Diario de viaje La Celestina

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DIARIO DE VIAJE PERSONAJES: Melibea

Celestina


Introducción: Aquella mañana recibí una carta que me entregó un buen hombre y dijo que era de urgencia leerla. Decidí entrar en mi casa que se encontraba en la cuesta del río apartada, lugar donde podía adentrarme en las palabras de esa carta, tranquilamente. La carta procedía de parte del padre de Melibea, un noble, me decía que su hija se encontraba en una profunda tristeza por mal de amores. Era de urgencia que fuese a visitarla y ayudarla. Ponía la dirección de la vivienda que se encontraba en Denia, y al final, ponía que yo obtendría una recompensa económica. A pesar de mi elevada edad, decidí tomar este como mi último viaje como cupido amoroso, ya que esta carta llegó hasta lo más profundo de mi corazón. DÍA 1 Aquella mañana desperté con un entusiasmo especial, iba a emprender mi último viaje y quería aprovecharlo. No comí nada por mis nervios pero me puse mi mejor atuendo, que constaba de guantes al codo, un abanico, una banda de encaje y una falda manteaux con una cola recogida sobre mi brazo. Me preparé una bolsa con mis mejores prendas ya que iba a visitar a miembros de la clase alta. Acudí al centro de Gandia donde había quedado con Sempronio para que me guiara hasta Denia. Gran sorpresa fue la mía cuando Sempronio ya me estaba esperando con los caballos preparados. Sin dirigir ningún tipo de palabra, nos subimos ambos a los caballos y emprendimos este viaje de tanta importancia, por lo menos por mi parte. El trayecto fue agradable, puesto que Sempronio era un viejo amigo mío y el clima fue inmejorable.


Llegué a Denia sobre las 9 de la noche. Me despedí de mi viejo amigo y le di una recompensa económica. Me dijo que si hacía falta que viniese a por mi cuando acabara mi trabajo, pero le dije que no hacía falta puesto que no sabía cuando y si volvería. Se despidió de mí dándome un suave beso en la mano y emprendió su viaje de vuelta. Me dirigí hacia la casona donde vivían mis clientes, siguiendo las instrucciones que me habían dejado en la carta. Al llegar, pregunté por precaución si esta era la casa de Melibea, a un buen hombre que paseaba por allí con sus hijos y asintió con la cabeza. Quedé sorprendida al ver una casona de tal envergadura y lujo. No dudé en tocar la gran puerta que la constituía y me abrió una joven sirvienta preguntándome qué de quién se trataba. Al pronunciar quien era, y explicarle el motivo de mi llegada allí, me dejó pasar al salón donde se encontraba Pármeno, el padre de Melibea. Al verme, su rostro se iluminó e inmediatamente me invitó a sentarme al sillón, donde me explicaría lo sucedido. Me senté y pedí un té. Aquel hombre noble, me explicaba que su hija sufría un mal de amores por Calisto, un noble ciego de nacimiento al cual era imposible enamorar por el físico. Tras esta conversación, me pidió que hiciese lo posible para ayudar a la bella Melibea. Pero le dije que por hoy yo me encontraba muy cansada, que si mañana podía empezar mi trabajo, mejor. Aceptó sin ningún tipo de pega, y seguido me acompañó al que sería mi cuarto durante estos pocos días. Caí rendida en un profundo sueño ya que me contrata cansada tras la trayectoria recorrida.


