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Capítulo XIII, El tentadero

de afecto y mutua admiración que nació en aquellos días de la juventud del licenciado Bailleres y de Javier Garfias.

Capítulo Trece EL TENTADERO

El joven Javier Garfias caminaba sin saltos ni sobresaltos por el camino de su destino como ganadero hasta que tropezó con don Antonio, su padre. Colisión provocada por el rechazo del joven Javier al ganado de La Punta en una muy atractiva y tentadora oferta.

Su respuesta, casi ofensiva consideraría don Antonio, fue porque -“… lo que quiero es el ganado de Zacatecas”.

Don Antonio, que sin ser amigo de los toros sí deseaba lo que entendía era lo mejor para su hijo, reses de sus amigos los Madrazo, vacas de La Punta, que para él era lo mejor que había.

Tuvo Javier que acurrucarse a la vera de su tío Labastida para pegar el salto a la independencia, lo que quería y que no era otra cosa que “el ganado de Zacatecas” – así identificaba lo que conocía de San Mateo.

Por supuesto que el joven Garfias no sabía que iniciaba la escalada hacia el trono tauromáquico, como canta el Redames de Verdi en Aida, a un sitio cercano al sol, espléndida la posición de mando en la que desentrañaría el significado del toreo.

Lo primero que hizo Javier Garfias con el ganado procedente de lo de Julián Llaguno fue hacer lo que entonces creía que sabía, tentar las vacas y los becerros. Al paso del tiempo, tiempo bien aprovechado, no descubriría lo que tenía, sino lo que no sabía.

Descubrió que el Tentadero es la herramienta más importante para cruzar los caminos que le conducirán al logro del toro de lidia con el que soñaba.

Aquel toro, que don Antonio Llaguno construyó de la nada y que pretendió hacer desaparecer cual Merlin disgustado por haber inspirado la creación del toro de lidia ideal no solo para México, sino para el mundo.

Garfias impidió su desaparición y abrió el abanico esparciendo la Sangre Llaguno por el mundo taurino.

Garfias se apoyó en la fórmula que aprendió de Antonio Llaguno García, Toño, el hijo de don Antonio quien con su actitud desobediente impidió la extinción de San Mateo.

Predicada Toño los tres pasos para lograr un toro para padrear en la ganadería, y son: a.-) Tipo; b.-) Origen; c.-) Tienta.

El tipo se expresa en la morfología, es decir sus formas, las que identifican en el encaste Llaguno, formas que pueden ser diversas diferenciándose unas de otras por el origen de su familia.

Lo que empata la selección con su origen y que tiene que ver con la actitud en la plaza y a través del tiempo de ejemplares procedentes de esa familia; y, finalmente su comportamiento frente caballo y acometividad ante a los acosadores que es un juicio absolutamente personal del ganadero.

El tentadero fuera del ejercicio de la tienta, es decir cuando se reúnen el ganadero con los toreros y aficionados surge la tertulia. Se inicia un momento muy importante en la ganadería.

Lamentablemente cada día más escaso. Los dos eventos tradicionales en el campo bravo son el herradero y el tentadero, entre varios.

El Herradero es sinónimo de bullicio, jolgorio donde se reúne un gentío en algarabía, un bonche social sinónimo de algazara, de ruido. Raros los toreros que asisten a los herraderos. No así a la tienta, donde cada cual tiene su sitio propio y hasta sus propios comentarios. Su comportamiento, del que asiste como picador o torero, aficionado o conocedor de la ganadería es sumamente exigente. Antes, tradición que se ha perdido y que sí vi cumplirse en tentaderos de Javier Garfias es que a cada vaca se le distingue al salir por el nombre de la novilla ¡Y el se su madre!

Hablar en voz alta. Conversar en vez de guardar silencio u opinar van siendo vicios que crecen entre ganaderos que asocian el tentadero con el mercadeo.

Considero el tentadero en casa de Javier Garfias como uno de los eventos más interesantes que he vivido como aficionado.

A diferencia de otros tentaderos en España, tanto en Salamanca como Andalucía, en México los tentaderos de Javier Garfias en El Realito, De Santiago, La Laguna de Guadalupe y en Los Cués en la Hacienda Los Cabales eran eventos de suma importancia que se prolongaban por una y hasta por tres semanas, dos o tres veces al año.

Eso sí, con muy poca gente. Casi nunca invitados ajenos al toro siempre pensando en que en la prueba de tienta está el futuro de la ganadería.

Todos estos tentaderos en el camino del trajinar histórico de Javier Garfias en La Villa de Arriaga.

Javier Garfias fue muy exigente en el tentadero, vivimos y disfrutamos de grandes tertulias con “toreros de la casa” como eran los recordados Luis Castro “El Soldado” y Luis Procuna. El maestro Juan Silveti y su hijo David. Grandes de México como Joselito Huerta, Jaime Rangel.

Dos consentidos de Javier Garfias fueron los ases del toreo azteca, Manolo Martínez, Eloy Cavazos, los dos toreros que lidiaron el mayor número de toros de Garfias en la historia de la ganadería.

Con frecuencia iba don Alfonso Ramírez “El Calesero” que tenía mucha empatía con Javier, y también sus hijos: Alfonso Ramírez y José Antonio “El Capitán”; Curro Calesero y su nieto El Calesa. Con El Capitán y Manolito Capetillo vivió el ganadero una muy importante comunión. Retuvieron cerca de tres años, El Capi y Capetillo encargados de los diversos tentaderos. Dos históricos del toreo, Fermín y su hijo Curro Rivera; Manolo Arruza y los hermanos Guillermo y Manuel Capetillo. Manolo, Fermín y Miguel Espinosa de la dinastía “Armillita”.

Uno de los grandes toreros de la Ciudad de México, Manolo Mejía, fue además torero muy apreciado por la afición capitalina un tentador consentido de Javier Garfias. Manolo indultó a Costurero y se alzó con triunfo de apoteosis con Consentido. Faenas que le acreditaron como ídolo de multitudes, en la Ciudad de los Palacios.

Además de los mencionados, sería injusto dejar fuera del tintero a muy buenos toreros como Jorge Gutiérrez que tomó la alternativa con toros de la divisa de Garfias y que prolongó su historia de torero bueno a las arenas españolas, entre ellas Madrid, donde triunfo ante toros de Cuadri y junto a Manolo Vázquez y Antonio Chenel “Antoñete”.

Jorge fue el anfitrión en un tentadero que Javier Garfias preparó para el matador de toros venezolano Carlos Martínez, de visita en México para la despedida de Paco Camino. Carlos toreó con Camino en el Nuevo Circo, junto a Manolo Martínez la noche que el toro número 13 le pegó la cornada a Carlos. Aquella corrida fue importante para Martínez pues le abrió las puertas de las plazas de Manolo Chopera en Venezuela, San Cristóbal y Maracay.

Agreguen a la lista al maestro Zotoluco y a Federico Pizarro un torero muy apreciado por Javier Gar-

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