Evita baila tango

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música

FUCSIA

Evita baila tango

FOTOS: CORTESÍA IMAGIKA PRODUCCIONES.

E

va Ibarguren, hija ilegítima de un hacendado, vivía humildemente con su madre y sus cuatro hermanos en el campo. María Eva Duarte era una adolescente que utilizaba la seducción para iniciar una carrera en el mundo de las radionovelas y el modelaje en la capital. Eva de Perón, primera dama de Argentina, fue una mujer vestida de traje sastre, abrigos de piel y llena de joyas. Evita, la revolucionaria, luchó por la igualdad social y de género. Evita, la santa de los trabajadores, murió a los 33 años. Todas ellas crearon a Evita, el mito. Evita fue una mujer aguerrida pero sensible que a finales de los años cuarenta e inicios de los cincuenta conquistó el corazón del pueblo argentino, de los “descamisados”, pero que causó repudio en las clases sociales altas por el manejo clientelista y paternalista de los fondos públicos. Hoy es un ícono de la historia latinoamericana que sigue vivo, 60 años después de su muerte. Y es que la trama de su vida tiene una riqueza narrativa

que supera la ficción. Sobre ella se han hecho decenas de películas, la más famosa, escrita por Tim Rice, fue protagonizada por Madonna y adaptada para Hispanoamérica con la participación de Paloma San Basilio en el musical de 1980, y permanece en cartelera en Broadway, Nueva York. También se han escrito cuentos, novelas y poesía, se han hecho ilustraciones y videos de animación. Hoy, siguen apareciendo obras artísticas basadas en su vida. Esta vez la propuesta fue traída a Ecuador por Imagika Producciones, bajo la dirección de Peter MacFarlane, quien se basó en la frase “Para los que la odiaron y nunca la pudieron matar, para los que la amaron, Evita vive”.

Evita vive

La obra de MacFarlane evoca la vida de Evita a través de una propuesta vanguardista que mezcla teatro, proyecciones escenográficas, fotos y datos históricos en tres pantallas. Hay discursos con audio original, canto y tango electrónico inter-

FOTO: ©FRANCISCO JARRÍN/12

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Desde el barrio San Telmo en Buenos Aires llega a la Casa de la Cultura de Quito y al Teatro Centro de Arte de Guayaquil la obra musical que narra la vida de la famosa Evita Perón. Por José Vaca

Peter MacFarlane

pretados por once artistas que tienen el reto de interpretar más de un personaje en escenas cortas. Es imposible despegar los ojos del escenario y evitar transportarse, en medio de la niebla de humo, a emociones casi opuestas, producidas por el estilo de la canción en determinada escena, la apasionada actuación del elenco y una significativa sincronización de luces en la gama de rojos y fucsias que provocan tensión, drama y risas. La entrevista con el director de la obra abre el camino hacia esta experiencia única.


“La vida de Evita tiene partes en las que no sabes si reír o llorar”. De padres escoceses, pero radicado en Argentina, el director de Evita vive tiene 35 años de experiencia y es reconocido internacionalmente como director, docente y bailarín. — ¿Cómo empezó su carrera? — Estudié dirección, escenografía, luminotecnia y todo lo que pude, porque no puedes ir adonde un técnico y decirle “hacémelo lindo”, si no sabés de lo que hablás. — Entonces, ¿el director es el mayor responsable de la calidad de la obra? — El director es el responsable global. Se debe fijar en todo: en el vestuario, el arte, las luces y otros aspectos y, por supuesto, en las actuaciones. El actor es un embajador del director en el escenario. — ¿Cómo se siente con este montaje? — Había dirigido la versión de Evita de Tim Rice, pero esta es una propuesta fresca, que empata con los jóvenes, en la cual el recurso para contar la historia es el tango, que me encanta. La versión de Rice tiene cosas que son totalmente erróneas. — Volviendo a Evita vive, ¿cómo nació esta idea? — Leí todo sobre ella, desde un libro que se llama La mujer del látigo hasta La abanderada de los humildes. Vi todos sus documentales e hice mucha investigación. La obra entraña una gran fidelidad histórica, El espectáculo asombra por su magistral realización y porque se trata de la vida de un ícono de la vida política no solo de Argentina sino del sur del continente americano.

pero es innovadora. Si no te adaptás a la época, terminás exhibiendo un museo. — ¿Uno de esos errores es haber puesto de narrador al Che Guevara (interpretado por Antonio Banderas en la película con Madonna, y por Ricky Martin en el actual musical de Broadway)? — No, ¡allí salgo en defensa, mirá! Ese papel representa al hombre común, porque en Argentina todo el mundo se llama “Che”. Fue otro director estadounidense quien propagó una historia distorsionada porque él solo conocía a un “Che”, el Che Guevara (lo pronuncia en inglés, con diéresis). — ¿Cómo vio y vistió a la protagonista? — Evita quería ser vicepresidenta, y algún día, incluso, presidenta de Argentina, pero no era del agrado de los militares y su enfermedad (cáncer del útero) la llevó al punto de que no podía mantenerse en pie. Sin embargo, ella se mandó a construir un soporte de metal con un arnés para poder mantenerse erguida en el carro y pasar saludando. Eso te muestra un poquito lo que era esta mujer. Entonces necesitábamos una bailarina que lograra un alto nivel en la actuación y la conseguimos en Cynthia Ávila. En cuanto al vestuario, hay todo un recorrido, primero la actriz no sale descalza solo porque necesita los zapatos para bailar, después usa un montón de diseños y llega a uno de los momentos más memorables de la obra, que es cuando entra al Teatro Colón y sale con un hermoso vestido de organza verde.

— En la obra extrañamos la canción No llores por mí Argentina, que se ha vuelto el himno de Evita, ¿consideraron ponerla? — Claro, porque es un buen gancho comercial, pero peleé con dientes y uñas para que no fuera, porque no tiene nada que ver con esta obra y en el inconsciente colectivo se hubiera asociado a las otras versiones. — ¿Cree que la obra tiene un mensaje político peronista? — No, recoge las reacciones opuestas que Evita generó. Por ejemplo, cuando se murió hubo quienes escribieron: “Que viva el cáncer”, y al mismo tiempo otros que rezaban “Llévame a mí, pero no a ella”. Para mostrar esta polarización hice cambios hasta siete veces tras una u otra presentación. De hecho, pensaba titular la obra “Evita en blanco y negro”. — ¿Evita seguirá viva? — Totalmente. Siempre está presente y sigue causando emociones. La copian todas las mujeres que hacen política en Argentina. — ¿Cristina de Kirchner? — Yo no dije nada. Entre risas, Peter se despide con su spanglish compuesto por el español de Argentina y el inglés británico, y en el apretón de manos me dice: “Ustedes, los ecuatorianos, son gente muy amable”. =

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Peter MacFarlane


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