OPINIÓN
FERNANDO DWORAK
En política siempre hay un “por qué” En la política no existen las valoraciones o el destino, sino causas y efectos. Un análisis eficaz debe tomar en cuenta los elementos detrás de un problema.
SI HAY ALGO QUE NO SE VALE EN EL ANÁLISIS POLÍTICO ES recurrir a
juicios de valor o determinismos. Hacerlo puede llevar a plantear soluciones inoperantes, en el mejor de los casos, o simplemente a perder el tiempo. En una democracia todos estamos obligados a definir nuestros intereses y a conocer, al menos, los temas públicos que directamente nos impactan. Eso nos hace ciudadanos. Por el contrario, creer que estamos “predestinados” a tener cierto tipo de politicos es parte del discurso de nuestros gobiernos: eso les facilita el controlarnos. Pensar que los políticos hacen las cosas por ser “malos”, nos lleva a creer que algún día aparecerán los “buenos”. El problema es que en ese afán podríamos terminar votando por demagogos. O peor: renunciar a nuestra capacidad como ciudadanos y desperdiciar nuestro sufragio en candidatos ficticios. Aunque siempre hay eventualidades que cambian al instante los escenarios, no existe el azar o la suerte: siempre hay un por qué detrás de cada fenómeno. Si se desea diseñar una estrategia eficaz, se deben conocer todas las razones posibles. Una herramienta para ejercitar las capacidades de análisis son los diagramas de causa – efecto. Si todo es resultado de algo, se puede identificar un problema o una estrategia en varias dimensiones y actuar con base a lo que define el entorno. Entre más profundo sea el conocimiento del problema, mejores serán las tácticas a seguir. Los pasos para llevar a cabo este análisis son: Identificar las causas mayores: hablamos de la causa principal o la más visible en un problema. Hay que tener en mente que éstas podrían no ser las más relevantes al terminar el análisis. Identificar las causas menores y sus subcausas: éstas son las que pusieron las condiciones para generar las causas mayores. Entre más se avance en dicha dirección es posible que cambien las
visiones sobre el fenómeno analizado. Comprobar la eficiencia del proceso, al contestarse el por qué: si su conclusión es una valoración o un determinismo, es momento de replantearlo todo. Acomodar las causas como ramificaciones -a manera de espinas de pescado- : un indicador de éxito será descubrir causas que no conocían, detrás de un problema determinado. Para dar un ejemplo de este ejercicio tomemos una creencia que fue popular por años: la educación en México mejoraría, si se retiraba a la maestra Elba Esther Gordillo de la dirigencia del Sindicato Nacional de Ttrabajadores de la Educación (S.N.T.E.). Incluso, un candidato ganó muchos votos, en 2012, bajo esta premisa. Si bien, Gordillo llegó a ser tan fuerte que pudo romper con el P.R.I. y formar su propio partido, quizás no fue más poderosa que otros líderes sindicales en su momento. La diferencia quizás está en el tamaño actual del S.N.T.E., el sindicato magisterial más grande de Iberoamérica. Bajo este supuesto, quitar a Elba Esther no mejoraría en si aspecto alguno del sistema educativo. ¿Qué hace fuerte al S.N.T.E.? Además de su tamaño, el hecho de que todos los sindicatos tienen el monopolio de sus respectivos gremios. La razón: el sindicalismo mexicano se diseñó como un instrumento de control vertical, no como un instrumento de interlocución entre el gobierno y los sectores de la producción. Por lo tanto, la caída de Elba Esther Gordillo podría no resolver gran cosa de los problemas educativos. ¿Qué sí ayudaría? Una reforma en lo laboral, que lleve a sindicatos más competitivos a destruir los monopolios gremiales. » Fernando Dworak. Analista y consultor político. Coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Síguelo en @fernandodworak
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