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EL MENSAJERO DE LA CIENCIA Y LAS HUMANIDADES año 3 núm.12 issn en trámite febrero - mayo 2017 distribución gratuita

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Ilustraciรณn de Avelino Solano

Painani


EDITORIAL Dibujo al servicio de la ciencia Por Milagros Huerta Coria*

Hace algunos años tuve la oportunidad de platicar sobre dibujo con Gilberto Aceves Navarro, artista entrañable y maestro de varias generaciones de brillantes pintores. Para él, el ejercicio del dibujo es la formación indispensable de cualquier artista plástico, es una disciplina, el camino que conduce al conocimiento profundo del lenguaje del arte. El dibujo abarca infinitas posibilidades y está presente desde los primeros momentos de la historia de los seres humanos. En el dibujo hay respuestas sorprendentes de lo que ha sido y es la naturaleza humana; la integración de curiosidad e imaginación, emotividad y razonamiento, expresión y misterio. Reflexionar sobre el dibujo es una tarea interminable, así como adentrarse en cada una de sus facetas. En esta ocasión, Painani se ocupa de acercarse al dibujo científico, a la ilustración científica. Se trata de un dibujo que tiene objetivos muy precisos al servicio de la ciencia. La anatomía, biología, astronomía, historia, antropología y prácticamente todas las áreas del conocimiento, han acudido una y otra vez a este recurso insustituible para mostrar, describir, explicar y difundir los detalles inaccesibles de otra manera a nuestro entendimiento. Artistas y científicos se han ocupado de ilustrar bestiarios, diarios de viaje, enciclopedias, investigaciones y toda clase de publicaciones científicas y de divulgación, desde el Renacimiento hasta el siglo XXI; Alberto Durero, Leonardo da Vinci, Goethe, Charles Darwin, Alexander von Humboldt, son solamente algunos de ellos. Actualmente existen muchas herramientas tecnológicas para plasmar los objetos de estudio de la ciencia. "Los avances de la tecnología también impactan significativamente nuestro entorno. La técnica digital está basada en los procesos tradicionales de la ilustración científica, pero no se puede sustituir el principio rector de la generación del conocimiento en el ser humano y su primer postulado positivista: la observación", (Sánchez Ramos y Barroso García, 2014). Con esta cita les dejamos para que disfruten de los siempre interesantes contenidos de Painani. * Coordinación de Extensión Universitaria, UAM-I.


DIRECTORIO

ÍNDICE

Rector

EL BELLO OFICIO DE ILUSTRAR LA CIENCIA ................................................................3 Elizabeth Hernández Apráez

Secretario

Dr. Miguel Ángel Gómez Fonseca

Director de la División de CBI

Dr. José Gilberto Córdoba Herrera

Directora de la División de CBS Dra. Edith Ponce Alquicira

Directora de la División de CSH Dra. Juana Juárez Romero

Coordinadora de Extensión Universitaria Dra. Milagros Huerta Coria

Comité Editorial

Dr. Javier Velázquez Moctezuma Dr. Óscar Monroy Hermosillo Dra. María Concepción Gutiérrez Ruiz Dr. Pedro Moctezuma Barragán Dr. Mario Pineda Ruelas Dr. Emilio Domínguez Salazar Dra. Beatriz Gómez González Mtro. Ricardo Campos Verduzco

La Conopsis biserialis ............................................................................................................8 José Luis Arredondo Camarena LILIANA MORENO, AJONJOLÍ DE TODOS LOS MOLES ............................................10 Lilia Anaya LOS JARDINES DE LA MAESTRA CONCEPCIÓN LÓPEZ ............................................12 Elizabeth Hernández Apráez PEDRO CASTRO, EL BIÓGRAFO DE MÉXICO ................................................................15 Elizabeth Hernández Apráez EL MUNDO GRANULAR.......................................................................................................16 Rodrigo Sánchez García QUÉ HACE LA CIENCIA .........................................................................................................18

Painani Coordinadora del Proyecto Divulgación de la Ciencia y las Humanidades y Editora Responsable: Norma Lilia Anaya Vázquez Formación e ilustraciones: Avelino Solano Jiménez Asesoría literaria: Elizabeth Hernández Apráez Corrección de estilo: Ma. Guadalupe Olvera Arellano Guión de Historieta: Jorge Figueroa Nolasco Painani Contacto: Divulgación de la Ciencia y las Humanidades Feria de Ciencias. UAM Iztapalapa Edificio G. Planta Baja Tel: 58 04 46 00 ext. 3115 fciencias@xanum.uam.mx feriaeventos@yahoo.com.mx Versión electrónica en www.feriacienciasuami.com Feria Ciencias Uam-i @fcienciasuami PAINANI. EL MENSAJERO DE LA CIENCIA Y LAS HUMANIDADES. Año 3, Número 12, febrero – mayo de 2017, es una publicación cuatrimestral editada por la Universidad Autónoma Metropolitana a través de la Unidad Iztapalapa, Coordinación de Extensión Universitaria. Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex-Hacienda San Juan de Dios, Delegación Tlalpan, C.P. 14387, Ciudad de México, y Av. San Rafael Atlixco 186, Colonia Vicentina, Delegación Iztapalapa, C.P. 09340, Ciudad de México, Tel. 58044600, ext. 4825. Página electrónica del boletín: www. feriacienciasuami.com y dirección electrónica: feriacienciasuami.com/?op=painani. Editora Responsable: Norma Lilia Anaya Vázquez. Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo de Título No. 04-2013-071217111000-106, ISSN en trámite, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud de Título y de Contenido en trámite, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Impreso en los talleres de la Sección de Impresiones y Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa, ubicados en Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C.P. 09340, Ciudad de México, Tel. 58046553. Este número se terminó de imprimir en la Ciudad de México el 1º de febrero de 2017, con un tiraje de 3000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universidad Autónoma Metropolitana.

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Ilustración de portada: Aldi de Oyarzábal

Dr. José Octavio Nateras Domínguez


Ilustración de Elvia Esparza

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EL BELLO OFICIO DE ILUSTRAR LA CIENCIA Por: ELIZABETH HERNÁNDEZ APRÁEZ *

n la oficina de la maestra Elvia Esparza hay un agave pulquero de hojas frondosas que casi besan el suelo y un cactus adornado con florecitas rojas. Pájaros, insectos, peces y reptiles la vigilan en silencio desde las paredes.Todos ellos llegaron allí gracias a las hábiles manos de esta mujer, amante de la naturaleza y de lo bello. Desde hace muchos años, el maestro Aldi de Oyarzábal convive en su estudio con arañas patonas, mariposas multicolores, chinches regordetas, ciempiés de largas figuras y árboles muy verdes cuyas ramas parecen abrazarse unas a otras.

