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II. La comparecencia de
Agustín Lanuza Romero nació el 22 de julio de 1870 en la ciudad de Guanajuato; distinguido escritor e historiador costumbrista, estudiante y maestro del Colegio del Estado de Guanajuato, realizó una intensa labor como investigador de la historia de la Entidad. Como estudiante del Colegio del Estado fue sobresaliente, cursó las carreras de abogado y maestro simultáneamente. Impartió en este Colegio las cátedras de sociología, filosofía del derecho, literatura, etc. En la Escuela Normal del Estado profesó: lecturas literarias, castellano y literatura preceptiva y castellana, además fue autor de artículos, ensayos y poemas, muchos de ellos publicados en el periódico Guanajuato Libre.
En 1922 y 1925 se publicaron dos de sus obras principales: Guanajuato Gráfico e Histórico e Historia del Colegio del Estado de Guanajuato, en esta última narra la trayectoria de una importante institución educativa. Para la realización de esta obra se procuró de documentos de primera mano y toda una riqueza de dibujos y planos curiosos, grabados antiguos, retratos de personajes célebres y fotografías regionales de mérito indiscutible. Muere en la ciudad de México el 16 de noviembre de 1936.4
Y en efecto, en “Hemeroteca”5 consulta: aparece la descripción del fondo que ahora es motivo de
TÍTULO DE COLECCIONES AGUSTÍN LANUZA.
SUBTÍTULO CARTELERA TAURINA (FOTOCOPIAS)
II
PERIODO 1873-1907, 1917 Y 1923.
La comparecencia de “Capitanes de la cuadrilla tauromáquica”, como Abraham Parra “El Borrego” en 1873, o de un sinfín de toreros, nos permite entender que si bien, el centralismo los acaparaba, sobre todo muchos diestros españoles que “hacían la América”, lejos ya de sus compromisos durante la larga temporada hispana, estos contaban con un tiempo holgado para cumplir con sus compromisos, tanto en diversas plazas mexicanas como algunas otras de Sudamérica. Allí están nombres como los de Antonio Fuentes, Antonio Montes, Antonio Reverte, Ricardo Torres “Bombita”, Antonio Montes, Enrique Vargas “Minuto”, Francisco Bonal “Bonarillo”, Rafael González “Machaquito”, Manuel Jiménez “Chicuelo”, Castor Jaureguibeitia Ibarra “Cocherito de Bilbao”, Joaquín Hernández “Parrao”, Manuel Lara “Jerezano”, Manuel Corzo “Corcito”, Fermín Muñoz “Corchaito”, Sebastián Chávez “Chano”, José Villegas “Potoco”, Joaquín Navarro “Quinito”, Francisco González “Faico”, Luis Mazzantini, Nicanor Villa “Villita”, Diego Rodríguez “Silverio Chico”, Manuel Cervera Prieto, Juan José Durán “El Pipa”, Antonio Ortiz “Morito”, Manuel Díaz “Agualimpia”, Leopoldo Camaleño, José y Francisco Palomar “Caro Grande” y “Caro Chico” respectivamente, entre otros.
Respecto a los diestros nacionales, nos encontramos con nombres como los que siguen: Félix Velasco, Arcadio Ramírez “Reverte Mexicano”, Abraham Parra, Manuel Macías “El Papelero” (diestro aficionado guanajuatense), Agustín Velasco “Fuentes Mexicano”, Antonio Vargas “Negrito”, Eligio Hernández “El Serio”, Alberto Zayas “Zayitas”, Octavio Torres (aplaudido banderillero guanajuatense), Arcadio Reyes “El Zarco”, Antonio Villa, Pedro López, Carlos Laus “El Mojino”, de Orizaba. Existe además un cartel publicitario relacionado con la cuadrilla que organizó de manera más que perfecta Saturnino Frutos “Ojitos” en León de los Aldamas, estando al frente de la misma los entonces prospectos Rodolfo Gaona y Samuel Solís, que con el tiempo se convertirían en toreros muy importantes. Pero quien
4 Op. Cit., p. 243-4. 5 Ibidem, p. 265.
destacó en forma por demás notable fue Gaona, el que luego, se convirtió en gran figura del toreo mexicano, al grado de que hoy en día sigue siendo referente indispensable, modelo para toreros y tema de muchas conversaciones, gracias al elevado nivel de calidad que imprimió en su trayectoria que cubrió los años de 1905 a 1925.
