Fanzine poetico flores en la basura sedicion 23 jun16

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SUMARi0

* EDiTORiAL «Historia abreviada del régimen cívico militar que aun nos asusta» por Flora Acracia * KRÓNICALUMPEN «Circunlokios» por el abominable hombre de las pampas * 0PINIÓN «¿Bolaño a la deriva?» por Mar Tazale

* «LA PEQUEÑA NOVELLE» por KarmenARvale * POEMAS varios x poetas varias


El legado más rancio de la dictadura cívico militar es la destrucción sistemática de nodos o espacios de cultura popular y, que, en contraposición a la destrucción de esas formas de relacionarse, de crear y recrear te plantean-imponen una vida de ciudad sin lugares de encuentro, de ciudades como supermercados, donde no hay comunión ni comunidades, donde en las relaciones recíprocas sólo prima el dinero, y donde todo lo que no es del pensamiento ideológico del capital es perseguido, denostado y prácticamente destruido. Y no nos referimos sólo al asesinato de personas, sino que, más específicamente, al asesinato de formas o modos de ser persona. En vez de personas, hoy, somos consumidores, habitando un imaginario de país (un imaginario de vida, un imaginario de cultura) que está totalmente vaciado de todo ello, de cualquier carga que no sea capitalizable, transable, vendible, aceptable por la totalidad de la sumatoria de costos y beneficios. El arte, por ejemplo, como forma de socializar, de compartir, debía-debe ser exterminado, vaciado de cargas contrarias a la ideología imperante. El capital es el sacro-señor-ley, y lxs artistas deben, por tanto, ser emprendedores si quieren sobrevivir-le, gestores que diseñan proyectos que compiten con otros emprendimientos en una suerte de micromercado que organiza don Estado para elegir a los mejores, y estos difundirlos y promoverlos entre la gente de bien, y la cacha de la espada. El legado más rancio de la dictadura cívico militar es ejecutado aun hoy/ y más hoy, estamos atrapados todavía en aquella explosión de acontecimientos que se precipitaronprecipitan cual estampida de torpezas, malas y buenas intenciones, y miedo, mucho miedo, colándose por todos lados, para llegar a la hecatombe del bombardeo de la moneda y de las cabezas, de todas las cabezas, mediante la terapia masiva del shock, maniobra de control, sofisticadísima, para implementar políticas erróneas y criminales, desde entonces hasta mañana, pasando por éste tortuoso hoy que se viene alargando desde el setenta y tres hasta quizá quién sabe cuándo. No puede uno ser diferente al dictamen dictatorial dictado (dicta que dicta) todos los días, todas la noches, por el dictador, pues el dictador no era-es sólo un viejo de mierda rebosante de ídem. No, era-es también el impulso que nos empuja-sigue empujando, de aquel explosivo suceso histórico llamado “pronunciamiento militar”. Donde-cuando lo que pronunciaron fue una bomba. Una explosión tal que aún nos contiene en su onda expansiva. Pero si estamos en democracia perro, dirán los imbéciles, pero sí pero no pero todo lo contrario. Pasa “perros” que no nos hemos librado de la rabia.


Seguimos atrapados bajo el dictamen dictatorial dictado (dicta que dicta) por el dictador insertado (shockeado) en nuestras cabezas, jugando a la democracia con miedo (mucho miedo) de hacer las cosas todavía peor e instigar (así) un nuevo pronunciamiento (una nueva bomba pronunciada-activada por un militar), que nos obligue a pasar por un nuevo shock-trauma. Y en los locales de votación los hay, además, los traumas, aún están ahí, no se han ido, con sus matracas y sus pintas camufladas con civilidad aunque, ciertamente, no son civiles (ni civilizados). Los milicos resguardan los locales de votación pues resguardan la democracia con que nos dejan jugar a que su dictamen (y el dictador) ya pasó-pasaron y podemos (por fin) vivir de otro modo. Pero no. Seguimos atrapados. Secuestrados. Detenidos. Y desaparecidos. En vez de personas, hoy, somos consumidores, habitando un imaginario de país (un imaginario de vida, un imaginario de cultura) que está totalmente vaciado de todo ello, de cualquier carga que no sea capitalizable, transable, vendible, aceptable por la totalidad de la sumatoria de costos y beneficios. Y nos rige un sistema-dictamen que aunque se llame “democracia” no es así. Tampoco es lo que parece. Y perece en cada intento de ser otra cosa. Nos rige un sistema dictado dictatorialmente, una mera transacción entre los ricos y los nuevos ricos, civiles y militares arreglándose los bigotes. Transacción a la democracia que no es, si no al miedo (más miedo) a hacer las cosas peor: por eso es tan difícil tomar decisiones en $hile. Nunca nadie se decide a nada. Todo es tan amarillo, chorrea lo amarillo, y lo amarillo es la salida del cobarde ante el dictamen, de no contradecirlo, no mitigarle ni hacer las cosas de otro modo. El legado más rancio de la dictadura cívico militar es la destrucción sistemática de nodos o espacios de cultura popular y, que, en contraposición a la destrucción de esas formas de relacionarse, de crear y recrear te plantean-imponen una vida de ciudad sin lugares de encuentro, de ciudades como supermercados, donde no hay comunión ni comunidades, donde en las relaciones recíprocas sólo prima el dinero, y donde todo lo que no es del pensamiento ideológico del capital es perseguido, denostado y prácticamente destruido. Y no nos referimos sólo al asesinato de personas, sino que, más específicamente, al asesinato de formas o modos de ser persona. El arte, por ejemplo, como forma de socializar, de compartir, debía-debe ser exterminado, vaciado de cargas contrarias a la ideología imperante. El capital es el sacro-señor-ley, y lxs artistas deben, por tanto, ser emprendedores si quieren sobrevivir-le, gestores que diseñan proyectos que compiten con otros emprendimientos en una suerte de micromercado que organiza don Estado para elegir a los mejores, y estos difundirlos y promoverlos entre la gente de bien, y la cacha de la espada.


