El Torero y su traje de luces
Por: Mary Carmen Chávez Rivadeneyra Licenciada en Sociología.
Por: Mary Carmen Chávez Rivadeneyra Licenciada en Sociología.
Ciudad de México, 2011
Frases dichas por algunos toreros respecto al traje de luces.
“Cuando un torero viste el traje de luces para salir a torear pierde el miedo a morir, porque ya está muerto”
Luis Miguel Dominguín
“Cuando yo me visto el traje de luces me olvido de mi familia, de mis amigos, de mi casa, de todo, como si no los tuviera. Y me quedo solo como un muerto, pero cuando veo al toro en la plaza, resucito.”
Antonio Bienvenida.
“Yo no me creía en mi vida que podía llegar a tener un terno, pero cuando lo tenté y lo tuve en mis manos no pude dormir en toda la noche”.
Manuel Benítez, “El Cordobés”.
“Para torear hay que olvidarse del cuerpo”.
Juan Belmonte, “El pasmo de Triana”.
“Me puse el traje y no sabía ni andar”.
Antonio Chenel, “Antoñete”.
“Vestirme de luces es como si me vistiera de reina o de novia, en lo cual se cuida cada detalle. Tardo una hora en hacerlo, que todo quede perfecto, después, al palacio…”
Lupita López.
Fotografía: Oskar Ruizesparza
“Que ni sobre ni falte nada: Justo”
Justo Algaba
Sastre de toreros
“El sentirlo es una emoción muy especial, te recuerda la grandeza del toreo y la gran responsabilidad que tienes por el privilegio de portarlo”.
Miguel Espinosa, “Armillita”.
“Joselito lloró la primera vez que se vistió de torero”. Lo describe Paco Aguado en su libro, El rey de los toreros. Joselito, “El Gallo.”
Antecedentes históricos del traje de luces. I.- Origen del traje de luces
El hilo y la guja han bordado el toreo a lo largo de la historia, dejando claro ejemplo del impacto psicológico y social que representa vestir de luces, con el metal dorado como el sol o plateado como la luna, de acuerdo con la función específica de quienes ejecutan el toreo.
Hablar de la fiesta de toros y de sus antecedentes históricos, nos ubica en un amplio espectro de movilidad social, que se vive en España, la que explica mucho de su esencia y cultura entrelazada al fuerte símbolo emblemático del toro y todo lo que gravita alrededor de su presencia, marcada por acontecimientos, políticos y sociales en los que el espectáculo taurino es una constante.
En este marco histórico de referencia situados en una transición y evolución del toreo entre los siglos XVII, XVIII y XIX se resalta la relevancia que tuvo el
espectáculo, desde el entrenamiento bélico ejecutado a caballo, para después llegar al descenso de este, y proceder con lo que sería el toreo a pie. Es una época en la que se contempla como la sociedad estaba demarcada por una estratificación social definida entre las ciudades, la aristocracia que ejecutaba el toreo en corcel y los plebeyos o peones que ayudaban en este arte hípico.
Los hombres del pueblo querían participar y demostrar sus aptitudes, mismas que al enfrentar a los astados, propició la necesidad de distinguir a quienes comenzaron a intervenir en el desarrollo de las fiestas, surgen los primeros juegos de cañas y el correr toros como parte de los eventos que se celebraban en esa época.
La participación del pueblo propició esparcimiento y jolgorio inevitable, una ruptura de reglamentaciones por querer estar frente al toro, y más aún pisando la arena, el riesgo, la incertidumbre y la burda embestida del burel atraía masivamente a muchos curiosos e innovadores de las primeras suertes de lo que sería posteriormente el quehacer taurino técnicamente ejecutado.
En este tenor, el toreo se fue desarrollando paulatinamente, entre lo burdo y lo estético se filtró la parte emocional y psicológica del hombre, eje fundamental de la necesidad creativa del ser humano, en la que existía el toro como elemento simbólico al que había que dominar y el punto medular del espectáculo, la creación y la inteligencia para hacerlo.
