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Presentación
from Memoria de Arena
by FCTH
Hablando de figuras cimeras. Las crónicas sobre Luis Sánchez Olivares (Diamante Negro), los hermanos Girón, César y Curro; César Faraco Alarcón y, en dúo, Rafael Ponzo y Celestino Correa, muestran que hubo años de grandiosidad taurina venezolana y que como legado histórico eso constituye un reto vigente.
Fortalecido en su fuero interno, como intelectual y taurino, la madurez ha servido para considerar la fiesta brava venezolana dentro de sus carencias y debilidades, pero sin concesiones al encubrimiento de los errores y sin negar méritos a los muchos que pasaron por las plazas en diferentes roles, especialmente como empresarios y ganaderos.
Visto el devenir, a la distancia de los años, sentimos la nostalgia de que aquellos años inventariados por López fueron muy relevantes, con las naturales improvisaciones y carencias, y que no volverán, especialmente porque profesionales como el aquí referido, ya no están en las mismas responsabilidades que cumplieron en el pasado de manera brillante y exitosa.
Memoria de arena es obra de un apasionado de la fiesta taurina, de un intelectual que ha visto la tauromaquia con celo, seriedad y responsabilidad, y que no ha rehuido ningún reto o compromiso, sino que ha proclamado una adhesión para toda la vida, sin complejos y sin acomplejarse, especialmente en estos tiempos de escasa pujanza, de debilidad institucional, de ausencia de ardorosos defensores y de agotamiento numérico de los aficionados, aparte de sequedad de las fuentes de nuevos y buenos artistas, comunicadores, ganaderos y empresarios.
Esta memoria de López será de buena y provechosa lectura, especialmente para aquellos que de una u otra manera estuvieron vinculados a los hechos recordados y para quienes procuren buscar causas y razones del actual panorama taurino venezolano.
Nilson Guerra Zambrano1*
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Periodista e historiador venezolano con obra publicada. Sitio: www. nilsonguerra.com
A manera de prólogo
¡Hay que zumbárselo! pues el libro está de Puerta Grande
Soy un convencido de que no todas las letras hay que zumbárselas por el solo hecho de que hayan sido impresas, más las que Don Víctor López, ‘Vito’, nos brinda en esta entrega descriptiva del mural de su propia vida, la que ha sido bujía de la tauromaquia de dos siglos y de dos continentes, tienen atributos más que sólidos como para dejarse atrapar por ellas y ya cabalgando a la vera de la tipografía iremos descubriendo que más que un libro de toros ‘Memoria de arena’ es una obra histórica, didáctica, vibrante y agregaría, que hasta bondadosa con el lector.
Pues el maestro ‘Vito’ pudiéndole hacer al ‘Juan Camaney’ jamás se disfraza, buscando ensalzarse y no lo hace porque su pedestal de gigante en los tres tercios de taurino, escritor y periodista, está avalado por la solera del añejamiento y la lealtad a su sello de escribir lo que ha vivido y cuando se trae la denominación de origen, ¿ ‘pos’ pa’ que andar con vanidades?
La escritura de este libro comenzó cuando el maestro venezolano creyó conveniente que había llegado el momento de participarnos de sus vivencias y a diferencia del tequila, que necesita del ambiente y del momento preciso para gozarse, este libro pa’ su degustación sólo requiere de voluntad para aceptar la invitación que lleva implícita la libertad de profundizar en ellas tanto como se desee o quedarse con lo descriptivo aquí, que es más que suficiente por varios puntos y uno de ellos es el hecho de que es un rosario de cuentas finas contadas de primera mano.
Confieso de una buena vez que el compendio electrónico previo a esta obra que usted tiene ahora a la distancia de su vista, lo leí en tiempos no corridos por la razón de que es imposible en algunos casos no detenerse a la reflexión o asombrarse y por ello volver al gozo de releerlo, de ahí el título con el que he rubricado este engarzamiento de palabras, el cual me vino aquella madrugada en el Hostal Aguilar de la calle de San Jerónimo en Madrid, precisamente sentadillo en ese segundo piso a la vera de las habitación 107 la que está frente a la administración que es en la que se hospedaba otro inmenso de las letras Ernest Hemingway, a cuyo espíritu le decía ‘este libro me tiene aquí atrapado.
En vez de pirarme pa’ la calle de Montera’, y la razón de que me haya quedado embelesado es que el maestro con estas letras, además se convierte en un compartidor de sorpresas, algunas de las cuales serían inimaginables y que sólo las creo por que las cuenta el ‘Vito’ tal cual las vivió.
Las hay de todos los matices, destacándose desde luego las que atañen a su paisano César Girón, de quien dice; ‘César ha sido como el oleaje del Mar Caribe: rotundo y sonoro’, y con quien había estado unas horas antes de que el ‘El Torero tintorero’ (así lo apodo Carlos León, se asienta en el libro) se cercenara el tronco y con ello la vida, de este torero nos relata el autor un episodio en el que José Alameda le expone que para su opinión el mayor de los hermanos Girón ‘fue una prolongación mejorada de Carlos Arruza y mucho más completo que ‘Armillita’… ¡Ah que Don Pepe!, con pasajes como este es que el libro está plagado de interés.
A Silverio Pérez, lo saca a la palestra con aquello del ‘Manco de Texcoco’ como lo llamaba en sus crónicas Carlos León, avinagrado cronista e