Los Claveles

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Por: Mary Carmen

Claveles

A la memoria de mi abuelo Lic. Luis Rivadeneyra Neyra

L os claveles son las flores más representativas de la fiesta de toros. Han sido parte de las escenografías taurinas, así como fuente de inspiración de pintores y poetas como Rafael Alberti y Federico García Lorca.

El clavel, del latín clavellus, diminutivo de clavus, clavo, tiene sus orígenes en la Cuenca Mediterránea, vive tanto en las montañas de España, como en una gran variedad de países; en el noreste de México en donde extendió sus raíces, así como en otros lugares del territorio nacional formando parte de la familia de las plantas que se cultivan con particular esmero.

Por sus características físicas, su elegante largo tallo, y su caprichosa corola se exhibe según esté de vena, en botón cerrado o abierto a todo lo que da; “peinadito o despeinado”. Es la voluptuosa flor que va a tono con el color de la tauromaquia, porque vive fielmente la pena ensangrentada de la fiesta, acompaña con frenesí el desenlace cumbre de toda faena. Pero también tiene la gracia de transitar de blanco y oro, como traje de luces en toma de alternativa.

Los toreros han utilizado la figura garbosa del clavel para decorar los capotes de paseo con bordados artísticos, muchas veces enmarcando alguna imagen religiosa. También lucen en algunos ternos, son invitados distinguidos en toda corrida, además de ser cómplices de los toros, porque de cierta forma son extraídos de las veredas del campo para yacer en las plazas, en donde lentamente se deshidratan en la arena por el sol ingrato que arrebata la pureza de su alma.

Estas flores forman parte del romanticismo que conlleva el toreo en sus diferentes matices, redondean las faenas culminadas por los diestros o acompañan su más honda nostalgia, porque una tarde pueden salir cubiertos de claveles o ser descubiertos por la muerte. ¿Cuantas veces los diestros son corneados y aflora el rojo vivo de su carne coloreada como pétalos de clavel herido? Y qué decir de los morrillos de los toros después del tercio de varas, cuando se dibuja en ellos un manojo de claveles, el cual después de unos segundos derrama sus pétalos en coágulos.

El clavel es también el sexo casto de una adolescente, que como novillero llega al momento en que recibe “el bautizo de sangre” consagra así su cuerpo ante la vida.

Los claveles rondan el mundo táurico, se transportan de mil maneras a las plazas, ya

sean mordidos en la boca seductora de una Maja, o abrazados por la ilusión de una novia enamorada. Acompañan las solapas del traje de un taurino que aún conserva su romántica indumentaria. Son también flores bravías, embisten en las tardes con ímpetu incontenido, puesto que son aficionados que disfrutan la corrida sentados en las barreras recargando sus finos brazos, y no falta uno que otro pillo que se asoma por las troneras, más de repente, llega su turno y como antiguos espontáneos en busca de oportunidad se saltan a la arena.

Los claveles son flores agitanada por terquedad, de que gozan de libertad ello se aventuran a vivir en formas y dibujos aparecen de una falda de flamenco que, manos, no son sino un enorme que sueltan el llanto, ese sollozo con su cante, (su rocío) sentir esa parte calé de su

Algunos claveles son

flores que llevan el alma esto reafirma la certeza libertad y viven el peligro, por en mundos singulares. Sus aparecen también en los holanes que, al juntarlos entre las enorme ramillete de claveles sollozo herido que expresa en lo más profundo del su vida errante.

cardenales sin alas que

caen sobre la arena y mueren; otros tiemblan de miedo al ver las astas de los toros jugar con la vida de los toreros, pero otros más, son afortunados, su destino los mantuvo en el callejón de una plaza de toros, y agotados de emociones duermen junto a los avíos de los diestros al haber sido convertidos en ofrenda, ellos esperan ser reliquias consumadas dentro de todos los misterios que un novillero o matador de toros guarde dentro de sus más profundos secretos de íntima espuerta.

y Fotografia Oskar Ruizesparza

La soberanía de los pueblos, estriba en sus costumbres y tradiciones. ¡Mantengamoslas vivas!

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