fanzine flores en la basura núm 28

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fan zine poético

Año5/Núm28/Enero2017

FLORES EN LA BASURA


SUMARi0 * EDITORIAL «Autogestión es nuestro lema» por Flora Acracia

* PUAGHTALiDAD «La histeria es nuestra» Por Mar Tâzale

* CRÓNICA «Divagando» por Ber Tavâjo *CUENTO «Demasiados enemigos» por Patelaucha * POEMAS VARIOS por POETAS VARIAS


“Antes de publicarse, no hay maravilla igual a una revista. Créese que por su influjo variará el rumbo del mundo. Después son mil los trabajos que demanda. Escasea la colaboración, nadie corrige pruebas, cuesta difundirla, no siempre se sabe a qué debe tender. Si se mezcla lo literario a lo ideológico, disgusta a los literatos, y lo ideólogos la encuentran literaria en demasía. ¡Qué difícil es hacerla salir del círculo de los literatos! Los demás casi nunca llegan a saber que existe. Y luego la revista muere. Sin embargo, se mantendría si los jóvenes poetas y prosistas, en vez de ganarse la vida en míseros empleos, se la ganaran acopiando avisos y suscripciones; difundiéndola, escribiendo para ella y ocupándose de los mil detalles del arte gráfico. Lo que en ésta esfera logra un profano, ¿no lo conseguiría mejor el literato?”

José Santos González Vera


Autogestión es nuestro lema. Es mucha la gente que lucha solamente por subsistir, olvidándose a sí mismas, aceptando penurias ajenas, arriendan su tiempo en cualquier labor, ridícula, sonsa, aburrida y hasta bruta, la más de las veces, para tener con qué ganarse la vida, en re muchos casos ganándosela a duras penas, juntando con más suerte que otra cosa, unas cuantas chuchadas que echarle a la olla. Así es la vida, dicta, mientras, el rezo general de las cosas, la dictadura del hacer por hacer, del ser sin entrever las líneas de cables que sujetan unas ideas sobre otras, malas ideas sobre las almas rotas. Y por eso han venido los Pinochet boys con sus cuentos de emprendimientos, empodérese usté compadre y grite viva $hile! Y pescadas de ese tipo, que no obstante han hecho eco en el triste espíritu popular que pisa el palito, así no más, haciendo colas en los burós que el Estado proporciona a lo largo de todo el territorio que dice controlar para capacitarse y postular a sendos fondos que dan pie al negocio propio, pymes aparecen como callampas por todos lados, pobres y más pobres disfrazados con la esperanza sempiterna de la movilidad social. ¿Alternativas a agachar el moño? Por eso la gente se anima a emprender. Pero ¿qué hay de las cooperativas, de organizarse en base a otros principios distantes a los del poder? Qué tal lo de hacer pymes sin la lógica empresarial ni la sacro competencia o la proactividad al cuadrado para cuadrados. Autogestión es nuestro lema. Volver al artesanado, por ejemplo. Y lo dice un connotado como Richard Sennett por si los inteligentontos de siempre vienen a urgirse. Los valores del artesanado son la contraparte total a la ideología del capital, o a “la cultura del nuevo capitalismo” como anota el psicólogo social antes sacado al baile. Pero los jóvenes anarcoquetos se escandalizan cuando se les plantea el tema. Por lejos, encuentran mejor el laburo apatronado que favorece al modelo caricaturizado del rebelde punk o skinhead, en cualquier caso, bebedor de cerveza en el tiempo libre, consumidor exhaustivo de SOMA, para la mente, el cuerpo y el espíritu: la musiquilla de las pobres y tristes esferas. Vale, si tampoco les alcanza para cuestionar sus privilegios masculinos, qué les va a quedar ingenio para subvertir sus cauces hacia otras aguas. ¡Aguas! La paradita de machitos laboriosos (de lunes a viernes) y odiosos desenfrenados (los fines de semana) es más fuerte al parecer. Uno que otro ligue al mes les basta como prueba de que no han errado los pasos, aun cuando vivir en autogestión sea parte de su discursivo corrosivo sueño anhelado y base sobre la cual esgrimir opiniones ácido críticas y cítricas sociales sobre tal o cual tema, en donde humanos de pensamiento medio (sus compañeros de trabajo), median a penas en la repetición lamentable de los opinólogos televisivos de turno.


