Atrevido

Page 1



Autor: Alberto Ramírez Avendaño Hecho el Depósito de Ley: ME2020000179 Diseño y Diagramación: Lcda. Yohanna Albornoz yohannagraficas@gmail.com Impresión: Gráficas El Portatítulo C.A. Mérida, Venezuela. (Teléfono: 0274 2446861) graficasportatitulo@gmail.com Octubre 2020



Atreverse EN VENEZUELA

J

amás se habría enterado el Conde de Vistahermosa y mucho menos don Juan José Vázquez que lejos, en la distancia de los siglos y la que provoca un océano, en una barra de Sabana Grande se libró una amistosa discusión sobre orígenes de encastes ganaderos que tuvo por respuesta el afecto, la amistad y mi admiración por el doctor Alberto Ramírez Avendaño. El ganadero de Los Aránguez, la ganadería de Carora que por aquellos días que el sol de la esperanza y de la ilusión iluminaba el amanecer de la fiesta de los toros en Venezuela, fue la consecuencia de un artículo en La Pica. Un magazine taurino que dirigió y produjo el histórico motilón


de la fotografía Ramón Medina Villasmil, el gordo “Villa”. La revista circulaba en Caracas en 1968, días de las muy activas peñas taurinas, espacios de radio y de televisión y columnas y crónicas en los diarios de circulación nacional en Venezuela. El doctor Alberto Ramírez rechazaba la afirmación de la presencia de sangre vazqueña en el origen de Guayabita. Nos citó para discutir, aclarar y, por su parte, explicarnos por qué aquello más que un hecho imposible era un exabrupto... Así fueron el cómo y el porqué de cuando conocí al doctor Alberto Ramírez Avendaño. Ganadero de Los Aránguez, profesor en la Facultad de Medicina Veterinaria, siempre en la Universidad Central de Venezuela en el Campus de El Limón, en su entrañable estado Aragua. Aficionado a los toros desde antes, apoyado en sus orígenes tachirenses y orgulloso de su cuna aragüeña por el lar de Maracay, que a mediados del decenio de los años treinta se vaciaba a raíz de la muerte del General Juan Vicente Gómez, presidente de la República. Aquella ciudad vacía provocó la Venezuela desolada, cuando era frecuente escuchar aquello de “vámonos pa´Maracay que no queda nadie”… por exagerar la fantasmagórica soledad que se abrazaba a las paredes y calles de una ciudad abandonada. Alberto, como ocurrió con la mayoría de los muchachos, los jóvenes y emprendedores en Maracay, hizo suyo el afecto de sus compañeros de escuela, compañeros de aventura cuando escondidos en el matadero toreaban los novillos procedentes de las sabanas de Carabobo y de Cojedes, de salón en la plaza del Calicanto, o aquellos que en las sabanas vecinas al hipódromo, tocados en el estímulo por la varita del


triunfo, soñaban ilusionados con llegar a vestir el uniforme del equipo de Venezuela, convertido en orgullo cívico en una ciudad de cuarteles, porque fue la pelota y fueron los peloteros la primera y la más importante de las conquistas no militares en la historia de Venezuela. Fue cuando nuestro béisbol conquistó en La Habana el Campeonato Mundial, derrotando El Chino Canónico a Sandalio Consuegra en el Estadio del Cerro de La Habana. Vencer al imbatible equipo cubano, fue tan grande como la batalla más heroica que narraban los libros de la historia primaria. Fueron los triunfadores, aquellos generales sin charreteras, como los bautizó el historiador Javier González en una ciudad de cuarteles y barracas, refiriéndose a las gestas cívicas que hasta aquel momento podían contarse como individualidades con los dedos de una mano. Hasta que llegó Manolete a Maracay, porque los niños de Aragua, como Alberto Ramírez Avendaño y César Girón, transformaron sus sueños en lances y pases y grandes faenas en el escenario del Calicanto. Hubo quien tomara el camino a la Universidad, como Alberto; otros, como César Girón, cruzarían el Atlántico y con atrevimiento meterían en el Mediterráneo la insolente cuña del Caribe para convertirse en figura del toreo. Por gente como ellos Venezuela ocupó, por razones de triunfos, lugares destacados en el concierto de las naciones, porque si Girón abrió caminos Alberto Ramírez creó senderos con valores universales en la Universidad de Venezuela.


Los triunfos de Alberto Ramírez se cuentan por centenares. Cada uno con el nombre de los profesionales que formó, convertidos en los clavos de sabiduría, técnica y principios éticos para armar el maderamen de la barca de la ciencia, enfrentar la anarquía social congénita en el venezolano. El doctor Ramírez Avendaño lo ha logrado y lo hizo con acierto. Dio la cara ante el reto del desarrollo ganadero e industrial de la leche, jugando un papel protagónico, como son los ejemplos de sus alumnos que por años han propagado el triunfo ante la insalubridad y el hambre en la nación. Además de los libros y de los tubos de ensayo, vernieres y microscopios, el hacer caminos donde no los hubo armó al país con la instalación del primer matadero y el primer frigorífico industrial de Venezuela en Maracay y sentó las base, el estímulo en las aulas de El Limón para establecer el Lactucario de Maracay. Antes, el estudiante Alberto Ramírez como preparador en los años superiores de la carrera, encontró en Carora empatía por todo aquello que más tarde significaría su vida, al establecer principios, aficiones y la vocación de servicio con el muy importante sentido de la amistad, con los hermanos Riera Zubillaga. Son ellos Alejandro, Abelardo, Raúl, Ramón, los hijos de Raúl, Jesús y Oscar e Idelfonso. Con ellos sembró con la semilla del ejemplo la ganadería de lidia moderna en Venezuela. Don Florencio Gómez Núñez y su hermano Juan Vicente Gómez Núñez le dieron a Venezuela una ganadería de lidia de lujo, cuando importaron vacas y toros de Pallarés del Sor para fundar en suelo aragüeño Guayabita. Los hermanos Gómez tuvieron una desmedida afición por los


toros, y gracias a ellos Venezuela dio un salto importante en la América de los toros. Esta empresa no ha sido entendida por atrevida, comparada para poder entenderla con lo realizado por los hermanos Antonio y Julián Llaguno de San Mateo y Torrecilla, como en Piedras Negras José María, Romárico, Lubín, Wiliulfo, Raúl, Marco Antonio y Patricio, todos ellos de apellido González, representan el esfuerzo de siete generaciones de toreros y Francisco y José Madrazo en La Punta, en México. Tampoco comprendida por haber sido confundida en los avatares de la política. La deuda con los hermanos Gómez Núñez no ha sido cancelada; tampoco su ejemplo comprendido, insistimos. Alberto Ramírez Avendaño inyectó al infatigable espíritu de lucha de la familia Riera el ángel y los duendes que significa la cría del toro de lidia en competencia con el trópico, en el microclima de Carora e ignorando soluciones ante problemas inéditos en Venezuela y en la América del Sur, atreviéndose con valentía a enfrentarlos, leyendo en el libro de la experiencia ganadera de los caroreños que ya llevan dos generaciones comprometidas en la cría del toro bravo y bajo los protcolos de Ramírez Avendaño y las experiencias del ganado tipo Carora preparan el terreno para darle la bienvenida a la tercera y cuarta generaciones. Como si el aporte al “inventar” una ganadería de lidia fuera poco, sí ha sido insuficiente el haberse erigido defensor del encaste Santa Coloma izando una bandera que encontró arriada. Se atrevió Alberto Ramírez cuando todos los demás emprendían un camino señalado por la facilidad que representa el de la aceptación de engañosas virtudes que conducen al éxito, como ejemplo y lección permanente a una


nación flaca en propósitos. La idea de la publicación de este libro fue la de reunir los hechos por él explicados en estos artículos que lucen sueltos e independientes, cuando en realidad están atados con nudos muy fuertes de convicción y entendimiento. Se trata de eslabones de una cadena, atados y unidos por una gran afición al toro de lidia con anillos de amor y de vocación por Venezuela, a través de nuestra fiesta de los toros que, parafraseando a don Manuel Machado, podemos atribuirnos que la de los toros es nuestra fiesta más nacional. Un camino que Alberto Ramírez Avendaño ha cruzado con el soporte y apoyo de Ana Isabel Yánez, su esposa, y de sus hijos José Antonio, Ana María, Juan Alberto y Jesús Alejandro, quienes con mucho orgullo, estimularon al infatigable luchador por escalar las cotas que creyeron serían imposibles de conquistar… Para nosotros, ha sido suficiente aquella discusión sobre el Conde de Vistahermosa y su línea inquebrantable o los muchos caminos encontrados de don Juan José Vázquez.

Víctor José López Caracas, septiembre de 2020


AGRADECIDOS A: Con el respeto de nuestros lectores deseo agradecer a quienes han hecho una realidad este esfuerzo. En primer término a Jerónimo Pimentel, Alejandro Riera y Ramón Riera Zubillaga, quienes han acompañado a Alberto desde sus inicios atrevidos e inciertos. A Hugo Domingo Molina, compañero de vida en los más diversos caminos de la tauromaquia, que compartió con Alberto los duros días de la creación de la cabaña brava nacional. Al ganadero de Los Aranguez, Jesús Riera Herrera, por su estímulo y persuasión infatigables y por las fotos que engalanan la edición, todas las fotos de su autoría. Muy agradecido al doctor Luis Medina, por su apoyo e impulso permanentes. Muy especialmente nuestro agradecimiento a Vicente Lozano Rivas, alumno del doctor Ramírez en la Facultad de Medicina Veterinaria, su compañero en la primera importación de vacas de Colombia y amigo en los duros momentos del asentamiento del toro bravo en suelo venezolano. Al ganadero Orlando Echenagucia, hoy en año sabático pero siempre un amigo sincero de Alberto Ramírez Avendaño. Al doctor Fortunato González, que en días de apagones se convirtió en lazarillo orientándonos en el camino de la editorial y Rafael Carabaño, por ir más allá del deber cumplido en la justificación de los valores para la exaltación del doctor Alberto Ramírez Avendaño en este su homenaje, su libro y sus ideas.



EL URO

13

El Uro... Una vez más

Auroch: Toro salvaje. Palabra de origen celta conformada por la voz au: salvaje y och: toro. Julio César, en su libro: La Guerra de las Galias, los denominó uros 1. En los estantes de una vetusta biblioteca maracayera, que ha trascendido ya tres generaciones de juristas (1*), tropecé por azar con una curiosa edición de un clásico: “Los Comentarios de la Guerra de Las Galias”

1* Escritorio Jurídico Dr. Carlos Alberto Taylhardat Acevedo.


14

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

de Cayo Julio César, escrito antes de comenzar nuestra era, traducido al castellano por Manuel de Valbuena 2, muy probablemente desde las ediciones latinas de Kuber o Mansel de 1893, editado por la Librería de la Viuda de Ch. Bouret, en el 23 de la Rue Visconti de París en 1938 y adquirido ese mismo año en la Librería Central de Puig y Ros Scrs, de Traposos a Colón 48, en Caracas. Este feliz encuentro, al amparo de una vieja amistad, sacó a flote el recuerdo de una referencia del preclaro pensador español D. José Ortega y Gasset en un jugoso artículo titulado: “Enviando a Domingo Ortega el Retrato del Primer Toro” publicado a comienzos de la década de los 50 y recogido diez años más tarde por el culto, y castizo por igual, volumen de “La Caza y Los Toros” 3, donde alude la descripción de Julio César, testigo presencial, consignada en sus “Comentarios” que condujo a la identificación de la imagen del bovino primitivo que dio origen a todas las estirpes modernas de ganado. En el Capítulo V del Libro VI, cuando relata las “Costumbres de los Germanos” incluye la “Descripción de Algunas Fieras de la Selva Negra” y en el Párrafo XXVIII se detiene a detallar: “Otra tercera especie hay de los que llaman uros, algo inferiores en tamaño a los elefantes y de la especie color y figura del toro. Son de mucha fuerza y de suma velocidad. No perdonan a fiera ni a hombre que alcancen a ver. Los matan cogiéndolos en trampas con mucho cuidado. Este es el trabajo en que se endurecen los jóvenes, y el género de caza en que se ejercitan. Y los que han muerto mas uros, llevando en público sus cuernos en prueba de la verdad, son tenidos en mucha estimación, mas aunque los cojan pequeños, no se


EL URO

15

acostumbran a la vista de las gentes, ni se domestican jamás. El tamaño, figura y especie de los cuernos se diferencia mucho de nuestros bueyes: se buscan con mucha diligencia, engastan sus bordes en plata y usan de ellos para beber en las comidas suntuosas.” Ya en sus tiempos Cicerón acogía estos comentarios como “naturales, sencillos, graciosos, exentos de adornos oratorios: se creería estar viendo un hermoso cuerpo sin adornos” y esto nos permite ahorrar las referencias de Tácito (Annales IV, 72 En Germania 45) y de la historia Natural de Plinio (VIII – 38). Este proceso de identificación estuvo desde el comienzo lleno de otras incidencias que, por gustosas, son difíciles de dejar de lado. El mismo Ortega y Gasset nos remite a la participación directa de un personaje histórico, eminente por múltiples motivos, en esta búsqueda. Se trata, nada más ni nada menos, que de Gottfried Wilheim Leibniz (1646- 1716) 4 una cumbre del pensamiento filosófico, profesor universitario a los 20 años, consejero precoz del Arzobispo de Mainz, diplomático ante la corte del Rey Sol y por si fuera poco, inventor del cálculo infinitesimal, cuya notación simplificada se ha empleado en lugar de la usada por Newton en su versión independiente de la misma invención, quien terminó sus días al frente de la biblioteca de Hanover por encargo del Duque de Brunswick. Dejó constancia en una carta 2 para su corresponsal Theodor Burnett, escrita el 12 de octubre de 1712, de su acuciosidad de bibliófilo y su interés por el tema, cuando en referencia a una recién aparecida edición de los "Comentarios" escribe: “Soy yo quien envió a los editores el retrato del urus, porque interese al Rey de Prusia en que


16

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

lo hiciese hacer del natural sobre el que tiene en Berlín”. Esta documentada referencia determina el origen más probable del cuadro, hallado por azar en los estantes de un anticuario de Salzburgo, por el naturalista inglés Hamilton Smith a comienzos del siglo XIX, ampliamente reproducido desde entonces, con la denominación en idioma alemán: Auroch, y nuevamente desaparecido en la actualidad. Como una inevitable digresión sobre este tema se nos ocurre que para el propio D. José hubiera sido motivo de especial regocijo conocer el nombre del primer traductor al castellano de los referidos “Comentarios” libro que se publicó en 1778, por cuanto se trata del Presbítero Joseph Goya y Munain, con algún probable parentesco con D. Francisco “El de los Toros”. Esta identificación accidental, en una librería de antigüedades de la ciudad de Kiel, a comienzos de los años 50, la menciona un acreditado historiador venezolano, quien cayó en la tentación de relatar las aventuras amorosas de su lejana juventud en un libro que pretende caer en gracia, resulta obsceno y no añade nada a su prestigio bien ganado. El asunto cobra interés especial porque existen registros documentados de la extinción del último rebaño silvestre de uros en el bosque de Jaktorowa, en las proximidades de Varsovia en 1627, donde sobrevivieron al amparo de estrictas regulaciones que reservaron la “venatio magna”, caza mayor, a los máximos jerarcas de la corte. Allí existe un monumento que señala el hecho. Los cuernos de uno de los últimos machos, muerto poco antes de 1620 en el bosque de Sochaczewky, fueron enviados, como algo especial, al Rey Segismundo de Suecia, tal como reza la etiqueta que los distingue en la Real Armería de Estocolmo. La evidencia de la extensión territorial


EL URO

17

primitiva de la especie en los bosques de Europa, desde los países bálticos y Prusia hasta la Selva Negra, la explica R. Mieckzyslaw en su detallada historia. Esos privilegios de la más encumbrada realeza que conservaron en cotos cerrados la caza mayor como recreación, como preparación para la guerra por ejercicio de las artes ecuestres y como experimento de capacidades de organización y liderazgo, tuvieron, como muestra la historia, muy diversas repercusiones en las distintas sociedades europeas y el secretismo que rodeó el privilegio favoreció la confusión entre los bovinos originales propiamente denominados y el partícipe del mismo hábitat: el bisonte europeo, aun cuando sus diferencias morfológicas estuvieron muy claras para los artistas rupestres de las cuevas de Altamira y Lescaux. Otro testimonio escultórico apenas conocido en el mundo occidental, de un impresionante realismo, que contrasta con la intención decorativa del arte chino en la Edad de bronce, la encontramos de manera fortuita... el uro, una vez más, en Museo Field de Historia Natural en Chicago 7, a mediados del año 80, en la primera muestra itinerante de los llamados Tesoros de la Edad de Bronce de China: un vaso ceremonial con la escultura de dos uros tal como fueron recreados del natural durante la dinastía Han, un siglo antes de Cristo, es decir, contemporáneos con la descripción de Julio César. Se tardó muchos años en esclarecer las diferencias entre especies y finalmente fue un embajador en Moscú de Maximiliano de Austria: Segismundo de Heberstein, quien a principios del siglo XVI visitó Polonia y recoge en su “Rerum Moscovitarum Commentarii” dos grabados toscos aun para la época, que definen con bastante claridad las diferencias entre


18

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

ambas especies. La reproducción de esos curiosos grabados aparece, sin constancia de su origen, en el doctrinario tratado de “Los Toros” de D. Antonio Abad Ojuel. En el confuso contexto de la muestra de habilidades cinegéticas de la más alta aristocracia, el Obispo de Plock, Erasmo de Ciolek y embajador del Rey Segismundo, presentó en la corte papal del recién designado León X, un suntuoso espectáculo donde gentil = hombres a caballo, quebraron rejones y alancearon toros ibéricos a la usanza de la época, a manera de réplica de la caza de los uros en los bosques de Polonia. Estos eslabones condujeron a una memoria de casi 50 años, cuando en el entonces abigarrado Museo Nacional de Dinamarca, encontramos, enteramente ayunos de toda información previa, el impresionante esqueleto, estupendamente conservado, que tiene todavía la puntas de las flechas que no lograron matarlo ... 8600 años antes de Cristo, de un gigantesco bovino, con alzada de casi dos metros a la cruz que se atascó en la ribera del Lago Odsherred, donde fue encontrado en 1905. Años después advertimos que aquel esqueleto encaja exactamente en la imagen del cuadro de Salzburgo que D José envió a su tocayo, torero, como retrato del primer toro. Él mismo concluye afirmando que en el mundo actual “todas las variedades, especies o subespecies de bovinos domésticos o mansuetos provienen de un tipo de toro originario: el Bos primigenius, que era feroz. Los alemanes lo llamaron Auroch, o toro salvaje y los germanos y celtas debían nombrarle con un nombre parecido, que a los oídos de Julio César sonaba urus”. Es comprensible entonces el interés de los trabajos científicos para reconstruir el bovino primigenio, ya


EL URO

19

desaparecido por siglos al impulso incontenible de la civilización, que comenzó por arrasar su hábitat. Así encontramos otro eslabón de esta larga cadena: en una visita al zoológico de Hellabrunn, en Munich, cuando todavía se advertían la huellas de la segunda guerra mundial, encontramos algunos ejemplares del bisonte europeo, muy diferenciados de su equivalente de las praderas americanas, a los cuales habíamos conocido “personalmente” en Las Delicias. En el recinto adjunto, sin que para la época se les diera demasiada importancia, se encontraba un pequeño rebaño de extraños bovinos, algunos de ellos con la armazón estrecha, la encornadura alta y acodada y los cuartos traseros “chupados” que nos recordaron los “chifles” degenerados por el hambre y el maltrato, en los puntas de ganado llanero puro, sin influencia cebú, que llegaban por vereda a la romana de Villa de Cura y que nadie quería para cebar. Una vez más tardamos años en enterarnos que aquellos animales procedían del trabajo emprendido, a finales de los años 20, por el Dr. Heinz Heck 10 para la reconstrucción viviente del uro a partir de reses modernas donde supuso una mayor presencia genética de su origen remoto: Haiglanders de Escocia, Camarguesas del mediodía francés y, naturalmente, españolas de la raza de lidia. Un poco más tarde, la momentánea euforia de la eugenesia en la Alemania de los años 30, estimuló a su hermano, Lutz Heck, a replantear la reconstrucción en el zoológico de Berlín y su intención de biólogo cosechó las críticas y los oprobios que sí mereció el régimen político derrotado. Esta larga peroración, como dijera un dilecto amigo y gran artista, no tiene más disculpa que una sentida muestra de gratitud de quienes hemos pasado y disfrutado buena parte de nuestras vidas entre toros y


20

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

vacas. La vaca desde su más humilde origen como animal de carga, de donde deriva su propio nombre en las lenguas modernas, tardó poco en convertirse en la nodriza de la humanidad como productora preeminente de proteínas de alto valor biológico y otros importantes nutrientes, a partir de forrajes que los seres humanos no pudieran aprovechar directamente. No hay especie animal de mayor trascendencia en el bienestar de las sociedades humanas en cualquier lugar y algún momento de la historia. Hace ya bastante más de 3000 años los artistas que decoraron el palacio de Tel El Obeid en la mítica ciudad de Uro, recogieron la acción de una práctica diaria de aquella sociedad: el ordeño y el subsiguiente proceso de elaboración de su producto para consumo humano cada día. Por su parte los machos bovinos, domesticados como animales de trabajo, individualmente, en yuntas por parejas o conjuntos mayores, tienen sus más antiguos testimonios en relieves egipcios y en pequeños grupos escultóricos tallados con gran vividez, que aunque tallados en madera, se conservan aún. Inmemorial, desde etapas muy anteriores a la propia domesticación, es el aprovechamiento de su carne y las vísceras como alimento de primer orden. Para cruzar de una a otra vertiente de una vocación ancestral acudimos, una vez más, a las palabras del maestro que indujo esta prolongada recopilación: el preclaro D José Ortega y Gasset: “La variedad vacuna dotada de bravura se ha perennizado en España, cuando desde muchos siglos antes había desaparecido de todo el mundo” … “Sólo es patente que en las últimas tres centurias las


EL URO

21

fiestas nobles de toros, primero, y las corridas populares después, han logrado su artificial conservación” La “milenaria amistad entre el hombre español y el toro bravo” no tardó en echar fuertes y profundas raíces en el Nuevo Mundo. La feracidad de sus tierras dio extenso y fructífero sostén a la más grande empresa de conquista biológica que especie animal alguna ha podido lograr. El vigor, la rusticidad y la capacidad de adaptación de los bovinos ibéricos, que trajeron los viajeros de Indias, dieron temprano origen a grandes manadas de bovinos asilvestrados, bajo las más diversas condiciones ambientales. Con la lengua, la formación religiosa y las costumbres y tradiciones de sus lugares de origen, trajeron también desde el mismo comienzo del siglo XVI el regocijo de la corrida de toros a la usanza de la época, para lo cual contaba con un protagonista central: el toro bravo. El “criollo” americano dejó muy pocos testimonios vivientes. Sus genes perviven en las estirpes que por absorción formaron exitosas ganaderías de lidia en México, Colombia y Ecuador. Tan sólo el cornilargo del oeste norteamericano conserva su valor cinematográfico, y reducidos núcleos de criollos lecheros se conservan a fuerza de vocación y sacrificios, en Venezuela, Colombia y Centro América. Todo lo demás ha sido barrido por el predominio comercial del mestizaje con razas cebuínas, preferentemente. En los albores del siglo XXI, una vez más… el socorrido progreso cultural, pregonado por civilizadores sin conciencia histórica (ni de la otra) pretenden exterminar por presión política de intolerancia totalitaria, el largo y cada vez más enriquecido bagaje cultural de las corridas de toros y en consecuencia, el toro bravo. España


22

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

y los países iberoamericanos que conservan la fiesta de los toros como su propio acervo cultural y artístico, en las palabras de un notable escritor mexicano contemporáneo, “arranca la máscara de la hipocresía puritana y transforma la memoria de nuestros orígenes y nuestra sobrevivencia, a costa de lo natural, en una ceremonia de valor y de arte y tal vez, hasta de redención”. … “En la corrida de toros moderna el matador es el protagonista trágico de la relación del hombre con la naturaleza. El actor de una ceremonia que evoca nuestra violenta sobrevivencia a costas de la naturaleza. No podemos negar nuestra explotación de la naturaleza porque es una condición misma de nuestra supervivencia” Ignorar el valor simbólico de la fiesta de los toros es “saltarse a la torera” las propias raíces de la cultura que se presume defender sin argumentos coherentes, desconocer el legado de plumas eminentes y artistas excelsos de todas las épocas, a cuya mención no hace falta recurrir aquí y ahora. Frente a la postura integrista de los ruidosos publicistas de oportunidad, puede resultar inútil, pero siempre oportuno, exaltar el valor intrínseco de una expresión artística que, por efímera, resulta incomparable en el rango de los valores subjetivos, que un foro heterogéneo, espontáneo y colectivamente inmanejable para cualquier propósito utilitario, comparte por igual, a la manera de los coros milenarios. Como no podía ser de otra manera, en una de las últimas entregas a nuestro alcance, de la mas importante revista taurina de la actualidad, aparece una información de último momento: durante los trabajos de ampliación de una autovía perimetral del centro urbano de la ciudad de Madrid, justamente allí, a muy corta distancia de la plaza


EL URO

23

de Las Ventas, las excavaciones han dejado al descubierto el crรกneo, muy bien conservado de un uro: el uro... una vez mรกs.



MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

25

Miradas al Río DE LA BRAVURA

“Nunca se pasa el mismo río porque siempre habrá agua fresca por pasar” “Nosotros mismos somos y no somos los mismos” Heráclito de Efeso, 544-480 A.C.

Ya el Rey Salomón, según las Sagradas Escrituras, con la ayuda de su anillo mágico, tuvo el privilegio de hablar el lenguaje de los animales. Konrad Lorenz 2*, muchísimos 2* Médico, fisiólogo, naturalista, padre de la etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales, particularmente en su ambiente natural.


