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CÓMO CONSTRUIR UNA CULTURA ÉTICA / Nuria Marin
CÓMO CONSTRUIR UNA CULTURA ÉTICA
Uno de los cursos que más ha contribuido en mi formación fue el de Ética en medicina, impartido por la escuela de teología de la Universidad de Harvard. Ya como abogada y mientras estudiaba una maestría en gobierno, el tema me resultaba apasionante.
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Aprendí sobre la difícil toma de decisiones en momentos entre la vida y la muerte, cuál es la fórmula ética de asignación de un órgano entre pacientes que morirán sin él, la diferencia entre la eutanasia y el derecho a una muerte digna, la locación de recursos finitos en tiempos de crisis, un tema muy actual en esta era de pandemia.
Son varias las razones que me hacen traer el tema de la ética en estos momentos: una diversidad de casos de corrupción en mi país (Costa Rica) y en la región, los retos éticos que plantea la tecnología y la convicción de que la reputación es el valor personal y empresarial más importante.
Como líder de un grupo empresarial y con esta convicción en mente, una prioridad es la incorporación de las mejores prácticas de la gobernanza corporativa que fomente una cultura ética en la toma de decisiones, de ahí que me resultó interesante y de lectura obligatoria el artículo en el Harvard Business Review Building an Ethical Company: Create an organization that helps employees behave more honorably, (Isaac H. Smith y Maryam Kouchaki, noviembre-diciembre 2021).
Los autores parten de la realidad de que el aprendizaje ético es producto de un largo proceso en donde la rutina, los manuales y los códigos de conducta son insuficientes. Echan mano de la neurociencia para validar cómo las personas recurrimos a modelos mentales preexistentes en la toma de decisiones y cómo estos resultan obsoletos si no existe una práctica continua de actualización.
Brindan recomendaciones de cómo la alta gerencia puede construir una cultura que le permita a los colaboradores estar preparados para enfrentar los dilemas éticos cuando estos se presenten, mediante el entrenamiento experimental, la creación de espacios seguros para la discusión y la reflexión, la institucionalización de discusiones de grupo sobre ética y el ayudar a desarrollar las habilidades que respondan a plantear a los colaboradores: qué valores representan y por cuáles acciones quieren ser recordados al morir.
Una empresa que abrace la ética en su cultura resulta más atractiva para todos. Para los trabajadores, el orgullo del propósito y valores impregnados en su lugar de trabajo; para los inversionistas, las mejores prácticas como salvaguarda a su inversión, y para los accionistas, está demostrado cómo la impregnación ética reditúa en una cultura de creación de valor.
NURIA MARÍN RAVENTÓS
PODER FEMENINO
Empresaria y analista
@Nuria_MarinR