fanzine flores en la basura 36

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fanzine poético Año666 Núm3666 Agosto 2018

FLORES EN LA BASURA


sumario: Relato Corto: «El color que cayó del cielo» por Alcidez Barrankha Editorial: «Vivimos en un pueblo que naufraga » por Flora Acracia Reflexión: Viajar en el tiempo por Kronopio

Crónica: Noche de poetas por Magrel Díaz Baiuró Poemas varios

por poetas varias


En el año dos mil no me acuerdo la gente del espacio okupado quijoteka realizaba talleres abiertos a toda la comunidad, talleres que no eran talleres sino más bien exposiciones de diversos temas dentro del abanico anarquista, así que el público participante no era muy variado puesto de ser el típico espectro de gente interesada en el anarquismo: punkis, dirigentes, dririgentillos y dirigidos varios, además de individuos siglas pertenecientes a colectividades de a uno, skinheads, personas en edad de ser rebeldes, universitarios, secundarios, y amigos, parejas y conocidos de todos los antes mencionados. El espacio okupado quijoteka estaba dentro de la universidad de la ciudad puerto, y como espacio primero fue la sede de un banco, ¿un banco dentro de una casa de estudios? Pues sí, y por tanto sufría series de atentados que iban desde rayados (¡ladrones!) hasta piedrazos e intentos de incendio. El banco se cansó de tal situación y abandonó el espacio. Estudiantes y amigos de esos estudiantes no un día cualquiera, sino que un día del libro (cualquiera) realizaron una intervención al espacio parasitario, digo universitario; y entre vítores, lecturas de versos, música contestaría, malabaristas, payasos y punkis sueltos, fundaron el espacio okupado quijoteka, suerte de centro cultural, local de reuniones, sala de ensayo y biblioteca comunitaria, además de central de eventos musicales, políticos y culturales, todo junto. Y también hacían los famosos talleres que no eran talleres sino más bien que exposiciones de temas varios pero dentro del abanico siempre difuso e incongruente del anarquismo. Feministas, antimilitaristas y jipis varios se daban cita ahí, para, por un lado, repetir libros, como, por otro, mostrar las diversas alternativas a vivir fuera de la maquinaria moderna del Estado y el Capital. Un día alguien expondría sobre el anarquismo expropiador, corriente que valida el asalto, hurto y robo, todas acciones ejecutadas por individuos y/o colectividades organizadas con el objetivo del financiamiento de la revolución social. Pero ese alguien por estar poniendo en práctica tales postulados no llegó a la cita en el espacio okupado, y sí llegó al cuartel de la policía de investigaciones en calidad de detenido y acusado. Con tal que mientras aun nadie se había enterado de su triste y desolado panorama, lo que le urgía a sus camaradas era encontrar algún reemplazo para su exposición o bien un expositor nuevo con un tema también nuevo. En eso estaban, cuando me encontraron a mí, que merodeaba por aquel entonces los espacios parasitarios, digo universitarios, en busca de colegas practicantes de la rayuela corta que no les molestara tanto mi compañía ni el contraste entre mi alta facultad en la ejecución de tal deporte, con mi escaso aporte financiero para la ejecución del mismo. Entonces, podría decirlo así, me secuestraron esos extraños sujetos del espacio okupado quijoteka, con la intensión de ponerme delante de una multitud más o menos estrecha y más o menos no tan concurrida, para exponerles de algún menester que me urgiera en tales momentos exponer.


