Fanzine flores en la basura núm 35

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Flores en la basura año666Núm35Jun18


sumario: Editorial: La historia imaginaria de la Anarkia por Alcidez Barrankha Breve paréntesis: Estamos siendo manipulados por Nilda Nuñez Crónica: Notas radiales al vuelo por Macedonio Salinas Nieto Cuento: Lecturas de Anet Rodriguez, parte 1 por Magrel Díaz Baiuró Poemas varios

por poetas varias


LA HISTORIA IMAGINARIA DE LA ANARQUÍA La principal característica del anarquismo radica en su teatralidad, en cómo siendo un movimiento de pocos pero entusiastas participantes ha supuesto para los otros un movimiento de cientos de miles de participantes, dado su constancia y/o alcance de sus críticas y discursos. Aunque en $hile hubo un momento cúspide donde los y las anarquistas sí fueron legión, como se dice: fueron en verdad “miles y miles que avanzan”. Esto ocurrió en la década de los treinta del siglo pasado, tiempos de alta proliferación de ateneos, sociedades de resistencia y federaciones estudiantiles y de trabajadores. La FORCH tuvo a su haber, por ejemplo, treinta mil asociados, mientras otros tantos engrosaron las filas del sindicato internacionalista IWW. Pero los gobiernos totalitarios y el surgimiento del sindicalismo amarillo pro pc fueron mermando esta inusitada propagación de anarcas. Antes y después de aquellos años, con tanta o la misma repre en contra, el número de asociadas y asociados ha sido mucho menor pero no así la tesón de colectividades y espacios de espíritu ácrata. Y en cierto modo muchos y muchas que llegamos a éstas huestes sabemos o sospechamos que nuestro entusiasmo desbordante nos juega a favor y suple la falta de más socias y socios. Rodolfo Montes de la Oca comentaba alguna vez de como esto es un fenómeno común entre ácratas de distintantes lugares del orbe. Nos citó el caso de la CNA, allá ABC, de Inglaterra que por veinte años sólo fue una persona, no obstante su infatigable tarea. O de ellos mismos en Venezuela, donde la CNA, el CEA, el CIPA y el periódico El libertario, no son más de cinco o seis sediciosas. Nosotras les comentamos apropósito del Movimiento Estudiantil Ácrata que a él mucho causa le hizo pues por allá también tuvieron una sigla así con la cual jugar: Muchedumbre, Manojo, Muchos; Empeñosos, Escandalosos, Entregados; Ácratas, Anarquistas, Alzados. Todo al final daba con las vistosas siglas MEA, que daba pie, a su vez, a categóricos rayados del tipo: MEA contra el capital, MEA contra el Estado, y así. Pero esa-ésta es una teatralidad consciente. De sabernos pocas pero locas, y con el atrevimiento supremo de seguir dándole sustento a nuestros sueños. Porque también está la confusión penosa, que es cuando la teatralidad se apodera de los asociados y todo se vuelve mentira. Ya no jugar con la teatralidad para parecer más y peores para nuestros enemigos, sino que hacerse desde la mentira misma, es decir hacerse en la impostura. Así aparecen miles de siglas que son un solo individuo pero que nada aportan a robustecer el bosque ácrata. Para peor lo que hacen en verdad, si es que algo hacen, es contra propaganda, es hacer creer a los otros que los y las socias del movimiento difuso son tanto o más mentirosos que los comunistas o los demócratas. Y no sólo eso: a los anarquistas se les pone el poncho del alcoholismo y la drogadicción cual sinónimos de rebeldías. Punkis y skinhead hacen nata al respecto.


Y los antivalores carecen de todo cuestionamiento, por lo que los anar-kikos son posesivos, autoritarios, jerárquicos, machistas, sexistas, sociópatas, encubridores. No hacen diferencia alguna entre ellos y los demás. Por más espacios okupados que “tengan”, colectividades fantasmas y proyectos de diversa índole. Estos ácratas mentirosos sólo lo son por encima, por la superficie, en tanto consumo de etiquetas de rebeldía. Así, a la autogestión le hacen la ele, lo mismo que al veganismo, es decir, a los objetivos del anarquismo primigenio y de todas las épocas. Son unos malsanos en tal sentido. Pregonando un anarquismo vaciado de anarquía. No les interesan los para qué de sus pasos, si tienen más que claro que hay bonos sociales por su actuar. La impostura es poderosa y flor común en estos tiempos en que La cultura del nuevo capitalismo pisa fuerte y se expande pesadamente por todo el orbe. Su anarquismo es sin cuestionamientos al poder, a sus prácticas en el cotidiano y, en general, a sus proyecciones a mediano y largo plazo. La teatralidad tan propia del anarquismo la manosean y usan a la inversa y en beneficio totalmente egoísta-ególatra. Para la vanagloria, la presunción, la pedantería. Consiguiendo así los mismos bonos que el enemigo les tiende. Una de las conversaciones recurrentes dentro de la kolumna muralista Manuel Pradenas, era sobre la posibilidad de pintar todos los murales en una sola muralla… la muralla del patio de atrás de la casa de uno de sus asociados. Nos reíamos ante tal posibilidad e impostura. Imaginábamos que un grupo de desalmados podía bien fácilmente hacerlo. Pintar un mural, sacarle un par de fotos, hasta hacer un pequeño video para subirlo a youtube, las fotos junto a un breve comunicado también subirlas a la red, y para todo el mundo sería real todo aquel teatro. Luego sobre ese mural pintaban otro, y así. Miles de murales pintados, registrados y subidos a internet. Todo el mundo suponiéndolos tremendos agentes de la anarquía. Y con toda una ciudad pintada. Pero al menos tales desalmados algo harían, propa virtual al menos. No caerían del todo en el mal teatro que es la vida impuesta. Que es rechazar la autogestión para aceptar el apatronamiento y creerse a salvo por las noches de punk y cerveza. Que es renegar del apoyo mutuo para aceptar la desconfianza y la violencia como mediadoras de la vida cotidiana. Entonces, estos anar-coquetos son tremendos agentes sí, pero del poder, de la podredumbre, la extorsión y el comercio. Son basura que se niegan (y) a ser flores, “eso es de maricones” responderán con el aval del patriarcado y sin miedo a inconsecuencias. Porque se juran los señores de la anarquía. Los ciertos, los que sí. No han descubierto que el individuo es la otra cara del E$tado en la moneda caníbal con que nos obligan a vivirnos-morirnos.