Justificar la represión del laburo mediante el control de nuestro tiempo es, a todas luces, la derrota total de cualquier anhelo verdadero por ser y de otro modo. Por ello, la autogestión es nuestro lema, y desde nuestras propias vidas, nuestros propios tiempos, y medios para ser y de otros modos. Bifurcación concreta, concretada en cada acto nuestro. Disparidad total con falsas bifurcaciones, como beber cerveza, que ilusoriamente nos alejan distancian del control dictatorial de nuestro tiempo, nuestra vida. Poiésis de crecimiento rizomático contra la hegemonía de la pose y la impostura. Y no es pescada ni pintá de mono modal, puesto que subvertirse es eso y no hacer el paso del cangrejo, vez que se planteen las palabras y las cosas para decirnos cómo nos queremos cómo somos y virar rápidamente hacia la puerta de salida, decir “la vida es otra cosa” y buscar la botillería más cercana para meterse esa “otra cosa” entre pecho y espalda. Imprimiendo ésta revista, en mi propia pieza, los brazos y manos manchados con tinta, hojas por el suelo y sobre los muebles, libros también dispersos por aquí y allá, por debajo de todo eso mi cama, así era como al principio al menos esto se publicaba, y entonces, cuando bien y feliz hubiera recibido manos afines para seguir y mejor, en cambio, me llegaron tristes críticas del tipo “tu no trabajas, tu revista no es un trabajo, es un juego, puro ocio tuyo no más”, y yo pensaba y hablaba: sí, tienen razón. Pero las críticas no menguaban: “esto no vende, no puedes vivir así” y “si no te mantuvieran, entonces verías las cosas como son y hasta ahí llegaría tu revista”, pero yo tampoco menguaba: no, en eso no tienen razón. Lo más triste de todo es que quienes tan amistosamente me conminaban a rectificar mis pasos hacia “la realidad”, “las cosas como son” y “lo que vende”, eran mis propios compinches, afines y compañeros de lucha. Ciertamente se equivocaban y equivocan aun. Mi utopía sigue viva. Hay penurias, cierto es, de cuando en vez, pero nada parecido a la sumisión, la pasividad y la cobardía con que la realidad dicta las cosas como son para venderse mejor. Acatar la derrota no tiene comparación alguna con los tropiezos propios de la vida cuando una elige vivirla y hacerse en ella. Nueve años de flores en la basura nos mantienen del modo que ningún laboro apatronado pueda siquiera suponerlo. Veintiocho sediciones de éste zine lo corroboran, a punta del fuego que por dentro nos late y nos va esparciendo en otras mentes y cuerpas.


“El marxismo es el opio de los pueblos, una de las embolinadas de perdiz más próspera y fácil de repetir. Así que atentis, señoras y señores, que es sencillísimo pisarles el palito, a los pacos de rojo cuando dicen, por ejemplo, siempre tan alarmados, que si no confiáis en ellos los del otro lado quedarán libres para hacer su plan. En tanto, los del otro lado, por su parte, sueltan siempre el mismo discurso, como recurso barato para mantenernos atemorizados. Así, señoras y señores, es como la izquierda y la derecha permanecen unidas, peloteándose el poder. Pero no sólo se parecen entre sí, se parecen sobre todo al actual orden de las cosas. O dicho más claramente: el actual orden de las cosas las favorece a ambas posturas. Por eso la sencillez de pisarles el palito, porque no requiere mucho esfuerzo mental decirse de uno u otro bando. En ambos subyace el fascismo, o el germen que posibilita al fascismo: el autoritarismo. Y la mentira. Para ambos bandos la manera de mediar en los conflictos prima la violencia, el control, el ejercicio del poder jerárquico. Ambas posturas no son ni tan contradictorias ni tan disímiles, ya que son las dos caras de una misma y pérfida moneda. Al barbón fundador de la embolinada de la faz izquierda del poder, como no tenía nada, se le ocurrió refundarlo todo, para así asirse al poder. De lolo se topó con Hegel de quién plagió su perspectiva histórica, claro que como buen hijo del demiurgo, le vertió sendas cuotas de materialismo. Así sustituyó al espíritu universal que se desarrolla a sí mismo en la historia, por la economía, que se desarrolla a sí misma a través de la historia, mediante el escamoteo de los medios y modos de producción, entre una clase dominante y otra clase dominada. Triquiñuela que conlleva a que la humanidad experimente varios estadios de desarrollo, que van desde el comunismo primitivo, y que irremediablemente conllevarán, al comunismo científico. El capitalismo, así, es una suerte de escuela donde la humanidad da con el industrialismo pero debe aprender a usarlo en beneficio de todos y por ello es necesaria una revolución. Así que el barbón armó todo un lote de fieles para su nuevo evangelio. Tenían una buena nueva, sendos libros explicando detalle por detalle el credo: una nueva iglesia espectro se erguía sobre europa y el mundo. Les falló un poquito la puntería, sin embargo. No fue en Inglaterra donde cuajó la cosa. Ahí, el país más aventurado en la revolución industrial. Fue, en su contraparte, en la Rusia campesina donde estalló la revolución, primero, y luego, prosiguió la cosa, en la américa latina india y rural. ¿Le falló la teoría al barbón profeta del nuevo ismo? Pues claro, pero no lo podían reconocer. Debían, por el contrario, ponerse a la cabeza de tales estallidos sociales, no importaba si no tuvieran sustento en sus teorías y cachañas políticas. Lo importante era-es el poder.


Al diablo la exactitud de las matemáticas y el positivismo con que el Capital, esa biblia roñosa del barbón, ilustra muy claramente que la revolución que destrone al capitalismo debe ser así y sólo así, en sí y para sí. Porque los hechos fueron-son otros. Y ya que la ingeniería marxista no dio el ancho, pues, le pusieron bueno a toda la imaginería. Y vamos embolinando perdices, matando por la espalda a los aliados de turno, hablando de vanguardias, hegemonías y la cacha de la espada. El marxismo es el opio de los pueblos, una de las equivocaciones más tristes de la humanidad y fácil de repetir. El modo, en fin, en que el poder sofoca verdaderos estallidos sociales, cambios individuales, proclamas ciertas y concretas contra su dominio, para asirlos al ídem, y así mantenerse incólume y sempiterno. El poder, esa moneda pérfida que los ricos se pasan de un bolsillo al otro. Del bolsillo izquierdo al derecho. Diciéndonos, a las parias que sentadas en la acera lo miramos: Que sí, que ya falta poquito, que pronto, pronto, nos la dejarán caer, que primero adivinemos en qué bolsillo está, ¿izquierdo o derecho, con cuál se comprometen? Así cuajamos todo el engaño, y venga con que lo único que avanza y se desarrolla es el poder. Por eso, aunque mucho se hable de memoria histórica, a pesar de los procesos, en chilito, por ejemplo, ese largo y estrecho pasillo de hospital siquiátrico, llamado país, que lo acontecieron de modo tan decidor, tan paupérrimo y fuerte, ¡cuántas y tantas muertes, vidas sacrificadas, de enseñanzas nulas! Porque a los niñitos y niñitas actuales dele con el marxismo de nuevo. Dele con el opio de los pueblos. Dele con la moneda de cambio del poder. Dele con robustecer aquello que los reprime, con aquello que nos suprime.”

