Entrevista a Gisela Wild en Revista FECOFE 26

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Gisela Wild “El movimiento cooperativo tiene una oportunidad muy especial para contribuir realmente a la igualdad de género”

Hace una década Gisela Wild se acercó por primera vez a una cooperativa, la de Energía y Consumos de Ibarlucea, hoy es su vicepresidenta. El mismo cargo ocupa en la Federación Santafesina de Cooperativas de Electricidad, Obras y Servicios Públicos (FESCOE). Además, es presidenta del Comité de Equidad de Género de COOPERAR y representa a esa institución en el Comité Regional de Equidad de Género en Cooperativas de las Américas. Defensora de los derechos de las mujeres, profesora de música, maestranda en Entidades de la Economía Social, se define orgullosamente como “mamá por tres”. En esta entrevista, reflexiona sobre las dificultades, los desafíos y potencialidades de la perspectiva de género en el cooperativismo actual.

¿Cómo comienza tu relación con el movimiento cooperativo? Mi relación con el movimiento cooperativo comienza cuando voy hacer los trámites para dar de alta al medidor de luz de mi casa al irme a vivir a Ibarlucea, una localidad a 20 kilómetros de Rosario que todavía mantiene una vida bastante rural, de pueblo. Primero mucho no entendía sobre la cooperativa y después de un par de años tuve la iniciativa de armar un proyecto socio-cultural en la localidad que era una orquesta infantil, en ese momento pensaba adónde podíamos llevarlo adelante y que no quedara atrapado en cuestiones de política partidaria, y nos pareció que la cooperativa era un ámbito propicio por ser una institución de la localidad. Así fue que me relacioné con el Consejo de Administración y empezamos a desarrollar el proyecto ahí. Después vino la invitación a participar en el Consejo porque también se da en el sector de servicios públicos que no hay tanta participación de los asociados, entonces cuando aparece alguien enseguida se trata de que se sume con más compromiso. Así empecé a conocer el sistema y me puse ‘el chip cooperativo’, esto hace diez años. ¿Cómo te vinculaste a COOPERAR? Primero, participar en la cooperativa que es de energía eléctrica, por ahí uno piensa ‘¿yo qué tengo que ver con la energía eléctrica?’, pero siempre se necesitan muchos recursos humanos para llevar adelante otro tipo de acciones que no sean específicamente brindar el servicio. Entonces empecé a participar más de la federación FESCOE, me gustaba y me parecía que era un modelo económico y social que se podía adaptar a un montón de cosas. En feminismo decimos que ‘te pones las gafas violetas’ y empezas a ver todo en perspectiva de género, acá yo diría que es como si te pones unos anteojos cooperativos y ves cómo el modelo cooperativo atraviesa muchos ámbitos de nuestra vida en sociedad, y puede ser el camino para resolver de manera sustentable y demo-

crática infinidad de situaciones. Los que están comprometidos con el modelo ya tenemos una forma de vivir en sintonía con el cooperativismo. Desde allí empiezo a tener interés en la Federación y ver cómo participar. Me sumé a FESCOE y a través de ellos conocí a COOPERAR, en ese momento desde FESCOE se decide integrar el Comité de Género y éramos sólo dos mujeres en la Federación, como yo tenía interés comencé a participar como delegada en la comisión de género. Después me eligieron mis compañeras para presidir el comité, y acá estamos. ¿Qué actividades impulsan desde el Comité de Género de COOPERAR? Hoy la actividad más relevante que estamos impulsando es el Pacto Cooperativo por la No Violencia de Género. No es el rol o el objetivo principal del Comité trabajar en contra de la violencia de género sino propiciar la participación de más mujeres en órganos de decisión, consideramos que no podemos estar ajenas a la situación de violencia que nos atraviesa como sociedad, y el movimiento cooperativo tiene entre sus principios el compromiso comunitario. Y a partir de que comenzamos a sensibilizar sobre estas cuestiones también empezamos a detectar al interior del movimiento situaciones de ese tenor, y debemos construir entre todos y todas herramientas de prevención y lucha ante la violencia. En ese momento