Estamos siendo manipulados: considere lo siguiente, el teléfono. Yo el primero lo conocí en 1990, entonces tenía seis años, y puedo decir que ese teléfono, el primero, como ya dije, que conocí hacía exactamente lo mismo que el teléfono que tengo ahora. Hay diferencias, sí las hay: el de 1990 era el teléfono de la casa, lo usábamos todos, no lo podíamos sacar de la casa, pues sólo funcionaba enchufado y sólo servía para realizar llamadas, no tenía botones sino una rueda donde uno marcaba haciéndola girar, tenía números marcados, el uno requería girar la rueda casi completamente, para el nueve no era tanta la espera de que dejara de girar el mecanismo, pero aun así funcionaba, podías llamar a personas de otras casas, casas lejanas, de la otra cuadra, la otra manzana, otro pueblo, otra provincia, otra región, inclusive, otro país. El teléfono de ahora es sólo mío, puesto que todos tienen el suyo propio, no siendo el más tecnológico del mundo me lo puedo llevar a cualquier parte, lo enchufo durante algunos minutos nada más, tiene batería, tiene botones, no sólo sirve para llamar, puedo escribir mensajes y hasta tener acceso al internet, también puedo tomar fotografías y grabar videos, puedo cargarle plata llamando a un número telefónico, y por supuesto, sólo así puedo comunicarme con otras personas, cercanas o lejanas, que estén aquí o allá en la otra cuadra, la otra manzana, otro pueblo, otra provincia, otra región, inclusive, otro país. ¿Cuál es el engaño? Me dirán ustedes, pues que la tecnología renueva los objetos sin modificar el contenido de la actividad. Es un ingrediente meramente pasivo, que decora la acción. De 1990 hasta ahora (2017) te dirán que el salto tecnológico es tremendo, cuando lo cierto es que seguimos teniendo teléfonos y nada más que teléfonos. Es decir, sí, podemos comunicarnos con personas a varios kilómetros de distancia y en tiempo real, pero con el telefoncito de 1990 ya podíamos hacer eso, sólo que el consumismo, la industria del consumo, aun no metía su cola de flecha y nos daba la posibilidad de además de comunicarnos a distancia, contar con variopintos juguetes de plástico y para todas las edades. Díganme ustedes, ¿Cuál es concretamente la tremenda necesidad de vivir conectados a través de máquinas, de estar comunicándonos por medio de estos aparatos? Simplemente nos han dicho: esto es el progreso, el progreso es así, súbanse al barco del progreso, no es gratis, deben pagar, pero obtendrán muchos beneficios. Y ha ocurrido tan de prisa, todo, que ni siquiera nos dio tiempo para pensar si esos beneficios nos benefician o, todavía peor, si en verdad los necesitamos. Tampoco hemos tenido tiempo para recordar que alguna vez los abuelos de los vendedores de juguetes le dijeron a nuestros abuelos: esto es el progreso, blablablá, y les dieron trozos de vidrio a cambio de sus tierras. Como el tiempo es vida no es ésta la que tenemos para hacerle frente al descaro y decir y hacer ALTO. ¿En verdad necesitamos tantos juguetes, renovarlos cada seis meses porque las aplicaciones, los gigas y la cacha de la espada del otro son mejores que el anterior que ya tuvimos que es basura ahora porque la nueva basura que aún no es basura se ve más bonita y por ende me veré yo más bonito al tenerla y usarla y ser así? Ciertamente no me propongo tapar al sol con un dedo y negar el hecho de los saltarines avances tecnológicos, no obstante mi cuestionamiento se engarza a eso para dirigirse al consumo irracional de productos que suponen vanguardias, aunque ciertamente distan bastante de las mejoras que dicen procurarnos.


“¡El horror de las realidades! Todos los lugares, nombres, personajes, situaciones, presentados en esta novela son imaginarios. ¡Absolutamente imaginarios! ¡Ni la menor relación con realidad alguna! Se trata de una simple Fantasía… ¡y aún!... ¡Para otra ocasión!” Louis Ferdinand Céline