26

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

siglos después, interpreta esta facultad, que no niega, como la capacidad de leer con éxito utilitario el código de señales que rigen la vida de los animales que pertenecen a un conjunto, determinan su comportamiento y pueden, en amplio sentido, interpretarse como un lenguaje. El cazador colectivo que hizo presa preferente de los bóvidos primitivos de la Europa continental, dejó constancia de sus habilidades cinegéticas con un acertado dominio de las tendencias naturales de los rebaños salvajes en numerosos testimonios arqueológicos y de manera artística en las asombrosas pinturas rupestres de Altamira y Lescaux. De esta herencia secular ha debido nutrirse, en consecuencia, el ejercicio que como riesgosa lid individual practicó Julio César en los bosques del confín septentrional de su vasto imperio, tal como lo describen detalladamente sus biógrafos del siglo XVI, motivo por el cual quedó para la historia la imagen verídica del Uro, antes de su desaparición final. La preservación a ultranza de las artes ecuestres militares durante el largo período de reconquista de la península ibérica, hizo de la caza del toro asilvestrado un ejercicio caballeresco preferente al cual sólo tenían acceso los nobles señores que por su rango disponían del dominio territorial, las caballerías imprescindibles y los atalajes que tan riesgoso empeño imponía, además de la experimentada asistencia de lacayos, monteros y caballerangos, quienes por su conocimiento y astucia favorecían el éxito de la intrepidez de su señor. Este conocimiento previo del lenguaje del rebaño y de sus individuos sería, entonces, fundamental.


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

27

Lo que en principio fue lucida pero apartada y riesgosa habilidad evolucionó dentro del concepto caballeresco del medioevo como parte muy relevante de justas y torneos, especialmente donde se dispone con facilidad del imponente animal de comportamiento salvaje, el cual desde entonces se caracteriza por “su fiereza instintiva que arremete contra todo lo que lo incite, resiste el castigo y la fatiga y permanece embistiendo con sencillez, siempre de frente, humillando en preparación de la cornada y listo para cambiar de objetivo si otro se antepone. Es la única fiera existente en el mundo con la cual se puede luchar frente a frente en combate singular de habilidad y no de fuerza”. Este animal procede de un rebaño herbívoro y paciente y toda su dotación anatómica y fisiológica está construida en función del ente colectivo Son factores innatos de comportamiento los que determinan las agrupaciones sociales de los rebaños en estado de libertad plena. Dentro de ellos se establecen sistemas de organización social (jerarquías) que armonizan el conjunto para un claro comportamiento colectivo. La sincronía y conformidad de las inclinaciones individuales crean ese complejo comportamiento colectivo y en consecuencia las inclinaciones del grupo adquieren prioridad sobre los individuos. Así el rebaño se alimenta, se mueve y reacciona en conjunto, determina su territorio, come, rumia, descansa y se protege. La práctica tradicional de la “parada de rodeos” en el manejo primitivo de los hatos llaneros se aprovecha de este comportamiento colectivo que muestra fuerzas de cohesión superiores a los estímulos o motivaciones individuales.


28

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

El mantenimiento de la grey como instrumento de supervivencia es el punto de partida de los atributos de sus individuos. La definición del territorio donde se alimenta el conjunto resulta primordial por la transitoria inmovilidad de los recién nacidos que se “aplastan” y permanecen escondidos porque no pueden desplazarse con prontitud y dependen de la agresión defensiva de la madre ante posibles predadores, lobos y perros preferentemente. La misma composición de la leche de los vacunos, propicia a la formación de la cuajada de lenta digestión durante esos periodos de ocultamiento, resulta diferente a la de otras especies de herbívoros, cuyas crías, más precoces, son capaces de desplazarse con el rebaño, como es el caso de los equinos, hasta una posición más ventajosa, en la primera reacción dirigida siempre en función de las jerarquías establecidas. El fenómeno de la estampida que el ilustre maestro de la veterinaria, Don Cesáreo Sanz Engaña enuncia en su trabajo clásico sobre el toro de lidia, es a su juicio, una aberración de consecuencias impredecibles para la propia seguridad del rebaño. Las reacciones colectivas o individuales generadas por fenómenos meteorológicos, tiempos tempestuosos y en especial rayos y truenos se observan con frecuencia en el trópico y son temidas por los hombres de campo porque se traducen en agitación de los rebaños, desequilibrios jerárquicos y peleas individuales con resultados impredecibles. El temperamento juvenil de Don Benjamín Rocha3**, aprendió esta costosa lección cuando desoyendo los consejos de los baquianos del lugar, emprendió marcha con su recién adquirido rebaño de 1000 reses llaneras y después del primer rayo de la 3* Benjamín Rocha Gómez, su profunda y estudiosa vocación ganadera es referencia obligada de quienes tuvimos la ocasión de escuchar sus enseñanzas. Uno de los pioneros de la ganadería brava colombiana de muy positiva influencia en Venezuela.


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

29

tempestad anunciada, terminó la conducción en el fondo mortal de una barranca del Casanare. La vida de relación de los bovinos en libertad depende, en principio, de sus facultades auditivas que generan una reacción previa a la alarma. La vida de relación próxima entre individuos y sus relaciones obedece a estímulos olfativos de las superficies corporales originadas por secreciones específicas muy variadas. Cuando rebaños diferentes de ganado compiten por sus territorios de pastoreo desarrollan por esta vía lazos de estructura social. Experiencias patentes de segregación espontánea se han observado entre rebaños de ganado de lidia y de mestizos cebuínos en hábitat restringido. Los bovinos disponen de una muy versátil comunicación olfativa en la cual juega un papel la compleja estructura y acción de las ferohormonas de tan importante papel en la estimulación sexual. La relación de proximidad más o menos inmediata compromete la limitada eficacia de la visión si se compara con otras especies animales. El origen de la especie, los requerimientos vitales de un herbívoro consumidor de vegetación de bajo porte, un mecanismo lateral de aprehensión con amplios y vigorosos movimientos de la lengua, se acompaña con la visión lateral de un cráneo ancho y un globo ocular aplanado, cuyas limitaciones ulteriores durante la lidia han sido objeto de amplias disquisiciones, detalladamente difundidas. Apunta Sanz Egaña, en la obra ya citada, que los bovinos son animales de vista baja, ven muy bien al suelo y lo que se mueve a su nivel como corresponde a su hábito natural de alimentación herbácea. Para


30

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

mirar alto necesitan levantar la cabeza mediante una extensión forzada porque no es suficiente la acomodación muscular para hacerlo eficazmente. Ven hasta la altura del horizonte y por debajo, en función de su abertura pupilar. Cita a Mattihenssen quien afirma que la pupila alargada horizontalmente obedece a que los bovinos requieren un campo visual amplio y bajo para facilitar sus hábitos de alimentación y las limitaciones de la visión lateral se compensan por los movimientos laterales del cuello, determinados por los mecanismos de aprehensión, ya mencionados, en ese aire de comer en abanico durante el cual la lengua tiene efecto podador porque debido a la ausencia de incisivos superiores no están en capacidad de arrancar vegetación, tal como los equinos, hecho muy importante a los efectos del manejo de las pasturas. El comportamiento animal en su origen depende de los instintos primarios: la supervivencia individual y la reproducción que aseguran la continuidad de la especie. Las funciones fisiológicas que permiten la reproducción normal son las que fomentan el crecimiento, la salud, la adaptación al medio y la aptitud general del animal. Los estímulos de cualquier orden que movilicen la expresión del instinto de supervivencia conforman el síndrome generalmente denominado “stress” y determinan un patrón de cambios dentro del organismo sometido a una influencia perturbadora que puede tener muy variados orígenes: miedo, lesiones, infecciones, cambios ambientales. El éxito zootécnico del progreso de razas altamente productivas depende de la aplicación de normas de manejo que minimicen las causas del “stress”. Por otra parte, diversos caminos conducen a la afirmación del criterio que el comportamiento es producto de la composición genética, el ambiente en el cual los animales se desempeñan y la experiencia vital de los individuos, la


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

31

cual se ha desarrollado como consecuencia de la interacción genético-ambiental de sus predecesores. La modificación circunstancial de ese comportamiento obedece siempre a causas multifactoriales que invariablemente escapan a las más inesperadas simplificaciones, casi siempre antropomórficas. Cuando el interés especial, en este caso protodefensivo de la huida o repliegue a una posición más ventajosa produce un agregado más estrecho de sus miembros, normalmente más dispersos en un hábitat más amplio, cuado se involucra la ya mencionada defensa territorial de los recién nacidos, el peligro colectivo determina un incremento de la excitabilidad individual y aquí se encuentra, según Lorenz, el motor de la agresión intra-específica, con patrones ya establecidos por las luchas jerárquicas entre machos jóvenes o entre hembras de distintas edades, así como los simulacros de lucha frontal entre jóvenes contemporáneos, quienes desde edad muy temprana forman las conocidas “pandillas” con vínculos que se mantienen, en alguna manera, hasta la edad adulta. Estos antecedentes conducen a la observación de las reacciones individuales de los miembros del rebaño sometido a condiciones de “stress”. Desde tiempos inmemoriales el cazador colectivo de bóvidos salvajes advirtió que una vez limitadas las posibilidades de huida del rebaño paciente, en la original acepción del vocablo, la agresión defensiva, de contra-ataque de los machos en el tope de orden jerárquico, con violentas y repetidas acometidas frontales, asumen la defensa de la grey aun a despecho de su propia integridad física y la misma muerte si el intento lo impone. Esta actitud llega al extremo, insostenible en todas las especies predadoras, del ataque


32

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

frontal al fuego de una hoguera hasta extinguirla a cambio de las quemaduras en el hocico, cuernos y pezuñas chamuscadas. La actitud de combate tiene como arma el impulso corporal a la desarrollada cornamenta en acometidas directas, que para usar al máximo el poder de la vigorosa musculatura del tercio anterior, manifiesta en el “morrillo”, baja la cerviz, “humilla” y derrota en brusco movimiento del cuello en busca de su objetivo. Este patrón de comportamiento individual, agresivo, sin propósito predador, de manifiesto sacrificio individual, nutrió originalmente el mito y las leyendas que hicieron del toro figura totémica y protagonista en las raíces de distintas culturas de la cuenca del Mediterráneo y mas allá en el tiempo y la distancia hasta el valle del Indo con el culto de Mitra, por ejemplo. La particular conducta individual, estuvo siempre en el fondo del mito indisolublemente unida a su majestuosa presencia física, la concepción idealizada del poderío, la fuerza ciega irreprimible y la barbarie así como a su vigor genésico ejemplar y deseable, como símbolo de ventura y prosperidad. A su sacrificio atribuyó el culto de Mitra, a través de la sangre derramada, todas las virtudes para la fertilidad próspera y la abundancia de las cosechas y de esta estirpe mítico-religiosa han pervivido hasta nuestros días, múltiples manifestaciones, con anhelos de transmutación, de origen ya perdido en el tiempo. Sólo por travesura me permito consignar aquí la imagen, que supongo inédita en el mundo taurino, de un bronce excepcionalmente realista para las preferencias de la época y lugar, hallado nada menos que en el centro de China, en la provincia de Yunnan, perteneciente a


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

33

la época de la dinastía Han, un par de siglos antes de la era cristiana, que forma parte de un instrumento ritual. Uno de muy semejante catadura pudiera salir a cualquier ruedo del mundo 22 siglos después de excepcional conservación zoológica en su especie. Un prodigio de arqueología viviente ignorado por los conservacionistas de última hora! Las alusiones al valor del toro en las culturas de Egipto y el Oriente Medio hasta Creta, la mitología griega y las faenas de Hércules con los toros de Gerión, en el extremo ibérico de los Tartesos, están ampliamente documentadas y un poco menos los mudos testimonios celtiberos de los toros de Guisando. Pasadas estas disgreciones de discutible pertinencia retomamos el hilo del comportamiento de individuo que nos ocupa. Los modernos etólogos interpretan la acometida como una reacción de “stress” sublimado, la cual se resume esquemáticamente en tres etapas principales: • La reacción de alarma. • El periodo de resistencia. • El periodo de agotamiento. En su origen las reacciones de alarma son parte del mecanismo por el cual los animales en general se adaptan a su ambiente, en principio con una reacción nerviosa que alerta a todos los mecanismos fisiológicos que pueden ser necesarios para salvar la vida. El estado general de adaptación transitoria incluye modificaciones nerviosas, humorales, circulatorias de presión, concentración y composición sanguínea y de permeabilidad capilar, entre otras. Ningún animal puede vivir en prolongada reacción de alarma y por eso la


34

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

muerte sobreviene en muchos casos. El enrabietado que muere al pie del botalón. Explicación factible del primer efecto deplesivo de la sangría provocada por la pica. Cuando la supervivencia es posible, la reacción de alarma da paso a un estado de resistencia, perduración o aguante durante el cual las funciones vitales se aproximan de nuevo a la normalidad por un proceso de ajuste artificial, transitorio también, principalmente gobernado por procesos humorales. Posteriormente sobreviene el agotamiento cuando el suministro de emergencia de energía, vitaminas y minerales a nivel celular, de calcio especialmente, tienden a agotarse ya sin oportunidad de reponerse fisiológicamente. Ataxias, caídas y trastornos neuromotores durante la lidia recuerdan este cuadro. El fondo de energía disponible para los mecanismos de adaptación pueden estar determinados por la herencia y debe estar influido por la condición general del individuo en las primeras etapas de su vida A nivel muscular la sustitución de la energía aerobia disponible en el glucógeno se substituye por su similar anaerobio, que puede estar acompañada de múltiples desequilibrios metabólicos a nivel de la fibra muscular, que involucran una larga lista de trastornos ampliamente estudiados por la veterinaria moderna en equinos, en relación a la fatiga y otros trastornos locomotrices, y muy extensamente en algunas razas de cerdos, cuando los efectos directos del “stress” afectan la musculatura magra de ciertas razas y provocan el síndrome fatal de la hipertermia maligna, vinculado directamente con genes autosómicos ya identificados. Esta mención pretende ser una discreta advertencia sobre la necesidad de un estudio inter-disciplinario


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

35

sobre el complejo fenómeno de la caída del toro de lidia especializado. Otros investigadores argumentan sobre el origen de los rasgos de comportamiento en ciertos periodos críticos de aguda sensibilidad de los sentidos que captan, desde allí, aptitudes y habilidades específicas, tales como el reconocimiento de la madre y su subsiguiente afinidad. La fuerte impresión “imprinting” a raíz del propio nacimiento da forma, además, a la programación genética que permite un instantáneo proceso de aprendizaje a raíz de un único episodio. Tales momentos críticos se prolongan durante la lactancia cuando la capacidad de la madre para identificar y salvaguardar su cría se muestra con hostilidad y llega a la agresión, como señalamos anteriormente en relación a la defensa territorial del rebaño. Todas las respuestas visibles de comportamiento requieren una serie de movimientos y acciones coordinadas de grandes masas musculares bajo la influencia de impulsos nerviosos y complejos equilibrios metabólicos. La primera acción ante la amenaza es prestar atención a su punto de origen, acto previo que ya hemos mencionado como respuesta de orientación, la cual puede acentuarse por la novedad o la intensidad del estímulo. Se acompaña con los cambios fisiológicos ya apuntados que propician la facilidad de respuesta. Esa respuesta de orientación, puede debilitarse cuando se prolonga el mismo estímulo (más o menos fijeza, en términos taurinos) o puede reaparecer ante cambios sucesivos. (origen del diverso color de los engaños ¿?) Luego de la primera reacción se desencadenan los mecanismos de defensa mencionados como parte del síndrome de “stress”, donde destacan la inmovilidad,


36

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

la fuga o el ataque para remover o eliminar la fuente de peligro advertida. De ellas las dos primeras: la inmovilidad o la fuga se interpretan como manifestación de temor o evasión; el ataque, la acometida en el bovino, como una reacción agresiva. Aunque no lo parezca estas acciones no son fáciles de diferenciar. La decisión de huir o acometer está sometida a un equilibrio muy precario, aun en circunstancias de defensa territorial de grupo o de rebaño. Aun las manifestaciones externas y los cambios fisiológicos que soportan ambas circunstancias son equivalentes o pueden confundirse (Se me ocurre que Don Antonio Llaguno y sus seguidores mas cercanos tuvieran mucho que decir sobre este tema) La postura de contra-ataque individual en defensa de la grey que no alcanza el plano de seguridad esperado, puede ser objeto de intercambios de acción colectiva o alternada, por uno o varios miembros, tal como se observa en otras especies de herbívoros salvajes, como el búfalo africano y el buey almizclero de las regiones árticas. Siempre estamos en presencia de la acometida como reacción crítica, cuando el individuo hace un esfuerzo desesperado, en el cual se emplea a fondo si no espera escapar. Criterios muy difundidos de eruditos observadores del comportamiento del bovino de lidia apuntan, para decepción de quienes no pueden desprenderse de arraigadas explicaciones antropomórficas, que la forma más violenta de combate tiene su origen en el miedo. Con el peligro tan cercano se desencadenan los más intensos impulsos de lucha y, ante la imposibilidad de huir, se muestra el coraje de la desesperación. Esta reacción se acrecienta en la medida que disminuye el espacio vital y persisten los fuerte lazos sociales establecidos por la vida colectiva.


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

37

Esta fue la tesis en principio expuesta por un acucioso jesuita, el Padre Laburu, en una trascendente conferencia hace ya bastante más de medio siglo y densamente argumentada con la más amplia documentación disponible para la época, por el eminente maestro D. Cesáreo Sanz Egaña. El impacto del argumento de “huir hacia delante” ha tenido tanta fortuna literaria que, tal como ocurre en nuestro idioma con muchas expresiones del léxico taurino, ha trascendido al lenguaje cotidiano. Don Manuel García Aleas, ganadero de Colmenar Viejo, culto y campero por igual, en un jugoso prólogo de la obra arriba mencionada, deja constancia de su posición personal cuando define al toro de lidia moderno como “este admirable animal doméstico que conserva el pleno dominio de sus instintos primitivos” y ahí lo deja… Cuando el toro llegó a la Plaza de los centros urbanos del medioevo para aquilatar ante nutrido público el valor y la destreza del caballero en plaza en el ejercicio venatorio que antes había practicado a campo traviesa y más aun, cuando ese vistoso ejercicio se convirtió en espectáculo con fuerte raigambre popular, ya estaba muy difundida la noción de la transmisión hereditaria de la capacidad de acometer una y otra vez a la cabalgadura del señor de turno, siempre de frente y con renovado brío. Una referencia de excepción la consigna Lope de Vega a comienzos del siglo XVII, cuando hace una antigua descripción histórica de las celebraciones con motivo de las Bodas de Lido, Rey de Andalucía y describe: “Furioso un toro de la puerta arranca con una estrella en una mancha blanca del dueño suyo conocido hierro”


38

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Puntualiza el empleo de la marca a fuego desde entonces y la fama de los propietarios ya conocidos por la capacidad de sus productos de lucir en la lidia. Más categórica en el mismo sentido, es la detallada referencia de la Condesa D’ Aulnoy a las “Fiestas de Toros” que personalmente presenció en el Madrid de los Austrias en 1679 en las cuales, según el texto original, se corren “toros hijos o hermanos de los que causaron mayor carnicería en las fiestas precedentes”, menciona el hierro y detalla las coloridas cintas que empleaban como divisas sus criadores, pero sobre todo, destaca el entusiasmo popular que estas fiestas despiertan. Son desde entonces muy copiosas las referencias del origen de los toros que se lidian como aserto de su herencia y se repite, no sólo el concepto de las castas regionales, sino las opiniones sobre las bondades y dificultades que, en general, presentan cada una de ellas. Vale como ejemplo la relación del origen de los toros lidiados por Juan Sánchez Jijón, del Valle de la Alcudia, en tiempos de Felipe III. La transición, a partir de la vieja modalidad de alancear toros a la jineta, fue paulatina y derivó en primer término a la aparición de los piqueros profesionales quienes pasaron a ser transitoriamente los protagonistas de las fiestas de toros a medida que la aristocracia decadente se aparta del antiguo ejercicio caballeresco, como lo destaca D. Nicolás Rodrigo Novelli en su “Cartilla del Toreo a Caballo” impresa en Madrid en 1726 y lo ratifica D Nicolás Fernández de Moratín en su muy difundida “Carta Histórica sobre el Origen y Progresos de las Fiestas de los Toros en España” en 1777, en plena época de la Ilustración bajo el reinado de Carlos III. De las propiedades de origen hereditario de las distintas castas, también estaba firmemente convencido José Daza, hombre de campo y picador maestro, quien con


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

39

más claridad mental que ilustración previa, hizo copiar en 1778, el manuscrito que se conserva en la biblioteca del Palacio Real de Madrid, con el atrabiliario título de “Precisos Manejos y Progresos, condonados en dos Tomos del más Forzoso Peculiar Arte de la Agricultura que lo es del Toreo Privativo de los Españoles” sobre el cual realizó una edición en los años 50, la Unión de Bibliófilos Taurinos bajo el título simplificado de “El Arte del Toreo”. La simplificación resta el mensaje inquietante del original. En ese tratado técnico primigenio la palabra autorizada de un experto practicante personal del arte, se refiere en detalle a las características dominantes de las castas regionales, ecotipos en lenguaje moderno, de Navarra, Castilla, La Mancha, Extremadura y Andalucía, descripción que comienza con su gracia peculiar y la temeraria afirmación siguiente: “El Paraíso estuvo en Andalucía y después del pecado el toro adquirió su ingénita bravura, teniendo Adán que torearlo para uncirlo al arado o engancharlo a la carreta”. Ya para concluir es tajante en cuanto al requisito de los cinco años de edad cumplida, para merecer el calificativo de toros. No son, por tanto, de extrañar para la época los criterios empleados por los justificadamente famosos hermanos Rivas, de Dos Hermanas, quienes desde su posición primera de carniceros y tratantes derivaron en conocedores y suplidores de ganado bravo para las fiestas de Sevilla desde 1746, con tanta solvencia que emplearon por sí mismos y recomendaron al primer Conde de Vistahermosa, los conocimientos y habilidades de Francisco Jiménez “El Rubio” para seleccionar por acoso, derribo y tienta, las hembras y machos procedentes de castas conocidas y obtenidos a través de los diezmos a que estaban obligados por precepto todos los ganaderos de la región.