DÍA 2 Me levanté alrededor de las 7 de la mañana y sin pensármelo mucho, bajé a la cocina y preparé un desayuno para Melibea, como si de mi casa se tratase. Tras finalizar mi tiempo culinario, me dirigí al cuarto de Melibea para despertarla e invitarla a descender a la cocina y desayunar, a parte de mantener una conversación conmigo donde me explicaría desde su más profunda sinceridad, sus penas. Sorpresa obtuve, cuando al abrir la puerta me encontré con una Melibea totalmente destrozada, llorando sobre su almohada. Me acerqué sin dirigir palabra y me senté al lado derecho de su lecho. Al verme secó sus lágrimas y lo primero que hizo fue preguntar quién era yo. Me limité a explicarle quién era, y cuál era mi misión allí, sin preguntarle cuál era la causa de sus lloros, aunque ya la supiese. Cara de alivio fue la de Melibea al escuchar mi pequeño discurso y la seguridad en la que yo aseguraba que mañana mismo su amado tendría una amada, que sería ella. Le transmití una gran confianza y ganas de acabar con este mal de amores cuanto antes. Por tanto, nos pusimos manos a la obra. Nos dirigimos hacia el palacio donde vivía Calisto en caballo, ya que se encontraba un poco lejos. Como buena profesional que me consideraba, yo ya me había informado sobre la rutina de Calisto gracias a mi vieja amiga Elicia. La única forma de entrar a la residencia del noble Calisto, era hacernos pasar por la lectora y la que transportaba los libros, ya que como era ciego, disponía de una lectora que iba a leerle novelas todos los días. Yendo a la casa del amado de Melibea, por suerte nos encontramos con las bibliotecarias. Las detuvimos para preguntarles si se dirigían al palacio de Calisto, a lo que contestaron afirmativamente. Les expliqué la situación en la que estábamos Melibea y yo. Y que como buenas lectoras que eran, debían comprender que la base de la vida era el amor, por tanto necesitábamos entrar a esa residencia urgentemente.


Contestaron de forma negativa pero cuando vieron que les ofrecíamos una suma de dinero considerable aceptaron la propuesta y además nos dejaron las prendas y las intercambiamos. Una vez con todo el equipaje, decididas nos fuimos a la residencia de Calisto. Tocamos la puerta y directamente la sirvienta nos dejó entrar al ver el carro de libros y nuestras apariencias lectoras. Lo mejor de todo esto es que Melibea no sabía ni que debíamos hacer dentro pero yo simplemente me limité a decir que no hablase en ningún momento y que simplemente hiciese lo que yo le dijera. Entramos a la sala donde nos esperaba Calisto y al pronunciar yo la primera palabra dijo: “usted no es la lectora que viene aquí de costumbre, reconozco que usted no huele igual que ella ni tiene la misma voz”. Me limité a contestar que se trataba de una sustitución confirmada por sus sirvientes, a lo que asintió. Le dije que puesto que no sabía realmente cuál libro estaban leyendo, yo le contaría uno nuevo. En vez de contarle un libro, conté la historia de Melibea y la describí físicamente. Mis palabras fueron tan intensas que al terminar de hablar, Melibea estaba emocionada y Calisto preguntó que si esa tal Melibea existía realmente. Contesté que sí, y además preguntó que si había segunda parte. Mis palabras de respuesta fueron: “En efecto, esta Melibea existe y está presente en esta sala, y segunda parte habrá solo si usted decide formarla, y creo que ya es hora de que asuma que usted es ciego, y que mejor será si se enamora por una personalidad ya que por un físico nunca podrá. Los años pasan señor Calisto, y créame que damas como Melibea no hay ninguna actualmente”. Melibea quedó pasmada y Calisto se limitó a decir que acercarse a Melibea hasta sus manos, pues quería probarla con el sentido del tacto. Melibea se acercó temblando de los nervios y cuando Calisto la rozó los dos soltaron un leve suspiro, pues habían encontrado el amor de su vida y solo les hizo falta un simple roce para saberlo. En ese momento fui consciente de que era la primera vez que había


enamorado a una pareja sin necesitar ningún tipo de poción y hechizos , que no había necesitado magia, porque la amiga se había creado sola entre aquellos dos muchachos. Decidí irme de aquella habitación y no despedirme de Melibea. Pues mi trabajo había finalizado y que mejor que haberlo hecho utilizando la magia de la naturaleza. Pero aún me quedaba una cosa pendiente. Pero para poder cumplirla debía recoger mis cosas del palacio y mi decisión era no pedir ningún tipo de recompensa. DÍA 3 Aquel día era el día. En este viaje me di cuenta que mi vida se había basado en enamorar personas, pero que yo nunca pude escribir mi propia historia de amor ya que no la había tenido. Entonces me planteé qué demonios hacía aquí, en la vida, cuando mi lema de vida era que la base de todo en general era el amor. Tras largos años de reflexión, al fin hoy había decidido quitarme la vida por medio de una poción a base de veneno de serpiente. Pero antes he de decir que dejé una nota en mi casa antes de emprender este viaje que decía: “No hay mayor suerte en la vida que amar,ser amado, y que el amor sea correspondido

FIN

”​



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