UNIDAD 2
El Relieve español.
I. II. III. IV.
Características generales. La variedad litológica. El proceso de formación geológica. Las costas españolas.
IES Emilio Muñoz Cogollos Vega (Granada)
Unidad 2: El relieve español
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Unidad 2. El relieve español. 1. 2. 3. 4.
I.
Características generales. La variedad litológica. El proceso de formación. Las costas españolas.
Características generales.
Como ya veremos en los distintos elementos que componen la Geografía de España, en el relieve debemos comenzar diciendo que presenta una gran diversidad que no ofrece igual en ningún otro país europeo. Esta diversidad llevó a Eliseo Reclus1 a definir a España como “un continente en miniatura”. Sin embargo, pese a este conjunto tan diverso y ricamente contrastado que es España, podemos establecer, siguiendo a Luis Solé Sabarís, 2 algunos rasgos comunes a todo el territorio y muy característicos de él: 1. La forma compacta y maciza de la Península Ibérica, con estructura trapezoidal y costas escasamente recortadas, aunque está rodeada en sus 6/7 partes por mar. En su contorno no hay grandes entalladuras que faciliten la penetración desde la costa de la brisa marina, lo cual limita la acción termorreguladora del mar y da lugar a que el clima interior sea continentalizado, con inviernos fríos, veranos calurosos y escasas lluvias todo el año. Sólo Galicia, presenta algunas entalladuras. 2. La elevada altitud media. España se encuentra a 660 metros de altura sobre el nivel del mar, altitud sólo superada en Europa por Suiza con 1.300 m. Esta altitud no es el resultado de la presencia de altas cimas y de la existencia de grandes y elevadas cordilleras, sino a un conjunto central elevado, la Meseta, más que a la existencia de altas cordilleras. La península es, pues, un espacio de altiplanicies elevadas. La Meseta es un gran bloque plano basculado en su mayor parte hacia el Atlántico, con una pendiente media de 0.3 % hacia donde vierten las aguas la mayor parte de los cursos fluviales. 3. La disposición periférica de los relieves peninsulares, que ha de entenderse en un doble anillo de montañas. El primero, más interior y en relación con la Meseta y un segundo, exterior y en relación con el contorno de la Península, en cuyos límites se encuentran las principales cordilleras españolas: Por el Norte, la C. Cantábrica con altitudes de 1.000 a 2.500 m a escasa distancia de la costa. 1
Élisée Reclus (1830 - 1905), de verdadero nombre Jacques Élisée Reclus, es un geógrafo francés que fue miembro anarquista de la Primera Internacional. Sus tratados sobre geografía humana y geografía económica están entre los mejor elaborados en la historia de estas ciencias. 2 Solé Sabarís, Luis: El relieve de la Península Ibérica, en Geografía General de España. Ed. Ariel. Barcelona, 1.986.
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Por el E., aun cuando el salto no es tan brusco, hay que salvar los escalones de la C. Ibérica. Al Noroeste, las C. CosteroCatalanas, de altitudes modestas, paralelas al mar, que constituyen una muralla que aísla la llanura interior del Ebro. En el S., la Béticas se yerguen junto a la costa, sobrepasando los 3.000 m en Sierra Nevada. Sólo el valle del Tajo escapa a estás características. El resto de la Península se ve afectado por estas circunstancias de la siguiente forma: a) El aislamiento de la Meseta, el difícil acceso hacia las altiplanicies centrales, tanto en lo que se refiere a comunicación como a influencia climática del mar. b) Los ríos que nacen en estos rebordes montañosos se ven obligados a salvar grandes desniveles en corto espacio, adquiriendo carácter torrencial y están dotados de gran fuerza erosiva que emplean en excavar profundas gargantas. Además, no son aptos estos ríos, tanto por la longitud, como por el desnivel, para la navegación.
II.
La variedad litológica.
Tiene, la Península Ibérica, en las diferencias litológicas, una de las causas principales de la diversidad del paisaje. Así, en la Península se distinguen tres grandes zonas litológicas3, que se corresponden con áreas estructurales de formación e historia diferentes: la Iberia Silícea; la Iberia Caliza; y la Iberia Arcillosa. II.1. La Iberia silícea. Ocupa el tercio occidental de la Península extendiéndose por el zócalo de la Meseta, el Macizo Galaico, el Sistema Central, los Montes de Toledo y Sierra Morena, más algunos puntos en la zona axial de los Pirineos, las altas cumbres de Sierra Nevada y núcleos aislados del Sistema Ibérico. Estructuralmente esta zona se corresponde con la Iberia de los macizos antiguos. Por tanto está formada por materiales paleozoicohercinianos y algunos precámbricos como el granito, gneis, cuarcitas, pizarras, mármoles, etc. Este material da lugar a formas falladas, pero siempre muy erosionadas. Así nos encontramos, penillanuras, mesetas. II.2. La Iberia caliza. Está formada por sedimentos mesozoicos que se plegaron en la Era Terciaria. Los terrenos calizos forman en la península una Z invertida que se inicia en una parte de la Cordillera Costero Catalana, continúa por los 3
Esta clasificación fue realizada por Eduardo Hernández Pacheco, en su obra “Síntesis fisiográfica y geológica de España”, publicada en 1.932.