Me sentaron, así, concretando sus intenciones, frente a la mentada conglomeración de personas afines a tales propósitos y me presentaron como el expositor reemplazante, que además, les traía un tema también nuevo como nuevo era yo mismo por ser el expositor que sí llegó aunque no sabía que tenía que llegar y tampoco que exponer ni qué. Primero, para ganar tiempo, tomé el plumón que habían dejado sobre el escritorio y con éste escribí en la pizarra un título estruendoso, algo literario, extenso, que pareciera que abarcara todo y a su vez no aclarara nada. Luego escribí un subtítulo de similares características, incluyendo un par de apellidos famosos y controversiales, pero no muy conocidos. Después le escribí un subtítulo más, y unos agradecimientos al respetable, de antemano, por haber asistido al taller y haberme tenido paciencia y haberme dado su apoyo en todo momento. Ya que no quedaba más espacio en la pizarra me tuve que volver a sentar. Traté de no prestarles mucha atención a los rostros frente mío, eso siempre me deprime, así que les conté un par de chistes fomes. Éste es el mejor recurso para romper el hielo cuando uno es sólo uno y el otro una multitud más o menos extensa, es decir, de más de tres personas, en este caso eran cerca de cuarenta. Y los chistes deben ser sí o sí, derechamente, fomes. Pues así no se corre el riesgo de al contar un chiste no fome que éste sí lo sea, entonces el público puede titubear, incurrir en no solidarizar con el pobre desgraciado que expone en frente, y hacer algo no esperado como no reírse, por ejemplo, o toser, o todavía peor, hacer murmuraciones, inclusive romper el pacto de toda exposición, al menos del inicio de toda exposición, y comenzar a hablar ellos, más fuerte que uno, digo, y eso destruye todo. Las esperanzas al menos, del pobre expositor por hacer su acto. Por eso mis chistes fueron bien fomes, para reducir las posibilidades del fracaso. Nadie se rió. Al menos con el primero, no, y yo pude respirar aliviado. Con el segundo sí hubo un par de risitas y muchas sonrisas cómplices. Eso es lo vital cuando uno es sólo uno y el otro una multitud: complicidad. No sentirse tan solo. Y poder respirar de vez en cuando. Tal cual cuando vas nadando. Es necesario respirar entre braceadas, si no estás muerto. Después de romper el hielo me sentí relajado y les transmití esa sensación a algunos entre el respetable, mis cómplices, que se sentían tan aliviados como yo, porque sabíamos que estaba pasando algo y algo más pasaría si nos teníamos fe. Hurgué entre mis ropas y saqué mi cuadernillo de notas, esto, ESTO, generalizó la sensación de alivio entre todas y todos. No iba a improvisar, no seguiría con los chistes fomes: tenía algo preparado. Y lo mejor, todas y todos los asistentes estaban conmigo, listos, prestos a escucharme. Pasé las hojas administrando la calma momentánea, la calma que yo mismo podía destruir, por eso la administraba, la sorbía sereno como un buen vino, no apuraba la botella, estaba bien, era un reto y lo estaba manejando, para mí la situación era un duelo personal y, ¡señoras y señores!, lo estaba manejando. No tenía por qué desesperarme, desesperados estaban quienes ahí me metieron, me sentaron y pusieron delante de esa pobre gente.


No podía leerles cualquier cosa, versos de salón, las molestias que no me dejaban dormir por aquellas noches y días. Debía ser algo crítico y algo actual y algo que los tocara. ¿Qué era eso, sin embargo? ¡El título!, pensé de improviso, el título, ahí estaba, eso era. Ahí decía lo que debía hacer. Estaba claro. Les leería sobre lo que escribí en la pizarra. Mi subconsciente salvándome el pellejo otra vez, tal cual cuando guiaba mi humanidad hasta mi cuarto porque el alcohol me había noqueado. El título era el siguiente: “El color que cayó del cielo: Discurso sobre el meteorito que cayó ayer, (inspirado en el discurso contra el método de Paul Feyerabend)”. Ok. Tal discurso existía, lo tenía escrito. El hecho era verídico, la noche anterior alrededor de las once y media de la noche un meteorito cayó frente a las costas de la ciudad puerto. Algunos pocos nos dimos cuenta del hecho. Nos asustamos ciertamente. La oficina nacional de emergencias lo consignó en su página web como un ovni. Esto último lo comenté como tercer chiste fome antes de iniciar mi lectura de lo que había escrito por la mañana aquel mismo día, y que decía así: “El color que cayó del cielo” es un cuento de ficción, sin embargo entraña algo real: el miedo a lo desconocido, a lo que nos rodea, lo natural. La caída de una piedra desde el espacio exterior es algo completamente natural y plausible, puesto que ratifica que vivimos sobre otra piedra que también gravita por el espacio, y esa realidad es la que nos muestra Lovecraft en su relato. Y es que los seres humanos carecemos de la capacidad de saber o aceptar dónde están puestos nuestros pies realmente cuando decimos tenerlos sobre el suelo. Metafísicamente hablando algunos proclaman ese suelo bajo una invención imaginaria, llámese país, nación, patria. Mientras lo físico, lo real, lo palpable es lo fantástico, dicen esos mismos: piedras yendo a la deriva por el mar del tiempo espacio. Y nosotros habitamos una de aquellas piedras y ayer se nos vino otra encima, iluminándonos el cielo con colores y luces que no encajaron por algunos segundos en nuestros cerebros y sentimos un miedo maravilloso, la incertidumbre misma de ser unos animalitos, apenas unas formas de vida pequeñitas y vulnerables de todo, ante lo desconocido, lo que nos rodea, lo natural. La metafísica que nos inventamos a diario para negar la naturaleza y sus terrores, sucumbió apenas pero nos dejó al desnudo, mientras incrédulos contemplábamos “el color que caía del cielo”, interrumpiendo nuestras vidas más o menos determinadas y bajo cierto control y certidumbre, seguras y sanas. Y digo, aunque no debería decir: interrumpió, pues lo que trato de decir es que estas piedras cayéndonos encima son parte de nuestra vida misma y, si acaso, inclusive, más reales, más verdaderas que nuestras vidas mismas, tan empotradas por inventos metafísicos como la sociedad, la mano invisible del mercado, la patria y otros tantos ideales políticos como seudónimos de otros miedos… y miedos menores y más cotidianos como familias y relaciones amorosas.