A lo largo de ese tiempo se derivan los diferentes tipos de indumentaria española utilizada en los principios del arte del toreo. Era necesario vestirse de manera especial, era la gran tarea diferenciar y distinguir a las multitudes que en ese momento acudían a las plazas públicas.
En 1793, Joaquín Rodríguez Costillares es sin duda una influencia trascendente para la introducción de adornos en el traje, se usan galones con rapacejos, (alma de hilo cáñamo o algodón sobre la que se tuerce el material, seda o metal para formar los cordoncillos de los flecos) botones y bordados, se comienzan a implantan nuevos y llamativos colores.
Nos relata el Cossío que una tarde que alternaron Costillares y Pepe-Hillo lucieron vestidos guarnecidos
Sebastian Castella
de galón de plata brillante, ancho, por la costura y rapacejo de plata.
Como accesorio, los diestros emplearon la típica redecilla de madroños negra, lo que deriva después en la coleta y añadido.
Las modificaciones se fueron dando poco a poco, entre 1830 y 1832 Francisco Montes Paquiro, crea el primer traje de luces, e introduce nuevos cambios en el ajuar del torero, aportando la montera, accesorio y símbolo que complementa la vestimenta final de los matadores. A él, se anexan en 1850, Francisco Arjona Cúchares y José Redondo “El Chiclanero”, que contribuyen con las borlas y los alamares. En 1890 Guerrita remata con el traje más representativo.
Es importante resaltar los antecedentes históricos y como se va conformando el terno de luces, con la introducción de elementos metálicos y bordados específicos en diferentes telas, como el algodón, el raso, tafetán y la seda, además de los dibujos que se marcan y que adquieren un simbolismo específico, de distinción y de rango; que juntos, llevan una analogía y una estrecha relación con la ropa utilizada por los protagonistas del clero y la iglesia católica, así como en las estatuas religiosas si se mira el manto de la virgen de los toreros, la Esperanza Macarena, reina de Sevilla. Por ello y muchas cosas más, todo lo que gira en torno a la tauromaquia, posee matices de carácter litúrgico y religioso, reflejo de la vida secular del diestro, la que, sin lenguaje verbal, pero sí simbólico, carga cruces, medallas, y capotes de paseo con la fe a sus espaldas llevando a cuestas imágenes de santos y vírgenes.
La fiesta de los toros posee un halo de espiritualidad que es el que ha logrado filtrarse en el alma de los toreros, los actos de fe y religión se estrechan y permanecen alrededor de la fiesta. Los toreros oran, se persignan, evocan a Dios por medio del Olé, palabra árabe wallah, que significa ¡Oh Dios, por Dios! Lleva un carácter de alabanza y admiración, marcan la cruz en la arena, sufren un viacrucis cuando están hospitalizados por graves cornadas; mientras la afición, ora y ruega por ellos.
II.- El traje de luces en la actualidad.
En el libro Oro Plata dedicado al gran maestro y sastre de toreros Fermín López, se esclarecen muchos detalles de la evolución del traje, que han sido elementales para
completar esta investigación. Por ejemplo: El terno de luces que conocemos actualmente es resultado de un conjunto de influencias históricas y sociales consecuencia de una transculturación asentada en España. Por un lado, la influencia árabe que imperó por ocho siglos de dominación, reflejo de los adornos metálicos que se llama guarnicionería, como una manera artesanal muy utilizada en los adornos de los caballos de ese origen.
La segunda influencia fue la francesa, de los tiempos de Francisco José de Goya, cuando la sociedad retomó el uso de las casacas largas de los soldados y el cuello levantado, que ahora es rebajado para la comodidad de los toreros. Por cuestiones prácticas, las casacas se acortaron con el tiempo, hasta llegar a la cintura. 1
La significación de traje de luces en palabras de Justo Algaba, sastre de toreros dice: “se denomina así, por los efectos ópticos que producen las lentejuelas, los metales y alamares que lo decoran”. Cabe destacar que el oro en los ternos se utiliza para los matadores, los novilleros y también en las casacas de los picadores, mientras que la plata, es exclusiva de los subalternos y banderilleros.
