esa secuencia numérica. Este formato de libro determina que los itinerarios de aprendizaje dependan de esa ordenación, lo que resulta cómodo para realizar aprendizajes que ignoren la adquisición de competencias que tengan que ver con la creatividad, el pensamiento crítico, las capacidades para aprender a aprender, comunicar, manejar información, uso de las TIC para resolver problemas y situaciones, responsabilizarse de sus decisiones y actos, etc. Un buen libro de texto debe ser aquel que ofrezca posibilidades, información, herramientas para trabajarla, consejos, caminos hacia atrás y hacia adelante en los itinerarios formativos, una puerta abierta para que el profesor acompañe en esos itinerarios y otra para que el alumno pueda solicitar su apoyo o bien trabajar de forma autónoma y cooperativa. Esto mismo es válido para los materiales educativos creados por profesores innovadores.
Fórum Aragón, núm. 34, diciembre de 2021
materiales escolares y las formas de enseñar en lo presencial en un contexto distinto, lo “no presencial”, y que esos formatos de materiales y esas formas no funcionaban en la nueva situación. En efecto, esos materiales (entre los que incluimos los libros de texto en papel, aunque lleven enlaces a páginas web, planteen actividades que enlazan con herramientas TIC para realizarlos o que requieren del trabajo colaborativo de grupos de alumnos, etc.) requieren la presencia de un profesor o profesora que organice, haga el seguimiento y, a veces, modifique o adecúe dichos materiales a lo que está pasando en el aula. A nadie se le escapa que la educación actualmente se lleva a cabo en el contexto de la sociedad de la información, resultado de la creciente digitalización de la comunicación y del uso de herramientas TIC que la han hecho crecer de forma exponencial, adoptar infinitos formatos y adquirir una capacidad de cambio y obsolescencia tremenda. En los procesos educativos se está produciendo la transición de un modelo en el que profesores y libros son las vías de comunicación reconocidas como valiosas, las más valiosas, para enseñar y tutelar los aprendizajes de los alumnos a otro en el que estos se convierten en gestores de sus aprendizajes mientras aquellos pierden la función que ejercían. Este cambio de roles viene acompañado de la irrupción de elementos que compiten con el profesorado en la valoración que se hace de su papel orientador: las nuevas formas y medios de comunicación. No es extraño que los alumnos, mientras el profesor explica cómo resolver un problema, estén buscando y encuentren en internet un vídeo en el que alguien que no conoce habla de ello. En este contexto de digitalización de la comunicación, las herramientas digitales, utilizadas a partir de estrategias didácticas orientadas a producir y organizar procesos de enseñanza-aprendizaje competenciales, plantean dos ventajas importantes: son las adecuadas para afrontar estos problemas porque facilitan y economizan tiempo en el manejo o análisis de información y son muy eficientes como herramientas de intercambio de comunicación e interacción entre profesorado, alumnado, familias y en el interior de estos grupos. ¿Cómo afecta todo esto a los libros de texto? Según nuestro modo de ver, tiene que producirse su digitalización, pero sin perder la calidad en los contenidos y en las estrategias formativas que los configuran. Lo que está en crisis es el formato de conjunto de páginas numeradas que se deben leer siguiendo
19