40

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Muy claras se tenían para ese momento las características morfológicas básicas de las castas más acreditadas, así como su estrecha relación con el comportamiento que desde entonces se presume asociado: “sin corpulencia, sin peso, como padecían y sufrían escasez, con cuernos cortos y exiguo poder, no daban grandes caídas, pero tomaban muchas varas y recargaban, se conservaban bravos y prontos y llegaban bien a la muerte, sencillos y claros, por lo que gustaban al público y a los toreros”. Toda una síntesis de las características de las castas andaluzas primitivas que se escogieron con preferencia para formar el rebaño de fundación del cual derivan todas las ganaderías especializadas de la actualidad, cuya sucinta descripción mantiene su vigencia hoy día como paradigma del toro bravo. Producto de la inteligencia de rústicos trabajadores de campo, con agudo sentido de observación, resultó la primera prueba de aptitud para la selección hereditaria de un patrón de comportamiento y esto mucho antes de que Robert Bakewel, los hermanos Collins y otros ganaderos ingleses comenzaran a aplicar en otras razas de bovinos la selección por aptitudes mesurables, como bases de la zootecnia moderna. Es sin embargo coincidencial, sin comunicación posible, la aparición de la primera tentativa fallida del Herd Book o libro genealógico para el registro sistemático del origen racial y descendencias de la raza de caballos Pura-sangre de Carreras el cual ofrece su primera publicación en 1790 y establece el requisito que sólo podrán inscribirse los descendientes de los previamente registrados. De esos requisitos básicos procede la concepción del “pedigree” que los criadores ingleses adoptaron de la expresión francesa de “pied de grue” ave cuya huella


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

41

esquematiza la inscripción del producto, sus padres y sus primeros abuelos en un incipiente árbol genealógico que la imaginación andaluza llamó desde su origen reata, a semejanza del instrumento ganadero de la faena diaria, susceptible de innumerables ramificaciones sucesivas para representar muchas generaciones más. La aplicación intuitiva de normas de mejora animal en especies domésticas basadas en el apareamiento de ejemplares con rendimientos superiores ofreció resultados contundentes, preferiblemente en los casos cuando esos rendimientos fueron susceptibles de medidas de apreciación objetiva: tamaño, pelaje, peso por edad, cantidad de leche producida y longitud de la lana. La selección según la capacidad de respuesta de un patrón de comportamiento es un desafío diferente con matices y procedimientos que intentaremos revisar a continuación. Hasta 1865, cuando el abate Gregorio Mendel ofreció los resultados de sus pacientes trabajos en un apartado monasterio, en una postergada publicación académica bajo el titulo de “Experiencias en Híbridos Vegetales” no se conocieron los principios de la herencia de los organismos superiores. Al comprobar experimentalmente que la transmisión de las características de padres a hijos se realiza en unidades discretas, postula las leyes fundamentales de la nueva ciencia, que permanecieron ignoradas hasta 1911, cuando mucho después de la conmoción producida por las ideas de Darwin, se acuña el término de genes y toma impuso la nueva ciencia de la genética. La abrupta eclosión de una nueva ciencia, con tantas posibilidades trascendentes para la humanidad, estimuló su eufórica aplicación para saltar a conclusiones precipitadas en cuanto a la herencia de la especie humana, antes de advertir las dificultades prácticas para diferenciar


42

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

tajantemente las influencias debidas a los genes y las provocadas por el ambiente, la cultura y la crianza individual. Aunque con el uso de elaborados métodos estadísticos fuera posible diferenciar las influencias concomitantes y aun en los casos, rigurosamente estudiados en organismos animales simples, hoy está completamente claro que multitud de genes, algunos con participación indirecta o muy sutil, participan en la herencia de los rasgos de comportamiento. Atrás quedaron las ambiciosas experiencias de Francis Galton, pionero insigne en el empleo del método estadístico y el socorrido coeficiente de correlación, como también las precipitadas asunciones de toda una larga escuela que condujo a la fatídica ilusión de la eugenesia de los arios. Uno de los primeros experimentos de herencia del comportamiento se realizó en los años 20 con perros cazadores de muestra (“pointers”) y se examinaron principalmente la fijeza en la muestra señalando la ubicación de la presa y la “calidad” de los ladridos durante la persecución. Al cabo de cruces y retrocruces no se encontraron, entre los descendientes, grupos claramente diferenciados, en clases discretas, dentro de un amplio rango de comportamientos variables, todo lo cual indica que un gran número de genes interactuantes participan en la aparición de un carácter. Resultados semejantes se han obtenido con ratones de laboratorio bajo muy controladas condiciones experimentales. Desde tiempos inmemoriales, quizás desde los orígenes mismos de la domesticación, voluntaria o involuntariamente se escogieron y se favoreció la reproducción de los animales mas dóciles o convenientes para atender las exigencias de cada caso. En Egipto, 2000 años A de C. se conocieron estirpes diferenciadas de perros,


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

43

ovejas y vacunos y en Europa hay abundante evidencia de razas o tipos regionales, producto de la intervención del hombre, por los menos desde el inicio del poderío romano. Ya a partir del siglo XVIII, con el aumento acelerado de la población humana, se elevó la presión de la demanda y la necesidad de mejorar la productividad de los animales disponibles, lo que se inició por pura intuición o experiencia personal con la escogencia de los padres según su apariencia, docilidad, tamaño, condiciones o rendimientos apreciables a simple vista. Así casi todas las razas modernas de ganado tuvieron su origen durante este periodo, hasta el advenimiento de la selección según los rendimientos productivos, cuando la intuición pura dio paso a la evaluación por rendimientos mesurables objetivamente. La evaluación de los padres y el apareamiento entre parientes con rendimientos destacados, formaron bases importantes de la zootecnia moderna cuando ya los andaluces llevaban camino andado escogiendo vacas y toros según su capacidad de acometer al caballo y soportar el castigo de la vara de detener. Es muy importante destacar que el trabajo de mejora ganadera por selección artificial o planeada fue también un argumento de peso dentro de la conmoción que produjeron a mediados del siglo XIX los postulados de Darwin y la revolución ideológica subsiguiente y conviene también puntualizar a esta altura, que los cambios en la evolución genética de una población, desde entonces se entienden como un proceso permanente y acumulativo y que cuando esa evolución positiva se logra con éxito es sostenible a largo plazo. Un regreso frontal a la imagen del conocido río de Heráclito, que nunca se atraviesa dos veces. Las experiencias de más de dos siglos de mejora ganadera ordenada han sido extraordinariamente


44

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

fructíferas en la mejora de la eficiencia productiva de todas las especies domesticas de interés comercial o científico, sobre todo en cuanto a rendimiento y calidad de la leche, producción de carne bovina, producción de huevos y precocidad de las aves de consumo, progresos siempre acompañados de avances paralelos en el campo científico de la salud animal, la alimentación necesaria, el manejo adecuado y de métodos de evaluación cada vez más eficaces. En general cuando se busca progreso genético se aumenta paralelamente el emparentamiento de la población objeto de mejora. Esta situación conduce a la pérdida de variabilidad y a su vez se reduce el potencial del mejoramiento futuro de la población por selección interna y con frecuencia se observan reducciones en la fertilidad, tamaño, desarrollo individual, fortaleza y capacidad de adaptación. Esto plantea como desafío de futuro la búsqueda del necesario progreso genético y al mismo tiempo, la reducción de la consanguinidad. Existen actualmente las posibilidades de un plan de cría adecuado y los instrumentos necesarios para adelantarlo: métodos de análisis estadístico y recursos de genética molecular ya disponibles. En el caso de la ganadería de lidia basta con analizar la reata de un semental en cualquier ganadería de prestigio para advertir un índice muy alto de consanguinidad en comparación con otras razas de bovinos. La selección secular de rebaños familiares, cerrados, poco numerosos, a través de muchas generaciones parece haber segregado muchos factores adversos que no se muestran en los rebaños contemporáneos, los cuales mantienen, por ejemplo, una fertilidad alta en general y por lo contrario, se advierten signos, posiblemente asociados a factores


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

45

genéticos, en trastornos de la locomoción y alteraciones fisio-patológicas de la contracción muscular. En relación a estos asuntos, cuya complejidad requiere serios estudios inter-disciplinarios, desde tiempo se maneja entre los taurinos de oficio, toda una jerga sobre consanguinidad, degeneración, refrescamiento de sangre, toros que ligan, términos que se emplean a destajo con más autoridad supuesta que conocimiento real. En el campo de la genética del ganado bovino se han puesto en evidencia resultados más rápidos y claros cuando se selecciona por un solo carácter y no por un conjunto de ellos simultáneamente. No se trata en esos casos de características que se expresan en forma discontinua con valores discretos, como las famosas plantas de Mendel, sino por el contrario, se trata de variables continuas no diferenciadas, las cuales pueden evaluarse solamente por el grado de variación de los descendientes estudiados. Estos caracteres obedecen siempre a la participación de grandes grupos de genes, cada uno de los cuales se comporta en función de las leyes de Mendel, pero cuya expresión final es el resultado de la interacción de todo el conjunto, a su vez influido por las acciones del ambiente, todo lo cual determina que el producto final es la expresión, no sólo de su bagaje genético, sino de las determinantes interacciones genético-ambientales. En la actualidad los instrumentos estadísticos de la genética de poblaciones, con la ayuda logística de los ordenadores hacen posible, con relativa sencillez, evaluaciones muy elaboradas para tratar informaciones objetivas cada vez más perfeccionadas según los propósitos que se persiguen. Para la estimación del valor de cría individual en una población se utiliza el muy difundido BLUP, iniciales de la expresión en ingles: “Best


46

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Linear Unbiased Predictor” y en otros casos tratamientos tales como el llamado Modelo Animal o los Índices de Eficiencia específicos. Los instrumentos estadísticos que se emplean dependen de la determinación de medias, desviaciones estándar y otras operaciones que requieren tratamiento aritmético de unidades de medida comunes y constantes en las variables sometidas a análisis y este no es el caso de las apreciaciones de comportamiento del ganado de lidia, por mas que su expresión se traduzca a valores numéricos preestablecidos. Cualquiera que sea el caso, ningún método es más eficaz que la validez y calidad de la información que se le suministra y su eficacia será tanto mayor como la extensión y el número de la población que se analiza. En el caso del ganado de lidia, en las etapas primitivas de su especialización, las apreciaciones fenotípicas y fenomenológicas de los individuos estuvieron sujetas a diversos sistemas de evaluación, muchos de ellos exitosos en su momento, meramente descriptivos y siempre sujetos a una interpretación subjetiva, muy individual, en el análisis de la población restringida de un rebaño. De allí, quizás, procede el aserto literario que los toros de una ganadería terminan pareciéndose a su dueño. Los métodos tradicionales de evaluación, en general, se basaron en una escala de apreciación subjetiva, sujeta a un paradigma o modelo ideal señalado con letras convencionales: S = superior o calificación máxima; MB = muy bueno; B = bueno a secas ; A = apenas aprobado; D = desecho, no apto para reproducción. Sobre esta escala básica se encuentran numerosas variantes en las letras empleadas, signos positivos o negativos que mejoran o


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

47

desmejoran la clasificación. Se usaron en principio para una sola calificación según el comportamiento frente al caballo, luego se impuso una clasificación adicional para el comportamiento frente a la muleta y en algunos casos se utiliza una especie de nota integral o resumen de las dos anteriores. Conviene destacar, dentro de una rápida apreciación histórica, los cambios fundamentales en los criterios de evaluación de los animales de lidia, cualquiera sea la escala que se emplee para su justiprecio. En principio se valoró la fiereza indómita de su comportamiento instintivo, que pudo conservar en su hábitat agreste de amplias praderas. Esta circunstancia encontró réplica en las ilímites llanuras aluviales de América con los ganados, predominantemente andaluces, que primero como vitualla y luego como fuente de riqueza, trajeron los primeros pobladores peninsulares. La selección intuitiva de los “conocedores” la aplicaron los llaneros que “visteaban” los más bravos a su juicio, antes de la consiguiente prueba de aptitud a punta de capote, equivalente criollo de la de Curro “El Rubio”. Junto a la presencia protagónica del torero de a pie, el sucesor del “chulo”, que por años todavía seguirían anunciándose en los carteles detrás de los maestros de a caballo, llegaron nuevas exigencias para un toro más propicio para el desempeño a pie, más favorable al lucimiento y de estas tempranas exigencias hay constancia histórica, ampliamente documentada y muy ilustrativa, en la diatriba que se produjo ante la negativa de Joseph Delgado “Illo” de matar toros de Castilla en las fiestas de la Corte con motivo de la coronación de Carlos IV. Eludía a los fuertes, bastos y muy broncos que se criaban en Colmenar, en las estribaciones de la Sierra Nevada,


48

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

mientras su notorio rival, Pedro Romero, el de Ronda, al ser consultado sobre el particular, contestó escuetamente en franco alarde de suficiencia profesional “si son toros que pastan en el campo, sí me comprometo”. Y así llego a matar 5.600 toros sin sufrir percance alguno. Las cualidades para una lidia a pie más lucida, de éxito frecuente, se incrementaron gradualmente con el desarrollo de las ganaderías especializadas, creadas al amparo de aristócratas terratenientes o de prósperos propietarios a quienes la fama de sus toros confirió la consideración pública que no tuvieron por blasones heredados. A fines del siglo XIX una vez más la autoridad profesional de Rafael Guerra “Guerrita” impuso criterios novedosos, dirigidos a la selección de un toro menos arisco y más noble, más boyante, una denominación que se presta a confusas interpretaciones, pero en general más propicio para el lucimiento de los toreros de a pie que para ese entonces ya poseían recursos para la interpretación de suertes mas allá de solo el dominio y la muerte eficaz de la fiera. El río de la selección genética basada principalmente en el comportamiento frente al caballo, una vez más, derivó su curso acumulante y ya en las primeras dos décadas del siglo XX, durante la llamada “edad de oro” encarnada por “Joselito” y Belmonte, se plantean nuevas necesidades, para ejecutantes del toreo más dueños de la técnica de su azarosa profesión y un público más sensible a la expresión artística dentro de la vieja danza trágica que, sin embargo, debe conservar a toda costa su sustancia fundamental: la emoción! A partir de esa época, con los altibajos provocados por circunstancias históricas ajenas, esa tendencia ha marcado el cauce principal del caudal genético del


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

49

ganado de lidia: más facilidad, más bravura boyante (¿es esto una contradicción?) más colaboración, el toro “artista”, más vale decir el toro “partenaire”, todo esto con la pretensión que no desaparezca, por vital necesidad del acontecimiento que debe ser cada corrida de toros, la raíz de fiereza contenida, tanto en la apariencia, ahora suplantada por las modernas técnicas de alimentación, como en el comportamiento aparente. Mientras tanto el río de la composición genética de la raza ha seguido su curso y ha acumulado cambios por decenas o centenas de generaciones. Ya casi no es el mismo río. Poblaciones cerradas, en rebaños relativamente pequeños, muestran efectos que no parecen subsanables con las viejas prácticas intuitivas ni las recetas milagrosas de supuestos entendidos. En escala de la raza en conjunto se advierten signos y contradicciones evidentes y sin respuesta asequible. El individualismo, el peso de las prácticas tradicionales, la ignorancia y los intereses comerciales inmediatos, conspiran en contra de un enfoque técnico factible mediante la aplicación del conocimiento instrumental de la ciencia animal que ha sido capaz de adelantar un verdadera revolución en las ultimas décadas en todas las razas domésticas. Por razones no pertinentes al contenido de estas páginas, la más connotada manifestación ganadera originalmente española, tan ligada al bagaje cultural de su gente, se mantuvo hasta hace pocos años al margen de las Universidades y los centros de investigación. Con excepción de la magistral incursión del ya mencionado Don Cesáreo Sanz Egaña4*, con su “Historia y Bravura 4 *Don Cesáreo Sanz Egaña, maestro preclaro de generaciones de veterinarios, quien formado en la clásica escuela hipiátrica de principios del siglo pasado, promovió la formación zootécnica de la veterinaria actual.


50

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

del Toro de Lidia” en 1947, presentada ante el I Congreso Veterinario de Zootecnia, hubo que esperar hasta las presentaciones de los profesores Gil Pérez, Gumersindo Aparicio y Sánchez Belda en los años 50 y la rotunda afirmación científica del Dr. Francisco Castejón en su obra “Bases Fisiológicas para la Acometividad del Toro de Lidia” en la cual califica la acometida como “un acto elemental de comportamiento innato, gobernado por mecanismos neuro-fisiológicos susceptibles de selección genética” y con el cual dio origen a toda una escuela y a la interesante aportación de la de la Dra. Veterinaria María Pilar Contreras Gordo, sobre las bases neuro-químicas de la conducta agresiva del toro de lidia en 1980. Sólo a partir de esa época son cada vez más frecuentes y calificadas las aportaciones de diversas universidades sobre aspectos de la cría y mejora del toro de lidia. En el campo del mejoramiento genético, entre otros menos ambiciosos y divulgados, se destacan los trabajos en colaboración desde 1978, de Juan Pedro Domecq y el Departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, que cuentan con una extensa y meticulosa base de datos y cuya metodología, con algunas variantes, ha sido aplicada en otros estudios emprendidos por la Universidades de Córdoba, Zaragoza, León y Navarra. En Colombia, Ernesto González Caicedo y expertos de la Universidad Nacional con sede en Palmira, Carlos V Durán Castro y David Calero Q. presentaron en el III Congreso Mundial de Criadores de Toros de Lidia en 1997 un estudio bajo lineamientos equivalentes. Por su parte, la revista “Toro Bravo” de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, ha publicado un análisis de la metodología empleada y los resultados de las publicaciones previas,


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

51

donde se plantea una reagrupación de los 24 caracteres estudiados y evaluados subjetivamente en relación a un valor máximo ideal, reagrupación que difiere de la utilizada por González C. y Col. y plantea interrogantes de consideración para trabajos posteriores. El análisis de Vallejo, Gonzalo y Cañón sobre la más amplia base de datos disponible, la suministrada por la ganadería de Juan Pedro Domecq, reagrupa en 6 factores comunes las características de hembras y machos estudiados y su importancia relativa con los denominados caracteres globales tales como: Nota Final, Bravura y Toreabilidad. Las reagrupaciones que son indispensables para un estudio simplificado, nunca simplista, de un fenómeno genéticamente muy complejo, ponen de manifiesto siempre la subjetividad de las observaciones primarias como fuente de variación en la búsqueda individual de un ideal objetivamente no mesurable. Ya en 1946, D. Luis Fernández Salcedo, agrónomo de ilustre familia ganadera y maestro de legiones de aficionados al toro, había enunciado las múltiples dificultades de la selección de la bravura en el toro moderno. Aludía a que se trataba de algo no detectable a simple vista por los observadores, como es el caso en relación a la corpulencia, la conformación o el pelaje y no es susceptible de una medida objetiva como si se tratara de kilos de peso o litros de leche producida. Señalaba para su época, las dificultades envueltas, porque en su opinión: • Se ignora el mecanismo genético de su herencia. • La bravura no es constante para cada individuo, más que entre ciertos límites • Varía con la edad. • La apreciación es eminentemente subjetiva. • Evoluciona constantemente.


52

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Estos criterios fueron enunciados mucho antes de que se dispusiera de los instrumentos de genética de poblaciones que hoy pertenecen al dominio publico y han obtenido grandes progresos en otras actividades ganaderas. Tiene interés, porque acumula una larga y disciplinada experiencia, la tabla que propuso como instrumento de valoración a los efectos de los entonces frecuentes concursos de ganaderías, en una conferencia que tituló: “Los 100 Puntos de la Bravura”. Allí hace un inventario meticuloso de un análisis del comportamiento individual que todavía puede tener vigencia en la agrupación y evaluación de caracteres, esta vez en busca del mérito genético de los reproductores en un programa sostenible de mejoramiento racial por rendimiento. La actual experiencia científica ha demostrado que los caracteres de comportamiento aun en acciones mecánicas de organismos animales simples, como la Drosophila, obedecen a la acción de grandes grupos de genes, que estos a su vez están sujetos a una tupida interrelación recíproca y aun cuando cada uno de ellos obedece a las básicas leyes de Mendel, la manifestación resultante está influida, en gran medida, por la interacción con los factores del ambiente. Por todos los caminos nos encontramos con la necesidad de buscar un instrumento estadístico que permita utilizar con eficacia las observaciones subjetivas de los rasgos de comportamiento, cuya interpretación sistemática permita obtener resultados equiparables con otras experiencias ganaderas, concretamente en la evaluación por tipo del ganado lechero, por ejemplo. El sistema antiguo de clasificación por tipo de la raza Holstein Americana, tenía su base en una tabla de puntuación en comparación subjetiva, según el clasificador, con un


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

53

modelo ideal de perfección merecedor de 100 puntos. La escala de valores, no por casualidad, repetía las notas de Excelente, Muy Buena, Buena + (deseable) B (aceptable) C (corriente) y D (pobre) empleadas tradicionalmente en la ganadería de lidia. En 1967 G. Trimberger introdujo un nuevo sistema de clasificación descriptiva que destaca fortalezas y debilidades morfológicas susceptibles de análisis lineal, el cual en muy poco tiempo, demostró ser una herramienta muy eficaz de mejoramiento genético, siempre y cuando se evalúen caracteres biológicos específicos, comparados entre sí mismos y no contrapuestos a un ideal inexistente. La búsqueda de un sistema de evaluación para el ganado de lidia, que permita manejar la subjetividad intrínseca de las apreciaciones y permita la aplicación exitosa de los tratamientos estadísticos de comprobado éxito, requiere el ensayo de muchos procedimientos diferentes, como lo demuestran los resultados obtenidos en los trabajos publicados hasta la fecha. Definidos como están los objetivos básicos por la literatura consultada, una aproximación cartesiana impone una reagrupación de caracteres en una lista tan escueta como sea posible. “Es vano hacer con más lo que se puede hacer con menos” aconsejaba desde el siglo XIV, con su famosa navaja, el franciscano Occam, pionero del análisis empírico, quien consideró inútil buscar soluciones complicadas a fenómenos que ya lo son en grado sumo, como el que nos ocupa, en cuyas raíces actúan grupos muy numerosos de genes e interacciones múltiples y sus resultados apreciables no permiten, de hecho, diferenciaciones detalladas.


54

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Una tabla simplificada de evaluación conjunta de caracteres básicos para machos y hembras pudiera reducirse a 5 o 6 factores sujetos a una apreciación diferenciada, en la cual todos los factores, tanto las ventajas como las limitaciones, guardan una relación de continuidad ordinal expresada convencionalmente en números, pero son independientes para los fines del evaluador y el análisis subsiguiente. Los caracteres básicos agrupados según criterios, tanto estadísticos como de experiencia previa, se someterán a una simple clasificación descriptiva, que no evaluará en contraste con un ideal individual, generalista y no claramente definido, sino que se limita a destacar fortalezas y debilidades en una escala convencional acorde con los procedimientos de evaluación no paramétrica generalmente aplicados a la investigación del comportamiento. Así será posible el análisis de la descendencia de un semental, así como de sus parientes, tratando a cada factor de clasificación como una entidad independiente, de caracteres biológicos específicos, en las cuales se analizan grados de presencia de ventajas o limitaciones y no comparaciones con un modelo ideal teórico e inamovible. Las pruebas estadísticas paramétricas que usan medias y desviaciones estándar, para lo que hay que realizar operaciones aritméticas sobre los puntajes originales, no se adaptan al análisis de los datos recogidos en una escala ordinal. Las propiedades de estas escalas no son isomórficas al sistema de aplicación aritmética, porque cuando solamente se conoce el orden de los puntajes, los cálculos aritméticos pueden dar lugar a apreciaciones inexactas, ya que las distancias o diferencias entre las clases de la escala no son siempre iguales.


MIRADAS AL RÍO: De la Bravura

55

La mayoría de las mediciones hechas a los fenómenos de conducta terminan en escalas ordinales y los métodos estadísticos empleados para probar hipótesis con esta clase de datos son no paramétricos, los cuales asumen condiciones menos restrictivas que las pruebas paramétricas. Una prueba paramétrica es más eficaz cuando se reúnen todas las suposiciones de su modelo estadístico y es posible medir los valores de las variables que se van a analizar por lo menos con una escala de intervalo, es decir, una unidad de medida común y constante entre los valores del conjunto en estudio. Las pruebas estadísticas no paramétricas son útiles para el análisis de datos que se limitan a separar rangos entre ellos, que sólo en apariencia son cuantitativos por el fácil manejo de las cifras como signos convencionales. Por esta vía se puede afirmar que un individuo comparte una característica, en mayor o menor grado, con otros sin especificar la cantidad y estas agrupaciones son útiles a los efectos de cualquier clasificación descriptiva de utilidad práctica. En las ciencias sociales cuando se emplean pruebas de aptitud o de comportamiento, la determinación de escalas o rangos es el método de observación y captación de datos que más se utiliza. Una apreciación certera es la base del éxito de los análisis subsiguientes. El método aconseja la definición de una serie de normas preescritas mediante las cuales es posible asignar los mismos numerales a los rasgos individuales de comportamiento y a los conjuntos que ellos forman. Cuando el procedimiento es capaz de lograr concordancia entre distintos observadores y la varianza debida al juicio individual sea más pequeña, tanto más se aproximará a la objetividad.


56

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Por otra parte, los métodos estadísticos extensamente aplicados al tratamiento de informaciones subjetivas en pruebas psicométricas, permiten la transformación de esas observaciones, en todo equivalentes a la evaluación de las reses de lidia, para ser analizadas por procedimientos estadísticos de alta confiabilidad comprobada y directa aplicación práctica en la orientación de la mejora ganadera. Estas dos vertientes del curso indetenible y siempre nuevo del río de la bravura serán objeto de intentos paralelos en sendas propuestas de investigación que pretenden atender al llamado de los ganaderos y grupos universitarios de alta calificación, quienes en fructífero conjunto, en España, México y Colombia, han publicado importantes aportes sobre este apasionante tema. ARA/ Enero, 2003 Brindis: Al criterio dispar de un par de amigos míos, que van atados por distintas cuerdas y son pacientes de las mismas hierbas en las orillas de este mismo río. ARA/ Enero 2003


Eltoro Bravo:

DEFENSOR DEL AMBIENTE Y RESERVA GENÉTICA Los bovinos ibéricos, que en escaso número y bajo condiciones precarias, trajeron al Nuevo Mundo los Viajeros de Indias, primero a La Española y desde allí a tierra firme, completaron en un siglo a penas, la más extensa, variada y profunda conquista ecológica que especie alguna haya logrado con muy poca o ninguna intervención humana. Desde las praderas ilímites del norte, predios exclusivos del bisonte, por costas húmedas, hostiles llanuras aluviales, arriscados montes, interminables


58

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

serranías, mesetas y altiplanos de muy diversas condiciones, profundas selvas tropicales, agrestes planicies de montes secos, áridos chaparrales, pampas fértiles hasta el extremo de la tundra patagónica, fueron propicios para la prodigiosa capacidad de adaptación de esta estirpe bovina, conquistadora de todo un continente y precursora de su civilización. Esta misma estirpe de bovinos dio origen, dos siglos más tarde, a las castas fundacionales del toro de lidia moderno y así la supervivencia del viejo rito milenario y su culminante expresión artística que forma parte del acervo cultural de nuestros pueblos a ambos lados del Atlántico, ha permitido mantener viva, con una población numerosa y muy variada, que ha podido desaparecer, tal como el Uro, hace ya varios siglos. En América, por simple selección natural, se reprodujo el bovino ancestral y se restituyó al macho de la especie silvestre de bovinos: el toro bravo, todo su valor simbólico como representante único, entre feroces predadores, como expresión de las fuerzas de la naturaleza, el vigor genésico y la fertilidad generosa. Ese “cunero” silvestre nutrió por siglos diversas celebraciones taurinas a la usanza de quienes llevaron también lengua, religión, usos, costumbres, grandezas, y por qué no, miserias, para enfrentar una tarea sin precedentes. Producto de un fértil sincretismo, a los festejos heredados alrededor del toro bravo a la usanza peninsular, pronto se sumaron otras manifestaciones con el propósito de convertir en motivo de lucimiento y espectáculo las destrezas ganaderas del campo, tales como el coleo en Venezuela, la “charreada mexicana” y su derivación sajona: el rodeo norteamericano.


EL TORO BRAVO: Defensor del ambiente y Reserva Genética

59

Se ha destacado poco que la selección por aptitud del bovino de lidia se anticipó a la labor de pioneros ingleses de la zootecnia moderna que dieron origen a las primeras estirpes de ganado especializado en la producción de carne de alto rendimiento, bastantes años antes que se divulgaran los principios enunciados por Mendel y menos aun, que esa selección de caracteres, se basó intuitivamente en la apreciación subjetiva del comportamiento que distingue al toro bravo, en el ejercicio de su instinto primario, para supervivencia de la especie. A diferencia de las razas de bovinos especializadas en la producción de carne o leche, genéticamente muy emparentadas, que exigen hábitat, alimentación y cuidados tecnológicamente manejados, el toro de lidia, para mostrar a plenitud su instinto, ha de vivir en el ambiente natural de un bovino, herbívoro, rumiante, necesariamente gregario, con limitaciones en su desplazamiento espacial por el amamantamiento de las crías, con alta capacidad auditiva, limitaciones de la vista por arriba de la línea del horizonte, visión lateral por la conformación del cráneo y el pastoreo en abanico que poda con la lengua y no arranca la hierba. En función de esa vida, el macho preponderante, al cuidado de la grey, para usar a cabalidad su estructura anatómica con un predominante desarrollo muscular del tercio anterior y su único instrumento defensivo formado por las astas frontales se apresta a la acometida y el derrote final si llega el caso. Acomete, como condición particular, a un solo objetivo, esa acometida persiste y lucha hasta la muerte. El hombre milenario no encontró mejor símbolo para sus aspiraciones de transmutación.


