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Capítulo XVII, El toro los puso en su sitio
from Javier Garfias
by FCTH
ró en su viaje a España - fundaron un punto de apoyo fuerte para la proyección del toro mexicano y la cohesión de la afición a los toros en la nación mexicana.
- Por suerte me tocó vivir, insiste don Francisco Madrazo en indicar que en esta época estuvo muy cerca de los ganaderos de México, en especial Javier Garfias ya que como muchas veces ha dicho, “fueron los años que colaboré con DEMSA.” Los años cuando Javier Garfias fue Gerente de la Empresa .
En ese tiempo embarqué varias corridas para diferentes plazas de la República, abriendo y cerrando funciones con dos corridas para México, La primera 23 de enero de 1972, y la última, el 15 de diciembre de 1974. Aclaro que las fechas aquí mencionadas fueron las de los días de embarque. De la corrida de 1972 guardo el recuerdo de un cárdeno llamado Guerrillero, a un toro de los que mejor vi torear a Manolo Martínez en su triunfal carrera – dije: torear, no solo darle pases-. No olvido que el toro estaba marcado con el número 68, y que abrió plaza. Además, era de una preciosa estampa y fue en su lidia claro, serio, encastado y muy fijo, dejando estar a Manolo a su aire y a su gusto. El Guerrillero no hizo una sola cosa fea en su lidia y Manolo Martínez le compuso una clásica faena, formada de una treintena de pases, perfectamente dados sobresaliendo un hermoso muletazo de trinchera con la zurda, que fue todo jun poema por la belleza, la lentitud y el sabor que le imprimió.
Con mi viejo amigo, Javier Garfias, platico un día de pasados recuerdos y vuelve al tapete de la conversación el día de su presentación en la plaza México con la corrida que le dio “el cartel”.
Capítulo Diecisiete EL TORO LOS PUSO EN SU SITIO
Cuando los triunfos son legítimos, es cuando las partes se unen y juntos festejan. Eso fue lo que ocurrió con Javier Garfias la tarde que salió a hombros de la plaza México, en volandas de una multitud contagiada por la bravura de sus toros llevando al ganadero como pendón de triunfo, celebrándola la extraordinaria lidia de Boca Seca toro indultado por Marcos Ortega.
Tras el esplendor del triunfo del torero y la apoteosis del ganadero, juntos en el éxito, hay una historia detrás de cada triunfo y lo mismo ocurre cuando surge la derrota. Aunque para superar el fracaso existe la revancha.
El doctor Alfonso Gaona, enton-
ces Empresario de la Plaza México, tuvo todas las intenciones de provocarle una derrota a Javier Garfias. El empresario estaba disgustado con Javier Garfias por no transigir a una petición suya. Por re o por fa Javier no transigió a la solicitud del empresario. Gaona con la bilis revuelta creyó que con solo cambiarle el cartel a la corrida la venganza triunfaría; y en vez de ir las figuras le puso un cartel muy modesto con el que el ganadero fracasaría.
Gaona se equivocó, y la tarde fue de tanto éxito que el ganadero salió a hombros de una multitud feliz por lo que vio en la plaza y el matador Marcos Ortega salió proyectado como uno de los triunfadores de la temporada.
El toro, otra vez, los puso en su sitio.
Al trabajo y a la inteligencia de Javier hay que agregar el buen tino de haber sabido conservar junto a él y durante muchos años a uno de los mejores caporales que he conocido en las ganaderías mexicanas: Amado Losoya “La Zorra”, que ha estado con su patrón desde que empezó la formación de la ganadería.
Con “La Zorra”, con Gustavo Castro “El Santanero” de San Mateo y Filemón Guevara de La Laguna y con Pedro Chávez de nosotros (La Punta) se formó el póker de ases de la baraja vaqueril de nuestro campo bravo.
Luis Niño de Rivera, el biógrafo más cercano a la dificultosa vida del genial Antonio Llaguno González, nos cuenta en el capítulo La Transición, en su valioso libro Sangre de Llaguno, que había advertido Antonio Llaguno González a José Antonio Llaguno García, su único varón de sus seis hijos que si quería tener una ganadería de toros bravos lo hiciera con su propio nombre. “Si yo me muero … conmigo se muere San Mateo”, lo había dicho como sentencia definitiva de un juicio egoísta, lapidario y devastador.
