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La pérdida

Esta vez quiero hablar de algo que no es exclusivo de nuestro medio, pero que afecta en nuestras vidas y que en cierta forma nos limita mientras cruzamos el proceso. Digamos, sin entrar en detalles, que a veces lo inesperado o lo no deseado pasa. Y entonces encontramos el duelo donde aparentemente no había nada. Cuando la vida sonreía y estaba corriendo como normalmente lo hace. Cuando llega una noticia que no quisiéramos escuchar nos cambia la rutina y la normalidad por algo que no podemos soportar: la pérdida.

La vida está conformada por ciclos. Eso lo tenemos claro. No creo que nadie esté tratando de pelear contra la naturaleza o el orden de las cosas. Pero ¿qué sucede cuando esto pasa sin razón? Cuando pasa en el momento equivocado… cuando no debería de ser. La tristeza nos inunda, nuestros órganos internos se contraen, nuestro pulso se desborda y nuestra presión se eleva. Se prenden las luces de todos los sistemas. Del verde al amarillo, al rojo. Todo nuestro ser se despedaza y ¿por qué? ¿Por qué tenía que ser? ¿Por qué así? ¿Podía haberse evitado? ¿Es solo un sueño? ¿Podría ser solo un sueño? Y que al despertar mañana en la mañana nos demos cuenta de que no pasó y que simplemente todo continúe como estaba. La impotencia y el coraje nos embargan, y se quiere llevar hasta la última gota de sangre que habita en nuestros corazones, pero no se llena con eso, quiere arrebatarnos el alma y transformar nuestros sentimientos durante todo el día hasta sentir que no existimos en este mundo. Que el tiempo se ha pausado.

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El cielo que conocemos no se parece al de todos los días. No son los días soleados con nubes esparcidas, el pronóstico nos falló; no es lo que esperábamos. Los vientos ligeros, que eran brisa en nuestras caras y nos ayudaban a extender las alas, se convierten en vientos intensos y arrachados, cambiantes y de diversas direcciones. La estabilidad se vuelve turbulencia que quiere dañar nuestros fuselajes. Se acaba la primavera y nos llena de invierno. Un invierno interior que nos carcome desde el centro hacia afuera.

El frío viene de nuestro interior. Lo primero será tratar de evitarlo. Tratar de negarse, de olvidarlo. No es cierto, algo debe estar mal, es una equivocación. Cada día al despertar volvemos al último momento donde todo estaba bien, pero ahora no. ¿Por qué? Esto no puede estar pasando.

Tal vez después queramos combatir ese frío con un calor que venga desde adentro. El coraje nos calienta hasta la orilla de la piel, pero no nos quita el frío que viene desde lo más profundo de nuestro ser. Cambiar de frío a calor solo nos destempla. Hay que salir de ahí.

Una vez que pasamos por esas etapas que muchos hemos vivido, viene la búsqueda de lo rescatable. Ver qué se puede hacer para no estar en ese duelo en las dos primeras fases. Cada persona en cada caso podrá vivir algunas etapas más fuertes que las otras. Pero la negociación interna inicia. Cuando crees que tal vez mejorarán las cosas viene la tristeza, cuando se ha perdido toda esperanza y la depresión hace su entrada. Lo que no podemos cambiar hace presencia. Ojalá que no hubiera pasado. Quisiéramos haber hecho algo un segundo antes para que no llegáramos hasta ahí.

La última etapa, según la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross (1969, “On death and dying”), es la de la aceptación. Donde entendemos la naturaleza de nuestros humanos sentimientos y la inevitabilidad de las cosas. Tal vez yo no diría que se cierra un ciclo, ya que una pérdida puede ser una cicatriz duradera.

Las condiciones cambiantes del clima son algo que no podemos cambiar. Las condiciones cambiantes de nuestras vidas es algo que también se sale de nuestras manos, aunque muchas veces lo tratemos de controlar.

La vida es un conjunto de experiencias donde existe la risa y el llanto. Lo salado y lo dulce conforman sabores, de la obscuridad a la luz hay una gama de tonalidades al igual que del blanco al negro una gama de colores. Y como en el universo no todo es miel sobre hojuelas, hay que estar preparados para los altibajos. No significa que no nos va a doler ni significa que evitemos o saltemos etapas. No lo podemos acelerar. Solo significa que no estamos solos y que es un proceso duro que habrá que aprender a sobrellevar. Debemos estar presentes para los demás como ellos están para nosotros. Un abrazo muy fuerte para todos los que están pasando o han pasado por una pérdida. Ya pasará. Recuerden que hay que vivir, volar, sentir y soñar.

POR: C.P.A. ATP/TPI MTR. D. PROYECTOS DE INNOVACIÓN JORGE CASTILLO

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