Flores en la basura sedicion 29 febrero 2017

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SUMARi0 * EDITORIAL «El mundo del pato Donald» por Flora Acracia

* Dibujo «El viejo canalla»

* Puaghtalidad «In the flesh!»

Por Migraña

por Telúrica Paciencia *KRÓNIKAPUNK: «Paranoia y otros cuentos» por PUNKRÓNIKO

* RELATOS «De la antología: Anónimos por derecho, (La literatura como complot contra la realidad)» por Contrarrealistas diversas * POEMAS VARIOS por POETAS VARIAS


“El miedo y el apuro, una misma viscosidad, me pegotea lo que debiera estar escribiendo. No es tan sencillo huir de ésta página partida, de reunir el material, justificar las justificaciones, de nuestra pretendida victoria contra el tedio y el odio de los otros. Una paradoja anda dando vueltas por acá, sin embargo; o son sólo las moscas mareando a la calor? De todas formas no es el fracaso algo triste, ya lo han dicho otros. Su tentación es la fuerzaexcusa de no hacer las cosas de verdad, las que valen, las que dignifican, los discursos sobre todo, desde la escuela al nicho. Y del trabajo qué decir. Aunque el laburo propio es éste otro, la tentación misma. La tentación del fracaso: la escritura. (Ribeyro es mi copiloto). Por eso bien viene, aunque aparezcan los no, escribir; y no sólo un prólogo sino que el libro completo; y todavía más, publicarlo. Eso es bastante. Bastante más a sólo haber venido a equivocarse. Si bien la publicación, ésta, sea a su vez, una equivocación; pero es que entonces también lo habrá sido escribirlo, o incluso escribir; ya que lo escrito aquí no lo hicimos, en primera instancia, pensando en un público. Y es que tal vez el publicarlo tampoco nos lleve a pensar en destinatarios/destinatarias. El asunto es más bien parecido a sacarse una espina del pie, una piedra del zapato o a la imperiosa necesidad de romper aquella ventana molesta para sobre los vidrios todos rotos terminar bebiéndonos un botellón de vino para celebrarnos. Toda obra-fracaso parte de una acción individual, aunque por ahí discrepan mucho, hasta yo incluso, algunas veces, en que el caso de los libros es otro: Hay una suerte de dique que contiene muchas cosas, el espíritu de una época por decir o de una generación por lo menos; y ese dique vendría a ser un libro, y es lo que soporta a todo lo demás, y por eso mismo cierto señor nos preguntaba en el siglo pesado ¿quién es el autor? Porque puede ser, claro, el individuo… o bien, toda el agua que soporta el dique-libro. Algo así como el contenido del dique fundándolo a la vez de significándolo, porque no puede haber dique, después de todo, aguantando un puro vacío. O a lo mejor sí, y tal sería el caso de éste. Pura cosa individual, dicha así, al descriterio de no asumir ninguna tradición ni con ánimo de fundar otra. Como paridas por la nada y en picada a la ídem. Aunque ciertamente todo esto es falso, pues más allá de nuestro acto individual están nuestras lecturas y experiencias, las cuales no son solamente individuales o aisladas. No obstante el descriterio existe; más acá, donde estamos solas y aisladas, escribiendo sin pretensión más que de alimentar al fuego, en la mar de los casos. Así que para concluir éste inicio no podría decir nada a la manera de los conquistadores descubriéndose a los aborígenes. Ni a la de los aborígenes descubriendo a los conquistadores. Diré más bien una cosa por otra. Aun así quienes lean esto estarán a salvo de lo que nosotras no”.

Del prólogo a La trilogía del fracaso, inédito.