Alcidez Barrankha en “Más allá de la Anarkía”


Hay gente que dice: la minería nos ha formado como norte, no podemos atacarla. Lo que la gente debiera agregar, es: cómo nos ha formado la minería. Cuántas matanzas han devenido de tantas paupérrimas formas de explotación, aprovechamiento y saña. Desde el salitre hasta el cobre y “sus derivados”. Por el E$tado o transnacionales, La minería cuánto ha contaminado, exterminado especies nativas de plantas, animales y microorganismos, atentando, además, contra sitios arqueológicos y sagrados para las etnias locales. Sí, la minería nos ha formado pero de manera lamentable. Inyectando recursos que han servido de alimento para chupópteros y otras larvas del poder político, corruptos varios, que sin vergüenza ni escrúpulos administran el averno minero. ¿Qué hay del agua? Hay mucho que decir al respecto. Ni con sus cien palabras de asco pueden maquillar el desfalco. La minería nos ha formado, es cierto, pero como éste imbunche de derroche y venenos varios. El poder político y su alero, el judicial, han sido sordos, ciegos y mudos, ante las malformaciones que nos contrajo la minería, cual venérea se tratase, nos la inocularon, estando anestesiados por el sempiterno cuento del progreso y el desarrollo. El futre patrón nos pagó el alma con cómodas ganancias materiales. Hay gente que dice: la minería nos ha formado como norte, no podemos atacarla. Esa es la misma gente que agrega entusiasta: y tanto trabajo que dan. Bueno, la pasta base también da trabajo y no vemos si quiera que la legalicen. Qué decir de la prostitución, aunque mucho se le parece a la desesperación, con que se le defiende, a la minería. Hay gente que dice: la minería nos ha formado como norte, no podemos atacarla. Esa es la misma gente que dice: los militares están bien, son necesarios, la paz tiene su precio. Cuando, la verdad sea dicha con todas sus letras: los militares nunca le han vencido a nada. ¿Glorias del ejército? De la FA$H: el bombardeo de la moneda. De la marina, los milicos y las fuerzas de ley y orden: repartirse la torta después de dicho bombardeo. Para la guerra contra la confederación PB no hubo ejército si no una turba enloquecida de huachos pobres y borrachos, comandados por suicidas sin ton ni son. Violaciones y robos a diestra y siniestra sembraron aquellas “gloriosas” jornadas. Luego está la masacre de la araucanía y los innumerables ataques contra la población civil. El ejército de $hile ha matado más chilenos y chilenas que cualquier otro ejército. ¿Glorias del ejército? Sí, claro.


Hay gente que dice: la minería nos salvará, por eso debemos estatizarla. Ésta gente no ha entendido nada. Mucho opio del pueblo, mucha pasada de película bolchevique tercer mundista. Mucho materialismo histÉrico a diestra y siniestra. Sí, a izquierda y derecha, todos pensando en capitalizar, en emprender, en hacer plata, en la movilidad social, en el Kino, el Loto, la Polla gol, gol, ¡goool! goooool de $hile mierda, somos campiones, somos campiones, REPITAN DESPUÉS DE MÍ (retumban los megáfonos del poder): somos campiones, somos $hile, somos libres. La histEria es vuestra y se la hacen chupete. Mientras… los criminales andan sueltos, agreden verbal y físicamente, violan, torturan y matan. Consecuencias judiciales: como no atentan contra la propiedad privada si no contra mujeres; arraigo nacional, firma mensual y prohibición de acercarse a la víctima. En casos extremos: arraigo regional, firma semanal y junto con la prohibición de acercarse a la víctima el compromiso de aceptar tratamiento psicológico. Así, tal cual de patética es la injusticia en $hile. Sus defensores, los defensores de $hile, se escandalizan no obstante con una mujer acusada, de atentar contra la propiedad privada y la vida de un ricachón. Pruebas: no las hay. Testigos: Uno y sin rostro. Claro, la mujer además de mujer es mapuche. Por tanto no tiene derecho a que se dude de su participación en los actos, como a los hombres agresores, que se les tilda de inocentes hasta que el teatro judicial declare lo contrario. La balanza jurídico moral posa inclinada hace varios añosos para un puro lado del orbe. Hay gente que dice: las cosas siempre han sido así por eso debemos aceptarlas. Esa misma gente cree que hay un vacío espacio temporal desde el 11 de septiembre de 1973 para atrás, una suerte de nebulosa compacta de hechos difusos y etéreos, entre los que destacan, solamente: el combate naval de Iquique, el 18 de septiembre de 1810, el 12 de octubre de 1492 y el nacimiento del nazareno el año cero. Otros hitos si los hubo son producto de la imaginación de resentidos y amargados. Para qué decir que los hechos acaecidos entre el 11 local y el gringo constituyen parte concreta del diario vivir de ésta gente. Facebook no existía en aquellos entonces, por tanto no hay cómo se les refresque la memoria. De ahí, que sea tanta la saña y estupidez a la hora de comentar, si no de reflexionar, sobre los hechos actuales: femicidios, conflicto Estado $hileno pueblo mapuche, la lesión de Alexis, el nuevo club de Gary…