Pasen a ver el circo. Venga a ver la rabia aun encerrada, luchando por salir, por volverse legítima. “La violence qui se veut légitime”. Y no hay caso, por miedo a esa violencia en $hile se justifica todo. Todo se abala. Se defiende y tolera. Hasta lo más intolerante se vuelve soportable. Luego hay una sed terrible de esperanza, por una esperanza desmesurada. Terriblemente desmesurada. Y entonces aparecen tipos siniestros como Marcel Claude que encuentran sin escrúpulos gente que les cree y sigue-sirve. Pues en $hile cualquiera que lee unos libros más que la media se siente con la autoridad de decir cómo va la cosa y consigue un séquito, entonces. Lo consiguen, es cierto. En $hile a cualquiera que lea unos libros más que la media se le cree una autoridad (en lo que sea) y se le sigue-sirve. Por medio de esa violencia (y su miedo) en $hile se permite cualquier cosa: la salud que tenemos, gran ejemplo es, de lo desmesuradamente terrible que es nuestro existir bajo el dictamen dictatorial dictado (dicta que dicta) por el dictador insertado (shockeado) en nuestras cabezas. La educación es otra prueba-aberración. La brecha entre ricos y pobres, qué decir. La corrupción otra, que aunque mucho la legalicen o poco investiguen ahí está, a la vista de todos, en forma de edificios, por ejemplo, mal habidos, mal construidos, mal se ven, o como tiendas infructuosas, infructuosas ventas de esto y lo otro, mientras la pasta base chorrea como lo amarillo por todos los rincones, donde monigotes armados hasta los bigotes, pero sin neurona alguna para discernir entre el bien y el mal, hacen sus falsas rondas: ¡Y son los gendarmes! ¡Quiénes velan por el sueño dulce y sonriente de la niña inocente! Que atrofio de vida ¿no? Y se habla tanto de desarrollo que se olvidan qué es lo que quieren tanto desarrollar. El compañero Camus dijo: “¿cuánta acedia, cuánta depresión, cuánta falta de deseo por la grandeza de la vida hace falta para considerarse muerto?”. Ante el panorama de cementerio generalizado que tenemos por aquí… ya es bastante… y son bastantes quienes se rindieron. Nosotres no. Seguimos aquí, “somos las flores en la basura, el venenom en la maquinaria humana”, y si escribimos esto que escribimos no es porque estemos solos ni amargados, es más re bien por lo contrario… y hasta queremos-nos gustaría contagiaros. Veintitrés sediciones nos respaldan. Después de haber pasado a ver el circo, esto les parecerá un paseo. Y si no, pues más mejor para todes.


(Un extraño personaje, un ermitaño, un noctámbulo, vivió no sé sabe cuánto, solo y aislado, en un pequeño refugio, una pequeña caseta de calaminas, en medio de la nada, en el desierto más árido del mundo, atrapado, constreñido, desamparado, tomó algunas notas, éstas fueron encontradas únicamente, llenas de polvo, no había más nada que diera pistas sobre su autor, de quién era, quién fue y dónde estaba entonces, sólo quedaba la caseta llena de polvo, de costras de chusca, vacía de humanidad, pero el contenido de esas notas ahora las reproducimos, para que esa extraña y mustia existencia, no se pierda del todo; a su memoria, salud.)

Primer Circunloquio Obstino el momento tormento la espera de mirar por la ventana a la busca a la siga del siguiente paso atajo entre dilemas que se asumen escruto el horizonte fortuito mala vista y suerte hay sin embargo y me derroto con la esperanza idiota del pobre diablo venzo a su vez con la podredumbre de mi pensamiento obstino los pasos al momento no crucial de secarme esperando que me vengan a buscar que surjan al fin de improviso tras tanta pampa personas como yo aunque empampadas palpables y me digan que vienen a hacerme cierto a volverme real no este simple estornudo de mañana trunca. Segundo Circunloquio Me dejaron desierto vaya paradoja en medio del ídem solo aquí entre cerro y cerro la chusca me apaña empeñándose en neutralizarme hacerme a su estilo parte de su parentela ingrata me cansa solamente con su pesada compañía no la quiero me inquieta mucho con disfraz de nieve con su delirio de invierno caliente. Tercer Circunloquio Las voces son viento confuso calaminas rotas oxidados años madera petrificada y también yo solo desde hace ya a nadie le importa pero ni imploro ni exhalo recuerdos no nostalgio na nada me miro las manos son sonreír soy esto que sigue viendo mirando y da unos pasos mezquinos escuchando al viento que clama tiempos que ya han sido voces por mil un pueblo aquí otro allá otros por todos lados faenando la tierra haciéndole tajos hurgándole la corteza metiéndole mano y y triste muy triste todo muy triste explosiones de piedras explotaciones de carnes sembrando la muerte con disfraz de progreso hombres borrachos delirando bienaventuranzas varias y odios transfigurados de más temores hombres brutos cerrados de pura porfía material materializados por puñados de nada espejismos de vivir bien espejismos gregarios atrincherándoles contra la cara más pérfida de la naturaleza voces de otrora eran entonces caudal fresco de bienvenidas cosechas una tras otra abrían cercaban las oficinas salitreras orquesta de un espectáculo vacío todos cuántos fuimos bailamos la musiquilla rancia de la condena con que los futres nos aglutinaban nos