Nos entrevistaron en la radio de la Universidad Sixto Rojas (USR), y por si alguien se perdió tamaño evento, decidimos transcribir dicha instancia, y les dejamos aquí las notas del caso: Inició todo con el jingle del programa: “Tardes culturales de la USR”. A continuación los presentadores dieron algunos datos sobre movidas culturales, sacando al baile, era que no, a la minera dulzona que a cambio de contaminar y gastarse las reservas de agua del territorio, se esmera en tendernos eventos de arte y cultura, tipo exposiciones, como era el caso puntual. Y también de la casa de la cultura, que se inquieta otro poquito más por organizar eventos que nos hagan ver de lo más cultos y artísticos. Luego nos consultaron sobre nuestros inicios, cómo empezó todo y qué nos parecía la escena culturosa actual, sobretodo el campo de las ediciones, editoriales y publicaciones en general. Barrankhas, viejo mono sabio de la editorial, apichangándose la palabra, dijo: “Escribo hace montón de tiempo, me enseñaron a leer y escribir en la casa porque a la escuela no la pasaba, ni ellos a mí, y por eso aprendí en la casa. A los nueve años de edad ya escribí mi primer cuento, la profesora me felicitó y le leyó el relato a todo el curso. Por cuestiones políticas todo quedó hasta ahí, digo la profesora no me incentivó más, porque mi abuela era una derechista acérrima y la profesora, como su gremio, del acérrimo opuesto. Pero más o menos seguí escribiendo, aunque recién cuando mi mamá se separó de mi papá, es decir, cuando tenía trece años empecé a escribir convulsivamente como vía de escape. Desde los dieciséis empecé a ordenar los cuadernos y cuadernos de escritos, formando pequeños poemarios, o lo que fueran esos escritos, y así armé cinco o seis libritos. Un lustro después inspirado por mis lecturas de escritores de habla inglesa que relataban las vicisitudes de sus vidas para convertirse en escritores publicados fue que confeccioné mi primer manuscrito, lo imprimí, guardé en un sobre y se lo llevé al poeta Baranvio, de la editorial de la Universidad Sixto Rojas, Sediciones Cactus. Me presenté y le entregué el manuscrito, me lo recibió e insistió en que debía antes de pensar en publicar, participar de más eventos sociales para así darme a conocer. Pero, ¿no es mi obra lo que debiera dar a conocer, mejor?, le dije. Y él inició una exposición en que me rebajaba a un súper ocho que debía ser reconocido en tanto producto yo mismo como persona ante la difusa escena culturosa local. Dejé pasar algunos meses, nunca fui a ningún evento. Luego del año volví a por mí manuscrito. Seguía en el mismo cajón de su escritorio, en que lo guardó el poeta, junto a mis esperanzas. Me lo devolvió con un comentario lapidario: aún no estás listo para publicar. ¿Al menos leyó algo? Sí, por supuesto, y te falta mucho, cabro. Me fui picadísimo, porque lo había leído a Baranvio, y a mí también me parecía que sus poemas se quedaban cortos si nos íbamos a poner rigurosos para decidir qué se publicaba y qué no. Chovinismo estúpido que me había hecho perder un año, un año entero, esperando ningún aporte. Entré a internet, inicié la búsqueda de alguna editorial fuera de la ciudad puerto. Encontré una en Viña, Haute Volta, a cargo del escritor Jorge Bartolo, le escribí, y don Jorge tuvo la tremenda amabilidad de responderme, de aterrizarme, de no ignorarme ni ningunearme, sino que al contrario, clarificarme el camino, poniéndose como ejemplo, pues a él también le cerraron las puertas porque no era conocido y porque no se consideraba un súper ocho. Jorge Bartolo me ilustró sobre la paupérrima situación editorial chilena, rebosante de poetas Baranvios promoviendo la mentalidad del poeta producto, del poeta


relacionador público, del poeta gestor cultural a cargo de eventos saca pedos para el Estado y el Capital. En Chile no es como en los libros que has leído, me dijo, acá las editoriales no te publican, difunden ni pagan. No. En primer lugar debes tener plata. Quien no tiene plata no publica. Esto lo dejó amarrado Pinochet junto a la ley del impuesto al libro. Nos quiso ignorantes el tirano y así seguimos. Que pocos lean y que muchos menos publiquen. Mandato presidencial tan sencillo de cambiar, pero que ningún demócrata ha pretendido corregir, prefiriendo el gran circo gran del fondart. Si tienes plata contratas y le pagas a la editorial. La editorial contrata, a su vez, a una imprenta, que es la que hace todo el trabajo. Podrías bien contratar directamente tú mismo una imprenta porque la editorial sólo cobra por poner su nombre y, así, subirle el pelo a la publicación. Luego quien distribuye las copias del libro es una distribuidora, que se contrata aparte en la mayoría de los casos, aunque existen algunas editoriales que lo incluyen en la factura que te dan. Si a dos años que tus libros no se venden, o los que no pudieron venderse, te los devuelven para que los tengas donde mejor te entren. Y si llegan a pagarte, porque las distribuidoras pagan a la editorial libro a libro vendido, es así, libro por libro, uno a uno, a lo largo de dos años. En Chile no hay contratos. A no ser que seas conocido. ¿Pero cómo serás conocido si no te publican? Son unos genios quienes hacen estas leyes. Don Jorge me dejó todo clarísimo. Él se cansó y creó su propia editorial para autopublicarse. Me cobraba doscientos mil pesos por setenta ejemplares de un libro de cien páginas. Me contraté en la minería dulzona, comencé a trabajar de secretario técnico. En seis meses que aguanté y me aguantaron me hice de una buena suma de dinero. Publicaría por fin mi libro. Pero me atacaron las dudas. Al final el papel lo hacen con arbolitos asesinados y lo que uno escriba debe estar a la altura de tamaño sacrificio. No quería pertenecer al caudal rancio y fétido de publicaciones actuales. Le di vueltas y vueltas a la cuestión. El año dos mil ocho me decidí: crearía mi propia editorial para autopublicarme. Comenzaría de a poquito, pequeños poemarios, para ir tanteando la oscuridad. Inicié Flores en la basura”. Los demás asentimos y ya se hizo la hora de poner música. Habíamos llevado el material de amigas y amigos pero por no estar grabados en el formato requerido (descubrimos que ya no son tan populares los k7) fueron rechazados, ¡educadamente, eso sí!, y pusieron otra cosa. La otra cosa era una canción de la banda GordoLagarto que no dejaba de ser una proclama y réplica incesante al tópico de la conquista de una mujer a manos de un macho. A ese propósito, Flora Acracia dijo: “como editorialita lumpen hemos elegido la marginalidad para desde allí, agazapados en nuestros sentires y empatías, cargar contra la realidad imperante y hegemónica. Por ejemplo, contra el machismo. Por eso alentamos la expulsión irremediable e irrestricta de los club de tobis, de todo espectro artístico, tal es en este caso el de la poesía. Las palabras no son ramilletes de flores para conquistar a nadie. Estamos totalmente en contra de incentivar la dominación de unos sobre otras.” Los presentadores primero se callaron y luego, porque ¡estábamos al aire, mijo! Nos encontraron todas las razones del caso y nos dijeron que sí, que había que ser críticos y prácticos, y nos apuraron un par de preguntas más, las cuales resolvimos planteando un análisis histórico de los últimos acontecimientos políticos en el país paisaje pasillo, desde la irrupción neoliberal hasta estos días. Hablamos de lecciones aprendidas que había que desaprender, Punkróniko dijo: “Por haber aprendido tan bien la lección milica de delegar responsabilidades, hoy además de las decisiones políticas y las legales, también delegamos nuestras propias vidas.” Agregó: “En paralelo nos enseñaron que protestar no sirve, lo mismo alegar y denunciar. Éstas son de las peores