A veces creo que todo esto me lo he inventado, esta ciudad, esta gente, sus gestos que cargan tan intempestivamente y si acaso no saben que son sus propias vidas. Que sigo, entonces, arriba en la pampa, de escasos ocho años, jugando con mis poblados imaginarios con calles inventadas, sus determinadas casas, gentes y todo lo demás. De niño podía aislarme totalmente de mi entorno, habitando mi imaginación. Ahora habito, sin embargo, ésta ciudad inventada por otros, aislada de su entorno, pero tan llena de miedos y rabias que no sé, a veces me da por pensar que me lo he inventado todo y sigo niño jugando aunque ya desbordado por la imaginación que solía habitar y que, a su vez, me habitaba. Conforme fueron pasando los años imaginaciones ajenas fueron habitándome, y tan intrincadamente que, también, me desbordaron. Salgo, me alejo de este computador medio estropeado en que escribo, me levanto del borde de la cama, cruzo el umbral de la pieza que me comparte y comparto, doy al patio, lo atravieso con sus cordeles con calcetines colgados y doy un rodeo por el perímetro de la casa hasta el jardín, no demoro más de cinco segundos en llegar a la reja, abrirla y dar con el pasaje, un pasaje que me lleva a otro, el que a su vez deriva en la calle, la primera de tantas que camino y camino en cuesta abajo, hasta el mar, el inmenso y ruidoso mar que año a año se acerca más al asfalto. Sin embargo, sigo aquí, sentado, escribiendo. El mar nos hace creer que se desmorona ola por ola. Su rocío nos inunda y refresca la cara, a los curiosos que le miramos, en tanto, la espalda le damos, al horrible amurallado con que se animan los necios en disfrazar el progreso de la pobreza con la pobreza del progreso. Muralla de edificios que visto desde el mar, claro, sí, muy bonito todo, pero también es bonito el futbol aunque sea un puro odio caldeándonos por dentro. Pero ay! el rocío, la challa de la playa, la infancia de la niñez, la libertad olvidada por el derecho a tenerlo todo. Camino, enredo mis pasos, en la arena pesada. Fría, no obstante. Estoy descalzo y camino por la arena de la playa, mientras me sirvo un poco más de cebada tostada, la bebo, está bien, sabe rica, del computador suena algo del flaco inmortal que me hace pensar en por qué mis dedos son tan torpes y lentos y así como tecleo esto no pueden replicar a Spinetta. Pudo haber sido, ¿no? Lindo destino. Y en lo que sí tengo pareciera que voy sin apuros ni desatinos, tan tranquilo pero no, no es así, o tan así, o tan tan así. Pasa que intento obviar el precipicio. No quiero, me niego a precipitarme. A que eso, que hago como que no está pero sí está, me precipite, me desborde con sus imaginaciones inmensas, o que a mí, al menos, se me hacen inmensas, y yo ya no sepa qué hacer, si tomarme mi cebada o no, si pararme del borde de la cama o no, si seguir tecleando o no, si seguir escuchando a Luis Alberto o no.


De niño por aislarme totalmente de mi entorno, habitando mi imaginación, propicié estos desequilibrios de mi mente, de mi alma, de mi tozudez. El sol pega fuerte, aquí y acá, y también allá arriba en la pampa, donde sigo imaginando que soy un niño de escasos ocho años. Será la presión arterial o la presión social, lo que inclina la balanza psicocósmica un poquito para un lado y otro poquito para otro, y así, entonces, se nos pierde el horizonte, y no sabemos en qué pasos andamos y por qué fue que nacimos y nacimos desde hace ya tantos años. En la micro iba el otro día cuando pensé de improviso que todo esto me lo he inventado, esta ciudad, esta gente, sus gestos que cargan tan intempestivamente y si acaso no saben que son sus propias vidas. Iba por Gamboni con Pedro Prado. La micro se detuvo, dos escolares se subieron. Los hombres en torno las miraron como si aún estuvieran en el café con piernas, descaradamente. Nadie se inmutó. Sólo las niñas, que asustadas apuraron el paso para sentarse juntas, cerca de la puerta de bajada. Yo iba por ahí atrás, silente. Una oveja más, balando para mis adentros, desviando la mirada, posándola en el exterior de edificios tras edificios cegándonos el natural paisaje. Cuando las escolares se bajaron, sin embargo, me puse de pie. Me paré detrás de ellas para eclipsar la mirada crápula de los viejos cochinos. Las niñas bajaron primero, luego yo. La micro siguió sin nosotres. La miré subir iracunda por Maule. Casi olvido a las chiquillas, las busqué con la mirada, no estaban cerca de mí, corrían, corrían calle arriba, mirándome con ráfagas de miedo y tensión. Subieron a otra micro, se sentaron todavía nerviosas. Sus ojos, sus miradas, me quedaron grabadas en las mías, en los míos. No las culpo. Soy un hombre después de todo, y peor cosa no hay dijo Mark Twain. Soy un hombre o eso, al menos, parezco ser. Continué a pie el trayecto hasta la casa. Sintiendo asco por mí, por ser hombre, por ser parte de todos los hombres. Valerie Solanas tenía razón. ¡Qué imaginaciones más desbordantes y controladoras la de los hombres! Castoriadis dijo que las instituciones antes que sociales son mentales. Primero son instituidas por la imaginación de cada cual. La institución de la masculinidad, por ejemplo. Ser hombre como institución. Muy bien podría decir yo, ahora, que las cabritas estaban bien ricas y nada, NADA me pasaría, porque estaría siendo un hombre, un hombre como tal, y eso es lo que me cabe por ser hombre. Si alguien me acusara de absurdo, de crápula, de pederasta, sobre ese alguien, y no sobre mí, caerían las críticas, los dedos acusadores, la conjura de los idiotas. Ese alguien sería sancionado por dudar de mi virilidad, de mi condición de hombre en un mundo de hombres. Tal es el poder de la imaginación… al servicio del control… al servicio de la estupidez. Yo me asqueo, sin embargo, de la situación toda. Me prefiero niño aún, arriba en la pampa, de escasos ocho años, jugando con mis poblados imaginarios con calles inventadas, sus determinadas casas, gentes y todo lo demás.