Los inicios de José Antonio Llaguno García como encargado de San Mateo corrieron con poca suerte. Al morir su padre, el 15 de enero de 1953, su primer encierro, lidiado a su nombre el 22 de noviembre en la Plaza México con el cartel Manuel Capetillo, Juan Silveti y Antonio Chenel “Antoñete” como alternantes. Fue un encierro de toros con mucha sosería y dificultades. Hubo que esperar hasta 1956 cuando Toño Llaguno, como identificaban los aficionados al hijo de don Antonio, en funciones de heredero de la divisa disfrutó de su primer éxito ganadero en la Feria Guadalupana en la corrida del 9 de diciembre. Fueron los toros
Barba Roja y Cascabel pedestales para que Litri y Antonio Ordóñez se erigieran en triunfadores ante la exigente afición tapatía. El rondeño enloqueció al público con Cascabel, al que le cortó el rabo como premio a la mejor fana por él realizada en suelo Mexicano. Entre 1953 cuando falleció don Antonio y 1979, Toño Llaguno realizó la venta o alquiler de los sementales de San Mateo una larga lista de ganaderías que incluyeron Torrecilla, San Antonio de Triana, Chucho Cabrera, Valparaíso, José Julián Llaguno, Javier Garfias, Rafael Obregón, Mimiahuápam, Reyes Huerta, Moreno Reyes (Cantinflas) Valcerradas, Boquilla del Carmen, Xajay, San Fernando, San Martin, Begoña, Los Martínez, Tres Guerras, San Marcos, Campo Alegre, San Judas Tadeo, Celia Barbabosa, Manuel Martínez, La Providencia, La Soledad y Malpaso y más de 500 vacas.
José Antonio Llaguno a diferencia de su padre, sí abrió la ganadería y, luego de copar las necesidades en la cabaña brava de México, dijo en importantes declaraciones: - No hay porqué alarmarse. San Mateo seguirá siendo siempre San Mateo y el prestigio que mi padre le dio a la divisa rosa y blanco se mantendrá por mucho tiempo.
-Todos los tratos se han hecho sin descuidar la calidad que hay en San Mateo. La reproducción de lo puro, ha dado posibilidades para para que la sangre de Saltillo se reparta y beneficie a otras ganaderías de México, puedo decir sin vanidad, que dentro de poco tiempo, casi todas las ganaderías de máximo prestigio de nuestro país tendrán algo de lo que mi señor padre, con sobra de afición, trajo hace 52 años.
Toño Llaguno casó con una hermana del matador de toros Manolo González, aquel que los panegíricos bautizaron como “La Giralda vestido de luces”, por la relación con su familia andaluza Toño Llaguno pasaba parte del tiempo residiendo en Sevilla. Es cierto que se desplazaba a México para vigilar la marcha de la ganadería.
Entre 1960 y 1965 Javier Garfias de los Santos coadyuvó en la administración de San Mateo. Javier visitaba la finca de la ganadería cada 15 días con el propósito de pagar rayas y revisar todo lo relacionado con el ganado y las instalaciones de la hacienda de Pozo Hondo. Había mucha presión política por la situación agraria en el estado de Zacatecas. Sobretodo por lo que prevalecía sobre los intereses de José Antonio Llaguno García en la hacienda de Pozo Hondo. Toño apelaba a todas las instancias de gobierno moviendo cielo y tierra para defender su propiedad, pero
no lograba respuestas satisfactorias. Su enojo, por la falta de voluntad de parte de las autoridades, lo llevó una confrontación agria y severa con el gobernador de Zacatecas y comprendió que sus días como ganadero en el estado habían llegado a su fin y acabó saliendo de Pozo Hondo. Inteligentemente Toño Llaguno abandonó Zacatecas, pues antes, vente años antes se había perdido San Mateo, al iniciarse la década de los treinta y desde 1915 Zacatecas solo representaba serios problemas para la cría del toro bravo y ahora estaba obligado dejar el estado cercado por el movimiento político a su alrededor.
No había tiempo que perder, puesto que el gobernador encolerizado podía desatar las huestes agraristas en cualquier momento. Habló con Javier Garfias para que recibiera 50 vacas y algunos toros en su finca de Santiago donde permanecieron cerca de un año, en lo que buscaba una ubicación definitiva. No tardó mucho en encontrar la solución, dialogando con amigos y asesores.
Llegó con el general Dámaso Cárdenas que apoyado por su hermano Lázaro sirvió de conducto para que José Antonio comprara un rancho en Michoacán denominado El Cuatro. De inmediato pasó todo el ganado a su nuevo domicilio en el municipio Zacapu. El apoyo recibido por Javier Garfias no terminó con la estancia temporal del ganado en su rancho de Los Cues, sino que continuó con visitas muy frecuentes por parte de Javier a El Cuatro.
José Antonio Llaguno tenía la familia repartida entre México y Sevilla, por lo que debía ausentarse del país y Javier Garfias se convirtió en el supervisor y administrador de San Mateo.
Garfias llegó a familiarizarse íntimamente con la ganadería. Los resultados en los empadres, el registro en los libros del comportamiento de las reses en las tientas y la reseña de las corridas todo estuvo supervisado y juzgado por Javier Garfias. Hubo muy pocos aspectos de la ganadería que él no conociera mejor que su propietario.
Es muy importante lo que señala Luis Niño que con el tiempo cuando sus posibilidades económicas lo permitieron Javier fue comprando sangre de Llaguno en ambos orígenes: San Mateo y Saltillo.
Entre 1959 y 1965 Javier Garfias adquirió todas las vacas de la rama San Mateo que le quedaban a Llaguno. Más 16 madres de la línea española. Entre 1953 y 1956 le agregó 82 vacas, ocho sementa-