Suplemento Grado Cero septiembre

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gradocero S U P L E M E N T O

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L I T E R A T U R A

2018

—CHILENA

LA TRADUCCIÓN—

Septiembre

Entrevista Pavel Oyarzún: La fuerza de la literatura austral. ¶ Libres creadores Enrique Lihn, Kathy Acker y Felipe Caro. ¶ Trinchera Literaria "Migratorio" de Felipe Moncada. ¶ Perdidos leyendo traducciones Alberto Laiseca.

Financia:

Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura Convocatoria 2018 Región de Valparaíso


editorial

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Fiesta de la mentira

grado cero

R ES EÑ A A matar

Pablo Otaíza Emergencia Narrativa 128 páginas Por Daniel Tapia

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eptiembre se siente en el viento. Tímidamente el calor empieza a retornar a los cuerpos, operación necesaria para poder completar el último tercio del año, dejando atrás la hibernación y el azote del frío. Este mes también trae consigo las demostraciones más obscenas de la idiosincrasia nacional. Ante la infamia, poesía y literatura, hilo de oro que nos conecta con otras formas de mirar nuestra historia. De esto sabe bien Pavel Oyarzún, quien en una amplia entrevista nos muestra las claves de la literatura de la Patagonia. En ella se incluyen reseñas a su última novela “Krumiro” (lom, 2016), y a la antología de sus poemarios autoeditados “Palabras abren sepulcros” (Nadar, 2015). Poner en conflicto, desmonetizar rincones y releer hitos es una tarea que hay que realizar en la clave regionalista que intentamos fomentar. Incluimos en la sección Libres creadores a “Nadir” (Bogavantes, 2017), segundo poemario del autor temucano Felipe Caro, quien recorre una ciudad que se desangra. En las reseñas revisamos “A matar” (Emergencia Narrativa, 2018) de Pablo Otaíza, en donde compila jugosas historias de fútbol barrial del interior de nuestra zona; la novela “La alta torre” (Taller del libro, 2018) del autor penquista Oscar Sanzana, y el libro de cuentos “Un mundo cualquiera” (Filacteria, 2018), del coquimbano Gonzalo Vilo. Nuestra Trinchera literaria es para “Migratorio”, octavo poemario del autor chilote radicado en Valparaíso, Felipe Moncada, libro que viene a confirmar su sólido trabajo, como el que realiza junto a la editorial Inubicalistas, uno de los referentes editoriales porteños.

En Libres creadores contamos con dos importantes primicias, fragmentos de “Grandes esperanzas”, de la escritora punk estadounidense Kathy Acker (La Mujer Rota, 2018), y de la dramaturgia “Diálogos de desaparecidos”, del incuestionable Enrique Lihn (Overol, 2018). Las reseñas restantes refieren también a libros cruzados por la ideología como “Filosofía Disney” (Librosdementira, 2018) de Rodrigo Torres o “La izquierda unida” (Overol, 2018) de Álvaro Lasso. En el reportaje central tratamos la nueva traducción chilena, corriente que ha llegado a renovar la forma de leer otras lenguas, ya lejos de la versión madrileña que mata la belleza entre coños, hostias y leche. En la voz de 4 traductores logramos configurar cómo un afán local moldea de una manera más orgánica las letras de otras tradiciones. Diálogos con Verónica Zondek, Claudio Gaete, Claudio Castañeda y Jorge Núñez Riquelme arman un relato que continuamente va actualizándose, y que sobre todo, evidencia la necesidad de más traducciones. El norte se hace presente en esta edición, bajo una de las iniciativas más vistosas de la región de Atacama, Librería y Ediciones del Desierto, proyecto que se enclava en San Pedro de Atacama, y que resuelve la necesidad de contar con motores que activen las letras de la zona, como también el rescate de las raíces de un territorio desolado. Como cierre, Perdidos leyendo traducciones trae directo de la cripta a Alberto Laiseca, excepcional narrador del terror de matiz sudamericano. Su borde y lugar es el nuestro, uno lleno de barro, y en el que flotamos para sobrevivir.

Para varias generaciones de niños chilenos pobres, desde hace bastantes décadas, existe un sueño común que casi la totalidad de las veces se desvanece como cualquier otra quimera infantil: llegar a ser jugador de fútbol profesional, ayudar económicamente a la familia, ser convocado a la selección. Están los que lo logran como Alexis y Arturo, pero gran parte de los soñadores que ansían superar las dificultades de la vida a través del deporte rey, se quedan para siempre jugando en ligas amateurs, en canchas de tierra, o se conforman con un partido de baby-fútbol el fin de semana. Estos personajes son los protagonistas de las historias que Pablo Otaíza imprime en las páginas de este libro, fábulas signadas por la hidalguía que otorga practicar de manera aficionada, donde existe una especie de estoicismo rutinario en el cual se desenvuelven este tipo de deportistas, tanto en el campo de juego como en la vida misma. Bien nos advierte Marcelo Bielsa: “Nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción. Los seres humanos de vez en cuando triunfan. Pero habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan, y ganan de vez en cuando. Muy de vez en cuando”. Esa es la premisa de la mayoría de los cuentos que podemos leer en “A matar”. El fracaso se instala nuevamente como leitmotiv de una obra literaria acerca del deporte en Chile, y ya no podemos ver ese fenómeno como una casualidad, sino como una visión de mundo donde claramente no estamos para grandes hazañas. El juego es una parte de nuestras vidas y a pesar que siempre soñemos con llegar a la cima, como individuos estamos al tanto de nuestras limitantes. Aparece en las historias de este libro la actitud lúdica de los personajes para integrar este deporte como un pasatiempo vital en el que se juega el todo por el todo, en varias y distintas intensidades, episodios de diverso color dramático en el que las circunstancias son históricas o invisibles: “Soy zurdo y he jugado con la camiseta once desde que recuerdo. Me conocen en varias ciudades, sea por mi oficio de vendedor viajero de corbatas, por mi zurda endemoniada o por mi gusto por el copete”, podemos leer en “El Rey de las corbatas”. O como en “Operación Pichanga”, donde por circunstancias inusitadas, se enfrentan en la cancha integrantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez versus agentes de la cni. Los elementos que se traman en los cuentos de Otaíza les otorgan una visión bastante cercana a la realidad de las canchas de barrio. Eso sí, los personajes son arquetípicos y puede que haya sido inevitable trabajarlos desde esa perspectiva. En estos quince cuentos podemos encontrar perfiles que bien podríamos ver desde la orilla del campo: como el gordo que siempre está relegado a la banca, el talentoso jugador que tiene más de un don, un travesti que es un líder en el rectángulo de tierra y hasta la mujer con condiciones futbolísticas que es discriminada por sus pares hombres, todo reúnen las condiciones para ser parte del mundo ficcional, donde, como dice Juan Villoro, “la literatura existe para asignarte vidas posibles y ahí le puedes anotar a Brasil en Maracaná, en el último minuto del partido, en claro offside, y salirte con la tuya”.