60

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Esa condición única del comportamiento del toro bravo ha encontrado una profunda ratificación científica en los estudios de la evaluación endocrinológica, dirigidos por el Prof. Illeras en la Universidad Complutense. La dehesa mediterránea fue desde siempre el hábitat preferente para preservar a plenitud el comportamiento de rebaños de bovinos en plena libertad, sin, o con muy poca intervención humana. En América, el “cunero” silvestre alimentó por siglos las fiestas de toros en sus diversas modalidades, pero la cría especializada y la selección por aptitud tuvo un pionero egregio en la figura de D Antonio Llaguno, a comienzos del siglo pasado, en las tierras altas de Zacatecas, quien a partir de “cuneras” seleccionadas y un limitado número de reses andaluzas con el hierro del Marqués de Saltillo, hizo escuela que perdura en la extensa y pujante ganadería mexicana de hoy. Ensayos semejantes con éxito variado se repitieron en diversos países: Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela, hasta que después de los años treinta y especialmente después de los 70, se realizaron importaciones numerosas de hembras y machos de ganaderías españolas y portuguesas de prestigio. La experiencia acumulada llevó un mensaje claro para asegurar la permanencia y el éxito de la cría bajo condiciones variables de altura, temperatura, pastos predominantes, condiciones sanitarias y exigencias de manejo y alimentación: RESPETO AL TORO BRAVO. Un viejo mayoral de origen cordobés, curtido por el sol del trópico ( Juan Martínez López ) resumía así en muy pocas palabras las exigencias ineludibles, cualquiera fueran las circunstancias, para garantizar la pervivencia


EL TORO BRAVO: Defensor del ambiente y Reserva Genética

61

del instinto primario del toro en función del ambiente natural donde se desarrolle, con poca y prudente intervención humana, para garantizar una alimentación adecuada y los necesarios cuidados sanitarios. Por ese camino sin alternativas, en un mundo donde avanza la frontera agrícola y las exigencias de la competencia productiva, el toro bravo defiende el ambiente natural y contribuye a su conservación. Desaparecido el criollo que invadió las Américas en el siglo XVI, por imperativos económicos, sólo quedan reductos aislados de poblaciones muy escasas de ganado de origen ibérico en Argentina, Colombia, Venezuela y Centro América. Al mismo tiempo, las razas de bovinos altamente especializadas en la producción de leche y carne aumentan sus rendimientos pero reducen su variabilidad genética y por tanto su capacidad de adaptación a variaciones en el ambiente y condiciones de manejo y alimentación. En la América tropical está el futuro inmediato de la expansión de la frontera agro-ganadera y las nuevas exigencias del mercado, por ejemplo, la de la carne magra, sin la grasa de las razas nórdicas, tal como lo indica la demanda selecta de la carne de bisonte, abren horizontes cada vez más amplios al valor genético de las viejas estirpes ibericas, cuya población más extendida y numerosa la forma el ganado de lidia. La trascendente importancia de esta raza múltiple y diversa en el futuro próximo, se ha puesto en evidencia en los estudios del genoma bovino, que han permitido comprobar que en el toro de lidia moderno se encuentran huellas remotas desde los orígenes de la domesticación y que es tal su diversidad genética que se aproxima a


62

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

sus orígenes del oriente medio y que un Angus escocés y una lechera holandesa son tres veces más parecidos genéticamente que dos encastes de la raza de lidia. Esta diversidad científicamente comprobada, es una riqueza que la humanidad no puede despreciar. Sólo hace falta que los animalistas contemplativos entiendan cómo la supervivencia del viejo rito milenario, que forma parte de la identidad de nuestros pueblos, ha permitido que llegue a nuestros días esta prodigiosa reserva genética en la figura imponente del toro bravo, defensor del ambiente. ARA/ marzo 2009


Ganadería EN VENEZUELA

Como todas las grandes historias, el capítulo más importante muestra apenas indicios de sus antecedentes y por eso estimula la curiosidad de los lectores. Tal es el caso de la referencia publicada por nuestro colega y amigo Pedro Piñate en el diario El Universal el pasado 13 de junio en un artículo titulado “Ganadero Venezolano”, según la cual, “nuestra ganadería se remonta a la formación de un hato por Cristóbal Rodríguez hacia el año 1530, tal como lo refiere David Mendoza en su obra “El Llanero” publicada en 1846. A la orilla de la carretera, alcancé a ver de niño un sencillo testimonio de la fundación del Hato Uverito


64

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

“que se estableció” con dieciocho vacas paridas, diez yeguas jerezanas y dos potros. Este testimonio histórico dejó además una afirmación que se quedó en suspenso; Don Cristóbal, su gente y su ganado llegaron al lugar “procedentes de El Tocuyo”. Esta afirmación impone una disquisición inevitable. Se dispone de documentación dispersa sobre la importación desde la península de caballos, vacunos, cabras y cerdos. Se menciona desde el segundo viaje de Colón en 1493 y el caballo, como instrumento de conquista, ocupó un lugar preferente cuando, por razones de espacio en la cubierta de las naos de la época, sólo podían viajar con dificultad becerras y machos de corta edad, más fácilmente manejables. Las veinte yuntas de vacas que vinieron a La Española en compañía de 300 personas a sueldo en el tercer viaje, pudieran haber sido más una aspiración o un compromiso que una cantidad real, porque en junio de ese mismo año, según refieren las crónicas, la expedición se detuvo en Canarias “donde quiso tomar ganado vacuno, como lo habían ordenado los Reyes y no lo pudo hacer”. Todos los testimonios de la época indican que la simiente vacuna, así como las de equinos y otras especies domésticas procedentes de la Península, llegaron, con muy pocas excepciones, a La Española, donde indígenas pacíficos, tierras y climas bonacibles fueron propicios para dar asiento a la matriz de la conquista de todo un Continente. Ya para la época de Francisco Bobadilla, quien mediante provisión de la Corona derrocara de todos sus privilegios a los hermanos y descendientes del Almirante, se le autorizó también a tomar posesión “de todos sus bienes que tuviesen en esa Isla como fortalezas, casas, navíos, armas, pertrechos, mantenimiento, caballos, ganado y otros”. De esta temprana fecha procede la


LA GANADERÍA: En Venezuela

65

inusitada prosperidad ganadera que describieron en detalle viajeros y tratantes, quienes se sintieron afectados por la imposición de un monopolio que pretendió prohibir, por fortuna sin mucho éxito, la reexportación de ganado a las tierras vecinas y tanto fue así, que la vecina Isla Juana (Cuba) sólo pudo recibir ganado después de 1520. El comercio de ganado dentro de la Isla fue una actividad próspera y las medidas para impedir la salida de ganado vacuno impuestas por Diego Colón debieron tener muchos quebrantos, que forman parte del hilo de esta historia. Los pasos de la codicia de los buscadores de oro escaso en las tierras de aguerridos arahuacos y caribes, no tardaron mucho en toparse con el que llamaron el “Golfo de las Perlas” y su desolado corazón: Cubagua. “A falta de oro buenas fueron perlas”. Y la explosión de una inmensa riqueza, tan abundante como efímera, dejó una lección que no hemos aprendido todavía. Para colmo, Gonzalo Fernández de Oviedo, como fatal premonición, encontró en la punta oeste del islote una fuente o manadero de un licor como aceite, junto al mar, que corre como betún por encima del agua, y los naturales llamaban algo así como “excremento del diablo” y le atribuían, paradójicamente, efectos medicinales. Pisando la huella, tras la codicia aventurera, el cálculo frío de tratantes y proveedores de suministros convertía la vecina Isla de La Margarita en la despensa del islote árido ebrio de riquezas. La explotación a gran escala requirió una mayor cantidad de esclavos buceadores y fuera o no, por los clamores del Dominico Bartolomé de Las Casas en las Leyes de Burgos, que mandaban a alimentar con carne los indígenas esclavizados, privados de la posibilidad de cazar por sí mismos, aparecen las primeras provisiones de derechos humanos.


66

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Por las verdes aguas del Caribe han podido llegar a Margarita, (mucho antes que una primera Cédula Real autorizara a Rodrigo de Bastidas para llevar a Tierra Firme doscientas vacas, cerdos y caballos con destino a Santa Marta en julio de 1225) a los predios insulares del cacique Charaima, la simiente con la que Pedro Alegría, proveniente de Cubagua, ya mantenía un hato de vacas en el valle de San Juan, como también lo hicieron Pedro Gallo y Pedro Moreno, vecinos de Pueblo Viejo y promotores de una humilde Ermita que más tarde se consagraría como sede de la Virgen del Valle. Según las mismas referencias históricas la prioridad ganadera la disputa otro Pedro, esta vez de Villardiga, quien desembarcó ganado, este sí, con la autorización debida por su condición de Primer Teniente de la Isla. Allí se repite la historia de prosperidad ganadera que años después, para 1569, permitió a Diego Fernández de Zerpa, acaudalado mercader y financista de empresas mineras, llevar a Tierra Firme, a un punto impreciso de la costa, 800 vacas con destino a las llanuras fluviales de Tierra Firme. En la pródiga Cubagua los festejos más sonados se venían celebrando a la usanza peninsular, tal como se hizo con motivo del nacimiento de Felipe II en 1527. Se corrieron toros, producto de la Isla vecina, se jugaron cañas y se realizaron ejercicios militares de la época. Este esparcimiento eventual acompañaba la costumbre cotidiana de los juegos de naipes, ajedrez y la bola, objeto de frecuentes censuras eclesiásticas. Hasta aquí la larga digresión que tampoco explica la procedencia de los vacunos que llegaron a “Üverito” y nos vemos forzados a ir de regreso a La Española. Después de 40 años de lucha con indios bravos y ambiente hostil, los viajeros de Indias que en otras latitudes del Nuevo


LA GANADERÍA: En Venezuela

67

Mundo proclamaron el hallazgo de inmensas riquezas, en las costas de Nueva Andalucía, los famosos ostrales fueron conocidos por Alonso de Ojeda y el navegante Vespuccio antes que terminaran bautizando a nuestra tierra y todo el Continente. Mientras, un mercader con experiencia en trueque primitivo con los indígenas de las costas de Paraguaná y prestigio de benefactor, venía operando con éxito desde la Isla de Los Gigantes. Juan de Ampíes obtuvo de la Real Audiencia de Santo Domingo, a tiempo que se concedía a los banqueros Weltzer, en 1528, el usufructo de una extensa región de Tierra Firme. De allí la histórica polémica de la fundación de Coro, cuando aparentemente ya existían escasos rebaños de ganado en una costa inhóspita. Como buenos banqueros que vinieron a cobrar las deudas del Emperador, hubo mucho de explotación, sacrificio, torturas y muertes, poca colonización y menos oro. Cuando en 1531 el Papa Clemente VII creó la Diócesis, con sede en Coro y designó al hijo del ya mencionado Rodrigo de Bastidas, el desorden, la avaricia y las pugnas entre facciones hicieron de la importación la única fuente de provisiones y el hambre se impuso por doquier. El mito de El Dorado y la patraña de Las Amazonas entretuvieron por años la preocupación de los conquistadores y en todo este período sólo contaron como semovientes los caballos precisos para expediciones, como aquella de Federman, quien llegó al Alto Guarive en 1539 y más tarde en territorio Muisca, se llevó la decepción de toparse con la autoridad de Don Gonzalo Jiménez de Quesada, lo cual marcó el declive de la infausta experiencia de los Beltzares, como los llamaron por aquí.


68

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

La creación del Virreinato del Perú (1543) dejó fuera de su jurisdicción las costas del mar de los Caribes que se mantuvieron bajo la autoridad de la Real Audiencia de Santo Domingo. Allí aparece un personaje que hizo historia y la escribió de primera mano, con la claridad del letrado que no pretendió ser, el detalle acucioso de un geógrafo sin instrumentos y de un naturalista nato sin formación académica. Embarcó en La Española en una navecilla alquilada, que formó parte de la oficialmente autorizada expedición de Juan de Carvajal, en condición de mercader: el florentino Galeotto Cey. La descripción detallada de su empresa puede pasar en nuestros días a la literatura de ficción y ella entretendrá este relatorio durante un gustoso trecho. Juan de Carvajal, personaje complejo y acérrimo enemigo de los Welser, llegó a las vecindades de un Coro disperso y desolado el Día de Reyes de 1545 con “80 hombres, 12 mujeres, 60 yeguas, 150 caballos, 80 vacas, 200 ovejas, 50 cabras, algunos asnos y puercos, un par de vacas de carga, 6 bestias” (mulares) y ese mismo año, en medio de las inevitables disputas de autoridad, se propuso la empresa, novedosa para el momento, de la colonización tierra adentro. Partieron en el mes de abril en dirección oeste hasta el río Maticora y luego en el rumbo suroeste pasaron por la vecindad de Mauroa, donde nuestro relator hace mención de la pez que “de día hierve con el calor y en la noche se endurece”. Después de pasar las montañas de los Jirajaras llegaron a las llanuras de Carora, ricas praderas con una hierba que llamaban “sanare”. Marcha adelante, quince días más tarde, a las planicies de Quíbor y luego, hacia poniente, al valle del río Tocuyo, donde fundó la población de Nuestra Señora de la Pura y Limpia


LA GANADERÍA: En Venezuela

69

Concepción del Tocuyo, el día de Todos los Santos de 1545. La tierra fértil, el clima benigno y saludable y los pastos abundantes fueron propicios para el rápido crecimiento del rebaño de fundación. Esa primera avanzada fue el punto de partida de numerosas empresas en busca de las codiciadas riquezas que sólo se reconocieron siglos más tarde. La soberbia acrecentada de Juan de Carvajal incumplió todas las promesas hechas a sus compañeros de aventura. Galeotto Cey describe con detalle sus desesperadas gestiones para eludir la prohibición de salida del ganado cada vez más abundante, cuyo comercio prometía grandes ganancias en otras tierras. Sólo después de la ejecución de Carvajal, bajo el gobierno de Alonso Pérez de Tolosa, se abrirán los caminos para las avanzadas en territorios vecinos, tanto en la sierra como en las tierras bajas hasta el Apure. El mismo relator describe la avanzada de Juan de Villegas para explorar la Laguna de los Tacarigua en 1547, posiblemente con algún ganado, desde donde se dirigió a la costa, a Borburata, que fuera al poco tiempo un nuevo centro ganadero con la aportación de ganado isleño por mar y según referencias imprecisas, por tierra desde Cumaná y del mismo origen. La Valencia interiorana a poco se convirtió en refugio de la azotada población costera y sus hatos de ganado. Ya Vicente Díaz Pereira había traído desde Margarita un lote de ganado para fundar un hato en los valles aledaños y por su parte Alonso Díaz se había establecido en Patanemo y luego en Vigirima y Guacara. Al amparo de una Real Orden, Juan de Villegas autorizó la expedición comandada por el Maestre del Campo, Diego Vallejo, la ansiada salida de Cey y sus ganados en pos de grandes beneficios por las pregonadas riquezas del Reino de Nueva Granada y la escasa


70

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

competencia de ganados costeños “porque era harto difícil procurárselos por la subida desde el Río Magdalena a los altiplanos de Tunja y Bogotá”. La partida de El Tocuyo tuvo lugar a finales de 1550 y la comitiva estuvo compuesta por “veintidós hombres, doscientos indios e indias de servicio, ochenta yeguas y caballos, sesenta vacas y un mil quinientas ovejas”. Nada en los valles, montañas, quebradas, llanos interminables, selvas, caudalosos ríos, animales salvajes desconocidos, penurias y enfermedades, escapa a la acuciosa descripción del comerciante florentino. Después de 7 meses de penosa andadura con numerosas pérdidas de vidas, especialmente indígenas de las tierras cálidas y muchos semovientes, llegó por fin a Tunja, donde encontró, para desbaratar sus sueños de riquezas, muchos traficantes competidores. Terminó así la primera empresa, detalladamente documentada, de exportación de ganado desde territorio de la Provincia de Venezuela. No obstante, nuestro personaje regresó a El Tocuyo en octubre de 1551 y con menos de un mes de descanso, armó una nueva expedición para llevar “doscientas yeguas, cien caballos, doscientas vacas y dos mil ovejas” para llegar de nuevo al altiplano, por la misma ruta, en mayo de 1552 y lograr las jugosas ganancias merecidas, volver a su tierra y dejar el legado de sus crónicas. De la misma procedencia tocuyana, así como todos los miembros de la expedición pobladora capitaneada por Diego de Losada, han tenido que ser los ganados de donde se sacaron los toros para correr a la usanza de la época, junto al juego de cañas y otros ejercicios militares, con motivo de la celebración del día de San Sebastián de 1567 en la Nueva Jerez de la época (actual Nirgua) que se ha


LA GANADERÍA: En Venezuela

71

tenido como el primer espectáculo taurino realizado en nuestro país. La ruina de Cubagua hacia 1539 se tradujo de inmediato en la catástrofe económica de Margarita y la dispersión de la riqueza ganadera por todas las vías posibles, con la aparición de numerosos compradores. A la sazón, Francisco Fajardo, hijo de Isabel “india pura guaiquerí, nieta del cacique Charaima”, daba sus primeros pasos como conquistador, valido de sus prominentes parentescos indígenas, en el litoral central, terminó después de largo tráfago como fundador de la Villa de Catia, de vida efímera por las luchas tribales y de la Villa de San Francisco, donde hizo reparto de tierras y sostuvo un hato de ganado con origen en su isla natal. La subsecuente fundación oficial de la ciudad de Caracas, aunque nunca apareciera el acta respectiva, advirtió también la presencia anterior de las huellas de pezuñas vacunas. Ya para la época el ganado poblaba en abundancia los fértiles valles centrales. Es razonable inferir que los grabados que ilustran el “Libro de Montería” de Argote de Molina, tiene como escenario ese paisaje. Por otra parte, no se conoce el lugar de la costa donde en 1569, desembarcó Diego Fernández de Zerpa las 800 vacas que adquirió en Margarita con destino a los llanos. Todos esos aportes de ganado ibérico, andaluz en su mayoría, dieron origen al ganado criollo del Nuevo Mundo. La gigantesca conquista territorial que con paciencia (en sentido primario del vocablo) panza y pezuña, logró la vaca en nuestro suelo y en todo un continente, es sólo comparable a su influencia civilizadora. Se justifica así la curiosidad que ha despertado un capítulo tan importante de su historia para esta disparatada colección


72

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

de disgresiones, que termina sin respuestas concretas y sólo pretende alimentar la vocación que compartimos. Alberto Ramírez Avendaño Agosto 2008

BIBLIOGRAFIA: BETETA ORTIZ, Manuel (1999). “Conferencia Real Academia de Ciencias Veterinarias”. Madrid, España. CEY, Galeotto (1995). “Viaje y Descripción de las Indias 1539 – 1553”. Colección V Centenario Del Encuentro Entre Dos Mundos. Fundación Banco Venezolano de Crédito. Caracas, Venezuela. COSSIO, José María De (1951). Los Toros Tratado Técnico e Histórico. Editorial Espasa Calpe. Madrid, España. GERENDAS KISS, Alejandro (2005). “Historia de Venezuela Narrada Año por Año 1410 – 1640”. Editorial Edimax, C.A.. Caracas, Venezuela. NECTARIO MARIA, Hno. (1966). “Historia de la Conquista y Fundación de Caracas”. Ediciones Ávila Gráfica, Caracas, Venezuela. OTTE, Enrique (1977). “Las Perlas del Caribe. Nueva Cádiz de Cubagua”. Fundación John Boulton. Caracas, Venezuela. OVIEDO Y BAÑOS, José De (1992). “Historia de la Conquista y Población de la Provincia de Venezuela”. Fundación Ayacucho. Caracas, Venezuela. PIÑATE, Pedro (2008). “Ganadero Venezolano”, Artículo en el Diario El Universal, Caracas, Venezuela. Junio 2008. RAMIREZ AVENDAÑO, Alberto (2000). “Maracay y Los Toros, Una Vieja Amistad”. www.ara.losaranguez.com. Maracay, Venezuela. SALAS, Carlos (1958). “Los Toros En Venezuela”. Editorial Edime, Caracas, Venezuela.


La “Cuenta” DE LOS DIEZ “CIENES” Fraternalmente y sin correcciones gramaticales a la solera ganadera de los Riera Z...... El primer N° 100 de Los Aránguez fue hijo de la vaca N° 9 “Tabaquera”, entrepelada, cornalona y muy basta, guayabitera de origen desconocido, y del toro N° 146 de “Las Mercedes”, novillo vendido para lidiar y que fue tentado en “La Bolsa” de Jerónimo Pimentel, por Pepe Cáceres, con resultado bueno a secas y que nosotros bautizamos “Diano”, como su padre de origen Buendía, que tampoco se llamaba así, según supimos años más tarde.


74

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Poco tiempo antes nos habíamos quedado con noventa vacas y un solo semental, cuya fecundidad fue tal, que se ganó por analogía, el cariñoso y admirativo apodo de “Tío Opo”, según ocurrente anécdota familiar de la Carora de la época. El gesto de Jerónimo para facilitarnos la adquisición de sementales en aquella emergencia merece un recuerdo agradecido. Esa misma vaca había dado como primera cría al N° 16 “Tabaquito”, reseñado en el campo por el muy recordado Joseíto Casanova, tal como lo muestra una fotografía, y que salió en segundo lugar en la novillada de la presentación en Maracay y el cual, después de un gran susto por su mansedumbre en el caballo, se hizo lo suficientemente bravucón como para que el decidido Joselito Álvarez le cortara la primera oreja a una res de “Los Aránguez”. Este primer 100 nació el 9 de agosto de 1972, grande y de buena medra, fue herrado en febrero del año 73 en los corrales de “Copacoa”. Lo curó en aceite “El Mito”, quien había intervenido en la prueba de su madre cuando novillero y ya para entonces había regresado de España como matador de toros. Ya participaba también “Toño”, quien había comenzado como ayudante de Carlos Morales. Para esos días comenzaron también Gerardo y Domingo, quienes hoy llevan debajo de la piel la marca de “las dos silleticas”. A este herradero concurrieron, además de los de siempre, mis sobrinos los Hernández, quienes pasaron grandes fatigas aquel día. Por todos sus antecedentes se mandó como novillo a Tovar, donde se lidió el 6 de Septiembre de 1974 en una novillada muy exitosa, incluida en la primera feria donde se lidiaron tres novilladas nacionales. Guayabita y Tarapío


LA CUENTA: De los Diez “Cienes”

75

fueron las otras, y fue organizada por los Hnos. Ramírez y lidiada por Rafael Pirela, Adolfo Guzmán y “Rayito”. “Cigarrero” se lidió en tercer lugar, era un poquito mogón del izquierdo, salió un poco abanto, suavote, tomó un puyazo bueno. Alfredo Sánchez le puso un palito y “Rayito” le compuso una larga y emotiva faena con cuatro circulares acompañados con la música. Pinchó, colocó una honda de efecto muy tardío y sin embargo, dio la vuelta al ruedo. El novillo fue fuertemente ovacionado, ganó el trofeo al mejor y le tocó el “Presidente de la República” porque no hubo feria ganadera y le dieron lo que había disponible. La novillada, en conjunto, también fue la mejor de las tres y se trajo otro trofeo de la feria ganadera. El segundo “centésimo” lo mató Curro Girón en San Juan de Colón el 26 de junio de 1977. Corrido en primer lugar, resultó voluntario en varas, pronto, fijo y con nobleza por ambos pitones. Lo toreó muy bien con la izquierda, oyó música merecida y lamentablemente lo pinchó dos veces. Toreó mano a mano con el mexicanísimo “Juan Diego” en corrida de cuatro toros y muchas premuras económicas. Este cárdeno oscuro había nacido el 3 de octubre del 74, hijo de la venerable “Marinera” N° 3 de Guayabita, nacida en 1952, es decir que parió hasta los 22 años y vivió hasta los 24, cuando desdentada y con las superficies articulares desgastadas, dejó de moverse ruidosamente en “Las Tres Cruces”. Esta vaca fue hija del toro N° 35, cárdeno de Joaquín Buendía, importado de España en 1951 por Adolfo Malavé después de una penosa y muy historiada cuarentena en Curazao. Al que nos referimos fue su última cría macho. Se herró el 19 de Julio de 1975 y lo apreciamos un poco basto entre los hijos del fundador “Banderillo” N° 34, de


76

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

“Vistahermosa” que seguramente y con sobrados méritos aparecerá en esta cuenta más de una vez, pues fue el origen de una larga y consistente estirpe de encastados descendientes. Este negro zaino, cuya cabeza conservamos en lugar preferente, lo escogimos casi al azar, en el campo, en un viaje a Bogotá que gustoso y asustado compartí con “Monchito” y el socarrón “Chío” Zubillaga. Ya en estos herraderos participaban mucho los muchachos y que recuerde, en éste, Oscar Riera herró por sí solo el N° 10 de esta camada, pero esa es otra “cuenta”. El tercero de esta que llevamos fue “harina de otro costal”. Negro muy bragao y coletero, delantero y muy fino de tipo, hijo de la vaca N° 840 del hierro de “Las Cadenas” de Martínez Elizondo. Formó parte de la primera importación conjunta en 1972, que tan larga y pregonada historia tuvo, y del toro N° 23 “Pocosueño” de padre y madre Buendía puro, pero herrado con la marca de Paco Camino en “El Encinar” de Salamanca, tentado en el histórico “Padierno” por el mismo Paco y el infortunado José Falcón. Este “Pocosueño” durmió poco y dejó una prolífica descendencia de su cuatro veces abuelo “Tramillero” que no requiere mis explicaciones para los criadores de “colomas” de aquí y de allá. “Bolillero”, que así se llamó en su día, como lo mandaba el nombre de su madre, se herró en el corral “Blanco” de “Los Caballos” el 17 de julio de 1976, día en que concurrió un grupo grande de compañeros de estudio de los muchachos, se herró la última hija del bien recordado “Banderillo” y hasta donde recuerdo, Jesús Alejandro herró, casi por sí solo, su primera becerra la N° 672. Se lidió en la Feria de Maracay de 1979 y aún después de haber sido asesinado a mansalva, con la sangre