secuelas que nos dejó la dictadura cívico-militar. Pues entonces fue cuando se destruyeron formas empáticas y democráticas para mediar los conflictos y resolver los problemas. Hoy, por eso, prima la violencia a la hora de hacer frente a las diversas problemáticas que como sociedad y comunidad enfrentamos. La tarea hoy es desaprender tales brutalidades y practicar una vida sana en todos los niveles, es decir a nivel individual, mental, espiritual, físico, social y colectivo”. Y siguiendo esa idea propuso: “contra la idea de la delegación implementar la de asumir: asumir la justicia, asumir las responsabilidades, asumir nuestras propias vidas. Atentando de tal manera contra los diversos y complementarios sistemas de dominación que van constituyendo nuestra derrota como humanidad perdida.” Ante el silencio de los presentadores Nylon Silva, sumó algunas especificaciones, no demasiado técnicas pero sí con pretensiones de ser concisas: “Los sistemas de dominación se asolapan unos a otros. El machismo se camufla, confunde y esparce, así, en diversos medios sociales e individuales, prácticas e instituciones cotidianas y de las otras, que nos van curtiendo la vida. La mejor venganza, contra la sociedad, decía Facundo Cabral, es vivir bien, siendo feliz. Esto quiere decir vivir diferente a cómo se nos programa. Distinto a lo que dicta la norma cívico-militar que pretende embrutecernos, para que no reflexionemos sobre lo que nos pasa y lo que no nos pasa. Ni lo conversemos con quienes nos rodean y acompañan. De todo este jaleo algunos salen ganando plata. Por eso cortemos por lo sano.” Antes que los presentadores dijeran algo, una nueva tonada sonó como intermedio. Era La Chuska experience, con su ingenioso estilo de fussión, ska, regué, algo de sonido andino y quizás algo de rock, cantado elocuentemente por su vocalista de alta voz, sobre un tema crudo y sensible para ella y la región: el caso de las bombas de racimo. Discutimos, a la vuelta, sobre el respecto y el respeto y la falta del mismo a la hora de cuestionar las situaciones con que los medios dicen que no está trascendiendo nada pero donde la fetidez es bastante fuertona. Hablamos de los mecanismos de control y de las instituciones que nos van curtiendo, Karmen Arvale, ejemplificando con las nuevas tecnologías, dijo: “Las redes sociales son el caldo de cultivo en que todas estas circunstancias van haciendo nata y cuajando cada cuando ejemplos de lo que estamos planteando. Por un lado, por el lado del sistema de dominación, las redes sociales constituyen una plataforma para el poder, puesto que aglomeran mucha información concerniente a las millones de personas que voluntaria e ignorantemente ceden sus datos personales. Toda esa valiosa información el poder la cuantifica, capitaliza y promueve entre las corporaciones y los Estados, para generar ganancias y robustecer, a su vez, el sistema de dominación. Ya dijimos que el sistema de dominación está formado por otros y variados sistemas de dominación que se complementan, confunden y acoplan. Las redes sociales así, camuflan y asolapan redes de prostitución, redes de pederastia, redes de pornografía, etcétera. También son campo llano para toda clase de sicópatas, violadores y pervertidos, facilitando el voyerismo. Las redes sociales son una trampa tal para mujeres e infantes, que no pueden tratarse de ningún modo como casos aislados, los que trascienden el silencio y se vuelven visibles a los ojos de la opinión pública.” Y continuó: “Por otro lado, por el lado de la resistencia al sistema de dominación, las redes sociales son una manera de volver público, es decir, visible, temas y casos concretos, que suelen ser acallados, silenciados, obviados y hasta ninguneados. Así, desde este otro enfoque, las redes sociales se vuelven una tribuna certera de denuncia y protesta contra la red de acoso, que a su vez, constituyen las redes sociales al servicio de los sistemas de dominación. Puede darse así esta doble función de las redes sociales: la primera propiciada por los


patrocinadores de las tecnologías que posibilitan a las redes sociales, y la segunda por la apropiación libre de las personas que dan otro uso a las redes sociales en su usanza práctica, ya que a todo sistema de dominación puede hacérsele resistencia.” Divagamos después sobre la imperiosa necesidad de hacer resistencia a todo dominio, posibilitando lo creativo pero sobretodo solidarizando con los sectores más golpeados y afectados por el sistema de dominación, en tal sentido el redimido poeta barato Emilio Batrazio, indicó que: “Nuestro deber como humanos hombres es empatizar con las mujeres e infantes, las mayores víctimas de los sistemas de dominación que camuflan, complementan y esparcen al patriarcado posibilitando, a su vez, la criminalidad”. Sonaron los PampaGris entonces, luego de lo cual saludamos y recordamos a nuestro excolaborador Klifor, que tan amable y entusiastamente hizo las bases en guitarra de nuestro audiopoemario “Para esos seres sin nombre”. Después volvimos a las vindicaciones poéticas y vítores anárquicos con que ya nos estábamos acostumbrando al espacio radial, señalamos que la poesía debe ser recuperada en su sentido sacro y sanador. Pues su facultad lenitiva resulta primordial en estos días de corrupción y mentira. En tal sentido se explica y comprende nuestra adhesión a la lucha feminista. Y nuestra acérrima y constante crítica contra el intento machirulo de mantener raptada a la poesía para usarla al servicio de la dominación, léase bien: como estrategia de conquista, abuso y violación. Por eso nos plantamos en contra de Neruda y para abajo, de todos los poetas que chorrean de asco con su verborrea lastimera y manipuladora. Jamirez, Fide, Rustamente, por citar algunos. Los presentadores nos miraron perplejos, indicándonos, señalándonos con sus índices temblorosos que los micrófonos estaban prendidos, que ciertas cosas podían ser dichas en off ¡pero no al aire, mijo! Pero no nos amedrentamos e insistimos gustosos, Barrankhas volvió a apichangarse la palabra y sacándose del bolsillo trasero del pantalón un papelito todo doblado, leyó: “El poeta anarquista se declara abiertamente feminista, porque sus amigos descubrieron que el feminismo les servía para conseguir más ligues. Ya no era de maricones ser feminista. Asiste a clases donde se analizan las obras de Foucault, Deleuze y Guatari; y en verdad se cree distinto y distante a sus coterráneos por leer un par de libros y consumir la mar de discos alternativos y saber quiénes fueron ciertos personajes de la historia olvidada del norte, como Juanito Zola y Macedonio Salinas. Completa sus búsquedas de internet para tener temas de conversación que le darán grandes bonos en su caracterización de individuo pensante, crítico y revolucionario. Luego de googlear algunas fechas y nombres, se entretiene sicopateando algunas fotos de sus contactas de facebook. Las que considera mejores imágenes las guarda en una carpeta de su escritorio para masturbarse por la mañana temprano antes de ducharse y salir a trabajar. A veces piensa en cómo Bukowski escribió un relato desde la perspectiva de un violador de niñas o en cómo se mofaba de Withman por haber sido este homosexual. Piensa entonces, o cree que aquello es pensar, en que sus deseos de poseer el cuerpo de sus amigas N y C lo hermanan con el llamado artístico de los próceres del arte dominador.” Los sones sinfónicos de Salo, de Locktur resonaron precisos al final de la declamación. Al regreso el presentador uno expuso su idea, enfatizó sobre ello, sobre su propiedad de la idea, de reprimir su machismo constante y cotidianamente. Lució feliz pero rabioso una victoriosa mueca. El presentador dos lo aplaudió y vitoreó. Punkróniko, dijo que reprimirse no era ninguna solución. “Tal remedio puede empeorar la enfermedad”, declaró. No hubo aplausos ni vítores de los presentadores, por lo cual continúo explayándose sobre la