s u ple m e n to g r a d o c e ro Director: Juan Francisco Urzúa | Editor general: Cristóbal Gaete | Diseño e ilustraciones: Harol Bustos Colaboraron en este número: Matías Ávalos, Priscilla Cajales, Hugo Herrera y Daniel Tapia | Correcciones: Priscilla Cajales La tipografía del logotipo gc es Santiago, diseñada por Contrafonts.cl | CONTACTO: GRADOCEROLIBROS@GMAIL.COM


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trinchera literaria

TRINCHERA LITERARIA Migratorio F E L I P E M O N C A D A M I J I C / I N U B I C A L I S T A S / 9 7 PÁ G I N A S Por Juan Francisco Urzúa

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iajar – acto de trasladarse de un lugar a otro según la rae- ha sido coaccionado a la idea de tener que ser pomposamente comercial y servil al imaginario del éxito: selfies desde Varadero, haciendo yoga en Indonesia, o al lado del vaquero del Time Square. Ahora, para otros muchos, viajar significa ir a probar una suerte de la que nunca han disfrutado, intentar iniciar la vida lejos del hambre y la miseria, también de sus familias, migrar a lo desconocido a cambio de una mejora económica que los condena a la esclavitud del mal salario. Este desplazamiento es también parte del tránsito de la ciudad, nutre de nuevas experiencias, mueve incluso a los que juegan de local, entregándolos a deambular sin un destino definido por los fetiches e hitos urbanos que darán las excusas para ir construyendo refugios en la épica diaria, mientras se siguen estelas de otras vidas que orientarán la búsqueda de la propia. “Migratorio” – octavo poemario del autor- va tomando las hebras que se desprenden de estos viajes, intentando en su consigna no complejizar la realidad que lo rodea, ni exagerarla, sino poner en evidencia que tras los gestos cotidianos se esconde un universo enmarañado, difícil tejido que confía en la dureza de la acción más que en lo sutil. Para esto propone un dispositivo capaz de dar cabida a todas las manifestaciones que cruzan el devenir de la ciudad, imágenes que se superponen desordenadas, instintivas, entrechocándose. Por pasajes, incluso se podría hablar de impresionismo, pero creo que lo que busca Moncada es rozar el caótico montaje de la vida, evidenciarlo: “Coincidencias del comercio callejero: calcetines, cargadores de pilas, golosinas. O bien el niño con melena de Hiroshima haciendo sonar su tarrito en el tren. Una moneda en romané, en coa, en lunfardo. Es universal la lengua de las monedas cuando caen al tarro.” (“Mercado internacional”)

El poemario –compuesto por cuatro capítulos- se inicia con Código de manchas, el que propone imágenes de paso, que sin embargo, capturan la totalidad del cuadro. Todo es una excusa para ir articulando la mirada a manera de un film. Un ambiente que pulula entre chingana, bares y hoteles, que ampara a cesantes (o vagonetas a la chilena), meseras, vendedores de películas porno y profesores frustrados. Este es el registro más urbano del conjunto, paseando por las calles santiaguinas como en un bestiario del fracaso y con la vocación de reconstruir el espacio vital. Collage que se niega a la sincronización o a volver a unirse. Su segundo capítulo, Mundo de barro, nos presenta un paisaje rural situado en la región del Maule y sus alrededores. Este ambiente, manoseado por el costumbrismo y el larismo, es trabajado con crudeza por el autor, quien mordazmente ocupa la opacidad del adobe como textura que da sombra a tugurios y cantinas, donde solo se ven los brillos de las cañas de tinto. Así mismo está cruzado por la historia de madres que acarrean teteras al bracero, pelan choclos, mueven rescoldos, aran la huerta, mientras esperan que la tierra las condene a su vaivén en el terremoto y tsunami del 27F. “…Hambre, qué hambre, ha caído el antiguo imperio, los viejos caserones podridos de humedad, con olor a perro mojado y al fin, sobre las ruinas, cumpliendo el sueño de la multitienda, ha vestido impecable a un joven. Lástima que hora todo sea polvo, justo ahora que los militares vuelven a las calles y la pobreza a sus reductos”. (“Hambre”) Migrantes -tercer apartado- juega entre los saltos de estaciones y parajes que va referenciando, llevando al hablante entre Santiago, San Felipe, Córdoba, Belgrano y el Maule, compartiendo las migraciones propias del poeta. Este es quizás el capítulo más personal y ecléctico del libro, en el que concentrándose en las imágenes familiares como detonante