Cada vestido de torear es una prenda de diseño y valor incalculable, que desde hace casi dos siglos, es en esencia la misma, no ha sufrido fuertes transformaciones, sólo algunos casos en los que las chaquetillas, traen el chaleco adherido, simulado entre la parte de cada solapa de la chaquetilla.
Esta vestimenta que hace lucir a los toreros desde que parten plaza y se colocan en el patio de cuadrillas como columna churrigueresca, se compone de lo siguiente:
Chaquetilla. - Se forma con la espalda, delanteros, mangas y cuello. Se hace con tela de tergal, antes se usaba tela de algodón almidonada. Esta pieza es una verdadera obra de arte, en ellas se deposita un cúmulo de orfebrería, con golpes y adornos hechos en pasamanería. Lleva incrustaciones de piedras semipreciosas, como esmeraldas, topacios, aguamarina, y otras. El cuello es una tira pequeña de 2.5 cm. de bordado, es forrada de batista blanca (lienzo fino muy delgado), de ella se desprenden las llamadas muletillas de donde se prenden los alamares.
1 Müller Meter, Oro Plata. Pág. 41
Chaleco. - Es una pieza que también lleva bordados con cordoncillo y lentejuela con los mismos detalles que tiene la chaquetilla y la taleguilla, ya sea en canutillo o azabache, se forra con tela blanca, lleva seis maletillas de guarnición que en conjunto forman una armonía. En la espalda lleva cuatro corchetes con un cordoncillo que permite ajustar perfectamente el cuerpo del torero.
Taleguilla. - Esta última prenda proviene de los tiempos del romancero cuando no existían pantalones, sino jubones, que llegaban a la pantorrilla.
En general es hecha de raso, ajustada de acuerdo con la talla del torero. Se forra toda con batista blanca. En la parte de en medio, llamada la “cruz” se aumentan dos centímetros de medida en la banda para permitir que el torero “cargue” sus genitales hacia ese lado, pero no hay ninguna protección en esta prenda para el torero. 2
La taleguilla va adornada con bordados en las bandas laterales y se ajusta a las piernas con cordones trenzados que se llaman machos. “Los Machos”, palabra muy empleada en el mundo de la tauromaquia, conlleva una carga emocional muy fuerte, los toreos dicen “aprieta bien los machos” esto significa cruzar y abrochar con tirones y fuerza los cordones que se desprenden de esa pieza a la altura de la pantorrilla son sinónimo de hombría de reafirmar el valor y el coraje en los diestros.
Entre los accesorios que complementan el traje están:
Los tirantes. - Se fabrican de elástico con terminales en cuero que sostienen la taleguilla por medio de botones.
La faja. - Se realiza en raso o moiré, generalmente rojo, verde, negro, azul. Ahora, tiene un sentido estético más que de rango social. Moiré es una palabra de origen francés se refiere al tipo particular de textil de seda que posee una apariencia ondulante y lujosa dentro de la confección.
La calzona, o calzón de torear. - Es la prenda interior usada debajo de la taleguilla. David Silveti fue de los últimos toreros que la usaban, actualmente ya casi nadie la pide. En su lugar algunos usan medias blancas 2 Müller Meter, idem. Pág. 112 y 113
o color carne hasta la cintura, permitiendo que la taleguilla se resbale con facilidad.
La camisa o camisola. - Se fabrica con tejido de batista, El cuello puede ser cordobés o sea en picos, tiene una pechera con jaretas, que suele llevar una guarnición de encaje y adorno llamado también caireles y alamares, palabras que retoman la raíz árabe de esta artesanía.
El corbatín, antes llamado pañoleta. - es del mismo color que la faja, se selecciona de acuerdo con el tono que escoja el torero en contraste con el traje.
Las medias. - Fueron en un principio blancas o rojas para después establecerse en color rosa intenso. Tienen una costura lateral que termina en forma de espiguilla, como el trigo. Simboliza la fertilidad del campo, relación estrecha del rito taurino al mundo agrícola.
Las zapatillas o manoletinas. - Han tenido pocas modificaciones desde el inicio del toreo a pie, han sido de color negro, planas y de piel, ligeras para poder caminar de manera más cómoda.
