Testimonios historia oral

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Testimonios de historia oral de la Guerra Civil Recopilación de trabajos de alumnos 2º bachillerato

Ana Belén Buisán, Ana Clemente, Itziar Giner, Sara Güemes, Gema López, Sara Tenorio y Beatriz Murillo

Curso 2013-2014

IES Élaios


Una aproximación a la historia oral de la Guerra Civil. “La Guerra Civil se recuerda con tristeza, temor, miedo, incertidumbre, etc. Muchas personas sufrieron grandes consecuencias, unos perdieron a sus seres queridos, otros tuvieron que exiliarse, otros tuvieron que luchar en la guerra… Los supervivientes de esta situación de España cuentan que los bombardeos y los estallidos eran continuos que tenían siempre miedo y que no sabían lo que sucedería el día siguiente. Era una época de hambrunas, penurias y muertes. Mi abuela tiene pocos recuerdos porque entonces era muy pequeña. Uno de sus recuerdos es cuando entraban los nacionales a su casa, su madre tenía que lavar sus trajes en agua muy caliente. También se acuerda que una vez los nacionales les salvaron de un asalto a su casa; otro de sus recuerdos es que en el pueblo en el que vivía fue bombardeado y una de las bombas dejó al descubierto una sala en la que el médico tenía guardados víveres cuando todo el pueblo pasaba hambre. Y, por último, uno de sus peores recuerdos es que durante la posguerra una de sus hermanas murió de anemia”. Ana Belén Buisán (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞

“Mi abuelo (el padre de mi padre), cuando era adolescente se fue a vivir a Francia con su familia. Cuando llegó el momento de hacer el servicio militar volvió a España y coincidió con el inicio de la guerra. Lo hicieron luchar con los republicanos. En la Batalla del Ebro, lo hirieron de bala en la rodilla y estuvo un tiempo hospitalizado, cuando se recuperó estuvo prisionero del


bando de los franquistas. Una cosa de las que le marcó mucho fue que estando prisionero, vio como los curas se acercaban a todos los prisioneros para convencerles de que confesaran sus pecados. Muchos presos sabiendo que estaban bajo secreto de confesión, explicaban todo lo que habían hecho, incluso cosas contra el régimen de Franco o contra la Iglesia. Él siempre se acordaba de que los presos que confesaron delitos, al poco tiempo fueron fusilados. Una vez terminada la Guerra Civil, tuvo que hacer el servicio militar con los vencedores, con Franco”. Ana Clemente (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞ “La familia de mi madre pertenecía al bando nacional y siguieron conservando sus tierras y pertenencias una vez acabada la Guerra Civil. Sin embargo, la familia de mi padre perteneció al bando republicano y muchos de sus miembros tuvieron que exiliarse fuera de España, principalmente a Francia, lugar donde residen ahora sus descendientes. La guerra, sobre todo en el ámbito rural, fue muy dura porque todo el mundo conocía a todo el mundo y tanto antes de la guerra como después se produjeron rencillas e incidentes muy desagradables que hacían muy difícil la convivencia entre los vecinos de un mismo municipio”. Itziar Giner (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞

En este caso la alumna Sara Güemes recoge el testimonio literal de Vicenta Gracia Casabona, su abuela:


