Y si fuera ella

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多Y SI FUERA ELLA? Por Flora Cecilia Fiestas Urquizo


¿Y si fuese ella? Frente a la computadora, un solitario hombre ha escrito la que sería

la

más

grande

historia

de

su

vida.

Por

el

parlante

escuchaba a su cantante favorito (Alejandro Sanz). ¿Quién es él? Su vida se ha vuelto complicada desde que le detectaron una enfermedad rara, rarísima según sus palabras, de esto hace ya muchos años atrás.

El doctor le diagnosticó problemas con la

sangre,… “se llama PTI (Purpura Trombótica Inmune); pero no es contagiosa….”, “y ¿tiene cura?”. Cuando le dirigió la mirada, notó que el doctor tenía un semblante poco alentador. Entonces, sus

esperanzas

empezaron

a

decaer.

“Lastimosamente,

esta

enfermedad no tiene cura…Te daré Prednisona, es un corticoide, el cual te ayudará a mantener tus plaquetas y deberás tomarla por un buen tiempo…” Algo en su interior se le quebró. Creyó que era una pesadilla, algo

que

tal

vez

había

hecho

en

su

vida

pasada

(creía

ser

reencarnación de alguien) o por las tantas preocupaciones en su trabajo, que el estrés y la monotonía, habían logrado que su preciosa sangre se le fuera rápidamente. “¿Serán tal vez los bárbaros atilas?” Paso más de una hora con el doctor. Este le indicó que debía estar

tranquilo,

que

no

estaba

relacionado

con

problemas

emocionales, que su dieta debía ser mejor y que llevara una vida tranquila. “¿Y eso qué significa?”; “No puede beber alcohol,


fumar,

ser

desordenado

con

tu

actividad

sexual.”;

“Diablos,

doctor, no me deja ninguna alternativa para la diversión”. El de la bata blanca sonrió.

“Si se refiere a las mujeres, te puedo

asegurar que si embarazas a una, es probable que ella, también lo pueda heredar a sus hijos. Estos son casos extraños, pero probables.”

¿Quién diría que JVC, el conquistador, sintiese la derrota en su sangre? ¿Por qué justo cuando había conseguido un buen empleo? ¿Qué fue lo que hizo mal para que la terrible enfermedad se ensañara con J.? Ni siquiera tenía la respuesta certera cuando salió de la consulta. Caminó preocupado, tenso, por las calles frías de Lima. Sentía que a cada paso, la gente le quedaba mirando con lástima, como si llevase una marca en la frente. Pero se equivocaba. La huellitas de las inyecciones eran tan profundas, tan moradas, tan grandes, tan obvias, que de hecho, asustaría hasta al más despistado de los mortales.”Tendré que evitar desangrarme, ni un golpe, ni un rasguño.” Miró al cielo gris de ese día de invierno. Parecía que iba a llover, pero se equivocó. Las demás personas siguieron caminando a su alrededor; nada había cambiado, el mundo seguía

siendo igual después de

todo. Avanzó lentamente por las intrincadas calles del Centro de Lima. No tenia rumbo fijo, así que solamente caminó. Su liviano


cuerpo llegó unas horas después ante una imponente iglesia. Como por instinto, supo que debía entrar. Se persignó ante la enorme puerta

de

madera,

miedos

de

sus

avanzó

años

temeroso,

juveniles

triste,

golpeado

incontrolables,

por

vencido

en

los su

orgullo. Por fin, cuando llegó ante el altar, dejó caer sus lágrimas ante el cuadro. La imagen del Señor de los Milagros estaba frente a J.

¡Feliz año 2012! ¡Sí! ¡Feliz año a todos!, ¡ja!, ¡Ja!, ¡Ja! – La risa estrepitosa de J. se dejaba sentir en los ambientes de su oficina en Miraflores. Nadie con nuestro amigo para saber lo que era vivir. Había luchado tanto en su carrera, que el ascenso era inminente. No solamente estaba seguro de ganar, sino que de veras

este

2012,

tendría

que

ser

el

mejor.

Tras

dejar

su

refresco, salió a tomar un poco de aire. Las luces en el cielo le recordaron su promesa hacía mucho tiempo atrás. Nuevamente alzó la mirada, y preguntó

a Dios: “¿Debo decírselo a ella?”

“Esta vez aprendí que no se debe mentir”- me parece que se lo escuché cantar a Christian Castro, “a tu lado aprendí el dolor”, “algún recuerdo que será un eterno suspirar”. Las frases se le venían

a

la

mente,

una

y

otra

vez.