D E M A S i A D O S E N E M i G O S hace seis años me dijeron que no sería un niño para siempre. fue mi papá quién me dio la noticia, un día cualquiera y estando muy tranquilo. yo no me estuve tranquilo, sin embargo. ni entonces ni ahora, seis años después. la verdad, sólo imaginar tal hecho me revolvió las tripas, me hizo sentir miedo y unas dudas tremendas pero poco precisas. parecido a cuando dejó de venir mi abuela y cuando fue pasando el tiempo y como a nadie parecía importarle su ausencia yo pregunté dónde estaba y me dijeron que andaba de viaje, pero era un extraño viaje, que comenzó a durar muchos años; entonces me sentí igual, asustado y con dudas terribles pero a la vez poco precisas. porque quizá no entienda los por qué. por qué dejar de ser niño, por ejemplo, si se está tan bien así, tan feliz, tan lleno de todo y con un ánimo tremendo por descubrir nuevas cosas o solamente para dormir, dormir sin sentir el peso que tal vez siente mi papá por tener que trabajar todos los días y casi sin descanso. o lo de mi abuela también es un ejemplo, porque parecía que a nadie le preocupaba que haya dejado de venir a casa, si se la pasaba tan bien acá, incluso con mi mamá. no entiendo bien estas cosas, estas como intromisiones de los adultos en mi vida de niño. la verdad es que no les creo que sea preciso que deje de ser niño, como nunca me creí que mi abuela se fue de viaje así no más. los adultos siempre están ocultando algo, siempre están así, es a lo que juegan siempre, a engañarse, a decir cosas malas de personas que nunca están presentes y si lo están entonces no les dicen nada malo, al contrario se comportan bastante bien. me parece que hay algo de falso ahí, de mentiras y engaños. por eso no me gustaría dejar de ser niño tampoco, porque no me gustan las mentiras y los engaños. me cuesta creerle a los adultos, aunque sean mi papá y mi mamá. sólo de mi abuela no recuerdo haber desconfiado alguna vez. en todo caso mi papá y mi mamá no son malas personas, aunque tengan esos juegos que yo repudio. amigos míos también supieron de que no seríamos niños para siempre, aunque ellos se lo tomaron mejor. o sea al principio igual que yo sintieron miedo y las dudas, pero después fue como que lo aceptaron, incluso a varios le pareció una necesidad lo de dejar de ser lo que eran. fue así que supe que la cosa sería peor de lo que imaginé, cuando mi papá me dijo que tenía que saber que no sería un niño siempre, que había otras cosas que saber, que ir aprendiendo para terminar vuelto un adulto “íntegro”. como saber dónde está mi abuela, le dije entonces, y él se estremeció y sus ojos parecieron girarse para dentro antes de que cerrara los párpados y se levantara para dejarme solo en mi pieza. si a mis amigos y a los demás niños de la escuela les parecía “bueno” hacerse adultos “íntegros”, quería decir que irremediablemente me iría quedando solo. y así fue. de mi parte tenía la imaginación, por eso en vez de hacer las tareas y prestar atención en clase me dedicaba a dibujar en los cuadernos de los ramos. como me estaba en silencio sin molestar a nadie los profesores y profesoras creían que yo era de los más estudiosos del curso. y tanto era lo que podía concentrarme en mis dibujos, que incluso descubrí podía ser un excelente método para pasar el tiempo más rápido que lo normal. se me pasaban volando las horas y ni siquiera me daba cuenta si había recreo o si no estaba el profesor y nadie entonces hacía sus deberes y sí hacían guerras de papeles y otros juegos.