necesidad de desconstruir conceptos, de entender los por qué y cómo del machismo. Ejemplificó con la situación de mirar a una mujer en la calle. Consultó a la concurrencia: “¿Debemos reprimirnos para no obrar mal o de plano no obramos mal?... a ver, ¿a cuántos aquí les parece mal mirar a una mujer en la calle?”. Los presentadores reaccionaron de manera confusa, dubitativa, sólo se dejaron oír murmullos, balbuceos. Por lo que Punkróniko prosiguió: “Un poeta en tal situación, vuelve a su causa raudo, pues ha conseguido una nueva musa inspiradora. La rememora, le redacta sendos poemas, ¿aquello es arte? Luego entre sus camaradas recita emocionado, ¿el taller poético se ha convertido en un club de tobi? Como todo hombre en tal situación, el poeta también se masturba. Masturbarse en público es de sicópatas, claro, pero retener el momento mentalmente para luego masturbarse en casa, ¿acaso no es lo mismo?, ¿no contiene, al menos, algo de lo sicópata de masturbarse en público? Y todos aquí sabemos que después viene lo de buscar a la musa inspiradora por face, guardar sus fotos, fantasear largo y tendido al respecto, ¿ni siquiera ahí hay resabios de sicopatía? Igual quien se masturba en público lo hace piola, intenta pasar desapercibido, sabe que en nuestro gremio encontrará alero si la musa lo descubre y pone al descubierto. Y si lo descubren pero no lo denuncian, ¿qué hace el sicópata? todos los sabemos: se jura dentro del cortejo ¡como si el cortejo no fuera parte de la sicopatía generalizada que nos pudre! Y delira y su fetidez se le sube a la cabeza, consciente de que de la masturbación a la violación hay un leve movimiento de circunstancias e interpretaciones y que la protección de nuestro gremio le da un piso, una base, una justificación y las razones suficientes para… alista su ataque”. “Sí, tienes razón”, intervino de improviso y un tanto molesto o apurado el presentador dos, dijo: “es nuestro deber funar a los pervertidos, sacarles la contumedia, hacer detenciones ciudadanas”. El presentador uno le encontró la razón. Luego de un resoplido, intervino Nylon Silva, declarando: “Las armas del enemigo no nos sirven, no nos ayudan en nada. Estoy de acuerdo en no ser indiferentes al abuso. Lo debemos parar, es cierto. Pero más allá de la solidaridad con las mujeres, debemos actuar por propia conciencia y no como operarios de una maquinaria de moralidad, no sólo creernos feministas o empáticos ante la presencia de mujeres, sino también cuando sólo hay hombres y…”. “¿Maquinaria de moralidad?”, lo interrumpió, con una mueca exagerada, el entrevistador dos y el primero le hizo eco entre risas. “¡Pero si no somos curas!”, dijo con gracia el poeta redimido Erizio Barreto, pero a los entrevistadores no les hizo ningún eco y nada más se callaron. Sin embargo, el poeta barato continuó: “si no somos sinceros en verdad haciendo el bien, seguiremos perpetuando lo que decimos atacar, ¿se han dado cuenta como en las películas y series de televisión muestran escenas de violencia contra las mujeres con total descaro?, ¿no les parece sospechoso eso? Porque luego nosotros mismos, los que estamos aquí porque supuestamente queremos cambiar y ser diferentes, enfrentándonos al sistema de dominación, no es que sólo vemos esas series y películas, sino que las comentamos y difundimos, nos volvemos fans de eso que así, sin asco, llamamos arte, ¿y qué tal si no lo es?, ¿qué tal si esas obras donde muestran descaradamente violaciones de mujeres no son arte, sino que es el patriarcado haciéndonos a su dominio?”. “Todos aquí sabemos que las violaciones no son arte”, expuso firme el presentador dos, mientras el primero dijo: “No te metas con Kubrick ni con La naranja mecánica”. Pero nuestro viejo mono sabio se hizo escuchar: “Y qué hay de Bertoni acosando mujeres en la calle, fotografiándolas sin su consentimiento, cuarteándolas, qué hay del poetiso y Fuguet contando como simples anécdotas de sus vidas sus actos de violadores, qué hay