¿Cómo entraron en ese cuarto tan pequeño, de paredes blancas y frías? La respuesta está en las manos de este hombre curioso y sensible. Elvia Esparza y Aldi de Oyarzábal se dedican al bello oficio de la ilustración científica. De sus manos han salido ilustraciones de animales, plantas, paisajes, que son verdaderas obras de arte. A ella no le gusta dibujar ni rosas ni orquídeas, pero se muere por plasmar agaves y todo tipo de cactáceas. Él, en cambio, tiene una debilidad especial por los escarabajos y por los animales pequeños que el resto de la gente desprecia. Todos los días, estos dos importantes ilustradores científicos de México descifran la intimidad de la naturaleza.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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LA ILUSTRADORA PACIENTE

Los cactus que acompañan a Elvia Esparza en su oficina, son reales y dibujados. Los reales son pequeños y ocupan un lugar discreto en la ventana. Los dibujados por ella misma se roban las miradas de cualquiera que atraviesa la puerta. Enfundada en una bata blanca, aparece ella, la ilustradora por excelencia, quien le pone amor a todo lo que traza en el Laboratorio de Ilustración Científica del Instituto de Biología de la UNAM, donde trabaja desde hace más de tres décadas.

Cuarenta y cinco años después, el nombre de Elvia Esparza es sinónimo de ilustración científica. Sigue dibujando como la primera vez: con pasión. Cuando se le pregunta qué se necesita para hacer una buena ilustración, no habla de técnicas, ni de talento, ni mucho menos de instrumentos, solo menciona dos requisitos: amor y paciencia.

“La ilustración científica es un dibujo exacto, claro en todos sus detalles, sintetiza en una imagen lo que dice el investigador acerca de una especie”, asegura esta mujer que ya perdió la cuenta del número de dibujos que ha realizado durante su carrera. Lo cierto es que sus trabajos han sido expuestos en el Museo de Historia Natural en Londres, y en dos oportunidades ha recibido la Gold Medal, importante galardón otorgado por la Royal Horticultural Society de Inglaterra.

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Ha dibujado de todo: peces, anfibios, reptiles, mamíferos, plantas acuáticas, pastos marinos, semillas. Pero sin duda, las imágenes que más le cuesta trazar son las cactáceas, por la cantidad de detalles que encierran estas plantas. Aunque los animales no se quedan atrás. “En los peces hay que observar bien las escamas para dibujar de manera

Elvia Esparza

correcta la forma: si es redondeada o si es alargada. Las hojas de las plantas a veces tienen superficies satinadas, brillantes, que son muy complicadas de trabajar por la técnica. Cada uno tiene su chiste”, afirma. “En una ilustración me puedo tardar hasta tres semanas. Por lo general, dibujo las plantas a la vista, pero cuando éstas tienen estructuras internas muy complicadas, utilizo el microscopio”, agrega. Cree que el ilustrador no necesariamente debe tener una formación científica. Aunque sí reconoce que debe ser curioso y observador. “Si no observamos, no conocemos y no podemos describir con exactitud. En cierta manera, también estamos obligados a investigar. Por ejemplo, cuando los investigadores nos entregan una planta de herbario dise-

Ilustración de Elvia Esparza

Pero su carrera como ilustradora empezó antes, cuando vio un aviso en el periódico. Era el año de 1971 y la maestra Esparza se dedicaba al cuidado de sus dos hijos. “Se necesita dibujante botánico”, decía el anuncio, y ella, que había estudiado en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda del Instituto Nacional de Bellas Artes, se le midió al reto de ilustrar una planta, la dibujó de manera tan detallada que el biólogo Arturo Gómez Pompo la escogió para participar en un proyecto sobre la flora de Veracruz.


cada, ya plana, sin color, pero ese trabajo requiere hacerse a color, tenemos que buscar la planta y material fotográfico que nos ayude a completar el colorido”, asegura.

Es meticulosa a la hora de ilustrar y, a pesar de que en la actualidad hay nuevas tecnologías como la ilustración digital, ella prefiere trazar con sus manos las imágenes. Asegura que el dibujo manual es valioso por su rigor, porque requiere de tiempo y paciencia. Entre sus trabajos favoritos está el agave pulquero, que dibujó para el calendario 2017 del Instituto de Biología de la UNAM y que es una joya de arte. Al ver el doblez de sus hojas, la nitidez de los tonos, las florecitas color rosa que aparecen de fondo, es como si en medio de la oficina, Elvia Esparza hubiera sembrado con sus propias manos aquella planta. Pero no, solo la dibujó. Claro que si de hablar de ilustración científica y de arte se trata, la maestra considera que el dibujo científico no tiene como prioridad convertirse en una obra de arte. “Su objetivo es mostrar o explicar la

estructura de una planta, animal o el aspecto general de cualquiera de los dos especímenes. Si el talento del que lo elabora es redundante, puede llegar a ser una obra de arte. Sin embargo, muchos trabajos, además del objetivo científico, cumplen con la parte artística”.

Asegura que el dibujo científico se diferencia del artístico porque el primero se comprueba, y el segundo no. “Un artista plástico puede pintar una serie de manchas y formas, y decir que es un paisaje sin necesidad de probarlo”, dice. Para la maestra Esparza, toda ilustración científica que conmueve o provoca alguna emoción es digna de llamarse arte.

Sabe que algún día abandonará el Laboratorio de Ilustración Científica de la UNAM, pero no por ello dejará de dibujar. Sueña con trabajar en proyectos propios desde su casa de Xochimilco. De hecho, ya varias editoriales le han propuesto hacer libros, donde seguramente Elvia Esparza podrá seguir descifrando los tesoros que la naturaleza guarda por dentro.

ILUSTRADOR Y BIÓLOGO En 1978, había en la UAM Iztapalapa un estudiante de espíritu libre y curioso. Se llamaba Aldi de Oyarzábal y se la pasaba pedaleando un monociclo por los corredores de la universidad, como si fuera un artista de circo. Nadie imaginaba entonces que aquel muchacho se convertiría, años después, en uno de los mejores ilustradores científicos de México.