J.

era

romántico

por

naturaleza, a pesar de sus cincuenta y tantos encima. Y si bien no

se

excedía

preocupaba

su

con

el

alcohol,

como

idílica

relación

con

alguna S.

“Si

vez

lo

hizo,

le

se

lo

digo,

es


probable que me deje o tal vez no. Si no se lo digo, traicionaré su confianza. Te conocí hace dos años atrás, te he contado mis secretos, pero no el más importante. Mi padre dice que es mejor contártelo. Mi madre cree que si en verdad me amas, estarás junto a mí. Dentro de poco llegarás de Madrid, y como Alejandro Sanz, espero que no te hayas enamorado allá. Me siento cansado esta noche, sí, ¡Estoy trabajo

harto arduo

de

es por la Prednisona y las otras pastillas… mentirle

por

el

que

a a

todos veces

diciéndoles mi

humor

que es

es

por

el

cambiante!...

Paciencia, Señor, te prometí que debía estar tranquilo, pero ya vez, la osteoporosis se está manifestando y temo que las otras complicaciones también. Dame tu mano, por favor, Señor de los Milagros, porque siento que si ella me abandona, ya no tendré esperanza.” Su mejor amiga, S., se volvió su confidente. Aunque jamás se le declaró, por temor a un rechazo, sabía que no podía dejarla ir. Su mente se transportó hasta el

02 de abril del 2010. Recordó

que se le había caído unos papeles y J. muy solícito se agachó a recogerlo (aunque después sintiese que las rodillas le dolieran un poco más de lo normal). Gracias le escuchó decir a S. La sonrisa de la muchacha le pareció el premio a un día agotador. “¿Sabe? Soy nueva aquí y me siento como una tonta”. “No te preocupes, “Ojalá,

aquí

necesito

hay

buenas

mucho

este

personas.

Ya

te

trabajo.”

Horas

acostumbrarás”, después,

J.

le


invitó

un

asustada,

café. lo

La

que

nueva fue

recepcionista

percibido

por

se el

sintió

un

poco

conquistador

J.

“Tranquila, es solo un café.” Caminaron juntos hasta la esquina opuesta a la oficina. Era un restaurante pequeño, con varias mesitas muy bien arregladas, y un gran muro pintado con motivos exóticos. Se sentaron en la tercera mesa y pidieron la carta. - ¿Café? – preguntó J. - Si – asintió S.- algo más segura. - ¿Y quieres algo más? – nuevamente pregunto J, ahora con voz grave. - Bueno, un sándwich de pollo- respondió S. –alegre. - Está bien. - ¿Y

viene

Usted

aquí

seguido?

preguntó

la

señorita

curiosa. - Algunas veces, por lo general traigo mi almuerzo. Pero hoy se me olvidó. - Es muy amable al invitarme, ¿sabe? Pero, perdón, me siento un poco rara saliendo con Usted… - Puedo pedirte un favor, no me digas Usted. Mejor J…. - Bueno, si así lo prefieres, J…- la muchacha le sonrió. Desde aquel día, se volvieron inseparables. Hablaron de casi todo. Ella se convirtió en

su mejor amiga, su otra mitad. Lo

curioso es que sus amigos no le molestaron, ni sintieron que los abandonaba por conversar con S. Al contrario, después de tantos


años sin conocérsele pareja, los más sorprendidos fueron ellos. “Mira, compadre, si te gusta tanto, declárate. Se nota que no puedes con tu alma por esa chiquilla. Además, ya no eres un quinceañero y tus padres no vivirán eternamente.” Estas fueron las palabras de Luis, su mejor amigo. Las dijo minutos antes del cambio de año. Lo dejó pensando. “¿Y si fuera ella?”.

Como la canción de Alejandro Sanz sonaba

en su mente, pensó que debía arriesgarse. Era ahora o nunca.

“Ella me peina el alma y me la enreda.”, “Está tan dentro de mi vida y a la vez está tan fuera.” J. cantaba con más entusiasmo cada

vez

que

veía

en

el

calendario

los

días

próximos

a

su

encuentro con S. Apenas si faltaba dos semanas. Tenía planeado una cena romántica en el Sheraton, bajo la luz tenue y a la par de unas copas de champagne, exquisito, por supuesto. La miraría directamente

a

los

ojos

y

se

le

declararía.