de algún modo me fui dando cuenta que todos los demás en el curso jugaban por cumplir, así tal cual cumplían con sus tareas, con saludar de pie cuando entraba el profesor, con levantarse temprano y cuidar sus uniformes, etc. todo lo hacían por cumplir, se me ocurrió que hasta ser niños lo hacían así, porque sabían que no lo serían siempre y no les molestaba, les parecía algo “normal”, algo que debía hacerse sin cuestionar. pero yo lo cuestionaba, porque no me parecía cierto, no me parecía necesario tampoco. la niñez nos mantenía a salvo de las mentiras y engaños de los adultos, y eso, no sé por qué los demás no podían entenderlo o siquiera verlo. a medida que íbamos pasando de un curso a otro incluso algunos comenzaron a vestirse y comportarse como sus hermanos mayores o hasta como sus propios padres. querían hacer lo mismo que los adultos, la parte “buena”, decían. sin embargo eso era una mentira en sí mismo, era engañarse, y por eso en cierto modo ya eran adultos. no los podía entender. aunque antes que desapareciera mi abuela yo había sido igual que ellos. pretensioso y queriendo crecer, no más que entonces yo no sabía que crecer implicaba dejar de ser niño. desde los seis años me fui aislando. la escuela no era un lugar de juegos para mí, o una extensión de mi casa ni nada por el estilo. yo no iba a recrearme sino que a dibujar. pero como no nos ponían sólo notas por dibujar llamaron a mi mamá de la escuela, un día, para hablar de mi “situación”, que era bastante “compleja”. después de eso mi mamá comenzó a enseñarme lo que yo me negaba a aprender en la escuela. ella fue la que me enseñó a leer y escribir y a sumar y a restar. por ella fue que pude seguir avanzando en los cursos sin repetir. porque repetir era seguir más tiempo en la escuela y eso no me gustaba. mi mamá me tenía paciencia y mucho cariño. era severa pero no como los profesores y las profesoras, que a veces parecían enloquecer y de tanto gritar parecían ser solamente lenguas arrebatadas exigiendo silencio. por eso se me hacía fácil entenderla y no “distraerme” con mis dibujos. otra cosa que conversaron con mi mamá en la escuela fue que para los actos me elegirían a mí para todos los papeles centrales, para “integrarme”. así que por la fuerza tuve que aprender a bailar cueca cuando estaban todos los bailes del mundo para elegir y casi todo el curso se anotó en el de Rusia que se veía más entretenido y mejor que los otros. lo único bueno de bailar cueca es que pude estar cerca de una niña, y tan linda que era, aunque no la vi mucho porque si no me podía tropezar entre el escobillado y el zapateo y entre medio de tanta vuelta. a parte que éramos la única pareja en el centro de la cancha de la escuela, con toda la gente alrededor viéndonos, eso me ponía aún más nervioso. después todas las veces que necesitaban a alguien que se disfrazara de huaso para la cueca aunque yo lo hiciera mal me llamaban, por lo menos hasta los diez años fue así. además de hacerla de huaso, las tuve que hacer de arturo prat un par de veces y otras de payaso, y siempre era peor, y yo lo hacía mal pero dale a todos por aplaudirme.


menos mal que después de los diez me cambiaron de escuela, a otra en que nadie me conocía y por eso yo podía escabullirme más fácilmente y hacerme invisible de lo concentrado que me quedaba dibujando. ni los profesores me conocían, creo que nunca nadie se enteró que yo estuve por ahí. y pasaba que todos y todas estaban muy ocupados teniendo que crecer y ser otra cosa. por eso no tuve ningún amigo, y sí muchos enemigos, demasiados enemigos. mis enemigos eran bien amigables, la verdad de las cosas, me invitaban siempre a sus juegos, me hacían parte de ellos, yo era, todavía más, el juego mismo. y el juego consistía en hacerme llorar. antes de mí los niños objetos del juego habían sido otros, algunos tenían menos resistencia y eso hacía que el juego durara menos y fuera más aburrido. conmigo, no obstante, se divertían un montón, mis queridos enemigos, porque yo no lloraba nunca, puesto que estaba muy ensimismado cavilando estrategias para no ser como ellos, nunca. nunca supe, así, de que se trata la adolescencia, aunque sí adolecí bastante en aquellos años en que los niños dejan de ser niños pero aún no son aceptados por el gremio adulto, las maneras en que todos estos, no niños y adultos, malgastan su tiempo, retorciendo sus relaciones en base a imposturas y mentiras. unos aparentando ser grandes, mientras los grandes, los otros, aparentaban lo contrario, para así “ganarse la confianza” de los adolecidos. por aquel entonces trabé menos enemistad con algunos individuos que al igual que yo buscaban empeñados, pero más movidos por la desesperación que por el ingenio, alguna manera de bifurcarse de la vida impuesta. capeábamos las clases, así, y nos íbamos a la playa a fumar marihuana y beber cerveza. como yo entonces ya era más alto que la media y por tener cara de pocos amigos me usaban de comprador en las botillerías que se creían o al menos no les importaba que yo no fuera un niño o un adulto o lo que sea. lo claro era que yo podía comprar alcohol y cigarros sin problemas. era el chiche del grupo. no demoré en percatarme que mis nuevos compinches, no era tanto lo que querían bifurcarse en verdad de lo impuesto. repetían la mar de estupideces adultas. imposturas varias. eran la versión micro del macro circo que era, y que aún es, la vida. entonces, los dejé a la deriva. o eso quise. puesto que no estuvieron de acuerdo en quedarse sin el chiche del grupo. esto derivó en masacre. el masacrado fui yo, claro. eso me salvó, no obstante. que casi me mataran, me distanció de ellos, por lo que me distanció aún más de todo lo demás. con que no supe de fiestas, pinchazos, atraques, paseos, giras de estudio, carretes en la casa de la pola, aniversarios, tomémonos un vinito no más, pichangas, el apogeo del sound, el regreso del tecno, la ola del axé, la nebulosa del funk, la moda del punk, los gorditos nerds haciéndose metaleros, la cascada de otakus, pokemones y otras pestes. no supe ni quise saber nada de eso. seguí visitando las botillerías desalmadas que me vendían alcohol y cigarros, mis nuevos artilugios aceleradores del tiempo, y así, sin pena ni gloria, un día cualquiera me supe fuera de la escuela, fuera de casa, en la calle, literalmente, como antístenes sólo dueño de sí, en un mundo de sombras.


