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García Consuegra, Emilio “El Lince”

2001, apoderado por “el Comandante” Paco Dorado solamente toreó en Jaén, igual que sucedería en la temporada de 2002, en la que solamente toreó 3 corridas, la primera el día 24 de febrero en Jaén; la segunda, el 1 de marzo en Córdoba, en la que cortó una oreja; y la tercera, la corrida del 30 de marzo en la capital del Santo Reino, en la que se corrieron toros de “Martellilla” y alternó con Pepín Jiménez y Manuel Jesus “El Cid”. Cortó dos orejas a su primer toro, pese a lo cual, la temporada de 2003 solo toreó un festejo en Jaén, el 23 de febrero. Había toreado hasta entonces 83 novilladas y 82 corridas de toros. En la actualidad es uno de los banderilleros y peones de brega más importantes. En dicha faceta ha sufrido varios percances graves, como el sufrido en la plaza de Madrid el domingo 6 de agosto del 2006, que figuraba en la cuadrilla de Paco Ureña. Juan Carlos García resultó cogido por el utrero que abrió plaza al salir del tercer par de banderillas. El parte médico emitido por Dr. García Padrós decía que el torero presentaba una «cornada en el tercio superior cara interna del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia dentro y hacia abajo de 20 centímetros, que lesiona músculo abductor y recto anterior, y contusiona la arteria femoral. Pronóstico grave». En 2017, toreando en una novillada matinal a las ordenes del novillero francés Juan Leal, fue cogido aparatosamente cuando se disponía a banderillear por un novillo de la ganadería de José Cruz que requirió intervención quirúrgica en la enfermería de la plaza. Pese a la aparatosidad del percance, la herida no revistió gravedad y según el parte médico era de cuatro centímetros de profundidad y ocho de longitud que necesitó diez días de reposo.

gArcíA consuegrA, emilio

“EL LINCE”

Matador de toros y posteriormente banderillero, natural de Daimiel (Ciudad Real), donde nació el 29 de septiembre de 1949, aunque se crió en Alicante, donde llegó contando apenas diez años, y con trece se “apunto” en la Escuela Taurina que regentaba Gabriel Carrasco “El Piyayo” en el barrio de San Blas. Allí coincidió con José María Manzanares, Gregorio Tébar “El Inclusero” y con el padre del matador de toros Serafín Marín. Allí hizo su primer paseíllo en una “Oportunidad” alternando con Emilio Ortuño, El Mejorano, Montillano y Santo Rufino. Allí empezó su carrera profesional que alternaba con todas las capeas que se celebraban por los alrededores.

En una de ellas recibió su bautismo de sangre y también el artístico, porque en Tibi, un médico, mientras lo curaba de una cornada que le habían pegado en una capea, lo miró y le dijo: “Este tiene cara de lince, éste debe ser listo como el hambre”, y con Lince se quedó. Después fue tres temporadas con el espectáculo “Galas de Arte” toreando en su parte seria, y cuando estuvo debidamente preparado, debutó con picadores en 1969 en Alicante, alternando con Emilio Ortuño y José María Manzanares, y terminó la temporada con 7 novilladas picadas. En la siguiente temporada sumó 26 novilladas, de las cuales, 18 las toreó alternando con El Niño de la Capea, y en nueve ocasiones, en la plaza de Vista Alegre de Bilbao. En 1971 toreó otras 7 novilladas, y aunque no se presentó en Las Ventas de Madrid, si lo hizo a sus puertas, en la plaza de Carabanchel, donde cortó una oreja, y por último, para terminar la temporada, quiso despedirse como novillero en su tierra, Alicante, el 30 de julio, alternando con Alfonso Romero y El Teruel, que iba en plan figura después de triunfar en Madrid donde había cortado tres orejas y había salido por la puerta grande. En esta ocasión fue El Lince quien se llevó el gato al agua al cortar nada menos que cuatro orejas y dos rabos, saliendo a hombros por la puerta grande entre el entusiasmo de sus paisanos. Tal fue el éxito que el empresario de la plaza, el prestigioso hombre de negocios taurinos, después socio de Emilio Miranda, José Barceló, le ofreció la alternativa. En 1972 tomó parte en 7 novilladas y el 5 de agosto se doctoró en Alicante con un cartel de lujo. Se anunciaron toros de Benítez Cubero, pero luego, por distintos problemas, se cambiaron por otros de Juan Mari Pérez - Tabernero. El padrino fue el mejicano Eloy Cavazos, que había triunfado en España y estaba considerado como figura del toreo, y José María Manzanares actuó de testigo. El Lince le cortó las orejas al toro de la alternativa y otra al segundo de su lote, pero la corrida resultó muy accidentada. El segundo toro de su lote estaba toreado, así lo reconocieron los tres matadores y lo firmaron en un papel, y fue devuelto, pero antes, ya había cogido a sus tres banderilleros: Adolfo Mancilla, Antonio Martínez “El Rondeño” y Andrés del Campo, que quedó inútil para la profesión. Tras su devolución a los corrales salió un sobrero de Carlos Núñez. El 19 de agosto toreó su segunda corrida como matador de toros, alternando con el maestro Joaquín Bernadó y el granadino Santiago López en la lidia de toros de la ganadería de “Hoyo de la Gitana” que ya empezaba a ganar fama de dura. Nuevamente la fortuna le volvió la espalda, porque un toro le dio un cornalón de caballo en el triángulo de Scarpa mientras intentaba descabellar, que le cortó en seco la temporada, ya que después de