“Sé

que

no

encuentro a nadie mejor que tú, por eso, estoy frente a ti, para declararte

mi

infinito

amor;

por

favor,

no

rechaces

la

invitación a descubrir un corazón apasionado.” Y mientras más pensaba, el sueño le vencía. Las pastillas blancas de cada noche aguardaban

ser

tomadas

religiosamente

a

las

8:00

pm.

J.

se

acostumbró a esa somnolencia, pero, poco a poco, sentía que algo estaba cambiando en su interior.


Últimamente

se

notaba

distraído,

no

se

concentraba

en

su

trabajo, y hasta el humor se le ponía agrio. Algunos de sus compañeros, decían que temblaba un poco y hasta que se olvidaba de lo más elemental. Cosa rara en J, porque casi siempre era muy ordenado. “Seguro es porque no está la señorita S…; Casi siempre ella sabe todo sobre el trabajo del jefe; No, de seguro es por el stress, lleva tantos años en la empresa, que seguro necesita vacaciones;

Estás

loco,

compadre,

J.

nunca

ha

faltado

a

su

trabajo, menos que haya sido inepto, es solo que seguro no se encuentra hablaba

bien,

de

reacciones

otra

ya

se

tema.

empezaban

le

pasará.”

Por

las

Desafortunadamente, ya

a

manifestarse.

oficinas, J.

Por

supo ello,

no

que

se las

prefirió

evitar conversar con sus amigos, refugiándose se la lectura, la música y en escribirle a S. a través del Messenger. Como ahora:

-Oye, ¿cómo estás?, Loquito. - Bien, muy bien. Con mucho trabajo. -Tranqui, ya vuelvo en un par de días. Los cursos de diplomado de Gerencia son interesantes, jefe. O ¿es que quiere que regrese ya? - No, no es eso…¿Madrid es interesante? -¡Uf!,

¡no

sabes

cuánto…!

He

recorrido

lugares

interesantes,

como ves en las fotos que te envié la semana pasada.


- Si, las vi. Pero, ¿sabes? Te extraño. Las cosas no son iguales sin ti. - Ja, ja. No me dirás que no sabes vivir sin mí. - Lo que pasa es que tenías todo ordenado y llevabas muy bien mi agenda, que me pierdo, loca. Bueno, pero ya falta poco para vernos. - Si, justo estoy arreglando las maletas… Espera un rato… -Okey. (¿Por qué se tarda tanto? Empezó a tamborilear sus dedos ante el escritorio, sintiendo que unas gruesas gotas de sudor bajaba por su sien. El calor se volvía insoportable en estos días.) -Hey,

¿estás allí? Disculpa pero debo salir urgente, me conecto

más adelante, Besos. Chauuuuu (Me colgó. 1Diablos! Es la primera vez que lo hace. Uhmmmmmm. “No es lo mismo.”) Como su cantante, estaba fastidioso de que probablemente la chica de sus sueños se le estuviera yendo de las manos. Cerró su laptop, miró a su alrededor y comenzó a caminar por su cuarto. Revolvió el botiquín, nada. Los cajones de su escritorio frente a

él

le

dieron

una

idea.

Encendió

un

cigarrillo,

algo

no

permitido, pero bajo las circunstancias, ¿quién podría pararlo? El

sabor del humo casi lo asfixia. Apenas si pudo coger un vaso

con agua. “Mejor lo dejo, no vaya ser que el remedio sea peor que la enfermedad.” Se sintió frustrado.


“Es la fuerza que te lleva, que te arrastra, que te acerca a Dios…. Si la fuerza es del corazón.” J. escuchaba una vez más a Alejandro. Casi siempre lo hacía de noche, solo, en su cama, y con mucho ardor. también

tengas

“¿Cómo puedes sentir mi alma? Tal vez, tú el

corazón

partido.

S.

viene

pronto,

pero

¿volverá sola? Esta vez no tendré miedo, me le declararé. Lo juro.”

Recostó su cabeza en la almohada. Dio vueltas y vueltas.

No pudo dormir, el sueño ya no era lo mismo. A intervalos se despertaba

sobresaltado.

S.

estaba

en

sus

pensamientos.

La

figura de la muchacha se le presentaba como diosa del mar, como la sirena que quiso rescatar, como el ángel que quiso tener. Las horas pasaron.

Suena el despertador, tarde, porque J. ya ve un programa en la Tv. Es sábado. Su semblante de felicidad no lo cambiaría por nada de este mundo. Mira el almanaque. Había escrito: “El amor llega

hoy.

¿Vendrás

a

mi?”.

Un

corazón

late

fuerte

en

este

momento y comienza su peregrinar.

Seudónimo Celeste Thaus


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