Inventamos, imaginamos y aceptamos, incluso en el rechazo, las realidades estas que son la vida que nos suministramos noche a noche, día a día, para no mirar al cielo y sentir ese escalofrío que sentimos, tal vez ayer más vivo y presente… porque era la negación de años, de siglos… la negación que nos ha hecho crear todo un mundo imaginario, metafísico, injusto y perverso, como mejor nos ha convenido a los hombres, y no tan seguro y firme como se ha supuesto por siempre. Porque basta que la piedra que habitamos se sacuda un poco o que otra más pequeñas nos caiga encima para temblar… y tiemblan las instituciones imaginarias, cuando primero tiembla la tierra, los roles se transfiguran y los instintos proclaman su dominio… los arquetipos de milenios, las mitologías religiosas y otra imaginaciones primigenias también vuelven del exilio o situación de clandestinidad en que estuvieron condenadas por nuestro racionalismo, nuestro desarrollo y progreso, la hegemonía de la técnica, el método científico, el ver para crear, la modernidad del único, la postmodernidad y sus únicos idénticos entre sí, el sistema económico, los regímenes políticos, la universidad, la escuela, el ojo clínico, el emprendimiento, el matrimonio, el amor romántico y la publicidad con todos su consumismos, productos e ideas que comprar. Pero vuelven difusas, sin propiedad, recalentadas, mal interpretadas… tanto miedo se ha tenido por siglos sobre otros siglos y hasta en los siglos escondidos bajo la cama, que hasta de ese primer conocimiento nos hemos desprendido. Y, puesto que actualmente nuestra metafísica raya con la esquizofrenia, arde el disgusto de no saber, de ni siquiera poder mentir sobre el tema, especulando como gesticulándole a un ciego que, tal vez, seamos nosotros mismos que aleteamos como constatando que estamos solos, pues todas las imágenes que nos rodean son reflejos de espejos, al modo de los ecos en una caverna o a la sensación de llenarnos por dentro con otro vacío llamado alma. Y no fue tan así, según recuerdo, después de ver “al color caer del cielo”… porque continuamos emborrachándonos, embebiéndonos de traumas, ideas, nostalgias, sueños, sueldos que conseguir para malgastar, malgastándonos en ellos y sufrir por cuotas que también se disfrutan, sobre todo cuando nos amplían el crédito y las muertes parecen malas interpretaciones de malas telenovelas que nos aportan cahuines ajenos a los mentales que nos hacen pensar en otra cosa como masturbarnos o simplemente dormir. Por lo que podría decirse que fue otro día cualquiera, no más que el cielo, como hace tiempo no lo hacía, nos aportó con un poco de espectáculo, que es en concreto el mejor consumo que nos hemos inventado para seguir negando lo fantástico como género real y la materia que sostiene lo que se cuaja con la imaginación como interpretación de lo bello y horroroso, en vez de disolverla y manosearla, a la imaginación, vuelta un instrumento para la estupidización de nuestros genios. Así las cosas, gracias por su atención.


… Silencio sepulcral. Miradas confusas exigiendo una explicación. Los desesperados que ahí me metieron, me sentaron y pusieron delante de esa pobre gente salieron al paso invitando a las palmas. Conque exiguos, tímidos, escasos aplausos cerraron mí lectura. Aun así, después, imprevistamente se improvisó un debate de ideas, arraigándose de mis, en apariencia, desperdigados planteamientos. El debate se sostuvo en base a la vindicación de la poesía como campo interpretativo primigenio de la humanidad y también más sano, conciso y complejo, en contra parte de la técnica con su perspectiva estrecha, autoritaria y bivalente. También las mujeres dijeron lo suyo. Los saberes de las brujas fueron esgrimidos y solventaron los argumentos de los poetas que más o menos se fueron arrinconando ante los verborreicos discursos positivistas del estudiantado sociológico, que actuaron, luego, confusos y perplejos, poco acostumbrados a no ser comprendidos o al menos admitidos dentro del grupo de la razón . Si bien no se tratara de una competencia ni menos una riña, más bien un debate horizontal de ideas, donde los más pensantes se quedaban pegados, rezagados en el taller que no fue y por eso primero entre muchas mujeres fue entendido el concepto detrás de los conceptos que se utilizaban para desenmascarar el quid del problema tan trascendental que era tratado entonces de manera tan directa e imprevista. Porque no se trataba del robo meramente como atentado contra la propiedad privada por su posterior colectivización, sino más bien porque el atentado anterior fue el robo del cómo conocemos y por qué conocemos, concibiendo, así, un mundo distante al que veníamos siendo, y alejándonos, a la postre, más y más de ese derecho primigenio trascendental que es la colectivización de nuestra vida toda, en la vida de la gran naturaleza que nos abriga y compone. A continuación se realizaron otras afrentas que dieron pie a espontáneos aplausos y vítores de la concurrencia. Ya nadie se acordaba de mi presencia y, tampoco, de mi lectura que había dado pie, al parecer, a tamaña dicha colectiva de contundencia reflexiva. Por lo que me derretí hasta afuera de la sala, primero, y, luego, hacia la calle. Me sentía mareado, alterado, preso de no sé qué mal. Me encaminé a la botillería más cercana a por mí medicina.