“Cuando estalló la Guerra Civil en España en el año 1936, mi familia y yo vivíamos en un pequeño pueblo cercano a Belchite llamado Mediana de Aragón. Como parte de una familia campesina y humilde nos vimos envueltos en una guerra que no entendíamos, ni sabíamos porque se había producido, pero que como en el caso de miles de familias de ámbito rural fuimos afectadas, separadas, en muchos casos con muertos dentro de la familia, sin que tuviéramos nada que ver con todo lo que originó esta guerra. En mi caso en el año 1936 yo tenía 10 años, éramos cinco hermanos, con una madre fallecida el año anterior en el parto de su último hijo, y criados por mi padre y unos tíos; al ser la única chica de la casa y a pesar de mi corta edad me vi en la obligación de cuidar de dos hermanos más pequeños, uno de ellos de tan sólo unos meses, por lo que la infancia se vio interrumpida ya que apenas pude ir al colegio y todavía más cuando estalló la Guerra Civil. Unos meses después del inicio y por temas de envidias, acusaciones, etc. que hubo en muchos pueblos, nos vimos en la obligación de marchar de Mediana de Aragón en una huida a ninguna parte, de noche andando sin saber muy bien adonde, y después de muchos días de andar llegamos hasta la Puebla de Híjar en Teruel, lugar en el que nos tuvimos que separar de mi padre y mis dos hermanos mayores que se encaminaron a la frontera con Francia con otros familiares para pasar al país vecino, a mi padre ya no lo volví a ver nunca más y a uno de mis hermanos tampoco, tiempo después y una vez acabada la guerra civil y la segunda guerra mundial, volví a ver al único hermano de los que se fueron que seguía con vida, que una vez concluida la guerra se quedó a vivir en Francia, y me contó que al pasar la frontera estuvieron recluidos en un campo de refugiados cerca de la localidad de Perpignan, a los pocos meses de estar allí, las autoridades francesas les dieron la opción de ir a luchar por Francia a la II Guerra Mundial o devolverlos a España y entregarlos a las autoridades españolas, ellos al igual que otros muchos refugiados españoles decidieron ir con las tropas francesas, en una de las primeras intervenciones que realizaron los tres (mi padre y mis dos hermanos) fueron apresados por las tropas alemanas y enviados al campo de concentración de Mauthausen, uno de los más duros y crueles que tuvo el régimen nazi, en el que murieron mi padre y uno de mis hermanos en sus tristemente famosos hornos crematorios, así como otras personas que también eran originarios del pueblo. En la separación que se produjo en la Puebla de Híjar, nosotros los hermanos más pequeños nos volvimos a Zaragoza y nos repartieron en varias casas, fuimos criados con el cariño de tíos y primos, pero con la falta paterna y de los hermanos que marcharon a Francia. Fueron años muy duros los de la guerra civil, escasez de comida y racionamiento de los productos más básicos de los que hoy en día no faltan en cualquier hogar, pero que en esos días de guerra eran cómo tesoros sólo accesibles a los más pudientes, en cualquier caso la convivencia era mucho más familiar y más cercana, ya que la carencia de bienes materiales era suplida por otra clase de afectos.


En mi caso particular, tuve la suerte de que me crié con unos familiares que tenían un pequeño negocio que era un horno de pan, por lo que este alimento básico y todos sus derivados nunca nos faltaron, y a través del negocio pudimos acceder a otros productos de primera necesidad. Los recuerdos de aquellos años y los posteriores a la guerra civil son de sufrimiento y de pasar penalidades, por los familiares que habías dejado marchar y que durante mucho tiempo no se supo nada de ellos, pero también por la época que nos tocó vivir, pero con la esperanza de que todo aquello quedara atrás y que todo lo que se había pasado no volviera a repetirse nunca más. Tiempo después me casé y formé un hogar, en el que nacieron mis dos hijos que me han dado tres nietos que son mi orgullo y a los que deseo que todo lo que pasó mi generación de la guerra civil no lo tengan que pasar ellos nunca más”. Sara Güemes (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞

∞ “El testimonio que voy a relatar es la vivencia de mi abuelo en su pueblo, Almonacid de la Sierra (Zaragoza). El pueblo estaba dividido en dos bandos; los de derechas y los de izquierdas. Al hacerse con el poder la derecha, el fascismo, iban cogiendo prisioneros a todas aquellas personas con mentalidad de izquierdas, sobre todo a los abanderados. Me cuenta mi abuelo, que se escondían en las cuevas que hay en los campos del pueblo llamadas “Cuevas del Barón”, allí otros iban de vez en cuando a llevarles suministros, pero no podían permanecer mucho tiempo porque serían delatados. A las mujeres también con ideas más liberales, les raparon el pelo y las mostraron en la plaza del pueblo para que se avergonzaran. El párroco del pueblo, Mosén Vigilio, también tuvo mucho que ver con estas barbaridades; porque oyó una vez cantar “La Internacional” se chivó para que los ejecutaran. En Almonacid ejecutaron a cinco personas, y a muchos otros les llevaron al “tercio” (frente de batalla) para luchar poniéndoles en primera línea de tiro. A los que no podían ir ya fueran por edad avanzada o cojos les hacían hacer la instrucción en la plaza.


Los falangistas iban casa por casa para requisarles las armas que tuvieran, también me ha contado que a las casas de cazadores tenían más miedo porque sabían que tenían más de un arma. A algunos vecinos de Almonacid de la Sierra, Alfamén y La Almunia de Doña Godina, les hicieron habilitar unos terrenos para que pudiesen aterrizar los cazas italianos. Los fascistas solían ejecutarlos en pueblos diferentes o en el término municipal dejándolos en las cunetas, es el caso de personas de Calatayud que las dejaron en el término de Almonacid y los vecinos los enterraron en una fosa común; hoy en día los familiares de estas personas después de identificarlos les dieron sepultura individualmente en el cementerio de Almonacid de la Sierra. El alcalde de por aquel entonces, que por supuesto era fascista, llamado Paco “El Clavelinas” confiscó todos los bienes republicanos como locales, dinero, solares, muebles, etc. y con ese dinero me dice que se compró unas buenas mulas que eran la envidia del pueblo y los habitantes de Almonacid las llamaron las “Republicanas”. Los bienes que no le convenían les mandaba a los niños pequeños que los quemaran en la plaza del pueblo. Después de tanto tiempo hoy en día en este pueblo, siguen visiblemente grabadas las heridas de la guerra en ambos bandos. Mi abuelo a sus 90 años aún tiene todos los recuerdos de la Guerra muy presentes”. Gema López (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞ “El testimonio de mi abuela materna y paterna es muy diferente y se ve el contraste de las dificultades o facilidades que tenían las personas durante la Guerra. Mi abuela materna nació acabando la Guerra y no la vivió de primera mano, fue la posguerra lo que ella conoció y aquí en Zaragoza no tuvo ninguna necesidad y no le faltó nunca nada, mientras que mi abuela paterna que residía en Extremadura pero en el momento del estallido de la Guerra se encontraba en Tetuán, protectorado español en Marruecos, donde su madre se encontraba trabajando. Recuerda y le han contado que mientras estaban allí el 18 de Julio de 1936 hubo un fuerte bombardeo a la ciudad. Salir del protectorado era muy peligroso por lo que decidieron quedarse allí viviendo durante un tiempo. En 1940, un año después de acabar la Guerra, volvieron a Extremadura. El trabajo escaseaba en esa zona y decidieron mudarse a Zaragoza, una ciudad con más posibilidades, donde les costó empezar pero consiguieron salir adelante”. Beatriz Murillo (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞ “La Guerra Civil fue un suceso horrible en la historia de España. Especialmente es mi abuela quien más narra historias sobre este suceso, en multitud de ocasiones cuenta como enterraban los cuerpos en fosas comunes creadas para ello. Cómo era normal que alguien desapareciese por la noche y cómo gente armada campaba a sus anchas por el pueblo. El


padre de mi abuela tuvo que exiliarse a Francia, estuvo en un campo de refugiados y tras su vuelta a España lo metieron la cárcel durante tres o cuatro años”. Sara Tenorio (2ºD bachillerato, curso 2013-2014). ∞

Las imágenes que ilustran este trabajo no corresponden a la peripecia personal de los protagonistas de los testimonios aquí narrados.



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