de Nicanor Parra llamando abiertamente a ultrajar a la poesía como Portales instaba a violar la constitución, haciendo estos hombres clara alusión a la mujer como objeto y objeto de dominio además, ¿qué hay de tanto a lo que llamamos arte así no más y son chorreos claros y efusivos de patriarcado encima nuestro?, ¡Y nos lo tragamos todo!, ¡nos lo tragamos! Porque así somos los hombres, dirán nuestros padres y tíos y abuelos. ¿Cuántos hablan de feminismo porque ser feminista se volvió parte de la estrategia del galán?, Pero ¿Cuántos en su momento se abanderaron con el machismo porque creyeron que este era la posición de los hombres ante las mujeres y su feminismo? Sí, así pasó, pero ahora vienen a dárselas de feministas porque descubrieron que así consiguen más bonos en la impostura total que son sus vidas. Yo se los diré claro: no, no nos feministas. Y no, el feminismo no es equiparable al machismo, eso es equiparar a el esclavismo con el abolicionismo, porque señores entiéndalo bien, porque están siendo el machismo mismo así: no se trata de hacer bandos o clubes o grupos. Se trata de destruirlos, que se acaben las sectas, porque así como los curas con su vaticano, se la pasan ocultando los abusos perpetrados contra niños, niñas y adolescentes, lo mismito, calcado, hacen los poetas, los editores, el gremio de escribientes y durmientes en los laureles del fondart, cuando les señalan al amigo porque le pega a la compañera o porque se quiso pasar de listo y violó a la amiga una noche de carrete. Vergonzoso es lo que hizo Dojas Tachas respaldando a Fide, y tanto más lo que hicieron acá mismo protegiendo a éste tipo que es un infame, un…”. Ahí, en ese punto nos cortaron, o justo, justo, justo se acabó el programa. No pudimos denunciar a Sebastián Oyanadel Anabalón, asesino de nuestra amiga Carmen Salomé González Ñanculao, cuya imprevista partida inspiró el poema que luego musicalizara la banda Locktur y que fue presentado a diez años de la fecha del fatídico atropello, junto a la orquesta regional de Tarapacá en el frontis del teatro Municipal de la ciudad puerto. No pudimos decir otras, tantas cosas, cuestiones, instancias que nos convocan y mueven y motivan a no dejar de porfiar con Flores en la basura, pero la tenemos a ésta misma editorialita para decirlas, hacerlas, izarlas, asirlas y soltarlas, propagarlas y que germinen en otras cabezas y otros corazones, para que sean otras más, tantas, las manos que les den nuevas formas, maneras, instancias y comienzos inacabables, porque somos apenas un granito de la gran duna dragón que nos prolifera y no nos cansa, ya que también la compone el aire, el agua, el fuego y toda alma. Amén diría un cura, noso3 a modo de cura diremos ámense.


“Para mucha gente la poesía no parece ser más que mera emotividad o simbolismo sin contenido. Ciertamente algunos individuos autodenominados poetas han contribuido a establecer tal creencia, pues ellos mismos se han visto beneficiados por tales patrañas. Para nosotres, sin embargo, la poesía constituye el sano ejercicio de soplar vidrio molido a los ojos de los transeúntes”. En Proyecto de poesía y violencia: Antología de Flores en la basura 2008-2018, Inédito.


La primera vez que Anet Rodríguez leyó A sangre fría, recopilación de cuentos del desaparecido escritor Ricardo Morón, tardó solo nueve días en terminarlo, eso ya en el 2016. No pudo no sentirse a la vez que fascinada, también de algún modo marginada, excluida, desterrada, exiliada. Como si el libro le quitara algo que nunca supo tenía encima, pero que ahora, después de leída la recopilación, intuía perdido. Algo vital, escurridizo. Quiso seguir leyendo más acerca de ese tal Morón y descubrió que sólo se le adjudicaban tres novelas y el libro de cuentos. Leyó entonces La caída, novela erótica que narra la historia de un niño que al dejar de ser virgen comienza una relación con una mujer quince años mayor que él, la cual le pide sodomía o que la golpeé o que le escupa en la cara o que le entierre agujas o que le queme cigarros en la piel o que la ahorque o le muerda extremadamente fuerte, en fin, sadomasoquismo; a lo que el joven accede sin problemas. Unos meses después Anet consiguió con el amigo de un amigo llamado Noel la novela de 426 páginas La secta del perro, novela que nombraba los más importantes aniversarios de una congregación (cada capítulo tiene como nombre el año del aniversario del cual se va a hablar en dicho capítulo, menos en dos) de hombres y mujeres sólo mayores de 31 años que se dedicaban, entre otras cosas, al comercio ilegal. Está demás decir de perros callejeros pero también de humanos, muchos de ellos vagabundos, que vendían o revendían a organizaciones ocultistas para sus rituales pero también a narcotraficantes. Cada aniversario los celebraban en puntos indeterminados del desierto. Como era un ritual nocturno prendían nunca más de 4 fogatas. Crucificaban a una presa humana anteriormente cazada y le prendían fuego vivo. Tal espectáculo dejaba algunos espectadores en un río de lágrimas o gritando incoherencias al cielo o al desierto, aunque esto ultimo no lo aconsejaban los más viejos de la secta. Cuando el cuerpo crucificado no era más que ceniza, los participantes del ritual ofrendaban un poco de su sangre al fuego y luego se frotaban la herida con la ceniza del muerto. Antes de terminar el capitulo 1988 (el antepenúltimo) Anet decidió que no tenía otra que robar la novela faltante y así poder contemplar lo que ella llamaba ‘’La trilogía de Morón’’ (aunque las tres novelas sean argumentalmente disímiles, al menos superficialmente, dado que ningún personaje reaparece en las otras novelas ni nadie se menciona entre sí o rememora algo sucedido en los otros libros, etcétera, ni mencionar el nulo auspicio de parte de la editorial, de la edición y del autor con lo que a trilogía se refiere), lo que en definitiva era la Obra completa de Morón. La novela en cuestión era Free Jazz y da vida a una banda de jazz de una época actual, digamos 2001 o 2002, que tocara en distintos bares de una ciudad portuaria, llena de edificios, por tanto de sombras innecesarias, pero también de vagabundos y traficantes. Los tres chicos no tenían éxito aparente. Se dedicaban a vivir en casas de amigos cuando no en la casa de sus amantes. Robaban frecuentemente, sobre todo a ancianos o a botillerías. Eran, como es previsible, un tanto ridículos. Después la idea de solventar la banda de jazz desaparece y ahora lo único que les da placer es efectuar distintos tipos de delitos.