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Pirineos, los Montes Vascos, para culminar en la parte oriental de la Cordillera Cantábrica. Desciende por el Sistema Ibérico, de noroeste a sureste, donde enlaza con el extremo oriental de las Cordilleras Béticas, por las que continúa hasta completar la citada Z invertida. Predominan las rocas calizas, aunque también abundan conglomerados, areniscas y margas. Estructuralmente se corresponde con cordilleras modernas, formadas durante la orogenia alpina. Son, por tanto, relieves caracterizados por las grandes alturas y las acusadas pendientes y desniveles. La topografía del área procede de las características de la roca caliza. Ésta es una roca dura, de ahí que los ríos formen gargantas profundas, pero también es una roca permeable, lo que origina un típico paisaje kárstico (estalactitas, estalagmitas, dolinas,…). II.3. La Iberia arcillosa. Está constituida por materiales sedimentados muy poco resistentes a la erosión como arcillas, margas, yesos, etc. que se depositaron a finales de la Era Terciaria y durante la Era Cuaternaria. El área arcillosa se extiende por las cuencas sedimentarias interiores del Duero, Tajo y Guadiana, y por las depresiones exteriores, Ebro y Guadalquivir, hoyas interiores de las Cordilleras Béticas, llanuras de la submeseta Norte y Sur y llanuras aluviales costero-mediterráneas. El relieve arcilloso es básicamente horizontal de llanuras y páramos ya que son terrenos no afectados por plegamientos posteriores y se erosionan rápidamente por la blandura de sus materiales, por eso, en los medios semiáridos, la erosión puede originar una densa red de barrancos conocidos como cárcavas y badlands. La topografía se caracteriza por un paisaje de suaves ondulaciones. Es el paisaje de campiña, terrenos arcillosos-arenosos, muy buenos para la agricultura, que tiene su modelo más representativo en las provincias de Córdoba y Sevilla. II.4. Estructura geológica de la Península. Llamamos conjuntos morfoestructurales a aquellos relieves cuyas formas y evolución están estrechamente relacionados con la estructura geológica. Teniendo en cuenta los rasgos generales de relieve, es decir, el tipo de roquedo, la evolución geológica y el modelado, podemos distinguir en la Península Ibérica tres grandes conjuntos morfoestructurales: 1. Macizos antiguos, integrados por las montañas de altitud media, con cumbres aplanadas y ocasionalmente reducidas a penillanuras, como corresponde a la gran acción erosiva que han experimentado en el transcurso de los tiempos geológicos. Los materiales constituyentes son paleozoicos, y fueron plegados por la orogénesis herciniana y deformados por el plegamiento alpino. Integran el zócalo del relieve peninsular y fueron objeto de un rejuvenecimiento como consecuencia del plegamiento alpino. Ofrecen
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ejemplos de relieve apalachense4. Los mejores ejemplos son Sierra Morena, Montes de Toledo y Sistema Central, que fueron rejuvenecidos por el plegamiento alpino. 2. Cordilleras alpinas, de grandes alturas, surgen tras el último gran plegamiento y están formadas por materiales jóvenes, fundamentalmente calizos que presentan formas de origen glacial. Se integran en el ámbito de las grandes cordilleras que circundan el Mediterráneo en todas sus riberas (Alpes, Apeninos, Cárpatos, Cáucaso, Atlas,…) y hallan sus mejores representaciones en los Pirineos, en gran parte de la Cordillera Cantábrica y en las Cordilleras Béticas, las cuales se formaron por la compresión de las placas sobre los materiales depositados en el mar de Thetis. 3. Depresiones. Hay dos tipos: a. Interiores: Se corresponde con fragmentos hundidos del viejo zócalo paleozoico, que han sido rellenados por los aportes sedimentarios, cuyos mejores ejemplos son la Cuenca del Duero y La Mancha. b. Exteriores. Las situadas entre los bordes de los macizos antiguos y las cordilleras alpinas, que ocupan antiguos golfos marinos o brazos de mar surgidos de los movimientos alpinos, igualmente colmatados por los aportes sedimentarios. En este caso, estos aportes son procedentes de las cordilleras alpinas recién surgidas, poseen gran altitud, materiales blandos y, en consecuencia, son fácilmente erosionables. Son las depresiones del Ebro y del Guadalquivir.
