Discurso padre a alumnos en su despedida del centro.

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Estimadas directoras, profesores, padres, hijos, amigos en general. Me piden que participe con un discurso, breve por supuesto, para dar cabida a las opiniones y emociones de los padres, que junto junto al colectivo docente y al alumnado participamos en este maravilloso momento que es la graduación. Todo discurso necesita sus metáforas y para éste el ATLETISMO nos sirve de referencia perfecta para ilustrar lo que hemos vivido hasta llegar hoy aquí y que seguiremos viviendo junto a estos atletas del conocimiento que quieren ser nuestros hijos. Desde que entraron por las puertas de esta segunda casa sabíamos que al igual que nuestros hijos también a los padres nos tocaba realizar un sinfín de pruebas casi atléticas relacionadas con su formación académica y vital. Así tuvimos que participar: •

Carreras de velocidad, para llevarles al colegio, al judo, al inglés, al fútbol, a baile, a música, etc. en definitiva a todas las actividades que adornan su currículum iniciático.

Corrimos Carreras de obstáculos, que han sido muchos, como la duplicidad de actividades, los horarios laborales imposibles, el tráfico aberrante, el aparcamiento en doble fila, entre otros, para llegar a recoger a nuestros hijos o llevarles a cualquier otro sitio a tiempo.

Hicimos Carreras de media y larga distancia, para conseguir que se fuesen aplicando para hacer los deberes (¿os suena lo de: “Me preguntas”?), ayudarles a hacer los trabajos de tecnología (a veces dignos de una ingeniería), y todo ello mientras tratas de inculcarles valores que les ayuden en su día a día preparándoles para la cada vez más exigente vida de su siglo, el XXI.

Por supuesto participamos en Carreras de relevos, donde padres, profesores, tíos, abuelos y tutores hemos ido pasando el relevo de unos a otros para ayudar a crecer y pulir el diamante en bruto que son nuestros hijos.

Qué decir del Salto con pértiga, para escaparte del trabajo y poder acudir a la reunión que tienes con el tutor, ir a la escuela de padres o estar a las 8 en punto de la mañana en la puerta del Banco Popular para pagar rápido la Granja escuela porque se acababan las plazas.

Sin olvidar el Lanzamiento de peso, para echar al maletero del coche la mochila o mochilas cargadas de nuestros hijos (el que tiene más de un hijo tiene unos brazos que ya quisiera Nadal).

O el Salto de longitud, de altura y hasta triple salto para llevar a uno de nuestros hijos a un cumple a la piscina de bolas, al mayor al inglés y sin olvidar que luego hay que hacer los deberes, bañarse, cenar, acostarse pronto, etc.

• Y por supuesto nuestra prueba favorita, la de los padres, es la Gran maratón. que nunca acaba y que simboliza todo el esfuerzo, sufrimiento y dedicación que regalamos a nuestros hijos porque es un regalo ya que nada en el mundo podría pagar los desvelos que pasamos por verlos felices a pesar de que muchas veces (especialmente estos difíciles años del Bachillerato y la Adolescencia) no hayan sabido apreciar en su justa medida pero que terminarán reconociendo y agradeciendo.

También es cierto, que nunca hemos estado solos, hemos tenido a los mejores entrenadores y entrenadoras que La Merced tenía. Ellos nos han acompañado siempre a lo largo de todos estos años: nos han orientado, ayudado, espoleado, regañado incluso, para ayudarnos a que nuestros hijos tuvieran esas marcas que les hacían mejores estudiantes sin olvidar que era primordial y casi prioritario que les entrenasen para ser buenas personas.

Una vez hecho este imprescindible reconocimiento a todos los padres (aunque especialmente son vuestras madres, sí esas a las que llamáis pesadas, las que más ahínco ponen en cualquier cosa que os sucede por nimia que pueda parecer) y el agradecimiento sin límites a vuestros profesores quiero hacer alguna reflexión que puede ser útil a algunos.


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Discurso padre a alumnos en su despedida del centro. by Francisco Jesús Montero Arranz - Issuu