Vivimos en un pueblo que naufraga, porque las gentes rechazan los derechos por ser estos “gratuitos”, aceptando, como contraparte, la total irracionalidad del sistema de salud chileno, haciendo de la espera un orgullo patrio. Se desmarca la chusma de lo que huela a comunista, muy aprendida la lección tienen a no morir o desaparecer por ponerse exigentes con sus vidas. Añoran por eso al dictador y sus secuaces mientras pisa fuerte el nieto nazi, futuro presidente de la república putrefacta nunca + democrática de $hile. La ideología del capital chorrea desde todas las capas y, así, como poblaciones callampas crecen y se multiplican cual cáncer barzista emprendedores y gestores culturales, gesticuladores del espectáculo, especuladores del arte hecho mercancía prensada, prolifera y cunde todo el orbe afianzado en el delirio de las competencias que les tiende el Capital. Copie y jueguen les dicen, y vamos amasando las gentes, ojo, que cualquiera puede ser, compren, compren, sigue siendo el refrán, salvo que ahora lo intangible también es material, ¿CÓMO?, pues sí, de la alquimia del verbo, a la alquimia esquizo parlante de la gran máquina moderna sólo hay un peldaño-engaño. No nos hagamos los weónes, que aquí mandan el Capital y el Estado, y ya no sólo fabrican trabajadores alienados ni milicacos cuadrados, y sí: fíjense bien que esto viene haciendo mucho daño, ya que consumir es la bandera, industrializaron hasta la espera, léase una revista entre tanto, algo de poesía, los mejores versos de los poetas pederastas, agresores y depredadores sexuales, ESA sí que es poesía de buen nivel, los autores se han paseado por todos los simposios, encuentros, congresos y conclaves del triste gremio, publican a mil por hora, qué fábrica de salchichas ni que ocho cuartos, puro talento shúper loco juvenil, de cuarentones podridos en el cuchitril que llaman artEspacio, fúmense otra cosita mejor, una más redondita como la mandarinita que Collahuasi les contaminó. Aaaaah! Pero si nos hicieron un barco, y nos regalan libros, y nos hacen ferias, y hasta nos premian por cien palabras anuales a precio contado, sin crédito por la muerte del altiplano. Es fuerte el hedor, la podredumbre de los artistos devenidos al escupe de la lengua capitalista en gestores culturales. Asco, miseria y traición ya lo cantaron los Sindios. Suponemos ya no tienen perdón, salvo que se pongan atrevidos, aunque les escosa el vacío de alma que tienen, y se pongan valientes, y salten al vacío. Salten mierda!! Dejen de hacerse los dormidos, ante el payaso turri que declamando en la micro su discurso archirrepetido hace mucho más por la poesía que ustedes todos juntos con sus delirios podridos. No somos emprendedores ni gestores culturales, pues nos posicionamos históricamente en contra del Capital y su ideología alienante y depredadora de sistemas naturales. No confiamos tampoco en el Estado puesto que nos condena a vivir sin derechos ni libertades. Si algunos se contentan embriagándose en esquizofrenias varias, allá ellos!! Nosotras somos las flores en la basura, treinta y seis seis seis sediciones a cuestas nos rebalsan y muestran lo que los palurdos siguen negando aceptar: que la poesía da para vivir, que la poesía y no la plata es lo preponderante a la hora de plantarse en el mundo a declamar desde el corazón vuelto llamas negras. ¿Y si se postulan al fondart? No, gracias.