El pato Donald pasó de metáfora a realidad corpórea, Ariel Dorfman y Armand Matelart encendieron las alertas hace la mar de años, además de repartir hoces y martillos a diestra y siniestra. Pero, ¿quién los leyó fuera de la esfera sociológica vinera trasnochá? Nadie. Porque si no al menos no hubiera sido tanta la sorpresa cuando los ciudadanos del imperio decidieron poner en sus cabezas al mentado personaje de Disney, mientras aquí los votantes replican la firma del ¿dibujante?, ¿caricaturista?, ¿millonario?, ¿multifacético?, ¿animador?, ¿industrial?, ¿artista?, ¿español? norteamericano en sus papeletas para poner de manifiesto su enojo con la mala administración del Estado local y sus negocios. No, no hubiera sido tanta la alharaca de que el mundo llega a su fin porque un personaje de tal laya se hizo con el poder público de uno de los países más demoniacos grande y poderoso del planeta. Los pájaros de Aristófanes enterraban en sus propias cabezas los cadáveres de sus padres (cada pájaro era un verdadero cementerio volante). Los gringos actualizaron tal ceremonia, no como lo propuso Nicanor en el país de los sordos hace la mar-la mar de tiempo antes, no, hicieron algo en verdad y en efecto grave: pusieron en sus cabezas y en las de todo el mundo a un dictador. Pero nada es gratuito, esto deviene del fluir de los últimos aconteceres mundiales: el fascismo ha ido creciendo y se cierne salvador por todas las Europas. ¿Acaso no han visto como los discursos nacionalistas son ampliamente valorizados por las masas de todo el orbe?, qué importan el racismo, la xenofobia, ¡la estupidez al cubo! si lo importante es resguardar lo nuestro, lo que tanto esfuerzo nos ha costado construir como para que quienes no nacieron acá vengan a quitárnoslo y contaminarnos con sus crímenes. Dos cruentas guerras mundiales, una sistemática y asolapada tercera llamada con en el eufemismo de “guerra fría” y que comprometió seriamente el devenir de Latinoamérica en su conjunto por la implementación a la fuerza del sistema neoliberal, y una cuarta llamada “contra el terrorismo” que ha significado la masificación de dicho sistema en todo el planeta; no han bastado para que la humanidad repare en el genocidio cotidiano, en la imbecilidad de la violencia ni en la bestialidad del egoísmo. Los planteamientos desde la división de la tierra en trincheras siguen siendo el pregón y derrotero de las autoridades mundiales, que siendo simples mortales inmolan al mundo en sus atrocidades y tozudeces. Cada país es un verdadero cementerio volante.


El fascismo crece desde la oscuridad, inoculándola a diestra y siniestra, aprovechándose del animal humano que no ha aprendido nada de sus tropiezos, y por eso se revitaliza el crimen organizado y el que no. Aún hay gentes que no lo comprenden, tan absorbidos están por la ideología imperante de la felicidad vaciada, la compraventa como sucedáneo de relaciones, del destino sin cometido, de la asedia cual bandera trucha. El término fascismo se aplica a todo sistema político que se caracterice por su rechazo simultáneo del socialismo y del igualitarismo democrático. Progresivamente se establece una dictadura de partido único, censura y represión de libertades, basado en el culto al jefe, a la obediencia y al Estado. Es una doctrina encaminada a la instauración de un régimen jerarquizado y totalitario.

Más acá de Mussolini y Hitler, y Franco y Pinochet, el fascismo se ha vuelto punto de partida común para enfrentar las realidades actuales a punta de perspectivas cerradas y anacrónicas. La delincuencia, por ejemplo, con las llamadas “detenciones ciudadanas”, o en el mundo laboral por medio del compromiso a la empresa, a través de factores identitarios con que los trabajadores acatan políticas de control y hostigamiento (como bajos sueldos), a cambio de la certidumbre que da el sentido de pertenencia a una entidad más grande y fuerte que ellos. La instauración del fascismo, en los últimos ¿veintisiete años?, no ha venido dándose porque un líder llegó a salvarnos, si no por procesos internos de los individuos para aprehender y evaluar la realidad. Esto confluyó por la implementación de la doctrina del shock en tiempos de la dictadura cívico militar, basada en los delirios economicistas y teorías de control de masas de Milton Freedman. Las lecturas del exterior que realizan los individuos operan en cauce de un exaltado valor nacionalista, específicamente por un orgullo de la economía como entidad y logro nacional que constituye un triunfo por sobre otras naciones – economías. El futbol es otro indicador de éste mismo fenómeno. Y canalizador de odio. A raíz de la inoperancia de las autoridades nacionales para enfrentar catástrofes de gran envergadura como terremotos, tsunamis e incendios forestales, el sentir y la crítica de los individuos autodenominados chilenos ha refrendado con altas dosis de gratitud y ceguera la figura del dictador Pinochet, en tanto líder y salvador de la patria. El ensayo: El fantasma de la sinrazón, del poeta Arman Duribe, aborda certeramente ésta cuestión, planteando su hipótesis al respecto de la violence qui se veut légitime, escollo que atraviesa la historia nacional del país paisaje pasillo y su errabundo destino.