LA CUENTA: De los Diez “Cienes”

77

a la pezuña por ambas paletas, fue pronto y codicioso a la muleta de “Morenito de Maracay” quien no tenía en aquel momento el dominio de la técnica que más tarde alcanzó. De la casta de las “Olorosas” provino el que le sigue en orden. Esta familia de vacas distinguidas tuvo su origen en la reseca Zacatecas, en manos del ilustre “inventor” del toro bravo mexicano: Don Antonio Llaguno, a quien la zootecnia debe un libro, por lo menos. La madre del sujeto que da motivo a este tributo, fue la N° 447 “Albahaca” hija a su vez de “La Romera” de González Piedrahita, ésta procedente de “Flor de Romero” N° 186, mexicana de “Torrecillas”, y su padre fue el N° 13 “Farruquito”, medio hermano de “Pocosueño”, también del hierro de Paco Camino, su compañero de viajes y aventuras, aunque con menos fortuna y trascendencia. Nació en octubre 27 de 1977 y se herró según costumbre el 8 de julio siguiente, un día con asistencia de muchos muchachos y un “viejito”: Mario Blanco, quien herró una 782, descendiente de las que vio “dizque tentar” en “San Antonio” varios años antes, después de una larga caminata y dos manos de cambures. Este negro zaino, poco mulato, cosa rara en esta familia de cárdenos y entrepelados, fue a la feria de Tovar el 7 de septiembre del año 80, donde Curro Zambrano, en su cuarto de hora de fortuna, dejó ir las orejas con la espada, ante un enemigo más noble y facilón que bueno de verdad. También oyó la música su hermano y compañero de tres cifras que le sigue, cuando se lidió como novillo en Maracay con 450 Kgs en la Feria de Maracay el 21 de marzo de 1982. Antonio León, novillero puntero del momento, le hizo una buena faena de muleta aprovechando su fijeza y su clase a pesar de su poca fuerza. Otra vez la


78

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

espada le negó las orejas. Este era un “Malva Roja” de procedencia “Saltillo” mexicana y era hijo de “Almaviva” N° 32, también muy “Saltillo” de origen, con el hierro de Martínez Elizondo que nos tocó por sorteo en el llamado “Pool” de 16 añojos que se compraron sin tentar para cuatro ganaderías participantes. Lo tentó “Curro” Girón con la ayuda personal de Manolo Chopera, en febrero de 1974, y lo picó Juan Martínez, quien lució a gran altura, cuando después de haber sido toreado largamente, lo llamó cuando ya tenía medio cuerpo fuera de la puerta abierta y volvió al caballo para tomar un gran puyazo. Olé, Juan Martínez!. De vuelta a nuestro sujeto de turno, había sido herrado en último lugar de una larga faena el 23 de agosto de 1979, cuando Ana María hizo casi todo el trabajo de escribiente, sin la ayuda que casi siempre busca. La media docena de “centenas” se celebró con una oreja que muy lucidamente obtuvo “Curro” Girón en un festival de la “Peña Los Sauces” que se realizó en Valencia en septiembre de 1982. La maestría y habilidad de un veterano jugaron a placer con la crudeza de un encastado que se picó poco. Pocos podían saber, en ese momento, que por las venas de la madre: “Lírica” N° 404, corría sangre de los temidos “Tulios” que el Dr. Ernesto González Piedrahita –devoto aficionado y cariñoso anfitrión, cuando tuve el honor de conocerlo en compañía de Alejandro- había traído de España para “calentar” la adormecida sangre mexicana, en los linderos del páramo, en su finca de “Las Mercedes”. Quizás el “Pocosueño” haya tenido su parte en la furia graciosamente contenida por la sabia muleta de “Curro” Girón.


LA CUENTA: De los Diez “Cienes”

79

El séptimo de la serie lo apuntó cuidadosamente Vicente Lozano en las páginas del libro del herradero realizado el 24 de julio de 1982, donde dice a secas: Negro zaino. Tatuado con el N° 513 correspondiente a una de las “Andaluzas”, guayabiteras de familia distinguida, probada por crías y por sí misma, descendiente del toro 35 importado por Malavé y ya mencionado. Había nacido el 13 de noviembre de 1981 y fue uno de los primeros machos verdaderamente notables que se lidiaron del N° 65 “Atrevido” que con el tiempo merecerá una larga historia para él solo. Se lidió con poca fortuna para su gran calidad en Guanare el 10 de febrero de 1985, pero su desdicha había comenzado tres semanas antes, cuando en una pelea le lesionaron ambos testículos y fue necesario terminar de extraérselos. Aún algo inflamado, dio una gran pelea en varas y mostró una enorme calidad, lidiándolo “El Sol” en primer lugar con jaleo público y pronta música. Él mismo se provocó una voltereta al entrar a matar por segunda vez y Bernardo terminó con el descabello lo que fue un gran toro con poca fortuna. Para colmo, ni siquiera los toreros de turno, notaron la penosa merma en la anatomía de este toro notable. Mejor suerte que sus hermanos de esta lista tuvo “Trianero” que no obstante a sus cortas hechuras se lidió en la Feria de Maracay el 15 de marzo de 1987. Salió en segundo lugar y con él y con valor decidido regresó de sus cenizas Freddy Girón, después de ser incluido en el cartel por razones más políticas que estrictamente taurinas. Sacó la raza propia de su casa y conjugó su emotividad con la de un toro discutido por bueno con alguno de sus hermanos que se lidiaron esa tarde y el cual, después de dejar una oreja en manos de su matador, mereció con toda justicia


80

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

los honores de la vuelta al ruedo y el premio al mejor toro de la feria. Realmente, podía esperarse mucho de él. Su madre “Veleta” N° 737 viene de las “Sevillanas” y “Giraldas” muy “colomas”, con un ligero toque de “Pedrajas” cuyo origen ya describimos anteriormente. Su padre fue el ya consagrado 65 “Atrevido” que con su gran fijeza y recorrido ha dulcificado, a veces con exceso, la corta y áspera embestida de algunos de los primeros “arangueños”. Este celebrado “centurión” había sido herrado el 7 de julio del 84 por Ildefonso Riera y fue reseñado en su momento como mulato y coletero, señas que no se le advirtieron mucho cuando adulto y menos el calificativo de “chino” que le apunté personalmente. Hasta aquí los 8 que llevamos lidiados, con variada fortuna pero siempre con renovada fe. Queda por escribirse lo que ocurra con los dos siguientes que ya han sido herrados. El primero de ellos el 21 de diciembre de 1985, fecha de muy grato recuerdo porque en ella se celebró la Confirmación Católica, una “camadita” de diferente pelo y hechuras, muy cara al sentimiento mutuo de familias amigas. Finalmente, el décimo “cien” lo herramos en penúltimo lugar Juan Alberto y yo. Vicente, después de la foto de rigor, con el cuidado que acostumbra, escribió la reseña: poco mulato, bragao y chico para su edad y circunstancias. Es hijo de la N° 814 “Campurusa”, guayabitera de tercera generación y doble nieto de “Almejito” N° 16, “coloma” puro nacido en “Achury Viejo” marcado con el hierro del recordado amigo y gran “calentano” Don Benjamín Rocha Gómez, que tanto aliento nos dio en nuestros comienzos.


LA CUENTA: De los Diez “Cienes”

81

Este semental, el más importante hasta la fecha en “Los Aránguez”, había sido tentado por César Girón, junto con su hermano “Fandanguero” N° 14, a principios del 71, como quedó constancia en una película excepcional que tuve la suerte de filmar. Sigue en mi recuerdo la cara de pillo satisfecho con que un César más maduro y sereno, a punto ya de reencontrase con sí mismo, me decía: ¡pásame la película! para disfrutar una vez más de lo que consideró una joya bien lograda. Entendí que fue por tributo a la memoria de su amistad mutua y como consecuencia de una visita a Carora que Don “Benja” se dispuso, tal como lo dijo, a vendernos un semental, regalarnos un brete inmejorable y recomendarnos un hombre que dejó escuela y que ya hemos mencionado cumplidamente en esta cuenta. La importancia de este “Almejo” sólo puede ponderarse por el hecho que varios de sus hijos padrearon y como en este caso “Calamar” N° 37, ha dejado también larga e importante descendencia hasta por inseminación artificial, es decir, con intervención de Ceferino Torres “Ino” quien para estas fechas ya debe tener más “hijos” vacunos que cualquier otro semental del mundo taurino. Al milenio llegamos casi sin darnos cuenta 19 años después de comenzar esta aventura y la paciente secretaria de tantas hierras, Ana Isabel, apuntó el 4 de julio de 1987 un becerro negro bragao, hijo de la “Aragonesa” N° 808 y por lo tanto nieto materno de la “Castellana”, N° 400, primera hembra herrada y tentada en “Los Aránguez” y cuya desesperante mansedumbre la hubiese llevado directamente al matadero, si no hubiera sido porque teníamos muy pocas y no podíamos permitirnos el lujo de matarla como gritaba a voz de cuello César, ante nuestra silenciosa resignación.


82

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Un Dios generoso que le queda tiempo para ocuparse de la piedad para las vacas y los ganaderos, permitió que de aquella apacible boyancona partiera una noble familia de vacas que por varias generaciones han hecho honor a la rancia estirpe de su origen ibérico. Van cambiando los tiempos. Es posible que las futuras “cuentas” no tengan tantos cuentos sensibleros, cuando José Antonio y la computadora terminen por ponerse de acuerdo. Pese a la breve historia y a los cambios, todo indica que sólo la humildad se salva a la hora de las predicciones, pero no puedo ocultar mi optimismo cuando advierto que éste es también hijo del ya muy nombrado “Atrevido” N° 65. Hasta aquí un relato que puede resultar tedioso para quienes, en esta “cuenta” de los diez “cienes”, no encuentren, por mi culpa, un entrañable mensaje de fe y humildad de quien ha tenido el privilegio de iniciar un camino, ganaderamente interesante, pero humanamente más hermoso. Alberto Ramírez Avendaño Septiembre 1987.


Cátedra Libre DE TAUROMAQUIA

Es motivo de especial regocijo para un maracayero, criado en estos mismos parajes, cuando Maracay era una isla rodeada de vacas por todas partes, saludar la instalación de una Cátedra Libre de Tauromaquia dentro del Plan de Estudios de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Bicentenaria de Aragua, por iniciativa del Profesor Domingo Mora Márquez, un serrano de intelecto y sensibilidad que encontró en estos valles regazo para sus inquietudes, tal como tantos otros maracayeros adoptivos, que echaron sus raíces en esta encrucijada acogedora para la buena voluntad y talento de muchos de sus hijos adoptivos.


84

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

No podía ser más oportuno este advenimiento al “Alma Mater” de los futuros voceros de las inquietudes y sentimientos de los maracayeros, frente a los embates mercenarios de la impostura de organizaciones financiadas desde el exterior, con propósitos políticos no confesados, que manipulan con abierta hipocresía los sentimientos de gente bien intencionada que no dispone de información veraz tan necesaria. Esa Maracay insular dentro de un mar vacuno, márco sus coordenadas con los nombres de la Morita, San Ignacio, San Jacinto, La Hamaca, San Vicente, La Trinidad… y decenas de pequeñas vaquerías familiares que desde principios de siglo pasado fueron los proveedores de materia prima para la primera instalación agro industrial del país y más tarde, por los mismos motivos, a partir de los años cincuenta, alojó a las Facultades de Agronomía y Ciencias Veterinarias de la Universidad Central de Venezuela. Estos pasos, más o menos distantes, no hicieron más que continuar la antigua convivencia de los habitantes de estos fértiles valles con extensos rebaños de ganado ibérico, origen exclusivo del añorado “criollo” que conquistó primero y luego fue factor preponderante en la colonización de todo un continente. De esa pujanza ganadera hay testimonios muy tempranos, como el que consigna Argote de Molina en su Libro de Montería, en pleno siglo XVI, donde describe el desgarretamiento de cimarrones en un paisaje que bien pudiera ser esta misma rinconada del valle, cuando los cueros de bovinos llegaban al puerto de Sevilla como el primer producto de origen animal procedente de la que Colon había llamado tierra de de Gracia y más tarde dio en llamarse Nueva Andalucía.


CÁTEDRA LIBRE: De Tauromaquía

85

Esa convivencia, varias veces centenaria, entre el ganado bovino y las gentes de estas tierras, forma parte de su tejido cultural desde sus más remotos orígenes. Su forma de vivir, sus costumbres, su lenguaje y sus motivos de esparcimiento popular se construyeron en términos ganaderos. No en balde la antigua “suerte de derribar los toros por la cola” descrita prolijamente por “Pepe Illo” en su tauromaquia, se adopta en estos valles como motivo de su más genuino esparcimiento popular, el coleo, en la calle principal del pueblo donde todos son protagonistas. No es de extrañar, en consecuencia, que en estas mismas tierras y con ánimo de acompasar la textura tradicional de sus gentes, en cercados muy próximos a este moderno “campus” universitario que nos hace orgullosos, se estableciera la primera ganadería de lidia especializada que tuvo el país, “La Providencia” cuyos productos, hijos de vacas criollas escogidas y sementales de Veragua, inscribieron memorias importantes en la ya muy antigua solera taurina de este entorno rural y su gente. No es de extrañar tampoco, que muy cerca de este mismo lugar, donde hoy tienen asiento las instalaciones del Núcleo local de la Universidad de Carabobo, se construyera en la vetusta Hacienda “La Morita” una majada circular de “palo a pique” de trazo único, sin botalón central, con el propósito de ver torear en el campo a Juan Belmonte durante su estadía en el país, como lo describe airosamente Chávez Nogales en la conocida biografía del personaje. Con estos antecedentes que no es necesario prolongar, la construcción de la joya mudéjar de la Plaza de Toros del Calicanto, que desde su inauguración cantaran con fervor los poetas de la época, no fue más


86

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

que materializar un arraigado sentimiento popular que encontró allí una renovada expresión artística y sus promotores, los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, también quisieron mantener el centenario hilo ganadero con la importación de simiente, vacas y sementales que dieron origen a la primera vacada nacional de casta: “Guayabita”, la cual se asentó, como tenía que ser, en este mismo valle a cobijo y para orgullo de su gente. Por esas mismas razones históricas no se puede empañar, ni por un momento siquiera, el tesoro que pervive en los más cálidos rincones de la cultura y el sentimiento popular, con la llegada intempestiva de nubarrones que nos son ajenos y pretenden lluvias de intolerancia sobre las raíces de la sociedad que los acoge con la comprensión de convivencia cívica que ellos desprecian. Los maracayeros de siempre queremos expresar la satisfacción que nos produce el advenimiento de esta Cátedra Universitaria, libre y generosa, que ofrecerá formación genuina a los voceros autorizados del futuro, para explicar, a quien quiera escucharlos libremente, de dónde vienen las raíces de este mensaje de la cultura popular de nuestra tierra. ARA. Diciembre 2008


El Circo

DE CALICANTO

Rodeado de verdes potreros, en el cruce de trajinados caminos ganaderos, construido sobre las piedras remanentes de viejos tanques de curar añil, de cal y cantos de los ríos vecinos, al borde mismo del Maracay provinciano y en letargo, después del éxodo de los provisorios aprovechados de la pequeña corte en desbandada a la muerte del longevo "Benemérito", recogió mi memoria infantil la visión prodigiosa del todavía llamado Circo de Calicanto, tantas veces cantado por los poetas de la época.


88

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

El edificio, que por entonces se nos antojaba gigantesco, hermoso y sugerente, hacía contraste violento con las otras construcciones públicas que destacaban en un poblado que, a su pesar, seguía siendo el mismo rescoldo agrícola que visitó Humboldt en los albores del siglo XIX. Se marcaba la enorme diferencia con el carácter germánico de fortalezas bélicas de los cuarteles y las líneas modernas del airoso Hotel Jardín o del austero Hospital Civil, que rodeaban una inmensa y todavía incomparable Plaza Bolívar. Lo percibí con legítima sorpresa de muchacho, como una joya deslumbrante que alguien había dejado abandonada a la orilla del campo. Hacía ya algunos años que no se repetían, con el boato que pregonaban sus testigos, las famosas Ferias de Maracay y las arenas del ruedo, sin el ardoroso pisar de las grandes faenas, las encontramos los sorprendidos alumnos de las escuelas vecinas, enteramente cubiertas de frondosa verdolaga. Las vetustas maderas de "peach pine" (pichipen decían los entendidos criollos) conservaban la estructura clásica de gruesos botalones y tablones encajados sin resquicios. Los años de abandono apenas habían desvaído el serio caoba de su color original y por los rasguños que dejaron pitones ya lejanos, dejaba escapar aromas sugerentes de paisajes remotos. Tardamos años en comprender el significado de la arquería graciosa que encerraba el recinto, las puntas almenadas de la cornisa, cuyo perfil se repetía en los soportes de un recio estribo pintado de blanco y sobre todo, la aplastante desproporción del palco principal, testigo mudo de efímero poder.


EL CIRCO: De Calicanto

89

Todo aquello parecía anunciar acontecimientos importantes: los tendidos silenciosos, las barandillas discretamente forjadas, los palcos casi íntimos, debajo de alegres banderolas y la perfecta simetría de 45 pequeños arcos de herradura. Más oculto, en profundo silencio, el oscuro pavor de los toriles con fuerte olor a sangre seca y más adelante los corrales, más soleados y camperos pero siempre al amparo solemne de almenas dentadas, alegorías vistosas de tierras, hombres y tiempos muy lejanos. Afuera, el portalón de pesados maderos, recalados de brillantes cabezotes de bronce, que desaparecieron en la vulgar reconstrucción con el machihembrado actual. Pero no pudieron llevarse la solemne majestad del arco que sólo pudo aceptar como acento los azulejos que, entre floridos adornos, acogen los rasgos cúficos de un tributo divino. Que gloria para la especie equina que a ésta se le llame Puerta de Caballos! Adentro, en el patio, a la sombra de unos almendrones, presentíamos con temor las furias de un conserje solitario que arrastraba la pena de una lesión incurable e imponía su vigilante autoridad a fuerza de pedradas de una certera "fonda" que por igual cazaba las abundantes palomas del entorno o ahuyentaba los visitantes indeseables, que como nosotros, lo arriesgaban todo para regresar al pasillo de la enfermería, con sus cristaleras medio rotas y el testimonio de una vieja camilla entre paredes que habían sido blancas, una dañada lámpara quirúrgica y más allá, en un rincón bajo las gradas del tendido, el rimero multicolor de las sillas plegables de los palcos, que en luminosas tardes del pasado dieron asiento a improvisadas manolas tropicales cuando lucieron mantones y peinetas a la usanza legítima de la más criolla dama antañona. Pero habíamos dejado atrás un recinto sagrado y recoleto, con una fachada curiosamente


90

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

armónica con el conjunto, pero de carácter enteramente diferenciado: la capilla, territorio vedado por la vecindad de la conserjería, de donde según las malas lenguas, había desaparecido con premura, en manos supuestamente encopetadas, una valiosa imagen de la Virgen de la Macarena que, según contaban tenía de diamantes sus copiosas lágrimas. Tardamos años en reconocer que esta breve fachada es lo único de este conjunto que verdaderamente tiene los rasgos del frontis neoclásico de la Plaza de la Maestranza de Sevilla. Por la angosta escalera que usan los médicos en tardes infaustas, a la meseta, colindante con la localidad de barrera de sol, hoy desaparecida, de allí al tendido para seguir sigilosamente a lo largo de los pasillos posteriores a los palcos que años más tarde alojaron de pie a los asistentes con más afición que "posibles" bajo la techumbre siempre fresca de la teja de arcilla roja y el interior abovedado de madera, que otro reconstructor se saltó a la torera. Al final una pequeña puerta cerraba un recitó alucinante que después dieron en llamar Mezquita, por perezosa repetición de su homóloga de la plaza caraqueña. Allí nos esperaba la sorpresa de las cabezas disecadas de toros de la tarde inaugural: uno de La Providencia que debió ser sardo, un colorado de Miura, con los ojos de cristal vaciados por un desaprensivo, otro de Pérez Tabernero y la cabeza de una jaca torda, de Antonio Cañero que sorprendentemente conservaba todavía la cabezada andaluza con riendas, bocado y moquero casi intactos. Murales de lujo de Carlos Ruano Llopis que anunciaron las tres primeras grandes Ferias de enero, que según la malicia política de la época, pretendían mantener cerca los capitostes que reunidos en la lejana capital andina, en sonadas ferias por las mismas fechas, pudieran alimentar ideas "equivocadas". Con la prisa, al entrar, no habíamos


EL CIRCO: De Calicanto

91

advertido por encima del dintel de la puerta, la paramuna y muy melena cabeza disecada de un negro de Mondoñedo que se lidió en 1935. Todas las fuertes impresiones no mermaron la contemplación imperdurable de aquellos balcones, ajimeces con coquetones arcos lobulados (aprendimos más tarde) que se asomaban al mundo exterior de cada día, desde un ambiente mágico. Un poco más tarde, adolescentes ya, encontramos allí mismo la primera lección viva de educación artística. Alguien señaló que las puntas levemente ojivales de los grandes arcos exteriores, eran el testimonio mudéjar de "los moros que no se quisieron ir" de una disimulada influencia gótica. Y así aprendimos de dórico, jónico y románico, comenzando al revés, por lo más sensual y elaborado, pero más próximo y querido. Después nos enteramos del significado místico del color almagre que coronaba la cornisa más alta del conjunto, el mensaje oculto del color rosa viejo de los pasillos superiores y de los delicados detalles de tenue azul celeste de algunos arcos interiores en contraste. Notamos las escogidas molduras de lacería en el alféizar de algunos ventanales. En los pisos encajaron, con arte y sabiduría, los policromos mosaicos de cemento de la fábrica de La Barraca que podían reconocerse en algunos domicilios domésticos. En cada arista, cada huella y cada perspectiva se podía advertir el amoroso delirio juvenil de sus creadores, los "muchachos" Gómez: Juan Vicente y Florencio, quienes con caprichosa insistencia la hicieron posible y el talento en agraz de un arquitecto joven también: Carlos Raúl Villanueva, que no se copió nada de Sevilla por mucho que se empeñe la repetición ignorante, sino que realizó su propia creación, casi musical o poética, con los detalles de


92

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

la mejor arquitectura mudéjar que estudió atentamente en sus viajes por Toledo, Córdoba, Granada y la propia Sevilla. Además del diseño fue capaz de trasladar al trópico la habilidad y la gracia de los alarifes mozárabes y para colmo de su regodeo recogió su mensaje en lo que fue, para la época, la primera estructura de concreto armado de esa naturaleza que se edificó en el país. Desde lejos, desde el promontorio peninsular de El Calvario, instituido en los albores de la Parroquia, apenas podían verse por aquellos años los tejares de las casas, casi todas modestas, sumergidos en un mar vegetal de samanes centenarios, caros, ceibas y multitud de árboles frutales que hacían valer como legítimo el título de Ciudad Jardín, antes que los ingenieros del supuesto progreso cambiaran impunemente árboles venerables por baratos sacos de cemento. Al borde de la prisionera "Caja de Agua", por razones estratégicas cercada por las antiguas bayonetas de la Guerra de la Federación, en los intervalos de las cotidianas "derrotas" a piedra limpia, los escolares de la época, unos maracayeros y muchos recién llegados del llano o la montaña, detallábamos lo que sobresalía de aquel inmenso mar verde que bajaba de la cordillera y se difuminaba en la calina imprecisa de las vegas de la Laguna de los Tacarigua. Al sur, con respeto imponente, sobresalía la torre de La Catedral con su reloj que siempre funcionó con la exactitud necesaria para regir la vida de los ciudadanos y al este, solitaria, la silueta deslumbrante y misteriosa del Circo de Calicanto, con el único límite del feraz gamelotal de estos valles. Más allá la explanada del campo de aviación y el ruido lejano de la incipiente aviación venezolana que disfrutaba en exclusiva del insólito espectáculo de mirarla desde arriba.


EL CIRCO: De Calicanto

93

Quienes lo conocimos libre y desenfadado a la orilla de un camino ganadero, sin retoques mercantilistas que llegaron a pintarlo de un rosa femenino y luego lo embadurnaron de capas y más capas de pintura al amparo de contratos ventajosos clamamos, una vez más por una verdadera restauración, que recupere el mensaje original, que rescate los matices sutiles, que respete la vocación de su creador, en definitiva: una labor pro-FE-sional. No deben ser los barrotes de una prisión los encargados de proteger su integridad. Se puede repetir, en este caso, la paradoja de una forma de entender la vida en la ciudad moderna, donde los inocentes están cada vez más prisioneros de los más diversos artilugios de seguridad, repetidamente vulnerados, y los delincuentes por las calles, son los únicos que gozan de la libertad que todos anhelamos. Los que lo conocimos libre y pretendemos seguirlo contemplando airoso y sin obstáculos, queremos para él libertad y respeto vigilante durante las 24 horas del día. No lo queremos prisionero, por más que sea en una jaula de oro. ARA. Diciembre 2002.