hace veintiséis años me dijeron que no sería un niño para siempre. fue mi papá quién me dio la noticia, un día cualquiera y estando muy tranquilo. yo no me estuve tranquilo, sin embargo. ni entonces ni ahora, veintiséis años después. la verdad, sólo imaginar tal hecho me revolvió las tripas, desde entonces he sido un tipo muy nervioso. aunque sí, desde entonces hasta ahora han pasado la mar de otros sucesos que han acentuado mi nerviosismo. no tener amigos, por ejemplo. ni nada parecido a una pareja. ni siquiera un beso le he dado a alguien alguna vez. mezcla de incapacidades y convicciones. no quiero ser como el resto. estoy herido por una desgarradura que me dio la vida que me dan. o que quieren darme. Se animan, esmeran en darme. pero yo corro, corro de un lugar a otro, de una edad a otra, de seis en seis, y ya tengo tres, y debiera por eso, por tal mistificación, ya partir, irme de aquí, fugarme de la fuga, bifurcarme del desvío que he tomado y que aún tomo vaso a vaso, copa a copa, botellón a botellón. pero resulté porfiado hasta para morirme. nunca imaginé que el lento suicidio del alcohol fuera, la verdad de las cosas, tan lento. mientras, yazco en el suelo, esperando el viaje que a mi abuela le conminaron a tomar a la fuerza, aquí tirado yo lo espero voluntariamente. mientras luzco en el suelo mis harapos, toda mi crítica moral al ser y humano. mal alimentado y mal habido, un ente en franco estado de descomposición pero no desigual al resto, no dispar a sus pares, ¡he ahí mí crítica! he aquí que soy esto que estoy y doy y voy por mí a cuestas, sólo esto, para decirles a todas y todos que no, no seré a su manera. la verdad es que no les creo que sea preciso que deje de ser niño, como nunca me creí que mi abuela se fue de viaje así no más. los adultos siempre están ocultando algo, siempre están así, es a lo que juegan siempre, por eso sé que no me engaño, pues no soy como ellos, y esto que siento, y que me devora con su fuego por dentro, es de verdad, es la verdad, así lo supe siempre, así lo sé. no es engaño, no es mentira, es mi dicha, mi felicidad, fruto que no es cosa, cosificación de la verdad hecha sucedáneo de la verdad, vuelta casa, auto, colegio, trabajo, matrimonio, previsión, imposiciones, letras, créditos, tasa de interés, celular. o bien simulacro de la verdad, confusión como profusión, instinto como intestino, canje de la libertad por el derecho a hacer lo que se les ocurra a diestra y siniestra: ligar, culiar, chupar, tragar, cagar. juegos, en fin, que repudio. y que todos aceptan, sin embargo, sin dudas ni preguntas. a todos les parece “bueno” hacerse adultos “íntegros” y nunca les ha preocupado lo irremediable de la situación, ni quienes nos rezagamos apropósito, porque sabemos que crecer no implica dejar de ser niño. crecer no implica dominación, dinero, engaños ni mentiras. amén diría un cura; yo, a modo de cura, diré: ámense.



Soy tan grande como tu ceguera Mi pecho siempre creció hacia adentro Y arriba, alto No soy copa D Soy copa A, de árbol Sin breteles ni metal Sin límites Inalcanzable a tus necias manos Podrás rallar mis paredes En tu asquerosa búsqueda Pero jamás sentirás la ternura De mi hogar interior Porque ese es nido para aves de fulgor Nido de belleza Soy inmensa como tu ceguera Infinita como tu brutalidad Y voy hacia donde nunca irás Porque mis alas son regalo del sol.

Colibrisa Marina


Miro las blancas paredes a través de mis empañadas ventanas circulares, adentro, en el silencio retumba mi voz que no han callado siglos de miedo, el fuego del corazón evapora las penas acumuladas, no todo soy yo, no todas son mías, se enredan en mis pestañas sin máscara (no dejarán más huellas). Besé a la muerte y me contó su secreto, me contó mi secreto, que egoísta y cruel se escondió hasta de mí. No soy esta carne erosionada por catástrofes antinaturales. Soy el caudal que aprovecha los surcos para fluir furiosa sobre, contra y a pesar de todo. Yo ya sabía que era la voz, la lengua del ave y los insectos de la noche. Eras de heridas glaciares no pudieron apagar mis llamas. Mis llamas te llaman y las tuyas a las mías. Nos sabemos el deshielo. Besé a la muerte y me susurró: espiri ¡TÚ! (ahora sabes que no existo).

Agata Krispi


Escupitajo al cielo Llueve agua bendita Sobre el rostro propio Para hacer arder los pecados Que no son tal.

Recién hoy puedo desnudarme Sin vergüenza, y así Camino sobre las piedras Esas primeras piedras que yo Misma me lancé. Grave error el de la culpa Que no es tal.