de las acciones, se articula un ejercicio crítico sobre el paisaje, levantando con agilidad la geopolítica anclada a los lugares, los pueblos planos, las rancheras en medio del Far West. Una caja de chocolates con duendes de pan de dulce y bocaditos neonazis. Nada que el líder no haya probado en su Atlántica de Puerto Varas en su jardín de Colonia Dignidad o su bunker de mazapán bajo tierra. Cosa de ricos o de fiesta tradicional con largas trenzas de cerveza rubia y la rara perfección con que un bosque fabrica miniaturas de gnomos. (“Villa Fûhrer”, General Belgrano, primavera) “Migratorio” sigue su consigna hasta lograrla: mostrar cómo el viaje nos transporta por otros universos simbólicos, y va nutriendo a su paso la experiencia del que se aventura a su devenir, ya sean mecheros, campesinos o bárbaros que luchan contra el hambre. Esta condición se vuelve nebulosa cuando es el coro de la ciudad el que lo cruza, rodeando al hablante de amuletos de baja abundancia, donde destaca lo derruido de los espacios sociales que son puestos en roce, para que sus chispas alumbren la barricada. Este último punto comprendido como una dimensión política, y sumado a la utilización de jerga y lenguaje de la calle, hace que el texto gane un registro conversacional que lo dinamiza, permitiéndonos conocer cómo dialoga la realidad cercana, invisibilizada por el establishment, y muchas veces “A esta playa donde se bañan los perros vagos y las palomas se pelean borroneada por la ve la basura de turistas locidad hipermoderna. vienen los buses del orfanato, las viejas familias del Creo que “Migratorio” sector y plásticos que ruedan en la eternidad es definitivamente el de la arena. libro mejor logrado del Como los muchachos de Whitman que se bañan autor, ya que consigue desnudos en el rio aunar voces disimiles pero en versión porteña: y difícil de entronar, asolean cicatrices, fuman yerba y pierden la vista en pero que con oficio y los pelícanos, tatuados por quinientos pesos una muy preocupada con el escudo del cacique. idea de obra, logra en Desfilar de los cuerpos que no saldrán en las revistas: su conjunto mostrarla madre de cuatro chicos, con su cicatriz de la cesárea, nos que el devenir de el moreno tajeado con el pellejo pegado al espinazo, los que habitamos el la niña con su polera mojada, mundo es solo pasar, la gorda que grita a su hija: ¡Yamila, ven paracá!, ser eternos extranjeel tata de gran barriga, un monstruo de peluche con ros, migrantes de una la espalda manchada de lunares” geografía que ni siquie(Fragmento de “Torpederas”) ra quiere entendernos.

Cerrando el poemario se encuentra Humedad de las bodegas, imágenes dispersas que intentan encontrar en el sueño a su único habitante, y que por pasajes pone en conflicto la cultura canónica v/s la tradición del folclore. El espacio escogido es Valparaíso, donde las imágenes se intercalan entre los fanáticos de Wanderers, la lectura del tarot por ancianos en la plaza Echaurren, las botillerías difusas en la niebla del cerro Cordillera y la basura de los turistas en la playa Las Torpederas. El registro cultural, la poesía reflejando cómo vive la “población encadenada a la miseria” será la pulpa que Moncada estrujará con fiereza, no intentando hacer un panfleto, está lejos de esto, sino mediar un espejo opaco que nos refleja a nosotros mismos.


reseñas

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Un mundo cualquiera Gonzalo Vilo Filacteria 66 páginas

Por Juan Francisco Urzúa

Ruido y tedio, desesperanza propia de los oprimidos que buscan día a día un pasar digno, manifestaciones humanas perdiendo su sentido, mientras son reemplazadas por la hiperviolencia propuesta por la sociedad de consumo. De ahí la respuesta de diversas tribus urbanas contraculturales: borderlines, raperos, sadistas, punkies indigentes, hastío ante todo. Los 9 cuentos que dan cuerpo a “Un mundo cualquiera” -que parte con un

La alta torre Oscar Sanzana Silva Taller del libro 177 páginas

Por Juan Francisco Urzúa

La historia personal está muy ligada a los lugares que habitamos. A veces cambiar el espacio vital es el punto de partida para iniciar una nueva etapa, con todo lo que esto trae: buenas o malas experiencias. Lo importante es cambiar, ir en búsqueda de una renovación que se ofrece en muchos casos como única salvación. Sanarse para intentarlo de nuevo. Este es el punto de partida de “La alta torre”- cuarta novela de Sanzana- que dispone como protagonista a Octavio Careaga, instrumentista de Música mala de la cabeza, creador del one-hit wonder El baile del cangrejo, quien decide arrendar un departamento en Concepción para desintoxicarse del alcohol/drogas, y así intentar retomar una carrera artística que lo había hecho famoso incluso en el extranjero. El lugar que elige es una torre de departamentos prácticamente deshabitada en donde pululan dos conserjes, Barbas y el Señor Sonrisas, quienes son el único contacto que tendrá dentro del edificio, donde también vive la Hija del Sol, mujer irresistible y obsesión del alicaído cantante, a la cual solo puede ver por la ventana. En esto hace recordar la reconstrucción de una mujer amada pero lejana, pasión en el recuerdo, en la proyección, como la que propone Pablo Azócar en “Natalia” (Planeta, 1990).