dividían nos hacían ver pueblos entre la nada hasta un futuro una vida de algún modo cierta espejismo eran no obstante espejismos de fantasmas venideros los de hoy los que hoy hablan animando la noche negra y solitaria decorando de voces al viento confuso de la pampa. Cuarto Circunloquio Angustia es el verso a veces cuando la imaginación se desborda y uno se hace tan poco dique y no contiene nada o algo alguna cosita no hay que convenga como un desplome de la cordura o la emancipación de todos los hielos escribo para no delirarme para hacerme cierto por las mías para a pesar del desolado pronóstico panorama mantenerme deseoso. Quinto Circunloquio Hubo un árbol en aquella esquina y unos niños diversos que jugaban a hacerlo humano tal vez otro niño uno muy alto y tieso y aunque tímido igual deseoso y por eso lo invitaban incluían en el juego se pasaban días en días e incluso algunas noches en tal delirio sano y aprendían cosas buenas y escapaban de cierto modo del incierto mundo en que transcurrían con obstinación de adulto sus vidas Hubo una esquina junto a aquel tronco caído y muchas vidas doblándola y doblándose a sí mismas en sus ires y venires asemejando una cascada inagotable de circunstancias sólo que la perecieron demasiado pronto para alcanzar la categoría de mito de hito de rito hizo un futre cualquiera una firma tal en un papel tanto y bastó para que la esquina pasara a ser un punto cualquiera y perdido en medio de la pampa desnudándola de su disfraz de pueblo poblado urbe y así mirarse ante el espejo de la luna otra vez como en un principio mero punto desértico igual a nada a dos o tres metros o dos o tres kilómetros a la redonda o doscientos o trescientos kilómetros incluso mil hasta dos mil kilómetros a la redonda pues desde aquí bien puede ser que todo el planeta sea como la superficie de la luna tan plana y deshabitada y llena de una luz fantasma viscosa y delirios inexistentes de niños muertos. Sexto Circunloquio Ésta noche tan fría se parece tanto a otras que bien puede ser se me ocurre cualquier otra y yo cualquier otro declarando obviedades ser otro siempre me ha asustado de ahí que le tema al sueño y a cualquier otro rol a asumir en éste horrible hermoso planeta habitado por esos simios sicóticos que nos autodenominamos humanos sin siquiera comportarnos humanamente entre nosotros mismos en muchos casos ni siquiera cuando más se debe o cae del catre hacerlo y ésta noche tan fría se parece tanto a eso que me asusta y cansa de asustarme y no son esas extrañas sombras informes contra la muralla ni aquellos ruidos impredecibles e ignotos ni las alucinaciones que de cuando en vez me asaltan el juicio o ese letargo que suelo confundir con la nunca sabida tranquilidad o es que esta noche tan fría se merece otro nombre comparación condena o decoro yo no sé sólo que quisiera más que nunca volverme pájaro para subirme al cielo pues no hallo otro modo de alcanzarlo que dejándome caer invertidamente inadvertido y sereno como cuando me estrello y doy con el suelo por no ser pájaro sino un mero estropajo humano.


Séptimo Circunloquio Dejar que las cosas sigan su curso sin intervenirlo ni actor ni estorbo sin jugar papel alguno dejarlas que se hagan o mezclen o desaparezcan sin entrometerse ni agente ni trinchera sin jugar papel algunos dejar que las cosas acontezcan ni siquiera mirarlas darse cuenta tomar nota emputecerse o alegrarse sin indiferencia es difícil es duro hasta imposible pero es la paz. Octavo Circunloquio Y yo que puedo hacer sin este frío o ésta soledad estos miedos que me van curtiendo o engañando o deshaciéndome en pequeñas piedras qué puedo hacer sin esta angustia estos dolores ya físicos de mi alma estos delirios ésta alucinación de serme cierto yo aquí ahora qué puedo hacer sin esto que me desespera y que ni siquiera puedo llamarle de algún modo fijo que lo fije para tomarlo manipularlo pasármelo de una mano a otra para pasármelo de un bolsillo a otro creyendo que sé sabiendo que creo en eso otro también de imprecisa categoría y veracidad y que tal vez sólo sea más miedo más porquería que roer cuando no sepa qué hacer con éste frío o esta soledad estos miedos que me van curtiendo o engañando o deshaciéndome en pequeñas piedras ésta angustia estos dolores ya físicos de mi alma estos delirios ésta alucinación de serme cierto yo aquí ahora qué puedo hacer ha ser qué qué ser ser se er r r s s e. Noveno Circunloquio Uñas como palas como trampas para acumular tierra costras de polvo chusca petrificada y pasarle los dientes con asco al final del día y sentir la sal ese polvillo de sangre que me adormece la lengua al sentirla y creo sólo creo me permite salir mentalmente de mi estadio actual de estanco y silenciosa desesperación. Décimo Circunloquio Espiral es la concha otrora guarida de la larva caracol plaga en jardines porfiados milagros en medio del hastío exagerado de nada pequeños oasis de la pampa salitrera escapes a otros parajes el símbolo infinito tatuado vuelto al origen eterno retorno encriptación de toda poiésis cósmica espiral es la concha de la madre de los dioses. Onceavo Circunloquio Pequeños obstáculos cotidianos transgreden el presente gigante de incertidumbre donde uno no es solo ni el abandono total y certero ni el vacío existencial de dos o el resto de la sumatoria invertida de rachas magras para uno uno como uno uno coma uno uno más uno y solo no se está ni en el silencio más rotundo de la ampolleta a media noche quemada de tanto falso fantasma y el delirio oscurecido de la niñez manantiales de mentiras contadas sobre contadas cuentos sobre cuentos luz que ya no está inutilizando un cristal y dos filamentitos de alambra más el ocioso temeroso que contempla callado absorbido en sus miedos en su no soledad de ser solitario y triste eremita pequeño obstáculo de sí.


Doceavo Circunloquio Dormir es un infierno bajo éste sol perpetuo que nos devora a todos.

(Muchas dudas nos dejan éstas notas, estos circunloquios. ¿Por quién fueron escritas? ¿Cuándo? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Tan sólo en una noche? ¿Realmente fueron escritas por alguien que vivió en aquella caseta, por alguien que decidió libremente, o fue obligado, a vivir solo y aislado, en medio de la nada, en medio del desierto más árido del mundo? ¿Por qué son tan escasas las alusiones al día, de verdad era un noctámbulo su autor? ¿Alguien vivió solo de noche en tan inhóspito paraje y redactó éstas notas en su desesperación? ¿Quién era? ¿Qué es lo que hacía ahí, así? ¿En verdad dormía de día a todo sol y de noche se lamentaba y escribía un poco? ¿Escribió más? ¿Sus circunloquios son una obra más extensa y con lo que contamos es tan sólo una pequeñísima parte, salvaguardada de las vicisitudes del clima, de todo lo que escribió su misterioso autor? ¿Habrá más de un autor? ¿Será alguien conocido? ¿Serán estas notas parte de un diario perdido? Shaun Tan en su cuento “Una lluvia lejana” nos propone una interesante teoría de qué es lo que pasa con aquellos papeles recónditos que parecen olvidados por sus autores, escritores fugaces, que, de cualquier modo, se desentienden de su poiésis, y que ésta, sus obras, naufragas y huérfanas, transitan la noche, sólo de noche, vagan el mundo, como el abominable hombre de las pampas, noctambulando su espera fallida, aunque no vaga, se deja vagar por las circunstancias, con las cuales, a fin de cuentas, compone sus circunloquios, ahora los reproducimos, para que esa extraña y mustia existencia, no se pierda del todo; a su memoria, salud. )


