Grupo de Arte Callejero
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Aquí viven genocidas (2001)
FIEBRE es un proyecto editorial que busca la difusión del trabajo creativo realizado en América Latina a partir de 1980, década en la que el surgimiento de una nueva oleada de gobiernos autoritarios y asesinos, forzó la reinvención de las formas y los medios tradicionales de protesta y organización social. Enfocando nuestra atención hacia la periferia del continente, buscamos aquellas experiencias que el sistema global del arte y sus intereses económicos no han considerado significativas, pero cuyo reconocimiento consideramos vital para resistir a la homogeneidad que propone la globalización de la producción artística, ante la cual, la riqueza y diversidad de nuestros diálogos es reducida a la de mero comentario del arte occidentalizado. Deseamos recopilar las historias de aquellos que sin necesariamente autodenominarse artistas, emplearon estrategias creativas para luchar contra la violencia y el miedo, y para las cuales el arte muchas veces fue solo una consecuencia, no un propósito.
Que no se calmen las aguas: GAC, Aquí viven genocidas (2001) Edición Carla Lamoyi y Antonio Medina Corrección Carla Lamoyi Coordinación y Diseño Antonio Medina
Manifestación en contra de los indultos a los responsables de los crímenes cometidos durante la Junta Militar, 1989. Foto: Adriana Lestido.
Página anterior: Mapa señalando la distribución de los carteles colocados durante escrache en el ex Centro Clandestino de Detención, “Olimpo”. Página siguiente: Represión militar contra la protesta de la Confederación General del Trabajo (calle Brasil), el 30 de marzo de 1982. Foto: Pablo Lasansky. Primera Edición, Julio del 2019 © FIEBRE Ediciones, 2019 fiebre.ediciones@gmail.com Todos los registros de las acciones del GAC son propiedad de Vanesa “Mane” Bossi y el Grupo de Arte Callejero. En la medida de nuestros recursos, intentamos contactar a los autores y obtener los permisos de todas las demás imágenes incluidas; en los casos en lo que esto no fue posible, apelamos a un uso justo con fines educativos. FIEBRE es un proyecto editorial sin fines de lucro, conformado por los artistas Antonio Medina y Carla Lamoyi. Ninguna parte de esta edición es de uso reservado; y podrá ser duplicada, transmitida, fotocopiada, traducida o digitalizada —total o parcialmente—, sin la previa autorización de los editores, siempre y cuando este mismo principio sea respetado. Este libro se terminó de imprimir en los talleres de RR Impresos, ubicados en la calle Mar Mediterráneo #36, Colonia Tacuba, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, el mes de agosto de 2019.
CONTENIDOS
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Un afiche indica
27
Pensamientos, prácticas, acciones
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Laboratorio de autoeducación
56
Aquí viven genocidas (agenda)
65
Aquí viven genocidas
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Índice fotográfico
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Línea del tiempo
Leandro Porcellini
Grupo de Arte Callejero
Ana Longoni
Grupo de Arte Callejero
Grupo de Arte Callejero
Madres de Plaza de Mayo son embestidas por elementos de la PolicĂa Montada durante la Marcha por la Vida, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina; 1982. Foto: Eduardo Longoni.
Un
afiche indica Leandro Porcellini
Un poste de publicidad sostiene un afiche que indica: Aquí viven genocidas. Un mapa de la Ciudad de Buenos Aires y sus adyacencias que es una marca contra el olvido. El plano recoge huellas que recuerdan los escraches que la agrupación Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.), junto a otras organizaciones como el Grupo Arte Callejero (GAC), realizó desde los años noventa para impedir que los represores del genocidio en Argentina (1976-1983), protegidos por leyes e indultos, se camuflaran en el anonimato y la cotidianeidad urbana. Este afiche que irrumpió en la ciudad, fue parte de una estrategia que buscaba construir una condena social para lograr que la impunidad no fuera total y se abrieran así, nuevas puertas para otras formas de justicia. El 24 de marzo de 1976, el Ejército Argentino junto a la Armada y la Fuerza Aérea, con la participación de corporaciones económicas y un sector de la sociedad civil, dieron un golpe de Estado que puso fin al gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez de Perón. Se inició el autoproclamado “Proceso de Reorganización Nacional”, la dictadura más asesina que viviera la Argentina, donde todo el territorio nacional quedó dividido en cuadrículas bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas. Los militares junto a las Fuerzas de Seguridad erigieron más de 700 Centros Clandestinos de Detención (CCD) que fueron los lugares centrales desde los cuales se llevó a cabo la represión clandestina contra las organizaciones revolucionarias, sus integrantes, amplios sectores de la militancia estudiantil, sindical, territorial, social y religiosa. Los militares utilizaron distintos mecanismos represivos pero impusieron un método que sería su sello: la desaparición forzada de personas. Secuestro, tortura, cautiverio, asesinato y desaparición de los 09
cuerpos de las víctimas, constituyeron la modalidad central desplegada por las Fuerzas Armadas argentinas para eliminar a todos aquellos que consideró sus enemigos y los del país. A través de la represión, el poder desaparecedor de la dictadura buscó disciplinar a una sociedad políticamente movilizada. En los años previos al golpe de Estado, los sectores contestatarios habían reaccionado frente a la ausencia de un verdadero sistema democrático de gobierno, en oposición a la injerencia de los militares en la vida política argentina, y contra las consecuencias sociales que generaba el desarrollo del capitalismo periférico en el país. El plan represivo dictatorial contó con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos que impulsó regímenes similares en todo el Cono Sur. A la vez, prestó soporte y medios para la articulación de la Operación Cóndor: una coordinación entre las dictaduras de la región para perseguir, capturar, torturar, desaparecer y realizar atentados contra opositores políticos en distintas partes del mundo. La existencia de una maquinaria clandestina de desaparición forzada, con la que el Estado impuso el terror a través de la violación de todo tipo de derechos y garantías de los ciudadanos, no fue el único mecanismo de disciplinamiento. La represión política tuvo su correlato en el modelo económico destinado a polarizar la estructura productiva argentina. El fortalecimiento de los sectores primarios y financieros con mayor capital implicó el deterioro del sector industrial. Esta política también funcionó como un mecanismo para desarticular a la clase trabajadora argentina que padeció el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo del salario, la restricción completa de la actividad sindical, la persecución y la desaparición de muchos activistas y dirigentes. La represión alcanzó también al ámbito de la cultura y la educación. Además de prohibir ciertos libros, obras de teatro, películas y autores, la dictadura persiguió actores, músicos, intérpretes. La actividad en las universidades fue severamente controlada y restringida. Artistas e intelectuales fueron desaparecidos mientras otros fueron forzados a exiliarse en el intento por conservar su vida. La implementación de la desaparición forzada como método de exterminio buscó instalar el terror en la sociedad, pero también pretendió conservar en la oscuridad y en el anonimato 10
el nombre de los perpetradores del cúmulo de crímenes que implicaba esa metodología represiva. De ese modo, la clandestinidad fue la opción elegida por las Fuerzas Armadas, que disponían del control del Estado, para ejecutar sus crímenes intentando evadir su responsabilidad por ellos. El silencio oficial, la censura y las palabras de una prensa cómplice no lograron detener a los familiares de los desaparecidos que comenzaron a recorrer juzgados, comisarías, ministerios, redacciones e iglesias. Así fue como esos lugares funcionaron como espacios de encuentro de aquellos que buscaban a sus seres queridos. La ausencia de respuesta y el maltrato estatal hicieron que algunos de ellos empezaran a dudar de la eficacia de los intentos que cada uno realizaba por su cuenta. En ese momento, entre ellos surgió la idea de ir a la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada para exigirle al general Jorge Rafael Videla, comandante del Ejército y presidente de facto del país, una respuesta. Fue en abril de 1977 cuando las Madres de los desaparecidos se reunieron por primera vez en la Plaza. Debido a que la ciudad se encontraba bajo estado de sitio que prohibía reuniones y concentraciones, los policías presentes les ordenaron circular, y ellas comenzaron a hacerlo; de a dos, en ronda, frente a la casa de gobierno. Al poco tiempo, se comprometieron a volver todos los jueves a la misma hora, hasta que les dijeran dónde se encontraban sus hijos. De esta forma surgieron las Madres de Plaza de Mayo. Si bien en los grupos de familiares participaban también hombres, hermanos y conocidos, desde un primer momento se destacaron la Madres que fueron las que comenzaron a marchar semanalmente, se hicieron identificables con sus pañuelos blancos y por aparecer tenaz y continuamente reclamando por los desaparecidos. Al mismo tiempo se vincularon con los organismos de Derechos Humanos existentes: La Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, provocando que de esos encuentros surgieran iniciativas para visibilizar el reclamo que en ese momento solicitaba conocer la verdad: dónde estaban los desaparecidos. En octubre de 1977, dentro de Madres algunas comenzaron a organizarse en torno a un nuevo reclamo: la búsqueda de sus hijas embarazadas 11
Personal militar rodeando al futbolista y de sus nietos y nietas secuestrados con Daniel Passarella, tras la victoria del sus padres o nacidos en cautiverio. De esas equipo argentino en la Copa Mundial de jornadas surgiría la organización Abuelas Fútbol de 1978. de Plaza de Mayo.1 Foto: Bob Thomas. Hacia finales de 1977, los grupos de familiares con las Madres a la cabeza lograron dar un nivel mayor de visibilidad a su denuncia. Los militares en el poder comenzaron a identificarlas como enemigas que desafiaban su estrategia de represión clandestina e impunidad. Entre el 8 y el 10 de diciembre, en la víspera de la publicación de una nueva solicitada en diarios nacionales, doce familiares —entre los que había tres Madres de Plaza de Mayo— fueron secuestrados y llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) —uno de los CCD más grandes de la dictadura— donde fueron desaparecidos. Tras jornadas de mucho temor y desconcierto, luego de perder a tres de sus principales organizadoras, las Madres regresaron a la Plaza de Mayo para seguir reclamando por sus hijos. En 1978, año en el que se jugó la Copa Mundial de Fútbol en la Argentina, la confluencia de las delegaciones y la prensa extranjera, permitió que en el mundo se difundiera aún más lo que ocurría bajo la dictadura de Videla. Desde 1976, y aún antes, países de América y de Europa recibieron exiliados argentinos que daban a conocer lo que pasaba en su país. Las Madres junto a otros organismos aprovecharon las circunstancias generadas por el Mundial para contactar corresponsales, poniéndolos al tanto de las violaciones a los derechos humanos que el gobierno militar cotidianamente negaba. Mientras se jugaba el campeonato, en la ESMA, a escasas cuadras del
1. El plan represivo alcanzó también a las hijas e hijos de los desaparecidos. Abuelas de Plaza de Mayo recopiló los casos y denuncias (hasta el presente) de alrededor de 500 niños y niñas secuestrados con sus padres o nacidos en cautiverio que fueron apropiados por militares o personas cercanas a las Fuerzas Armadas. De ese modo, niñas y niños fueron separados de sus familias y fueron privados de su identidad, en el marco del terrorismo de Estado. Desde ese momento, Abuelas comenzó el largo camino de búsqueda de esas chicas y chicos que continúa hasta hoy.
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estadio que fuera sede de los partidos de apertura y clausura del torneo, los militares seguían secuestrando, torturando y asesinando.
Las presiones internacionales obligaron al gobierno militar a admitir la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA). En 1979, la Comisión pudo recoger denuncias y visitar lugares señalados como CCD y cárceles. Mientras los militares junto a la prensa más afín, impulsaron una campaña de desprestigio contra los organismos de Derechos Humanos y las visitas que realizaron, en su informe, la CIDH consignó los acontecimientos que ocurrían en Argentina, amplificando la denuncia sobre las desapariciones. En ese año y los subsiguientes, la dictadura militar tuvo nuevos reveses. Las consecuencias del programa económico aplicado se hicieron más palpables. El desplome de la actividad industrial, la caída del empleo y de los salarios, empujaron a una reacción cada vez mayor de los trabajadores y entidades gremiales. Al mismo tiempo, Adolfo Pérez Esquivel recibió el premio Nobel de la Paz por su labor al frente del organismo de Derechos 13
Humanos Servicio de Paz y Justicia. Junto a Madres y Abuelas, Pérez Esquivel recorría el mundo denunciando las desapariciones en Argentina. Frente a ese panorama adverso a sus intereses, en abril de 1982, la dictadura trató de generar apoyo dentro de la sociedad movilizando tropas hacia las Islas Malvinas. Con el agite del viejo anhelo de recuperar la soberanía sobre las islas en manos de los ingleses desde el Siglo XIX, los militares buscaron postergar los reclamos contra su política económica y por los crímenes que se les imputaban. El intento duró poco. El gobierno británico envió sus tropas al archipiélago, donde recuperaron el control del mismo y con ello, el desprestigio de la dictadura aumentó. Los días de la dictadura comenzaron a agotarse. Una parte creciente de la sociedad empezó a acompañar a los organismos de Derechos Humanos en su reclamo por la “Aparición con vida”. En 1983, en plena transición política hacia la democracia, los militares sancionaron una ley que pretendía extinguir las responsabilidades penales de los partícipes en la represión. El instrumento fue conocido como Ley de Autoamnistía. La campaña electoral de aquel año giró, entre otros ejes, respecto a qué 14
Cascos abandonados por el ejército argentino, tras su derrota en la batalla de Pradera del Ganso (Goose Green), el 29 de mayo de 1982.