De niño le gustaban dos cosas: dibujar y observar la naturaleza. Cuando llegó el momento de decidir su futuro, Aldi resolvió estudiar Biología. Los primeros trimestres se la pasó buceando y rodando en aquel monociclo; y cuando terminó la carrera, se ganó una beca para estudiar la conducta de forrajeo de las serpientes en Zacatecas y la ecología de los bobos de patas azules de la isla Isabel en Nayarit. Hubo una época en la que aprendió a hacer malabares, a subirse a la percha, a manejar un monociclo gigante y se dedicó a las artes circenses.

Aldi de Oyarzábal

Pero en medio de tantas aventuras, jamás dejó de dibujar. Esa pasión lo llevó un día a tocar la puerta de la Facultad de Ciencias de la UNAM, en donde empezó su carrera como ilustrador. Estando allí tuvo la oportunidad de realizar un inter-

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Ilustración de Aldi de Oyarzábal

cambio académico en el Museo de Historia Natural de Hungría. Regresó a México, pero no permaneció mucho tiempo en el país, porque se enteró que en el Colegio Real de Arte de Inglaterra impartían una maestría sobre Ilustración de la Historia Natural y Estudios Ecológicos. Un amigo le regaló el boleto de avión y en menos de veinticuatro horas organizó el viaje. Todo parecía estar en su contra: no sabía inglés y en la entrevista le preguntaron qué estudios tenía en arte. El único curso de pintura que había hecho era sobre desnudo. Con mal inglés, Aldi respondió: Nakeddrawing (dibujo al desnudo) y su frase provocó la risa de todos. Pero se reivindicó después, cuando les dijo que una vez terminara la maestría, regresaría a México para enseñar todo lo aprendido en Londres. Y eso ha hecho, porque en México la carrera de ilustración científica no existe, y Aldi de Oyarzábal es uno de los profesionales que se dedica a preparar a las nuevas generaciones de ilustradores, a través de cursos y diplomados sobre este oficio. Le gusta llevar a sus alumnos al zoológico para que dibujen al natural: “les enseño que sean ellos mismos, que no copien fotografías en la medida de lo posible, a veces hay que hacerlo, pero no hay que copiar sino crear una imagen a partir de varias fotos”. Para él, un buen dibujo requiere vitalidad y movimiento, lo demás, es decir, los detalles y la técnica, vienen después. Y un buen ilustrador debe tener “un fuerte deseo de serlo, una motricidad adecuada, una relación ojo-mano entrenada, un refinamiento de los gustos estéticos y artísticos. Tiene que ser creativo, imaginativo y contar con buena memoria visual”. En una maleta negra guarda sus ilustraciones. Los primeros dibujos no eran a color y los hacía en tinta china. Saca con delicadeza de la valija las láminas donde ha trazado figuras de protozoarios, cucarachas, hormigas dibujadas al natural, una araña patona que parece salirse del papel y muchos escarabajos, su grupo favorito. Le gustan los escarabajos “porque se tiene acceso a ellos fácilmente, no es que no haya dificultad para encon-

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trarlos, sino que cuando uno tiene el ejemplar lo puede ver por todos lados. Son pequeños, pero no tanto como una bacteria, ni tan grandes como una ballena, al colectarlos no pierden sus colores, solo los ojos se les aclaran un poco y uno los puede ablandar y colocar en la posición que quiera”.

Durante su viaje a los pueblos más remotos de Nueva Guinea, tuvo la oportunidad de ilustrar una rana diminuta que posó sentada en su dedo pulgar y trazó la mariposa más grande del mundo, la Ornithoptera alexandrae. También dibujó a los habitantes de ese país, los papúos, viéndolos a los ojos a una distancia menor a diez centímetros.


Le agrada meterse en la intimidad de la naturaleza. “Hay gente que se va a un bosque y sale repelando de allí porque le picaron los moscos, o se le subieron las garrapatas, o hacía mucho calor o empezó a llover. Para los que nos gusta la naturaleza, es más importante la contemplación y la paz que se experimenta al estar en esos lugares”, asegura. Tiene una gran facilidad para acercarse a los seres pequeños de la naturaleza, esos que la gente discrimina por estar abajo, en el suelo. “Uno los ve bajo la óptica microscópica y el universo y la estatura del dibujo que se va a realizar crece. Hay que poner atención a lo fino, a lo detallado, porque eso asombra”, insiste.

El hecho de ser biólogo es una ventaja a la hora de hacer sus ilustraciones, pues maneja el lenguaje científico y logra descifrar el discurso de los investigadores. Antes de realizar una obra, se empapa del tema, “hay que investigarlo para saber dibujar. Pero no basta con hacer un dibujo exacto de un animal o planta, sino hay que llegar a una idea”. Según el maestro Oyarzábal, la diferencia entre el dibujo científico y el artístico es que “detrás del dibujo científico hay un ilustrador, un científico y una manera de ver el mundo; y el dibujo artístico lo hace uno a su gusto”. No tiene rituales a la hora de trabajar, por lo general pone música variada. Eso sí, le gusta dibujar a mano alzada, arrastrar el lápiz y tocar con la vista la naturaleza.

DE LEONARDO DA VINCI A RAMÓN Y CAJAL Leonardo da Vinci, además de artista era científico. Los dibujos de anatomía humana que elaboró en el siglo XV, eran artísticos. Le entusiasmaba pintar el movimiento de los animales y de los seres humanos. Le intrigaba la anatomía del ojo y el origen de la visión. Dibujó un cráneo en el que aparecen las conexiones del ojo y el cerebro. Para capturar el itinerario completo de la visión, a través de la pupila y el nervio óptico hasta llegar al cerebro, recurrió a las disecciones anatómicas. El naturalista belga Andrés Vesalio contrató a un artista grabador, llamado H. Calcar, para ilustrar su tratado de anatomía médica de más de 600 páginas. Durante el siglo XVIII, se llevaron a cabo las expediciones científicas realizadas en Sudamérica y Filipinas, y gracias a los pintores se dieron a conocer las miles de plantas descubiertas. Por su parte, el científico Santiago Ramón y Cajal estudió y dibujó el Sistema Nervioso Central, al que llamaba la “obra maestra de la vida”. El microscopio

fue su aliado y con ayuda de los aparatos de microfotografía, logró capturar la imagen de la compleja estructura del sistema nervioso. Tenía también dos ases bajo las mangas: sus prodigiosas manos. A finales del siglo XIX, logró combinar de manera magistral la ciencia y el arte al plasmar con precisión las células piramidales de la corteza cerebral, a las que llamó "mariposas del alma". Ilustró dos tipos de células gliales: los astrocitos y la microglía. Sus dibujos fueron criticados por algunos científicos, quienes los consideraban interpretaciones artísticas y no copias reales de las preparaciones histológicas. Por esta razón, sus investigaciones no fueron tenidas en cuenta al principio. Sin embargo, en 1888, utilizando el método de Golgi, descubrió las espinas dendríticas. Hoy, Ramón y Cajal es reconocido como un excelente observador e intérprete de las imágenes microscópicas, se dice que veía detalles que otros no eran capaces de observar.

