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Encuentros cercanos... con el mal

JUNIO DE 1928

El connotado aviador mexicano, el capitán Emilio Carranza, llevaba a cabo un vuelo a bordo de un avión monomotor Ryan bautizado como “México Excelsior”, muy parecido al “Espíritu de Saint Louis”, de Charles Lindbergh, hasta la ciudad de Washington, en donde recibió una gran acogida. Posteriormente se trasladó a la ciudad de Nueva York desde donde tenía planeado volar de regreso sin escalas hasta la Ciudad de México. El “mal tiempo” le estuvo impidiendo su regreso, todo el mundo le aconsejaba esperar a que mejorasen las condiciones. Sin embargo, se dice que recibió un radiograma desde México en el que le ordenaban su regreso sin excusa ni pretexto so pena de poner en duda su hombría; supuestamente esas presiones llegaron desde la Secretaría de la Defensa de parte del general Joaquín Amaro. Como quiera que haya sido, Carranza decidió partir, pero las tormentas seguían amenazantes. No obstante, la lluvia, el viento y los relámpagos logró despegar en la mañana del 12 de julio de 1928 rumbo a su destino. Al poco tiempo se tuvieron noticias que había sufrido un accidente en Mount Holly, Nueva Jersey, y que desgraciadamente había perdido la vida sin saberse mayores detalles. Esa es la historia. Muy probablemente Emilio Carranza fue de las primeras víctimas en experimentar las fuerzas destructoras de una tormenta, incluso pudo haber experimentado el tan temido “wind shear” sin saberlo, el caso es que se enfrentó al mal tiempo y murió en el intento.

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30 DE MAYO/ 01 DE JUNIO 2009

El vuelo de Air France 447 perdió contacto con los servicios de control de tránsito aéreo. El vuelo AF 447, procedente de Río de Janeiro, tenía como destino Paris, Francia, en un tiempo de un poco más de 10 horas. A la mitad del océano Atlántico, frente a las costas de África, encontraron una zona de “mal tiempo”, sin embargo, este sistema desarrolló lo que en meteorología se llama un Sistema Convectivo a Mesoescala, es decir, un fenómeno que se concretaba a un área de 2 a 100 kilómetros de extensión. El problema para mí fue que los pilotos llevaron su avión, un Airbus 330 muy moderno, al centro de la tormenta en lugar de haberla rodeado desviándose hacia la derecha o a la izquierda. La lluvia y la formación de hielo fueron tan intensos que confundieron a los sistemas de computadoras del avión haciéndolos fallar. Empezaron a dar datos falsos confundiendo a su vez a los pilotos, quienes fueron incapaces de interpretar qué estaba pasando, ignorando de paso varias alarmas. El resultado fue que un avión moderno perfectamente controlable fue llevado a estrellarse en el mar. El “mal tiempo” esta vez en la Zona de Convergencia Intertropical o ITCZ les hizo una mala pasada a los pilotos franceses.

JULIO DEL 20… AEROPUERTO DE HERMOSILLO, SON.

En un vuelo regular de una aerolínea procedente de Culiacán, Sin, durante las horas de la tarde de un día excepcionalmente caluroso. Al aproximarnos al área de Hermosillo pudimos detectar con nuestro radar una considerable actividad conectiva. En particular me llamó la atención una gran celda que estaba ubicada como a un par de millas de la pista del aeropuerto; en todos los alrededores se podía apreciar la intensidad de esta tormenta con grandes tolvaneras, relámpagos frecuentes dentro de las nubes, lluvia y mucha turbulencia. Al aproximarnos para aterrizar, las condiciones se empezaron a deteriorar rápidamente, al grado de que tomé la decisión de descontinuar la aproximación y buscar una ruta de escape a través de las enormes formaciones de Cb. Nos desviamos hacia Ciudad Obregón que tenía mejores condiciones y aterrizamos sin novedad. En el vuelo de regreso alcanzamos a oír a dos vuelos que intentaban también aterrizar en Hermosillo después que nosotros. Por la frecuencia les comenté las condiciones severas que habíamos observado, no obstante, decidieron continuar con su llegada. Al poco tiempo, ya una vez tranquilizados en Ciudad Obregón pude observar que uno de los aviones aterrizaba y le pregunté a los pilotos: “¿Cómo les fue, capitán? Muy mal, me contestó, se puso muy feo y nos tuvimos que venir al alterno. Se los dije, le comenté, pues sí, pero nos confiamos en que traemos buen equipo de radar con lo último en tecnología de “wind shear”. Qué bueno, pero ese equipo hay que utilizarlo para detectar y ubicar el “mal tiempo” y evitarlo a toda costa, le respondí. Esa lección —me dijo el capitán— me la aprendí muy bien esta tarde.

ALGUIEN NO TUVO TANTA SUERTE: 31 DE JULIO DEL 2018, AEROPUERTO DE DURANGO, DGO.

Un avión Embraer 195 de Aeroméxico con destino a la Ciudad de México intentaba despegar del aeropuerto de Durango. A los pocos segundos de haber iniciado la carrera del despegue el avión se precipitó a tierra fuera de la pista sufriendo considerables daños, afortunadamente, sin pérdidas humanas. Las condiciones meteorológicas al momento del despegue eran muy malas, con una gran tormenta en fase de maduración sobre el aeropuerto lo que empezó a producir una lluvia muy intensa con ráfagas de viento muy fuertes. Aun así, el capitán continuó con el despegue. Para complicar las cosas aún más el capitán decidió que otro piloto diferente a su Primer Oficial ocupara el asiento de la derecha. El joven piloto sin la más mínima experiencia se vio de repente al mando de un ultramoderno avión, pero en condiciones meteorológicas marginales. Todo en contra de las normas. El resultado fue un desastre. Ahora bien, mi pregunta es: ¿Qué es lo que hizo que un piloto con suficiente experiencia y capacidad decidiera poner en riesgo toda la operación permitiendo a alguien que operara los controles sin haber volado en ese avión? Eso, por un lado, y por otro: ¿Qué es lo que hizo que el capitán aun a sabiendas de las condiciones tan malas decidiera continuar su operación? Se arriesgaron a despegar en presencia de una enorme tormenta, el radar de su avión les ha de haber mostrado la zona tan severa en donde se encontraban con peligro de wind shear, lo que sucedió, entonces ¿por qué seguir con la necedad de despegar? Estos errores dejan muy mal parado a todo el sistema y se deben analizar fríamente para sacar conclusiones y que les sirvan a otros pilotos para que no les ocurra lo mismo. En el siguiente trabajo vamos a seguir analizando cómo los pilotos tenemos que interactuar con la naturaleza, respetando su poder y conociendo nuestras propias limitaciones. Un saludo. No se olviden de leer sus listas de comprobación, ya que son el seguro más barato.

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