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epígrafe de Charles Manson- están atravesados por la violencia física y ambiental como hilo conductor, que fuerza elecciones vitales y oprime a diario. Los espacios son cerrados y muchas veces suscitan odio, siguiendo la vorágine de urbes que Vilo no repara a detallar, por las que avanza vertiginosamente. Su primer cuento, “Ruido”, muestra a un rockero en Nueva York que está a punto de firmar un contrato con una gran disquera, que, a la manera del negocio del futbol, pone millones sobre la mesa para contar con su talento. Esto bajo la condición de olvidar su música/estruendo en post de ser funcional al canon más suave del sello. Cabe destacar la contraposición del arquetipo del músico que firma vendiéndose, mientras cuatro jóvenes siguen tocando en un garage los ruidos que él debe olvidar, en la que muestra que sí es posible la muerte del punk. Los relatos son cortos, efectistas, tradicionales, pero dan la impresión de ser como los atletas olímpicos que se lesionan a tres cuartos de la carrera por forzar más de lo necesario, por intentar a toda costa rematar. Vilo busca más el efecto de un final que el desarrollo orgánico de la historia, lo cual simplifica en demasía el universo narrado y deja con la sensación de no haber presenciado una escena importante. Referencias pop le entregan un grado más lúdico y menos malditista al conjunto, destacando la inclusión del terrible setlist que debe soportar el prisionero de un centro de rehabilitación a razón del mal gusto musical de su compañero de pieza; o el cuento “City Tour”, donde el

odio a Federico Sánchez y el ánimo revanchista de hablante, termina por motivar un tiroteo ajusticiador contra los presentadores del bullado programa. “Comparini cayó al piso, sobre los restos de orina de Federico Sánchez y, luego de insultarme, se levantó aún más rabioso. Yo miré su rostro: sus ojos estaban rojos y me miraban fijo. Su semblante estaba rígido y su boca se movía con espasmos. Desde ella salían palabras rápidas e inentendibles, aunque yo creo que solo me insultaba. Cuando se me acercó, le pegué una patada en la pierna derecha y nuevamente cayó al piso. Entonces, Federico Sánchez se incorporó y me tomó por la espalda. aHora, aHora Hueón gritó, y Comparini volvió a levantarse con los puños cerrados, dispuesto a hacerme cagar a combos en el hocico. Me golpeó tres veces y Federico Sánchez me dejó caer al suelo”. Uno de los cuentos mejor logrados, tanto en su escritura como en el giro de su situación es “Una Tarde X”, donde el plano de dos amigos fumando un lukaso de paragua es quebrado por la manifestación de sadismo de uno de ellos, quien toma represalias contra un perro que se aventura a quitarles el pito, ahorcándolo hasta matarlo. El ritmo finiquita el cuento de una manera excesiva, barroca, pero muy disfrutable. La expresión de extrema violencia termina completando un libro cuya vocación gira en torno a la debacle social, que a modo de postales, intentan confirmar la derrota del espíritu a manos del noise, el delirio y la locura que se esconde tras cada pliegue de la noche.

“Pero te confesaré algo, Hija del Sol. Yo estoy mortificándome a diario con la esperanza de salir de aquí algún día. Salir en la más completa libertad, de mí mismo, de lo que fui. Haber enterrado en este edificio-mausoleo a todos mis fantasmas, y caminar sin ser una sombra. Y sé perfectamente que eso no ocurrirá. Estoy destruido y lo estaré…”.

sembrado en su hija; por otra parte, se encuentra la historia de Lizardo, amigo de Careaga, ex productor musical y ex pornógrafo, y su relación con Catalina del Espino, una exitosa abogada que se mezcla con la política. La novela no se entrega con obviedad, sino que se construye a medida de los procesos vitales de sus personajes, paralelismo y alternancia que dan aire a historias que a ratos pueden volverse extremadamente románticas o sobrecargadas. Como estructura, el autor decide articular 23 capítulos intervenidos por la presencia de un narrador omnisciente que destaca el fracaso en que se encuentran los protagonistas, pero que con agilidad, y creo que es uno de los puntos más fuertes de la novela, logra describir el ambiente de una manera tan sutil que casi lo invisibiliza, dejándolo funcional y a disposición de la narración. Los personajes no compiten en importancia, sino que van siendo dosificados en función a la historia, presos de desconocer su destino trágico. “La alta torre” es un libro que hay que ir solucionando, no es tarea fácil entender en un primer momento las actancias, pero al comprender su dimensión coral, gana verosimilitud y hace lucir el estilo de Sanzana. Definitivamente es una novela bien lograda, que sabe resolver con una orgánica impecable 3 historias que buscan sincronizarse. Esto sumado a personajes entrañables y una narrativa sólida, que tiene por vocación, más que sorprender con efectos, mostrar que la vida cotidiana también puede ser macabra.

En este punto se entrelazan las otras dos vertientes de la historia: la vida personal de la Hija del Sol y su crianza, donde los niños juegan a exterminar extremistas en el patio, bajo el cual hay un centro de tortura de Los Guardianes, sádicos agentes que a la manera de la cni miran con orgullo la herencia que han

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Filosofía Disney

Rodrigo Torres Librosdementira 116 páginas

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Por Hugo Herrera

El esquema narrativo con el que trabaja Rodrigo Torres en “Filosofía Disney” es próximo al realismo social. Es decir, aquella tensión que sustenta la acción de los relatos se encuentra atravesada por convenciones e instituciones estructurantes de lo común. No obstante, un tópico desplegado por Torres vitaliza dicho esquema y trasciende a los cuentos integrantes de este volumen. Se trata de la torsión habida entre, precisamente, lo común (tanto sentidos, como relaciones sociales, sobre todo la institución trabajo) y la teoría. En “Filosofía Disney”, el discurso teórico es ubicado en un fuera de lugar, una posición de sátira o ironía, si retomamos el sentido etimológico de este último término como máscara, una impostura que en definitiva es vista como determinante en los conflictos e infortunios de los personajes en general, ocasionando impactos en los protagonistas en particular. En los relatos de Torres, metaforizados por la expresión que da título al libro, lo que esconde tras su apariencia la teoría son relaciones y estructuras sociales psicotizadas, en algunos casos hasta lo paranoide. El repertorio de discursos teóricos puestos en posición de sátira psicótica, de espacios y de personajes es