La coleta, añadido o castañeta. - Este accesorio surgió en el siglo XVIII, Se compone de cabello envuelto desde el cogote y se fija con el objeto de sujetar la montera. Los protagonistas de la fiesta se lo trenzan en la nuca como una parte muy importante de su torería que, en sus inicios fue hecho a mano con cabellos largos y sedosos de mujeres, para la información de algunos machistas que aún en este siglo piensan que todo roce con el sexo femenino es producto de mala suerte antes de torear.
La montera, montera de morillas. - Es una pieza artesanal bellísima, formada por 2.500 piezas, según el maestro Fermín y que debe su nombre a Francisco Montes “Paquiro”. La montera ha sido usada como un símbolo de comunicación con el público, el torero la entrega cuando brinda la muerte del toro a alguien especial. Es paloma mensajera de direcciones, teléfonos, parné y últimamente hasta de anillos de compromiso que se ocultan en el forro de su interior. También avisa presagios y contribuye a las supersticiones, de acuerdo con su colocación con los machos hacia arriba o hacia abajo. ¡Es una hermosa golondrina de azares!
El capote de paseo.- Se utiliza prácticamente desde
que se introduce el torero en la puerta de cuadrillas para emprender el paseíllo, en el momento en el que toda la comitiva parte plaza, el torero camina envuelto, “liado” le hace pliegues al capote en uno de sus extremos y con las manos lo dobla hacía sí mismo, es como un signo inconsciente de resguardarse o protegerse, para luego, al partir plaza, quitárselo y mostrar la belleza de su chaquetilla, dejando el capote luciendo su esplendor sobre una barrera; el torero entonces hace crecer su plexo solar, se exhibe ante el público.
Este capote más corto que el de brega se confecciona en telas de raso fino y es bordado casi en su totalidad, desde los vuelos de la esclavina, hasta los extremos del mismo; los bordados han sido en su mayoría el sustrato religioso de imágenes que a la vista tranquiliza y consuela a cualquier fiel. Se borda la virgen de la Esperanza Macarena, La virgen de Triana, La Guadalupana, El Señor del Gran Poder, hasta La Madona de Botero. Han existido, otros de carácter nacionalista como el de Juan Silveti, que lució el calendario azteca en todo su esplendor; algunos otros los han portado toreros heterodoxos como Rodolfo Rodríguez “El Pana”, quien en su capote lleva bordados ramos de claveles, las flores más gitanas y representativas de la fiesta.
El maravilloso Sastre de Toreros Fermín López dijo para Oro Plata:
“El traje de torear es de todo lo ajeno lo más íntimo, el color de sus sedas, los fulgores de los brillantes y lentejuelas integran la ornamentación casi mágica, casi litúrgica de la ropa de torear, ropaje que imprime carácter y distingue a quien lo lleva, atribuyéndole facultades y condiciones que otros atuendos no consiguen”.
III.- Tipos de bordados que han existido y existen actualmente.
Oro Plata describe que existen variados motivos para bordar el terno, los hay vegetales y geométricos, con líneas, ramas y círculos o la mezcla de ambos elementos.
Ondas
Tres palmas y dos ramos. Caracolas. Conchas.
Corazones.
Chorrillos largos con remates en negro. Remates en caireles de seda. Jarrones.
Dibujos con la letra C. Piñas. Flores.
Dibujos aztecas.
Picos y cuadros. Cruces. Cintas. Lazos.
Zarcillos.
Estrellas.
Claveles.
Azucenas.
Tulipanes.
Margaritas.
Flores de Liz.
Cruces Bizantinas.
Todo esto y más ha hecho una historia literalmente bordada y desbordada de arte, y también por qué no, de faena, con esa creatividad de ensueño desde un pasado que se remonta a 1850 con antiguas agujas y oros viejos o nuevos, plasmado con manos artísticas de mujeres y hombres de ojos pacientes que han pasado horas y horas entre uno que otro “pinchazo”, rematando sobre una variedad de textiles, tafetanes, ante, seda, raso, gamuza, terciopelo u algún otro textil, para terminar una prenda barroca.