hacer con esa ley de la dictadura militar. El candidato que se impuso en los comicios fue Raúl Alfonsín que decidió dejarla sin efecto. A la semana de su asunción Foto: Associated Press. como presidente, sancionó el decreto que formaba a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), entidad integrada por personalidades de la cultura, encargada de llevar adelante la investigación sobre las desapariciones y los campos de concentración en la Argentina. La CONADEP recogió las denuncias y testimonios de las víctimas y recopiló los casos de miles de desaparecidos. También realizó, junto a sobrevivientes, visitas de reconocimiento en algunos de los CCD más emblemáticos. El informe que la comisión redactó con su investigación fue entregado al presidente de la República y fue publicado bajo el nombre Nunca más. Aún cuando los organismos de Derechos Humanos mostraron sus diferencias sobre sobre algunos conceptos de la interpretación histórica y política del informe, su publicación se enmarcó en un clima de época que indicaba un rechazo profundo por gran parte de la sociedad argentina a la represión dictatorial. El informe de la CONADEP fue una herramienta importante de la acusación llevada adelante, en lo que se conoció como Juicio a las Juntas, el proceso judicial desarrollado contra nueve comandantes integrantes de las tres primeras juntas militares. La difusión de los testimonios de sobrevivientes y los temas tratados en las audiencias, permitió conocer en profundidad lo que la operatoria clandestina de la represión había querido ocultar. Hacia finales de 1985, el tribunal dio lectura al fallo que distribuía condenas y absoluciones entre los acusados. Entre ellas, se destacaron las penas a prisión perpetua al general Jorge Rafael Videla, presidente de facto entre 1976 y 1981, y al almirante Emilio Eduardo Massera, integrante de la primera Junta Militar en representación de la Armada Argentina. El registro de las graves violaciones a los derechos humanos en la Causa 13/84, nombre con el que también se conoció al Juicio a las Juntas, permitió que se iniciaran numerosas causas judiciales contra los agentes 15
de la Fuerzas Armadas y de Seguridad que participaron en la actividad represiva. Los organismos de Derechos Humanos y gran parte de la sociedad esperaban que el proceso de justicia iniciado con las condenas de la Causa 13/84, se profundizara. En medio de ese clima, llegó una respuesta desde los cuarteles: distintos alzamientos militares pusieron en cuestión el control del aparato del Estado de la nueva democracia. La reivindicación de la corporación militar de lo realizado durante la dictadura y el reclamo por el cese de las actuaciones judiciales contra sus integrantes se intensificaron. El presidente Raúl Alfonsín pese al fuerte apoyo y la movilización popular que rechazaba las peticiones de los militares, decidió oír los reclamos que éstos sostenían. El resultado fue la sanción de las llamadas leyes de Punto Final y Obediencia Debida. La primera establecía una fecha límite para el inicio de causas por los crímenes cometidos durante la dictadura. La segunda limitaba a los comandantes la responsabilidad de la acciones represivas. El resto de los integrantes de las Fuerzas, según expresaba la ley, habría seguido órdenes de sus superiores; por lo tanto, no debían ser enjuiciados. El rechazo de los organismos de Derechos Humanos y un sector muy considerable de la sociedad que acompañaba sus posiciones se manifestó de manera contundente. Sin embargo, el proceso de impunidad iniciado con esas leyes se profundizó con el cambio de gobierno. Carlos Menem asumió la presidencia en julio de 1989. Hacia finales de 1990, pese al repudio popular generalizado, decretó los indultos que liberaron a los comandantes condenados en 1985. La libertad de los jefes militares responsables del genocidio y la vigencia de las leyes que protegían al resto de los perpetradores marcaron el inicio de lo que los organismos de Derechos Humanos señalaron como el período de la impunidad. La rehabilitación de los militares responsables de la represión no fue la única reivindicación de la dictadura hecha por el gobierno de Carlos Menem. Al mismo tiempo, implementó políticas económicas de corte neoliberal —auspiciadas por Washington— muy similares a las aplicadas durante el terrorismo de Estado. La privatización de las empresas de servicios públicos, la apertura sin restricciones de las importaciones, 16
el endeudamiento externo y la centralidad otorgada a la valorización financiera del capital en detrimento de la producción industrial, configuraron un paisaje de rasgos similares, e incluso más profundos, que los del modelo puesto en marcha por el Ministerio de Economía durante la dictadura. Los principales afectados, una vez más, fueron los trabajadores que a medida que cerraban las fábricas se incorporaban a las filas de desocupados. En muchos casos, con escasas posibilidades de conseguir un nuevo empleo en los años siguientes. El contexto se presentó muy hostil para los organismos de Derechos Humanos y para los movimientos populares. Sin embargo, algunas cambios empezaban a hacerse visibles. Los trabajadores desocupados comenzaron a organizarse y se transformaron en un actor social reconocible cuando efectuaban cortes de ruta. En el año 1996, al cumplirse 20 años del golpe de Estado, se realizó en Buenos Aires una marcha multitudinaria que repudiaba el discurso y la política oficial respecto a los crímenes de dictadura. En esas fechas, en los medios de comunicación apareció reflejada la confesión de un marino que, estando en la ESMA, participó de dos vuelos de la muerte2. Hasta ese momento se conocía de la existencia de ese método de exterminio por los relatos de los sobrevivientes de los campos de concentración, por el hallazgo de cadáveres en las costas durante la dictadura y por otros tipos de denuncias; sin embargo, la declaración del capitán retirado Adolfo Scilingo, relatada en primera persona, constituía la primera confirmación pública hecha por integrantes de las Fuerzas Armadas de la existencia de los vuelos de la muerte. Pese a no tener consecuencias judiciales en el momento, el rechazo masivo al contenido de su declaración indicaba que lo ocurrido durante la dictadura no constituía un capítulo cerrado.
2. Vuelos de la muerte fue el nombre con el que se conoció al método de exterminio que consistía en arrojar prisioneros vivos y sedados desde aviones y helicópteros en vuelo a las aguas del Río de la Plata o del Océano Atlántico. De ese modo, los militares argentinos buscaron deshacerse de los cuerpos de sus víctimas y pretendieron obtener alivio para sus atormentadas conciencias, ya que sostenían que mediante este método, los desaparecidos eran asesinados por el mar y no por integrantes de las Fuerzas Armadas.
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Con la enorme dificultad para obtener justicia en Argentina, los organismos de Derechos Humanos impulsaron causas en otros países. Francia, Italia y España, entre otros, habilitaron la apertura de expedientes. Dentro de Argentina, aunque escaso, hubo margen para dar inicio a procesos por los crímenes que no habían quedado amparados por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, como la apropiación de niñas y niños y el robo de bienes. Otro recurso fue acceder a la justicia civil en vez de la penal, y también tuvieron lugar los llamados Juicios por la Verdad, donde el Estado, pese a la imposibilidad de castigar a los responsables, tuvo que reconocer a las víctimas el derecho a saber lo sucedido con sus familiares desaparecidos. Dentro de los acontecimientos que marcaban un punto de inflexión en la década de 1990, se incluye la aparición pública, en las vísperas de vigésimo aniversario del inicio de la dictadura, de la agrupación H.I.J.O.S., a la que pertenecían chicos y chicas muy jóvenes, hijos de desaparecidos. Este fue el origen de un nuevo organismo destinado a tener cada vez mayor visibilidad. La historia de H.I.J.O.S. se remonta a un primer encuentro en 1994 al que fueron convocados hijos de desaparecidos, detenidos políticos, exiliados y asesinados durante la dictadura. Posteriormente, los participantes realizaron una serie de campamentos a partir de los cuales comenzaron a organizar regionales, que más adelante se articularon en una red. Desde un comienzo la organización se estableció con un carácter horizontal, característica que respondía a la juventud de sus integrantes y a una toma de posición crítica respecto a las formas de organización más tradicionales de carácter verticalista. Fue en ese contexto de impunidad en el que H.I.J.O.S. creó los escraches a los genocidas. Esta acción buscaba interrumpir la cotidianeidad citadina en la que se refugiaban los represores, interviniendo los barrios donde éstos vivían, hacían sus compras, e incluso trabajaban; alertando a los vecinos Escrache de H.I.J.O.S. al Cardenal Juan sobre su presencia y sus prontuarios. El Carlos Aramburu, el 23 de marzo de concepto tras la realización de los escraches 2002. Planeado originalmente para el era reaccionar de manera constructiva, 19 de diciembre de 2001, fue postergado a causa del estado de sitio decretado por el presidente Fernando de la Rúa.
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Volante/estampa elaborada por el GAC, frente a la posición estatal que negaba la distribuida el 23 de marzo del 2002 en posibilidad de condenar a los militares el barrio de Belgrano, durante el escrache genocidas. De ese modo, buscaban la consal Cardenal Juan Carlos Arambaru. trucción colectiva de una condena social. Los primeros escraches se realizaron en el centro de la Ciudad de Buenos Aires, y luego se extendió su radio de acción, llegando a denunciar a los represores que vivían en barrios más alejados. Más adelante, H.I.J.O.S. amplió la convocatoria con la creación de la Mesa de Escrache, en la que sumó a otras organizaciones y con la que también buscó imprimir un aspecto local a esta acción, realizando tareas de difusión e invitando a participar a los vecinos de los distintos barrios. Tras años de medidas económicas neoliberales que produjeron un aumento de la pobreza y la desocupación, donde los sectores postergados y los que se organizaban para reclamar, eran blanco de la represión estatal, los escraches buscaban conectar las exigencias de justicia y condena social por los crímenes de la dictadura, con los reclamos populares del momento. La ampliación del grupo organizador de los escraches a través de la creación de una mesa articuladora permitió el ingreso, entre otras agrupaciones, del GAC, que hasta aquel momento ya acompañaba algunas de las actividades realizadas. Las integrantes del grupo cuentan que participar de los escraches e intervenir en el espacio de denuncia de lo ocurrido en la dictadura, implicó tomar definiciones en su práctica, que no tenían hasta ese momento. El GAC otorgó una impronta visual característica a los escraches. Resulta difícil pensar en dichas acciones, sin remitir a los carteles, afiches, volantes y banderas que aportó el grupo. Parte de la actividad de escrachar y hacer visible la presencia de los represores y los lugares que habían sido CCD estaba vinculada a marcar las calles y el territorio. Así fue como la señalética vial se volvió un medio para informar la proximidad de un militar implicado en los crímenes de la dictadura, o para difundir consignas antirrepresivas. Los escraches se transformaron en intervenciones y construcciones de carácter político pero también cultural, donde se fundían y cruzaban distinto tipo de acciones en las que la actividad de denuncia se integraba con caractéristicas de festival. A los recorridos por las calles donde se cantaban 20
consignas típicas en contra de la dictadura, se incorporaban intervenciones visuales, performáticas, e incluso la participación de agrupaciones murgueras que sumaban música y baile. Los escraches se fueron multiplicando y la práctica se fue extendiendo a distintas provincias del país. Aquí viven genocidas, es un mapa que recogió distintos escraches que se realizaron entre 1997 y 2006. El plano buscó recopilar esa acción política, recuperar los lugares que habían sido intervenidos para indicar que ya no eran los mismos y hacer visible que eran parte del territorio de una nueva historia y una nueva práctica militante. Cientos de afiches aparecían en la principales protestas y marchas que se producían en el centro de Buenos Aires. Las paredes de los barrios también fueron sostenes de esos mapas que, con sus puntos rojos, contrastaban una ciudad gris con las direcciones donde vivían represores. 21
En el 2001, en Argentina estalló la gobernabilidad neoliberal. Grandes movilizaciones populares tuvieron lugar en todo el país. El modelo económico aplicado en la década de 1990 se agotó y el sistema político se vio fuertemente cuestionado. Una nueva etapa comenzó: marcada por esas luchas del pasado reciente. Las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, junto a los indultos fueron declarados nulos. Eso abrió el camino para que las causas judiciales fueron abiertas nuevamente. De ese modo comenzó un período donde las políticas de justicia y memoria tuvieron una centralidad inocultable. En todo el país comenzaron a llevarse a adelante centenares de procesos judiciales que, con tribunales y códigos ordinarios, produjeron sentencias condenatorias para una cifra cercana a los 900 represores.3 Dentro de las políticas públicas, muchos lugares que habían sido CCD fueron recuperados, constituyendo espacios de memoria. Esto permitió que las personas pudieran recorrer y conocer lo ocurrido en estos sitios. El aporte de los testimonios de los sobrevivientes fue fundamental para interpelar esa materialidad, que ahora se podía visitar. La mayor presencia de los temas de memoria en la agenda pública y las políticas estatales activas también colaboraron en la búsqueda de las Abuelas de Plaza de Mayo. Desde 2003 hasta 2019, se produjeron 58 restituciones de identidad, contabilizando un total de 130 nietos hallados por la institución.4 Este último balance pareciera ofrecer un ciclo oxigenador, prácticamente cerrado para la democracia argentina. Sin embargo, no lo está. En los últimos años, integrantes del gobierno encabezado por Mauricio Macri —electo como presidente de la República para el período
3. Los datos ofrecidos corresponden a diciembre de 2018 y fueron tomados del documento emitido por la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad / Ministerio Público Fiscal de la Nación, Informe estadístico sobre el estado de las causas por delitos de lesa humanidad en Argentina. Diagnóstico 2018, (Buenos Aires: Procudaduría De Crímenes contra la Humanidad,
Diciembre 2018), https://www.fiscales.gob.ar/wp-content/uploads/2018/12/LESA_informe-estadistico-anual-2018.pdf. 4. Cifra total de restituciones de identidad hasta el momento de la publicación del presente libro. [N. de la E.]