Algo muy jazzero por lo demás, pensó Anet por un momento, pero al rato desechó la idea. También pensó con horror en que este y los otros dos libros encierran datos (o brotes, como decía Anet) autobiográficos. Morón perfectamente pudo haber sido ese niño recién desvirgado y con una mujer mayor que le pedía de todo, Morón probablemente estuvo en alguna secta religiosa extremista, y cómo no: pudo tener su banda de jazz y ser un ladrón de mierda. Una vida más que excéntrica, pensaba Anet, llena de odio, de fascinación y de terror. Sólo se resignaba al pensar que aquellos datos biográficos solamente ella los relacionaba, les daba congruencia, les daba valor. En internet y en algunos libros sobre escritores latinoamericanos muertos el siglo veintiuno no leyó nada de sectas o bandas o amores salvajes en la vida de Morón. Sí de padres muertos en su juventud, y de viajes por Latinoamérica y otros por Europa, y de dos esposas, un hijo que no lo quería, y un poco más en cincuenta y ocho años de vida, sin hablar por supuesto de su carrera literaria. Un vida más que común, se decía a sí misma Anet, más que común para un pequeñoburgués como lo era este Morón. El problema consistía en que aún se encontraba con vida, y había que hacer algo con eso. Centrémonos entonces en A sangre fría. En la foto de portada aparece una mujer desnuda caminando por una calle estrechísima. Es de noche. La calle rememora películas norteamericanas de los ochenta. La chica se aleja. Es un alejamiento constante. Tiene el pelo ondulado y frondoso. Niebla al final de la calle. Los primeros tres cuentos de la recopilación eran en realidad, uno solo. El primero, llamado Dolores Quiroga iba sobre una pintora, que iba regalando así sin más toda su obra. Cada cuadro que pintaba no pasaba más de una semana en su poder hasta que lo regalaba, a amigos, familiares, a desconocidos. Murió sin haber vendido un solo cuadro. Su hermana que vivía con ella y pagaba a ella el alquiler sí que vendió su obra y se hizo un dinero considerable, pero eso sucedía ya en Guillotina, segundo cuento de la recopilación. El tercero, Pieza roja, es el único de terror de los tres. En el, un novio de la hermana de Dolores, al terminar con esta se lleva con él uno de los cuadros. No tiene intenciones de venderlo. Es un cuadro que a él le gusta. Era como los que Van Gogh pintaba de su pieza pero esta era más amplia, y con objetos a veces irreconocibles o que se hacían irreconocibles al cabo que lo seguías mirando. Siempre le gustó. Esa noche sueña con el cuadro. Sueña que está dentro del cuadro. En todo momento él lo sabe. Trata de abrir la puerta de la pieza y no puede. Golpea y grita hacia el exterior de la pieza pero nadie responde. Trata de darle un golpe al vidrio de la ventana pero este es irrompible. Tiene suerte y esa noche se despierta, pero no siempre la tendrá. ¿Quién era ésta Dolores Quiroga? Anet se la imaginaba muy hermosa. Una chica con clase, lo que sea que esto signifique. Una chica inteligente y prudente. Una chica que sabía lo que tenía entre manos y que no se quejaba nunca. De sus cosas claro que no, por que sí que discutía, fervorosamente, de política, de música, de literatura, del arte en general, pero sobre todo de la pintura; ejercicio que por otro lado no le traía ningún otro beneficio que la felicidad,


una felicidad que ella disfrutaba en soledad. Aunque no se puede decir que solo pintaba cuando estaba feliz o para llegar a serlo. Lo hacía porque no podía hacer otra cosa, o no sabía hacer otra cosa. Vivía de manera precaria, con dineros prestados (que nunca pidió a su hermana) y pequeños hurtos en almacenes lejanos a su barrio, aunque esto su hermana nunca lo supo. El cuento siguiente se llamaba El islote: Un hombre de una época indescifrable, más para él que para el lector, toda la vida ha estado obsesionado con el islote que flota frente a su pueblo natal. Le llaman la tortuga. Es un islote negro (pero que de noche brilla) con lo que a falta de otra palabra llamaremos un pequeño bosque y más en la orilla unas piedras como estatuas. Por la noche el hombre lo cree moverse de sitio muy lentamente en las aguas tempestuosas. Todos los pescadores lo rehúyen. Se dice del islote una pila de cosas inconcebibles, de las cuales nada cree el hombre. Él hombre no quiere otra cosa que pisar las arenas negras del islote. Construye su propio bote y zarpa al alba. Mientras se acerca, después de casi cuarenta minutos de viaje, se da cuenta que el islote no es pequeño ni mucho menos, y que ha llegado a una playa que no estaba infectada por estatuas, como siempre se dijo. No le parece gran cosa. Es a lo más mediodía, así que decide infiltrarse en el bosque llevándose un cuchillo de tamaño considerable, una cantimplora y dos panes con queso que llevaba en una mochila. Aseguró el bote y partió. El quinto y el sexto también compartían una particularidad. La de un hombre llamado Elías Walter. Un hombre del que se decía había aceptado el reto de experimentarlo todo, no así de merecer la eternidad. Él también había nacido; también tendría la dicha de morir. Existían fotos y los papeles del hospital (que más de alguno pensó como falsos), y una nota de diario publicada por El Despertar, diario de los más comprados de la ciudad, unos tres años después de aceptado el reto, en la que un tío de Elías, un tal Benjamín Anselmo, narra el parto (ya que este fue quien lo sacó del vientre) desde su rol de recibidor y asistente. Temo que la escritura y la literatura ya no sean las mismas de aquellos años. El viejo Benjamín no narró ningún hecho por encima o por debajo de lo habitual. Ciudad Gusano era la ciudad en la que se encontraba nuestro Elías. Ciudad portuaria, con más de cien años de fundada y del que se encargaba ya el sexto cuento. Elías había vivido toda su vida en ella, y raramente hizo viaje alguno hasta antes del reto. El reto lo confinó a un viaje eterno, del cual por otra parte estaba agradecido, ya que el siempre se había considerado un cobarde. Elías Walter se encontraba desaparecido hace ya 36 años. Al tratar de ejecutar su reto, se decía, en un punto todos fuimos o todos somos o todos podemos llegar a ser Elías Walter. Algo a todas luces, improbable y poco serio. Se dice también, que su padre mago lo hizo acreedor de tal maldición. El séptimo cuento de la recopilación también transcurría en Ciudad Gusano, pero en una época anterior a la de los cuentos anteriores, cincuenta o sesenta años antes que naciera Elías Walter. Este, el último cuento de la recopilación, se centra en las diversas actividades (extra artísticas podríamos decir) de tres poetas y dos músicos


