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Las escuelas taurinas en el Perú
from Soñadores de Gloria
by FCTH
Por: Dikey Fernández
Tenemos poca literatura taurina del siglo XIX, menos aún sobre la existencia de escuelas taurinas en el Perú. Pero a finales de de ese siglo los cronistas de la época, sin ser claros del todo, manifiestan que el español Diego Prieto “Cuatro Dedos”, que trajo a Lima toros de Miura, ya tenía un grupo de toreros a los que el enseñaba el Arte de Cúchares.
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Existe una frase a principios del siglo XX con la llegada de Rodolfo Gaona e Ignacio Sánchez Mejías que manifiesta que “los alumnos limeños” fueron al puerto de El Callao a recibir a dichos toreros, lo que sin duda es otra referencia que expresa la existencia de una escuela.
Posteriormente, con la presencia en el coso de Lima de José Gómez Ortega “Gallito” o “Joselito” y de Juan Belmonte, surge tal vez la primera escuela taurina para toreros aficionados que dirigió Juan Giani “Rubio”, de la cual no se supo nada más. También en revistas de aquellos años se platicaba de la Escuela del Centro Taurino de Lima que tenía un amplio ruedo en un local ubicado en la avenida Guzmán Blanco.
A principios del 1930 el portugués Ruy Da Cámara alquiló de Andrés Arata un local en La Legua, provincia constitucional del Callao, donde se construyó una placita de
Fotos: Oskar Ruizesparza
tientas al que llamaron “Tentadero de La Legua”, de donde destacaron toreros aficionados como Raúl Aramburú Raygada, José Antonio “Tuco” Roca Rey, Fulvio Da Fieno, Fernando Graña Elizalde, Gabriel Tizón Ferreyros y, por supuesto, la famosa rejoneadora Conchita Cintrón.
En el año de 1946, el empresario Óscar del Pomar y su hermano Benigno organizaban espectáculos taurinos en la Plaza de Toros de Acho, básicamente ciclos de novilladas en los meses de enero a mayo; es decir, del verano a otoño limeño, aprovechando el clima cálido. Reunidos todos estos personaje de la época en el distrito del Rímac, específicamente en casa de Jacinto Morales y Raymunda Roncaggiolo, muy cerca del coso taurino, es que deciden crear o avivar la idea de tener una escuela taurina. Esta pareja tuvo varios hijos que se dedicaron a torear entre los que destacaron José, Isidoro, Marcial, Manuel, Rafael y Salvador Morales.
Integraban también la escuela los primos de ellos hijos de Federico Robles Flores y otros jóvenes del barrio bajopontino, con los que pasaban las dos decenas de alumnos. Fue don Jacinto quien era carpintero de oficio el que confeccionó los carretones y las banderillas para los entrenamientos, doña Raymunda unos trajes de luces con montera para entrenamientos. Los mayores, José e Isidoro Morales, que ya toreaban, proporcionaron los capotes y muletas para los entrenamientos.
Esta primera escuela taurina formalizada como tal, practicaban en el patio de la casa de los Morales, ubicado en Villacampa. Las
prácticas del toreo de salón se realizaban de martes a sábados, debido a que los lunes asistían a la Plaza de Acho para presenciar y recibir charlas de los toreros profesionales que por entonces se reunían: Humberto Valle Parodi, Adolfo Rojas Barrios “El Nene”, Rafael Santa Cruz Gamarra, Juan Guerrero, Félix Rivera Valega “El Niño Brujo”, Pedro Tellería Romero “Periquín Romero”, Julio Becar Murrieta “Chino Becar”, Lucas Borja Rojas “El Torero Cantante”, los hermanos Julio y Ángel Solimano Sardi “Chatillo” y “Angelillo”, respectivamente.
En la década de los años 60 el torero español Melchor Ramírez “El Malagueño”, afincado en la ciudad capital del Perú, agrupó a varios jóvenes aspirantes que intentaban ser toreros profesionales. Tenía la particularidad de agruparlos de dos en dos, e iba repartiendo los pitones alternadamente, especificando a cada uno el tipo de toro que tenían que hacer: abanto, manso, picante, distraído, parado, con peligro, tardo, pegajoso… y al final, como premio, autorizaba el toro boyante o pastueño. Esta simpática anécdota viene a recordarnos que, como se suele decirse en el mundo del toro: “cada maestrillo tiene su librillo”.
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En la década de los años 70 el país se encontraba congestionado por el gobierno de facto que había expropiado las ganaderías de lidia a través de la Reforma Agraria. Era una época de conflictos sociales, por ello los entrenamientos de la tauromaquia eran autodidactas, donde los toreros más antiguos enseñaban a los noveles, con muchas dificultades de forma colectiva porque podía confundirse con actos impropios a la ideología del jefe militar sentado en Palacio de Gobierno. Por ello muchos casos se hacían fuera de la Plaza de Acho. Algunos entrenaban en el “Patio” un trasfondo de un restaurante limeño, otros en la hacienda Villa y algunos en clubes privados.