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2015-2019— han intentado revisar esos avances de las políticas públicas de Derechos Humanos, procurando por distintos medios demorar el avance de los juicios y quitar financiamiento tanto a las áreas del Estado dedicadas a la investigación de lo ocurrido durante la dictadura, como a los espacios de memoria creados recientemente. En 2017, también intentaron establecer un mecanismo generalizado de reducción de penas de los militares condenados al contabilizar los años que llevaban en prisión bajo la fórmula conocida como 2x1.5 Una gran movilización popular logró que una ley del Congreso Nacional frenara esa posibilidad. Los acontecimientos relatados, muestran que Aquí viven genocidas del GAC y la historia de los escraches que recopila, permanecen vigentes porque son parte de una lucha colectiva que perdura, que a diario desafía a los resabios del genocidio y su legado.
5. En Argentina, existió una ley sancionada en 1994, cuando en el país aún no había juicios por crímenes de lesa humanidad, que busco dar respuesta a la existencia de una gran cantidad de detenidos por delitos comunes sin condena. En dicha ley quedó establecido que cada año que una persona permanecía detenida a la espera de una sentencia, se le computaba doble en el registro de su condena. La ley fue derogada en 2001, pero los abogados de los militares lograron que se les reconociera este criterio a algunos de sus defendidos. El pedido de acogerse bajo ese beneficio se generalizó entre los militares presos. Sin embargo, luego de una serie de marchas y revisiones se sancionó otra ley que limitó la aplicación de la primera, reafirmando que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, inamnistiables y no admiten reducciones en las penas.
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Documentación fotográfica perteneciente al informe Nunca más (1984), de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, realizada en 1983, en la que se muestran las condiciones de cautiverio que existían dentro de los Centros Clandestinos de Detención (CCD) durante la dictadura. En esta imagen se ve una de las marcas hechas por uno de los detenidos durante su reclusión en el CCD “Pozo de Quilmes”, Provincia de Buenos Aires. Foto: Enrique Shore.
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Pensamientos, prácticas, acciones* Grupo de Arte Callejero
*Este texto fue construido con fragmentos de los ensayos pubicados originalmente en el libro GAC, Pensamientos, prácticas, acciones (2009), de la editorial Tinta Limón. Esta edición fue revisada con la aprobación y ayuda de las integrantes del GAC (Lorena Bossi, Vanesa “Mane” Bossi, Fernanda Carrizo, Mariana Corral y Carolina “Charo” Golder); quienes contestaron una serie de preguntas realizadas para ampliar algunas de las ideas mencionadas en el texto. El 2 de abril de 1997, “[...] Una carpa blanca se levantó frente al congreso. Más de cincuenta docentes de todo el país se aprontaban a iniciar en ese caluroso otoño porteño una inusual forma de reclamo: ayunar frente al parlamento hasta que fuera escuchado y atendido el pedido de una ley de financiamiento para, por lo menos, sostener la precarísima situación económica de la educación pública de sus docentes. Financiamiento a través de fondos genuinos y permanentes que significaran una real inversión en educación, particularmente en los salarios docentes [...] ”.1 La instalación de la carpa blanca era la denuncia más evidente de la situación educativa en el país y, concretamente, un estandarte contra la implementación de la Ley Federal de Educación impulsada por el gobierno de Carlos Menem.
Registros de la Carpa Blanca, instalada frente al edificio del Congreso, en protesta contra las políticas de ajuste económico y precarización laboral ejercidas durante el gobierno de Carlos Menem. Fotos: CTERA.
1. Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), Trabajadores de la Educación, acceso el 10 de enero de 2009, http:// www.ctera.org.ar
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Al principio de ese mismo año, varias estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón empezamos a gestar una idea que luego se llevaría a la práctica: la formación de un grupo que, pensando en la problemática docente, interviniera en el espacio público con herramientas visuales. En ese momento y en ese contexto buscábamos formas de expresión, de intervención y de apoyo al ayuno docente, que era la metodología entonces elegida por los maestros para llevar a cabo el reclamo. Así es que el 20 de abril de 1997, hicimos el primer mural en la plaza Roberto Arlt. Esa primera salida fue experimental en todo sentido: no sólo por los materiales que usamos —poco frecuentes para un mural —, también por el carácter ritual que envolvía la atmósfera de la acción, oscilando entre un acto performático y una improvisación cargada de elementos simbólicos, a un hecho semiclandestino de toma del espacio. Por supuesto que en aquel entonces no estábamos en condiciones de hacer esta lectura, eso se fue dando con el tiempo; aunque quizás esa ingenuidad inicial haya 28
Registro de uno de los murales realizados como parte de la acción Docentes Ayunando (1997).
sido la que nos posibilitó experimentar sin prejuicios, sin condicionamientos, movidas por la sola curiosidad. En esta acción inaugural se estaban poniendo en juego varias de las cuestiones que devinieron centrales en nuestra práctica: salir a la calle, formar un grupo, trabajar en colectivo, colaborar con un reclamo. Por entonces, la mayoría del grupo éramos estudiantes de los últimos años de la carrera de Bellas Artes del profesorado, y como tales —formadas en una carrera docente y artístico-visual—, nos sentíamos atravesadas por las problemáticas educativas concretas. El contexto era la imposición de la Ley Federal de Educación, responsable de la pauperización y el desmantelamiento educativo en la última década, de la reducción de presupuesto para las universidades públicas y la descentralización de recursos para los niveles medio e inferior en las escuelas. De modo que las respuestas negativas a los reclamos docentes develaban la punta del iceberg de un conflicto mayor, frente a una sociedad que en general apoyaba las políticas neoliberales de la época. El panorama del mundo del arte tampoco era alentador a finales de los noventa. Predominaba el llamado arte light2 que retrataba a la élite del momento, evadiendo toda vinculación con las problemáticas sociales, excluyendo de su repertorio todo lo que tenía que ver con la coyuntura y al mismo tiempo vanagloriándose de esta posición. Salvo algunas excepciones, la falta de visión crítica hacía de este mundo un claro reflejo de la época: una propuesta superficial afín al modelo de vida neoliberal. Nosotras, sin sentirnos parte de ese ambiente y con deseos de apostar a la construcción colectiva, empezamos a pintar murales. La instalación de la carpa blanca fue nuestro puntapié. Pero no sólo eso nos impulsó; el final de la década menemista dejaba como saldo los graves efectos de la implementación del modelo neoliberal: el aumento
2. Véase Andrea Giunta, Roberto Jacoby, Ana Longoni, Ernesto Montequín y Magdalena Jitrik, “Arte Rosa Light vs. Arte Rosa Luxemburgo” (ponencia, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, 12 de mayo de 2003), en Ramona, revista de artes visuales, núm. 33 (julio/agosto 2003): 52-91, http://www.ramona.org.ar/files/r33.pdf.
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del endeudamiento externo, la reconversión financiera de la economía y la desaparición de miles de puestos de trabajo, la flexibilización general del empleo, la privatización de todas las empresas de servicios públicos y la caída de 14 millones de argentinos bajo la línea de pobreza.3 Ante esta realidad cotidiana no se veían grandes expresiones de conflicto, por lo menos en la primera mitad de la década de los noventa, ya que las privatizaciones y el régimen de convertibilidad de la moneda lograron conquistar el consenso social. Una excepción fue la oposición a los indultos presidenciales concedidos a los genocidas de la dictadura, que sí movilizaron a una gran cantidad de gente. Pero ya entre mediados y finales de esa misma década, empezaron a hacerse visibles en el espacio urbano y en todo el país, reclamos que apuntaban a luchas de reivindicación de justicia, trabajo, educación y salud. Los docentes ayunando y los Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) escrachando, ponían en práctica nuevas formas de resistencia en el ámbito de la ciudad, frente a los poderes estatales y a la sociedad en su conjunto. En el conurbano y en provincias del Norte y Sur del país, la organización de los desocupados y su lucha piquetera4, que realizaba cortes de ruta como respuesta a las políticas de ajustes socioeconómicos contra la clase trabajadora, irrumpían y modificaban la escena pública.5
3. Miguel Bonasso, El Palacio y la Calle, Crónicas de insurgentes y conspiradores, (Buenos Aires: Planeta, 2002).
4. Se conoce como “piqueteros” al movimiento de trabajadores desocupados surgido en Argentina a mediados de la década de 1990. La denominación proviene de la instalación de bloqueos (piquetes), para imposibilitar la circulación por calles, caminos o rutas. [N. de la E.] 5. En 1992 privatizan los yacimientos, las destilerías y las plantas de Yacimientos Petrolíferos
Fiscales S. A (YPF). Este hecho fue un punto de inflexión que marcó un antes y un después, tanto en la situación económica y social como en la vida de los habitantes de las ciudades afectadas. El traspaso de esta empresa a manos privadas supuso una reducción de personal del 90%, mediante el pase a retiro de entre 2 mil 400 y 3 mil 500 empleados. Para aquellos que conservaron sus trabajos en la empresa, la privatización implicó la extensión del horario laboral, aún cuando en muchos casos los sueldos fueron reducidos. Algunos —los menos— de los empleados despedidos pudieron pasar a las empresas subcontratadas por las transnacionales
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El repertorio de acciones colectivas del ciclo de protesta abierto en 1997, constituye una ruptura y marca una nueva forma de resistencia política ante la instalación del modelo de mercantilización de la vida social. Una segunda ruptura se produce respecto al uso del espacio público: se empieza a poner el cuerpo en la calle y en las rutas, enfrentando los problemas sociales de aquella coyuntura. La realización de este tipo de acciones no responde a una lógica de hechos por “generación espontánea”, sino que constituyen una invención forzada por la necesidad de expresar un descontento social que se vuelve creciente. Volvamos a nuestra primera intervención, Docentes Ayunando, que consistió en la producción, a partir de abril de 1997, de más de treinta murales con imágenes de batas blancas en distintos puntos del área metropolitana de Buenos Aires. Aquellos comienzos eran para nosotras el momento en el cual experimentar la grupalidad, característica específica que se iba a mantener en todas nuestras actividades posteriores. Sentíamos al espacio de la calle como el lugar en donde expresarnos ante la falta de otros, y el modo de hacerlo era ocupando ese espacio sin permiso. Desde el primer mural hasta el último, primó esta modalidad como una elección conscientemente transformadora, tanto del espacio público como de nuestra propia subjetividad —ya que hasta ese entonces todas veníamos de una producción plástica individual—, modalidad que, aun con las distintas conformaciones del grupo en aquel año inicial, se convirtió en primordial. Quizá la diferencia más marcada que sufrió el grupo, fue de la primera a la segunda salida callejera: pasamos de ser cuatro personas y de un accionar “intimista”, a ser un colectivo integrado por veinte personas,
hidrocarburíferas bajo una relación asalariada, aunque muchas veces trabajando sólo por el salario familiar. Las protestas producidas en 1996 en Cutral-Có Plaza Huincul (Neuquén), instalaron a los cortes de ruta [bloqueos] dentro del repertorio de acciones colectivas. En junio de ese año se bloqueo la ruta nacional 22, acción que se repitió en abril de 1997, días antes del corte de ruta realizado en Tartagal-Mosconi. Véase Aguilar, María Á. y Estela Vázquez, “Flexibilización salvaje en la selva chaco-oranense. El caso de Orán y Tartagal (Salta)”, Realidad Económica, núm. 153, Buenos Aires, (1998).
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Registro de las acciones realizadas como mucho más heterogéneo, con gente que parte de Docentes Ayunando (1997). se había enterado de la actividad que íbamos a hacer en las vías del tren de Núñez esa misma semana y quería sumarse a participar, aun sin tener bien en claro de qué se trataba. Durante todo ese año fluctuamos en la cantidad de integrantes y en la manera de encarar las acciones. También la calle se fue resignificando para nosotras: de la acción que lleva a la denuncia y la construcción de comunicación, nos desplazamos al intento de reconstrucción de los lazos sociales, al diálogo cotidiano y al trabajo sobre lo espontáneo. Los murales eran realizados en forma colectiva. No eran diseñados previamente, sino que surgían en cada ocasión, aunque algunos —sobre todo los primeros— tenían un boceto previo muy simple; luego eran quemados al final de cada intervención, en una especie de acción ritual que dejaba como resultado sobre la pared, una huella. Por esta característica se podría decir que los murales estaban más emparentados con el grafiti. La elección de hacer murales (elemento de arte público frecuente en el espacio urbano) no seguía líneas tradicionales. No era nuestro objetivo copiar la estética realista y figurativa de Ricardo Carpani6, ni la de los muralistas mexicanos. No pretendíamos encarar el paradigma del artista ligado a la clase obrera y a sus luchas por la dignificación del trabajo y la justicia distributiva. Si bien las imágenes de las batas blancas era referenciales e icónicas, la búsqueda estética no pasaba por la representación realista, entendiendo el Realismo como un movimiento artístico histórico, cuyas representaciones si bien aluden a lo político como tema principal, no evocan tanto la “realidad”, sino más bien un ideal moldeado por una postura política. La búsqueda estética de las batas blancas estaba ligada al uso de este elemento como símbolo de la educación pública, en este caso se trataba batas vacías, sin el cuerpo que las porta, por lo cual se evidenciaba que el planteo de
6. Ricardo Carpani (1930-1997) fue uno de artistas fundadores del movimiento Espartaco. Su inquietud por lo social y su compromiso con las clases populares se reflejan en su obra, donde predomina el tema de los desocupados, los trabajadores y los humildes, además de hacer referencia a la idea de lo nacional.
