles en general y a cada uno en particular, que todos los pecados les son perdonados por Dios, por los méritos de Cristo, toda vez que abracen con verdadera fe la promesa del Evangelio. Al contrario, a todos los infieles e hipócritas se les anuncia que la ira de Dios y la condenación eterna caerá sobre ellos mientras perseveren en su maldad; según testimonio del Evangelio, Dios juzgará así en esta vida como en la otra”. Tener las llaves del reino determina quién debe ser admitido y a quién se le niega la admisión. Por medio de la predicación del Evangelio los discípulos fueron abriendo las puertas para algunos y cerrándolas para otros. El profesor José Antonio conoció el evangelio a los setenta años de edad y cada vez que testifica, lamenta no haber conocido a Cristo en su corazón antes. Siente que pudo haber disfrutado de la vida cristiana desde hace muchos años. Agradece a Dios que su esposa le compartió su testimonio y él aceptó a Cristo. Usemos la llave de la comunicación para abrir los Cielos a los demás.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Sábado 28 de septiembre
Lectura del día: Mateo 13:51-52
Instruidos en el reino de los cielos
“Todo maestro de la ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.” Mateo 13:52
U
na vez que el Señor Jesús ha terminado de presentar las siete parábolas del reino, el Maestro evalúa al preguntarles si habían comprendido lo que les había enseñado; los discípulos respondieron que sí. Es maravilloso reconocer que, con la enseñanza bíblica, nuestra mente es enriquecida, sin embargo, esto no es suficiente. Lo que hemos recibido también debe ser impartido a otros. Ese es el deber y la responsabilidad del verdadero discípulo. La lección que Jesús aquí está enseñando se puede aplicar a cada obrero del reino. Lo primero que menciona el Maestro es que todo maestro de la ley debe ser instruido, es decir, que haya adquirido muchos conocimientos acerca del reino de Dios, a fuerza de estudio. Que sea educado, ilustrado, cultivado en contenido como en métodos de enseñanza de la verdad de la salvación plena y gratuita. Se reconoce que posee un verdadero tesoro de conocimientos de la Escritura y que debe compartirlos con los de su casa primero, luego con otros. Que presente los conocimientos antiguos de manera novedosa, fresca, aplicada a situaciones nuevas, siempre dispuesto a recibir nueva luz de conocimientos. Entre los griegos antiguos el corredor que ganaba la carrera no era el que cruzaba la línea en el tiempo más corto, sino el que lo cruzaba en el menor tiempo con su antorcha todavía ardiendo. Nosotros estamos a menudo tan ocupados con las actividades de la vida, que corremos el peligro de permitir que la antorcha de nuestro conocimiento espiritual se apague. Una buena mujer dijo una vez que entre la urgencia y la prisa de sus ocupaciones ella se sentía en peligro de ser “empujada fuera de su espiritualidad”. Hay un peligro real en estar demasiado ocupado para ser bueno, de correr demasiado rápido para conservar nuestra antorcha ardiendo. Procuremos iluminar la vida de otros con el conocimiento de la Palabra de Dios, usando los avances de la tecnología moderna.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Lectura del día: Mateo 18:23-35 Domingo 29 de septiembre
Justicia en el reino
“Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.” Mateo 18:23
E
l Señor Jesús contesta la pregunta de Pedro, sobre la cantidad de veces que debía perdonar a su hermano que pecara contra él. Pareciera que Pedro quiso mostrarse generoso diciendo que hasta siete veces, cuando la regla rabínica era que nadie debía pedir perdón a su prójimo más de tres veces. La respuesta de nuestro Señor fue perturbadora cuando dijo: “No hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete”, que no necesariamente significa hasta 490 ocasiones y basta, claramente se refirió a un perdón ilimitado. Debemos hacerlo con la aritmética celestial, con el corazón, no con la cabeza. Ilustra el perdón con una parábola en la que un rey condona a uno de sus siervos una deuda de unos diez millones de pesos, al rogarle que le tuviera misericordia. Este hombre recién perdonado se encuentra con otro que le debía unos cuatrocientos pesos, lo tomó por el cuello y sin compasión, le puso en la cárcel. Los demás siervos muy indignados ante esa actitud, llevaron el asunto al rey. El primer siervo fue conducido ante el monarca, quien le dio un castigo ejemplar. La historia tiene la enseñanza de que todo creyente en Cristo que ha recibido perdón por una incalculable deuda de pecado, que jamás habría podido pagar, debe perdonar a sus hermanos las ofensas que le hagan. Ser un verdadero cristiano significa no guardar rencor en nuestro corazón y saber perdonar todo maltrato o insulto. Javier, cuando su amigo Víctor Hugo le salvó de morir ahogado en un río, dijo que grabaría en una roca su gratitud para no olvidarlo. Pero el día que molesto su amigo le ofendió con palabras y le dio un golpe, le dijo que eso lo escribiría en la arena, para que el tiempo lo borrara. Que lo perdonaba y olvidaba la acción. Que hacía de cuenta que nada había pasado entre ellos. Recordando que has sido perdonado por Dios, perdona hoy a alguien que te ha ofendido con su actitud, de forma verbal o físicamente.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.
Lunes 30 de septiembre
Lectura del día: Mateo 18:1-6
El mayor en el reino de los Cielos
“En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?” Mateo 18:1
E
ste breve pasaje sobre la humildad se encuentra en los tres Evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. Hay una fuerte evidencia de que Jesús le dio mayor énfasis a la virtud cristiana de la humildad, que a cualquier otra. Marcos señala el ambiente de esta sección: Los discípulos han estado discutiendo, mientras vienen por el camino, sobre quien sería el mayor. Mateo describe a los discípulos viniendo al Señor con la pregunta: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? En respuesta a su pregunta, Jesús llamó a un niño e hizo que se parara en medio de ellos. Es grato notar la frecuencia con que los evangelios mencionan la presencia de niños alrededor de Jesús y su amor hacia ellos. De seguro los pequeños se sentían atraídos al Señor, querían estar con él. Cada vez que necesitó a un niño, siempre había uno presente, dispuesto a hacer lo que le ordenara, a acudir cuando Él lo llamaba. En esta ocasión fue así. Lo primero que les pide a los discípulos es que se conviertan de su ambición carnal, de su egoísmo, para asegurar que tendrán un lugar en el reino de los cielos. Convertirse aquí significa “volverse como niños”. Dentro de las cualidades favorables que generalmente asociamos con los niños están: sencillez, franqueza, sinceridad, obediencia, carencia de pretensiones, humildad, confianza. Inspiran amarlos cuando los vemos frágiles, débiles, limitados en fuerzas y conocimientos. El Señor exige que el afán de los discípulos por ser el más grande ceda su lugar a la disposición de ser el menor. Debe quedar fuera toda jactancia humana. Sólo Dios recibe la gloria. En la zona indígena de Chiapas se reconoce como grande a aquél que está dispuesto a servir a mayor número de personas. En otros lugares se considera grande a quien mayor número de personas le sirven. Es un concepto diametralmente opuesto. Propongámonos ser grandes sirviendo a los demás, en la medida de nuestras posibilidades.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo. Perdonándolo, se muestra superior a él.