Escupitajo al cielo Llueven lágrimas de redención Catarsis para calmar el ardor De las heridas en el rostro propio. Me siento, toco, encuentro. Arranco una a una las piedras incrustadas En los descalzos pies. Descarto lo que no hice Lo que no fue Con la certeza De que lo único tal Es el polvo de estrellas Que soy.

Shadai


Los verdaderos nuevos escritores no están en los eventos de la casa de la cultura ni de la minería dulzona, tampoco en bares travestidos de espacios artísticos (nidos de baratas), menos autopromocionándose por Facebook. No, los verdaderos nuevos escritores como todos los verdaderos escritores conforman una sociedad secreta, que desde las sombras escriben y publican, agitando las aguas calmadas del orbe pasivo y sumiso de los demás mortales. Hoy, los verdaderos nuevos escritores no son publicados por editoriales, grandes o micros, ni asisten puntuales a ferias del libro, encuentros de escritores, cónclaves junto a vacas sagradas ni demás sepelios varios del triste gremio, no. Los verdaderos nuevos escritores publican desde el anonimato, colando sus escrituras, amalgamándolas al torrente ora patético, ora filoso de las publicaciones del internet. Sí, los verdaderos nuevos escritores, amparados en su sociedad secreta, conspiran, como siempre lo han hecho los verdaderos escritores de todos los tiempos, contra la realidad, la agujerean, y contraatacan, una y otra vez, travestidos en blogs de salud ontológica, mística y vegana, en sitios de noticias de todo orden de cosas de este lado del suelo y del otro, en publicidad de los productos más variopintos del ingenio humano, en avisos de futuras, pasadas y presentes catástrofes físicas y de las otras, hacen nata los verdaderos nuevos escritores en estos sitios del internet pregonando lo contrario al status quo técnico científico materialista, esgrimiendo su complot cotidiano contra el desierto que avanza implacable.


Los verdaderos nuevos escritores no adolecen de ego ni apatía, menos de sordera o ceguera para con la verdad (eso que se le escapa a la realidad). No confundirlos (por favor) con los mequetréficos que se autodenominan escritores pero que casi nada escriben (con suerte cien palabras una vez por año, y cobran) y menos leen. Esos que más dicen que hacen y que son la crema de la crema shuper artística culturosa, viste. Estos tristes sujetos abundan y redundan bastante y son shuper fácil de identificar: deje caer un billete al suelo (por ejemplo) y como pájaros a las migas del pan, aparecerán shuper bien vestidos, postmodernos onda new wave darks-bananeros, cámara fotográfica al cuello y resabios de la noche anterior en el rostro de viejo niño pajero. Es muy posible que los verdaderos nuevos escritores ni siquiera existan. Tal vez sólo sean ciertas sus publicaciones de dudosa fuente, alimentando su propio mito o leyenda urbana. Los verdaderos nuevos escritores son un fantasma que crece virtualmente sobre todas las Europas, del norte y del sur del mundo. Pero todavía hay más, pues, puede que detrás de los verdaderos nuevos escritores escriban ocultas y vedadas las verdaderas nuevas escritoras, mujeres clandestinas, infiltradas en la red del acoso total (internet), desentrañando el dominio tras las tarimas y butacas del gran circo gran del grotesco voyerismo del patriarcado, instigando el desconcierto, las patadas (metafísicas) en las molleras para, a lo mejor por ahí, girar o hacer estallar (por fin) las tuercas de la gran mecánica dominadora de mentas, almas y cuerpas.


Las verdaderas nuevas escritoras pululan por la vida y por la muerte, son el miedo reflejado en las gafas oscuras de los hombres que siempre llevan gafas oscuras (puesto que no tienen ojos), son el pesar de estos sujetos al saberse identificados como voyeristas, pervertidos, acosadores, sicópatas: hombres. Las verdaderas nuevas escritoras les apuntan y disparan, y son dispares sus creaciones, a veces de un calibre tal de ingenio que sobrepasan toda expectativa (si la había) y el mundo entonces no parece tan peor cosa. Otras, la calidad no es tan alta pero la certeza del achunte sí que sí. De cualquier modo, lo mismo de sorpresivas son siempre las consecuencias: que otras mujeres alcen la voz destruyendo los miedos que las han curtido por siempre. Nunca siempre es jamás, dicen que dicen, los hombres (embolinando las perdices), las mujeres, no obstante han venido a romperlo todo, hasta eso, y esto otro (desembolinándolas mordaces). No hay declamación que se les vaya. ¿Pero ésta escritura dónde se la encuentra para escrutarla? Dirán y dicen y dijeron los inteligentontos. No hay reclamación que valga. Las verdaderas nuevas escritoras surgen en silencio, ascienden desde los fondos de todos sus fuegos privados hasta hacernos un buen incendio. La literatura como complot contra la realidad. Tal es la consigna para las verdaderas nuevas escritoras. Karmen ARvale


EDICIÓN, REDACCIÓN Y DISEÑO POR:

Iquique - $hile, Enero del 2017 *** Todas las imágenes de ésta sedición son originales de Taller Patioteka, Iqq - $hile, 2015 – 2017.

PERMITIMOS Y ALENTAMOS LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL

DE ÉSTA OBRA Y POR LOS MEDIOS QUE GUSTEN

«NINGÚN DERECHO / NINGUNA PROPIEDAD»



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