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Decreto que instituye la defensa civil
DECRETO QUE INSTITUYE LA DEFENSA CIVIL
Han publicado en los diarios el texto de un decreto que instituye la Defensa Civil confiandola a Comités Centrales y Regionales que dependerán directamente de la Presidencia de la República por conducto de las autoridades militares respectivas y que se encargarán fundamentalmente de organizar la instrucción militar, la protección de la población civil, la orientación y propaganda y la vigilancia e investigación.
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De este modo se inicia una acción que pueda poner termíno a la anarquía con que hasta ahora han venido, principalmente por acción de autoridades locales, organizándose laborales llamadas de defensa civil que, salvo cosas excepcionales como el de Tampico y unos cuantos más, no han sido sino pretextos de propaganda partidista e instrumento para firmar el predominio político de grupos determinados.
Tiene sin embargo, el decreto presidencial, un grave defecto que abre las puertas a la desfiguración política de los comités y que lamentablemente podrá quitarles toda eficacia. Establece, en efecto, artículo décimo, que se integraron con las autoridades militares, el ejecutivo y las legislaturas locales,
* Revista La Nación. Año I No. 46. 29 de agosto de 1942. Pág. 3. Firmado como Manuel Castillo.
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y los representantes de los sectores obrero, campesino, popular, patronal, de profesionistas, femenil, de empleados públicos y de la prensa local.
Desde luego, los llamados sectores no existen como organización permanente. Como tales sectores, sólo tienen una apariencia de vida en la falsificación del PRM. Si se quiere obtener la designación real de un representante por todos los obreros, campesinos, profesionistas y empleados, el proceso de Constitución de los cometidos requerirá elecciones que por falta de toda preparación no podrán efectuarse, si simplemente se toman representantes designados por los supuestos sectores perremianos, ni estarán representados auténticamente los trabajadores, los profesionistas, los empleados públicos, iniciará otra cosa que entregar los comités a una mafia política, con gravísimo perjuicio para la Nación.
Por otra parte, los comités de defensa, por su objeto mismo y por la concepción general que de ellos se tienen en el propio decreto del Ejecutivo, han de ser órganos subsidiarios y auxiliares de la autoridad militar; tendrán a su cargo tareas fundamentalmente técnicas que reclamen conocimientos especiales, de una estructuración hecha a base de representantes, aunque se trata, el caso de una designación selectiva de los más capacitados, lo que de paso haría que la selección fuera de los más verdaderamente representativos del Bien Común. No se va a defender el interés de un sector contra el de otros, se trata de la posible movilización de todos los recursos sociales para la defensa del más claro interés común, y los comités, por lo tanto, deberán ser designados bajo la responsabilidad directa del Presidente de la República, de entre los miembros más aptos, más desinteresados, más generosos, de la comunidad, justamente porque la objeto es clara y exclusivamente el Bien Común, debe quitarse a los comités todo carácter partidista. Sus miembros, todos sus miembros, han de estar exclusivamente al servicio del Bien Común. Y ninguno de ellos ha de ser representante de una parcialidad. Sólo así tendrán los comités la jerarquía moral y social adecuada para servir a su fin. Sólo así se logrará rodear los de la confianza y del apoyo del pueblo. Sólo así podrá desterrarse de uno de los
MÉXICO EN LA OPINIÓN DE MANUEL GÓMEZ MORIN 1940 - 1945. ARTÍCULOS
capítulos que pueden ser esenciales para la vida de la Nación, toda sombra de aprovechamiento faccioso que invalide o imposibiliten el necesario esfuerzo de unidad nacional.
Las Constitución y el funcionamiento de los comités de Defensa Civil, puede ser de verdad una oportunidad para México. Si los comités son constituidos debidamente con absoluta pureza de intención, con el más grande escrúpulo selectivo, en torno de ello cristalizará, como no ha podido ni podrá cristalizar en torno de autoridades y políticos que antes se han ganado la desconfianza con el precio popular, todo este imperio su anhelo de unidad nacional que hoy existe. Hombres y mujeres de México que sólo en la falsa nomenclatura política están separados en sectores de bajo interés faccioso, trabajaron unidos cuando patentemente su esfuerzo quede al servicio de interés nacional y no vaya a ser instrumento de metro partidista o personal u objeto de burla descorazónante.