Bolaño quedó a la deriva. Dejó a la deriva su obra, más re bien, en manos de su viuda y su albacea y amigo Ignacio E. Quienes se las han ingeniado para irle publicando bocetos, relatos inconclusos y hasta descartados por el escritor. Escritos, en fin, que cuando este vivía y podía decidir por las del qué le publicaban y qué no, no los hubiera autorizado publicar así como así, tal como lo han hecho. Hay un fuego cruzado en todo esto. Ignacio E le carga a la viuda la publicación de “Los sinsabores del verdadero policía”. Ese es su caballito de batalla. Yo soy lector. Así que leí tal publicación. De entrada se nos informa que es una novela inédita. Novela que Bolaño llevaba escribiendo hace la mar de tiempo. Como pruebas (es decir que a la viuda y al editor les huele que están infringiendo algo después de todo), nos muestran citas donde Bolaño indica en diversas entrevistas que está-estaba escribiendo una obra “endemoniada” que hasta entonces se llamaría “Los sinsabores del verdadero policía”. Luego viene el prólogo: “Entre el abismo y la desdicha” de J. A. Masoliver Ródenas, breve ensayo sobre la creación inacabada. Interesante. Como lector pondría este prólogo como epílogo de 2666, en reemplazo del breve e innecesario escrito de Ignacio E. Con el cual, comparto, sin embargo la crítica a la publicación de “Los sinsabores…” pues a todas luces se trata del material descartado por Bolaño para la creación de 2666. Igual Bolaño, antes de publicarle obviamente, pudo haberle sacado más jugo al boceto de “Los sinsabores…”, digo a lo que dejó fuera de 2666. Como también a los relatos cortos que Ignacio E publicó bajo el título “El secreto del mal”. Como buen lector también fui a dar con la lectura de dicha publicación. Con la cual me parece que Ignacio E se pisa la cola. De hecho en el libro parte poniéndose el parche antes de la herida, indicando en una nota preliminar que porque sí, porque se le dio la gana no más, publica los “esbozos narrativos” en cuestión, como les dice, luego de registrar la computadora de Bolaño, y leer todas las carpetas, todos los documentos Word, que dejó el escritor a medio hacer. Puro morbo al final de las finales. Ciertamente nos hubiera gustado mucho que Bolaño no se muriera y siguiera escribiendo por un tiempito más que fuera. Entonces, sólo entonces, “Los sinsabores del verdadero policía” y “El secreto del mal” hubieran sido los verdaderos libros de la más alta calidad que Bolaño soñaba hacer. Pero no. Se nos murió y nos dejó a la deriva. No por sed de plata, sed de imagen, sed de morbo, ahora, porque sí, vamos a querer verle publicado todo lo que él mismo no quiso publicar.


Antes de morir dejó instrucciones claras: esto sí me lo publican y esto otro ni pensarlo. No obstante ya muerto, cooperó no más. Su viuda y su mejor amigo, y qué decir su editor, hicieron las de Kiko y Kako. La cagaron toda. Parecido le pasó a Julio Ramón Ribeyro, con sus memorias “La tentación del fracaso”, publicadas solamente en su primera parte, cuando el escritor peruano aún vivía, las siguientes, luego de que murió, nunca, nunca, nunca han visto la luz pública. Y eso que como Bolaño dejó instrucciones claras sobre su obra publicada póstumamente. Igual uno como lector se hace a la idea no más de leer nuncamente tales obras. Las imagina, a lo mucho, las sueña. A veces motivados por esa sed de leer algo imposible, tomamos un lápiz o nos arrimamos al computador y le damos a nuestras propias palabras, tratándolas de encajar unas con otras y hacer algo que nos de ánimo al leerlas. Así es la vida, no nos la traten de mejorar publicando a la fuerza- a la mala, por favor, señores albaceas y viudas por doquier. Uno sabe arreglárselas, después de todo, es la pega del lector. Uno de los muchos sinsabores en nuestras pesquisas. El secreto del mal, por supuesto, se los dejamos a ustedes, siniestros seres. No por sed de plata, sed de imagen, sed de morbo, es que nuestros escritores y poetas favorites escribían-publicaban. Respeten sus vidas, sus muertes, sus obras, y hagan como los lectores anónimos mejor será: sueñen e imaginen lo imposible, y de vez en cuando tomen el lápiz o arrímense al computador y denle a sus propias palabras, tratando de encajarlas unas con otras, haciendo algo que les de ánimo al leerlo. Entonces, sólo entonces, señor Ignacio E podrá sentir verdadera dicha al ver su nombre en la portada de un libro, cuando publique algo propio. Y para la viuda va el mismo mensaje. Y si sólo les interesan las lucas, pues vendan algo suyo propio también. Déjennos tranquilo a Bolaño, ya tenemos bastante con la obra que él mismo nos quiso dejar. Sabemos que les interesa el Bolaño a la deriva. El perdido, el maldito, pero no, no es así, ustedes son tal cosa, los malditos, perdidos y a la deriva. Chúpense un huevo mejor será. Lo que menos le interesaba a Bolaño era el mercado, la compra y venta de libros, el marketing y toda esa basura. Si se hizo famoso y pudo vivir de lo que escribió fue más casualidad que otra cosa. Sabemos que sin fama ni dinero hubiera escrito igual las obras que nos ha legado. Tenía talento de sobra y una porfía espléndida. En fin, qué más digo. No sé, me canso de decir lo mismo una y otra vez, me canso y me canso, mas no me desanimo. Ojo ahí.


Las miniaturas son necesarias para recordar la pequeñez de nosotros. Si miramos desde otra perspectiva es para aligerar la parte física de la vida, la medible. Ridiculizar lo material, (es así de pequeño y frágil), ridiculizar la vida como objeto, engrandece la vida del alma. El espíritu no tiene límites, no es medible, entra y está en todo(s).