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fondo era conceptual. Incluso en los dos primeros murales, las batas blancas no eran dibujadas, sino que eran reales, pegadas al soporte de la pared con enduido y otros adhesivos menos estables7, anunciando una tendencia a la no-representación. La idea no era representar una situación en el plano de la pared, sino crear una situación real —la acción de ocupar la pared y el espacio— donde el mural fuera el resultado de esa acción. Para salir a pintar nos vestíamos de negro, y al terminar nos sacábamos una foto tapándonos la boca con cinta y quemando la pared a modo de huella. Este “poner el cuerpo” en el espacio de manera significante, constituyó toda una ruptura en nuestras maneras de producir, acostumbradas a los formatos tradicionales de la pintura, la
7. Esto generaba un considerable problema de costos y falta de durabilidad de las imágenes, lo cual nos llevo a usar materiales más económicos, como el ferrite [pigmento normalmente de color rojo o amarillo, que se vende en ferreterías] y la pintura a la cal.
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escultura y el grabado, que era lo que habíamos aprendido en la carrera de Bellas Artes. Nunca antes habíamos producido desde la acción, es decir, colocando a nuestro propio cuerpo en un lugar de enunciación. Y al tiempo que descubríamos esta dimensión performática del hacer, y del hacer colectivo, íbamos modelando una forma de poder, de confianza, de autosuficiencia. Todos los domingos de 1997 hicimos murales. Éramos un grupo abierto en el que participaban los que querían, respetando pautas mínimas de convivencia. En ese lapso de tiempo, la relación entre nosotras y los docentes que estaban en la carpa no fue mucha, aunque hubo algunos encuentros; nuestro abordaje, más bien, era realizado desde un lugar exploratorio y temático. Esta primera experiencia implicó Vemos que la lucha por la memoria en también la fusión en la producción Argentina depende de una atención y de símbolos y de ideas al ocupar el participación política permanente que no espacio de la calle, modificando episexiste en otros países de Latinoamérica temológicamente el concepto de ¿hay alguna manera de contrarrestar el producción, transformando la mirada, cansancio de mantener una militancia abriendo canales de comunicación, continua, que estrategias se usan para evirompiendo con las estructuras cerratar ese agotamiento? das sobre sí mismas. Charo Golder: El concepto de cansancio suena raro en relación a las militancias. Si no, pensemos en las Madres de Plaza de Mayo o en las Abuelas, mujeres que tienen más de 80 años y que siguen firmes manteniendo la templanza y la búsqueda de justicia. Más que agotamiento, es pensar en cómo transmitir la lucha por la memoria, la verdad y la justicia desde distintas perspectivas. Desde el arte, pero también fundamentalmente desde la educación y la formación política, y de entender la historia como una sucesión de continuidades. Si no, sería agotador. Las luchas no tienen tiempo. Tienen concatenaciones. Pensemos en las luchas por el feminismo de lxs jóvenes, la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito. La presencia de esos cuerpos en las calles. El famoso lema, “Del Nunca Más al Ni una Menos” Fernanda Carrizo: Es difícil pensar en una discontinuidad en la militancia. Como todas las luchas hay momentos de amesetamiento, pero no de abandono. En la actualidad existe una participación multitudinaria de generaciones jóvenes en política. Con otras formas de construcción, pero involucradas en la acción política colectiva como herramienta de transformación. 34
En 1998, llevábamos un año de actividades en torno a los murales, incursionando en experiencias de intervenciones visuales y gráficas, y en carteles de publicidad en la vía pública. La estrategia del escrache surge de H.I.J.O.S. en 1996 y se hace visible en 1997. Esta práctica, nos atrajo enseguida como acción que pensaba colectivamente otros modos de construir justicia, frente a la impunidad con la que contaban los genocidas. Tras las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y luego de los indultos de Menem, se volvió necesaria otra perspectiva desde la cual pensar qué hacer con la inexistencia de la justicia, buscando otras formas de conceptualizarla y de crearla. Surgió la condena social como fin en sí mismo, sin perder la exigencia de Juicio y Castigo. La acción nos convocaba desde lo temático, pero también desde lo simbólico y lo generacional como otra forma de hacer política. Como espacio para interactuar con otros. Para el GAC se produce entonces un primer cambio en su accionar: el eje que pasa a aglutinarnos es el trabajo sobre el terrorismo de Estado, y se piensa en la producción visual para intervenir políticamente. En cuanto al lenguaje más político, nuestra relación era muy informal. De a poco comenzamos a meternos en las discusiones, los discursos y las decisiones que implicaba. Ninguna de nosotras venia de un espacio militante, así que empezar a trabajar en los escarches indefectiblemente nos posicionaba en otro lugar y agudizaba la mirada. Al trabajar sobre la represión y sus consecuencias, exploramos desde el arte cuestiones muy difíciles de representar. De hecho, los modelos más conocidos en la iconografía de denuncia son generalmente demasiado icónicos o referenciales, con los cuales no nos identificabamos. Estos primeros tiempos marcan una línea de trabajo que se sostiene a partir de entonces: desde las formas o las temáticas diversas, siempre manteniendo el eje de la denuncia. Y todos nuestros proyectos sostienen esta metodología, en mayor o menor medida. Es en los primeros escraches donde nos consolidamos como colectivo y, al mismo tiempo, el grupo de trabajo se circunscribe a quienes lo integrábamos entonces. Discutíamos con otros acerca de cómo denunciar, cómo escrachar, cuáles eran las herramientas y metodologías más precisas, cuáles eran los objetivos de cada acción. Y para adentro, entre nosotras, nuestro 35
trabajo giraba alrededor de cómo simbolizar esta lucha. El escrache nos permite una doble dinámica: simultáneamente marca el cierre hacia adentro del grupo y nos abre al afuera. Esta apertura se da en el momento en que la construcción de justicia, la exigencia de “Juicio y Castigo”, la lucha por la memoria y la reivindicación de los desaparecidos, no sólo está ligada a la lucha del familiar directo o militante de los setenta, sino también va tomando cuerpo en personas sin relaciones familiares ni militancia con los desaparecidos, pero sí vinculadas a la generación de los hijos de estos militantes. Esas primeras reuniones, que se hacían los lunes en el local de Familiares, las compartíamos con otros grupos que también empezaban a militar a partir del escrache. También H.I.J.O.S. funcionaba como aglutinante de otras experiencias más autónomas y ¿Cómo se comunica esa convicción y con otra mirada acerca de los derechos militancia a una generación que no ha humanos. Al principio participábamos experimentado este tipo de violencia?, ¿cuál desde una posición un tanto externa, es el potencial de las herramientas estétiacompañando el proceso. Luego fuicas para comunicar algo que no se vivió? mos aportando e involucrándonos más. Fernanda: La experiencia de la dictadura y sus efectos impactaron en toda la sociedad. Además de las organizaciones de Derechos Humanos, otros colectivos, movimientos sociales, educadorxs, y múltiples actorxs, se apropiaron de la construcción de esa memoria colectiva, y tomaron la labor de sostener, en tiempos y lugares diversos, la memoria de lo que pasó y sus conexiones con el presente. Una memoria que se construye y tensiona con otras narrativas que quieren borrarla, negarla o disputar su sentido. Hablar de derechos humanos hoy, es pensar en ellos como un paraguas que cubre una inmensa multiplicidad de demandas: desde alimenticias, laborales y sociales, hasta una ley de identidad de género. Esta mirada amplia y diversificada, ha posibilitado visibilizar problemáticas que aparecen en la agenda política y reclama su atención y resolución. En cuanto al potencial de las herramientas estéticas para comunicar algo que no se vivió, me parece que es importante señalar el carácter pedagógico de estas prácticas y la apropiación de otras generaciones de estos dispositivos. Pero estas no serían significativas si no existiera una gran parte de la sociedad que las sostienen. Una memoria como parte de una cultura que nos constituye, pero que se reactualiza en las nuevas resistencias hacia las políticas económicas excluyentes y represivas. 36
Esto se acrecentó cuando la actividad del escrache se abrió del todo y se creó la Mesa de Escrache Popular. Así, el reclamo significado y visibilizado por los familiares acompañados de otros, se sociabilizaba y creaba una apuesta política potente, totalmente diferente de las formas o espacios tradicionales partidarios y sindicales. En ese tiempo sentíamos la necesidad de marcar y señalizar los espacios de la ciudad que habían funcionado como Centros Clandestinos de Detención (CCD), pensando en la no visibilidad de esos lugares y en las formas en que eran, o no, del conocimiento de las personas que transitaban por allí o en sus cercanías. Nos propusimos trabajar sobre los espacios físicos del terrorismo de Estado y su invisibilidad, con el objetivo de develar a los sujetos partícipes de la dictadura. Teníamos en cuenta que la mayoría de los CCD no habían sido construidos especialmente para ser utilizados en la dictadura, sino que para los fines de la represión y el exterminio, se reciclaron comisarías, y dependencias militares y civiles. Por esto mismo, para su señalización y visibilización, nos sirvió conocer la experiencia del escrache. Es ahí donde nuestra propuesta cobra doble sentido: a la vez que se enmarca en un proyecto que tiene la solidez política de un escrache, nos permite pensar la denuncia desde otro lugar. Nuestra idea se amplía por el aporte de los primeros compañeros de la agrupación H.I.J.O.S., quienes nos plantean la necesidad de acompañar las demarcaciones de las Charo: Madres en sus inicios, surge como eso, mujeres madres en busca del paradero de sus hijxs, eso fue muy al principio. Enseguida se dieron cuenta de la potencia extrema de esa fuerza. De como de lo privado se pasa a lo público. No coincido con la mirada de la experiencia personal. Creo fervientemente que las madres no luchaban por su hijo o hija solamente, sino por todxs y cada unx. El surgimiento de H.I.J.O.S. es muy distinto, ya que la agrupación nace desde la reivindicación de la militancia desde sus inicios. Y ahí ya hay un recorte político: no es una reivindicación filial solamente, sino política y militante. Si no, no se entiende. Por otro lado, no es necesario vivir algo para poder comunicarlo. Es lo que sostenemos. La historia no es recortada, es una línea continua. Si no estamos fritxs y no se puede modificar nada. El arte tiene esa capacidad de síntesis, de conexiones, de entrelazar pasado con presente y futuro. Es imposible contar una historia recortada, siempre es una parte de la historia, es una mirada, pero nunca sin hacer conexiones. 37
movilizaciones con señales de denuncia. La señal como imagen empieza a formar parte del accionar del escrache y crece junto a la denuncia a los represores, al igual que la consigna de “Juicio y Castigo” como símbolo de lucha, como en otro momento lo había sido “Aparición con Vida” de las Madres de Plaza de Mayo. Nuestro aporte es desde el pensar y el hacer imágenes en relación a la energía que planteaba trabajar en el escrache. Desde el principio elegimos usar la estética de la señalética, utilizando símiles a carteles viales (hechos en madera, pintados con esmalte sintético, impresos con serigrafía o estencil), subvirtiendo los códigos reales: manteniendo colores e íconos y cambiando totalmente su sentido. El espacio de uso es el mismo que el de la señalización real en la ciudad: en los postes que se encuentran en la calle. Por eso, buscamos para su colocación lugares que tuvieran una amplia visibilidad, tanto para el transeúnte como para el automovilista. Esas señales funcionaban interviSi Madres operó con la esperanza del retorniendo en el espacio de la ciudad, no, e H.I.J.O.S. con la rabia de saberse perdiéndose y descubriéndose entre huérfanos, y ello determina su relación la polución visual cotidiana, procuo rechazo al Estado y las instituciones, rando infiltrarse en el entramado de ¿qué alimenta las luchas actuales? ¿cuál es la urbanidad. La gran transformación el puente del GAC con los reclamos del que implicó para nosotras pensar el presente? uso de la imagen en el escrache tuvo que Charo: H.I.J.O.S. tiene una de las cargas políticas y simbólicas más fuertes que conozco. No es la rabia de la orfandad solamente, es al terrorismo de Estado que nos atravesó. La dictadura nos pasó a todxs, y nos sigue pasando, en cuanto vivimos una democracia débil, con una economía devastadora y políticas criminales en el campo de la seguridad interna Lore Bossi: En las luchas que vemos en la actualidad hay un fuerte posicionamiento desde quienes reclamamos, que tiene que ver con la exigencia de un derecho al Estado. La idea de derecho y de ampliación de derechos es una característica de este tiempo luego del kirchnerismo, que tiene que ver con una autopercepción distinta del sujeto de derecho. En los comienzos del GAC,
no existía enunciar los reclamos desde ese lugar, porque el Estado era entendido desde un lugar negativo. Por eso hoy, pelear por el aborto legal seguro y gratuito, cuando en otros momentos el debate pasaba por la despenalización, habla de un cambio de posición en las luchas colectivas. 39