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Izquierda Unida Álvaro Lasso Overol 52 páginas

Por Matías Ávalos

Lo primero que muestra la explicitud del adjetivo apuntalando una cosa es la desesperación de esa cosa por sostenerse. Le rogamos que abandone su trabajo describiendo y se vuelva imperativo. Destrozado, levantando sus pedazos morales, el recién separado insiste sin que nadie le pregunte: estoy bien. Álvaro Lasso escribe un hermoso libro cuyo título, "Izquierda Unida", sugiere el estado de salud de una perspectiva política dividida a ladrillazos de un muro que cayó lejos pero pegó fuerte y generó propuestas de continuidad muy diversas; en el caso sudamericano van desde pactos reaccionarios hasta organizaciones armadas con acciones políticas o bélicas tan espectaculares como incomprensibles. Esta serie de poemas en prosa empieza con "Devórame otra vez, 1988". En él, un niño juega con sus primas debajo de la cama en una casa donde se festeja algo, por la procedencia del autor, Azerbaiyán, se puede suponer que la asunción de Gorbachov, o sea, el inicio de un proceso de apertura de la urss. Los tíos del chico entran a la habitación y sin notar su presencia van a la cama: “no sabemos qué hacen pero intuimos que se abrazan y son felices. Su juego dura una canción y luego

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amplia, a pesar de lo poco extenso que es el libro. Este incluye desde un sociólogo estructural en un mall, una Sociedad de Amigos de la Ciencia y el Conocimiento de paseo por el norte del país, referencias nacionalsocialistas puestas a un mismo nivel que las teorías teosóficas de Madame Blavatsky y circulando por espacios marginales de la capital, una investigación arqueológica colindante con lo esotérico, el enfrentamiento entre testigos de Jehová en formación y un defensor fetichista del darwinismo, un profesor proveniente de provincia ilusionado con el discurso de la transformación pedagógica probando suerte en Santiago, el discurso del management neoliberal al interior de un banco. En los mejores relatos del volumen (“Cadena de mando”, “Filosofía Disney” y “Testigos”), este esquema es trabajado junto a otros elementos característicos del realismo social, como un narrador que se muestra a cierta distancia de los acontecimientos, aspecto que consigue sostener la tensión sin caer en resoluciones que contengan cierto dramatismo explícito y crea para ello efectos potentes, tales como lo provocado por el contraste entre una detallada descripción entregada por el narrador y la poca información proporcionada sobre el pasado de los protagonistas. En otros relatos, esta relación puesta en juego entre ironía y contención del dramatismo es desbordada y el resultado no es tan solvente como en los cuentos mencionados con anterioridad. Aunque la amplitud de espacios, situaciones y personajes contrasta con las pocas variaciones en cuanto al narrador empleado,

vuelven a la fiesta. Entonces las primas me miran entre risas y me invitan a salir de la oscuridad”. Esa palabra rima, sonora y conceptualmente, con la ingenuidad platónica del que, encerrado, idealiza la salida. La disolución de la otredad soviética hace que todos seamos más iguales, aunque esto no implique equidad. Con lenguaje claro, sin las triquiñuelas vacías u obsoletas del poeta lírico, pero despojado de ese nadismo que confunde anécdota con estructura, se puede ubicar un deliberado tono narrativo. Hay personajes, se cuentan cosas, sin embargo lo que le interesa a Lasso del poema no es comunicar (“para compensar diré por ejemplo que la comunicación / es el condón del lenguaje” escribe por ahí M. Montalbetti) a Lasso le importa ese lugar donde puede reunir a los que tienen y los que no, conciencia de clase. Le interesa la igualdad que les fue prometida a los

recursos con la temporalidad y registro de lenguaje (en este último aspecto dos excepciones resultan ser “Seguidores del vacío” y “Nazipunk”), “Filosofía Disney” acaba siendo un atractivo volumen de relatos, con un escritor interesado en la búsqueda diversificada de espacios de representación y hábil en la articulación de situaciones.

que pagaron las consecuencias del sistema que tiraron para que seamos todos más iguales. En un poema sobre decapitaciones dice: “También está el público que no ha pagado entrada, que se ha sumado a la justicia sin comprenderla. (…) Pero el show dura unos segundos. Lo saben: piensa en la segunda oportunidad, en las vidas pasadas, en los mundos paralelos, en el más allá, mientras las grandes ideologías caben en una refrigeradora. Por eso un poema no es poema si no sabe congelar la muerte”. El adjetivo del título trabaja ahí, en el poema que busca congelar la muerte; los que ostentan conciencia y los que están por curiosidad, fijan la atención en un misterio tan evidente que los supera y por ende los iguala. Hay una diferencia fundamental entre lo profano y lo hereje. El primero está desprovisto de fe: rompe, escupe, ensucia lugares que detesta o no entiende. El segundo tiene tanto deseo de creer que termina siendo desestabilizador de esa fe —en dios, en la razón, en la revolución, en el libre-mercado— a la que se le termina yendo de las manos esa fuerza. Hay algo de esa operación en el libro que trata de la individualidad y la pasión que implican creer, al fin y al cabo, en otro mundo: “¿Cuál es la diferencia entre el libro rojo de Mao y un libro de poemas? ¿Cuál es la diferencia entre un poeta y el que coloca tu cabeza en un tacho de basura y te pone el mundo de cabeza? ¿Cuál es la diferencia entre el partido y una fila de infantes decrépitos en piyama esperando su pastilla mágica?”. Diferencia ninguna, y sin embargo...


