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Viviana Prieto

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David Gutierrez

David Gutierrez

Reflexión

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Colombia ha sido permeada por diversas problemáticas que han atravesado a la población humana en general, tales como la desigualdad social, el racismo, la homofobia y la misoginia; problemáticas que han tenido como respuesta el levantamiento armado, o la creación de grupos y organizaciones de carácter no bélico con el objetivo de abolir dichas nociones, el arte se ha convertido también en un medio para resistir, para alzar la voz y para recordar, la narración oral conjuga estos tres últimos y en sus expresiones primigenias tuvo lugar donde existían quienes necesitaban contarse y contar a su comunidad porque se quería preservar la memoria y no había otro medio, o porque estaban silenciados. Como individuos nos atraviesan todas las problemáticas sociales, ya sea en una posición de privilegio o de opresión, y estas posiciones generan sentires, muchos elegimos el arte para darle voz a dichos sentires o para hacer catarsis de ellos. Comencé mi proceso como narradora oral con el objetivo de resistir las condiciones sociales a las que he estado sujeta por ser mujer, por ser nieta de personas que sufrieron el conflicto armado, hija de trabajadores explotados desde la niñez, habitante de un lugar donde se somete a las infancias y a las juventudes a determinadas condiciones que terminan por apagar la esencia, terminan por apagar todo lo que nos hace sentir vivos. El proceso que he vivido en el laboratorio de narración oral del festival me ha permitido dejar florecer una idea que venía pidiéndome ser contada desde hace tiempo, empero no había tenido la fortaleza para darle voz, en este proceso he tenido la posibilidad de reescribirme y de reconstruirme, de silenciar las voces que me someten a determinadas condiciones sociales. El enmarcar la narración oral escénica en un ejercicio profesional en el marco de la responsabilidad y darle la posibilidad a los jóvenes narradores de seguir caminando el mundo de la imaginación a través de la palabra, es extremadamente valioso y llena al oficio de contar historias de dignidad, porque como narradores merecemos ser entendidos como artistas.

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