Alejandra Pez Abisal, en “Sobre musarañas y conciencia colectiva”

Lo pequeño contiene lo grande y al vesre también así es. De tanto mirar al espacio exterior mediante cada vez más sofisticados instrumentos de observación telescópica, dará como resultado que los astrónomos terminen mirándose la nuca. Y, entonces, ahí, atravesando su cuero cabelludo y luego el cráneo, encontrarán un universo tanto más infinito que el que motivó sus escrutinios. El espacio interior los saludará dichoso. Y en los pequeños procesos de sus propias cabezas verán contenidos los inmensos procesos del cosmos. Descubrirán que ambos espacios son uno solo, pues no hay interior ni exterior. Y algunos sentirán miedo. Otros, desconcierto total. Y a los menos los desbordará una risa hermosamente infantil.

Alcidez Barrankha, en “Multiverso Funji: Las puertas del Alba”


No sé de qué va mi vida ¡Cresta! Ni siquiera sé de qué va lo que sea. A veces logro pasar desapercibida de pura casualidad ¡Por cuestiones que escapan de mí! Ay! De mi entender, de mi proceder, de lo que quiero y de lo que detesto. Soy una nata de nada. Atrapada, además, en esta sociedad como de telaraña, tan intrincada, traumada, machista y repleta de estiércol por doquier. Gente estiércol, con sus conversaciones estiércol, sobre sus aspiraciones estiércol ¡Qué pesadilla! Y debo despertarme en ella todos los días y algunas noches también, cuando no puedo conciliar el sueño ¡Ay el sueño! Ese único lugar donde puedo escaparme y ser sin ser pero otra cosa, no sé si me explico. Supongo que no. De todos modos no importa. Menos mal que tengo a la Mara. Con ella sí que me llevo bien. Nos complementamos a la perfección. Nos gusta comer juntas, dormir juntas, caminar juntas. Claro que en algún momento también juntas sufrimos y la pasamos mal. Todo por irresponsabilidad mía, claro. Ella no tiene la culpa de nada, si tan solo es una perrita de lo más chiquita e inocente. Pero en aquel entonces yo sólo culpaba a los otros, al ambiente, mis traumas de infancia, a los hombres, toda la decadencia actual. Creía que todos estaban en mi contra y por eso nos iba cómo nos iba. Y la buena de la Mara tanto me comprendía y ¡hasta compartía mí dolor! Un día, sin embargo, una amiga me prestó el libro del “encantador de perros” y en una noche de insomnio terrible lo leí. Al principio no muy convencida. Pero capítulo a capítulo el asunto me fue interesando. Entonces comprendí que mi Mara no compartía mi dolor, si no que yo se lo imponía. Comprendí tantas cosas. Que existe un lenguaje universal: el de la energía. Que los perros y perras son como sensores de esa energía común. Si están alterados es porque los humanos nos hemos desequilibrado. Nos hemos alejado de la armonía en que hace nata la energía universal. Para variar ¡la hemos jodido! Y el caso es volver a esa armonía. Recuperar nuestro equilibrio natural. Y con las perras y perros, como sensores, como compañeros, como hermanos en una misma causa, remediarnos, curarnos ¡sanarnos! Después de la lectura iluminadora aquella, con la Mara hemos estado mucho mejor. Nos hemos fijado horarios que seguimos al pie de la letra. Todos los días nos despertamos al alba, hacemos ejercicio en la playa, volvemos para comer, luego tenemos nuestra hora de amor, dormimos otra vez, más tarde yo vuelvo a lo mío, a pintar cuadros dejados de lado, que su conclusión puede demorar siglos, y a los que con más ahínco debo concluir en el tiempo más próximo, pues son pedidos. Mi perspectiva del asunto sigue bastante difusa. Me siento aun como si todos supieran algo que yo no. Y por eso, veo sus vidas, aunque sean tristes, o hasta patéticas, como un circuito coherente. Mi vida carece de coherencia, salvo por lo que descubrí con el “encantador de perros” y practico con mi Marita todos los días y todas las noches. Pero algo aun no me cuadra, algo no me termina de convencer del todo con la vida.


Una sospecha tal vez, que anido desde bien niña, de que esto que todos llaman vida, así como así, y tan sencillo y grandilocuente o cotidiano o mundanamente, no es lo que parece, no es lo que todos creen: la verdad. Puesto que es más re bien, y cuanto mucho, una suerte de simulacro, de operación DEISI, o sea que un mero ensayo de algo que sí es lo de verdad. No sé. Divagaciones metafísicas bastante confusas que me han sobresaltado desde siempre. Desde muy niña, ya decía. Con todo esto de la energía y la rutina más o menos fija que tengo con la Mara, se me había ido un poco la onda con mi no saber qué es lo que pasa. Me refiero, a que primero el asunto me absorbió tanto, que me olvidé de ese problema mío. Y además ¡me hizo tan bien! Cuando iba a instalarme al paseo Baquedano para exponer mis cuadros, lo hacía radiante, contenta como nunca, ni siquiera pasándome la película de qué pasaría si no lograba vender nada otra vez, cómo lo haría entonces, con la comida de la Mara, ¡con mí comida! Menos mal que heredé esta casa de mi tía abuela Ulda, sino no tendría cómo pagarme una pieza, ¡y tantos gastos más! Pero, por primera vez en la vida, no me urgí con todo eso, con mis carencias materiales, con mi pesimismo, con la tentación, incluso, a seguir fracasando, a darle la razón a mis primas, y todo el resto de la parentela, con que yo soy la que nunca lo logró, y que por eso vive como una rata, en la casa de la tía Ulda, pudriéndome con todo el pino oregón que la sostiene, más o menos, en pie, a ésta triste casa. No me urgí con nada, salí radiante, y estuve bastante feliz, notando miles de detalles que nunca había considerado. Las gentes comunes, los animalitos que son muchos más de los que podría uno suponer para un lugar tan desértico como este. Me fijé en las rutinas de los otros, de los locales de comidas, de los otros artesanos, me fijé sin morbo, contentísima de esos pequeños gestos, de esas pequeñas escaramuzas de lo existencial, de lo que está vivo a pesar de todo. ¡Y me fue mejor! Conseguí pedidos, me compraron un par de cosas. Conversé con la gente ¡como nunca! Me fui enterando de quiénes son mis vecinos de puestos. Gente bastante interesante la verdad ¡hasta me hicieron un par de invitaciones para ir al sur a pasear! Me sentí increíble. Pero nunca lo pensé. Nunca, esta buena onda, la inmiscuí entre mis cavilaciones, tan sólo me dejé ser, me dejé crecer, como canta el flaco inmortal. Y esto anduvo así, haciéndome a su antojo, durante un buen par de meses. Conocí a otras personas, sólo con el ánimo de compartir y conocernos. Nada de jotéos ni planes de conquista o de dejarse jotear y conquistar ¡todo muy sano! Sin embargo mi vacío interior, aunque ya lo hacía empequeñecido, casi inexistente, comenzó a germinar nuevamente, y a crecer, poco a poco. Hasta que una noche en la casa de unos amigos, mientras todos reían y cantaban, compartiendo sobretodo alcohol y marihuana, todo, todo eso, me empezó a parecer soso. Y empecé a aislarme. A convertirme en una araña de rincón. Y cuando me sentí más o menos cómoda en un rincón de ese living lleno de gente joven y alocada, comencé a tejer y a tejer en mi interior, una tela gruesa con la que rellenar mi vacío interior.