III.
El proceso de formación.
El relieve actual de la Península es el resultado de una larga evolución geológica en la que se han alternado fases orogénicas, durante la cuáles los materiales que componen la actual península Ibérica se ven afectados por la orogenia herciniana durante el Paleozoico y la alpina durante la era Terciaria, con otras fases de calma, como durante el Mesozoico o el Cuaternario, en los que predomina la erosión y la sedimentación. Vamos a ver esta larga evolución por etapas: 1.
Precámbrico. Hace más de 600 millones de años. Se produce la Orogenia Cadomiense. Emerge una banda arqueada de noroeste a sureste formada por pizarras y gneis que comprendía la actual Galicia y puntos aislados sobre los actuales Sistema Central y Montes de Toledo. Este macizo precámbrico fue arrasado por la erosión y cubierto casi en su totalidad por los mares paleozoicos.
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Tipo de relieve formado en rocas sedimentarias, bastante antiguo y, por lo tanto, muy erosionado y convertido en una plataforma de erosión, pero que ha sufrido en épocas más recientes un levantamiento general (a escala regional). Toma su nombre de los americanos Montes Apalaches. Ver en Conceptos Generales de Geomorfología.
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Era Primaria o Paleozoico (hace unos 300 millones de años). De los mares que cubrían la mayor parte de la actual Península surge el Macizo Hespérico a través de los movimientos orogénicos hercinianos. Al finalizar los plegamientos, en el período Carbonífero medio, la erosión arrasa estos nuevos relieves, convirtiéndolos en penillanuras.
3.
Era Secundaria (hace unos 200 millones de años). Fue un periodo tranquilo donde predomina la erosión y la sedimentación de los materiales arrancados a los terrenos paleozoicos erosionados, pues las tierras emergidas se organizaban en dos áreas continentales (Laurasia y Gondwana). Entre ambos se sitúa el mar de Thetis. También se producen transgresiones y regresiones marinas.
4.
La Era terciaria (hace 65 millones de años) es una era muy compleja y activa. En ella se produjo la orogénesis alpina. Los procesos que se producen en ella los podemos resumir así: a. La colisión de la placa africana contra la euroasiática da lugar a los Pirineos, las Cordilleras Béticas y las Cordilleras Costero Catalanas. b. Los materiales antiguos y quebradizos del centro y oeste de la Península se fragmentan en bloques gigantescos (horst 5 y graben6) levantando el Sistema Central y Montes de Toledo. c. En los bordes, surgen la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y la flexión del zócalo que da lugar a Sierra Morena. d. Se bascula la meseta hacia Occidente, jerarquizando la red hidrográfica. e. Al pie de los macizos se forman depresiones, antiguos golfos marinos o brazos de mar que se colmataran desde finales del Terciario en adelante. Son als Depresiones del Ebro y del Guadalquivir. f. Se cierra el estrecho de Gibraltar, aislando el Mediterráneo, que se abrirá un millón de años después, separando definitivamente Europa y África. El movimiento alpino también rasgó el fondo marino del Atlántico haciendo emerger rocas volcánicas que originarán las Islas Canarias y el reguero de archipiélagos de formación parecida como las Azores.
4.
En la Era Cuaternaria (uno o dos millones de años hasta la actualidad) estamos ante otro periodo erosivo, por lo que domina el modelado sobre la orogenia. Los fenómenos más destacados fueron el glaciarismo y la formación de terrazas
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También llamado pilar tectónico o macizo tectónico, es una región elevada limitada por dos fallas normales, paralelas. También llamada Fosa tectónica, es una larga depresión limitada en ambos lados por fallas paralelas levantadas (horst) entre las cuales el terreno se ha hundido por efecto de fuerzas internas. 6
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fluviales. El glaciarismo afectó a las cordilleras más altas dando lugar a glaciares de circo y de valle, y cuando se fundieron los hielos dieron lugar a pequeños lagos.
IV.
Las costas españolas.