Página del diario grupal del GAC, ver, por un lado, con el lenguaje, desde la registrando uno de los murales realizaidea de tergiversación de un código deterdos como parte del proyecto Docentes minado (el vial urbano); y, por otro, con ayunando (1997). la idea de acontecimiento temporal que se reitera como irrupción festiva, del cual los carteles son la huella, lo que queda “después de”. La periodicidad misma del escrache posibilitó el surgimiento de un tipo de imagen serial que reaparece. Además de marcar un trayecto, las señales marcan un tiempo y espacio: intervalos entre escraches, y los espacios donde aparecieron los mismos carteles copiados por otros grupos. Quizá por esta razón es que podemos considerar a todos los proyectos donde hubo presencia de carteles, como una gran unidad conceptual que abarca desde los inicios del grupo a la actualidad. No es casual que cada vez que alguien se refiere al GAC, el trabajo de los carteles sea el más conocido para identificarlo. Estos se siguieron haciendo durante todos estos años, incluso en otros espacios, y también fueron reapropiados por otros grupos y colectivos para sus propias actividades, ya diferentes a los escraches de H.I.J.O.S. o de la Mesa de Escrache Popular. También con el tiempo sus usos cambiaron y se convirtieron en otros objetos, como volantes, mapas, calcomanías, banderas, camisetas, etcétera, en función de las diferentes actividades, necesidades y reformulaciones. En los inicios del grupo, las intervenciones en los espacios públicos se caracterizaban por su inmediatez, pero de modo paralelo a ellas, se tejía un hilo de continuidad en nuestro propio recorrido, llevando un registro de cada salida. Este registro estaba dispuesto en dos formatos: el primero era un diario grupal donde se apuntaba la salida, quiénes iban, los bocetos y el barrio seleccionado; en este diario escribíamos todas, y formaba parte de un ritual, así como de un registro territorial para saber qué barrios se habían abarcado y cuáles no. Otro tipo de registro en esta etapa inicial fue el fotográfico. Ambos eran la representación de una continuidad en el espacio y el tiempo, un trazado que se sostenía por esa acumulación de salidas y que iba diseñando un recorrido a nivel geográfico desde un lugar de ordenamiento y planificación. Por eso, para nosotras, la experiencia del diario es el primer 40
mapeo generado grupalmente, y anuncia la intención de un recorrido sobre la corporeidad grupal. Más tarde los mapas nos servirían en un sentido estratégico: para seleccionar espacios a intervenir, para anticipar cómo sería el recorrido o cómo nos ubicaríamos para una acción. Esta planificación se desprendió de la necesidad de abordar situaciones de intervención en el espacio público cada vez más complejas, y nos permitió trabajar con otras organizaciones de modo coordinado. La experiencia de planificación de lo que pasa de una acción a otra, de un año a otro, nos permitió hacer una lectura de las situaciones políticas en la calle, a partir de un sentir-preguntar: “¿cómo está la calle?”. A su vez, esta lectura va cambiando de un tiempo a otro, y se renueva como un aprendizaje que nos abre a diferentes dinámicas de trabajo. El primero de tres aspectos reconocibles dentro de lo que llamamos cartografías, o pensamientos cartográficos, es el de trazar estrategias previas para las acciones. Este mismo proceso es el que forma parte de lo que nombramos “cartografía en función de la planificación”. Un ejemplo de esta, son los mapas que confeccionábamos previamente a un escrache, donde se marcaban las características del lugar, los postes sobre los que se colocarían las señales viales, la dirección del tránsito para orientar el cartel, y demás detalles que luego iríamos descartando por los cambios registrados dentro de las acciones y por la experiencia grupal obtenida, que ya no los requería. Estos mapeos tienen valor hacia adentro del grupo, y no suelen mostrarse salvo a quienes participan de la acción. También guardan un valor en sí mismos: delinean el deseo de algo que aún no tiene ejecución, pero que es un posible dentro de la fuerza que genera un colectivo de personas dirigiéndose a un lugar. Cuando hablamos de acciones que requieren de una cierta planificación estratégica, nos estamos refiriendo de acciones que tienen, en mayor o menor grado, una cuota de riesgo. En la planificación, de hecho, se trata de medir ese riesgo y se toman elementos de las metodologías de seguridad utilizadas por grupos militantes, aplicándolos de acuerdo a nuestras necesidades y equivocaciones. El segundo aspecto del mapeo es el uso de la “cartografía como acumulación de las acciones y las luchas”, ya que estos mapas suelen ser un 42
registro histórico de las intervenciones realizadas. Usados en un sentido de recopilación y denuncia, resumen en sí mismos un trabajo que persiste en el tiempo. Debido a esto, esta cartografía se genera luego de años de trabajo, en un sentido que se va perfilando a lo largo del tiempo, y es también la representación bidimensional de un recorrido corporal dado a través de la militancia. En sí, cada fragmento de esos mapas encierra un trayecto real cuyo ejercicio es devolver al plano las acciones, lo cual, implica a su vez un proceso de lectura en el tiempo sobre la propia experiencia. La “cartografía como acumulación de las acciones y las luchas” funciona como una lente que refracta una acción en pedazos, para luego abstraer algunos de estos, hilando recorridos, dándoles nuevos sentidos y nuevas dimensiones que son utilizados para reinventar otra totalidad. Debido a que la creación de un mapa de acumulación enfatiza un proceso que tiene relevancia en el momento mismo de su confección, y no en el momento preciso de la acción, el efecto logrado es revisitar lo realizado bajo parámetros de actualidad, incluso, para volver a funcionar como una nueva denuncia. Un ejemplo de este tipo de mapa es Aquí viven genocidas, que vuelve a escrachar a los genocidas ya señalados por H.I.J.O.S., la Mesa de Escrache, otros grupos y personas organizados bajo esta práctica. El primero de estos mapas se editó para el 24 de marzo del año 20018, y formó parte de un tríptico compuesto por un video, una agenda y el mapa en formato afiche. El video muestra un recorrido por las casas de los genocidas un día cualquiera (de hecho, a uno de ellos se lo ve volviendo del supermercado); luego muestra imágenes de la misma casa y barrio el día del escrache. Visualizando los domicilios al tiempo que la acumulación de escrachados va sumando puntos rojos en un mapa. No es llamativo que la mayoría de ellos viva en Recoleta. Esta sumatoria denuncia la continuidad de la impunidad que vivimos más fuertemente en la decada de los noventa. Por último, un aspecto que está relacionado con las formas más complejas de mapeo, es la “cartografía de representación de relaciones y 8. El cartel se volvió a imprimir los 24 de marzo de 2002, 2003, 2004 y 2006. En cada ocasión se modificiaba el diseño y se agregaban las direcciones de los nuevos escrachados. [N. de la E.]
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contextos”. Solemos atravesar por esta dinámica cuando, desde el grupo, sentimos la necesidad de abrirnos para comprender la realidad, incorporando otras miradas, y cuando por motivos internos o externos, vemos un quiebre con la modalidad de trabajo anterior. Uno de los momentos en los cuales esto se expresó con mayor intensidad fue después de 2001, debido a la situación política y en forma paralela a los “homenajes” a los asesinados durante las jornadas de diciembre9, realizados conjuntamente con Acción Directa, manteníamos diálogos grupales para comprender lo que estaba pasando, enumerando Por qué escogieron el año 2001 para realilos espacios de resistencia como una zar Aquí viven genocidas ? ¿cuál pensaban manera de reconocernos con otrxs que era la función de hacer una síntesis/ a través de las afinidades. Por esos acumulación/renovación de los escraches días, nos encontrábamos con viejxs y hechos anteriormente?
Lore: La participación del GAC en los escraches venía desde enero de 1998. Durante esos años hasta el 2001 se hicieron cantidades de escraches. Como grupo de activismo, el GAC produce objetos efímeros en el espacio público, para ese entonces ya teníamos la inquietud por generar algún dispositivo gráfico o video, que representara y contuviera esa acumulación de acciones. El hacerlo de este modo da cuenta también de que no fueron solo unos pocos represores sino que fueron miles. Por un lado es visibilizar la cantidad, la cercanía al domicilio de cualquier ciudadanx y la incomodidad que eso genera, y por el otro, hacer un archivo vivo activista y militante de lo construido. El GAC se caracterizó siempre por este último aspecto: producir otro dispositivo en el cómo contarse, trabajar con el archivo para comunicarse, volver a vincular. El mapa era algo que siempre estaba dando vuelta en las reuniones: como logística para colocar los carteles, para saber el recorrido de la marcha; solíamos tener mapas dibujados con la colocación de cada cartel, mano de las calles y circulación. Rondaban por las manos de todxs lxs integrantes de GAC, desde mapas dibujados a guías de la ciudad intervenidas. Pablo Ares, diseñador y parte del grupo en ese momento, formalizó esa primera idea de mapeo. 9. Movilizaciones populares con motivo de la crisis económica ocurrida en diciembre del 2001, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, en las que se generó represión policiaca a lo largo de todo Argentina, y que acabaron con la muerte de 39 manifestantes, entre ellos siete menores de edad. [N. de la E.]
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nuevxs compañerxs en las calles, y surgieron los agenciamientos10 entre grupos de un día a otro, reuniendonos en colectivos que iban tomando forma de acuerdo a las relaciones, las movilidades y los conflictos. Entonces, confeccionábamos un mapa con diarios y fichas de cartón, que nos servía para establecer acuerdos internos en el grupo ya que el espacio mismo de la grupalidad estaba atravesado por los sucesos. Este mapeo interno nos hacía abordar problemas reales y nociones, y nos daba la posibilidad de discutir. De estas conversaciones se desprendían posturas políticas comunes y encontradas, acciones y preguntas, que nos ayudaron a atravesar ese momento; y al momento de encontrarnos con otrxs, poder abordar lo que acontecía como colectivo. De manera que la “cartografía de representación de relaciones y contextos” es una metodología para abordar lecturas políticas. Muchas veces estos mapeos sirvieron para comprender situaciones de manera interna, y a veces, debido al deseo de comunicar estas lecturas de relaciones y contextos, llegamos a un formato de representación de las mismas a través de mapas, sirviendo estas investigaciones como puntapié para generar acciones en espacios reales. Desde su genealogía estos mapas representan inquietudes, formas de acercarnos a lo nuevo y a lo que no sabemos cómo tratar, por eso la base sobre la que se construye el recorrido de imágenes está compuesta Charo: Se elige el año 2001 no por capricho, sino que se cumplían 25 años del comienzo de la última dictadura militar. Entonces, no sólo era condensar la información recogida en la acción sino también señalar, en el marco de un contexto de impunidad y neoliberalismo, el paso del tiempo. Ese mismo año en el Centro Cultural Recoleta, que es un espacio financiado y administrado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se empiezan a discutir las faltas de políticas de Memoria, también se visibilizan distintas prácticas artísticas que acompañan en la lucha de las organizaciones de Derechos Humanos. 10. Agenciamiento se refiere a la unión ocasional, ya sea por afinidad ideológica o por una situación de coyuntura, con el objetivo de realizar una acción colectiva en el que cada grupo o persona aporta un saber o práctica ejercitada previamente.
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por preguntas que son nuestras propias dudas, y que tienen lugar en los procesos de conversaciones con otrxs, amigas o amigos de los que nos fuimos haciendo en estas búsquedas, en las salidas a la calle, en este pensar y pensarse; con ellxs mantenemos charlas que muchas veces les dan contenidos a estos mapas, en donde se ven representadas ideas de compañeros y compañeras que nos abrieron la mirada. Entonces, los mapas no son sólo un objeto de representación, ni una acumulación de información: son también formas de ampliar la propia mirada a través de un diálogo. Y como de contextos y relaciones se trata, apuntamos a que se descubran formas de dominación en los recorridos que marcamos, que en lo cotidiano no se suelen observar; no porque estén invisibilizadas, sino porque están encubiertas debajo de la reverberación de un continuo dominante que no ayuda a trazar relaciones reales, sino a generar identidades inamovibles que responden a modos de vivir que no cuestionan el lugar que se les ha otorgado en el mapa del poder. Es por eso que la información complementaria que utilizamos para estos mapeos es accesible para quienes la busquen, ya que se encuentra en medios como internet u otros. Por eso, lo interesante del mapa no es lo novedoso de la información utilizada en ese contenido, sino la relación de esas informaciones direccionadas a partir de preguntas, que desplazan el orden de la realidad y los niveles de relevancia para buscar nuevos caminos, recorridos o cuestionamientos propios.