Llama la atención el caso de José Marrero “Cheché”, diestro cubano que se avecindó en México entre la última década del siglo XIX y los primeros años del XX, siendo requerido constantemente por las empresas. El mismo caso recae en el español Leopoldo Camaleño quien incluso, estableció su residencia por algunos años en Celaya, lo cual sirvió para que consolidara sus propósitos también como empresario taurino. No pudo faltar en todo ese abanico de posibilidades, la presencia de las Señoritas toreras” cuadrilla cuyas actuaciones se extendieron por varios años, entre 1895 y 1905 aproximadamente, lo cual además de convertirse para entonces en curiosa representación, no dejó de levantar polémica, sobre todo por el hecho de que en tanto género, la sociedad de la época manifestaba su rechazo a través de varios síntomas de discriminación, habida cuenta de la fuerte carga machista que reaccionaba con duras señales de intolerancia. Tal es el caso de Ángela Pagés Angelita y Emilia Herrero Herrerita, anunciadas en Irapuato, la tarde del domingo 25 de febrero de 1906 como “Heroinas del toreo”, y además “Consideradas por todos los públicos de España, Francia, Portugal, México, Habana, Buenos Aires, etc”, quienes para entonces y en el lapso de once años, “llevan toreadas más de 550 CORRIDAS DE TOROS”. Además de Angelita y Herrerita, encontramos nombres como el de Juanita, Mariquita, Rita y María Rosario La Morenita.
Indudablemente el ganado se convierte en otro tema de gran interés, pues deja ver cómo están presentes no solo aquellas haciendas reconocidas ya en su actividad; destinadas, entre otras cosas –como unidad de producción agrícola y ganadera-, a la crianza de toros de lidia. Evidentemente aparecen aquí los nombres de otras tantas que habrán tenido en sus tierras o potreros, los toros apropiados para la lidia, aunque es probable también que una buena parte de ese ganado también fuese criollo, lo cual no era una garantía absoluta ni en presentación ni en el juego que habrían de dar en los ruedos. Eran tiempos en que la fiesta, y en ese sector primordial de materia prima se encontraba en una recomposición fundamental, o que significaba dar con la condición más apropiada para afianzar su propio mercado, pero sobre todo el que aquellos toros fuesen aptos para el tipo de lidia que imperaba por entonces.
Entre los múltiples nombres de dichas haciendas se encuentran los siguientes:
El Paraíso, cuyo propietario era el Sr. Simeón Guerrero; El Venadero, cruza española; El Copal (divisa azul y blanco); Tupátaro (divisa rojo y negro, propiedad de la Sra. Josefa Ocejo Vda. de Ruiz); Tepechitlan; Mezquite Gordo; Cerro Gordo, toros trasladados desde Guadalajara con divisa blanco y rojo; San Antonio De Carano (Puruándiro, propiedad del Sr. Don Genaro G. Arce); San Antonio de las Alazanas; La Loma de Zempoala; Atenco, del estado de México; San Diego de los Padres, del estado de México; Maravillas; Hacienda de la Concepción; Ortega, del estado de Guanajuato, divisa azul y roja; La Labor;
La Loma; El Cubo; La Calerilla; Marijo [toros] garantizados por el propietario y con divisa, procedentes de Jalisco; San Clemente; Tepeyahualco; Parangueo, divisa azul y blanco; San Cristóbal, propiedad del Sr. Francisco Ederra, y pertenecientes al Estado de Guanajuato; Santa Ana del Conde; Hacienda de Merino; El Salitre de Frías; Cuaracurio, propiedad del Sr. Don Pablo Guzmán; El Fuerte, divisa amarillo y rojo; Cuchicuato, divisa negro y rojo; Hacienda de San Juan; La Joya; Tres Villas; Santa Bárbara, propiedad del Sr. José Ana Casillas, estado de Jalisco; Puertas de Palmillas; Concepción de Maravillas; Jalpa; California; Sarabia; Ojo Zarco; Cañada de Caracheo; Bachimba, estado de Chihuahua; Hacienda de Pastores; Espíritu Santo, cruza española, vecina de San Luis Potosí; Hacienda del Cubo; Peñuelas, de Aguascalientes; Guadalupe; Sardina, propiedad del Sr. D. Gregorio Guerrero, de esta ciudad de León; Pabellón, estado de Zacatecas; Santa Teresa, propiedad del Señor J. Trinidad García, vecino de esta ciudad de Salvatierra; Mirandillas; Corralejo; La Noria; San Antonio Viachuelo; Sandía; Frías, divisa rojo y gualda; Tateposco, divisa rojo y azul; Santín, del estado de México; La Sauceda, estado de Jalisco; San Nicolás; Santa Bárbara; Noria de Charcas, estado de Guanajuato; Bocas, San Luis Potosí; Cazadero, de cartel en México y cruza española del Exmo. Sr. D. Eduardo Miura, con divisa amarilla y roja; Cuisillos; La Vega, y Cañada de Negros.