Así es como los cahuines mentales y culturales pasan de metáfora a realidad corpórea. Allá en los Estados Juntos algo hubo igual, un caldo de cultivo similar al local que destiló en que determinado personaje se impusiera por las urnas para imponer, en concordancia, políticas corto-mentales y culturales de la misma impronta. Pues sí, la democracia funciona y la voz del pueblo ignorante y triste es el graznido eufórico del pato Donald, el jefe y conclusión del influjo con que el errabundo destino del mundo establece la violence qui se veut légitime por sobre el sentido común, la razón y el espíritu humanista. Por eso en el país paisaje pasillo los gobernantes han hecho nata en la cobardía como virtud principal en las estrategias de sobrevivencia que pregona el statu quo. No llamar la atención es la regla primordial, agachar el moño ante los superiores, mantener las boquitas cerraditas para no acaparar las moscas y, de paso, verse más bonitas, dice la canción común, oh! El asilo contra la opresión. La clase política autodenominada chilena es, en la misma línea, inoperante, en extrema burocrática, populista, desbordada en miedos a que vuelvan los militares. Y los votantes transpiran la misma peste. Por eso, sin asco, votan años tras año por las mismas plastas, en algunos casos por la aspiración pueril de volverse moscas sobre tales fecas, pero más todavía es por pura cobardía a cambiar en verdad las cosas. La lección fue aprendida llanamente. Los autodenominados chilenos desenterraron de sus cabezas al cadáver de Pinochet. Hicieron un equeco con él, un santo patrono ante los negros días en que se democratiza todo lo malo: el crimen, la perversión, el robo de lo nuestro más nuestro. Y responsable de esto obviamente son los partidos políticos que no han sabido administrar el modelo económico. La añoranza por los tiempos negros ennegrecen aún más los oscuros tiempos actuales. Las inoculaciones de fascismo a diestra y siniestra nos mantienen en constante estado de alerta. El militarismo imperante con su perspectiva belicista nos sustituye los pensamientos y sentires por delirios instituidos de antemano por los mismos que se ríen con todo esto, puesto que cuentan con los recursos para vivir sin la incertidumbre que nos autoimponemos día a noche los manos de obra, los votantes, los tramoyas del gran circo gran. Sin olvidar que los sobrinos del pato Donald pululan por aquí, destroncar sus aspiraciones es cruda y profunda etapa y tarea a la hora de bifucar nuestros destinos a cauces más humanitarios y naturales. 29 sediciones aportamos a tal menester, y a la salud de todas quienes llevan un mundo nuevo en sus corazones, ellas las odiadas, las despreciadas, las olvidadas, las negras, las rojas, las asesinadas, las torturadas, las...



En el debate de la carne se suelen olvidar algunos antecedentes. Los tecnológicos, por ejemplo. No hace mucho que contamos con los beneficios de los refrigeradores. Hasta antes de esto el consumo de carne era bastante menos masivo que hoy en día. Y nadie salía a cazar animales para comerlos. Solamente comían menos carne. Hoy la explotación en la industria de la carne es por lejos terriblemente desproporcionada con el supuesto aporte alimenticio que dicen es tanto tan necesario. Es decir, lo que funda a esta macabra industria es un supuesto, avalado, a su vez, por la ignorancia de miles de millones de personas que creen, están convencidas, que el ser humano es un animal carnívoro, aunque biológicamente esté demostrado que no tenemos el sistema digestivo de los animales carnívoros: no tenemos la dentadura indicada ni los órganos internos que se precisan. Por esto es que dos semanas demora nuestro organismo en digerir una porción de carne, la cual literalmente se pudre en nuestras entrañas, ya que es tan mínimo el aporte que ¿qué va hacer nuestro cuerpo?, ¿evolucionar de un momento a otro en favor de una industria desquiciada que tortura y asesina a millones de animales todos los días? Recién en la década de 1990 los refrigeradores comenzaron a proliferar entre la población, en gran parte por la explosión de la globalización del capitalismo. De este modo el consumo de carne pudo generalizarse, pero aún no era suficiente para los demonios detrás de la industria. Comenzaron, así, una campaña para intensificar el consumo de carne del modo totalmente desproporcionado y siniestro como es el actual. Y es tal el impacto que ha tenido ésta campaña que resulta sorprendente todo lo que se debe insistir a la hora de argumentar contra la industria de la carne, como si no estuvieran a la vista los infames efectos que han provocado en la salud de las personas, de los animales y los ecosistemas, tales prácticas nocivas. Tal es también la ceguera con que se pretende defender no sólo a la industria sino que a la pretendida naturalización del consumo de carne. Nunca el ser humano ha sido carnívoro. Nuestros organismos son la prueba. ¿Cuántos más enfermos se necesitan para que lo entiendan?, ya que la empatía con otras especies es casi nula, porque no es sólo muerte en lo que se basa la industria de la carne, también, y sobre todo, es tortura, vejámenes sistemáticos, violaciones a todos los derechos de los animales: ¿Qué hace a un perro, a un gato, a un humano superior a un cerdo, un pollo, una vaca?, ¿por qué para unos la vida es sagrada y para los otros no? Nuestras abuelas, abuelos, padres y madres, incluso, hasta algunas de nosotros, alcanzamos a vivir fuera del mundo de hoy donde los refrigeradores abundan y son un bien tan necesario como masificado. Comer carne era sólo para ocasiones, y esto lo tomaron los demonios para decir que esas ocasiones pueden ser siempre, y por siempre se refieren a ahora, el ahora que nunca se termina, porque aunque se avalen por la muerte a ésta la invisibilizan de manera tal que ni los consumidos ni los consumidores mueren. Al menos no a la vista de la clientela siempre contenta y dispuesta a seguir consumiendo-viviendo. La ideología imperante es una perspectiva vil y enferma, degenerativa, un cáncer cultural. No somos carnívoros, nunca lo hemos sido y para serlos deben pasar varios millones de años, la evolución no puede ser alterada tan fácilmente por el capricho egoísta de unos demonios. ¿Hace cuántos años que la humanidad cocina sus alimentos con fuego? Y ni siquiera a eso se han acostumbrado nuestros organismos. Y son muchos, pero muchos-muchos, más años de los que “llevamos” comiendo carne. ¿Todas las culturas aprueban la carne como alimento? No, hay culturales, ha habido civilizaciones enteras que nunca aprobaron ni aprueban a la carne como alimento.


