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Gallego Martín, Alfredo “El Morato”
from Diccionario de toros Tomo 1
by FCTH
cuanto podemos aportar de este diestro, que renunció a su alternativa mejicana para poder presentarse en Madrid como novillero, tal y como hemos visto y que según Don Hermogenes, a esas alturas aún no se encontraba muy ducho en el oficio.
gAllego MArtín, alfreDo
Aunque considerado natural de Madrid, este diestro nació en Utrera (Sevilla), el 3 de agosto de 1889. El error viene dado porque desde muy niño se educó con su hermano en Madrid, en el Colegio de Huérfanos de Ingenieros Militares, ya que su padre era Teniente Coronel de ese Cuerpo. Sin embargo y a pesar de la buena posición social de la familia, el joven Alfredo en cuanto salió del colegio tuvo muy claro que lo que quería era ser torero, y a ello puso todo su empeño para aprender el oficio en los festejos de los pueblos de la provincia. Su afición era tanta que no perdía oportunidad para estar en el ruedo, de tal forma que hizo de todo cuanto se podía hacer para estar cerca de los toros: de “Don Tancredo”, banderillero y novillero. Vistió por primera vez de luces en Carbonero El Mayor (Segovia), en 1908, como banderillero, en la cuadrilla del novillero Ricardo Cereceda y debieron ser muy rápidos sus progresos porque en aquel mismo año ya toreó como novillero en Alpedrete (Madrid), según el matador de toros Juan Sal “Saleri” que lo vio torear y le gustaron tanto sus maneras que lo recomendó a la empresa de Valencia que aceptó contratarlo nada menos que con uno que se anunciaba “Guerrita de Córdoba” y que el tiempo lo convertiría en Califa del toreo. La tarde no se presentó bien porque Guerrita fue cogido y El Morato tuvo que pechar con los cuatro novillos del festejo, que uno tras otro fueron para el corral. Ante lo lamentable de su presentación en Valencia, desistió ser matador e ingresó como banderillero en las cuadrillas de Manolete II y de José Zarco, en las que adquirió el oficio necesario para andar con soltura en los ruedos ante lo toros. Sin duda, esa confianza adquirida le animó de nuevo a intentar ser matador, y durante un tiempo estuvo alternando espada y muleta con las banderillas, aunque de nuevo, y tras varios fracasos muy sonados, comprendió que no había nacido para ser matador de toros, y volvió a su faceta de banderillero en la que en cambio, cumplía a la perfección. En uno de los viajes que hizo a tierras americanas como banderillero, Domingo “Dominguín” le dio la alternativa
en Querétaro (Méjico), el 28 de enero de 1922 al cederle un toro de la ganadería de Galindo, y de tal corrida no pudo guardar buen recuerdo porque fue cogido de pronóstico grave. Así pues, y tras este nuevo fracaso decidió ya definitivamente cambiar el oro por la plata y continuar en el mundo de los toros como banderillero, y acertó, porque solo el hecho de mencionar a algunas de las cuadrillas a las que perteneció nos da una idea de su profesionalidad en este terreno: Manuel Mejías Rapela “Bienvenida”; Bombita III; Vicente Pastor, tres temporadas ininterrumpidas; Fortuna, Valencia, Dominguín, Martín Agüero, Nicanor Villalta, otras tres o cuatro temporadas seguidas, y Victoriano de la Serna, último jefe de filas a quien sirvió. El Morato fue un torero sumamente castigado por los toros, llegando a contabilizársele dieciocho carnadas graves e incluso por diversos accidentes también peligró su vida, como en un accidente de ferrocarril, en el que tuvo una grave herida en la cabeza, o en otra ocasión, en la que toreando en San Martín de Valdeiglesias (Madrid), pisó una banderilla causándole tal herida que el médico propuso amputarle la pierna, algo que no sucedió porque el torero se escapó del hospital. Falleció en Valencia, el 4 de febrero de 1938 durante un bombardeo de la Guerra Civil. El Morato fue un gran peón de brega eficaz y valiente que servía con eficacia a su matador, de ahí que siempre fuese colocado con las primeras figuras. Lo de su apodo tiene su anécdota conocida. Al parecer, en su época de recorrer caminos, dehesas y plazas de toros de talanqueras, sus compañeros decían de tomarse “un vaso de morapio”, término que nunca había escuchado Alfredo aplicado al vino y lo confundió con “Morato”, repitiéndolo así siempre que decía de tomarse un vasito de vino, y de esa corruptela del lenguaje quedó con el apodo de “El Morato”. Su hermano, que también se educó con él en el Colegio de Huérfanos de Ingenieros también fue banderillero. Se llamaba Antonio y por apodo “Cadenas”. Este nació en Cádiz el 13 de febrero de 1889, y su apodo parece devenir de su afición a las ostentosas cadenas de reloj que gustaba llevar. Fue como su hermano un excelente banderillero que fue con las mejores cuadrillas del momento, caso de José Roger “Valencia”, Domingo González “Dominguín”, Juan Anlló “Nacional II” o Marcial Lalanda entre otros.