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Laboratorio
de
autoeducación* Ana Longoni
*Texto pubicado originalmente en el catálogo de la exposición Liquidación por cierre, realizada en octubre del 2017 en la Sala PAyS (Presentes Ahora y Siempre) del Parque de la Memoria; con algunas ediciones al original, para adaptarlo al contexto de este libro. Me topé más de una vez con gente que supone que el Grupo de Arte Callejero (GAC) dejó de existir hace rato. Conocen los inicios del colectivo: saben muy bien de su participación en los escraches impulsados por Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) desde mediados de los años noventa, de las señales de tránsito subvertidas con las que poblaron los barrios en los que vivían tranquilamente los genocidas y que otorgaron una identidad visual pro-
pia a esa forma de acción política radical que emergió para evidenciar la impunidad y generar condena social. Pero al parecer muchos perdieron de vista al grupo y dan por sentada su disolución. Una escena resume en mi memoria esa percepción. Creo que fue en 2004 o 2005. Lorena Bossi llegó tarde a una cena, luego de participar en una asamblea de activistas en la que confluían muchos jóvenes para quienes el GAC era una referencia casi mítica. Ella había pedido la palabra para proponer algo, y como el grupo había sido convocado, mencionó que lo integraba, ante la sorpresa generalizada, incluso incrédula, los asistentes preguntaron: “¿en serio sos del GAC?”. Esa noche, mientras armábamos a muchas manos los rollos de sushi, nos reímos, extrañadas de esa extrañeza. La primera vez que conversé con alguien del GAC fue con Mariana Corral, a finales de los años noventa. Tímida o más bien lacónica, se 49
acercó al término de alguna de las clases de Sociología del Arte que dictaba en la escuela La Cárcova. Me había llegado alguna noticia sobre el grupo, y había visto la gráfica de los primeros escraches, pero recién a partir del diálogo que empezamos aquel día y del trabajo final que presentó en la materia (que todavía conservo) pude hilar ambos asuntos. Vinieron poco después en patota (literalmente) ella, Lore, Mane Bossi, Charo Golder y sus peircings, al primer Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCI), una vieja casona roja que alquilábamos en la calle Sarmiento. Allí se encontraron con Sandra Mutal y Fernanda Carrizo, integrantes del grupo cordobés Costuras Urbanas que montaban una instalación en la sala de lectura. Qué grato saber que algo tuve que ver, apenas propiciar el cruce, en la inmediata complicidad que allí surgió y que derivó en que la Fer pasara a ser uno de los motores del GAC. La última vez que participe en una acción junto al GAC fue hace unos días en la marcha del 1 de septiembre de 2017, exigiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado desaparecido el 1 de agosto de este mismo año. Las fotos que tomó Mane aquella tarde mientras avanzábamos por Avenida de Mayo, registran los detalles e intensidades de esa jornada multitudinaria; la diseminación de 50
Marcha exigiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado, desaparecido el 1 de agosto del 2017, tras un operativo de la Gendarmería Nacional, en represión a una protesta realizada por una comunidad mapuche en la localidad de Cushamen, en la provincia de Chubut. Foto: Mane Bossi.
una gráfica artesanal, hecha a mano por cada manifestante, que da cuenta de cómo se ha transformado radicalmente la gramática de las marchas en las dos últimas décadas. Hay algo de profecía (no) autocumplida en que algunos crean que el GAC ya no existe: en la elección del nombre del grupo (como un genérico, un comodín que podía designar a todxs y a nadie), y en la decisión de no firmar sus producciones para que cualquiera pueda apropiárselas y usarlas sin permiso; se evidencia un reverso de los modos de construcción de la autoría del artista y su obra. Después de la crisis que desató en el GAC la invitación a la Bienal de Venecia, en 2003, cuando el grupo fue catapultado (sin pasar por estaciones intermedias) desde el activismo callejero a una de las instancias más glamorosas y legitimadoras del mundo del arte, sus miembrxs tomaron la decisión de renunciar a nombrar lo que hacen como “arte”, y considerarlo un tipo específico de militancia. Esa crisis estalló, no cabe duda, ante la incomodidad propia y el señalamiento ajeno, pero lo que siguió no fue la disolución. De aquella experiencia el GAC salió reafirmado y convencido de obviar o limitar drásticamente invitaciones del circuito artístico. Es por ello, improbable encontrarse con las integrantes del GAC en una inauguración o en alguna de las instancias de socialización propias del mundo del arte. Y, en contrapunto, existen posibilidades totales de encontrarlas activando en las calles, en las movilizaciones, en los conflictos. En Buenos Aires, en Trelew, en el Ingenio Ledesma, en Sao Paulo, en Ciudad de México, en el centro o en el fin del mundo. Insistiendo e inventando sus recursos. Propagando y mutando sus modos de hacer. Transmitiendo y mezclándose con muchos otros colectivos y movimientos sociales. Reuniéndose los viernes, cada viernes. Cumpliendo años. Veinte años. Y más. Pero muchos otros saben (sabemos) bien que el GAC sigue vivo, impulsando ininterrumpidamente sus acciones e intervenciones desde 1997, en un transcurrir persistente e imprescindible. Si eso ha quedado parcialmente invisible para el mundo del arte, es porque lo que hace el 51
GAC se fuga de su código y sucede más allá de su mira. En ese punto, me pregunto por los efectos que pudo tener la exposición Liquidación por cierre (2017), un ejercicio de recapitulación de dos décadas de trabajo, y sobre todo por el hecho de que haya ocurrido en el Parque de la Memoria1, ámbito clave en la trama artística local, al mismo tiempo que espacio de memoria insoslayable dentro de la inscripción colectiva de la historia reciente de Argentina. Es desde esa doble condición simultánea, que el Parque de la Memoria es capaz de generar un intersticio para albergar esta inusual exposición, que reúne registros y documentos de un cúmulo de prácticas que sucedieron, y siguen sucediendo, en las calles. La historia del GAC es, por otra parte, un capítulo crucial (conocido sólo parcialmente) dentro de la intensa y prolífica saga de los activismos artísticos desde principios del siglo XX en la Argentina. Crucial, digo, sobre todo a la hora de establecer un puente o explorar la relación entre los activismos más recientes y los emergidos en los años ochenta, durante el período que va desde finales de la última dictadura hasta los comienzos de la posdictadura. Se trata de una época que ha quedado desdibujada, invisibilizada u opacada ante la dimensión mítica que adquirió el proceso de radicalización artística y política de los años sesenta, en particular la revisitada acción colectiva Tucumán Arde (1968). Fue en esa difícil coyuntura signada por el terrorismo de Estado, que surgieron nuevos modos de articular arte y política, desde el uso de recursos creativos que impulsó el movimiento de Derechos Humanos para visibilizar la demanda pública por los 30 mil desaparecidos, hasta las disidencias sexuales y la emergencia de territorios underground, espacios liberados en los que se reivindicaba la “estrategia de la alegría” (en palabras de Roberto Jacoby) como otro modo de confrontar el terror.
1. El Parque de la Memoria, es un espacio público que fue gestionado en 1998 por varias iniciativas ciudadanas y organismos de Derechos Humanos, que cuenta con un Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, una serie de esculturas de diferentes artistas argentinos e internacionales y un sala de arte. Este proyecto situado a las orillas del Río de la Plata, es un lugar simbólico por haber sido el destino de algunos de los detenidos-desaparecidos durante la dictadura militar ocurrida en Argentina entre 1976 y 1983. [N. de la E.]
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El nuevo ciclo de activismo artístico que comienza a mediados de los noventa (no solo en la Argentina, también en muchas otras partes del mundo) conecta con esta escena por fuertes lazos no siempre explicitados pero sí intensos y directos, en cuanto a trayectorias biográficas y también a consonancias en los modos de hacer. Me refiero en concreto a los vínculos que pueden señalarse entre las acciones gráficas llevadas a cabo en aquellos años por Juan Carlos Romero, el Colectivo de Arte Participativo Tarifa Común (CAPaTaCo) y los artistas que impulsaron El Siluetazo —Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel—, en articulación con el movimiento de Derechos Humanos encabezado por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y su reverberación en el GAC y en otros colectivos surgidos después del 2001. De hecho, tanto Romero como Flores y Kexel fueron docentes de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, y por sus clases pasaron Lore, Charo y Mariana, integrantes del GAC desde sus inicios: un preciso indicio de instancias de transmisión de un legado compartido entre generaciones de artistas/activistas y también de una trama de complicidades afectivas. El diálogo directo entre las instalaciones gráficas de Romero, como Violencia (Centro de Arte y Comunicación, 1973) o los tirajes de afiches que llevan impresas palabras interrumpidas o cortadas (“Desocu”, “Margin”, “Exclusi”, “Exterm”, “Carenc”), que el artista desde 1995 pegó en las calles y en diversas convocatorias artísticas, con la intervención del GAC, Bandera de peligro, que señaló e interfirió los edificios del Congreso, la Casa Rosada y el Ministerio de Economía con una extensa cinta de peligro, en la que también se pueden leer reiteradas las palabras “exclusión”, “desocupación”, “hambre”, “represión”, “impunidad”, delimitando un espacio temporalmente autónomo en el contexto de las protestas y marchas de diciembre del 2001. O bien la clara afinidad entre el ícono “prohibido milico”, el perfil de un militar en negro atravesado por la señal roja de prohibición, que serigrafió CAPaTaCo durante las marchas contra las leyes de Punto Final y Obediencia Debida en los ochenta, y el logo “Juicio y Castigo” que el GAC imprimió en tela y pegó en el pavimento desde 1999 en adelante. O, también, la acción que en 1998 impulsó el GAC junto al grupo Etcétera para señalizar las 53
María Zurita. El Siluetazo, Buenos muertes de obreros de la construcción por Aires, 21 y 22 de setiembre de 1983. la falta de condiciones de seguridad, a lo Foto: Eduardo Gil. largo de la avenida Corrientes, desde el centro hasta llegar al Abasto, entonces en pleno proceso de construcción del shopping, pintando en su trayecto las siluetas de cuerpos caídos sobre el pavimento, en una directa alusión al procedimiento de El Siluetazo: poner el cuerpo para prestarle la huella al que no está. Todas estas referencias e imbricaciones, lejos de ir en detrimento del “valor” de las prácticas a partir de parámetros de originalidad o autoría, términos caros al mundo del arte, contribuyen a imaginar los procedimientos del activismo como un reservorio, una caja de herramientas disponible, “un saber realmente útil”.2 En esas coordenadas, la exposición por los veinte años del GAC también puede pensarse como un experimento pedagógico, de autoeducación, en tanto ensaya algunas formas de transmisión de la experiencia del activismo desde la década de los noventa, a los más recientes activismos. No como mero ejercicio arqueológico sino como una “memoria del presente” 3 capaz de interpelar con agudeza el sombrío hoy, para agitarlo y desacomodarlo, y al mismo tiempo para hacernos saber en qué genealogías (entrecortadas y a veces silenciadas) nos podemos reconocer. ¿O acaso no podríamos salir hoy a empapelar las calles con los carteles de la campaña Nuevos desalojos Patagonia 2004, que el GAC lanzó como parte de la Comisión Antimonumento a Julio A. Roca, que emulan las coloridas publicidades de Benetton para denunciar el desalojo de familias mapuche en manos del terrateniente que acumuló cientos de miles de hectáreas en la Patagonia durante el menemismo? ¿O disfrazarnos de vacas (como hicieron las integrantes del GAC en la Feria del libro en 2006) para llamar la atención sobre las viejas y nuevas complicidades entre el Estado argentino y la Sociedad Rural? 2. Un saber realmente útil fue el título de la exposición sobre activismos artísticos curada por el colectivo What, How and for Whom (WHW) en el Museo Reina Sofía, Madrid (2014), retomando la noción de auto-educación del movimiento obrero en el siglo XIX. 3. Retomo el concepto de Roberto Gargarella.
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Agenda
Aquí viven genocidas
ACOSTA, JORGE E. Amenábar 2264 6º A / Capital Federal Capitán de corbeta, jefe de Inteligencia del Grupo de Tareas (GT) hasta finales de 1978. En 1983 siguió trabajando en inteligencia en base a los archivos de la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), vinculado al empresario Alfredo Yabrán. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. AGOSTI, ORLANDO R. Brigadier general comandante en jefe de la Fuerza Aérea. ANAYA, JORGE I. Almirante comandante en jefe de la Armada, miembro de las juntas militares. ASTIZ, ALFREDO Teniente de navío. Oficial GT 332, operaciones. Planeó y ejecutó en 1977, la desaparición de una docena de personas, entre ellas, Azucena Villaflor, Dagmar Hagelin y las monjas francesas A. Damont y L. Duquet. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida ARRIETA DE BLAQUIER, NELLY Arenales 735 / Capital Federal
BERGES, JORGE A. Magallanes 1441 / Quilmes Oficial principal médico, jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Responsable de la desaparición de niños. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. BIANCO, NORBERTO A. Clínica del Buen Ayre, Av. Ricchieri y Paraná / Bella Vista Médico militar del Hospital Campo de Mayo, jefe de grupo. Apropiador de niños nacidos en cautiverio. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. BIGNONE, REYNALDO B. Comandante. Jefe de la ocupación del Hospital Posadas. Jefe del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares (CIM). Último presidente de la nación en la dictadura. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. BONAMIN, VICTOR Provicario castrense. Colaborador de los represores. BRINZONI, RICARDO G. Maure 2124/ Capital Federal BUFANO, RUBEN O. Madariaga 6236 PB 3 / Capital Federal Actuó como agente del
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Batallón de Inteligencia 601. Participó del traslado de detenidos de la ESMA al Tigre. Fue custodio de genocidas y torturadores. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. Imputado por genocidio y terrorismo de Estado por el juez Baltasar Garzón. BUSSI, ANTONIO D. Laprida 8853/ San Miguel de Tucumán General de División. Fue interventor federal de Tucumán y luego gobernador militar. Responsable jerárquico de los campos de concentración de la zona. General de la brigada del CIM de Campo de Mayo. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia.
CACCIATORE, OSVALDO A. Brigadier. Intendente de la Capital Federal. Cedió a la Fuerza Aérea el uso de la “Mansión Seré”, para que ahí se instalará un campo de concentración. Enemigo acérrimo de las villas de emergencia. CAMPS, RAMÓN J. General jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Acusado del secuestro de 21 niños y más de 700 atentados. Torturador. Nazi. Instituyó la desaparición a la cual consideró “útil”.