Cabe mencionar que el Maestro Justo Algaba, ha tenido inspiración no solo en las obras pictóricas de La Capilla Sixtina, de las que retomó y plasmó creaciones de matiz religiosa, también ha tenido una ecléctica variedad de estilos inspirados en la naturaleza, en los que también están representadas las mariposas Monarcas migrantes desde Canadá hasta México. También ha considerado la belleza del trigo, la vid, y plantas emblemáticas, todo en una perfecta armonía en cada traje que lo hace ser “de luces”.
Entre hilos y remates hay datos curiosos, el torero Cruz Flores, usaba ternos bordados como su nombre lo dice de cruces y flores, símbolos alusivos en el nombre y el terno del diestro.
Hablemos de los hilos de bordar:
Existen diferentes gruesos y variedades de oro fino:
El Chaleco
La camaraña. - Es el hilo más fino.
El cordón. - Forma un hilo grueso que se consigue con el trenzado de varias camarañas.
El canutillo. - Un hilo enrollado en forma de espiral que se utiliza para perfilar, tiene tres variedades: mate, briscao (rizado) y brillo.
La hojuela. - Es un hilo plano que se utiliza para rellenar. 3
Los colores de los Ternos:
Hay más de 48 colores básicos según el sastre Fermín, entre ellos, el blanco, tabaco, negro, azul marino, grana, corinto, obispo, nazareno, vino de Burdeos, sangre de pichón, caña, esperanza y muchos más.
Mientras Justo Algaba dice que algunas sedas llevan el color grana como simbolismo de la sangre y la fuerza que está presente en la mezquita de Córdoba y la historia árabe; el rosa mexicano o solferino lleva alegría, el color ámbar lo usa para los vestidos de los mexicanos, por ser una resina representante de este país; pero quizá, lo más cumbre de este enorme sastre y maestro es que ha llegado a plasmar versos en los bordados con frases como la siguiente: “Más allá de Dios, no hay nada”.
De acuerdo con la fisonomía de cada torero y la tez de su piel, el sastre sugiere y confecciona un traje de luces, también son expertos en imagen, al final los toreros son reyes de arenas y las toreras reinas solares.
Las tonalidades varían, el blanco y oro, generalmente se emplea en la toma de alternativas. Otros toreros escogen los bordados. En la época de Luis Miguel Dominguín, su amigo Pablo Picasso, le diseñó algunos dibujos para sus ternos, mientras otros fueron creados por Salvador Dalí, diseños que el matador español Rafael Albaicín vistió por primera vez con gran orgullo, también pintó al diestro mexicano Juan de Dios Salazar. Otros coletas, han preferido las pasamanerías en negro, (azabache) como Rafael de Paula, o Jesús Solórzano.
El amarrillo bordado con pasamanería negra lo empleó algún día Carmelo Pérez. El color canario y plata, ha sido pocas veces usado, el último torero que lo portó fue Alberto Balderas, al cual el 29 de diciembre de 1940 un toro de la ganadería de Piedras Negras de nombre “Cobijero”, finalizó con su vida. De ahí a la 3 Müller Meter, idem. Pág. 79
fecha, pocos toreros usan este color en los ternos debido a las supersticiones que en este ambiente se conservan.
Las pasamanerías, son los remates en negro o blanco de los bordados, quizá queda implícito el aura de luto que lleva la fiesta o lo inmaculado de la misma cuando el torero aún no es bautizado de sangre. De una o de otra manera la belleza del terno disimula los pasajes obscuros empapados de sangre y tragedia que hay en la fiesta.
Los trajes de las toreras.
La española María Salomé, “La Reverte” actuaba como novillero con el nombre de Agustín Rodríguez, allá por el año de 1898. Se dudaba de su género siempre fue un enigma, pero hombre o mujer vestía con falda y toreaba con gran valor femenino.