Porque no somos comida, los animales no somos comida, los seres humanos somos animales, por ende, no nos corresponde comernos a otros animales. Y si bien hay animales carnívoros, estos cazan su alimento, no instauran campos de exterminio como lo ha hecho la industria de la carne. Léanlo otra vez, por favor: INDUSTRIA de la carne, ¿les parece un término amigable?, porque alimentarnos es algo amigable, ¿o no? Y cuando no había cómo refrigerar la carne, hecho no muy antiguo, no hablamos de hace miles de años, sino que hace ¿veinte años? no más, ya lo dijimos, nunca nadie salía cazar, ¿Qué hacíamos? Comíamos otra cosa: vegetales, semillas, frutos y frutas. ¿Cuántos más enfermos de cáncer deben haber para que recapaciten sobre la cuestión? La famosa vitamina B12, nos dicen que sólo la carne nos la da. ESTO ES FALSO. La vitamina B12 es muy difícil de conseguir de forma natural, puesto que se encuentra en la tierra, la crean unas bacterias específicas y si los animales se alimentan en y de la tierra dentro de ellos, es entonces que, encontramos B12. Gracias al buen uso del avance tecnológico dentro de laboratorios pueden fermentarse bacterias y de este modo “preparar” las condiciones para disponer de la vitamina B12 sin asesinar animales. Personas como las de dulzuranatural.cl han dispuesto de estos avances para volver más accesible el consumo de ésta vitamina y, así, liberar nuestra alimentación del sufrimiento animal. Y sí, la tecnología puede y debe estar al servicio de comer sano. Y sí, con comer sano me refiero a no comer animales. Equipararnos a los lobos o leonas que cazan sus alimentos con ir al supermercado a comprar una bandeja de salchichas es algo irrisorio y penoso. Ciertamente hay una ceguera, pues no vemos en los supermercados la cadena de exterminio con que la industria de la carne dispone con sus productos los mercados. Sus productos, es decir los animales, son asesinados cruelmente, son obligados a nacer y soportar torturas y violaciones sistemáticas, lejos de cualquier sentido de dignidad y vida. Para los animales todos los humanos somos nazis. Pero esto no se ve y ésta ceguera impide que la gente se oponga al exterminio horroroso que las alimenta. En lugares donde no es culturalmente aceptado alimentarse de perros se trata con una xenofobia feroz a quienes sí tienen tales costumbres. Se preguntan cómo pueden ser tan incivilizados. Y parten raudos al supermercado a abastecerse para el asado: comen cerdos, pollos y vacas sin cuestionamiento alguno. Jerarquizan las especies, la cumbre se la adjudican para la propia, en los rangos medios colocan a sus mascotas, animales no comestibles, y al final a los que pueden engullirse. ¿Civilizados? Sí, claro. No obstante un perro, un gato no son nada diferentes a un cerdo o una vaca. Puedes jugar con ellos, compartir el tiempo, son afectuosos, te lamerán el rostro y las manos para manifestar su gratitud al igual que los animales culturalmente aceptados para no comerlos. La cultura es un proceso, por tanto es algo dinámico, puede mutar, variar, mejorarse. Si no tendemos a la bondad nada es defendible. Si no tendemos al bien común de todo el ecosistema, no tiene sentido alguno defender modos de vida, culturas, que nos enferman, contaminan nuestro entorno, y que son orquestadas por demonios sin alma que torturan y matan a destajo por obtener ganancias. Tú decides.


