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La buena nueva

Aún no eran las siete cuando sonó el teléfono. Estaba en la parada del ómnibus. Has ganado una beca de creación, dijo la voz. La parada llena de gente que zumbaba y miraba a los relojes. Felicidades, dijo la voz. He ganado, pensé. Es la primera vez en mucho tiempo que gano algo, pensé. El ómnibus se detuvo frente a nosotros. La gente comenzó a aglomerarse para subir. He ganado, pensé. El camino me pareció interminable.

En casa está mi marido. He ganado la beca en el extranjero, le digo. Un abrazo giratorio. Mis piernas flotando en el aire de la sala. Ojalá pudiéramos salir a celebrarlo, dice. Pero yo no necesito más festejos que esta alegría de tenerlo cerca de mí. Cómo fue tu día, pregunto. Mal, responde. No me dieron el trabajo, otro llegó antes. No te preocupes, digo. En realidad, me alegra que no te lo hayan dado.

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Luego de la demolición del museo de arte contemporáneo todo ha sido más difícil.

Mi marido consigue trabajos temporales y mal pagados. Cortar el césped. Pintar la fachada de edificios. Vigilar almacenes. Fregar platos. Estibar grandes cargamentos. Cargar cubos para llenar tanques de agua. Las manos se le han llenado de ampollas y callos. La piel se le ha vuelto morena. El sol le va dibujando lunares cerca de las coyunturas. Y sobre los dedos. Unas finas arrugas han comenzado a crecerle cerca de los ojos. Y sobre la frente. La espalda se le ha endurecido. Otras cosas también se le han endurecido. Está más delgado. Quizás más pequeño. Me duele ver cómo se consume. Un hombre como él no merece hacer lo que hace. Un intelectual. Un conocedor del arte. Graduado en historia del arte. Lo miro y le digo, no tienes que hacer esto. Él me sonríe. Me besa la frente. Yo hago lo que tenga que hacer por esta familia, dice. Pero no hace falta, digo.

Con mi sueldo es suficiente. Ningún sueldo es suficiente, responde. Al menos desde este lado de la vida.

Mañana temprano tiene que estibar un cargamento. Insectos de campo que arriban a la ciudad de la luz. El trabajo con insectos es complicado. Sacan sus tenazas. Muerden la piel a través de las cajas metálicas. Despiden sustancias tóxicas que arden sobre la piel. En la estación un tren de carga lleva las cajas repletas de insectos. Muchos mueren en la travesía. Los insectos muertos son enviados a los vertederos de insectos de campo. Los insectos que sobreviven llegan revueltos por el miedo de la muerte que pasa su lengua áspera por la superficie de las cajas metálicas. Mi marido no sabe qué hacen con los insectos que sobreviven. Lo suyo es llevar las cajas de un lado a otro. En la calle se dicen muchas historias. La superpoblación, dicen. Se habla de grandes mataderos. De platos exquisitos y ricos en carbohidratos. Se habla de animales del zoológico. Osos hormigueros que necesitan alimentos. Calderas que necesitan material de combustión. Se habla de insectos que combustionan.

Mi marido se limita a mover el cargamento de un lugar a otro. Las cajas sobre su espalda conocedora del arte. Mi marido tiene un olor agrio en las tardes, cuando regresa cansado y calienta el agua en una hornilla eléctrica, para que cuando yo regrese nos bañemos juntos.

En el telediario mencionan mi premio. La periodista de silicona dice mi nombre y el nombre de mi libro. Ha sido muy rápido. Pero nos ha alegrado. Es como si el arte aún les importara. Luego pasan a noticias más sensacionales. Mi nombre y el nombre de mi libro revolotean por el aire de la sala. Apagamos la tele para que los sonidos no los asusten. Hubiera sido bueno grabar la noticia. No sabíamos que iban anunciarla tan pronto. La inmediatez. Es una pena no tener la grabación. Por suerte trabajo en la plataforma Primicia. En mi trabajo debe estar almacenada toda la televisión que se ha transmitido desde la instauración del sistema. Se supone que no debo sustraer flujos de video para consumo propio. Va en contra de las políticas de seguridad. También contra los derechos de distribución. Si alguien se diera cuenta yo estaría en serios problemas.

Se consideraría robo de los recursos de la empresa. Hay sanciones establecidas. Amonestaciones públicas. Suspensión de empleo y sueldo por tiempo determinado. Sustitución de empleo por uno de menos remuneración por tiempo determinado. Expulsión de la empresa. Presentación ante tribunales legales. Todo depende del matiz que quieran darle en la empresa. Del grado de empatía del que se goce en la empresa. De la opinión que tenga el jefe de la empresa. Por suerte los programadores de la plataforma

Primicia gozamos de cierta ventaja. Es habitual revisar las grabaciones para comprobar su calidad. Es habitual llevar el trabajo para la casa. Las grabaciones son parte del trabajo, por supuesto. Mañana conseguiré el video. Nadie va a darse cuenta. Nadie sospechará de mí.

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