En determinado momento abandoné el lugar. Lo dejé como un espectro separándose de otro. Nadie intentó detenerme. Decirme oye Nata no te vayas. Pero la Nata que ellos veían sólo contenía una madeja, tejida a pulso, de nada más que nada. Era una nata de nada otra vez, y me fui así, caminando a casa, como un zombi, como un turri en plena aluciná, y cansada ¡de repente me sentí cansadísima! y mis pasos eran los de un astronauta ebrio, y venga que chocaba cada ciertos segundos contra un poste de la luz. Recordé a Rodrigo Lira. Luego recordé sólo a Rodrigo ¿dónde era que se había metido Rodrigo?, ¿por qué un día dejamos de vernos y nunca me trató de contactar otra vez? ¡Lágrimas para qué las quiero! Me lloré todo el trayecto a la casa de mi tía Ulda, ese molde de pino oregón pudriéndose como si fuera un barco hundiéndose en medio de una noche que nadie ve nada. Y cuando llegué me tiré al piso de la cocina, que es el mismo piso del living y del comedor y de mi pieza, porque la casa es sólo un piso, dividido ilusamente por mis cortinas, y por eso, por vivir como una gitana, tanta gente se burla de mí, y mis pasos, y estaba ahí tirada llorando y sintiendo frío y pena por haberme dejado atrapar otra vez por mi vacío interior, cuando recordé a la Mara, y levanté la vista, y ella ¡tan chiquita! Estaba ahí, mirándome asustada, toda nerviosa, a la espera de no sé qué. Me enjugue mis lágrimas con la manga de la chaleca, y la llamé, y ella vino tan nerviosa, y me dio sus besitos ¡sus mini besitos! Y supe entonces que ella era mi verdadero hogar. Mi lugar en el universo total. Y en vez de darle comida ¿sabes qué hice? Me la llevé a la playa y corrimos tanto ¡pero tanto! Fue liberador. Cuando volvimos a casa le di comida, y luego su hora de amor, y entonces, sólo entonces, tuve paz. Un poquito más que sea, más que fue, porque ciertamente yo no sé de qué va mi vida ¡Cresta! Ni siquiera sé de qué va lo que sea. A veces logro pasar desapercibida de pura casualidad ¡Por cuestiones que escapan de mí! Ay! De mi entender, de mi proceder, de lo que quiero y de lo que detesto. Soy una nata de nada. Atrapada, además, en esta sociedad como de telaraña, tan intrincada, traumada, machista y repleta de estiércol por doquier. Gente estiércol, con sus conversaciones estiércol, sobre sus aspiraciones estiércol ¡Qué pesadilla! Y debo despertarme en ella todos los días y algunas noches también, cuando no puedo conciliar el sueño ¡Ay el sueño! Ese único lugar donde puedo escaparme y ser sin ser pero otra cosa, no sé si me explico. Supongo que no. De todos modos no importa. Menos mal que tengo a la Mara. Con ella sí que me llevo bien. Nos complementamos a la perfección. Comemos juntas, dormimos juntas, caminamos juntas. Pero ella me ayuda sobre todo a mantenerme equilibrada ¡aunque sea de lo más chiquita! Ya no me interesa culpar a nadie de lo que me pesa y pasa, ni a los otros, ni al ambiente, ni a mis traumas de infancia, ni a los hombres, ni a toda la decadencia actual. Me mantengo a la contra, es cierto, rechazando trabajar en alguna tienda comercial, en la minería, oficina de gobierno o lo que sea, sigo en la mía, firme y serena, firme y serena, elucubrando desde mi vacío interior nuevas ideas para pintar, esa es la mía ¡pintar! Y no estoy sola. Me quiero por lo que soy, y soy la alegría y paz que mi perra Mara me refleja con su amor ¡y mini besitos!


YO QUISE DECIR ACEDIA ES LA CALMA Ingrata De la inercia Actual Alta proliferación de doctos en la imagen virtual Armándose caretas Corazas de cristal Bien maquilladas Bien pueden ir a bailarle a la tirana A falta del tirano Siempre en retirada Aunque su dominio es el piano Desde donde nos tocan la tonada Acedia se llama la canción Nos sopla el dolape Mujica** Y con qué callar Que parece pasar desapercibido Es que está dicho Ya está aclarada Toda la situación Y ¿por qué nadie hace nada, entonces? Recitan vocecillas desde abajo ¡¿Cómo que nada?! Protestan los inteligentontos de siempre ¿No leíste mi último libro acaso? ¿Mi último twit?

Dios míos Pero no hubo caso No hubo tregua que valga Porque los niños querían otra teta no más No se les da el pensar en otra cosa Y ahí A esa gran ubre Que encontraron Se colgaron todos De cabeza Como murciélagos desnudos de noche Pues era de día Un día atípico y somnoliento Y doliente Para sus madres y padres Tías tíos y abuelos abuelas Y también para Sus tías abuelas y tíos abuelos Etcétera La canción llegaba a su fin El billullo tira más que una punta de bueyes Y los muelles aquí y allá Albergando gusanos Gusanos al aguaite del zarpazo Y sin nunca pero nunca Y esto es lo más importante Mojarse el poto.