Para completar los rasgos básicos del relieve peninsular debemos hacer una alusión somera a las características de las costas españolas, tan importantes para nosotros desde el punto de vista económico. Para empezar debemos dejar claro que entendemos por costa. Así, la costa es el espacio límite entre la tierra y el mar constantemente transformado por las corrientes marinas, el oleaje, la abrasión y las fluctuaciones del nivel del mar. Como ya hemos señalado anteriormente, las costas españolas no presentan sinuosidades ni entalladuras, salvo pocas excepciones como en Galicia, de ahí el carácter macizo de la Península. Para estudiarlas, podemos dividir la costa española en dos grandes dominios correspondientes al mar y al océano que la bañan: las costas atlánticas y las costas mediterráneas. IV.1. Las costas atlánticas. Dentro de las costas atlánticas podemos situar hasta tres secciones distintas: 1.
La costa cantábrica. Se extiende desde el río Bidasoa, que marca la frontera con Francia, hasta la ría de Foz en la provincia de Lugo. Tiene carácter rectilíneo, pero con acantilados y pocas playas, ya que la cordillera va paralela al mar. Encontramos accidentes geográficos entre los que destacan: cabos, como Machichaco, Ajo y Peñas, y rías cortas y estrechas. Las más importantes son las de de Villaviciosa y Bilbao.
2.
La costa atlántica gallega: Las rías gallegas. Se extiende desde la Estaca de Bares hasta la frontera portuguesa. Es la sección de costa más ricamente articulada de todo el litoral peninsular debido a la existencia de las rías. Son formas geológicas que designan una de las formas que puede adoptar la desembocadura de un río y se forman cuando un valle costero queda sumergido bajo el mar por la elevación del nivel de agua. Es un brazo de mar que se interna en la costa y que está sometido a la acción de las mareas. Se dividen en Rías Altas y Rías Bajas, teniendo al Cabo Finisterre como límite entre ambas.
3.
La costa atlántica andaluza: las marismas del Guadalquivir. Se extiende por 294 Km. entre la desembocadura del Guadiana (Ayamonte) y el Peñón de Gibraltar, en lo que conocemos como Golfo de Cádiz. Incluye la desembocadura de los ríos Guadiana, Tinto, Odiel, Guadalquivir, Barbate y Guadalete. Es el tramo de
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costa baja y arenosa más extenso de toda la península y constituye la parte más deprimida de la Depresión del Guadalquivir. En esta zona se encuentran las marismas, colmatación del antiguo Lacus Ligustinus romano. Las desembocaduras de los ríos son un buen ejemplo de estuarios, que se forman debido a la intensidad de las corrientes marinas. IV.2. Las costas mediterráneas. Son más extensas que las atlánticas, ya que éstas acogen el extenso tramo de la costa portuguesa. Se extienden desde el Peñón de Gibraltar a la frontera francesa y en ellas se pueden distinguir hasta cuatro sectores diferentes: a. El sector Bético: Comprende el tramo de costa desde Gibraltar hasta el cabo de La Nao (Alicante). Rectilíneo desde Gibraltar al cabo de Gata pues se corresponde con la cordillera Penibética, que va paralela al mar y que se hunde a la altura del cabo de Palos (Murcia). Este tramo es una costa de acantilados determinados por la cercanía de la cordillera. Sin embargo, las formas abruptas alternan con extensos sectores de costa baja, y la potente erosión ha permitido una estrecha llanura litoral casi continua en muchos tramos. Desde el Cabo de Palos al de La Nao el litoral está condicionado por el surco intrabético que forma el entrante del golfo de Alicante. Al Norte, la Subbética con las alineaciones prebéticas han conformado los cabos de La Nao y San Antonio. b. El litoral valenciano: el Golfo de Valencia. Comprende desde La Nao al delta del Ebro. Es una amplia llanura que desciende hacia el mar desde la Cordillera Ibérica y en la que destaca la Albufera de Valencia. En la costa abundan las tómbolas, islotes rocosos unidos al continente por istmos arenosos. c. El litoral catalán. Muy contrastado a lo largo de sus 552 Km. como consecuencia de un relieve interior tan variado como el catalán. Acoge el delta del Ebro (Tarragona), gran llanura aluvial, triangular, alargada de E a O. Abundan las lagunas y albuferas y la inestabilidad del cauce provoca meandros abandonados y brazos antiguos. Se formó después del último período glacial. Sin embargo, también aparecen zonas acantiladas provocadas por la proximidad de la línea litoral de la Cordillera Costero Catalana. d. La costa brava gerundense es abrupta y rectilínea. Debido a la poca dinámica de las aguas mediterráneas, en los entrantes hay pequeñas playas rodeadas de promontorios rocosos.
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