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La Conopsis b

s i l a i is e r

UNA CULEBRA OLVIDADA Y QUEBRANTADA Por: JOSÉ LUIS ARREDONDO CAMARENA*

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ecuerdo que de niños mi hermano y yo jugábamos “cascarita” en el camellón de las “Torres”, avenida Andrés Molina Enríquez (eje 1 oriente) casi esquina con Río Churubusco (Circuito Bicentenario). En aquella época, casi siempre, al levantar una piedra, nos encontrábamos sorprendentemente con una o dos pequeñas culebras, pero después me di cuenta de que eran tan comunes y frecuentes que incluso las podíamos ver “apachurradas” a la mitad de las calles. Su abundancia era tal que con solo remover la hierba que crecía al pie de las bardas de los baldíos, que en aquel entonces existían en la colonia (Héroes de Churubusco, Delegación Iztapalapa), salían tres o cuatro culebras, sobre todo en la temporada de lluvias (de junio a septiembre). Con la riqueza de pastos, había una exuberancia de insectos, su dieta básica. Pero mi relación con este maravilloso reptil no se limitó a los encuentros frecuentes, sino que fue más allá, pues en una ocasión una vecina que vivía a tres casas de la nuestra, llamó a mi mamá

por teléfono para comentarle que su terreno estaba “infestado” de víboras, que si podíamos sacarlas antes de que los albañiles las mataran, ya que construirían unas viviendas. Me sonó exagerado, pero ni tardos ni perezosos, mi hermano Jorge y yo nos dispusimos a sacarlas; llegamos con una caja de cartón, y en total, si no mal recuerdo, fueron diez, entre grandes y pequeñas. Pretendíamos liberarlas en un enorme terreno, donde existía una torre conocida como la antena de Radio Mil, al parecer ese terreno era de la estación de radio. Los días pasaron y las seguíamos teniendo en la caja, en donde solo depositamos tierra para cubrirlas. Mi padre, al ver esto, les construyó un terrario lo bastante real, ahí las pusimos, y cuál fue nuestra sorpresa que al cabo de unas semanas, se estaban reproduciendo; en poco tiempo teníamos más de cien, eso era para mí verdaderamente increíble, entonces puse más atención a su comportamiento: aprendí a sexarlas, a saber cómo se alimentaban. Hasta que un día sucedió lo que parecía una tragedia: se rompió uno de los

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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cristales del terrario y se salió la mayoría. Nuestro terreno media 250 m2, con árboles, piedras, mucha vegetación, por lo que adoptaron nuestra casa como su hogar, pues ya libres, siguieron reproduciéndose. Ahora veo con tristeza que difícilmente se les puede encontrar, muchísima gente las olvidó; es más, ni saben que existen en nuestra querida Ciudad de México. Pero ¿qué son las Conopsis? Es un género de serpientes de la familia Colubridae y todas sus especies son endémicas de México; son pequeñas culebras que no rebasan los cuarenta centimetros de largo, ostentan una coloración dorsal marrón, verde oliva, gris o amarillenta, entre otros tonos; se les puede distinguir de tres a cinco líneas oscuras a lo largo del cuerpo, o una línea vertebral difusa, y ventralmente muestran un color cremoso. Son de hábitos terrestres y se les puede encontrar

desde los 1750 a los 3100 msnm. Por lo general, se refugian debajo de las rocas, troncos y hojarasca, se alimentan básicamente de insectos y larvas, y su reproducción es vivípara. Son especies benefactoras en los ecosistemas, pues devoran todo tipo de insectos (cucarachas, saltamontes, etc.). Recientemente, los integrantes del género Toluca se sinonimizaron con Conopsis, lo cual está validado por ITIS “Integrated Taxonomic Information System”. Se han clasificado seis especies: Conopsis Conopsis Conopsis Conopsis Conopsis Conopsis

acuta (Cope, 1886) amphisticha (Smith & Laufe, 1945) biserialis (Taylor & Smith, 1942) lineata (Kennicott, 1859) megalodon (Taylor & Smith, 1942) nasus (Günther, 1858)

Clasificación Taxonómica: Reino: Animal Filio: Cordados Clase: Reptiles Familia: Colúbridos Orden: Escamosos Género: Conopsis Especie: Conopsis biserialis

Lectura recomendada: Ticul Álvarez Solórzano y Manuel González Escamilla. Atlas Cultural de México (Fauna). SEP-INAH-Planeta. Guía de Anfibios y Reptiles. Editorial Grijalbo)

