sabía bien, pero algo muy claro tenía y es que debía regresar a dónde fui creada. -- ¡Pero qué rayos…! El cohete comenzó a sobrecalentarse. Tenía que reaccionar rápido o acabaría achicharrada, junto con los demás perros. Recordé: “botón amarillo: abrir; botón rojo: escape y autodestrucción”. Aturdida por los efectos de estar en el espacio y el caos, con los perros corriendo desconcertados, alcancé a ver el color brillante de aquel botón amarillo. Con todas mis fuerzas salté para apretar algún botón. En cuestión de segundos observé un azul que aún resplandecía en el fondo del tablero. ¿Qué será? Recordé que el camarada Serguei siempre me hablaba del azul, de lo lindo que es, de la tranquilidad del mar, de lo inalcanzable del cielo de ese color. Todos queremos el azul, me decía… el azul. ¡Ese botón tenía que tocar! Horas después, los ciudadanos rusos, asombrados, miraron hacia el cielo. Mi cápsula parecía un meteorito; la población corría asustada como si se tratara de una réplica de la extinción de los dinosaurios. Mi cápsula cayó. Cuando salí de la nave, me encontré rodeada de soldados. Empecé a gritar por el miedo que sentía. Uno de los soldados apretó el gatillo de su arma; apuntaba hacia mi único amigo, Serguei, quien se encontraba a poca distancia de mí. Un disparo limpio entraría por su espalda. Corrí lo más rápido que pude, salté para tratar de salvarlo y caí junto al cuerpo agonizante de mi amigo, el camarada Serguei; los soldados creyeron atacaría, comenzaron a disparar con tino certero. Todo acabó por fin.
6