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E N T R E V I S TA tomamos la decisión de hacer algo, primero visibilizar el tema, participar de las marchas, impulsar a que nuestros compañeros se muestren con el cartel de NI UNA MENOS, e introducir el tema en COOPERAR donde obtuvimos mucho apoyo institucional. Después pensamos en tener una herramienta que nos permitiera trabajar el tema con más profundidad en las organizaciones, así surgió la idea de este Pacto que lo empezamos a impulsar el año pasado y ya son casi treinta organizaciones de base y federaciones que lo firmaron. Este año en nuestro plan de trabajo definimos dos prioridades: una es la consolidación de ese Pacto con los que ya se comprometieron, hacer un seguimiento de las acciones y consolidar esos vínculos; y por otro lado esto es una puerta de entrada que nos permite llegar a las cooperativas, al problematizar este tema se abre la posibilidad de tratar otras situaciones al interior de las entidades como los cuidados domésticos, la brecha salarial, las discriminaciones indirectas como el micromachismo y un montón de otras cuestiones que surgen a partir de que la cooperativa toma la iniciativa. ¿Y desde el Comité Regional de Equidad de Género de ACI América? En el Comité Regional de Equidad de Género de Cooperativas de las Américas tenemos a nuestro cargo la secretaría y lamentablemente va por la misma línea, porque es tan fuerte la cuestión de la violencia de género que no nos podemos ‘escapar’ de darle una respuesta desde nuestras organizaciones. Tenemos un plan de acción, cada vez que se reúne el Consejo cada tres o cuatro meses hacemos un encuentro con las mujeres del país anfitrión y nuestras reuniones de trabajo. Lo que venimos haciendo desde el año pasado es poner un eje temático, ampliando el horizonte mas allá de lo que se viene trabajando como el empoderamiento, el liderazgo, etc., hemos puesto el eje de los encuentros en temas como legislación inclusiva, legislación comparada cooperativa (en relación a la equidad de género dentro del movimiento) políticas públicas, violencia, entre otros. De esta forma logramos avanzar, conociendo y comparando con la experiencia de otros países. Aunque parezca mentira, en Argentina no estamos tan mal como por ejemplo en República Dominicana o Bolivia. Hay países que tienen un nivel de violencia hacia la mujer mucho más elevado y si bien está instalado el tema, no lo está con el nivel de movilización que vemos en Argentina. Sos integrante de órganos de decisión en una cooperativa y en una federación ¿Nos contás tu experiencia hasta integrar un consejo de administración? En mi cooperativa fue algo como natu20

”Cuando hay un varón joven con aspiraciones, que va creciendo en su carrera, se lo percibe como un joven con proyección, y cuando hay una mujer joven con las mismas aspiraciones, en general se la ve como una trepadora.”

ral, no hubo ningún rechazo, o situación de discriminación. Pero muchas veces pareciera como que a nosotras no nos interesa el cargo, es como que una participa y le interesa participar y con eso alcanza. Hay una especie de tabú de la mujer de decir ‘yo quiero la chapa’, como que hay un miedo de parte nuestra a proponeros para un cargo directivo, cuya raíz lógicamente está en nuestra cultura patriarcal y como nos viene preparando a las mujeres para hacer las cosas por amor, solidaridad, desde lo comunitario o lo doméstico, y a los varones para lidiar con el poder, el dinero y las decisiones. Cuando surgen los debates en torno de las medidas de acción positivas, como el Cupo, por ejemplo, muchos dirigentes te dicen ‘bueno ustedes no quieren, nadie se presenta’, para qué quieren un cupo. Yo venía siendo vocal hace mucho tiempo en la cooperativa y una compañera en una asamblea propuso que yo sea vicepresidenta y dije: ‘sí, yo quiero ser’ (risas). En este caso ni yo lo pedí ni tampoco me lo propusieron mis compañeros, siempre digo que hubo como un acuerdo tácito entre mujeres, es un ejemplo de sororidad. En la Federación que venía participando como vocal hacía tres años, a partir de la última asamblea del 9 de marzo, quedé como vicepresidenta. Digamos que existe un miedo y también un prejuicio con respecto a la mujer y el poder, para dar un ejemplo muy común: cuando hay un varón joven con aspiraciones, que va creciendo en su carrera, se lo percibe como un joven con proyección, y cuando hay una mujer joven con las mismas aspiraciones, en general se la ve como una trepadora. También muchas veces depende del carácter de la persona y eso es injusto, porque tenes determinado carácter y podes hacer frente a situaciones de injusticia que puedas tener acceso a ciertos lugares, y sino no. ¿Cómo nace tu militancia en temáticas de género? Siempre tuve participación activa en comisiones, en la universidad, grupos de apoyo escolar, hasta catequista, pero nunca en esas actividades tuve una visión de género, le es-