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PAV E L O YA R Z Ú N :

El carácter insurgente de la escritura austral Por Cristóbal Gaete

La distancia, 3.120 kilómetros, es tanta, que solo queda hablar por teléfono. Esta vez no puedo apelar a ver a Pavel Oyarzún (1963), pero sí cuento con un par de imágenes en mi memoria, algo fugaces, no tan extensas como hubiera querido: sentado en un bar en Punta Arenas el 2011, a punto de girar otra vez su escritura; el verano de este año en Valparaíso, dialogando con absoluta calma, con una estampa que parece haberlo acompañado siempre.

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n pleno invierno uno puede imaginar al viento cortando o interrumpiendo esta conversación, pero la voz de Pavel se escucha clara, fuerte, segura, como su mirada en las imágenes que lo han atrapado durante estas décadas de producción. Ni como poeta autoeditado, ni como novelista reconocido deja entrever duda. Ese carácter agazapado como un lobo cubierto en la nieve, extendido y liberado en la escritura, acoge también la amabilidad. Imagino su voz exhalando vapor frío en su celular, pero en su cuerpo corre sangre. Nadie sin sangre podría haber desenterrado historias rebeldes sepultadas por la mala memoria. Tras pasar la mayor parte de su juventud en dictadura, su escritura explota en democracia, en un camino persistente y alejado de las luces. Lo imagino, también, hablando y enseñando junto a colegas como Óscar Barrientos y Christian Formoso, generando escuela en Punta Arenas, la primera de escritores residentes, rompiendo el paradigma de una ciudad escrita por afuerinos

o viajeros. Deambulan por una ciudad cercada geográficamente, haciendo lo que deben para las nuevas generaciones, no solo trabajando para sí mismos. Lógicamente, dos editoriales con marcado carácter político publican y hacen circular por Chile a Oyarzún. Nadar compiló la poesía en “Palabras abren sepulcros” (2015) y lom, cada tanto, va entregando sus libros narrativos: “El Paso del Diablo” (2004; su adaptación al cine está en posproducción), “San Román de la Llanura” (2006), “Barragán” (2009) y “Krumiro” (2016). Las condiciones objetivas explican más: la cercanía al anarcosindicalismo de la primera editorial, que conecta con el rescate de la Federación Obrera de Magallanes de Pavel; con lom una visión de izquierda pero abierta a diferencias; fácil es comparar la última novela con obras de Mijaíl Bulkágov, censurado en la Unión Soviética y también parte del catálogo de la señera editorial. La primera etapa novelística nos acerca de golpe a un pasado rebelde, en el que el elemento histórico no es tomado de

grado cero

forma utilitaria para la ficción, sino que actúa como elemento constitutivo. La segunda, nos asfixia con el punto seguido, como si hubiera hallado el nervio del lenguaje, tal como en esa lectura veraniega en Valparaíso. Siempre, además, hay algo incómodo, una forma incorrecta de presentar los temas, con altas cuotas de humor negro. Un lector pudo haber leído “Krumiro” para integrarlo a la narrativa chilena que trabaja el tema dictadura-de forma a veces oportunista-, pero el carácter incorregible que ya marcaba los primeros libros de poesía de Oyarzún se resiste a las etiquetas. Es demasiado para eso, no está para ese lugar. En más de una hora de conversación no ríe, entiende la gravedad. Esto es serio, siempre lo fue. Las risas: para los niños. Revisando un hito formativo austral, está el Centro de Escritores Jóvenes y Aristóteles España. Tomé contacto con Aristóteles cuando vuelve a Punta Arenas a radicarse, en la época en la que él estuvo en el Centro de Escritores Jóvenes yo no estaba vinculado a la literatura, más bien estaba en una incipiente militancia en las Juventudes Comunistas, así fue nuestro primer contacto. Posterior a eso “Tote” se va a Santiago, luego sale del país y regresa en los noventa a Punta Arenas. Allí nuestra

relación fue básicamente literaria, una amistad muy grande. Compartimos visiones comunes respecto a la literatura de Magallanes, una suerte de fijación que tuvo por décadas en el paisaje, de postal, inmóvil y deshumanizada. Compartimos el diagnóstico y la necesidad de afianzar una nueva literatura acá. La antología “InSURgentes, la nueva poesía magallánica” apunta también a eso. La comenzamos a trabajar con Juan Magal 1996 y se publica el 1998. Ese trabajo lo conoció Aristóteles, lo compartimos. Reunimos 25 poetas. Para fundar una nueva poesía era fundamental “Dawson”, el libro de Aristóteles, publicado por Brugera en 1985, que antes había circulado aquí en Punta Arenas en un formato artesanal, mimeógrafo de por medio, a finales de los setenta. Daban cuenta sus versos de la experiencia del prisionero de político, muy joven, menor de edad. “Dawson” es el punto de inflexión, comienza una nueva etapa en la literatura magallánica. Es interesante pensar en esa antología también como cambio de paradigma, una literatura magallánica hecha por gente que vive allá, como tú, Óscar Barrientos y Christian Formoso. Antes, cuando uno revisaba la literatura austral, hallaba muchos escritores que escribían en estancias o viajes.