Me habían invitado a tocar un par de temas a una lectura poética que congregaría algunos conocidillos y otros no tanto del mundo poético de Iquique. La que me lo pidió fue Fabiola. Que además de organizadora del evento ‘’A pata pelá’’, era editora del fanzine Decierta Poesía. La conocía de hace tiempo. Antes de todo ese rollo poético había llevado a cabo una radio, en su propia casa. Se llamaba Radio Nueva Victoria. Pero bueno, siento que estoy dando muchos nombres. Les diré que estaba invitado a tocar a una lectura. Nada especial. Tocaría, tomaría mi vino (Fabiola dijo que habría), y me iría. Les daría mis sonrisas y diría chao. La tarde la pasé con Vera. Estuvimos encerrados en su habitación tomando té, haciendo el amor y viendo películas. Ya a las 8 fuimos al auditorio Oscar Han de la UNAP, no muy lejos de donde estábamos. Ya había comenzado, así que decidimos no entrar. Estuvimos afuera fumando cigarros. Al cabo de unos cinco minutos aparece Fabiola y a su lado Jonathan, cantante de la banda Los Lalos y dibujante. Nos saludamos y empezamos una (sospechosa) agradable conversación. Nos dijeron que estaban haciendo la última ponencia y que luego tocaría yo. Me puse un tanto nervioso y fumé un cigarro casi de inmediato. Me mareé y tuve que sentarme en el suelo. Vera me preguntó: ¿Qué te pasa?, ¿Te pasa algo malo? No. No me pasa nada malo, le contesté. Sólo estoy un poco mareado. El cigarro. Siempre me pasa. Ya iba normalizando cuando se escucharon aplausos provenientes del auditorio. Fabiola fue a verificar a la puerta. Después vino a nosotros. -Es tu turno, Mauro. Ahora tocas. -Okey, amiga. Deja tomar un poco de agua y voy- Fui al baño, tomé agua y me mojé la cara. Al regresar tomé la guitarra que había dejado en el piso y me adentré en el auditorio. Adentro había muchas caras conocidas. Había jóvenes y viejos. Había poetas, músicos, profesores. Yo me puse a un costado. Fabiola me hizo la presentación. No fue una buena presentación pero yo estaba ahí. Pasé adelante entre aplausos. Me demoré en ajustar el micrófono para la guitarra pero al final lo logré. Probé un rato y se escuchaba medio bajo, pero decente. Empecé. El primer tema salió bien. El segundo no. El tercero tampoco. El cuarto salió regular. El quinto salió mal. El público aplaudió cada uno de los temas. Eran pacientes y tenían buen corazón. Quizás algunos de ellos algún día serían publicados, aunque eso fuese mucho decir. Yo me paré y salí nuevamente del auditorio. Ya todo había acabado, para mi suerte. Creo que hubo una ponencia más y todo aquello terminó definitivo. Toda la gente salió del lugar y empezaron a servirse el vino y a comerse las galletitas y los chocolates y los dulces y los panes con jamón y queso y las aceitunas y a untarlos en los aderezos, y los manís, las papas fritas, los jugos de fruta.


Yo me serví un vaso de vino. Después otro y otro más. Vera no quería. Vera no estaba tan nerviosa como yo. Después sí: cedió y quiso unos sorbitos. Dijo que estaba bueno. Siempre está bueno el vino, le dije. Sí, me contesto ella, sin muchas ganas. -No me ha salido muy bien la presentación. -Si me he dado cuenta, ja ja ja. Ella era así, y eso me gustaba. A veces me dolía pero me gustaba. Que no se guardara nada. Ni lo que le molestaba ni lo que le gustaba ni lo que había conversado con sus amigas ni a quien se había follado antes que a mí. Todo me lo decía con una soltura impresionante. Directa es la palabra indicada. Era directa. Aunque ni lo parecía. Bueno, sí que lo era. Tomamos un rato más y nos largamos de ahí. Empezaba a hacer frío. La neblina de la playa se acercaba más y más. Me hizo sentir las canillas en mi lugar. Ahí estaban, oh sí. En su habitación estuvimos un rato más y luego me marché. No podía quedarme esa noche con ella; tenia clases muy temprano al otro día y ya me había quedado tres noches seguidas. Había que guardar distancia. Nos despedimos con algunos agarrones y me fui fumando el último cigarro que tenía. Eran las 12 y media de la noche. Mientras caminaba a mi casa me encontré sentado en el banquillo de una plaza a Fabiola, a Nibiru (también dibujante e ilustrador del fanzine de Fabiola, y también poeta) y a otro tipo que no conocía y que había visto en la lectura de hace un rato. Al verme se sorprendieron y me invitaron a sentarme. Tomaban un vino y fumaban. Hablaban como lo es de esperar de poesía. De su poesía, que era lo peor. Y de lo que había sucedido en la velada. Para ellos, había sido un buen evento. Estuvo bien organizado (por ellos). Las ponencias fueron interesantes. Hubo algunos encontrones pero es lo que se espera en estas lecturas. No todo puede ser paz. Lo peor para estos eventos es que todo termine en paz. ¿Qué sería de ellos? Imagínenlo. Horrible. Yo tomaba mi vino en silencio. Ya no sentía tanto frío. Después Fabiola contó un encontrón que tuviera hace unos días con uno de los poetas laureados que estuvo en el evento. A mí no me interesaba en lo absoluto, a Fabiola parecía írsele la vida en ello. A los otros dos también le interesaba el conflicto; hacían preguntas y algunos comentarios. Terminaron con aquello y empezaron a darle con Huidobro. Yo no conocía ni por un metro a Huidobro. Sabía que era poeta. Chileno. Sabía que era uno de los clásicos. Uno de los tres o cuatro clásicos, según la teoría con la que se mire. De Huidobro pasaron a Neruda. Yo tengo la antología completa de Neruda en mi casa, pensé. A veces le pego una hojeada como que no quiere la cosa. Le tengo algunas anotaciones con lápiz grafito a los costados; casi puras críticas y preguntas. Y sólo en las primeras páginas de la antología. No me he dado el tiempo de leerla entera, no creo que lo haga nunca. El libro seguirá allí, en la estantería, con los demás libros. Tampoco me gusta mucho Neruda. Es un viejo de otro siglo. Se ve de muy lejos. Ya no quiero atropellarme con eso. Acabamos el vino y decidimos irnos. Cuando nos parábamos apareció ante nosotros un viejo borracho. No tenía nada en especial salvo su cabeza llena de sangre que le chorreaba por pecho y espalda. Nos dimos cuenta de aquello y quedamos congelados. El viejo borracho estaba sucio y ensangrentado. Pedía ayuda y decía cosas ininteligibles.