Hay inmensas reservas de aptitud, de capacidad, de esfuerzo y de sacrificio. Hay un patriotismo real que ansía una posibilidad de expresarse. Hay una angustiada necesidad de dirección responsable, de libre y fecunda disciplina, que se manifestará en acción persistente y entusiasta, en cuanto de verdad se tenga esa dirección responsable, iluminada, sistema da entorno de un programa en el que manifiestamente solo se gestione y se defienda el Bien Común.
Y hay, también, una multitud de cuestiones sociales, de problemas nacionales, de asuntos dolorosos e inquietantes de la vida colectiva, sobre los que no existen ni pueden existir diferencias sustanciales de criterio; que han estado por largos años y están todavía pendientes, sin solución, simplemente por inercia, por ineptitud de dirección, o porque el partidismo ha hecho de la subsistencia y del agravamiento de esas cuestiones y problemas, una base de su propia subsistencia. En el momento en que sea posible la acción desinteresada, dirigida con responsabilidad, apoyada por el unánime esfuerzo popular, las soluciones serán evidentes y podrán realizarse con gozosa y eficaz facilidad.
Desde luego, en el campo específico de su actividad, para garantizar
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ordenadamente la protección de la población civil, sin que ésta se vuelva explotación con subsistencias, favoritismos repugnante de distribución de tareas y cargos; para llevar a cabo la propaganda que lo sea realmente de orientación y no, como hasta ahora, ocasión de sucio y desaforado partidismo; para que las labores de vigilancia no se conviertan en acción humillante y en persecución organizada, los comités necesitan merecer toda la confianza de la colectividad. Y sobre esas tareas específicas, si los comités son capaces y son limpios y tienen la aquiescencia plena de la comunidad en que actúen, cuánto podrán hacer para crear, ordenar, ampliar, volver humanos, los hospitales locales que son un asco y una vergüenza. Cuánto podrá hacer en comedores, en visitas domiciliarias, en creación de agrupaciones, para mejorar las condiciones de vida, la situación doméstica, la habitación, de los más necesitados. Cuánto en casas de cuna, en escuelas-hogar, en campos de vacaciones, para ayudar a los niños. Cuánto en escuelas nocturnas, en centros deportivos, en instituciones de mutualidad, para ocupar sana y útilmente los tiempos libres. Cuánto para establecer huertos y pequeñas granjas; para introducir cultivos nuevos, para enseñar y lograr mejores aprovechamientos de los recursos naturales; cuánto para establecer nuevas industrias, para aumentar el rendimiento de los salarios, para hacer efectivas las numerosas prestaciones sociales que hoy son imposibles o que están mediatizadas. Cuántos en suma, por fundir en un elevado espíritu común, –manifiesto y sostenido con realizaciones prácticas, objetivas, indudables–, a la población entera de México, dándole conciencia de su unidad en una Patria que sea de verdad para todos, hogar acogedor, propósito y esfuerzo y sacrificio común, patrimonio valioso, escenario generoso y ordenado para que cada uno cumpla en él, con lo mejor de sí mismo, su más alto destino. ¿Por qué se ha de perder esta oportunidad? ¿Por qué ha de ser convertida en nuevo motivo de desunión, de miedo, de humillaciones, de falsificaciones degradantes?
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El Presidente de la República tiene en sus manos la posibilidad de hacer que se aproveche esta oportunidad. Sobre él pesa la responsabilidad de lograrlo. Que no deseche esa oportunidad, abandonando a un azar y responsable o a la maquinación interesada de politiqueros corrompidos, la integración y el funcionamiento de los comités. Que comparta su grave responsabilidad con los mejores, con los más altos y los más desinteresados y verá pronto cristalizarse en obras, es unidad nacional que todos anhelamos.