capaba cuando nos ponían en lugares de juventud o de género, me parecía que era para corrernos de otros lugares. Tuve siempre una visión negativa de los espacios de mujeres, sentía que nos ponían ahí para sacarnos de los espacios de toma de decisiones. Cuando me puse ‘las gafas de género’ empecé a ver qué mal estaba todo lo que había vivido antes, que a mí me parecía natural. A partir de participar en el Comité de Género de COOPERAR, aprender de todo el recorrido que hicieron antes mis compañeras, leer y tratar de entender porqué las otras mujeres no participan, empecé a ver todo desde una perspectiva de género, que es totalmente transversal. Por ejemplo el tema de los cuidados domésticos, en mi cooperativa soy yo la única consejera, porque tengo un compañero con el que dividimos las tareas de la casa. La reunión de Consejo de mi cooperativa es el lunes 19 hs ¿a qué hora termina? en el momento en que comienzan a sonar los teléfonos de mis compañeros avisando que la comida está lista. Entonces claro, la mujer está cocinando, no puede estar en la reunión. En resumen, desde que participo en el Comité de Género de COOPERAR pude ampliar la visión. El movimiento cooperativo tiene una oportunidad muy especial para contribuir realmente a la igualdad de género, no sé si hay otro sector que atraviese tantos planos de la vida, la economía, actividades y lugares en todo el país como el cooperativo. ¿Alguna vez te sentiste señalada, excluida o tratada de manera diferente dentro de una organización por tu militancia a favor de la igualdad de género? No. Tengo mucho humor igual, cuando me hacen comentarios me rio y no me enojo, trato de dar la discusión cuando siento que están dadas las condiciones y hay una voluntad de cambiar la mirada. Pero la verdad que nunca me pasó de sentirme excluida. Existe una naturalización sobre roles, estereotipos, desigualdades, participación minoritaria en ámbitos de conducción de las entidades ¿Cómo se decontruyen estás prácticas y formas de pensar? Con sensibilización y formación de parte de la dirigencia sobre todo, también en lo local, y las cooperativas tienen ese ‘plus’ del que hablaba antes. A nosotros nos pasó que hicimos una actividad sobe los cuidados, hace dos años. Participaron muchas personas de la localidad y ahí sentí que toda esa gente estaba tratando el tema por primera vez, se mostraron datos estadísticos de las horas que la mujer dedica al cuidado de los hijos y de los ancianos que no está remunerado, y a partir de ahí que cada una empiece a reflexionar sobre cómo es su situación. Gene-


rar sensibilización en el territorio, el movimiento puede contribuir y tal vez puedan otras mujeres animarse a participar. Pero es una decisión política de la dirigencia que hoy mayoritariamente son varones. En general la mujer es secretaria, a mí me pasa bastante seguido que voy a una reunión con el presidente de la Federación y piensan que soy la secretaria, nunca que soy una autoridad, porque ya está formateado de que si entran tres o cuatro varones y una mujer, la mujer es la secretaria o la esposa, no dirigente. Por eso creo que la forma de revertirlo es sensibilizando a los compañeros y mostrando números. Hoy en día, ver un panel todo de varones da hasta vergüenza, está bueno que eso empiece a pasar. Las cooperativas agropecuarias han sido desde sus orígenes mayormente habitadas y conducidas por hombres, hay una dimensión histórica propia del sector y también generacional que tiende fuertemente a permanecer en ese statu quo ¿Cómo crees que se puede instalar el debate y generar acciones sobre la igualdad de género? Existe la parte normativa también. Más allá de que se puede impulsar o no una modificación de la ley de cooperativas que incluya la cuestión de cupos, que es muy rechazado por el movimiento, sin llegar a esa instancia, se puede adoptar reglamentos internos o en los estatutos incorporar el tema de participación igualitaria. Hay experiencias en cooperativas de servicios públicos, por ejemplo en algunas se hace lo que se llama ‘condominio de la acción’, entonces la familia o el matrimonio es el titular de la acción en la cooperativa y ellos deciden quién es el representante. Viéndolo de afuera, en el sector agropecuario la participación de la mujer yo diría que es altísima, porque cada vez que hay un problema se ven las mujeres en la ruta. Cuando hay una situación de crisis la mujer toma un rol activo de organización y después cuando se normaliza el conflicto generalmente se corre y el lugar institucional lo ocupa el varón. Es una cuestión cultural muy profunda pero hay que dar el primer paso. Muchas veces a la mujer le cuesta tomar esos roles y cuando los toma suele pasar que se juntan hacer actividades de mujeres digamos… Por eso insisto que es de los dos lados. Yo lo planteo en distintas dimensiones: la normativa; la institucional, por ejemplo en una cooperativa de servicios públicos su presidente todos los años salía a buscar una mujer, les golpeaba la puerta de la casa porque tenía la decisión política de que haya mujeres en el Consejo, que la cooperativa sea amigable con la mujer en función de los horarios de las reuniones, que la compañe-