94

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

"Quienes hablan con lógica han de confiar en lo que es común a todos, así como la ciudad ha de confiar en sus leyes" Heráclito "La ciudad ha de ser respetada y admirada" -------------------- "Voy a tratar de hablar de arquitectura: grave y peligrosa materia; ¿no es en efecto la arquitectura el escenario obligado de toda nuestra vida? En ese escenario nacimos actuamos y morimos" --------------------- "La gran arquitectura se identifica con el sitio natural o urbano, que uno llega a preguntarse a veces que fue primero, si el edificio o el sitio" Carlos Raúl Villanueva ( Escritos diversos )


Maracay y Los Toros UNA VIEJA AMISTAD

Surgió por puro impulso de la naturaleza. La fertilidad del valle reunió el primitivo grupo de vecinos que se apartaron del humedal de la vecina laguna de los Tacarigua y buscaron el rescoldo de las colinas protectoras que bajan de la sierra y esperaron a la orilla del camino Real su futuro destino. No fue el poblado producto de una decisión administrativa y, tal vez por eso, cumplió espontáneamente la aspiración de los antiguos, de construir sus ciudades en armonía con la naturaleza, hasta en el movimiento de los astros, como lo pautara


96

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Nicodemus, natural de Mileto, paisano de un tal Tales, precursor de un invento que mucho después dieron en llamar filosofía. Evidencia documental, cuidadosamente recogida por O. Botello, demuestra que fue a la solicitud razonada de un laborioso grupo de vecinos a lo que atendió el Obispo de Caracas y de Venezuela: Don Diego de Baños y Sotomayor, para crear en los albores del siglo XVIII, la Vicefeligresía Eclesiástica en una localidad que no tenía la entidad de sus pueblos vecinos del valle y que apenas adquirió el título de ciudad por decreto del Libertador el año trágico de 1814. Colonos, aparceros, menestrales y esclavos de las haciendas vecinas, gente de trabajo, compusieron la incipiente comunidad y por eso no es de extrañar que escogieran como su Santo Patrono al hacendoso San José como símbolo de un esfuerzo cumplido y estímulo para el compromiso del futuro. La fertilidad del valle dio amplia recompensa al esfuerzo de sus pobladores y ya de antiguo se pregonaron su prosperidad y su riqueza. Además de toda la gama de productos agrícolas autóctonos, se reprodujeron con éxito los recién llegados de ultramar y las vastas planicies salitrosas, de abundantes y nutritivos pastos fueron, seguramente, el medio más propicio para la reproducción exitosa de los bovinos ibéricos que, primero como vitualla y luego como fuente de riqueza renovable, embarcaron en el Puerto de Las Mulas, sobre el Guadalquivir, los primeros viajeros de Indias. Esa remota convivencia entre los pobladores del valle y el toro, que llamamos criollo, como legítimo producto de este ambiente, marca el comienzo de una vieja amistad.


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

97

No es descabellado suponer, por ejemplo, que el grabado de la cacería de toros cimarrones que incluye Argote de Molina en su tratado de caballería de mediados del siglo XVI y ubica en algún lugar de las Indias Occidentales, haya tenido el escenario en estos valles. Pero el toro criollo como el andaluz, su antecesor inmediato, ya venía de muy lejos, no sólo como especie bovina, sino también como tótem, como símbolo místico, enraizado en los más remotos orígenes de lo que hoy llamamos civilización occidental. Del valle del Indo y de los muy antiguos pueblos arios procede el culto de Mitra, vigente por siglos, hasta tiempos del imperio romano, que atribuía a la lucha y sacrificio del toro, representación de la fuerza ciega y la barbarie, todas las virtudes de la fertilidad próspera y el dulzor de todas las cosechas regadas con su sangre. En esta estirpe mítico-religiosa se emparentan, en múltiples variantes interpretativas: el Apis de los egipcios, las esculturas táuricas de Asiria y Babilonia, los graciosos ejercicios de las vestales del Palacio de Cnosos, maravillosamente preservados en sus frisos, el desafío de Teseo en pos del Minotauro, los valerosos "quiebros" que en cumplimiento de una de sus doce tareas tuvo que dar Hércules a los toros de Gerión y tantas otras manifestaciones donde el poder brutal y la instintiva fuerza genésica se contraponen a la fragilidad inteligente del hombre que acepta el riesgo de su combate y vencimiento como un compromiso vital. La sabiduría de los griegos depuró el contraste existencial y no por casualidad su mitología enraiza en las marismeñas llanuras del sur de la Iberia conocida, el mágico reino de Gerión y los Tartesos. Tuvieron que pasar muchos siglos hasta el hallazgo de ricos testimonios de pintura rupestre, como en Altamira por ejemplo, para


98

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

encontrar la imagen de los bovinos primitivos que como especie salvaje extendió su hábitat por todo el continente europeo. Este portentoso bovino de gran tamaño, dos metros de alzada, visiblemente armado, grueso pelaje oscuro y gran movilidad, pobló en nutridos rebaños las praderas y montes bajos de todo el continente y fue objeto, desde tempranos tiempos prehistóricos, de toda suerte de prácticas predatorias por parte de la creciente población de primitivos grupos humanos, como suministro de alimentos, fuente de pieles para la vestimenta y cobijo, así como primitivos materiales para labores manuales incipientes. Ese cazador colectivo advirtió en el instinto feroz de esta especie un comportamiento muy particular. Agotadas las posibilidades de huida del rebaño herbívoro y paciente, la agresión defensiva individual de contraataque de los machos mejor dotados, con violentas y repetidas acometidas frontales que asumen la defensa de la grey, a despecho de su propia integridad física o la misma muerte, si el intento lo impone. Su aptitud de combate tiene como única arma el instinto que impulsa una desarrollada cornamenta en la acometida directa y, para usar al máximo el poder de la vigorosa musculatura de su tercio anterior, le hace bajar la cerviz, "humilla" y luego derrota, en brusco movimiento del cuello en busca de su objetivo. Estas características de su comportamiento "agresivo" sin propósito predador, altruista ante el rebaño, de franco sacrificio individual, nutrieron el mito y las leyendas de que fue protagonista desde siempre. De allí que fuera objeto repetido, seguramente con anhelos de transmutación, de aquellas pinturas rupestres y de las primitivas esculturas que, como los Toros de Guisando, dejaron, en la propia estepa de sus luchas, los pueblos celtiberos en el corazón de la península ibérica. Esta idea


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

99

ancestral pervive todavía en la celebración de antiguos ritos en pos de la fertilidad, como el que se muestra en añejas estampas medioevales donde se representa al novio y sus amigos, conduciendo un herido toro enmaromado al balcón de la novia para que moje en sangre fértil el sayo que la cubre, muestra de anhelos colectivos, que ahora mostramos con pacíficos, aunque menos eficaces granos de arroz. De ese origen se conservan arcaicos ritos taurinos, como los del Toro del Aguardiente, El Toro de La Vega, el toro alado, con el cóndor a cuestas, de los pueblos indígenas de la sierra peruana y la derivación moderna de la carrera de los toros por las calles de los pueblos de Navarra, como la muy divulgada de los toros en Pamplona. Los rebaños salvajes fueron víctima de la progresiva deforestación y la insaciable capacidad predatoria de las poblaciones en aumento. Los bovinos salvajes europeos, el Bos primigenius, a través de largos procesos de domesticación, dio origen a todas las razas modernas de ganado bovino especializado y a las estirpes arcaicas que subsisten: los bovinos de la Camarga francesa y los selectos de lidia, a tiempo que los núcleos salvajes se convirtieron, por su peculiar comportamiento, en los más preciados trofeos de cacería para los nobles y privilegiados que de esa manera daban muestra de su arrojo y de su destreza personal en un lance memorable. En este punto es inevitable una digresión pertinente para mencionar el regalo que Don José Ortega y Gasset hizo a su amigo Domingo Ortega, en la oportunidad en que el Ateneo de Madrid invitara a este celebrado matador de toros a pronunciar una conferencia sobre la bravura del toro de lidia. Don José, un humanista que hizo del pensamiento filosófico un quehacer cotidiano para difundirlo en el lenguaje llano del hombre de la calle, se


100

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

había tomado el trabajo de investigar los resultados de una sugerencia epistolar que hizo, en 1612, nada menos que el ilustre, por múltiples motivos, entre ellos la invención del cálculo infinitesimal, el bibliotecario de Hanover: Leibniz, a un editor, que imprimía para la época una biografía de Julio César, para que incorporara en su libro un grabado con la esfinge realizada por encargo, del natural, de uno de los últimos ejemplares salvajes que se conservaron en el bosque de Jaktorowka, al sur de Varsovia, donde se extinguió por completo la especie. El Uro, Thur en polaco, cual era el majestuoso animal que según el antiguo texto había alanceado en su momento, el emperador romano con maestra habilidad cinegética. El hallazgo fortuito, por parte de un zootecnista inglés en los depósitos de un anticuario de Salzburgo, permitió recuperar, ya en el siglo XX, la vieja imagen aludida, que la castiza curiosidad de Don José encajó en la historia de la ganadería bovina y en particular, la del toro de lidia moderno y que se permitió obsequiar, en oportunidad tan señalada, a su amigo torero. La proverbial afición a la caza de nobles y aristócratas prolongó en el tiempo su ejercicio, si ya no con los toros salvajes, con los asilvestrados que fueron siempre abundantes al amparo de los climas benignos del sur y en particular en la península ibérica. El ejercicio de alancear los toros a caballo levantado, tal como aparece al relieve en un magnífico pasamanos plateresco de la Universidad de Salamanca y como nos mostraron en el campo los señores de Palha en 1999 durante el Congreso Mundial de Ganaderos de Lidia, fue parte obligada de las prácticas ecuestres de una casta de por siglos guerrera, que los moros asimilaron pronto a su manera de cabalgar a la jineta. De allí la idea errónea que divulgó Fernández


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

101

de Moratin, con su prolija Carta Histórica, que la fiesta de los toros tiene origen sarraceno y de allí, también, las posteriores consecuencias en la vistosa arquitectura vinculada a lo taurino. La reconquista estimuló la preservación de las artes militares después de siglos de empeño guerrero y los caballeros medioevales, a la par de las justas y torneos de lucimiento cortesano agregaron, como manifestación mas viril y arriesgada, el arte de alancear toros a caballo. Fruto de esta añeja tradición fueron las Maestranzas de Caballería, con atributos nobiliarios que aún subsisten y cuya denominación atribuye el lenguaje criollo, con arbitraria gracia, a los rasgos arquitectónicos, de nuestra Plaza del Calicanto. Fue de esperar que lacayos, caballerangos y monteros - de su chambergo redoblado para aliviar en la carrera los impactos de la ramazón - quedó el nombre para el tocado del torero moderno: la montera, quienes fueron desde siempre servidores de a pie, los que, como fruto de sus observaciones del comportamiento de la res, desarrollaron habilidades y destrezas para reducir el peligro en aquella lid - de donde nos quedó el concepto de lidia. Las Partidas de Alfonso el Sabio proscribieron, por infamante, el lucro por luchar con los toros, ejercicio que en la mentalidad caballeresca de la época estaba reservado a quienes sólo lo hacían por lucimiento desinteresado. Un curioso cuadro de la primera época de Diego Velásquez, el Pintor de la Verdad en la Corte madrileña, que se conserva en la Galería Nacional en Londres, muestra una escena de cacería confinada, con evidente intención de espectáculo, en las cercanías de Madrid, para que los caballeros de turno mostraran sus capacidades a


102

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

un reducido número de invitados de privilegio. “La Tela del Hoyo de Manzanares" deja ver un claro del bosque circunscrito por una larga tela de color, reminiscencia que saltó el charco para denominar el lienzo charro, donde monteros y lacayos preparan la faena de sus señores a caballo que se disponen a dar caza a un par de jabalís, en presencia de lujosas carrozas y un público ricamente ataviado. A partir de allí faltó poco para trasladar el deslumbrante espectáculo, con toros a propósito, a los recintos urbanos: las plazas mayores y la de Madrid, por ejemplo, alojó por largo tiempo sonadas fiestas Reales y alardes románticos como los del caballero y poeta Conde de Villamediana, quien arriesgó la vida en la Plaza Mayor y la perdió en un oscuro callejón, en aras de la divisa de su pendón, que una tarde anunció, en pícaro juego de palabras, ocultos amores reales, nada menos que con Isabel, esposa de Felipe IV. El cuaderno de viajes de una enviada de la Corte de Francia, la Condesa de Aulnoy, da cumplida referencia de las fiestas de toros en el Madrid de los Austria. Ella indaga, con la necesaria curiosidad intelectual, el origen de los usos y costumbres, el comportamiento de los toros, las divisas que desde entonces portaban y sobre todo, destaca el entusiasmo popular que despiertan. Con el advenimiento de los Borbones a la Corte española, se produce un alejamiento complaciente de la aristocracia de su antigua diversión, pero ya para entonces, tenía relevancia la figura del plebeyo ayudante de a pie, a quien llamaron hasta entonces "chulo", porque obtenía provecho pecuniario de lo que, según las recordadas reglas de caballería, sólo debía hacerse por amor. Por eso el término hizo la intencionada fortuna que conserva en el lenguaje cotidiano de nuestros días.


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

103

Las destrezas y habilidades de estos hombres en el manejo del ganado cerril en rastros y mataderos, se habían perfeccionado en la plaza como personajes secundarios cada vez más relevantes que destacaron, por ejemplo, en "el empeño a pie" para matar cara a cara y por la cruz, en la forma más gallarda, con la espada corta, al toro no vencido por la lanza o los rejones de su señor de turno. El atractivo popular de esta fiesta, postergada por los nobles timoratos del momento, abrió entonces la puerta a su democratización espontánea alrededor de su figura popular. Una verdadera revolución incruenta: sin guillotina, sin guerras, sin motines y por supuesto, sin decretos. Surgen entonces los nombres de los primeros toreros de a pie de quienes se tenga noticia y la interminable polémica entre los eruditos, que si fueron navarros o andaluces los primeros, desde entonces, protagonistas. Francisco de Goya y Lucientes, "Don Francisco el de los Toros", dejó para la posteridad una crónica histórica de aquellos primeros tiempos del toreo a pie en una época de "majas y chisperos" cuando todo lo popular había invadido los terrenos de una aristocracia decadente. Los aguafuertes de su "Tauromaquia" recogen viejas suertes en desuso, anécdotas históricas y aspectos vigentes para la época de una fiesta desordenada, anárquica, donde se confundían lidiadores de a pie y de a caballo con participantes espontáneos. Los Alguaciles, representantes directos de la autoridad del Sr. Alcalde, despejaban en verdad la plaza, costumbre que simbólicamente se conserva hasta hoy como responsables, ante todo, del orden público. De allí deviene la indeclinable autoridad municipal, por encima de leyes federales y reglamentos nacionales. El magisterio de ese testimonio gráfico llena toda la época en los trazos de un aficionado genial.


104

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

El derecho a celebrar fiestas de toros se concedía por privilegio Real a las comunidades que lo solicitaban en oportunidades muy señaladas y cuando la evolución impuso el pago de los asistentes en un acontecimiento eminentemente popular, los beneficios se destinaron invariablemente a obras benéficas: sostenimiento de asilos, hospitales y casas de beneficencia, tradición que se conserva en importantes localidades de raigambre taurina. La actuación de los pioneros: Miguel Canelo o Francisco Benete de Sevilla o del navarro Bernardo Alcalde, el Licenciado de Falces, que pasó a la historia embozado, pronto comenzaron a ajustarse por cuadrillas completas siempre precedidas por hombres diestros de a caballo, quienes con vara larga y "llamadera" metálica, con tope encordelado, se encargaban desde su misma aparición en la plaza de picar el toro para atemperar sus bruscas acometidas y hacer posibles las audacias de sus compañeros de a pie. El atuendo de aquellos hombres se conserva, de alguna manera, hasta nuestros días: el chambergo de ala ancha que los tercios de Flandes llevaron a la península: de pelo de castor, dejó el castoreño de copa redondeada, con el adorno campero de la bellota, el pañuelo de seda en la cabeza de los montados se sustituyó por delicada redecilla y luego por coleta natural, emblema de una profesión con contenidos crípticos, como su origen oriental, que la modernidad de Belmonte convirtió en añadido artificial y le restó su utilidad protectora. La chupa corta del jinete derivó en chaquetilla, cuyas sedas, hombreras y otros adornos evolucionaron rápidamente. Se mantuvo la camisa de pechera rizada y el breve pañuelo al cuello: la "pañoleta" que sólo le dejó el nombre al delgado corbatín


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

105

de hoy. La primitiva faja de cuero se hizo de seda y la calzona de ante suave, que a duras penas se mantiene para los actuales picadores, se reemplazó por el calzón corto y ajustado rematado con ataduras por debajo de la rodilla: los literarios "machos" tal como los señores lo vestían de calle para la época. El brillo de la seda y los adornos recamados de la "taleguilla" actual vinieron por pronta añadidura. La media de seda blanca, detalle de lujo, adquirió matiz encarnado por imperativo utilitario en una lucha cruenta y la zapatilla liviana, presta a movimientos muy ágiles, pronto también perdió las vistosas hebillas que conservaron clérigos y petimetres. La amplia capa, complemento obligado del atuendo, fue por antonomasia el "engaño" primario y su contraste de colores, las vueltas y el necesario cuello se conservan con variantes y modificaciones utilitarias. Al doblar la capa sobre una "estaquilla" de madera se pudo manejar mejor con una sola mano, a la hora del empeño a pie. ¿Por eso se llamará muleta? Se llegó muy pronto a la aparición de cuadrillas de fama muy extendida y dinastías toreras como los Romero de Ronda, Cándido de Cádiz, con posibles raíces en Cuba colonial, Costillares reconocido como introductor del volapié, Cuchares y tantos otros, quienes fueron dejando como herencia suertes diversas, aportaciones técnicas hasta llegar al malogrado José Delgado “Pepe- Illo” quien criado en el matadero de San Bernardo en Sevilla, murió llorado por las multitudes una tarde de mayo en Madrid, tiempo después de haber dictado a un amigo letrado su “Tauromaquia o Arte de Torear”, donde ordena pedagógicamente sus experiencias y termina con un comentario magistral:


106

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

"…porque a la verdad en este arte tauromáquico siempre se está aprendiendo. No fuera el tan recomendable, si no tuviera esta cualidad brillante de infinito." ¡Qué falta nos hace recordarlo! Un largo período de evolución del primitivo toreo a pie conduce a la presencia de un maestro, ordenador de las normas prácticas del antiguo rito: Francisco Montes “Paquiro”, quien asienta con rigor profesional las bases del espectáculo tal como se mantiene hasta el presente, no obstante su adaptación dinámica a nuevos usos y costumbres, así como variantes locales, que si no la modifican en esencia, enriquecen el contenido de la antigua fiesta y le confieren personalidad propia a sus manifestaciones en distintas regiones y en diversos países que la aceptaron como parte del acervo cultural que heredaron. Recogió también sus experiencias con el altisonante título “Tauromaquia Completa” llenas de sabios detalles técnicos y transcritas por un escritor, aficionado de la época, cuya identidad se discute después de más de siglo y medio. Se mantiene por largos años la preeminencia en los carteles de los hombres de a caballo - de ella solo quedó el caballeroso saludo del último montado que abandona la plaza- pero su popularidad individual decrece en la medida que aumenta la fama de los maestros de a pie y el calor popular que alimenta las rivalidades entre personalidades consagradas: Rafael Molina “Lagartijo” y Salvador Sánchez “Frascuelo” marcan una época que ya cumplió su primera centuria y dejó la herencia directa de un señalado “mandón” individual: Rafael Guerra “Guerrita”, un nuevo “Califa” cordobés que replanteó las bases técnicas del toreo y extendió su influencia a los


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

107

conceptos, hasta entonces prevalecientes, en la cría del toro de lidia como raza especializada. Ya desde el siglo XVIII la escogencia de toros asilvestrados en amplias marismas o lejanas sierras había dejado de ser tarea de tratantes y carniceros con detallado conocimiento de las castas locales de estirpes bovinas que se criaban en plena libertad, tal como se repitió espontáneamente en nuestros llanos. Con legítimos méritos pasaron a la historia los laboriosos hermanos Rivas, de Dos Hermanas, quienes después de servir toros para las grandes fiestas en Sevilla, indicaron al primer Conde de Vistahermosa, dónde y cómo seleccionar los rebaños de fundación de la ganadería que dio lustre a su heráldica y que hoy por día constituye el origen formal de casi todos los encastes modernos de ganado de lidia. Ese primitivo proceso de selección tuvo como recurso la práctica campera del manejo de la garrocha para las faenas de acoso y derribo y la subsiguiente suerte de picar a campo abierto. Hay constancia que “Curro el Rubio”, emblema de los actuales “conocedores”, probó al caballo las vacas de variado origen que formaron la simiente de la ganadería precursora de Vicente José Vázquez, de Utrera, como las de su aristócrata competidor. Los rebaños primitivos de donde aristócratas y terratenientes escogieron ganados que ya gozaban de alguna fama, procedían de los orígenes y del mismo ambiente de donde se trajeron al nuevo mundo las reses que poblaron sus llanuras y montes. Exactamente el mismo origen del ganado “criollo”. Otra acotación relevante se refiere al método empírico de selección por aptitud comprobada, que por aquellas calendas y sin comunicación posible, apenas comenzaban a aplicar en Gran Bretaña, los creadores del primer “Stud Book” y Roberto Bakewell,


108

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

pionero de la moderna zootecnia, que aplicó los mismos principios a la selección de ganado de carne. Tal fue la autoridad profesional de “Guerrita”, que en ese mundo de terratenientes con emblemas nobiliarios impuso criterios novedosos en la selección de un toro menos arisco y más noble, más boyante, más propicio para el lucimiento de quienes disponían de recursos de interpretación de las suertes más allá del puro dominio y muerte eficaz de la fiera. La ganadería del Marqués de Saltillo siguió esos derroteros y a los laureles efímeros de sus triunfos en los ruedos de la época, añadió el premio más trascendente, de mandar a México la cepa de una fecunda cabaña brava. Así llegamos al siglo que ahora termina con más comunicación que entendimiento. La sinergia de un toro más propicio, un profesional técnicamente más dueño de su azarosa situación y un público más sensible a la expresión artística dentro de la vieja danza trágica, provoca una conmoción popular sin precedentes, que los escritores de la época insistieron en llamar “La edad de Oro”, personificada por la irrepetible simbiosis de José Gómez Ortega “Joselito”, de raza calé y depositario del mejor resumen de todas las tauromaquias precedentes y Juan Belmonte, sefardita de origen, quien suplió sus limitaciones físicas con formas novedosas y actitudes personales, que por contraste, dieron en llamarse revolucionarias. Durante una corta convivencia el trasego mutuo entre estos dos comportamientos dispares produjo la concepción artística del toreo que hoy conocemos a través de una nutrida pléyade de actores con más o menos fortuna artística o repercusión literaria. Entre estos últimos, inconstante como artista inspirado, Manuel Jiménez “Chicuelo” se recuerda hoy más como autor de


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

109

un lance que como editor magistral del legado que tuvo y conformó lo que hoy es sistema general del toreo en redondo. Así lo explicó con lujo de floridos detalles en México, en Madrid y aquí mismo en Maracay. Pero esta parte de la historia había comenzado hacía casi cinco siglos. Los acompañantes de Colón en su tercer viaje tuvieron la intuición de bautizar la ignota tierra firme con el presagio de Nueva Andalucía y según recientes hallazgos bibliográficos, antes que la codicia depredadora agotara los portentosos ostrales de Cubagua, la efímera riqueza de sus primitivos pobladores había celebrado con toros y cañas, a la usanza peninsular, el nacimiento de quien iba a ser, por paradoja, “El Prudente” Felipe II. Los primeros colonizadores trajeron con su lengua romance y su confesado propósito evangelizador, todo el bagaje de su cultura, sus usos y tradiciones ancestrales, en definitiva, todas las grandezas y miserias de un pueblo mestizo de origen, que en el crisol gigante de continentes aún desconocidos, acometieron sin presentirlo la más grandiosa empresa humana que se conozca. Carlos Salas, en el legado perdurable de su Historia de Los Toros en Venezuela, documenta la realización de festejos semejantes en Nueva Jerez, hoy Nirgua, en homenaje a la primera de las bodas del mismo monarca, por parte de quienes acompañaban a Diego de Losada en la empresa de someter a los bravos Caracas y la fundación, ésta sí protocolar y atenida a rigurosos preceptos, de Santiago de León, que hoy aloja tantas otras fieras. Alancear toros en plaza abierta, en este caso la de Acho, lo hizo también Pizarro para emular las hazañas del germánico Carlos V en su intento incompleto de cautivar sus nuevos súbditos, de manera que en muchos puntos de la geografía de las que después se hicieron repúblicas


110

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

de América, se repitieron estas experiencias de raíz legítima que algunos otros arrancaron por ignorancia, por frivolidad circunstancial o por la pretendida adopción de una cultura exógena, que por pérfida sigue siendo ajena. Los bovinos ibéricos a partir de simiente necesariamente limitada, cumplieron la más extensa, rápida y definitiva conquista ecológica en las inmensas llanuras aluviales del Orinoco y sus afluentes. Desde los valles y las estribaciones del extremo norte de la sierra andina, hasta mas allá de Casanare, abundaron en muy poco tiempo rebaños enteros que en libertad absoluta hicieron suyas las bondades y limitaciones de un ambiente duro y propicio a la manifestación espontánea de sus ingénitos instintos de supervivencia. Ésta que pasó a ser riqueza natural, se explotó como tal por siglos como suministro de alimento valioso y como proveedor de cueros, único recurso exportable y convertible en beneficio pecuniario, por tanto derivado de “pecus”: ganado. Los valles de Aragua y el Tuy fueron el repositorio obligado de largas puntas de ganado que andando por el camino de El Rastro llegaban para su engorde y posterior beneficio a satisfacer las necesidades de consumo de ciudades y poblaciones en crecimiento del centro del país. Por eso se estableció en Maracay, en los primeros años 20, el primer frigorífico industrial dotado de los mejores recursos técnicos de la época, que junto al avanzado Lactuario centralizaron aquí lo mejor del progreso ganadero. De aquellos rebaños de ganado criollo de puro origen ibérico se escogían los destinados a correrse para solaz y esparcimiento de los pobladores comarcanos y los que se destinaban a corridas formales a la “usanza española”, rezaban los carteles, en Caracas y demás plazas