“Un caso muy representativo fue Nicolasa Escamilla “La Pajuelera”, la más llamativa del siglo XVIII, quien Goya inmortalizó en la lámina 22 de su tauromaquia. Dolores Sánchez “La Fragosa” fue la primera mujer que usó traje de luces tradicional, es decir con taleguilla y todos los accesorios, se presentó en Madrid el 22 de junio de 1886”.4
Ignacia Fernández “La Guerrita” llegó a su cenit en 1891, ella ya vestía el traje de luces, pero otras mujeres llegaron a torear con faldas, como Teresa Bolsi que era andaluza, representada en los dibujos de Gustave Doré, en los años 1873 y 1874
En algunas toreras podemos apreciar sus atuendos con faldas largas y bordadas, como Juanita Cruz, y María Alegre alrededor de 1934.
Podemos ver cuadrillas completas de mujeres toreras desde el siglo XIX vestidas con el traje de luces utilizado desde entonces y hasta la fecha, a la que se siguen aumentando nombres de mujeres en los carteles taurinos.
Vestir de luces, para una mujer es también parte de su intimidad de sus ritos y de su torería. Cito a Lupita López: “Cuando me visto le luces con 4 Emilia Boado y Fermín Cebolla, Las señoritas toreras, Historia, erótica y política del toreo femenino. Pág. 114.
camisa blanca, medias rosas y ligas se ve y me siento “sexi”, pero después al ponerme la taleguilla y apretarme los machos la cosa cambia, es el momento en que se siente la transformación de una debilidad natural que poseemos las mujeres pasamos a un estado de súper héroe, porque hacemos algo que no muchos logran.
José Tomás un día comentó “Un torero debe estar dispuesto a dejarse matar 12 tardes al año”. ¡Y vaya que le han roto el traje de luces!
VI.- Los sastres de toreros más reconocidos.
Justo Algaba, Fermín López, Antonio R. El Gran “Manfredi”. La maestra Isabel García de Frutos mejor conocida como la maestra Nati, Santiago Pelayo, Enrique Vera, Pedro Algaba, Antonio López Fuentes, Enriqueta Marcén, “La maestra”.
Los mexicanos Rodolfo Romero, Alberto Gracidas, César Gutiérrez Fernando Ponce, Pilar “Pili Montes”; María Eugenia y Araceli Agüero González, Eugenia González Román, entre otros más quienes dejaron su arte Germinal Ureña Prieto “El maestrito”, “El maestro Girón”. En México, reparan ternos, pero pocos crean trajes nuevos.
Se dice que un traje de luces lleva aproximadamente en trabajarse 30 días o más, entre cortar la tela, unir y bordar, según explican los grandes maestros de la seda el oro y la aguja.
Justo Algaba expresa a través de una conferencia, que cada traje de torear es para él un hijo, ha sumado más de 4, 967 ternos a lo largo de su vida profesional en la sastrería para toreros.
El costo de un traje de luces.
Es sin duda el ajuar más caro del mundo. Varía de acuerdo con los materiales, si es de oro, plata con pasamanerías, si es a la medida; los hay “de la guja”, así se les dice cuando es nuevo y por primera vez se estrena, cuesta alrededor de 50, 60, 80 mil pesos o más.
El peso de un traje de luces.
Es entre 7 y 10 kilos aproximadamente.
La Montera
VII.- ¿Qué significa vestirse de luces?
Luis Miguel Dominguín comentó un día:
“Yo antes de enfundármelo para ir a la plaza, le hablé… ¡Qué hay amigo! Aquí adentro estamos tú y yo solos, y allá afuera el mundo que vamos a conquistar”.
En una atmósfera mística, donde una guitarra toca algún palo de flamenco, está el ajuar reposando en una silla deslumbrando a todo aquel que lo mira, mientras el torero sale fresco de la regadera, limpio su cuerpo, digno para emprender el rito. Hay movimiento en la habitación, por más íntimo que parezca, el diestro es observado por su apoderado, su mozo de estoques, o alguien más, por mucha confianza que exista, la gente intimida. El torero agacha la cara y expone la nuca a las manos del apoderado o mozo de estoques para colocarse el añadido.
