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Consigna, Consignados, Contradicción, Camino
CONSIGNA, CONSIGNADOS, CONTRADICCIÓN, CAMINO
Consigna
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Reiteradamente, sobre todo a partir del pasado mes de diciembre, el gobierno ha insistido en que la consigna nacional de ahora debe ser: producir. El Jefe del Gobierno no ha temido repetirse insistiendo en todos sus últimos discursos en esa consigna. En avisos desplegados de origen oficial, se ha expresado el mismo tema sino con grande fortuna, sí con notoria insistencia.
Todo ello es ciertamente laudable. Producir, producir, debió haber sido siempre el punto primer y capital de una orden del día para la Nación. Debe serlo por supuesto, con urgencia especial, en ocasión tan grave como ésta. Pero –hay un pero que de ninguna manera es oposición– ¿Era necesario la consigna?¿Para quién es?
No seguramente para la Nación, para la inmensa mayoría de quienes la forman y han estado y están no sólo dispuestos sino ansiosos de poder trabajar. no seguramente para esa mayoría inmensa que por fortuna sabe y práctica los viejos principios que hacen del trabajo el primer elemento de salvación. La consigna gubernamental pues, por lo que a la Nación se refiere, resulta por lo menos innecesaria.
* Revista La Nación. Año I No. 29, 2 de mayo de 1942. Pág. 3. Firmado como Manuel Castillo.
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Consignados
Hay sí, una escasa minoría que necesita y merece más que la incitación que el gobierno ha hecho, más que la consigna predicada y publicada, una consignación. no es juego de palabras sin expresión concentrada de una realidad. Hay una minoría reducidísimo que no trabaja, que nunca ha trabajado. Se dirá que siempre ha existido en la sociedad un grupo mínimo –la clase ociosa, cómo se le ha llamado en Inglaterra–, qué vegeta parasitariamente sobre la mayoría trabajadora. Pero no es ese el caso actual. La minoría mencionada no sólo no trabaja, sino que ha de impedir que los otros trabajen, vive y medra. No es una minoría que parasitariamente vive de los que trabajan, haciéndolos trabajar en su provecho; es una minoría que vive de los que trabajan poniéndoles toda clase de obstáculos, reduciendo las oportunidades de trabajo, envenenando de resentimientos el esfuerzo productor, restándole eficacia y posibilidades, poniendo trampas de todo género en el camino de los que emprenden y se esfuerzan, castigando los fiscalmente, abrumando con leyes, reglamentos, circulares, inspectores y mordidas, sujetando a los trabajadores a normas de esclavitud, mermando las energías y salarios, imposibilitando con demagogia –véase el reciente caso de las disposiciones sobre casas de trabajadores–, una verdadera acción social encaminada a dar solución auténtica a problemas angustiosos.
A ello, a los componentes de esa minoría, a los que no sólo no ayudan en la producción ni se limitan sólo a vivir como huéspedes gratuitos en la casa común qué es la Patria, sólo que activamente impiden, amargan, sobresaltan, complican, empobrecen el trabajo de los demás y son, por ello, no sólo lastre muerto de la Nación, sino conspiradores activos en su contra; a ello, los señoritos no sólo inútiles sino perjudiciales del mundo moderno, los chulos de la sociedad contemporánea que no sólo viven como parásitos sobre el cuerpo social sino que se esfuerzan en ser en él activos agentes infecciosas, debería ir la consigna que dirigida a la Nación entera no sólo es inútil sino que resulta grotesca y se vuelve burla cruel mientras el Gobierno que la hace y la reitera no consigne
MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS
positivamente, para aplicación justa de las sanciones que corresponden, al grupo minoritario de los enemigos de la producción, de los que contra la Nación y sus mejores intereses conspiran como se ha descrito.
Contradicción
Producir claman las voces oficiales. La Nación asiente. Los empresarios, los técnicos, los trabajadores, los odiosos capitalistas, se aprestan a cumplir el propósito señalado. Y sobre cada uno de ellos y sobre el conjunto vital e indispensable que todos ellos forman, se abaten luego no sólo las dificultades de la naturaleza para entregar sus valores; no sólo las complicaciones técnicas qué es necesario vencer con ilustrada y paciente tenacidad; no sólo los problemas derivados de la situación actual del mundo y de México en ella; no sólo las fricciones y los razonamientos ineludibles causados por el ajuste de los diversos intereses egoístas que en cada grupo productor representan sus distintos componentes. No sobre la reunión de productores cae una nube de disposiciones legales contradictorias, tramposas, obstruccionantes; y la necesidad de una interminable cadena de gestiones administrativas en las que a cada paso que parece el último, sucede nuevos, más inútiles y engorrosos trámites; y la conveniencia impuesta de acudir al coyote y al político, qué de esos trámites viven y próspera; y la ineludible necesidad de pasar por líderes y centrales que no se limitan a buscar su parte, sino que empeñados en una lucha intima de control económico y político, se disputan el derecho de poner los mayores obstáculos ante cada grupo que para la producción se organiza; y luego el aumento de costos y de trabajo estéril que se cifra en recibir visitas e inspecciones oficiales, emprender informes, en tratar de cumplir, sin lograrlos, con las exigencias más absurdas para satisfacer disposiciones legales que a nadie le importan y escribir cerros de papel que nadie verá en las oficinas públicas sino para encontrar tal vez ocasión de multa o de mordida. Y después todavía, una política económica sin rumbo, descoyuntada, que a ratos quiere
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la inflación y luego se espanta de ella, ignora y maltrata los mejores instrumentos monetarios y de crédito, que hoy considera delictuoso lo que ayer inició y fomentó, y que con la misma falta de lógica y de responsabilidad impulsa o frena, excita a la iniciativa privada o la aplasta con monopolios y empresas de Estado.
Camino
Producir sí. Y producir en términos de justicia para los productores mismos, y hacer barata y eficaz la producción para positivo servicio de los consumidores, siempre olvidados. Y producir consentido jerárquico lo que México más necesita y lo que puede producir mejor, y lo que implique mejor aprovechamiento de sus riquezas y posibilidad de naturales, y lo que más tienda asegurar el bienestar físico y la elevación moral de sus habitantes. Eso es en efecto, el propósito fundamental que a la Nación y al Estado se le señala. Más para cumplir ese propósito si la consigna es útil, la consignación es necesaria, porque lo indispensable es formar y sostener un clima propicio a la creación y al trabajo; hacer que el Estado sea no obstáculo ni rémora; sino coordinador de esfuerzos, pacificador, orientador, fuente constante de justas y eficaces seguridades.
Simplificar, codificar con coherencia y sencillez las normas legales, limpiar y activar la administración, cuidar y pulir y mejorar los instrumentos fundamentales de la economía. Formular y adoptar sincera y resueltamente un programa sobrio y claro, firme y elástico, que pueda ser seguido en sus principios con arreglo a las cambiantes circunstancias. Y un Gobierno que respalde la autenticidad de sus buenas intenciones, soltando de verdad el lastre político que lo oprime y asumiendo las responsabilidades y las posibilidades de su autoridad exclusivamente puesta al servicio del Bien Común.