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

111

importantes del centro, a donde concurrieron desde el siglo pasado toreros españoles que venían a “hacer las Américas” durante los meses de invierno nórdico. Estos toros criollos descendientes directos del uro, a través de sus progenitores andaluces, fueron, a su vez, objeto de un rápido proceso de extinción a partir de los años 40, por mestizaje y absorción con razas cebuínas originarias de la India, que constituyen una subespecie y por eso tienen un comportamiento agonístico tan diferenciado que hace imposible la práctica del arte de torear con sus descendientes, por ariscos y bravucones que parezcan. De la convivencia secular del criollo bravo, que aún añoran los aficionados añejos que lo disfrutaron y entre los recios hombres de a caballo, indispensables para su manejo, surgió con caracteres de arte vernáculo, el coleo o la suerte de derribar los toros por la cola, a caballo, en desuso en sus tierras de origen, como la había descrito prolijamente Pepe-Illo en su tauromaquia. De oficio de campo abierto pasó, como el toreo a pie, a ejercicio de destreza y lucimiento personal, a las propias calles citadinas, cuajadas de templetes y cintas de color para el insinuante homenaje femenino en ocasión de fiestas señaladas. Hombres y apellidos, a remedo de antiguos caballeros, cobraron en estas lides merecida fama en los albores espontáneos de lo que ahora, sistemáticamente reglamentado, ha pasado a ser deporte nacional. Del interés por preservar el prestigio otorgado por la recría de criollos a fincas, potreros y apellidos surgió la selección de vacas “cuneras” de origen familiar desconocido pero de comprobada bravura, para aparearlas con sementales de casta, de origen conocido, es decir, con “pedigree” como dicen los ingleses, que como tales ya se venían reproduciendo por mucho más de un siglo


112

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

en sus países de origen. El explosivo éxito de los “media casta” que tan difícil es mantener en sus descendientes, tuvo su origen en “La Providencia” de Raimundo Fonseca, durante los primeros años 20, la cual pasó posteriormente a propiedad de los hermanos Gómez Núñez, Juan Vicente y Florencio. Por los mismos años repitieron el intento en “La Quebrada” Gonzalo Gómez, gran entusiasta de toros y deportes, y la familia González Gorrondona en “Casupito”, donde padrearon toros de “Veragua” que se lidiaron y luego pasaron a la reproducción. Todos estos predios en la próxima vecindad de Maracay, nutrieron su cultura ganadera y fomentaron la vieja amistad que condujo a la importación, por parte de los propios hermanos Gómez Núñez, del rebaño completo de fundación de la primera ganadería de pura casta que se estableció en el país, cuyos orígenes andaluces se remontan bastante más de un siglo. Como resultó perfectamente natural la ganadería prócer también se estableció en este valle, en una finca próxima a Turmero: “Guayabita”. Todo este ambiente ganadero, imperativamente taurino, tuvo por centro a Maracay, más por la tarea cotidiana que por frivolidades de tertulia, al tiempo que aficionados y tratantes, difíciles de diferenciar, como Julio César Ohep y Don Jesús Solórzano, hicieron posibles los primeros pasos de futuras figuras y alimentaron los cimientos de una afición que une y caracteriza nuestra identidad ciudadana. Los acontecimientos político-militares que siguieron al triunfo de “La Restauradora” habían concentrado todo el poder en la persona de Juan Vicente Gómez, hombre de campo, quien como sus antecesores: Joaquín Crespo, Guzmán Blanco y José Antonio Páez, encontraron en las fincas aledañas al primitivo Maracay fuentes para aumentar su recién llegada riqueza y muestras suntuosas de su poder. Para entonces permanecía


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

113

el poblado con estructura muy semejante a la que había descrito Humboldt, un siglo antes, en el relato de sus viajes. Vigilante directo de sus numerosas propiedades, ganadero por vocación, rehuyó las intrigas capitalinas del ejercicio del poder y se refugió en Las Delicias sin descuidar el control personal de las fuerzas militares. Se formó así, a su alrededor, una pequeña corte de familiares y allegados junto a la variopinta legión de acólitos y eternos solicitantes de algún favor que resolviera sus urgencias. Rápidamente el pequeño poblado experimentó un inusitado crecimiento. A las instalaciones militares de diversa índole se sumaron las primeras factorías agroindustriales procesadoras de las materias primas obtenidas de actividades ganaderas y agrícolas y este desarrollo condujo, desde los finales de la década de los años 20, a un proceso sin precedentes de renovación urbana que cambió en muy poco tiempo el perfil de la adolescente Maracay. Los para entonces modernos cuarteles militares, de cierto carácter germánico, el campo inmediato, cuna de la aviación venezolana, un moderno hospital civil, el Hotel Jardín, de líneas avanzadas y el más moderno y confortable del país, plazas y parques públicos que todavía sorprenden, todo se construyó casi simultáneamente al conjuro mágico de la riqueza petrolera que apenas se esbozaba, mientras caminos reales y viejas veredas ganaderas se convertían en carreteras pavimentadas. Los ya mencionados mecenas del Maracay taurino, los “muchachos” Juan Vicente y Florencio, quizás estimulados por su amistad con Juan Belmonte, quien fue su sorprendido huésped durante su única visita a Venezuela, propusieron entonces la construcción de una plaza de toros a la altura de las circunstancias, para dejar atrás la memoria de las predecesoras. La derribada en el


114

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

sitio del recién construido “Barrio Catalán” o la que existió por mucho tiempo en la esquina de “La Maracayera” vecina a un primitivo matadero y al modernizado Mercado Principal de aquellos años. Aquella fue una idea coherente con el clima tauro-ganadero de la pujante ciudad y la proyección de su embellecimiento. Con ese fin se encargó a un joven arquitecto, con sólida formación académica y fina sensibilidad artística, Carlos Raúl Villanueva, el proyecto y supervisión de la construcción de la Plaza del Calicanto, la cual pasó a ser desde su misma inauguración, en enero de 1933, sin necesidad de decretos ni de campaña publicitaria alguna, el emblema ciudadano por excelencia y símbolo sentimental y artístico de los maracayeros. Un feliz resumen de los mejores elementos de la arquitectura mozárabe que desde el siglo XVIII, en virtud de la ya mencionada Carta Histórica de Fernández de Moratín, se había hecho indisoluble de las corridas de toros, pasó a ser no sólo un hermoso edificio, también ha sido el más fecundo crisol de la afición taurina por la proyección internacional que le han conferido los alumnos más destacados de su pródiga escuela taurina y por el calor y color particular y entrañable de la afición, quizás no tan numerosa como deseáramos, que con espontánea vocación se acoge bajo sus arcadas. Aficionados que según la explicada raíz etimológica actúan sólo por afecto, a diferencia de quienes se anticipan a “cobrar” en notoriedad, al amparo de una calificación que no merecen y la utilizan para los fines, no siempre confesables, de sus propias relaciones públicas y peor aún, de aquellos que por simple y llana “chulería” quieren vivir del toro sin asumir el riesgo y con fachada petulante exigen proventos ilícitos a cambio de “mediatizadas” informaciones divulgativas.


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

115

Como un modesto homenaje a tantos y tantos aficionados anónimos es forzoso mencionar aquí, a manera de fraterna muestra, algunos puntales representativos de la afición del Maracay de ayer, de hoy y de siempre, que acoge gentes de los más diversos orígenes y de las más variadas actividades y quienes han encontrado aquí reconocimiento a su esfuerzo y para quienes la afición taurina ha representado un vigoroso nexo afectivo con la colectividad que los acogió sin exigencias previas. A quienes miren con la necesaria curiosidad esta amistad histórica entre el siempre joven Maracay y la siempre renovada experiencia taurina, están dirigidas estas palabras. No hay en ellas propósitos proselitistas, pero intentan mostrar por qué merecen rotundo rechazo las protestas en contra de los toros, los intentos fascistas por la prohibición del espectáculo en aras de un supuesto intento civilizador, que sólo sostienen quienes desde el olimpo de su ignorancia repiten consignas que insultan la inteligencia del hombre de hoy, en pos de fórmulas totalitarias que contradicen la tolerancia y libertad que todos perseguimos y anhelamos para un mundo más justo.

El comportamiento de un conjunto humano frente a la percepción de una experiencia artística la define y la caracteriza, al mismo tiempo se forma un vínculo por proximidad anímica que refuerza el sentimiento de pertenecer a él y, por eso, la colectividad se reconoce como cosa propia a través de esa comunión emocional. Allí se pudiera buscar el residuo en el fondo de esta vieja amistad, que se advierte, como denominador común, en los siguientes personajes: Pedro Pineda, como si respondiera, sin saberlo, a antiguas tradiciones salió de trabajador del Matadero Maracay, donde tuvo su bautismo de sangre por asta de


116

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

toro en el cotidiano lidiar con las reses de abasto. Refinadas sus capacidades en el crisol del Calicanto tras un breve y rudimentario aprendizaje de las reglas básicas del arte, alcanzó nombradía por su entrega y seriedad profesional y mas aún, a la manera clásica, por la pureza con que ejecutó la suerte de matar. Obtuvo con reconocidos méritos una alternativa de categoría y prodigó sus actuaciones, en las condiciones posibles para la época, especialmente en la región andina, donde con sus éxitos y sobre todo con su seria entrega abonó el cultivo de la fiesta de los toros. Su labor imperecedera de maestro de toreros dura hasta el presente y se proyecta en el tiempo con la solera del crisol de origen, con testimonios vivos en todos los ruedos del mundo. A su afición, a su dedicación y esfuerzo, no siempre comprendido, se debe también la construcción paciente de las bases de la afición local con la organización regular, más de 40 al año, de la más variada gama de espectáculos taurinos, que desde niños fomentaron la permanente inclinación de los maracayeros, para quienes asistir a la plaza se convirtió en hábito obligado cada domingo por la tarde. “Damas, niños y militares sin graduación: mitad de precio” rezaban los carteles, y a este amparo se acogían, no sólo las continuas oportunidades de los noveles actuantes, siempre renovados por su rigurosa escuela, sino también la otra escuela más amplia y siempre necesaria de los aficionados de tendido. Alrededor de la figura de este maracayero laborioso y disciplinado se fueron consolidando las dos vertientes del Maracay taurino: las camadas, continuamente renovadas de noveles toreros, que hoy vemos florecer en alumnos de sus alumnos y una afición devota, quizás no demasiado numerosa, pero que se encarga de mantener vivas sus raíces, sin aspavientos ni protagonismos, como corresponde a los viejos amigos. Su alumno primogénito,


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

117

Oscar Martínez Natera, comenzó junto a su hermano Ricardo, lo que después se convirtió en una larguísima saga de toreros de variadas tendencias y aún más variada fortuna artística. Torero desde niño, austero y formal y con arraigada mística profesional, acrecentó su escueta formación clásica con la acogida que sus méritos le hicieron ganar dentro de la muy exigente casa “Dominguín”, que lo condujo hasta una brillante alternativa después de una exitosa campaña novilleril rematada en Madrid con el cartel de “no hay billetes”. Vocacional e introvertido, no estuvo dispuesto a hacer concesiones a la galería, ni dentro ni fuera de la plaza. Intransigente ante la mezquina política al margen de los ruedos se apartó prematuramente de ellos y canalizó su afición de toda la vida por el arte fotográfico y la taxidermia autodidacta, en todo lo cual dejó también huella importante, así como en su ejemplar conducta familiar y ciudadana. Del más humilde origen, encontró en el crisol del Calicanto una visión que pudo encauzar su temperamento de rebelde con causa y regresó para darle su nombre después de triunfar rotundamente en todas las plazas importantes del mundo. César Girón Díaz colocó, por sí solo, el nombre de Venezuela en la historia del toreo de todas las épocas y con toda justicia Víctor José López rinde tributo a su memoria bajo el título de “Venezuela Vestido de Luces”. “Cien plazas resultaron cien Sevillas y cien Guadalquivires, Rubicones…” Así cantaron distinguidos poetas e intelectuales contemporáneos, testigos de sus ejecutorias, las glorias del primer Girón que no intentamos repasar aquí. Fue también el patriarca de una de las mas largas dinastías de toreros.


118

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Curro Girón se impuso con luz propia en un firmamento taurino nutrido de grandes luminarias; Rafael, el artista inconstante de la casa y aún la trayectoria de Efraín Girón, inmerecidamente ensombrecida por sus hermanos mayores, sigue presente como desafío profesional para las nuevas generaciones. César, el César de Maracay, rindió su vida en pleno corazón del valle que tanto amó cuando comenzaba a domeñar el único adversario que lo puso en jaque: el toro indómito que llevaba dentro. A sus glorias tantas veces cantadas poco podemos agregar, sólo dar testimonio de la huella imperecedera que dejó en su terruño, que al despedirlo se volcó en la más concurrida manifestación popular que recordemos. Por esta plaza pasaron todos los toreros nacionales, para quienes ha sido siempre un desafío con carácter de reválida profesional y los toreros más importantes del mundo, de cualquier nacionalidad, en los últimos 67 años. Muy gustosa, pero muy larga para nuestros propósitos, resultaría la lista e imperdonables las involuntarias omisiones. Por su demostrada vocación maracayera, dentro y fuera del ruedo a través de una larga trayectoria, por justificada excepción, mencionamos un andaluz: Tomás Campuzano, quien se hizo acreedor a la designación de maracayero adoptivo, que lleva con orgullo. Él junto a muchos más que escapan al relato, dejaron su aporte más o menos afortunado para la afición que pretendemos representar en los siguientes personajes sin desmerecer méritos ni trayectorias de tantos otros quienes tienen su sitio en la memoria ciudadana. Corpulento y jovial, invariablemente tocado de un sombrero de ala corta, respetuoso e irreverente al mismo


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

119

tiempo, sentía su Maracay como su propio cuerpo y conocía al dedillo el nombre e incidencias de cada coyuntura, las esquinas, las calles y los antecedentes de cada edificio o apellido. Historiador nato, quien seguramente no escribió una línea, atesoró en amoroso desorden los recuerdos de su pasión taurina, que compartía con los cofrades que sabía escoger. Modesto y generoso, quedó en la barandilla de la entrada del tendido de sombra, como el más auténtico representante de la afición taurina de su pueblo. En los oídos de muchos de nosotros todavía retumba el vozarrón siempre oportuno de Manuel González “Manuelote”. Y enfrente “Manuelito”, Manuel Peñaloza Fernández, intelectual y poeta por la gracia de Dios, hizo todo lo posible para pasar inadvertido en su propia tierra, tan propicia al arribismo y a la especulación circunstancial de egos vacíos. Dejó casi sin proponérselo, hermosas muestras de poeta sensible y delicado. Encontró en los samanes de Aragua las raíces fecundas del valle y en su Calicanto inventó la cantera que publicistas y políticos, en pretendida búsqueda del alma popular, han hecho trascender, sin conocer su origen, en el lenguaje cotidiano. Su pasión por los toros lo sembró, como un samán de Aragua, donde él quiso quedarse más a gusto: en el recuerdo de sus amigos de tendido. Político en la más olvidada y legítima acepción de la palabra, que acuñó sin alardes el emblema de “Aragua, corazón de mi país”. Todo el sol de sus playas, la umbría de sus montañas, el dulzor de sus valles, cupo por entero en su generoso corazón, que sintió a su gente y derrochó amistad con la entrega sincera que añoramos quienes tuvimos la suerte de compartir con “Joseíto” sus dos amores: su tierra y casi por consecuencia, los toros, a los que interpretó como una manera de ser maracayero.


120

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Banco permanente de ensayos toreros, fueron mientras lo permitieron los toros criollos en rápida desaparición, los corrales del viejo matadero. Especie de escuela paralela, allí tuvieron acogida otro nutrido grupo de aficionados y aspirantes, al amparo de la complicidad disimulada de un mecenas poco recordado, “El Cabo” Irene. Allí, en forma subrepticia, completó su formación un buen número de toreros en agraz, uno a quien estoy obligado a señalar por símbolo, por la pureza clásica de su sentido artístico: Carlos Martínez, y otro, Carlos Rodríguez “El Mito”, por su legítima raigambre popular. “El Milagro”, el barrio que lo vio nacer, sacó su nombre de la ausencia de autoridad competente que lo impidiera y brotó por fuerza de la naturaleza, como siglos antes lo hiciera la ciudad entera. José Nelo, por esfuerzo constante, que no por milagro, pasó de espantapájaros infantil a figura torera que adoptó en su nombre artístico el mensaje de su tierra, ha paseado con éxito y pleno reconocimiento profesional los ruedos del mundo. Morenito de Maracay está presente aquí esta tarde y en estos mismos días tomará su alternativa de matador de toros Juan José Girón, el más reciente vástago de la fecunda cepa gironera. Él representa ahora las ilusiones y esperanzas de tantos jóvenes que en las escuelas taurinas esperan encontrar su destino. Esas ilusiones y esas esperanzas merecen todo nuestro respeto y admiración porque en ellas alienta la llama que va a mantener viva la señera amistad que tanto queremos conservar. A través de estas semblanzas, más cariñosas que afortunadas, pretendemos rendir también merecido tributo a los miles de aficionados innominados que han nutrido la vertiente de esta vieja amistad junto a los


MARACAY Y LOS TOROS: Una vieja Amistad

121

cientos y cientos de aspirantes, novilleros y matadores de toros, unidos a tantos otros que encontraron en las filas de los toreros de plata o como toreros de a caballo, como el incombustible Rigoberto Bolívar, el camino y la satisfacción de sus aspiraciones juveniles y aquellos otros, quienes tras bastidores, con afición y profesionalismo, cumplen sus tareas con entrega: conserjes, mozos de espadas, sastres y artesanos diversos y tanto personal de apoyo que hace posible la celebración de espectáculos taurinos y que tienen aquí su baluarte más importante. Es hora de terminar este farragoso relato sobre el vínculo de una joven que nació por fuerza espontánea de la naturaleza y se conserva hoy, como en su origen, laboriosa, alegre y desenfadada después de sus primeros trescientos años y mantiene orgullosa en su sentimiento colectivo el calor renovado de su vieja amistad. Alberto Ramírez Avendaño Diciembre del 2000 (Versión de conferencia dictada en la Cátedra Abierta de Maracay 300, en el Instituto Pedagógico de Maracay, el 16 de noviembre del 2000 )



“Kachemira” Para Teodorito y Bernardo, con el mayor afecto Caminaba:

Cadenciosa, casi al final de la larga fila de un rebaño espléndido, rumbo al ordeño, por el trillado camino central de Puricaure. Regresaba del potrero vecino, de fina “guineíta caroreña” pero... venía de lejos, de más lejos que la tierra remota de su nombre exótico. Su paso firme y airoso al mismo tiempo, llevaba encima siglos de la historia de su estirpe.

Morena clara, de fino, muy corto y muy lustroso pelo, un poco más oscuro en las extremidades, alrededor de los ojos y de los ollares, que mostraban una piel densa y bien teñida. Calzaba recias pezuñas requemadas y para acento individual, cortos gruesos y muy oscuros cuernos,


124

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

ya para la época muy poco comunes, por la moderna práctica del descorne generalizado. Cuatro miembros muy poderosos soportaban un recto y vigoroso espinazo y una muy larga y ancha cadera, sostén en equilibrio de una ubre nivelada, armoniosa y pletórica. De momento se acercaba al sombreado galpón para el ordeño de la tarde, pero venía de lejos, de muy lejos, bajo el mismo tizón que ya por siglos desvaneció el color del pelaje de su remoto origen andaluz, hasta dejarlo en claro amarillento, que la gente de la tierra dio en llamar “bayo”, tan fino, tan corto y tan tupido que cubre por entero una piel densamente pigmentada, eficaz pantalla de protección solar. El matiz moreno de esta criolla orgullosa mostraba el efecto de un afortunado mestizaje, mucho más reciente pero ya también de larga data, con sus parientes las morenas alpinas y sus hijos traídos a estas aisladas tierras de la mano de Don Jaime Streule, misionero helvético de la vaquería, quien hizo posible el sueño, cuando cumplió el encargo de los pioneros locales después de tantas incidencias novelescas. Bastantes años antes Don Ramón Herrera Oropeza había comenzado a coleccionar, con vocación insólita, las “amarillas de Quebrada Arriba” con fama de llenar el tobo en aquella región, las mismas que tan orgullosamente mostraba su hijo, Don Carlos, en una fotografía, bajo el rotundo anuncio: “Aquí comenzamos” y que se exhibió en el caney de la acogedora “Ganadera”, nombre popular y resumido de la Asociación Regional de Ganaderos de tan fructífera labor cumplida.


KACHEMIRA

125

De largo venía entonces la vocación ganadera de la joven generación de propietarios, representados aquella tarde por Teodorito y Bernardo, quienes la habían mamado por generaciones y en aquel momento podían mostrar, con justificado orgullo, el producto de los sueños de Don Teodoro, un patriarca de la ganadería lechera en el trópico, quien junto a su hermano Carlos, dejaron una labor cumplida que los venezolanos no hemos terminado de agradecer debidamente. No ha sido nunca fácil cosechar los frutos de la constancia en el largo camino de la mejora ganadera. No hay en ella espacio para logros gratuitos o por casualidad, y la labor pionera de estos y otros ganaderos caroreños, con ejemplar empeño en la emulación leal y la solidaridad del conjunto en busca del progreso, fue escuela entrañable para los que desde las aulas universitarias encontramos allí ambiente y apoyo para nuestras visiones de un futuro mejor. Los efectos de aquel flechazo a primera vista en los componentes de un grupo de estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Central, que observaban las labores de ordeño, como tantos y tantos otros que siempre tuvieron acogida generosa, tuvo curiosas consecuencias posteriores en el ambiente de superación y sana competencia que tenía por culminación anual la Feria Ganadera de Carora, donde los juzgamientos de ganado lechero eran objeto de tensión especial, no sólo entre ganaderos, sino también entre profesionales, estudiantes y el público asistente, que con entusiasmo poco común, daba calor a las competencias de la pista. Los encendidos comentarios sobre la morena del camino, con un nombre muy raro, fueron argumentos


126

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

que, con ciertas dudas por su apariencia general cuando se preferían ejemplares más refinados, permitieron incluirla en el rebaño de exhibición de la próxima feria. Allí, ante la heterogénea audiencia ya descrita, el Dr. William W. Yapp, Profesor Emérito de la Universidad de Illinois, maestro de una larguísima trayectoria en su especialidad, autor de textos sobre selección de ganado lechero y vaquero vocacional, como le gustaba denominarse a sí mismo, se entretuvo en explicar largamente las excelencias que advertía en aquel prototipo viviente de la vaca lechera del trópico cálido. Advirtió el difícil equilibrio del vigor y el porte rotundo con el esqueleto anguloso y refinado de su acusado temperamento lechero. Dejó el Prof Yapp una clase magistral y enseñó a mirar lo que calificó como el ideal para la vaca lechera en un ambiente seco, caluroso y duro, una muestra de adaptación al ambiente que no había encontrado en su larga experiencia en la ganadería lechera en el mundo. Y allí quedó, después de tan largos recorridos, la memoria de aquella caminata, aquella tarde en Puricaure, de la simpar morena...! Kachemira!. ARA/ Diciembre 2004


La Maleta IGNORADA

La figura totémica del toro pertenece a la protohistoria de todos los pueblos del Mediterráneo y el Oriente Medio, como símbolo de las fuerzas inclementes de la naturaleza y al mismo tiempo, de la vitalidad, el impulso genésico y la fertilidad que asegura la vida. Reiteradamente el toro es figura central de los mitos más diversos y objeto de ritos milenarios que en la Iberia ancestral se han mantenido vivos por bastante más de un centenar de siglos. Son muy conocidos los testimonios grabados y las impresionantes esculturas que desde la civilización minoica ingresaron a la mitología griega, expresamente


128

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

rica en las más variadas alusiones al culto del toro, desde Mitra al Minotauro y de allí a los Tartesos y a las tareas de Hércules en los predios de Gerión y sus rebaños. No podía ser de otra manera dentro del clima de intensa tensión espiritual del naciente pueblo heleno, dispuesto a enfrentar el orden y la racionalidad frente al caos y el instinto primario. Desde los mismos cimientos de la conciencia colectiva la curiosidad exploratoria del hombre quiso entender la naturaleza en todas sus manifestaciones para incorporarla a su conocimiento ordenado con la aspiración de someterla, ya por medios mágicos, ya por ritos místicos. Ambas actitudes, sempiternamente contrapuestas, simbolizan, por una parte, la búsqueda de la relación causa-efecto que impulsará la ciencia, y por la otra, el anhelo milagroso ante el infinito incomprensible de la fe religiosa. Este dualismo intelectual, que conserva la civilización de occidente, impregna todas las manifestaciones culturales que su historia trasmite. De lo que no hay constancia perdurable es de los intentos vanos de negar o trastrocar las realidades de la naturaleza, y mucho menos de atribuir el supremo don del discernimiento y la conciencia a los componentes del reino animal, no obstante la tentación impuesta por el recurso siempre utilitario de la domesticación. Ambas vertientes de la tensa realidad mantienen vigente la inescapable confrontación con la naturaleza, tal cual es. La suprema aspiración del misticismo religioso es superar las limitaciones de la naturaleza humana, pero nunca negarla. El privilegio racional del hombre frente al caos y la barbarie, vinculada “ad perpetuam” a la fuerza genésica y a la supervivencia, encontró desde los comienzos de la historia de nuestra cultura su manifestación más próxima