** La acedia, antes de ir transformando su nombre y variando sus vestimentas, antes de ser “tristeza” medieval, “spleen” de Baudelaire, “mal del alma” de los románticos, “espíritu de pesadez” nietzscheano , o la “depresión” que nos rodea, que quizá nos anegue, consistía –consiste- en un desánimo ante la tarea de la vida, no ante este o aquel trabajo, ante este o aquel proyecto, sino ante la vida como tarea, como combate, como aspiración de grandeza, pues tal es la definición de la magnanimidad: aspiración a la grandeza de la vida, o a la vida como grandeza, como algo magno, que siempre exige más porque siempre quiere entregarse como novedad , siempre quiere crearnos para crearse ella misma en nosotros, para trascenderse en virtud de su ser siempre más, de rebasarse para celebrarse. Así, a la luz de la magnanimidad, la acedia aparece como la inerte tristeza del corazón que no puede o no quiere exigirse ya la grandeza, la desesperada sed de una sequedad interior, el sopor de la mezquindad intelectual… como la náusea sartreana o el aburrimiento –la noia- representado por Moravia. Todo eso, y también, la conciencia de que todo eso ya es nuestro corazón, la conciencia de que hemos pactado, tácitamente, ni con lo mucho ni con lo poco, apenas con lo medio, apenas y nada menos que con la mediocridad. En flagrante contraste con lo que esperaríamos, el síndrome de la acedia no es el de la pasividad, el del ocio o el sueño que prolonga a una siesta tropical. Todo lo contrario: la acedia se manifiesta en la inquietud, en el continuo desplazamiento, en la famosa curiositas, en la huida de quien no puede habitarse a sí mismo, quien “no soporta permanecer en su celda”, como decían los ancianos para describir lo que hoy nos rodea: saber todo para no saber nada, ir de uno a otro para evitar encontrarse con alguien, hablar con todos para no decirse a nadie, recorrer distancias para seguir girando... Hemos demolido, criticado todo, la razón hace ya tiempo que muerde su propia cola, la razón critica pero dentro de los límites de la razón, dentro de la razón de los límites, es crítica pero no creación, nuevo cálculo, no imaginación. Crisis del deseo, crisis también de la creación, de sueños, de imaginación. La racionalidad se ha encargado de demoler todas las estatuas, bien o mal, demolidas están. Algo es seguro, algo nos queda como seguridad: hay nuevos y amplios espacios para la creación, está en nosotros que sean espacios vacíos, huecos en lo que pudo llegar a ser, o vastedad para crear, para instaurar nuevas imágenes de deseo, nuevos ideales de la pasión, nuevos deseos para encarnar, nuevos ritmos para latir... La vida puede vivir sin nosotros, vivió fue tierra antes que el hombre la pisara, puede ser vida en estrellas y galaxias aunque el hombre deje de contemplarlas. A la vida le basta la fisura de una roca para brotar, como un plantita que crece en la grieta de un muro, como la vida diciéndose en medio de nuestros muros y naciendo desde nuestros escombros. Ella puede vivir sin nosotros, nosotros no podemos hacerlo sin ella. En nosotros está lo más propio y lo más lejano: desear. En nosotros está el acto más raigal de la esperanza y el primer acto de la libertad: imaginar. En nosotros está realizar el acto más expresivo de la fe en la vida, el que responde a si la vida vale o no vale la pena ser vivida, vitalmente vivida: crear.


COMO UN MAL CHISTE, vienen los señoritos autodenominados poetas a comerse todo el coffe break tomarse el vinito de honor con los canapés y el mango sour qué decir de las galletitas saladas y tan shuper convencidos con lo que les dijo la tía Gladys a todos en la oreja a la oreja como un susurro de surullo seco en el techo vengan cabritos no más al vacile que para ser poeta hay que hacerse un nombre te tienen que conocer y lo mejor para eso es venir a los coffe break De cuanto evento cultural haya esa es la laya lo que la da y alimenta aliméntense también ustedes así engordando la escena culturosa local así mismito también cuando venga otra vez, por ser, Zurita el los reconocerá y juntos podrán hablar en el Astoreca Ahí les digo en la misma mesa codo a codo con aquel profeta y venga que eso es lo que les conviene o qué creen ustedes que la poesía era qué cosa, si no ésta obra que les tengo para ustedes a no ser que sean geniales a lo Julio Miralles pero por eso es que me les acerco tanto para escrutarlos bien tazarlos así a ver si a alguno le hinco el diente pero no, pero sí pasa que a ustedes les está faltando aún más roce más contacto con los que sabemos

con los que ya estábamos con los que hemos ganado los premios no todos, pero algunos premios sí que los hemos ganado y con esfuerzo, desde abajo soportando toda la mierda que a uno le vienen tirando los envidiosos los calumniadores porque saben que uno es de abajo y por eso más cierto más concreto más confraternizado con la realidad si esto no es nah chiste adónde y cómo van a pararse la olla si nadie los conoce si nadie sabe quiénes son ustedes? Por eso yo les digo háganme caso no sean resentidos ni tullidos venga que no seremos Neruda, es decir, no escribiremos como el maestro tal ni como la Mistral pero sí que nos mandaremos buenos vaciles con buenos vinos y buen cocaví yo ya lo vi ya todo eso lo viví así que háganme caso cabros arrímense para mi lado, mejor para no terminar en un cuartito repleto, y rodeados, de viejos diarios


Y SI NO fue a la tía Gladys a quién le creyeron el consejo para terminar esnifándose todo el espejo donde se miran perplejos de toda su pará shuper poética fue porque le creyeron el delirio a cuanto viejo bermejo encontraron haciendo nata entre los aparatajes del andamiaje del gobierno regional venga a ser gestores culturales de pies a corbata como les solicita el gobierno central porque si no, mijitos no se les suelta ni un capital aunque allá por el norte, les dicen, tienen la mano invisible de la minería dulzona para bien condimentar su rico plato de ceviche termoeléctrico y con harto vino blanco para terminar bien lona, así Como un mal chiste vienen los señoritos autodenominados poetas a comerse todo el fondo para el desarrollo regional y el porcentaje restante métale que saque a la veta del dinero fácil proyectólogos para qué los quiero cuando los poetas-gestores se mandan sus buenos emprendimientos venga a hacer plata y dicha a costa de la desdicha presente-futura del mismo suelo del que tan orgullosos se sienten por proceder Como si el fascismo fuera otra cosa digo el chovinismo o lo que es lo mismo el desperdicio de palabras, palabras una dos tres cuatro cinco CIEN.