Atronan las botas en el pasillo central del siquiátrico, sus mandamases escandalizados por el barullo de los internos convocaron a seguridad, hace cuarenta días que no volvían a atronar las baldosas pero hace mucho tampoco que los internos no habían querido salir. Decían estar ya cansados de tanta locura, que eso no era lo que los mandamases les mandaban a creer, eso no era un país, si ni siquiera para paisaje le daba y no habían colores ¡ESOS NO EXISTEN! Clamaban desde la administración, ¡Y éste rojo que me escurre entre las piernas qué es entonces!, gritaba una de las internas. Pero seamos justos: gran parte del inmueble se mantenía sereno y cautivo. Los revoltosos era unos pocos como siempre Y gritaban: ¡Si los colores no existen qué es este amarillo que devora los muebles! ¡FUEGO!, ¡FUEGO! Clamaban desde la administración, confundiendo a seguridad que entre lumazos y agarrones varios comenzaron a prenderle fuego a las cortinas de recepción. El país paisaje pasillo se incendiaba, mientras algunos internos hacían cadenas de oración rogando a dios y al diablo y hasta a la administración. Los más obtusos replicando el ruido de las botas saltaban de cabeza contra las baldosas del suelo, diciendo: ¡Hace cuarenta días esto no hubiera pasado, Hace cuarenta días esto no hubiera pasado! Los más dementes se mantenían en sus camas pensando: este es un siquiátrico, todo es imaginario, los colores no existen, los colores no existen. Mientras los más cuerdos les acariciaban las sienes y les cantaban así:


“Vuestros hombres valientes soldados Que habéis sido el sostén Nuestros pechos los llevan grabados Los sabrán vuestros hijos también Serán ellos el grito de muerte”. Los medianamente medicados, en tanto, acumulaban baldes con agua, y tasas y ollas y chatas, con gran espanto, aglutinando el comedor, ¡queremos comer!, gritaba uno, ¡tenemos sed!, le seguía otro, ¡traigan más agua!, apuntaba un tercero, ¡no falta nada!, se les unía un cuarto, ¡siempre es lo mismo!, concluía un quinto. El calor se volvía insoportable, en la administración se propiciaba un debate: -

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¿Es el calor o el color lo que decimos que no existe?, es que de tanto decir cosas uno ya no sabe, ¿Cómo no va a saber... si no existe, no existe y si cree que existe no existe también, porque lo que existe no se crea ni cree... ni duda?, ¿Lo que decimos entonces que no existe es porque no existe y no porque no nos convenga que exista?, Verás, si no nos conviene ya no existe, lo que no nos incumbe tampoco existe... y lo escabroso menos. Todo esto me huele a mujer, ¿existen esas? Por lo que sabemos no lo sabemos... por ahora aceptamos que de algún lugar impreciso provienen más locos, obra de la divina providencia tal vez sea, pero yo opino que no, ¡LAS MUJERES NO EXISTEN! ¿Y su madre, señor? Madre no empieces con eso otra vez, lo único que existe, si es que algo existe, soy yo: YO SOY EL INDIVIDUO.

El fuego ardía a todas sus anchas, calcinando estructuras vacías, todos los presentes escapaban volviéndose ausentes que se quedaban, y alegaban en la huida: ¡Todos somos iguales, Todos somos iguales!, ¡vean el no color de la ceniza limpiándonos la locura!, ¡esto es obra divina!, ¡la divinísima providencísima nos cura!


La locura vaciaba las estructuras al color todo quedaba en blanco y negro otra vez, los más obtusos se alegraban y recitaban: ¡Como hace cuarenta días cuando las botas tan sólo se oían y nada dolía y el color no existía! Los más dementes continuaban en sus camas, repitiéndose: este es un siquiátrico, todo es imaginario, los colores no existen, los colores no existen. Mientras los más cuerdos posaban paños fríos sobre sus frentes y con parsimonia le susurraban una olvidada tonada: “el patito chiquito no sabe nadar, Porque el agua salada...”. Los medicados, en tanto, mediana, tamaña, masiva y escasa mente organizaban un campeonato de waterpolo en el comedor, corrían apuestas y contaban con un nutrido público, los de un lado de la piscina hecha con baldes, ollas, tasas y chatas con agua, gritaban: ¡Que viva la cordillera de los andes!, y los del lado contrario les respondían: ¡Que muera la cordillera de la costa! El calor se volvía inaudito, los de seguridad propiciaban la debacle organizando una réplica de la ceremonia del cerro chacarilla cada uno cargando una antorcha de fuego Desde el cielo podía apreciarse el verdadero espectáculo que montaban pues sus sincronizadas coreografías daban vida a formas luminosas que asemejaban las siluetas de animales o indistintamente, letras del alfabeto griego. Desde la administración les aplaudían gustosos, sobre todo cuando formaron una araña de cuatro patas y cuerpo de diamante que luego se abría, convirtiéndose en una suástica que giraba hasta volverse un torbellino que salpicaba fuego y terminaba volviéndose un sol negro.