LA MALETA: Ignorada

129

y sentida en los mitos, ritos y juegos del toro, que para el íntimo sentimiento de los pueblos son mensaje directo a su inquietud vital, que no pasa por alcabalas intelectuales o pseudos-intelectuales, donde no son capaces de entender el mensaje. Los pueblos iberoamericanos, para bien y para mal, somos hijos legítimos de esa cultura muchas veces mestiza y siempre atormentada, que no pudo escoger otros personajes para emprender la sobrehumana tarea de la conquista y colonización de todo un continente en plazo perentorio y con procedimientos tan brutales como efectivos a los fines propuestos. Allí mostraron lo mejor de su temperamento heroico y lo peor de los bajos instintos de su naturaleza humana. Los pueblos que así tuvieron su origen dentro de la más amplia gama de climas, ambientes y circunstancias, formaron un nuevo mundo disperso y diverso hasta la incoherencia frecuentemente paradójica. A más de cinco siglos de distancia sus frustraciones del presente son sus mejores promesas para un mundo mejor en el mañana. Pero todos heredamos de las mismas fuentes: el lenguaje hablado, el escrito y el comprensible, pero no articulado de los gestos; la religión única y múltiple, llena de sincretismos, espiritualmente tan legítimos como la de preceptos ortodoxos y el viejo ropaje, variopinto y atrabiliario de usos, costumbres, resabios, miserias y grandezas: eso que hemos dado en llamar cultura, palabra con tantas acepciones como intereses o propósitos de conveniencia circunstancial. Contra ella se esgrimen, como arma arrojadiza, la crueldad y la injusticia de las ejecutorias de los conquistadores y se pinta un panorama dantesco a los ojos de la modernidad, sin recordar cómo


130

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

fue posible la consolidación de los grandes imperios indígenas de mesoamérica y el macizo andino del sur. No viene al caso discutir el origen de la “leyenda negra” en la conquista del siglo XVI. La propia iglesia católica ha purgado sus culpas, entre ellas la desaparición inicua de viejos códices y testimonios históricos insustituibles. Sin ánimo ni posibilidades de entrar en un debate digno de mejor escenario, el pasmo inicial y la justificada admiración que los estudiosos destacan en los alcances prodigiosos de las culturas pre-colombinas, no se muestran en el tejido cultural de la América contemporánea, más que en limitadas o muy puntuales manifestaciones artísticas, de gran valor testimonial, o en las manifestaciones indigenistas canalizadas por manipulación política. Nos guste o no, el equipaje cultural de los iberoamericanos tiene el contenido que heredamos de la España naciente, que en la victoria y el error flagrante, nunca negó su realidad vital. Los enseres utilitarios que estos pueblos han incorporado se van amalgamando dentro de la prodigiosa caja de Pandora que los hace distintos. Otras adiciones exógenas, por enriquecedoras y legítimas, han sido acogidas con el secular espíritu ecuménico de viejos mestizos y muchas otras pretensiones han sido rigurosamente repelidas por la cáscara del orgullo bien ganado. Dañino, sin embargo, ha sido el asalto que con el pérfido ropaje de la modernidad y el pregonado progreso de los pueblos sajones, en renuncia de la sagrada condición humana, clama con vehemencia digna de mejor causa, los supuestos derechos de los animales y la defensa de la recién descubierta crueldad,


LA MALETA: Ignorada

131

al tiempo que se recurre a indemostrables sofismas ecológicos en los discursos verdes donde se repiten rojas ideas totalitarias, ya derrotadas por la historia. La ignorancia, permisiva y audaz, les ha permitido llegar a la intimidad de una maleta que suponen ignorada y hacen objeto preferente del espolio la perviviente fiesta de los toros, como emblema de la “leyenda negra”. Así, los puritanos petulantes de nuevo cuño, la han escogido para la redención de sus “pecadillos” que la historia también recoge con detalle, desde el agiotismo sanguinario de su origen protestante, hasta delitos aun mayores, de lesa humanidad y jugosos proventos económicos. La moral calvinista, pragmática y escurridiza, auspicia con beneplácito la espiritualización de simpáticos animalitos animados, modelos generosos de bondad conciente, promotores de una supuesta moral artificiosa, mediante la deformación radical de la comprensión de la naturaleza. Para intensa promoción cinematográfica ha resultado tan fácil transferir los más nobles sentimientos humanos a un ratón, un pato o un venadito silvestre, como crear nuevos “héroes”, que con el uso de todos los recursos tecnológicos, son capaces de demoler media humanidad sin mover las pestañas. Esta transmutación falsificada es el camino expedito, sin explicación racional, para otorgar al mundo animal atributos de conciencia privativos del hombre y supuestos derechos antropomórficos, para convertirlo en víctima de dolor y crueldad, que se olvida a la hora de la buena cocina y se reivindica con escándalo ante el toro de lidia. Es evidente la hipocresía de este alarde de modernidad que traiciona la comprensión real de la naturaleza, anhelo sempiterno del hombre civilizado. La confrontación vital de las tragedias, más de veinte veces


132

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

centenarias, sigue en pie y cualquiera que sea la catarsis que se busque, esa no admite falsificaciones ni impostores. La historia de los últimos tiempos ha mostrado cuál es el precio que paga la humanidad a la perfidia. Esta vieja cultura que heredamos no está en el trance de buscar prosélitos, como tampoco quiere tener evangelistas, aspira solamente el respeto de sus raíces y a ser objeto de sobria tolerancia si no se le permite reclamar el esfuerzo de una comprensión inteligente. La más vetusta de las manifestaciones culturales del hombre, la agricultura, reclamó en principio el conocimiento y pretendió el dominio de las fuerzas de la naturaleza, tal cual es; por ello fue origen de la observación de los astros y condujo al pensamiento abstracto. Alimentó tanto las necesidades orgánicas con sus productos de la tierra, como la inquietud intelectual. De la inquieta convivencia del agricultor con la naturaleza surgieron las primeras manifestaciones artísticas como expansión del espíritu humano: acciones desinteresadas o lujosas que enriquecieron su acervo trascendente a generaciones y generaciones posteriores. No hubo lugar para traiciones o suplantaciones de la naturaleza y hasta los primeros códigos que regularon la convivencia pacífica de poblaciones, cada vez más numerosas y en competencia por recursos escasos, surgieron de los imperativos de la naturaleza. Ella había impuesto sus reglas inapelables al cazador primitivo, a sus prácticas venatorias y el necesario éxito para la supervivencia de tribus primitivas dependía del conocimiento del comportamiento de sus presas en cada circunstancia de lugar y de tiempo. La domesticación aproximó la relación animalhombre pero nunca procedió en oposición a las leyes


LA MALETA: Ignorada

133

naturales, más bien hizo uso conciente y eficaz de sus postulados, producto de larga y atenta observación de causas y efectos. Una sabia y muy compleja aplicación de esas reglas hizo posible la explotación de rebaños de vacunos silvestres, en plena libertad, en dehesas sin más barreras que las naturales o en praderas ilímites, antes en la vieja piel del toro de la península ibérica y tiempo después en las llanuras aluviales del trópico, las pampas del sur, las mesetas de la Nueva España o las planicies interminables del norte, donde la ambición humana primero, y la paciente vaca después, desplazaron a incontables rebaños de bisontes, sus pobladores indígenas. Las prácticas agro-ganaderas de huasos, gauchos, llaneros y vaqueros de distintas latitudes se trasmitieron hasta nuestros días y la faena de campo pasó a engrosar el folklore en exhibiciones de coraje, audacia y lucimiento, como lo afirman testimonios vigentes de gran extensión y popularidad creciente: el coleo criollo, la charreada mexicana y su derivación hispano-sajona, el rodeo norteamericano. En cada una de estas manifestaciones se esbozan, cada vez más acentuadas, las diferentes actitudes personales de los ejecutantes, más allá del solo dominio técnico de la situación, con una clara intención artística. Producto de la decadencia de la España caballeresca que alanceó toros bravos en plaza pública con el mismo alarde de valor y destreza, llegó el hombre de a pie a la lidia directa con el toro salvaje, como culminación de un largo proceso que el verso certero de Agustín de Foxa resume en “la vieja amistad, dos veces milenaria, entre el hombre español y el toro bravo”. No fue por azar que el talento rustico de José Daza, hombre de campo y picador en plaza, entrado el último tercio del siglo XVIII hiciera escribir por otras manos sus experiencias bajo el título “Precisos


134

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

Manejos y Progresos, Condonados en Dos Tomos, del Más Forzoso Peculiar Arte de la Agricultura, Que Lo Es del Toreo, Privativo de los Españoles”. Cuánta penetración y acierto pudo encontrarse al correr de los siglos en este título tan peculiar, concebido cuando el toreo de a pie apenas daba sus primeros pasos. Arte agrícola-ganadero, hijo del conocimiento de la naturaleza que da oportunidad al espíritu humano a expresar su angustia en la confrontación visible y descarnada del instinto y la fuerza con la habilidad inteligente del hombre. Este “peculiar” arte de la agricultura comenzó a florecer al calor de nuevas corrientes de relación social y de exaltación del individuo. El aristócrata se baja del caballo y deja a pie al antiguo “chulo”, que cobra por cumplir su oficio, mientras el caballero lo hacía sin interés, sólo por afición y lucimiento. Este hombre del pueblo llano, toma La Bastilla y se apodera del alma colectiva al convertirse en paradigma de audacia, entrega y sobriedad frente a la muerte misma. Asciende tanto a los palcos elegantes como a los tableros pueblerinos, con el lenguaje universal de su espontánea expresión corporal; el único que sabe. El héroe popular atrae entonces la predilección de la aristocracia que se confunde con toreros, majas y chisperos. Don Francisco de Goya, el de los toros, burla burlando, de manera torera, dejó constancia imperecedera de esta circunstancia. El personaje emergente reúne, sin proponérselo, los gestos y posturas que dieron origen a la danza mítica y la entrega sincera, al borde de la muerte, lo hace expresar los más íntimos sentimientos. Allí surgen múltiples actitudes personales: la eficacia escueta, la gracia espontánea, la elegancia sobria o los gestos de entrega apasionada y cada una de ellas marca


LA MALETA: Ignorada

135

su diferencia clara frente al artificio o la impostura que puede deslumbrar, pero no dura. Por esos rumbos o por la infinita diversidad de sus combinaciones, cuando hay verdad, se encuentra la armonía de la naturaleza y el espíritu humano que la desafía, y llega a escucharse lo que la sensibilidad poética de José Bergamín, percibió como “la música callada del toreo”. Dicen que Juan Belmonte dijo, entre sus tantas sentencias con fortuna literaria: “Se torea como se es” y quien es capaz de llegar al tendido se apodera del sentimiento colectivo. Va a madurar, sin que nadie se lo propusiera de antemano, la expresión artística dentro del antiguo ejercicio que comenzó en el campo y su proximidad se sigue respirando en los tendidos de las plazas que aguzan su sensibilidad en la medida que mantienen vigente la tradición agropecuaria. Sin embargo, es un filósofo germánico quien nos devuelve a los orígenes cuando explica: “En cualquier obra de arte intervienen la naturaleza y el espíritu, conciliándose. Lo bello es esa armonía de principios opuestos: la idea y la forma, la esencia y la realidad, lo invisible y lo visible”. No por casualidad la impronta de esta expresión cultural ha despertado la curiosidad, el interés hasta la fascinación o por lo menos, el respeto del más selecto grupo de intelectuales, poetas y artistas plásticos y la ferviente admiración de millones de personas de múltiples nacionalidades y muy distinta formación. Es el mismo Hegel quien afirma “No es el arte, en cualquiera de sus expresiones, una simple imitación de la naturaleza. No es un juego ni un mero solaz del espíritu. Tampoco la realización de una idea abstracta, es algo más raudo y milagroso: la manifestación del principio oculto que anima las cosas de la naturaleza”. Regresa, en forma


136

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

recurrente, a la única madre legítima que no necesita ni tolera imposturas ni falsificaciones con ropajes modernizantes. “La naturaleza ya es, de por sí, como un espejo sorprendente del espíritu universal; pero el arte va más allá, mediante sus símbolos nos evidencia claramente el espíritu y hace plena luz sobre su sentido”. Nadie puede negar en sano juicio que todas estas afirmaciones son íntimamente aplicables al arte del toreo. Y para cumplir con el precepto de lo bien rematado, el dialéctico añade: “El arte es una lengua divina, el más alto verbo del espíritu”. Si la ignorancia petulante de los detractores se permitiera una mirada somera a sus orígenes y su significado, encontrarían mejores banderas para desfogar sus frustraciones y nuevos estímulos a su curiosidad intelectual. “El arte sólo cuando es libre e independiente es verdadero arte. Expresa la síntesis más profunda de la naturaleza humana y las verdades más completas del espíritu” y termina con una inquietante afirmación para quienes tienen la mente libre de prejuicios: “Es en las obras de arte donde los pueblos han expresado sus más íntimos pensamientos y sus más ricas intuiciones”. Bajo la perspectiva artística de la ejecutoria del toreo, tan fugaces como espiritualmente trascendentes, se comprende su raigambre y su impacto colectivo. No en balde el juicio diáfano de Don José Ortega y Gasset aconsejó a los interesados en comprender el curso de la historia de España durante los últimos tres siglos, estudiar la historia del toreo y su repercusión humana. Por todo lo expuesto “saltarse a la torera”, para emplear una de las frecuentes alusiones taurinas con que está salpicado nuestro lenguaje cotidiano, el origen, la historia y la trascendencia cultural de la fiesta de los toros, tal como hoy se conoce, para pretender combatirla


LA MALETA: Ignorada

137

con la intolerancia que exhiben sus enemigos visibles, es ante todo un atropello a la inteligencia de los pueblos iberoamericanos. Movilizados por organizaciones instrumentales de intereses y culturas exógenas, muestran más ambición que civilidad, tolerancia y comprensión para la diversidad cultural de la aldea global. Sin embargo, no son ellos los adversarios más peligrosos. Tal como ocurre en todas las actividades humanas, ésta también está compuesta por representantes fervientes de su mayor grandeza en el mejor sector de sus profesionales y sus aficionados, quienes sin más provecho que el ejercicio de su afecto, disfrutan y padecen sus vaivenes y por otro lado de la tensa barra, quienes representan sus inescapables miserias: profesionales que traicionan su fe, impostores en busca de provecho material no siempre lícito y los cazadores de la notoriedad que no pueden conseguir en sus actividades personales. Todos forman parte de la fauna de lo que Díaz Cañabate llamó el planeta de los toros. El peligro sordo, pero cierto, lo conforman los salvadores autoproclamados que complacen su ego pregonando vicios ciertos, intencionadamente deformados o sencillamente ficticios, para ventilar sus conocimientos que los elevan por encima de los demás mortales. No encuentran más que ingenuos, cómplices, delincuentes y truhanes, pero tampoco aportan soluciones factibles, no se equivocan, ni tampoco se marchan, para conservar su intocable postura. ¡Dios salve a los toros de esos “salvadores”!. De lo único que podemos estar seguros que no serán los “salvadores” de oficio quienes puedan ayudar a encontrar la maleta perdida a quienes la execran sin sospechar su contenido y su significado para nuestro ancestro cultural, en el largo camino de su historia que


138

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

merece, por múltiples razones más trascendentes todavía, respeto por lo menos. Mientras millones de seres sigan vibrando de entusiasmo, la fiesta de los toros perdurará sin “salvadores”, hasta que los abanderados legítimos de la modernidad y el progreso terminen por comprender la riqueza de la pluralidad y el valor de la tolerancia. Alberto Ramírez Avendaño Mayo, 2003


El Toro

DE LAS DELICIAS

La vetusta pátina del bronce que atesora para muchos maracayeros tantas vivencias, se ha sustituido por el brillo embadurnado por un contrato de ocasión. Este símbolo ciudadano irrebatible, por voluntad espontánea de la gente, ajena a decretos y discursos, reclama un desagravio digno de una pluma mejor dotada. No puede, sin embargo, callar del todo un maracayero de a pie, en cuyo camino de espectador sin muchas pretensiones, se ha cruzado repetidas veces la figura entrañable de El Toro de Las Delicias. En primer término como parte imperecedera, inalterable, del añorado Zoológico que en su momento colmó el imaginario infantil


140

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

de tantas generaciones de privilegiados maracayeros. Todos aquellos que cuando vimos, entre nuestras primeras películas, a Tarzán, el Rey de la Selva, ya conocíamos, en vivo y en directo como se dice ahora, todas las criaturas salvajes del África rugiente, el polo congelado, la Australia más remota y hasta los bisontes que poblaron, en inmensos rebaños, las praderas del norte además de la extensa colección de la variopinta fauna criolla, que con tanto tesón nos hemos empeñado en rematar. Desde ese mismo pedestal, que en su día profanaron los desquiciados buscadores de tesoros de Tarazona, su figura juvenil y altiva, expresión genuina de vigor genésico, presidió el larguísimo establo, quizás el primero en su género construido en el país, para una explotación lechera intensiva, novedosa para la época, que manejaba, bajo cuidados especiales, ejemplares importados de Europa, de razas especializadas, con las cuales se procuró mejorar los rendimientos de la primitiva ganadería nacional, que hasta entonces dependió exclusivamente del secular origen ibérico-andaluz del resistente criollo, hoy desafortunadamente desaparecido. La resistencia proverbial del criollo a la dureza del inclemente trópico en las vastas sabanas aluviales, fue el resultado de un proceso varias veces centenario de adaptación al ambiente, en un régimen de libertad plena, regulado por la selección natural, la supervivencia del más apto, ante las adversidades del clima y las enfermedades infecciosas y parasitarias. Parte importante de la riqueza de estos feraces valles, desde el mismo comienzo de la vida republicana, provino del engorde de las puntas de ganado llanero que por vereda, por el camino de El Rastro, llegaban a La Villa.


EL TORO: De las Delicias

141

De esa única simiente disponible se escogieron las destinadas al ordeño en las rústicas vaqueras primitivas, cuyo producto poco abundante pero muy rico en grasa, dio origen a la empresa pionera de agro-industria organizada, desde el mismo comienzo del siglo pasado: El Lactuario Maracay. Su éxito inmediato reclamó cantidades crecientes de materia prima y la necesidad perentoria de aumentar la incipiente producción por la mejora racial de los rebaños criollos con razas lecheras especializadas. Las fuerzas del trópico no fueron benignas con la simiente importada. Las razas selectas, producto del cuido y la alimentación propia de países de clima templado, aun bajo los mejores cuidados, mostraban poca tolerancia al calor que las hacía víctima propicia a diversas enfermedades. Hasta esos días, mucho antes de los primeros intentos de mecanización, los pastizales del valle se limpiaban a machete y en ellos reinaba el peligro sempiterno para gentes y ganados: la serpiente cascabel. El ganadero tradicional, formado en el criterio de “ganar” reses al producto espontáneo de la sabana, entendía poco de las plagas y enfermedades que aparecieron luego en las explotaciones comerciales de rebaños más numerosos en hábitat restringido. La explicación más socorrida para la muerte súbita de muchas reses, y no pocos cristianos, fue desde siempre: ¡lo picó una culebra! Y allí mismo terminaban las averiguaciones. Con el tiempo este diagnóstico vernáculo se convirtió en excusa inapelable para encargados y vaqueros quienes tenían la obligación de rendir cuentas. Todo cambió con el advenimiento de las vacas “finas” para las cuales se limpiaban con esmero potreros y corrales, se mejoraban los abrevaderos, se disponía


142

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

la sombra y sobre todo, se estrechaba la vigilancia para contener la severidad del patrón. Campesino astuto y redomado, conocedor de gentes y ganados, cuentan los que lo oyeron protestar la socorrida excusa, ante un lote diezmado de las recién llegadas: “estas culebras, que nadie encuentra, saben mucho: matan a las “musiúas” pero no le hacen nada a las de aquí, por más que vivan juntas”. Esa observación fue suficiente para comenzar a buscar nuevas excusas, empezar a pensar de otra manera y condujo, más bien a corto plazo, a la contratación en Europa y en el Cono Sur de los primeros expertos en sanidad animal y un poco más tarde al nacimiento de las Ciencias Veterinarias en Venezuela, que hoy muestran con orgullo una fructífera labor rendida. Así, por un camino extraviado pero cierto, llegamos a la segunda encrucijada, donde la esfinge de bronce se erige como símbolo de vocación profesional: cuentan las anécdotas que forman parte de la pequeña historia, al correr de los años tan importante como la formal y más pomposa, que un conocido personaje de la época, familiarmente emparentado con el Benemérito, fue el comisionado en Francia para realizar las compras del ganado importado y agregan que al mismo tiempo adquirió un célebre caballo pura sangre de carrera, punto de partida de la cría de esa raza, que tanta afición y prosperidad vino a tener en el país. Este mismo personaje, conocedor de primera mano de la desazón que producían las numerosas perdidas de las vacas y toros recién llegados, a manera de desagravio y conveniente gesto de simpatía, envió de regalo el toro de bronce acompañado de una pequeña esquela: “General, éste no se le muere”.


EL TORO: De las Delicias

143

No en balde, desde entonces la figura emblemática, preside la amplia explanada, antiguamente frontera a los establos, donde los pioneros de la veterinaria nacional libraron sus primeras batallas frente a las enfermedades transmitidas por las garrapatas y la incomprensión de los prestigios aferrados al pasado. Más corto pero muy vivido es el camino a la tercera encrucijada, por donde llegamos de la vieja carretera de Las Delicias, a la sombra de bucares, jobos y samanes y el sabroso auspicio de innumerables mangos, a lo que fue potrero y luego asiento del Circo del Calicanto, cuyo nombre actual ganó con todo mérito y justicia un infantil compañero de andanzas. Allí encontró nido y promesa nuestra vacilante afición al misterio de los toros y desde esa época, de pasiones febriles y conclusiones atropelladas, aceptamos con inocultable timbre de orgullo, la versión generalizada que atribuía a D. Mariano Benlliure, el muy famoso y taurinísimo escultor español, la paternidad de la estatua. Los entendidos del momento, tal vez influidos por la proximidad fonética en la pronunciación de los apellidos, afirmaban la versión, que por entonces nos llenaba de orgullo como emblema de nuestra creciente afición: un toro de Benlliure en Maracay!. Don Mariano, consagrado internacionalmente en la Exposición de Bellas Artes de Roma antes de la primera guerra mundial, con el soberbio grupo de “El Coleo” en el cual, un torero con la clásica coleta natural, hace el quite por coleo al picador caído, en trance muy frecuente cuando todavía tardaría muchos años en llegar el peto protector. Más pequeña, pero tan realista y famosa es su obra “La Estocada de la Tarde”, en la cual un imponente toro de Veragua casi se aprecia tambalear por los efectos de una estocada hasta la


144

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

bola de “Machaquito” quien dejó a cambio, en la punta del pitón derecho, los temblorosos encajes de la pechera de su camisa de torero valiente. Debe haber mucho arte para llevar tanta emoción a un pequeño velador en el museo del Conde de Colombí. Años después la observación objetiva y desapasionada de los caracteres morfológicos del vigoroso novillo representado en la escultura, nos fue persuadiendo, cada vez más y muy a nuestro pesar, que su tipo zootécnico no se corresponde con la apariencia típica de un toro de lidia. La evidencia derrotó nuestros mejores deseos y para salir de una vez por todas del equívoco generalizado, revisamos con cuidado la base de la estatua donde un curioso innominado había advertido la firma del verdadero autor: M. Bonheur. La premura, los buenos deseos y la versión criolla de la pronunciación del apellido justifican, de alguna manera, la confusión generalizada y por tantos años repetida. El signo de esta tercera encrucijada, sólo de momento y en apariencia ingrata, nos llevó años más tarde al National Gallery de Londres y allí en el mismo vestíbulo, que antecede salones y salones repletos de tesoros artísticos, encontramos un óleo de grandes dimensiones que recoge con todo el colorido, vigor y movimiento el piafar y el ritmo de las pisadas de portentosos percherones difícilmente contenidos por sus palafreneros, en un abigarrado mercado de caballos. Para los oficiantes de la estética animal, morfología exterior como dicen los clásicos, se hace necesario conocer el autor de aquella obra impresionante y así llegamos, una vez más, a M. Bonheur.


EL TORO: De las Delicias

145

El personaje resultó ser Marie Rosalie Bonheur, destacada pintora y escultora francesa, nacida en Burdeos en 1822, especialista en escenas de campo, que se hizo famosa por obras como la arriba mencionada y realizadora de la imagen rotunda de un toro joven de la raza normanda, como muchos otros que vinieron al país en aquellas calendas y dejaron huella en los “barreteados” del llano y las vacas de pinta mariposa de los potreros aragüeños. La figura totémica del toro en todo su esplendor está presente allí como emblema legítimo e imperecedero del orgullo ciudadano de un Maracay que acepta los retos del futuro con serena confianza. A pesar de las rachas menos favorables, la ignorancia y los embadurnes chabacanos, a los maracayeros de siempre este toro no se nos muere nunca. ARA. Enero 2004


146

ATREVIDO • Alberto Ramírez Avendaño

(Endnotes)

1 Vera, Elena (1992) “El Aroch”. Nadja Editores. Caracas. 2 Julio César (1938) “Los Comentarios de la Guerra de las Galias”. Traducción de Manuel Valbuena. Ed. Librería de la viuda de Ch. Bourer. París. 3 Ortega y Gasset, José (1962) “La Caza y Los Toros”. Ed. Espasa Calpe. Colección Austral. Madrid. 4 Russell, Bertrand (1959) “The Wisdom of the West”. Ed. Macdonald. Londres. 5 Morón, Guillermo (1995) “El Catálogo de las Mujeres”. Ed. Grijalbo. Col. Tuna de Oro. Caracas. 6 Mieczyslaw, Rokos (s/f) “History of the Auroch (Bos taurus primigenium) in Poland”. En Wikipedia the free encyclopedia. 7 República Popular de China (1980) “Treasures of the Bronze Age of China”. Ed. The Metropolitan Museum of Art. New York. 8 Abad Ojuel, Antonio (1966) “Los Toros”. Ed. Argos, S.A. Barcelona. 9 Museo Nacional de Dinamarca. Fotos Esqueleto Uro. www.mtfoto.dk/malene 10 Heck, Heinz (2006) “Modern German Heck Cattle”. Bos Primigenius primigenius. Patemas.nl/extinct/ speciesinfo/aurochs.htm. 11 Ramírez-Avendaño, Alberto (1996) “Los Toros. Una Pasión Compartida”. Conferencia. Casa de América. Madrid. 12 Fuentes, Carlos (1992) “El Espejo Enterrado”. Ed. Fondo de Cultura Económica. Col. Tierra Firme. México. 13 6 Toros 6 (2006). Revista Semanal Nº 604. Pág.7. Madrid.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.