-Oh mierda, oh mierda, oh mierda- Fabiola se puso frenética y empezó a mover rápidamente las manos. -Oooh, ¿qué le pasó amigo?... oh mierda, hay que hacer algo- Nibiru trató de acercársele pero paró al ver que el viejo se ponía a llorar y seguía su camino. Yo no hice más que mirarlo. Era una visión deliciosa. Impactante y deliciosa. Venía dejando un rastro de gotas de sangre por donde había llegado. Es sólo sangre, decía para mis adentros. Sólo sangre. Si no tuviera la sangre sería un borracho como cualquier otro. -¡HAY QUE LLAMAR AL HOSPITAL, HAY QUE LLAMAR AL HOSPITAL! -decía Fabiola, que estaba horrorizada, aunque no se le acercaba ni un centímetro. Se limitó a marcar al teléfono y esperar. Nada. Nadie decía nada. Ella volvió a marcar. Esperó mientras el borracho se alejaba. Nibiru era una estatua. Lo estaba guardando, almacenando todo el algún lado. No confiaba mucho en Nibiru, a veces decía que estaría una temporada sin escribir o sin dibujar, ¿cómo se podría saber eso? Yo no podría estar sin escribir. Cuando tengo periodos en que no sé para dónde va la micro, caigo en una desesperación total. Es como si nada tuviera sentido. Trato de hacerlo. Mierda, es un trabajo sin paga. Por ahora. O por siempre. Da igual. Hay que llenar el vacío y la miseria de alguna forma. Esta era mi forma. -¿Quiere que lo ayudemos? - dijo el tipo que no conocía. Era una pregunta tonta pero alguien tenía que hacerla. El viejo borracho no dijo nada. Siguió su camino con las manos en la cabeza. Dejando su caminito de gotas de sangre negra. Los del hospital contestaron. Fabiola les comentó el asunto medio en gritos: Un borracho… sangre en su cabeza… al parecer lo agredieron… iba caminando frente al Líder cuando lo vimos con mis amigos. ¿Amigos? Eso estaba bueno. Yo no sabía dónde estaba metido. Ni quería saberlo. Fabiola colgó. -Bueno – dijo – están en camino. Ojalá no se tarden demasiado. ¿Qué más vamos a hacer?... ¿Qué le habrá pasado realmente? Nadie dijo nada. Era hora de irse. Esto se estaba tardando. Había cosas mejores que hacer en casa. Mientras caminábamos para tomar colectivo vimos las gotas de sangre que había dejado el viejo. -Qué asco- dijo Fabiola. -Qué miedo- dijo Nibiru. Sangre, pensaba yo. Sólo es sangre. Yo era un insensible de mierda, lo sabía, pero esto era demasiado. El tipo que no conocía se fue en un colectivo hacia el sur. Fabiola, Nibiru y yo nos fuimos en uno hacia el norte. Yo me bajé primero. Me despedí. En el camino no vimos ni oímos a ninguna ambulancia. Por mi estaba bien. En la vida de los poetas había días duros, pero este no era uno de esos.



Viajar en el tiempo, ¿por qué sólo cuando vamos hacia adelante cambiamos física y metafísicamente?, en los libros, revistas y películas cuando quienes viajan en el tiempo hacen el camino al revés, no cambian nada, ¿es por el no tiempo? Pero incluso en el más allá el tiempo marca con su peso los pasos, y eso que se supone que allá, es decir más allá, es donde con mayor veracidad puede hablarse del no tiempo. Si viajáramos al pasado, por ejemplo, lo que debiera ocurrir, siguiendo la lógica de nuestra percepción del tiempo, es que quien viaje rejuvenezca, puesto de ser ese el inverso del proceso que normal y naturalmente se hace: envejecer. ¿Acaso la máquina del tiempo actúa como aislante del proceso temporal?, tal vez esté todo mal enfocado en éste campo. Lo recurrente para los humanos en su delirio cosificador de todo ha sido creer que el aislante es una máquina, ¿pero qué tal si el aislante no es una cosa?, ¿Pero qué podría ser ese aislante si no es una cosa?, se preguntará la consternación, entonces. Probablemente éste sea el sello protector que Cronos hizo para salvaguardarse de entes intrusos. Imaginó, así, a los científicos celebrando de ante mano, estrechándose las ídems los unos a los otros, felices, palmoteándose las espaldas con militares y politiquillos varios, todos expectantes del primer viaje del tiempo para atrás, de la humanidad transgresora de los procesos naturales. Otros cientos de miles de millones de espectadores en sus casas a través de televisión aplaudiendo, brindando emocionados con champagne y con abundantes alimentos para el banquete en celebración de tamaña gesta, esperando, también, que el evento más importante de todos por fin ocurriera. Cronos imaginó todo antes y después, fuera de sus propios sueños, despierto en aquel entonces que no conoceremos. Cronos esboza una sonrisa satírica y eterna jactándose de su ingenio. Sobre todo cuando los elegidos se suben a la cosa-máquina y le indican a ésta una fecha antes, mucho antes, de sus propios nacimientos, y luego de un chasquido ya no hay nada, ni siquiera sangre menstrual seca como vestigio de las existencias de los elegidos para la misión. Fulminados por la historia, ignorados por el tiempo. Imaginados, sin embargo, y de todos modos, por Cronos.