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Es cierto eso, se daba que los pocos escritores que lograban trascender los límites del territorio eran muy circunstanciales, o básicamente migraban al centro del país, particularmente a Santiago, como Francisco Coloane, Rolando Cárdenas y el mismo Aristóteles. Parecía una condición que el escritor de Magallanes que quisiera que su obra fuera conocida tenía que abandonar el territorio. Esa premisa se rompe, también porque somos escritores que hemos sido editados por editoriales de Santiago, eso no ocurría antes. Durante mucho tiempo las publicaciones magallánicas nacían y morían aquí. Era muy difícil tener acceso a las editoriales santiaguinas. Somos escritores residentes, escribimos aquí, hacemos aquí toda nuestra labor. Es una situación nueva. ¿Qué significa allá la lectura de Rolando Cárdenas? Nació acá, a los veinte años se fue a Santiago y prácticamente no regresó más que esporádicamente. En sus 5 libros de poesía está presente la Patagonia. Hace una poesía muy cuidada, muy concienzuda, trabajaba mucho sus textos. Jorge Teillier decía que no tenía poema malo. Ese aserto lo define muy bien, porque no es prolífico. Su poesía reunida por Ramón Díaz Eterovic alcanza niveles notables. ¿Cómo se hacían, cómo circulaban esas

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ediciones magallánicas de poesía? Aquí básicamente desde la segunda mitad de la década del ochenta, el método era la autoedición. Nosotros los autores nos conseguíamos algún dinero, la mitad de la publicación, íbamos a la imprenta acá en Punta Arenas y pagábamos un porcentaje para que se imprimieran 500 ejemplares. Luego venía la presentación, que ojalá fuera bastante concurrida para vender, y después la venta personal, mano a mano. Se usó, yo mismo usé ese método, y para eso tú recurrías a la ayuda de familiares, de amigos, eso era bastante común. Era el modus operandi de los poetas de aquellos años. Una suerte de sueño del pibe era que te pescara una editorial de Santiago, pero un sueño que veíamos algo quimérico, muy lejano. Las primeras publicaciones nuestras son inhallables. Yo no tengo la primera edición de “La cacería”, no he visto ningún ejemplar. Por eso agradecí la antología “Palabras que abren sepulcros”. Pero tú parecías tener fe en romper el sino del aislamiento, se nota al leer esos primeros libros. Una nueva generación de poetas quería romperlo, era un autoimpuesto por una poesía muy ligada al territorio en términos telúricos. Era muy difícil que una persona de afuera sintiera ligazón con los temas. En nuestra poesía de aquel entonces estaba lo universal, en la que el centro, más que en el paisaje, estaba en la condición o drama humano que es común a todos. Un adjetivo que estaba en una de las primeras reseñas en prensa austral a tu poesía era la arrogancia. Sin ese rasgo no se hubiera podido atravesar ese largo trecho. Es cierto, especialmente con “La jauría desquiciada” (1993), que tiene un tono más sentencioso, con los recursos poéticos que yo tenía en aquel entonces. Escribía de mi tiempo, de lo que ocurría, de la sociedad contemporánea. Los lectores de aquel entonces lo vieron así acá. Tiene ferocidad el libro. Ahora todo uno lo ve con el tiempo. El otro día conversando con unos chicos en un taller literario, les decía que en el momento que se está produciendo el fenómeno poético uno no tiene consciencia de las aportaciones que puede hacer, o lo que puede tener de disrupción en un escenario. Una está escribiendo y tiene que escribir fuerte, así te entroncas con otras tradiciones de ruptura, para eso no sirven los elementos tradicionales de la poesía de Magallanes. Sé que en no todos los sectores de acá fue una poesía aceptada, los más reaccionarios lo veían como algo extraño, como salida de madre. Yo contaba con compañeros de generación, como Marcela Muñoz, que también rompía la tradición de la mujer en una sociedad patriarcal como la magallánica, tenía referentes en otras partes del país; recuerdo haber estado en un encuentro en Santiago en 1991 y haberme sentido muy hermanado con algunos poetas de distintos lugares de Chile. Me sentía parte de una poesía que superaba con largueza las fronteras magallánicas. Cuéntanos del grupo literario Esperanto. En ese tiempo éramos escritores vinculados al Partido Comunista, el Esperanto era el sueño de tener un solo idioma en el momento culmine del socialismo. Fuimos un grupo de compañeros y amigos con proyectos literarios muy distintos, no tuvimos el aprendizaje típico de los grupos literarios.

e n t r e v i sta

Krumiro

Pavel Oyarzún Díaz lom / 117 páginas Por Priscilla Cajales

L

“…somos escritores que hemos sido editados por editoriales de Santiago, eso no ocurría antes. Durante mucho tiempo las publicaciones magallánicas nacían y morían aquí. Era muy difícil tener acceso a las editoriales santiaguinas. Somos escritores residentes, escribimos aquí, hacemos aquí toda nuestra labor. Es una situación nueva”.