CARNOT, ROBERTO R. Av. B. Mitre 5865 13ºA / Wilde Subprefecto, integrante de GT ESMA. Torturador. Beneficiado por la Ley de Punto Final. CASEROTTO, JULIO C. Médico. Teniente coronel. Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Militar Campo de Mayo. GT. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. CAVALLO, DOMINGO Estatizo la deuda privada. CORACH, CARLOS V. Sinclair 3276 / Capital Federal Ministro de [Carlos] Menem. Responsable de represión en democracia. CHAMORRO, RUBEN J. Contralmirante. Director de la ESMA hasta 1978. Jefe de GT.
DALLA TEA, CARLOS A. General de brigada del CIM. Secretario general del Ejército. Beneficiado por la Ley de Punto Final. DEL CERRO, JUAN ANTONIO (ALIAS COLORES) Baigorria 2397 / Capital Federal Auxiliar de inteligencia. Procesado por el secuestro y tortura de 70 personas. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
DI BENEDETTO, ABATINO F. Av. Triunvirato 5177 / Capital Federal Médico militar. Director del Hospital de Campo de Mayo. Jefe del Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionó en este establecimiento. Beneficiado por la Ley de Punto Final DÍAZ SMITH, JORGE M. Subprefecto. Jefe de documentación de GT ESMA. Integrante del Servicio de Inteligencia Naval (SIN). En 1984 realizó rastreos e intimidaciones contra ex detenidos desaparecidos. DINAMARCA, VICTOR HUGO Benedetti 66 1º A / Capital Federal Servicio Penitenciario Federal. Actualmente vinculado al grupo Yabrán. DURAN SAEZ, ALBERTO Av. Callao 1307 1 / Capital Federal. Mayor del Ejército. Jefe del CCD “Vesubio”.
ESTRADA, HORACIO P. Capitán de navío. Jefe GT 1983. Responsable de la falsificación del pasaporte para el mafioso italiano Licio Gelli. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
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ESTRELLA, LUIS Vicecomodoro 2º. Jefe de la Base Aérea Chamical. Implicado en el asesinato de los sacerdotes Longueville y Murias, y del obispo Angelelli. ETCHECOLATZ, MIGUEL OSVALDO Pueyrredón 1035 9º A / Capital Federal Comisario de la Dirección General de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, responsable de la “Noche de los Lápices”. FABRE, HECTOR Prefecto. Integrante del GT de la ESMA. Ha sido mencionado en la ESMA como el encargado de los niños nacidos en cautiverio. FERRANTI Subcomisario. Jefe del CCD Unidad Regional de Lanús. Integrante GT R13, La Tablada. Jefe del CCD “Pozo de Quilmes”. FICHERA, ANTONIO General de Brigada. Jefe del Área 114 como titular del Grupo de Artillería Mecanizada 1. Tuvo bajo su jurisdicción los CCD: “El Banco”, “Vesubio”, “Sheraton” y la Brigada de Investigaciones de San Justo. En 1985 era director de la Escuela Superior de Guerra. Beneficiado por la Ley de Punto Final.
GALTIERI, LEOPOLDO F. Chilvicoy 3102 1º / Capital Federal Teniente general. Presidente de facto. Culpable de todos los delitos cometidos en Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Santa Fe y Misiones, como comandante del Ejército (1976-1979). Culpable de la muerte de más de 800 combatientes en la Guerra de las Malvinas. Liberado por la Ley de Punto Final y el Indulto. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. GASSINO, FRANCISCO E. Jefe del Regimiento 9 de Infantería y responsable del Área 231, en Corrientes, donde fue responsable de tres CCD. Asumió la jefatura del Estado Mayor del Ejército en el gobierno de Alfonsín. Beneficiado por la Ley de Punto Final. GONZALEZ, ALBERTO Teniente de fragata. Oficial de Inteligencia. Participó en el secuestro de los familiares de desaparecidos en la Iglesia de Santa Cruz y en el de las monjas francesas. Funcionario durante la dictadura en el área de prensa. GORDON, ANÍBAL Agente del Batallón de Inteligencia 601. Miembro de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Actuó en
el CCD “Pozo de Banfield”. Jefe del CCD Automotores Orlietti. Miembro de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA). GRAFFIGNA, OMAR D. Brigadier. Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea entre 1976 y 1978. Tuvo bajo su responsabilidad los CCD de Mar del Plata, El Palomar, Morón, el ubicado en el Hospital Posadas, “La Huerta” del Tandil y la “Mansión Seré”. GRONDONA, MARIANO S L Ruggieri 2930 / Capital Federal / 4802-8131 Periodista. Cómplice y colaborador.
HABID, JESUS N. Comisario. Policía Federal. Jefe de división de Inteligencia. HADDAD, JORGE H. Coronel. Comando Institutos Militares (IIMM). Imputado en secuestros. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida. HARGUINDEGUY, ALBANO Santa Fe 2385 6º C / Capital Federal Ministro del interior. A cargo de los CCD en todo el país. Coordinó junto a otras dictaduras militares la persecución de 15 mil exiliados
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latinoamericanos residentes en nuestro país. Participó en el fusilamiento en el Obelisco. Beneficiado por la Ley de Punto Final y Obediencia Debida.
JAUREGUI, LUCIANO A. General de División. Jefe de la Zona 2 y jefe de la Subzona 22 en 1975. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. JORGE, EDUARDO V. Gendarmería. Participó en fusilamientos. Como comandante mayor, fue jefe de la dotación de Gendarmería Nacional que reprimió en 1997 en las manifestaciones populares de Neuquén y Cutral Có. LAMBRUSCHINI, ARMANDO Almirante. Miembro de las juntas militares. Jefe de operaciones. LAMI DOZO, BASILIO A. I. Brigadier General. Comandante en jefe de la Fuerza Aérea. Miembro de la juntas militares. LEZAMA, HUGO Periodista. Jefe de prensa del almirante Emilio Massera. Fue editor del diario Convicción editado por la Armada.
LÓPEZ REGA, JOSÉ D. Ministro de Bienestar Social de María Estela Martínez de Perón. Fundador de la AAA. Estuvo 11 años prófugo con el amparo de los militares, la CIA, la logia P-2 y organizaciones nazis. LUCERO, JOSÉ A. Civil. Docente, integrante del grupo católico integrista Cruzadas de la Fe. Responsable de crímenes en contra de sacerdotes y laicos.
MAGNACCO, JORGE LUIS M. T. De Alvear 1665 / Capital Federal Médico naval. Jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Naval de la Capital Federal. Atendió partos de prisioneras en la ESMA. Trabajó en el Sanatorio Mitre, y fue despedido en 1998 luego de reiterados escraches. Beneficiado por la Ley de Punto Final. MARENZI, REMO Yatay 395 1 D / Capital Federal Torturador del CCD “Olimpo”. Beneficiado por la Ley de Punto Final. MARTÍNEZ DE HOZ, JOSÉ A. Florida 1065 / Capital Federal Genocida económico. Ministro de Economía. Durante su mandato la deuda externa se acrecentó de seis a cuatro millones, con los cuales
se financió el terrorismo de Estado. MASSERA, EMILIO E. Libertador 2423 / Capital Federal Almirante. Integró la Junta Militar en 1976. Hasta finales de 1978 fue comandante en jefe de Armada ESMA. Acusado, entre otras cosas, de 83 homicidios calificados. 623 privaciones ilegales de la libertad, 267 aplicaciones de tormentos, 102 robos agravados y 11 sustracciones de menores. Beneficiado por la Ley de Punto Final. Cumple prisión domiciliaria por robo de bebés. MENÉNDEZ, LUCIANO B. Jefe del III Cuerpo del Ejército. Instituyó las “ceremonias militares” para el fusilamiento de prisioneros inermes. Integró el pelotón de ejecuciones. Implicado en el asesinato de Angelelli. Estuvo en Malvinas en calidad de “gobernador”. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. MIARA, SAMUEL Chubut 4437 / Capital Federal Subcomisario de la Policía Federal. Oficial de un grupo de traslados de prisioneros que aún permanecen desaparecidos. Torturador y violador. Apropiador de los mellizos Reggiardo-Tolosa, cuyos padres continúan desaparecidos. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
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NAYA, ROBERTO Servicio Penitenciario Federal, CCD “Vesubio”, ESMA. Actualmente preside las empresas LANOLEC y AYLMER S.A. del grupo Yabrán. NEME, AUGUSTO Ejército Mayor. Segundo responsable del área represiva Ingenio Nueva Baviera. Ascendió a coronel por propuesta del Poder Ejecutivo Nacional (Gobierno de Raúl Alfonsín). Beneficiado por la Ley de Punto Final. NEUSTADT, BERNARDO S. L. Ruggieri 2930 / Capital Federal Periodista. Cómplice y colaborador de la última dictadura militar. NICOLAIDES, CRISTINO Teniente general del CIM de Campo de Mayo. Responsable de la matanza ocurrida en 1976 en las cercanías de Margarita de Belén, Chaco. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
OJEDA, EDMUNDO R. Av. Cabildo 639 / Capital Federal General de Brigada. Jefe de la Policía Federal del CIM. Beneficiado por la ley de Punto Final y Obediencia Debida.
OLEA, BRAULIO Teniente Coronel. Jefe de Batallón de Inteligencia 181, Área de Seguridad 521 y CCD “La Escuelita”, Neuquén. Ascendido a general por Raúl Alfonsín. OLIVERA, JORGE Quintana 2215 / Olivos Teniente. Regimiento 22 de Infantería de Montaña, San Juan. OLIVERA ROVERE, JORGE C. General de Brigada. Segundo comandante del I Cuerpo del CIM. Beneficiado por la Ley de Punto Final. ORTIZ (ALIAS PELICAN) De la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal. CCD “Olimpo”. Secuestrador de Alfredo Bravo.
PATTI, LUIS A. Intendencia Escobar. Comisario. Torturador. Acusado de secuestros y asesinatos. Fue mandado por Carlos Menem a investigar el caso María Soledad. Aplicó torturas en comisarías durante democracia. Intendente de Escobar. PERREN, JORGE E. Marconi 3495 / Beccar Capitán de corbeta. Jefe de operaciones del GT ESMA. Responsable del Centro Piloto de París. Torturador.
Lugarteniente de Acosta. Beneficiado por la Ley de Punto Final. PERTINE, BASILIO B. Coronel Díaz 2665 / Capital Federal Vicealmirante de la Marina. Participó de los vuelos de la muerte. Cuñado del ex presidente Antonio de la Rúa. PEYON, FERNANDO E. Capdevila, 2852 13 B / Capital Federal Capitán de corbeta. Torturador y miembro del grupo de secuestradores de la ESMA. Miembro de la agencia de seguridad de Yabrán. Beneficiado por la Ley de Punto Final. PIO LAGHI Nuncio apostólico. Se encargó de la campaña de ocultamiento en el exterior de los delitos cometidos por la represión. Fue visto en los campos de concentración. Responsable de la ejecución de sacerdotes y laicos, así como de la expulsión del país de religiosos.
RADICE, JORGE Teniente de fragata. Torturador y secuestrador de la ESMA. Secuestro a las monjas francesas y a la diplomática Helena Holemberg. Administraba los bienes robados a los detenidos. Viajó en el Menemóvil. Formó parte de la Seguridad de Yabrán y fue custodio en el
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Congreso posterior a 1983. Beneficiado por la Ley de Punto Final y Obediencia Debida. RICO, ALDO Municipalidad de San Miguel Instructor del Colegio Militar de la Nación, en el CIM y en la Policía Federal. Integró grupos operativos de la Escuela de Infantería del CCD Campo de Mayo. Miembro del GT 1. Produjo los alzamientos carapintadas. Fue diputado por el Movimiento por la Dignidad y la Independencia MODIN. Intendente de San Miguel. RIVEROS, SANTIAGO O. 3 de Febrero 1950 4 / Capital Federal General de División del CIM del CCD Campo de Mayo. Instaló el CCD “El Campito” en donde desaparecieron 3 mil 500 personas. Imputado legalmente en Argentina e Italia. ROLON, JUAN CARLOS Capdevila 2852 8º B / Capital Federal Teniente de Navío. Torturador. Integró los Grupos de Tareas de la ESMA. Participó del secuestro de Argentinos en Venezuela en 1977. Fue ascendido por Carlos Menem a capitán de navío. Beneficiado por la Ley de Punto Final.
ROUALDES, ROBERTO Coronel. Jefe de la Sección Política del Batallón de Inteligencia 601. Jefe de la represión en Capital Federal. Ejecutor de secuestros y desapariciones.
SASSIAIN, JUAN B. General de División del III Cuerpo del Ejército. Comandante de la X Brigada de Infantería. Torturador y asesino en los CCD “La Cacha” y La Tablada. Desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. Beneficiado por la Ley de Punto Final.
SAINT JEAN, IBÉRICO Av. Cabildo 639 / Capital Federal General. Gobernador de Provincia de Buenos Aires. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
SEINELDIN, MOHAMED A. Coronel. Actuó en CCD “Olimpo”. Fue enlace entre el Ejército y la AAA. En 1985 pasó a ser agregado militar de Argentina en Panamá. Protagonizó los alzamientos de los caraspintadas. Preso.