ra pueda venir con los chicos y nadie la mire fulero, etc. Puede darse que la cooperativa quiera que participen mujeres, que la mujer quiera participar y que por su situación particular no pueda, ahí aparece también la violencia de género, los celos, los cuestionamientos, ‘a qué vas a ir ahí que son todos hombres’, ‘porqué vas a salir de noche’, todo eso hay que trabajarlo en el territorio. Y también la falta de solidaridad entre mujeres es real, hay formas de competencia que son machistas. Para aquellos que no están tan vinculados a la temática ¿Qué significa perspectiva de género? Sería pensar cómo las decisiones que tomamos en nuestras instituciones impactan positiva o negativamente en la vida de las mujeres. En el sector cooperativo hay muchísimos aspectos desde donde se puede tomar decisiones desde una perspectiva de género. En servicios públicos por ejemplo, si tenés un corte programado de energía eléctrica y lo haces a las 11 del mediodía, perjudicas a la mamá que está preparando a los chicos para ir a la escuela. Hay pequeñas decisiones que se pueden tomar y que tienen un impacto determinado en la vida de la mujer. Otro ejemplo es el crédito, poder generar herramientas crediticias más acordes a las mujeres o tratar de combatir el sesgo de género que hay a veces en entidades crediticias a la hora de determinar los intereses. Considerar esto cuando se planifica una política dentro de nuestras organizaciones es incorporar la perspectiva de género, no solamente que haya mujeres en el consejo sino que nuestro accionar cooperativo contemple esta dimensión. ¿Cuáles son los desafíos más urgentes dentro de la economía social en relación a la temática? El principal es aumentar la participación de mujeres en órganos de decisión que es bajísimo. Para eso, en la nueva actualización que está haciendo el INAES, según nos dijo su presidente, algunos datos van a estar desdoblados por género, entonces eso nos va a dar

”Creo que hay muchos puntos en común entre el cooperativismo y el feminismo, el concepto de igualdad, la justicia, y la democratización del poder, ya sea entre el capital y las personas, como entre los hombres y las mujeres. En el fondo desde ambas concepciones se busca combatir las desigualdades.”

información. Cada entidad federativa también podría hacerlo, ya que tener datos desdoblados por género nos daría un porcentaje que para nosotras es muy difícil obtener. Entonces algo urgente, para que podamos pensar en diseñar estrategias, es tener información. Y después, no sé si es un desafío pero sí es un lindo camino para comenzar a recorrer, es ver cómo nosotros podemos brindar nuestros servicios incorporando una mirada de género. Esto hay que inventarlo, construir conocimiento sobre eso. No quedarnos sólo en que queremos más mujeres en el consejo, porque eso sólo no garantiza que sea más equitativo. Además está totalmente demostrado en todo el mundo que la pluralidad no sólo es una cuestión de justicia, sino que genera mayores ingresos a las organizaciones. ¿Qué le dirías a las mujeres para incentivarlas a participar en las organizaciones cooperativas? Mi mensaje es que le pueden sumar mucho a la organización, que realmente entiendan que se necesitan, que pueden aportar otra visión, otra forma de discutir las cosas, otros caminos de resolverlas. Mujeres: vengan porque el movimiento cooperativo las necesita y pueden aportar mucho. En Twitter te definís como ‘feminista’. En síntesis: ¿por qué sos feminista? Ser feminista significa defender los derechos de las mujeres, básicamente. Así como el movimiento cooperativo y mutual es muy amplio y hay muchas formas de ser cooperativista, en el feminismo también. Creo que hay muchos puntos en común entre el cooperativismo y el feminismo, el concepto de igualdad, la justicia, y la democratización del poder, ya sea entre el capital y las personas, como entre los hombres y las mujeres. En el fondo desde ambas concepciones se busca combatir las desigualdades. El feminismo es un movimiento muy amplio, hoy es un movimiento político que está llevando a cabo cambios significativos en el mundo de una manera muy activa, dentro de la diversidad que lo compone, con cierta homogeneidad. Por todo eso me defino como feminista, también para que otras mujeres pierdan el miedo y se contagien. 21


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