Recordados por toda la humanidad como aquellos exploradores que en un abrir y cerrar de ojos fueron volviéndose manchas viscosas y sanguinolentas, en un proceso acelerado de rejuvenecimiento, pasando hacia atrás todas las etapas de crecimiento. Y en vivo y en directo por transmisión satelital. Ante tamaño fracaso científicos, militares y políticos, es decir los gobiernos, deciden destinar sus arcas a otros propósitos, más de aquí, de cerquita no más, gastos y costos que se vean, que puedan lucirse, como mundiales de futbol y competencias olímpicas, devolviéndole sonrientes el campo de los viajes en el tiempo, a la literatura fantástica y sus especulaciones. Pero de no ser una cosa el aislante puede ser lo contrario, puede ser que se active de modo automático el viaje en el tiempo inverso cuando dejamos ésta otra cosa que llamamos cuerpo y pasamos al no tiempo otra vez, o como a veces me sugiere el silencio: pasamos al tiempo al revés, y en vez de envejecer nos vamos rejuveneciendo, retrocediendo sin avanzar y, la verdad más precisamente, sin movernos ni estando, pues en el más allá no hay un aquí ni un ahora, por lo que parece, porque sólo quiénes perecen desde la materialidad pueden despertar allá e ir experimentando el viaje a la inversa, hasta el punto de volverse muy pequeños y carentes de calor, por ello huyendo del frío, buscan el abrigo de un útero, y al encontrarlo, vuelven a ser gestados y paridos y nacidos y vivientes otra vez en la materialidad, otra vez puesto así en la cosa que llamamos cuerpo, y por ende, condicionados a viajar en el tiempo hacia adelante, envejeciendo ésta vez, otra vez. O quizás no haya aislante. Y por ende esté imposibilitado el ir y venir espacio temporal hacia adelante y hacia atrás. Incluso puede ser que ni siquiera en nuestro ínfimo y torpe enfoque exista el adelante y el atrás. Y la eternidad completa sea contenida por un instante, digamos, por ejemplo, el estallido de una molécula. Por Kronopio


Los hombres en su afán dominador Van ideologizando a izquierda y derecha Izquierdizando la vida Derechizando la muerte Y viceversa Si se les tercia Rabiosos por impostura Constriñen su naturaleza Les va mejor con la mentira Abominan, así, la verdad Dicen que dicen Lo importante siempre Es dominar A diestra y siniestra Ideologizando los hombres van Adiestrando la vida Siniestrando la muerte Y si es viceversa Les da igual Qué simple se les da olvidar Que no fueron tierra, dicen Que no fueron agua, cantan Que no fueron aire, gritan Que sólo han sido fuego, queman Les arde no saber recordar Sólo saben por eso cenizas sembrar Cosechando nuevos vacíos Con más mentiras que llenar A izquierda y derecha Izquierdizando el amor Derechizando los odios Improvisan su canción Dominados por Su eterno retorno.

Por Iris (A)narquía


Desta celdacuerpo mi sangre se fluye en franca huida Escapar C quiere de esta tránsfuga manera de moldear los ladrillos de las paredescarne Del corredizocabello que envuelve el huesobarrote desta Jaula maloliente Y sebosa Hay un dedo que voy introduciendo por la grieta posterior de las paredes desta celda Y por ahí en hilo y a puntadas agudas me corre se corre la sangre mi sangre En franca huida Escapar C Di C Y lo ha C Con total confianza De la tránsfuga manera con que moldearon moldee los ladrillos mis ladrillos Desta celdacuerpo que acaso sea yo mesmo.

Por Miguel Fucó


No hay flores aquí, árboles uno que otro, mal plantados, creciendo doblados, chuecos, desarmado, y tanto cerro, todos más sembrados y de mejor manera han crecido, cubriendo todo el suelo, cerros se ven mucho bajo el inmenso cielo, al que miro cuando pienso: qué hago aquí, por qué acepté venirme de tan lejos y dejar mis flores atrás, el suelo verde, casi ningún cerro y un aire tierno, lleno de olores, de ideas, de buenos tiempos. La pampa es triste anfitriona, dura patrona. Tengo miedo de ésta inmensa nada que me gravita, que tal vez algún día diga que también me habita, la nada total, contundente y sentenciosa del desierto. Alcidez Barrankha en Memorias de María Trinchera

A los huérfanos de pueblo nos pasa Que cuando se nos muere un paisano Pensamos Que se nos fue al otro lado También Algo de ese pueblo que por dentro alojamos De eso Que nos alojó rezamos En silencio O a media voz Cuando trazamos en nuestras mentes El destino truncado de no tener ya Un pueblo para habitarlo. Huérfanos de pueblo nos dejaron Futres desalmados Hambrientos del billete Promotores del grillete Nunca han tenido los hombros cansados Aquellos que la vida nos canjearon.