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en

acción

LILIANA MORENO, AJONJOLÍ DE TODOS LOS MOLES*

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Por: LILIA ANAYA*

na historia prohibida para niños la acercó a la lectura a la edad de ocho años. Cubierto con “un papel azul, en el que habían imágenes de globitos aerostáticos rositas y una banda blanca”, se encontró un libro titulado Los hornos de Hitler. Seguramente su madre lo guardó de esa forma para escondérselo, pero fue precisamente la envoltura lo que llamó su atención. Aquella niña no sabía si lo que estaba leyendo era verdad o no, lo cierto es que esa obra marcó la vida de Liliana Marisol Moreno Vargas, no solo porque descubrió una parte del ser humano que no imaginaba, sino también porque ese hallazgo la llevó a convertirse a temprana edad en una voraz lectora. “Los que han leído van a entender, llega un momento en que la tinta te lastima la nariz, yo lo llegué a sentir”, comenta. Su madre era obrera. Salía por las mañanas y llegaba muy noche, pero encontraba todo en orden, porque Liliana además de dedicarse a sus estudios, cuidaba a su pequeña hermana y se hacía cargo de las labores propias de la casa. A pesar de las circunstancias, esta aplicada estudiante terminó la secundaria con un promedio de diez. Por eso cuando reprobó la materia de química en el bachillerato, no lo podía creer. Para motivarse se propuso leer biografías de grandes químicos. Conoció primero a Marie Curie; leyendo sobre ella se convenció de que no debía rendirse nunca. Conforme más leía, más se enamoraba de los sistemas bioquímicos y de la misma palabra “bioquímica”, que relacionó después con la farmacología. Llegó al Colegio de Bachilleres 13 soñando con que algún día sería médica para ayudar a las personas. En el * Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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último año de estudios, tuvo que buscar trabajo en un restaurante. Lavaba y cuidaba los baños en eventos, fue garrotera y mesera de etiqueta. Cuando llegó el momento de decidir su futuro como profesionista, Liliana se dio cuenta de que no podría dejar de ser mesera para dedicarse a estudiar medicina, porque a su madre la habían despedido del trabajo. De cualquier forma, ahora sabía más de química y la idea de ser médica ya no le resultaba tan fascinante. Logró ingresar a la carrera de Ingeniería Bioquímica Industrial en la Universidad Autónoma Metropolitana, en Iztapalapa. Con ayuda de los académicos de la UAM descubrió que quería ser científica. El primero que la acercó a la investigación fue Carlos Kerbel Lifshitz, que en sus clases de biología mostraba no solo cómo se generaba y formaba un artículo científico, sino un pensamiento crítico. Su primera experiencia en un laboratorio fue en el Área de Bioquímica y Fisiología Celular con la doctora Laura Josefina Pérez Flores, a quien Liliana llamó cariñosamente “la jefa”. El equipo de la doctora trabajaba un método para una importadora japonesa de mangos. “Los japoneses le pedían un proceso verde, es decir, que no implicara químicos para prolongar la vida en anaquel de manguitos petacones”, comenta. Liliana también colaboró con el doctor Javier Velázquez Moctezuma del Área de Neurociencias. Con él conoció la segunda palabra más bonita del español: “sinapsis”. “Cuando entendí lo que significaba dije: ¡Madre mía!, esto también es química, y eso me gustó mucho”. Aprendió a manejar diversas técnicas como medir la actividad de un receptor de dopamina. Su servicio social lo llevó acabo en el Área de Microbiología con el doctor Mariano Gutiérrez Rojas. En ese laboratorio se volvió ducha en técnicas de microbiología. Continuó con sus estudios de doctorado en Ciencias Químicas con especialidad en Biofisicoquímica en su alma máter. No obstante, al terminar, quiso experimentar en la industria farmacéutica en Querétaro, pero extrañaba a la UAM. Por eso resolvió buscar al doctor Francisco José Fernández Perrino para realizar su primer posdoctorado, en el que se interesó por averiguar los secretos de una enzima involucrada en la síntesis de penicilina. Su espíritu cosmopolita la llevó a realizar dos estancias de investigación en el Instituto de Biocomputación

y Física de Sistemas Complejos en España, donde, por cierto, encontró el amor y se casó. En Francia realizó una estancia posdoctoral en el Centre de Psychiatrie et Neurosciences BROCA con Jean Michel Arrang, quien descubrió el receptor histaminérgico tipo III, y una más con el Dr. Rachid C. Maroun en el Instituto Pasteur, en la Unité de Bioinformatique Structurale. Cinco años estuvo en Freiburg, Alemania (la ciudad de los barquitos de madera), aprendiendo sobre transferencia tecnológica y la generación de startup’s en el triángulo científico-tecnológico de Basel-Freiburg-Strasbourg. Su experiencia fue tan enriquecedora que “con los alemanes aprendí a hacer magia. Yo digo que soy ajonjolí de todos los moles, he trabajado para la industria petroquímica, he trabajado con frutos, ratas y con humanos”. Aprendió a diseñar fármacos, pero no de manera convencional (probando compuestos provenientes de una planta), sino con técnicas que permiten emplear la información estructural del blanco molecular (biomoléculas como proteínas, péptidos, DNA o RNA) y sus sitios de unión a ligandos y, con base en ello, diseñar una droga o fármaco que se ajuste a éste. Actualmente trabaja en el Hospital Infantil de México Federico Gómez. Primero estuvo en la Unidad de Investigación en Enfermedades Oncológicas con la doctora Sara Huerta Yépez, quien al lado de su equipo de investigación trataba de identificar las moléculas involucradas en la generación de la quimioresistencia. Pero ahora se encuentra en un área de reciente creación en este mismo hospital, la Unidad de Investigación en Biología Computacional y Diseño de Fármacos. Liliana y sus colegas quieren diseñar un compuesto químico que reconozca de manera específica a células cancerígenas para poder manipular su metabolismo y llevarlas a la muerte. “Es muy estimulante llegar a una torre de investigación, en donde sabes que en los primeros pisos hay niños que esperan que no estemos jugando a la ciencia. No vamos a curar mañana el cáncer, pero estamos trabajando mucho”. Liliana Marisol Moreno no solo halla respuestas en la ciencia, también las encuentra en la literatura. En El conde de Montecristo, uno de sus libros favoritos, Alejandro Dumas parece haber escrito una frase para ella: “Toda la sabiduría humana está resumida en dos palabras: confiar y esperar”.

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LOS JARDINES DE LA MAESTRA CONCEPCIÓN LÓPEZ Por: ELIZABETH HERNÁNDEZ APRÁEZ*

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os jardines tiene la maestra Concepción López: uno en su casa y otro en la UAM. En el de su casa hay Nochebuenas, jitomates, un pie de elefante de dos metros de alto y una lavanda que suelta un aroma que la transporta a otras dimensiones. En el de la universidad, siembra conocimiento a través de las nuevas tecnologías y ha logrado que sus alumnos cosechen conmovedores videos que hoy circulan en YouTube. Esta psicóloga social, cultivadora de plantas y de conocimiento, no sabe cuántas matas hay en su casa ni mucho menos a cuántos jóvenes les ha transmitido nuevos saberes, durante los 22 años que lleva ejerciendo como maestra. Lo que seguramente sí sabe, es que, tanto la jardinería como la enseñanza, requieren de dos cosas: dedicación y paciencia.