MORALEJA para las comadrejas no es plata ni imagen ni roce lo que ayuda a escribir puesto que de eso sí va la poesía de escribir y leer y escribir y re leer etcétera… y para publicar lo necesario es voluntad sobre todo no plata… fondos públicos o privados ¡¿para qué?! Autogestión es la ruta.

Por Iris Anarquía


EL MARXISMO ES EL OPIO DEL PUEBLO Y EL ANARQUISMO UN OBSTÁCULO PARA LA ANARQUÍA Porque son rezos nuevos credos derribando a los antiguos religión y política son una misma trama y trampa y trauma porque sólo incendian el edificio que pretenden destruir no lo demuelen los cimientos y estructuras los dejan intactos ya nos lo dijo Max Stirner pero todos rieron de él lo repitió Nietzsche pero todos volvieron a reir luego les siguieron otros cómicos cuál de todos más ingenioso para decir lo mismo pero de otro modo la buena nueva sonando novedosa todas las veces aunque sólo risas devuelven las murallas las murallas con sus orejas tan cerradas como sus mentes y ojos y labios no cesan jamás de imponer todo lo ancho de su cuerpo ahí está la trinchera es cierto ahí ¿dónde más si no? pero son tantas las murallas que han formado un único y gran laberinto un laberinto vivo que va moviéndose y cambiando si bien es siempre una misma cosa


en su interior entre unas murallas y otras las plantas siguen brotando por aquí y por allá las plantas siguen brotando el reino funji también hace lo suyo venga a porfiar venga a seguir naciendo y también por ahí nos escabullimos las ratas las ratas del laberinto royendo leyendo imaginando venga a porfiar venga a seguir creando posibilitando otra cosa Holderlin war nie umnachtet

Por Elra Tound


Desde aquí le veo las pulgas al perro Es como un mar, su lomo, es como un mar, y las pulgas, pequeños, pequeñísimos, delfines, nadando ahí, asomándose cuando salen a respirar, porque los delfines son parientes de los perros, y, aunque las pulgas no sean parientes de los perros, si no que más bien algo así como enemigos de los perros, entes que usufructúan de ellos, están ahí en el perro mismo, navegándolo como los parientes acuáticos de los perros, los delfines, pequeños, pequeñísimos delfines, y éste perro tiene la mar de esos, le pululan por todas partes, y por eso, venga a rascarse y quejarse y moverse, inquieto, pobrecito, de un lado a otro de la pieza, desde aquí puedo ver el panorama completo, su miseria, su existencia tan pesada, cargada de pulgas, pero también miserable por compartir nuestra pobreza material, con nosotros, los humanos que elegimos cuidarle, darle de comer y un lugar donde dormir, venga, algo así como ser su manada, una manada heterogénea, y dentro de sí, me parece un tanto gracioso, pero no tan gracioso como extraño, o ridículo, que en sí mismo, tenga, contenga, guarde, otra manada, una manada salvaje de pulgas delfines, y si los delfines no fueran parientes de los perros, si no que peces,


podría decir que el perro guarda la mar de cardúmenes, pero lamentablemente no puede hacerse tal asociación de palabras, tal juego ocioso del lenguaje y la mente, igual no importa, porque entre el mar, la mar, los perros y sus parientes, tengo suficiente para despejar mi mente durante un buen rato, en vez de pensar en esas cosas absurdas y cotidianas que nos retuercen el coco, esas imposibilidades prácticas y atolondradas e impuestas, por ser, hacer dinero, o lo que se dice, y dicen, a su vez, que es lo mismo, ganarse la vida, como si perdérsela fuera hacer lo contrario, hacer caso omiso de la estupidez general, y usar el torrente creativo que es la imaginación para la no ambición, para el no acaparamiento, solamente, en vez, para darle cuerda un rato, y al mirar un perro, por ejemplo, verle delfines en vez de pulgas, y hacer toda una asociación con eso, una asociación sin utilidad, sin sentido práctico, sin el trasfondo conceptual de hacer dinero, de ser funcional a la maquinaria moderna, al mundo del artefacto, a la chatarra existencial, y, sobre todo,


ni siquiera teniéndose que alterar los sentidos con estupefacientes, si no que así no más, como quién dice, con la mente lúcida, y extendiendo esa lucidez a través del juego suculento de imaginar sin más, porque para eso es que tenemos un torrente creativo, e igual es más sano, así, pasar el tiempo, que atornillándose obligaciones en la cabeza, para terminar como un Frankenstein angustiado y exasperado de obligaciones, compromisos y cuánta esquizofrenia, yo creo que de los perros podemos aprender mucho, de cualquier animal, en general, y en particular, más que de las universidades, centros de capacitación y la concha de la lora, al menos, si es que lo que nos interesa es mantenernos como seres humanos, entonces sí, vamos, adelante, extendamos nuestra imaginación, cumplamos nuestros sueños, en vez, de limitarnos, a cumplir años, año tras año, en una cuenta macabra de logros superfluos y acaparamiento ridículo, vueltos una cifra en la estadística imbécil del recurso humano disponible, o del capital humano a transar.

Por Ericio Batrazio


EDICIÓN, REDACCIÓN Y DISEÑO POR:

EDITORIAL FLORES EN LA BASURA Editorial flores en la basura Iquique - $hile, Junio del 2016 *** Todas las imágenes de ésta sedición son originales de Taller Patioteka, Iqq - $hile, 2015 – 2016.

Permitimos y alentamos la reproducción total o parcial de ésta obra y por los medios que gusten

«Ningún Derecho / Ninguna Propiedad»



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