Lágrimas abrían tímidos surcos en las mejillas arrugadas del administrador, luego de hacer un brindis desde los altoparlantes del siquiátrico sonaron ritmos tropicales y los internos T O D O S ipso facto, comenzaron el bailongo. Felices se tomaban fotografías junto al fuego, improvisaban asados y haciendo el trencito cantaban: “Un día más Qué más da Cuántos se han ido”. Atronan las botas en el pasillo central del siquiátrico, sus mandamases escandalizados por el barullo de los internos convocaron a seguridad, y estos reprimieron con todo, como hace cuarenta días no ocurría. En el país paisaje pasillo de siquiátrico atestado de pacientes impacientes introdujeron docentes indocentes a impartir terapias de electro shock con total gratuidad y muy democráticamente El fuego de otrora constituyó sendos espacios para nuevas aplicaciones como torres de vigilancia más habitaciones y más oficinas y más baños y un hermoso patio forrado en gris no propicio para la imaginación.


VARIACIONES DE UN CUENTO DE MANUEL ROJAS PRIMERA VARIACIÓN por Agata Krispi: Si no me meto a correrlo seguro lo atropellan, pienso que el retamboriáo iba curáo, pienso en el perrito y su arriesgado callejéo. Creo que de los puros nervios perdí la noción del tiempo y el espacio, pero no importa, floto sin rumbo y eso a quién le importa, como a quién le importa el perrito que hubiera quedado hecho bolsa, y como eso veo a la gente que pasa a mi lado, como bolsas llenas de nada, empujadas por el llamado colectivo de tener y a la cresta el ser. Dicen que más vale billete en mano que vivir soñando, pero no les creo ¡No les creo nada!, yo sueño, sí, con que ya no pierdan sus latidos por el agujero de un bolsillo, con que liberen sus almas del grillete que es el reloj con que nos la sigue decapitando el capital, con sus horcas de marca y seda. Pienso en el materialismo, en la materia, en las monedas de mano en mano, en cómo pesan en las chaucheras, en cómo pesa la carne que aunque te vas queda, pienso en mi carne que si me voy queda ¡Ahí está el perrito!, olfateando ese bulto tirado… olfateando-me… acaso dije que floto, ¡¿ACASO DIJE QUE FLOTO?!...

SEGUNDA por Erizio Batrazio: Apuraba el paso de puro gusto para contarte más pronto lo que vi en la rotonda. Subía, por eso, raudo y contento por Los molles, cuando al llegar a Rancagua el conglomerado de gente me importunaba las ansias de verte. Murmuraban sobre un accidente pero nunca lograba ver al atropellado, cada vez se aglutinaba más y más gente, aunque finalmente me abría paso entre la multitud para continuar mi camino hasta ti. Es que quería tanto contarte y ver el efecto de mi relato en tu carita. Desde que lo recuerdo siempre fue así. Yo subiendo feliz por Los molles, imaginando nuestro encuentro. Luego la multitud cercándome el paso, alargando la espera, entre rumores de un atropellado, que sin embargo nunca he podido ver. Finalmente, me abro paso entre la gente y sigo subiendo por Los molles. Mi imaginación hace nata sobre nuestro esperado encuentro. Apuro el paso de puro gusto para contarte lo que vi en la rotonda. Cotidiano ritual de nuestras vidas compartidas. Subo raudo y contento, pero otra vez al llegar a Rancagua el conglomerado de gente me importuna el paso. Murmuran sobre un accidente pero no logro ver nada, no lo entiendo. Así ha sido, sin embargo, desde que lo recuerdo. Yo subiendo feliz por Los molles, imaginando nuestro encuentro. Mi imaginación hace nata al respecto. Espero con ansias ver el efecto de mi relato en tu carita. Desde que lo recuerdo siempre fue así. Yo subiendo feliz por Los molles, cuando al llegar a Rancagua el conglomerado de gente me importuna las ansias de verte. Murmuran sobre un accidente pero nunca logro ver al atropellado, cada vez se aglutina más y más gente, aunque finalmente me abro paso entre la multitud para continuar mi camino hasta ti. Apuro el paso de puro gusto para contarte más pronto lo que vi en la rotonda. Subo, por eso, raudo y contento por Los molles, cuando al llegar a Rancagua el conglomerado de gente…