El “jardín virtual” de la UAM Es una mujer muy olfativa. En su casa no pueden faltar las plantas aromáticas porque la relajan. Ese buen olfato también lo aplica a su trabajo de maestra, pues hace algunos años supo oler con anticipación que la enseñanza virtual era una herramienta eficaz para transmitir conocimiento. Todo empezó en el año 2009, cuando se enteró de que el proyecto de educación virtual VIRTU@MI, dictaría cursos a distancia para maestros que desearan crear su aula en Moodle. Eran las vacaciones de verano, la profesora Concepción López estaba en la playa, y en medio del sol, la brisa y el mar, recibía las clases impartidas por dos maestros: uno se encontraba en Barcelona y otro en la Ciudad de México.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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“¿Qué curso estoy tomando?”, se preguntó Concepción López. Todo era por computadora: las inscripciones, las clases, las instrucciones. No conocía a sus compañeros, pero tenía que hacer trabajos en grupo con ellos. Los instructores se encargaban de armar los equipos y todo era vía virtual. “A ver cómo nos va”, se dijo algo incrédula. Le fue tan bien que al terminar el curso llegó a una conclusión: “Esto sí funciona”. Entonces siguió capacitándose en VIRTU@MI durante dos años. Hoy, la maestra Concepción López utiliza las nuevas tecnologías para impartir cinco materias, que dicta en la licenciatura de Psicología Social. Así fue como creó sus aulas virtuales, una especie de “jardín”, en donde se encarga de cultivar a sus alumnos. En ella, en lugar de cactus, hay glosarios, los utiliza porque considera que es importante que los jóvenes sepan ciertos conceptos para que generen un aprendizaje. También dejó de darles a sus alumnos libros para fotocopiar, como se acostumbraba antes, y empezó a entregarles materiales en PDF, links para consultar textos y videos. En su “jardín virtual” de la UAM también “sembró” un foro, que le permite comunicarse de forma constante con los alumnos. “Es un intercambio, una manera de decirles: tú me das la tarea y yo te doy comentarios, críticas, reflexiones”, dice la profesora López. En este espacio, el grupo entero tiene la oportunidad de ver los trabajos de los otros. Todos deben trabajar en bases de datos, recolección de campo y generar discusiones. Pero también hay un foro individual, a través del cual ella se pone en contacto con cada uno de los chicos. Hay una biblioteca virtual, que día a día echa raíces, y donde los estudiantes pueden consultar videos, ligas e imágenes. Y no podía faltar una sección que tiene dos ramas: una de avisos y otra de dudas. “Si alguien está atorado en una tarea o no le ha sido posible subirla, pregunta: ¿Puede darme plazo?”. Y no es raro que aparezca aquí algún anuncio que diga: “El aula no funciona porque está en mantenimiento”. La que no ha florecido es la agenda cultural y académica, que fue “plantada” por la maestra en su “jardín

virtual” para que los alumnos suban información de eventos artísticos: exposiciones en museos, obras de teatro, simposios o conciertos de música. De treinta chicos, solo dos lo han hecho. En cambio, la que más frutos ha dado es una tarea que la maestra les suele pedir a sus alumnos, y que consiste en elaborar una investigación y generar un video o una presentación en Power Point. Hay ya una pequeña cosecha de videos que aparece en YouTube, sobre temas como el embarazo adolescente, la homosexualidad, la vejez y la tolerancia a las nuevas formas de familia. Cenicientos La maestra López empezó a dar clases en la UAM hace 22 años, en el pizarrón verde y con el gis blanco de yeso. El tiempo le ha permitido “entender que el mundo de los estudiantes de ahora es distinto, ellos no son de fotocopia y libro”. Aunque confiesa que al comienzo a algunos no les gustaba el aula virtual, porque los obligaba a seguir los criterios que les establecía el docente. No era raro que un chico se apareciera con la tarea en papel y que la maestra se negara a recibirlo con un: “No lo quiero, el trabajo es virtual”. Pero sin duda, lo que más aterraba a los muchachos eran los horarios de entrega. Tenían que comportarse como la Cenicienta, antes de la media noche debían subir la tarea al aula, si no perdían la posibilidad y el encanto de ganarse una MB. Dice que gracias a la enseñanza virtual puede estar con los estudiantes las 24 horas del día, pues las asesorías no son solo en cubículo, sino también a través de la red. “Algunos no van al cubículo porque piensan que los vamos a regañar o que nos están quitando el tiempo. Pero ese es mi trabajo, yo tengo la obligación de atender sus dudas. En el aula virtual estoy disponible más tiempo, me encuentran hasta las 10 o 12 de la noche”, asegura. Otra ventaja que le ve a este método es que permite a los estudiantes que no hablan en clase, decir lo que quieran en el aula virtual. “No es el modelo del profesor tiene la razón, sino que fomenta el diálogo y la con-

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fianza. Además, podemos colaborar con profesores de otras licenciaturas, generar aprendizaje y compartirlo”, comenta esta egresada de la unidad Iztapalapa. ¿Y dónde están las desventajas? “En el mantenimiento técnico”, contesta Concepción López, “al final del trimestre falla el sistema, o mi computadora, o la luz, o la red”. Las aulas virtuales también son muy demandantes, se requiere trabajar mucho en el diseño y contenidos, aunque esto se convierte en ventaja porque el material se puede volver a utilizar. El jardín de su casa La maestra López tiene un vicio: las plantas. “Me gusta regarlas, podarlas, cuidarlas. Cuando veo una, no me resisto, la compro. Alguna vez también la tomé de un jardín y me robé un piecito; mi culpa quedó sanada diciendo: Pero voy a cuidarla”, confiesa ella con una sonrisita inocente. Tiene buena mano y cuando avienta las semillas pronuncia una frase que parece ser mágica: “Tienen que crecer”. Y sus palabras se hacen realidad, porque ha cosechado jitomates y hasta un aguacate tuvo. Hay plantas con historia en el jardín de su casa, como por ejemplo, el pie de elefante que compró en Xochimilco; era pequeñito y ahora tiene más edad que su hijo de 13 años y mide dos metros de alto. En medio de cactus, arbustos y plantas de distintos colores y aromas quizá recuerde el jardín de la UAM, en donde también esparce semillas de conocimiento y cosecha historias inolvidables. Siempre les aconseja a sus pupilos que cuenten en su casa a qué se dedican, por qué se desvelan, en qué ocupan su tiempo, “porque en estas carreras de ciencias sociales pareciera que no hacemos nada, te pasas dos horas en la computadora y nada más escribiste media cuartilla”. El otro día una alumna hizo un video sobre la vejez y se lo mostró a su madre, y mientras lo veía, la mamá lloró. La profesora López le puso MB a la estudiante, mientras que su mamá le calificó con lágrimas la tarea.

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LOS ROSTROS DE LA CIENCIA EN LA UAM - I

PEDRO CASTRO, EL BIÓGRAFO DE MÉXICO Por: ELIZABETH HERNÁNDEZ APRÁEZ*

la casa paterna. El entonces niño Pedro Castro los leía sin imaginar que ellos marcarían su destino. También era aficionado a las historietas, le gustaba hojear una serie que se llamaba Joyas de la Mitología, en donde pudo conocer de cerca a Hércules, Aquiles, Zeus y todos los dioses y semidioses del Olimpo. La vida campirana quedó atrás cuando le llegó el momento de escoger una profesión. Primero quiso ser ingeniero, pero descubrió que no tenía vocación para ello. Entusiasmado con la idea de ser abogado, llegó a la capital para ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México, pero tampoco le gustó la carrera. Entró entonces a estudiar la licenciatura de Relaciones Internacionales en el Colegio de México.