SANCHEZ TORANZO, CARLOS O. 2da Rivadavia 15551 / Haedo Teniente coronel. Actuó en el “Pozo de Quilmes”, Comisaría 3 de Valentín Alsina. U-9 de La Plata y U-2 de Mendoza. Torturador psicológico de los detenidos. En 1990 fue director nacional de Seguridad del Interior en el gobierno menemista. Actualmente es profesor de turismo en la Universidad de Morón. SÁNCHEZ RUIZ, RAÚL Peña 2065 / Capital Federal Médico de la ESMA. Beneficiado por la Ley de Punto Final. SANTIAGO, FERNANDO H. General de Brigada del CIM de Campo de Mayo. III Cuerpo del Ejército. Beneficiado por la Ley de Punto Final
SUÁREZ MASON, GUILLERMO Libertad 982 Piso 10 / Capital Federal Teniente coronel. Jefe del Comando del I Cuerpo del Ejército. Responsable de más de 12 CCD en Capital Federal, Buenos Aires y la Pampa. En 1981 huyó del país acusado por la Interpol. Es juzgado y condenado en 1988 por 635 delitos (homicidios, secuestros, torturas y robos). Liberado por el Indulto presidencial de Carlos Menem. SIMÓN JULIÁN (ALIAS TURCO JULIÁN) San Juan 1171 / Capital Federal Sargento Primero de la Policía Federal, Superintendencia de Seguridad Federal (SSF). Actuó en los CCD “Club Atlético”, “El Banco” y “Olimpo”. Desprocesado
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por la Ley de Obediencia Debida.
TARELLA, EROS A. Subcomisario de Policía de la Provincia de Buenos Aires. Secretario de Ramón Camps. Jefe de Inteligencia Miguel Etchecolatz. Prófugo. Vive en Asunción del Paraguay. TETU, REMUS Civil. Docente. Colaborador del Ejército y la Armada. Inventor simultáneo de la Universidades del Sur y del Comahue. TRONCOSO CARLOS D. Subcomisario de la Policía Federal, SSF. Acusado de participar del secuestro y extorsión, entre otros, de Osvaldo Sivak en 1979. TROTZ, ERNESTO G. Coronel. Subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Actuó en el CCD “La Cacha”.
VALIN, ALBERTO A. General de Brigada. Coronel del Batallón de Inteligencia 601 del CCD Campo de Mayo. Beneficiado por la Ley de Punto Final. VERPLAESTEN, FERNANDO E. General de División. A cargo de las tareas de logística y construcción del CCD de
Campo de Mayo. Beneficiado por la Ley de Punto Final. VIDELA, JORGE R. Av. Cabildo 639 / Capital Federal Teniente coronel. Comandante en Jefe del Ejército como presidente de la nación en la primera etapa de la dictadura. Cumple prisión domiciliaria por el robo de bebés. VILLAS, ACDEL E. General. Jefe del “Operativo Independencia”, realizado en Tucumán en 1975. Segundo comandante del V Cuerpo del Ejército. Beneficiado por la Ley de Punto Final y desprocesado por la Corte Suprema de Justicia. VIOLA, ROBERTO E. Teniente general. Jefe del Estado Mayor del Ejército como presidente de la dictadura. Bajo sus órdenes funcionó el CCD “Vesubio”.
WARCKEMEISTER, LUIS Rodríguez Peña 1416 / Capital Federal Jefe de Personal del Estado Mayor General del Ejército. Beneficiado por la Ley de Punto Final. WEBER, ERNESTO F. Virgilio 1245 PB 3 / Capital Federal Subcomisario. Torturador y
secuestrador en el GT 332 de la ESMA, responsable del secuestro de más de 3 mil 500 personas. Acusado del delito de terrorismo de Estado y genocidio, con pedido de captura del juez B. Garzón. Beneficiado por la Ley de Punto Final.
YANICELLI, CARLOS Brigada de investigaciones D-2 de Córdoba. Participó en la “Operación San Vicente”. Actualmente es Director de Inteligencia Militar en la misma provincia. ZIMMERMANN MARIO A. Tte. Gral. Ricchieri 425 / Bella Vista Teniente coronel. jefe de la Policía de Tucumán. Personal jerárquico del CCD “Jefatura”, del Departamento Central de la Policía de Tucumán. Con pedido de captura internacional del juez B. Garzón por genocidio. Desprocesado por la Ley de Obediencia Debida.
Este material debe ser reproducido y difundido. Los nombres son algunos de los tantos culpables. Los datos que aparecen con dirección, corresponden a personajes ESCRACHADOS. Grupo de Arte Callejero, 2001
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Índice
fotográfico
pp. 82-83 Escrache en la Base Aérea Militar de Morón (regional Buenos Aires de Inteligencia), el 19 de abril de 2003.
p. 65 Escrache durante el juicio a Emilio Massera en los tribunales de Comodoro Py, el 19 de marzo de 1998.
p. 84 Escrache a Norberto Atilio Bianco, médico apropiador, el 4 de septiembre de 1999.
pp. 66-67 Activaciones del icono de “Juicio y Castigo” durante varias movilizaciones.
pp. 89, 90-91 Aquí viven genocidas fue compuesto por un video (pp. 108-109), un afiche y una agenda (pp. 56-63), que se repartió por primera vez en la marcha del 24 de marzo de 2001. En el afiche aparecen señaladas las direcciones de los genocidas escrachados hasta el
pp. 68-69 Escrache a Ricardo Scifo Módica, el 3 de agosto de 2002. p. 71 Escrache a Juan Martin Yedro, el 1 de diciembre de 2001. p. 72 Actividad en el “Club Atlético”, ex Centro Clandestino de Detención, el 5 de diciembre de 1998. pp. 74-75 Escrache a Jorge H. Vidal, el 27 de diciembre de 2003. pp. 76-77 Mapa de uso interno, marcando la ubicación de las señales. pp. 78-79, 80-81 Escrache a Rubén Osvaldo Bufano, el 9 de diciembre de 2000. 112
momento. En cada reimpresión se fue cambiando el diseño y agregando los domicilios de nuevos escrachados.
pp. 92-93 Aquí viven genocidas, diseño para el 24 de marzo de 2002. pp. 94-95 Aquí viven genocidas, diseño para el 24 de marzo de 2003 y 2004. pp. 96-97 Aquí viven genocidas, diseño para el 24 de marzo de 2006. pp. 98-99, 100-101, 102-103, 104-105, 106-107, 110 Registros de las repetidas activaciones de Aquí viven genocidas.
LÍNEA DEL TIEMPO 01 de julio de 1974 Muere el presidente Juan Domingo Perón. Su viuda y vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, tomó la presidencia de Argentina. Tras la muerte de Perón, aumentó el poder e influencia de su antiguo ministro de Bienestar Social, José López Rega, quien fuera el creador de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), una fuerza paramilitar de extrema derecha con vínculos a grupos fascistas, dedicada a asesinar opositores políticos, a la que se le adjudican más de 700 muertes. El cambio político del gobierno de María Estela Martínez hacia la derecha radical, le hizo perder el apoyo popular entre el peronismo de izquierda; que sumado a las tensiones en las fuerzas armadas, la creciente crisis económica, la intervención de Estados Unidos, y la poca capacidad del gobierno de María Estela Martínez para superar esa crisis de gobernabilidad, tuvo su desenlace en un golpe de Estado que se perfilaba desde mediados de 1975.
24 de marzo de 1976 Golpe de Estado cívico-militar encabezado por el general Rafael Jorge Videla,
el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Ramón Agosti contra la entonces presidenta, María Estela Martínez de Perón. 30 de abril de 1977 Primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Debido al estado de sitio en el que se encontraba la ciudad de Buenos Aires, durante su primera congregación la policía les advirtió que no podían mantenerse estáticas, por lo que las Madres comenzaron a caminar haciendo rondas alrededor de la Pirámide de Mayo; a partir de ese momento, las Madres realizaron rondas todos los jueves a las 3:30 de la tarde. 09 de abril de 1981 Primera Marcha de la Resistencia, organizada por las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con el fin de reclamar la vigencia de los derechos humanos en plena dictadura militar. 02 de abril de 1982 Inicio de la Guerra de las Malvinas, conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido, ocasionado por una disputa sobre la soberanía territorial de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. El cese al fuego fue
declarado el 14 de junio de 1982, tras la rendición del Ejército Argentino. 21 y 23 de abril 1983 Realización de El Siluetazo, acción ideada en conjunto por los artistas Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel, con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que consistió en delinear siluetas humanas sobre pliegos de papel que luego se pegaron verticalmente en el espacio público, con el objetivo de darle un cuerpo visible a los desaparecidos. 10 de diciembre de 1983 Fin de la dictadura, inicio del primer gobierno democráticamente electo, encabezado por Raúl Alfonsín. 20 de septiembre de 1984 Publicación de Nunca más, el informe final de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) que enumera los crímenes cometidos durante la dictadura militar, entregado por el presidente de dicha comisión, el escritor Ernesto Sábato, al entonces presidente Raúl Alfonsín. 15 de diciembre de 1985 Por decreto de Raúl Alfonsín, inició el juicio contra los integrantes de las juntas militares que dirigieron el país desde el golpe militar de 1976, hasta el año
de 1982: Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya. 24 de diciembre de 1986 Promulgación de la Ley de Punto Final, que estableció la caducidad de la acción penal contra los imputados como autores penalmente responsables de haber cometido el delito de desaparición forzada durante la dictadura militar. Lo que significaba que no se procesaría a quienes no hubieran sido imputados antes de los 60 días corridos a partir de la fecha de la promulgación de la ley. 04 de junio de 1987 Promulgación de la Ley de Obediencia Debida, que estableció una presunción de inocencia sobre los delitos cometidos durante la dictadura militar, por los miembros de las Fuerzas Armadas cuyo grado estuviera por debajo de coronel, ante la presunción de que dichos crímenes no eran punibles por haber sido realizados en virtud de la denominada “obediencia debida”, que es la obligación de los militares de menor rango a aceptar órdenes de sus superiores sin cuestionarlas.
08 de julio de 1989 Inicia el gobierno de Carlos Menem. 07 de octubre de 1989 y 30 de diciembre de 1990 El gobierno de Carlos Menem decretó los indultos que liberaron a más de mil 200 militares y civiles que cometieron crímenes durante la dictadura, incluyendo a los ya condenados en el Juicio a las Juntas de 1985 (Videla y Massera) y al procesado ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz. Abril de 1995 Después de varias reuniones de grupos de hijos de desaparecidos en diferentes provincias de Argentina, se funda la agrupación Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.), durante un campamento realizado en Río Ceballos, Provincia de Córdoba, al que asistieron hijos e hijas de militantes políticos, sociales, estudiantiles y sindicales, que fueron víctimas de delitos de lesa humanidad cometidos por la dictadura cívico-militar argentina. Diciembre de 1996 - enero de 1997 La agrupación H.I.J.O.S. realiza su primer escrache, dirigido en contra de Jorge Luis Magnacco, quien fuera obstetra del Centro Clandestino de Detención ubicado en la ESMA durante
la dictadura militar, y que trabajaba en el Sanatorio Mitre. Durante cuatro viernes seguidos, la agrupación mar-
chó desde el sanatorio hasta la casa del médico represor. A la larga, Magnacco fue despedido de su trabajo y desalojado del edificio donde vivía. 20 de abril de 1997 El Grupo de Arte Callejero (GAC), lleva a cabo la primera de su serie de acciones titulada Docentes ayunando. Este proyecto consistió en la realización de una serie de murales en diferentes paredes de la ciudad, a lo largo de un año, con el objetivo de apoyar el ayuno que realizaban los profesores que protestaban contra la implementación de la Ley Federal de Educación. 1998 H.I.J.O.S. crea la Mesa de Escrache Popular, que consistió en una plataforma de trabajo barrial en la que participaron diferentes grupos militantes, artísticos y civiles para planear acciones de condena social para los genocidas absueltos por la leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Es a partir de esta Mesa, que el GAC empieza a participar en los escraches dándole una imagen visual característica a esta forma de protesta. Ese mismo año surgen los Juicios por la Verdad, que constituyen un procedimiento judicial sin efectos
penales, ante la imposibilidad de perseguir penalmente a los responsables de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983). 19 de marzo de 1998 El GAC participa en una protesta realizada por H.I.J.O.S. durante el juicio al almirante Emilio Massera, para el que diseñan y usan por primera vez los carteles con la consigna “Juicio y Castigo”. 20, 22 y 23 de marzo de 1998 En una jornada de escraches que recorrió distintos espacios relacionados con la represión de la dictadura, se utilizaron por primera vez las señales viales para marcar los Centros Clandestinos de Detención “Olimpo” y “Pozo de Banfield”, así como los domicilios de Emilio Massera y del ministro de interior Albano Harguideguy. Es partir de este momento que el GAC, gracias a la apropiación y subversión de las señales de tránsito, le otorga una imagen visual característica a esta forma de protesta.
24 de marzo de 2001 Durante el 25 aniversario del golpe de Estado, el GAC realiza en Buenos Aires el proyecto Aquí viven genocidas, que consistió de un tríptico compuesto por un mapa y una agenda telefónica con las direcciones de los genocidas impunes, y un video en el que se ven transitando por sus domicilios y lugares de trabajo. 25 de mayo de 2003 Néstor Kirchner asume la presidencia de Argentina. 21 de agosto de 2003 Las leyes de impunidad fueron declaradas inconstitucionales por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y nulas por el Congreso de la Nación. En este momento se reabren las causas judiciales. 25 de abril de 2007 La Cámara Federal Argentina decide por unanimidad declarar inconstitucionales los indultos concedidos en 1990, por el entonces presidente Carlos Menem a los jefes militares Jorge Videla y Emilio Massera. Comienza el período de Juicios que continúa hasta la fecha.
Proyecto Proyecto realizado realizado con con el apoyo el apoyo del del Patronato Patronato de Arte de Arte Contemporáneo Contemporáneo A. C. A. C.