Durante la feria del Señor de los Milagros de 1987 el presidente de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, entidad propietaria de la Plaza de Toros de Acho, se comprometió en crear una escuela taurina, y convocaron a dos profesionales: Pablo Sierra Inga y un servidor. De dicha institución, que éramos aficionados a los toros (Secretario General de la Beneficencia de Lima y Administrador de la Plaza de Acho respectivamente), para hacer un proyecto denominado Escuela Taurina de la Plaza de Acho, creación formalizada con resolución de gerencia general firmada por Manuel Viza Montero, otorgándose la dirección a dos subalternos de reconocida trayectoria Alejandro Arrieta Bellido “El Tata” y Ángel Solimano Sardi “Angelillo”, pero sólo éste último duró en el tiempo hasta que se designó como Coordinador General al aficionado Daniel Escudero Torres (Jefe del Equipo de Arrastre) quien mantuvo latente dicha escuela por veintisiete años.
En esta institución colaboró permanentemente como asistente Jorge Rosales Loayza “Coquimba”. Luego se integraron los matadores Jorge Domingo Tapia “El Coqui”, Fernando Álvarez Pajuelo, Carlos Suárez Ber-
tolotto, hasta que un grupo de aficionados, empresarios, toreros y periodistas, formaron una entidad para forjar nuevos toreros en el Perú: la Asociación Escuela Taurina de Acho, cuyo directorio estaba integrado por Rafael Puga Castro, Gabriel Tizón Barreto, Juan Manuel Roca Rey, Raúl Aramburú Tizón y Flavio Carrillo Naranjo, quienes me designaron como Director Ejecutivo.
El profesor principal fue el matador Antonio Castillo Ojeda y con él, Félix Rivera Valega. Para la formación teórica se designó al novillero Carlos Castillo Alejos, cuyos auxiliares eran Daniel Escudero, Jorge Rosales y José Cárdenas Sandoval, además del profesor en educación física.
Como se puede ver, se trataba de un perfil de escuela bien elaborado, con proyección futurista, y que era auspiciada por la Backus (Cervecería Cristal). El proyecto duró cinco años mientras hubo apoyo económico de la empresa privada. Cerró sus actividades teniendo de profesor al matador Daniel Palomino Fry, y luego la educación taurina retornó al sistema tradicional que venía ejecutándose por parte de la Beneficencia de Lima en el viejo coso del Rímac.
Esta vez la denominación fue Escuela Taurina del Perú-Plaza de Acho, cuyo responsable y coordinador era Daniel Escudero. En esa oportunidad recibió la participación de los matadores Luis Miguel Rubio Goycochea y Alejandro Boggiano “Gironcito”, tras las dificultades económicas y la falta de apoyo para el uso de las instalaciones de entrenamiento, ya en las postrimerías de ésta institución y tras la muerte de Escudero, se le encargó la responsabilidad al matador Víctor Hugo Garavito García. A partir de allí se realizaron una serie de presentaciones con matadores en activo y que eventualmente daban charlas prácticas, pero la falta de organización y la falta de voluntad de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana (propietaria de Acho), terminaron por cerrar sus actividades en la plaza más histórica de América, misma que data desde 1766.
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Actualmente hay un resurgimiento en relación al concepto de tener Escuelas Taurinas para promover la competencia e incentivar la participación de jóvenes valores a la tauromaquia en el Perú. Existen doce escuelas a nivel nacional. La Escuela Taurina del Rímac que dirige el matador Alejandro Boggiano “Gironcito” y que practican en el Club Potao a una cuadra de la Plaza de Acho. La Esuela Taurina de Chuquibamba que dirige el torero Manuel Morales Llerena, situada en Condesuyos, departamento de Arequipa. La Escuela Taurina Paco Céspedes que dirige el matador Paco Céspedes Avant, ubicado en Chiclayo, en el departamento de Lambayeque. La Escuela Taurina Paco Chávez, que dirige el matador del mismo nombre en la ciudad de Arequipa. La Escuela Taurina de Lima, que dirigen los novilleros Eduardo Yurivilca “El Yuri” y Miguel Zapata “El Piri” en la ciudad de Lima. La Escuela Taurina “Yoyo Flores” que dirige Jaime Vega Flores con sede en Cutervo, departamento de Cajamarca. La Escuela Taurina de Lurín que dirige el matador José Fernández Ugarte “Pepe Fernández” en el distrito de Lurín en Lima. La Escuela Taurina de Tarma que dirige Teobaldo Cucho Solorzano, ubicado en la localidad de Tarma en el departamento de Junín. La Escuela Taurina de Canta que dirige el matador Aquilino Olazábal Pantaleón en la autopista a Canta al nor-este de Lima. La Escuela Taurina del Cruce de Monsefú que dirigen los hermanos Darwin y Edwin Salazar en el departamento de Lambayeque. Y la recientemente creada Escuela taurina de Macusani en el departamento de Puno a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. Si estas organizaciones funcionan, la fiesta brava no habrá decaído en el Perú.
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Guillermo Albán
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Martín Campuzano Martín Campuzano
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