C

uando de escribir una biografía se trata, Pedro Castro Martínez se convierte en una especie de detective que investiga con lupa la vida de sus personajes. Husmea en húmedos y polvorientos cuartos de servicio, consulta documentos en archivos públicos, recoge testimonios en uno y otro lado, busca datos hasta por debajo de las piedras. Él es un historiador que no deja cabos sueltos. De su pluma han salido libros sobre Adolfo de la Huerta, Francisco R. Serrano, Álvaro Obregón y Soto y Gama. Pero si el doctor Pedro Castro tuviera que escribir su autobiografía, quizá empezaría diciendo que nació en una tierra que huele a manzanas. Su vida comenzó el 16 de junio de 1952 en Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, un pueblo chico, con cinco calles pavimentadas, rodeado de colonias menonitas y un ambiente campirano. Además de ser el dueño de una miscelánea, el papá era un hombre muy apasionado por la historia y le transmitió el amor por los personajes de la Revolución Mexicana, en especial por uno: Pancho Villa. Los libros de historia hacían parte del inventario de

Al terminar la licenciatura se dedicó al servicio exterior. Después realizó una maestría en estudios latinoamericanos en el London School of Economics. También obtuvo el título de doctor en historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 1981 ingresó a la Universidad Autónoma Metropolitana, por esa misma época se convirtió en historiador cuando escribió su primer libro para participar en un concurso. Era una biografía de Adolfo de la Huerta. Para conocer la vida de este sonorense, que fue presidente de México en 1920, escarbó documentos que estaban abandonados en un cuarto de servicio. Allí pudo descubrir el gran talento que tenía don Adolfo para el Bel Canto, supo que fue maestro de grandes cantantes nacionales e internacionales, fue amigo de Enrico Caruso y lo invitaron a dar clases en la escuela de Milán. Con Antonio Díaz Soto y Gama le sucedió lo mismo. Sobre este político nacido en San Luis Potosí, que participó en la Revolución Mexicana, escribió dos libros. El material que utilizó lo desenterró de un cuarto de servicio. Ha escrito sobre el general Francisco Serrano y Álvaro Obregón, y está por publicar una biografía de Carlos A. Madrazo. Cuando investiga un personaje, se convierte por un momento en un Sherlok Holmes que todo lo comprueba con un documento. Es ortodoxo, meticuloso y estricto a la hora de consultar las fuentes.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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EL MU

N U LAR

N

G O D RA

Por: RODRIGO SÁNCHEZ GARCÍA*

iensa en arena, grava, polvo o en semillas, ¿encuentras alguna relación? Seguramente te has dado cuenta de que todos esos medios son conjuntos formados por partículas macroscópicas —es decir, que las podemos ver a simple vista—, también podemos llamarlas solamente granos. Otros ejemplos son la sal, los campos de témpanos de hielo e incluso los asteroides en cinturones de asteroides, así como las pastillas, canicas, balines y la nieve. Los granos pueden estar en el aire (ya sean secos o lubricados), en el vacío o en un líquido como el agua. Pueden rozar directamente uno contra el otro. Típicamente son de al menos una centésima de milímetro de tamaño. La física, siendo la ciencia que estudia la materia, la energía, la fuerza, el movimiento y las relaciones entre ellos, estudia los medios granulares: cómo se acomodan, la relación entre las propiedades mecánicas del material del que estén hechos los granos y sus velocidades, los efectos al darle energía (por ejemplo, agitando el recipiente donde se encuentran), la formación de cúmulos y patrones, el efecto de la forma de los granos, etc. Una peculiaridad de estas partículas es que, al chocar, parte de la energía que tienen por estar en movimiento, se convierte en calor; un ejemplo extremo sería arrojar una bola de papel mojado contra

* Laboratorio de Termodinámica del Departamento de Física, UAM-I.

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la pared, eso en proporción liberaría mucha energía calorífica. Algo similar ocurre con todas las partículas granulares, aunque muchas reboten más que un papel mojado. Este hecho —además de la fricción entre granos al deslizarse entre sí o sobre una superficie— hace que su comportamiento sea muy diferente al de átomos y moléculas, cuyo movimiento depende de su temperatura. Entender el comportamiento de los medios granulares es importante para aplicaciones en la vida cotidiana del hombre, desde la construcción de silos —lugares donde se almacenan semillas—, que soporten las fuerzas del peso ejercido por los granos en su interior; la optimización de la agitación para mezclar materiales tales como arena y grava; la prevención o contención de avalanchas y erosión de suelos; encontrar la mejor forma de verter o agitar materiales como cuentas, cápsulas, pastillas, etc. El estudio que la física realiza sobre los medios granulares presenta retos distintos a los de la materia ordinaria. Por otra parte, el tener componentes macroscópicos tiene ventajas en comparación con el estudio de moléculas y átomos. Para muchos sistemas granulares, se pueden obtener las trayectorias de las partículas utilizando una cámara de video convencional que los grabe directamente. La física de medios granulares es un área activa de investigación con mucho interés práctico que, para conocer el mundo granular, lleva a cabo experimentos, teorías y simulaciones por computadora. En el Laboratorio de Termodinámica del Departamento de Física de la UAM Iztapalapa estamos desarrollando investigación sobre medios granulares, incluyendo sistemas robóticos, los cuales son sistemas granulares que se impulsan a sí mismos.

Lectura recomendada: Hernández López, S., Peña Moreno, T., Acuña Campa, H., Montes Barajas, F., Yeomans Reyna, L. L., Presión en Medios Granulares en Silos: Experimentos Para un Curso de Fluidos. Epistemus 18 (2015) 84-89.