de aquellos años, pero también de una actividad en común que tenían ellos y varios artistas más de la ciudad, lo que por entonces se llamaba Teatro de lo oscuro (así también se llama el cuento), y que en suma eran reuniones en antros donde las orgías eran la mayor atracción. Como su nombre lo dice era un espectáculo, pero un espectáculo a oscuras, en las que no se escatimaba en número de participantes ni en cantidad de droga o alcohol. No muchos sabían de estas reuniones, aunque era difícil saberlo, era como un secreto a voces, como se suele decir. ¿por qué? Bueno, porque en realidad las veces que veías a alguien era cuando te la topabas en la entrada de simple u horrenda casualidad o porque un muy buen amigo tuyo (o hasta tu pareja, quién sabe) te invitaba o te infiltraba de alguna manera. Ya dentro del antro sólo oías y tocabas. Tenías que estar listo para cualquier cosa. A veces se armaban peleas. Otras veces personas morían y no se sabía hasta después de horas o días incluso. Nadie veía ni quería ver nada. Así era mejor, en todo caso. Cuando se aproximaba una celebración de otra fecha del teatro de lo oscuro, un mes antes o más, se iba esparciendo la información, como se dice, de boca en boca. Había que tener cuidado, claro, con quien hablabas (tanto en ese, como en este tiempo), o a quien invitabas. No se invitaba a cualquier persona, eso estaba claro, pero uno nunca sabía quién podía abrir el pico y aunque era imposible dar nombres empezarían, más que seguro, a investigar todo o a todos los que estuvieran relacionados con aquel teatro blasfemo. Eso es todo. Ahí se acababa el libro. Sin dedicatoria, ni prólogo, ni epílogo.


«Evadirnos como pájaros De cada pájaro se obtiene una cascada» Eduardo Anguita


LA DESPEDIDA Tendida en una cama interminable Como una nave y su avería, en medio de la nada Hija de la soledad, criada del silencio Mis ojos la tocaban, la recorrían temerosos Como si esa tierra no fuera mi guarida Entre lívidas sábanas sin tiempo Sus pechos mustios se despiden Su sexo me llama como un túnel Cómo entrar ahí de nuevo Navegarla río arriba, de vuelta al origen Mi pobre infancia, llora aferrada Al cuerpo inerte y desnudo, de mi madre Al firme amor que me sostiene.

Por Jaime Ceballos


Como si el cristal de la fotografía se transfigurara en agua La muerte me mostró su panza Para que se la acariciara Era una perra la muerte echada al suelo de espaldas Agitaba su cola con frenesí Me dijo: Guá guá guá Como si ladrar no fuera lo suyo O una costumbre nueva que aún no asimilara Guá guá guá Insistió y también con su cola Me dio gusto Obedecí a su mandato Porque aunque invite la muerte siempre manda Le acaricié la panza así Enredando mis dedos entre sus pelos ralos Era un perro extraño Una rata tal vez de inmenso tamaño Más bien O algo con lo que sólo un ebrio ha soñado Sentí sus latidos La muerte estaba más viva que nunca Y nunca tan al alcance de mis manos Me zambullí como una pulga en su vientre Anduve feliz entre sus cueros raros Se me hizo grande la muerte Creí ver mundos enteros mundos extraños Y conversé con sus seres no todos humanos Me sinceraron que llevaban ahí tiempos lejanos Que alguna vez hace tanto fueron invitados Del mismo modo que yo mismo Por la muerte succionados A caminarnos su panza de pelos ralos Obedeciendo con gusto su mandato Guá guá guá Volví a oír entonces Era el aviso alguien me previno De que el descanso había terminado Y la muerte enderezando cuerpo y rumbo Se alejó como un rayo.

Por Karmen ARvale


Senderos de tierra y grafito Dedos y pies ennegrecidos escribiendo tristes historias Niñas mujeres tratadas como bienes Vendidas teñidas ultrajadas Luego botadas a la luz de una silvermoon Y ¿fin del cuento? Como si de 2666 se tratase Donde el fin es un inicio en la redondez De la escritura Y los pasos, así, no se acaban nunca Como tampoco la denuncia y el llamado al cese Del crimen orquestado Desde una organización del mundo Que nos impide vivirnos bien Ya fuera por las mafias o las guerras La bestia humana en libertad absoluta es horrible Dijo apropósito de la condesa sangrienta Alejandra Pizarnik

Por Flora Acracia


CEBALLEJO 1 Aquí estamos, mi maestro y yo Bebiendo esta copa de silencio Negrísimos los dos, casi indios Preguntándonos, cómo fue Que se nos vino el sufrimiento La duda acuciante y dolorosa

2 Él ahí acodado en su mutismo Descansando su barbilla en la Palma de su mano, formalísimo Yo acá, sin verbo y sin arrimo Humanamente siendo, apenas Como un quejido que respira No hay días jueves ni aguaceros Pero hay golpes tan fuertes que Abren el cuerpo en dos mitades Yo lo sé…

Por Jaime Ceballos


EDICIÓN, REDACCIÓN Y DISEÑO POR:

editorialita lumpen Iquique - $hile, JUNIO

2018

*** Todas las imágenes de ésta sedición son originales de Taller Patioteka, Iqq - $hile, 2015 – 2018.

PERMITIMOS Y ALENTAMOS LA REPRODUCCIÓN

TOTAL O PARCIAL DE ÉSTA OBRA Y POR LOS MEDIOS QUE GUSTEN «NINGÚN DERECHO / NINGUNA PROPIEDAD»



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