Compañeros de ruta por Archúndia

Se sonó con la manga de la chaleca tal como si tuviera cinco años pero ya tenía más de treinta. Esperaba a que el perro terminara de hacer sus necesidades. Estaba apoyado junto a la gran máquina que compartían y con la cual recorrían todo el desierto de extremo a extremo. Eran compañeros de ruta y, sagrado, por la mañana, fuera donde fuera que estuvieran de paso, se detenían a hacer una hora de ejercicios. Eso mantenía al perro sereno y a él también lo tranquilizaba salirse de la máquina y desplazarse con su propio cuerpo, a su ritmo, sintiendo su mecánica interna en acción. Para entonces ya habían concluido la hora sagrada, después correspondía que liberarán sus esfínteres para a continuación tomar el desayuno. Él era vegetariano, no obstante al perro lo alimentaba con algo de carne seca. Ingerían abundante agua también, el terreno era férreo opositor a sus existencias, por lo que debían hacerle frente lo mejor preparados posible. Llevaban diez años juntos. Un día detuvo su máquina cuando vio un bulto extraño junto al camino, se bajó para revisarlo de cerca y descubrió con asombro que entre sacos viejos de harina yacía el pequeño cuerpo de un cachorro. Lo tocó con estupor creyéndolo fallecido pero el perrito reaccionó al contacto cálido de su mano y en ese instante todo se detuvo. Fue como si algo hiciera click a un mismo tiempo en sus cabezas. Luego no hubo quién o qué los separara. Todo el encuentro le pareció conjurado por fuerzas misteriosas. Como concertado de antemano por algún destino que aún no precisaba del todo. Y estaba bien, estaba a gusto con el trato, pues el perro era una compañía más que bienvenida y necesaria para su labor tan solitaria y aislante. Diez años de amistad le parecían una eternidad de anécdotas y pequeñas historias, las cuales les gustaba repasar a la hora del sueño. Se sonó con la manga de la chaleca, un gesto que su madre le hubiera reprendido a sus cinco años y también ahora. Poniéndose de pie le chifló al perro. Este, presto, surgió tras una pequeña colina de ripio, abanicando su cola lleno de dicha. Se le acercó y se sentó a sus espaldas, mientras desde la máquina su compañero servía los platos. Al cabo de unos segundos comían compartiendo el silencio inmenso de la pampa.


Poemarrelato

Al avanzar la sordera fui hablando menos, lo que demostró que yo hablaba para mí mismo y no para los demás. Aunque cuando la sordera se erguía cierta y concreta entorno mío fue cuando más pude escucharme. Me oía en todos mis actos y gestos, desde los más mínimos e insignificantes, hasta los más reiterativos y naturales. Mi respiración, los latidos de mi corazón, la comida dándole trabajo a los dientes y muelas, luego a las glándulas salivales y ya después a todo el sistema de tuberías y recovecos de carne y nervios que me componen. Sonidos guturales varios. Todos los pasos de mis monstruos internos recorriéndome día a noche y noche a día, los podía oír mientras la sordera me cercaba el mundo externo: los otros, la naturaleza toda. Ir quedándose sordo es volverse progresivamente más pequeño, es hacerse bolita al modo de los chanchitos de tierra. Así uno va sintiéndose más ínfimo en directa relación a irse sintiendo más a uno mismo por sobre el barullo general del mundo. Tu cota existencial sólo eres tú, y así descubres lo maravilloso y poderoso que es el sentido de la audición. Lo importante y fundamental qué es. Pero cuando se extingue, ya en el proceso de extinción uno sucumbe ante lo relevante que es y se revela abandonado en un mundo, un tiempo y un espacio, totalmente ajeno. Nunca había estado tan en mí y tan alejado de los demás. Nunca me había sentido tanto cuando a la vez ya no sentía nada. Puro presentía. Preintuía. Tan sólo me figuraba, imaginábame todo. Desde lo que la gente me decía o se decían entre ellas, hasta los barullos naturales, el zumbido de una mosca, los ladridos de perros imaginarios a lo lejos,


El derrumbe de la mar océano en forma de olas chocándose con la costa. El viento bailando con las ramas de los árboles. Los pajaritos, grillos y demases bichos. El tráfico imbécil de vehículos. Los pasos de los fantasmas por la noche. No oía nada y por eso todo me lo inventaba. Mi imaginación fluía y me servía de refugio ante la incapacidad de ser como todos los animales. Por eso cuando lanzaba los platos contra el piso y las ollas contra las paredes me reía tanto, porque mi simulacro imaginativo me procuraba el resguardo de no parecer un loco ante mí mismo. No obstante, los demás conmovidos por mis actos, me trajeron al sanatorio. Aquí me mantienen a salvo de seguir rompiendo toda la loza, los electrodomésticos y los muebles de la casa, producto de mis experimentos para poner a prueba mi imaginación. Y debo decir que las cosas iban bastante bien. Los sonidos imaginarios eran verdaderamente convincentes en la mayoría de los casos. Tuve algunos inconvenientes, claro. Por no oír, en realidad. Como los reclamos de los vecinos, esos no me los pude imaginar porque no supe de su existencia hasta que echaron abajo la puerta los de la fuerza pública. Las sirenas de la ambulancia y los coches policiales tampoco me los pude imaginar porque no supuse que estuvieran encendidas cuando tan poco cordialmente me conminaron a subirme y a trasladarme así. Menos el sonido del teléfono o la voz de mi madre por medio del mismo, porque no la podía ver, diciéndome que estuviera tranquilo, que todo sería para mejor, que me portara bien para que me trataran del mismo modo. Después vino mi hermana y me anotó toda la historia, digamos la anécdota, en una hoja de papel y así pude enterarme de estos asuntos. Sólo entonces, por ende, mi imaginación hizo su parte del trabajo.