Pero somos los más porfiados Truncamos al tiempo y el espacio Por un mejor bienestar Sí, lindo es estar cuando otrora tuvimos pueblo Mas en nuestros corazones siguen agitados los recuerdos De esos otros momentos Que nos propiciaron un presente perfecto Aunque para la mayoría resulte funesto Y en nada les afecte que seamos huérfanos de pueblo Allá esa gente Acá los que con porfía Sembramos alegría Donde el paisaje escatima Ante cualquier semilla Y hasta cosechamos Con tesón Instalando nuestro colchón Una vida para alimentarnos La imaginación: El futuro. Por eso no es tan triste que nos vayamos Aunque pensemos Que se nos fue al otro lado Algo de ese pueblo que por dentro alojamos Pues A los huérfanos de pueblo nos pasa También Que cuando se nos muere un paisano Recordamos más tierno que antes Nuestro vivo pasado.

Por Pedro Norte Nieto


Cada palabra distintas realidades Palabras que agrietan o rompen Otras que curan y sanan Venenos o remedios En la botica biblioteca Del pueblo en cuestión Donde te dicen hombre o mujer Y de allí en adelante un rumbo u otro Te tienden Y te van diciendo Camina así si eres hombre Siéntate asá si eres mujer No te dejan en paz nunca Mosqueando con sus opiniones Así te van haciendo Con lo que dicen Y con qué de lo que dicen te quedas O con lo que crees que vas siendo mejor O menos malo A eso le llaman educación Sin aclararte nunca la cuestión Te declaran según tal o cuál patrón Y que debes respetar Para re100cito ser alguien Y en la vida ¿Qué cuál? Alguna de esas que te tiran encima Como ejemplo Película tras película Con que te entintan la sonrisa ¿Y de la imposibilidad de vivir quién se acuerda? Sí, de ahí vienen tus dolores de cabeza Y por el tanto trabajo Con que te rebalsas las horas Oscuras turbias y escasas Por las que tanto has estudiado Y endeudado tu poder adquisitivo Que poco o nada ha dejado Para coleccionar juegos de videos o Figuritas de series de animé Y eso Si te dijeron hombre Y fuiste el afortunado El que tuvo el poder De no temer A ser violado Por algún pelafustán hipotecado Por esta muerte a crédito


Con que nos van ganando Engañando Cual servil ganado Cargado en camiones Desde las mañanas al trabajo Mal pagado Cegado son millones Por millones El caudal mar de la inercia Todos los peces envenenados Dejándose arrastrar por la corriente Cuesta abajo Envenenen envenénense Y por abajo a la izquierda Todos acatan estrechándose en acuerdos De terno y corbatas Anudadas las manos a la espalda Frente a un batallón del ejército Custodio del gobierno Que por querer lo mejor para tu pueblo Lo encierra al mismo Lo golpea hasta ablandarlo Volviéndola una buena masa Que traga y todo admite Que nunca cuestiona Que todo lo transa Cuarenta años de opresión En cuatro versos de diversión Ociosa Cada palabra distintas realidades Palabras que agrietan o rompen Otras que curan y sanan Venenos o remedios En la botica biblioteca De tu pueblo engañado Acuclillado sin derechos ni votos Donde te dicen hombre o mujer Y de allí en adelante un rumbo u otro Te tienden Te desatienden si te sientes obediente Si no de cualquier modo te reprenden Sobre todo si eres mujer No es tu mundo Te repiten Restringiéndote hasta en tu propio Cuerpo. Por Flora Acracia


DERRUMBE

Las casas del frente tachan Expresiones/

mi piel

Exclama

Me abalanzo

Para suspender

el humo

Que recorre los escondites

HUMEDADES

Transcurre inevitable Entre las bocanadas Y vuelve a emitir presagios Los suelos Aspiran El olor La huella

RECUERDOS

Las colinas

suben

Nos inclinamos a beber del otoño – ¿o es invierno en las planicies?

Por Claudia Vila


EDICIÓN, REDACCIÓN Y DISEÑO POR:

editorialita lumpen Iquique - $hile, AGOSTO 2018

*** Todas las imágenes de ésta sedición son originales de Taller Patioteka, Iqq - $hile, 2015 – 2018.

PERMITIMOS Y ALENTAMOS LA REPRODUCCIÓN

TOTAL O PARCIAL DE ÉSTA OBRA Y POR LOS MEDIOS QUE GUSTEN «NINGÚN DERECHO / NINGUNA PROPIEDAD»



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