El torero o torera al vestirse de luces vive una serie de sensaciones que van desde la angustia y el miedo hasta lo sensual y erótico que representa sentir la ropa, sus texturas, el olor a nuevo, o usado, lo ajustado de las prendas. Aparece el rito de vestirse y desvestirse que es un acto tan íntimo, como preparase para hacer el amor, en esa danza macabra y erótica que dura la lidia, Algunos animales durante su apareamiento, su cuerpo o plumaje se torna llamativo, brillante curvilíneo y atrae la atención de la hembra, en este caso es el toreo lleno de glamur y de brillos deslumbrantes quien se acerca al astado para vivir esa danza voluptuosa entre él y el toro de lidia.
La calzona se resbala por las piernas y los glúteos del torero, las medias se deslizan por la punta de los dedos hasta quedar prensadas por una liga, la taleguilla ayudada por una toalla entre piernas recorre las pantorrillas los muslos y el abdomen del torero, mientras acomoda sus genitales.
Se procede a ir ajustando los machos que se encuentran a un costado de las pantorrillas, cada entrada por el orificio de los ojales, y cada jalón es como apretar fuerte el miedo para esfumarlo, reforzando la hombría o valor de mujer decidida.
Viene la camisa impoluta llena de holanes y botonaduras, el toreo siente una gota de sudor recorrer por las axilas, de su cuello cuelga una medalla, con una serie de amuletos. Anteriormente ya puesta la camisa
el mismo diestro bordaba una cruz sobre el corbatín con hilo y aguja para sujetarlo. Ahora sólo abrochan una medalla de oro, ojalá y no se sigan perdiendo los detalles del ritual de vestirse de luces, como este.
Cuando la taleguilla, zapatillas, camisa, corbatín, y chaleco están puestos se respira un poco. Se procede entonces a rezar a encender la veladora, la que estará palpitando a lo largo de toda la corrida, y esperando a que el mismo torero regrese a apagarla. Mientras sus labios pronuncian, la Oración del Torero:
¡Oh señor del gran poder y majestad!
Dador de la fuerza y de las cualidades
Te pido perdón de mis debilidades humanas. Te ofrezco sinceramente mi actuación de este día.
Te suplico me guíes y ayudes para que difunda en tu nombre el arte y la alegría.
Que si suena en mi honor la música y las palmas, sean ante todo para ti que me apoderas.
Que si un fracaso se suma a otro, me des el valor de superarme…
Que si un percance viene en este día, tenga yo la confianza de que tú me lo vas a encausar para mi provecho…
En fin señor, que la fiesta y la afición siempre progresen. Y tu señora y reina, Santa María de Guadalupe… cúbreme con tu manto y dame tu bendición maternal. Así sea.
Autor: PBRO. José Morales Flores
Ahí está el torero, personaje que ha heredado y mantenido la tradición cultural de su traje, con esa percha altiva que lo caracteriza, vestido de sedas y oro parado en la puerta de cuadrillas como firme columna churrigueresca, representante del arte y del valor ante el toro en su esplendor.
Torero de sol, torero mito, hombre fiesta, hombre miedo, hombre de oro y alamar.
Torera de luna, torera de seda, torera de coleta natural, mujer de arena, mujer de zapatilla negra.
Un día Marbella Rivadeneyra Tovar, madre de un torero, que también es mi madre, me comentó. “Una tarde sentí el peso de una taleguilla sobre mis piernas, le bordé unas lentejuelas sueltas. Al día siguiente “yo sentí la cornada de mi hijo en el pecho, después lo operaron de un percance de dos profundas
Las medias
trayectorias, de las cuales, sacaron de su carne, arena del ruedo, un pedacito de seda y unos hilos de oro de su terno”.
BIBLIOGRAFIA
El Cossío. El Toreo Tomo I Ed. Espasa Calpe. 160pág.
Müller Meter, Oro Plata. México, D.F. Ed. Diana,1994
Romero de Solís, García Baquero Pedro, y otros. Sevilla y la Fiesta de Toros. Servicio de publicaciones del ayuntamiento de Sevilla. Biblioteca de Temas Sevillanos, Sevilla, 1980. 159pág.
Martínez de Vicente, Patricia. La Tauromaquia. Fiesta Profana, Rito Sagrado. Trabajo De Investigación. Mexico, 2000
Las zapatillas
TORERAS
La casaquilla
Capote de paseo
Ropa Goyesca
y Fotografia Oskar Ruizesparza
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