Por Ber Tavâjo



A las abejas la miel se les hace escasa Y por eso estrellan su hambre contra el amarillo Del portón de la casa Que me deshabita con sus silencios de esperas A las llamadas pertinentes Que me signifiquen largarme de una buena vez De éste simulacro de escarcha Y es charcha La rima y la situación Porque pensaba en no errar más las cosas Desarreglarme y vivir fuera de la mirada familiar Pero al igual que las abejas Me estrello completa Y repleta De confusa desesperación El hambre me empaña el instinto El apetito por ser y de otro modo Y no aquí y ahora Si No Que Aquí Y Ahora Pero el mismo portón que a las abejas Mi mismo camino Me tranca Estorbándome las ganas Por salir a vivirme Libre y loca Serán cosas no más Me pesa la tradición familiar y nacional De temerle al cambio A las aventuras La incertidumbre diaria de saberse finita E infinita Portadora de ésta vida Éste respiro Pero canalizadora de tantas muertes Estos no respiros Y me escabullo sólo cuando sueño A los periféricos contornos del abismo Con que me habito Por el pesar de estar despierta En un mundo que no quiero.

Iris Anarquía (A)narkía


MANOSEO Manoseadas las letras Manoseada la risa Manoseada la carne Mano osada La que escribe Para no enloquecer Cuando ya es demasiado tarde. Mano osada que aprieta Y tuerce la manoseadora mano Del destino Que repleta de desatino no usรณ Alguna vez de alfombra. Mis manos son รณrgano textual ร rgano sexual Que dan a luz estas palabras Mal paridas Lejos del contraste Entre el bullicio que soy Y el silencio que quieren Que sea. Agitadas manos agitadoras Revolotean como los mil pajaritos Guardianes de los secretos De este manoseado mundo.

Colibrisa Marina


BREVE TRADUCCIÓN FALLIDA En un parque de botellas flores Guitarras zigzagueaban a lo lejos De murmullos rostros silentes que Sin ojos chorreaban un líquido blanco y mortecino Inundando el lugar de seres batracios y reptantes Que me decían en un idioma de subsuelo Que saltara la página Sáltatela niña Me gritaban Y el puente de mi mente certidumbre Me tragaba los movimientos Porque era todo un espanto y a la vez Era nada Pero pegajosa y etérea Un ruido sordo mejor dicho Cadáveres de rostros repetidos Repletaban el horizonte marsupial de soles armadillos Y yo corrí tras los ojos negros que de improviso saltaban De una página a otra y de un lomo a otro Y mi deseo era el vuelo trazo de pinceles sangrantes Que decía mi madre vendrían una noche a rescatarme Del triste balar de los hombres Pues mi humedad no les sería dada a ellos Ni por toda la miel espuma del sol mundo Salté del desván así Desencajada total y mente de la mente total Y desavenida del tiempo En mi propio espacio caí volcada líquido Bañando mi cuerpo en los gemidos propios Resplandecí Soy mi oro repetí cual tartamudeo de las hojas al viento sur Soy la paz sin apellido ni promesa Rota.

Karmen ARvale


CICLOS

Cerca de mi cayó su carne Quité todas las capas, Las tiré, mordí, Tragué, sentí. Así veo la semilla Crece la vida en espiral Al sol que somos Que es la misma estrella De la que me escondo Tras la caricia fresca Color verde ser. Ya no veo la semilla Porque me cubre su sombra Libre de tiniebla. Beso eterno al soplo de esta sombra Y a sus pies Que me componen.

Shadai


EDICIÓN, REDACCIÓN Y DISEÑO POR:

Iquique - $hile, Febrero del 2017 *** Todas las imágenes de ésta sedición son originales de Taller Patioteka, Iqq - $hile, 2015 – 2017.

PERMITIMOS Y ALENTAMOS LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL

DE ÉSTA OBRA Y POR LOS MEDIOS QUE GUSTEN

«NINGÚN DERECHO / NINGUNA PROPIEDAD»



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