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salir del hospital sólo pudo torear otra corrida y acto seguido se fue a la mili, por lo que en la siguiente temporada, por la falta de permisos, solamente pudo actuar en dos corridas, las dos con éxitos, que le permitieron sumar 6 corridas en la temporada de 1974. Confirmó la alternativa el 17 de agosto de 1975 con toros de Benjamín y Blanca Vicente alternando con Antonio Millán “Carnicerito de Úbeda” y Aurelio García “Higares”. No consiguió cortar ningún trofeo por la dureza y dificultades que presentaron las reses, pero se arrimó como nunca, a pesar de lo cual aquella corrida no tuvo ninguna repercusión en su carrera y el desanimo lo invadió. Allí empezó a pensar en dejar la profesión. La tercera corrida de la temporada la toreó en Alicante mano a mano con Vicente Fernández “El Caracol”, y aunque cortó una oreja, el empresario, que lo era también de otras plazas, no lo puso. El Lince entendió la señal y comprendió que había llegado su hora. Se despidió en Alicante el 26 de septiembre de 1975 en un festejo mixto en el que intervinieron Manuel Amador y la novillera Maribel Atiénzar, lidiando reses de Miguel Zaballos. Esta fue su última corrida vestido de seda y oro. Después, dos años apartado de los ruedos, pero como ya se había casado y tenía una familia que mantener, volvió a vestirse de torero, ésta vez de seda y plata. En la primera cuadrilla que toreó fue en la de Gregorio Tébar “El Inclusero” con quien se soltó en el oficio toreando corridas de toros; después entró en la de Arturo Blau Espadas, hijo de El Tino, hasta que tomó la alternativa en la temporada de 1982. Desde ese año hasta que entró en la cuadrilla de Pepín Jiménez en 1985 estuvo toreando suelto, generalmente con los toreros de Alicante que solicitaban sus servicios. Con Pepín Jiménez, que estaba en sus mejores momentos se consagró como banderillero y peón de brega, y en 1987 lo llamó su amigo Manzanares, testigo de su alternativa, y con él se fue durante tres temporadas, para estar luego suelto sin que le faltasen contratos, toreando generalmente siempre de tercero. Y de tercero iba en la cuadrilla de Antonio Mondejar el día 19 de septiembre de 1992, en Murcia. El toro que cerraba plaza, de Fermín Bohórquez, como todos los de la corrida, lo cogió y volteó, a resultas de lo cual sufrió una luxación del hombro izquierdo, un varetazo en el tercio superior del muslo derecho y contusiones en la región frontal. Pronóstico reservado. El año siguiente, el día 1 de mayo de 1993, sábado, toreando en Colmenar de Oreja (Madrid), a las ordenes de Pepín Liria, cuando pretendía apuntillar un novillo de Hermanos Martín Alcaide, lo prendió y le produjo una fractura de tibia y peroné, lesiones que necesitaron la colocación de una placa y quince tornillos en el tobillo izquierdo, por lo que es de

suponer que necesitó el resto de la temporada y la siguiente completa para rehabilitarse. El último y definitivo informe médico rezaba lo siguiente: “Emilio García sufrió el 1-5-93 una fractura con minuta del tercio inferior de la tibia y el peroné izquierdo. Fue intervenido en la Seguridad Social efectuándose una osteosíntesis múltiple, con gran cantidad de tornillos y placas, con lo cual se consiguió una reparación anatómica buena. Ha sido tratado con yeso funcional para prevenir la rigidez del tobillo, no obstante éste paciente ha evolucionado produciendo una rigidez tibio – perineo – astragalina completa. Claudica al deambular, tiene dolor, el aspecto anatómico es bueno, pero la función de su tobillo y movilidad está abolida. Pensamos que su situación es irreversible y hay que aceptar esta secuela que a nuestro juicio constituye una incapacidad para su profesión de banderillero”. Con estas escuetas líneas se cerraban todas las posibilidades del torero alicantino, con apenas cuarenta y cuatro años de edad, treinta años de profesión y dieciocho cornadas en el cuerpo. La ciencia no pudo evitar la invalidez de este hombre cuando aún tenía cuatro hijos por criar, con una pensión mínima y reduciendo todos sus sueños de gloria a un parte médico, el que acabamos de ver. Afortunadamente, la solidaridad de sus compañeros y de la afición de Alicante trataron de solucionar lo que le negó la fortuna. Rápidamente se hicieron gestiones para organizar un festival benéfico en la plaza de Alicante con el que paliar las necesidades económicas del torero. A la llamada no falló ningún torero. José María Manzanares, con el que toreó como becerrista, luego de novillero, después testigo de su alternativa, y que por último lo incorporó a su cuadrilla como banderillero, fue el primero en apuntarse al evento, pagándose su toro, al igual que Pedro Gutiérrez Moya “El Niño de la Capea”, otro compañero con más suerte. Completaron el cartel del festival que se celebró el día 11 de febrero de 1995, Luis Francisco Esplá, Pepín Liria, Manuel Molina, Curro Matola y Álvaro Oliver, con la actuación del espectacular rejoneador Ginés Cartagena. Emilio García Consuegra “El Lince” fue un novillero que despertó ilusiones y un matador valentísimo, de los que se arrimaban. Empezaba recibiendo a los toros a porta – gayola, y de ahí “p´alante”, pero le faltó administración y sobre todo suerte. La fortuna, la mala fortuna en este caso, lo apartó de los ruedos cuando era un banderillero cumplidor. Recuperada la pierna la vida tenía que continuar. Se coloco de chófer y de esa forma sacó a su familia adelante hasta que le llegó la hora de la jubilación, pero no de la profesión que tanto amó, ya que ejerció como asesor de presidencia en la plaza de toros de Alicante y en las de de su provincia.

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