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QUÉ HACE LA CIENCIA

PLANTAS BONDADOSAS CON EL SUELO* PARA NADIE ES UN SECRETO que gran parte de la cubierta vegetal del territorio nacional se está deteriorando a causa de la deforestación. La buena noticia es que hay unas plantas que podrían regenerar estos suelos. Se llaman mimosas y son endémicas de México, cosa que ilusiona a los investigadores porque son nitrificadoras y convertirían zonas erosionadas en lugares llenos de vida. Las mimosas pertenecen a la familia de las leguminosas y, según la maestra María Eugenia Fraile Ortega, del área de Botánica, Departamento de Biología de la UAM Iztapalapa, son plantas muy nobles. “Nuestros antepasados cultivaban leguminosas como maíz, frijol y lenteja porque son fertilizantes naturales, pues en las raíces disponen de nódulos con bacterias que son nitrificadoras. El nitrógeno está en el suelo, aunque no es fácilmente accesible, por eso tiene que ser desdoblado, de tal manera que el suelo queda enriquecido. Mimosa cumple con esta tarea, pero además es una especie muy particular porque le gustan los lugares más feos del planeta: los basureros, las zonas con poca vegetación. ¿Cómo le hace esta planta para sobrevivir? Eso es lo que intentamos comprender para proponerla como rehabilitadora”, dice. La maestra Fraile investiga la morfología y anatomía del género Mimosa, en especial la nervadura de las especies mexicanas, pues hay alrededor de 120 distribuidas en todo el territorio nacional, de sur a norte, aunque en Tehuacán-Cuicatlán es donde existe el más alto endemismo. “Quiero entender en un futuro cómo a través de los sistemas de nervadura economizan agua, cómo hacen para enfriarse, por

qué viven en lugares de muy altas temperaturas y no se queman, qué las hace sobrevivir”, cuenta esta investigadora, que desde 1993 realiza estudios taxonómicos sobre la planta. Por ahora, sabe que la hoja en la mayoría de ocasiones está reducida, pequeña, dividida y peluda para evitar ser quemada por el sol. El género también se conoce como uña de gato, pero Mimosa tecniflora es una de las plantas que se ha utilizado para regenerar quemaduras de piel. Hace algunos años, llegaron al laboratorio de la maestra Fraile investigadores franceses y japoneses que pretendían conocer la planta para elaborar desde cosméticos hasta medicamentos. Lo más importante, en opinión de María Eugenia Fraile, es que las mimosas como regeneradoras de suelos podrían ayudar en el problema de la deforestación que se presenta en México. “El saber cómo está conformado el género, cómo está estructurado morfológica y fisiológicamente, cómo se interrelaciona con las otras plantas que crecen a su alrededor, nos permitiría ofrecer una estrategia de mantenimiento de suelos. No tendríamos excusas para decir no sabemos qué vamos a hacer, qué plantas vamos a traer. La idea es no introducir especies que no son americanas, que pueden competir con las nativas, sino disponer de especies adaptadas para nuestros suelos y con buenas posibilidades para ser generadoras”, asegura. En la UAM lo relacionado a la regeneración de suelos está a cargo de la doctora Sara Camargo y el doctor Noé Montaño. Los dos estudian cómo interactúa este género con otras plantas de su medio ambiente, cómo están las raíces y cómo se comportan las bacterias que hay en el suelo.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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QUÉ HACE LA CIENCIA

¿EL SUEÑO MEJORA LA FERTILIDAD Y LA SALUD?* PARA LAS PAREJAS que buscan mejorar su fertilidad a través de complejas alternativas o, incluso, de métodos pseudocientíficos, existe una mejor opción a la que pueden recurrir: es gratis, no tiene contraindicaciones y les ayudará a disfrutar placenteramente del sexo y a procrear una descendencia sana. Solo deben dormir más de siete horas diarias. En la UAM se han llevado a cabo estudios sobre el papel del sueño como orquestador de varios cambios fisiológicos y neuroendocrinológicos que tienen que ver con la reproducción. Se sabe que, por ejemplo, en seres humanos, la hormona del crecimiento se libera en la primera mitad de la noche; en cambio, la prolactina y el cortisol –esta última, la hormona del estrés–, lo hacen en la segunda mitad de la noche. Científicos del Departamento de Biología de la Reproducción de la UAM Iztapalapa, se han dedicado desde hace más de 20 años a estudiar el vínculo que hay entre la reproducción y el sueño. A través de estudios con modelos animales, investigadores del

Área de Neurociencias de ese departamento, reportaron por primera vez en 1989, que la pérdida de sueño altera las acciones de las hormonas esteroides que regulan la conducta sexual. Hormonas como la progesterona, el estradiol y la testosterona modifican su acción sobre la conducta sexual cuando son administradas en animales privados de sueño. Desde entonces, los avances en el entendimiento de los mecanismos que intervienen en este proceso han sido significativos. Por ejemplo, hoy se sabe que la privación de sueño en ratas, disminuye su capacidad de fertilización. La afectación del número y la funcionalidad de los espermatozoides es uno de los factores que propician esa alteración. Desde la Clínica de Trastornos de Sueño de esta casa de estudios, se ha insistido en que los seres humanos deben dormir al menos 7 horas diarias, como lo recomienda la American Academy of Sleep Medicine (la Academia Americana de Medicina del Sueño). Cuando un sujeto duerme menos de 7 horas sus

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

* Oficina de Divulgación de la Ciencia y las Humanidades, UAM-I.

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capacidades se ven seriamente deterioradas al día siguiente. Si esta restricción de las horas de sueño se prolonga por semanas, meses o años, el riesgo de que esa persona se enferme de obesidad, diabetes, hipertensión arterial y otras enfermedades graves, aumenta. Además, estudios recientemente publicados reportan, que los individuos que duermen menos de cinco horas diarias por varios meses, tienen mayor riesgo de sufrir infartos. El organismo puede adaptarse a que algunas noches no se pueda dormir bien, pero si el insomnio se experimenta de manera crónica, ocurre un desbalance a nivel hormonal. Por otra parte, los especialistas subrayan que dormir por más de nueve horas solamente es benéfico en niños, adolescentes o personas que no han dormido bien, porque en circunstancias diferentes no se ha demostrado que sea benéfico para la salud. Las causas de las deficiencias del sueño se pueden deber a que las personas decidan no dormir el número adecuado de horas, ya sea por su trabajo o sus diversiones, pero también porque padecen alguno de los más de 80 trastornos del sueño que se han descrito recientemente. Ambas situaciones son completamente inadecuadas para la salud y una buena calidad de vida. El mensaje de los profesionales de la clínica del sueño es que los seres humanos debemos dar una alta prioridad al dormir bien y en las horas suficientes. Esta es la manera más accesible y barata de prevenir enfermedades y mantener una vida plena y satisfactoria.

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Escúchanos todos los martes de 16:00 a 17:00 hrs. por UAM Radio en los 94.1 de FM o por internet en www.uamradio.uam.mx

Datos curiosos, entrevistas y más Consulta un adelanto de la programación :

www.feriacienciasuami.com


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