La derrota de un país, de un partido, de una generación que vio con vergüenza el fin de un proceso y el comienzo de una larga partida comandada por quienes les jugaron una mala pasada de antología. Por los cobardes, o peor aún, liderada por los traidores. Los krumiro, dentro de una huelga, son precisamente eso, quienes traicionan y se venden, insulto que sobre quien caiga, es igual a una marca indeleble. Es en los setenta cuando comienza el periplo del protagonista de esta novela de Pavel Oyarzún, quien lo describe como parte de un linaje intachablemente proleta, hijo de una ética firme como el hierro y que es incapaz de sobrellevar. Y en este fracaso vemos su caída, la violencia dura del macho, y la transformación de la mujer en un objeto de uso y abuso, todos componentes esenciales en la construcción de este personaje. Sus incursiones sexuales, sin excepción, son de una violencia meritoria de un enfermo que se ve caer al abismo de la inmoralidad, pero que se aferra con uñas y dientes al deseo de ser parte de una revolución nacional. Esta ética diferenciada es el marco en el que se mueve este texto de Oyarzún, quien hace un zoom descriptivo ahí donde el descarnado protagonista se vuelve un cazador, esperpento de una masculinidad fracasada en cada ámbito a la que se le enfrenta. “Sin embargo, no todo era fiesta para mí. Mi pulsión sexual, insana donde las haya, a menudo chocaba contra el muro del materialismo histórico. Y me refiero a cómo iban las cosas en Chile. Siempre la historia de esta larga espada de sangre me golpeaba duro. Me dejaba groggy, como si hubiera recibido un uppercut de Monzón o de Salvador Sánchez. Más aun en aquella época en que mi sensibilidad social crecía tanto como mis ganas de zamparme a esa indiecita. De destazarla”. Cuando más patético se vuelve el relato es cuando la narración establece un paralelismo entre la decadencia del protagonista y los avatares de la resistencia, así lo vemos en medio de un intento de violación mientras militantes o campesinos eran desaparecidos y asesinados por la dictadura. O masturbándose hasta las náuseas, mientras en las afueras de Santiago fallaba el atentado que hubiera cambiado la historia. El personaje está delineado, pareciera, para generar rechazo, tanto por su cobardía, o por su inagotable violencia machista. Dado este caso, tenemos en este doble agente a quien logra migrar desde el extremo sur del país y meterse en las filas de la resistencia en las poblaciones más rojas de los ochentas en Santiago, y al que trata y ve a las mujeres, incluso a sus compañeras de filas, desde un reduccionismo meramente genital. Así, el proyecto de formar al hombre nuevo de la izquierda más radical, se ve enfrentado a la imposibilidad de superar las gruesas barreras de la violencia machista, una enfermedad que innegablemente contamina las filas de los movimientos sociales y que es la base para una sociedad fracasada y desigual. Este krumiro lleva en la frente la marca de la derrota, porque estos hombres solo engendran odio y vergüenza, nunca, o nunca más, les creeremos que sus frutos puedan ser otros. La lectura de esta novela me llevó referencialmente a la población donde nací, la José María Caro, ahí donde las papas quemaban todos los días. Recuerdo a las vecinas hablar de los jóvenes que venían de afuera, esos con zapatillas de marca y que hubieran querido que fueran los pololos de sus hijas. Esta novela nos muestra que los canallas no sólo eran los del bando del frente, que la violencia fascista también se puede poner la boina del Che. Porque siempre es más fácil reconocer al enemigo cuando tiene un uniforme, en cambio, cuando va disfrazado de compañero de armas, de activista o de amigo, puede llegar a ser incluso más peligroso.


e n t r e v i sta

Suena bien colectivizar las productividades. Sumamos a otra gente, más joven, y tuvimos contacto con otros grupos. Tuvimos una dinámica distinta, eran lecturas anunciadas, como lecturas públicas. No éramos un círculo cerrado como la Sociedad Literaria de Magallanes, muy vinculado a lo oficial, incluso a las páginas sociales. Nos podrías contar de las relaciones literarias en la Patagonia, y de ese rasgo más binacional que hacia el centro. En lo personal tengo mucho vínculo con muchos poetas de la Patagonia argentina, durante un buen tiempo durante mi labor poética era mucho mayor el conocimiento con poetas de allá. Hoy día no es tan intenso, no sé si ocurre lo mismo con generaciones más nuevas. Cuando me inicié poéticamente el vínculo de salida para nosotros, casi natural, era la Patagonia argentina. Era más fácil tener contacto con ellos que con Chile. Fue formativo. Hay un elemento nada nacionalista como en el centro, por lo menos en un sector de la población en general, no solo escritores, el nacionalismo no es tan marcado, no es tan odioso. Eso te demuestra que los procesos culturales son mucho más amplios de los que puede definir un Estado nación. Hemos vivido en la Patagonia en un territorio binacional. ¿Por qué decidiste cambiar de género literario? En Magallanes parecía que iba a ser un poeta de por vida, de hecho cuando me inicio en la literatura no me imaginaba escribir narrativa, a pesar de que era un buen lector de novela y cuento. Esto ocurre a comienzos del dos mil, algo cambió en mis pretensiones literarias, llegó un minuto en el que necesitaba escribir historias y un lenguaje narrativo. Fue muy natural. No se me hizo difícil porque mi poesía era más narrativa que lírica, vinculada a la historia, es como dar un salto pequeño y trasladarse a otro patio que colinda allí no más. Me meto en temas históricos que ya había abordado en la poesía. Entiendo natural también integrar elementos poéticos en mi narrativa, y aclaro que sigo siendo un muy buen lector de poesía. En seguida noto si un narrador lee poesía. Es curioso, pero hay narradores que no lo entienden a veces. Los lectores o escritores de poesía sabemos resolver ciertas cosas a nivel de lenguaje que precisamente son las herramientas de la poesía. ¿Ya proyectas una nueva novela? Estoy recabando información. Tengo un método en que comienzo a buscar, hacer anotaciones. Mis novelas tienen mucho vínculo con episodios históricos. Tengo alma de investigador, me meto a bibliotecas, releo, busco en internet. Disfruto mucho cuando ya tengo un proyecto de novela. Quiero discutir contigo otro factor, el carácter incorregible que descansa desde este patear mesas en la poesía magallánica a las pulsiones narrativas, que tienen mucho que ver con la rebeldía al destino, lo desagradable del periodista en “San Román de la Llanura”, la obsesión sexual en “Krumiro”. ¿Convives con ese carácter o existe solo para la escritura? Convivo con él, dentro de lo necesario para situarme en un ámbito social, pero es cierto lo que dices, en la poesía y en la narrativa está ese elemento insurgente. Eso hace de la escritura una actividad muy esencial, muy particular. Recuerdo una entrevista del norteamericano Philip

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Roth, en la que decía que cada vez que se enfrentaba con una nueva novela confrontaba al aprendiz que había en él, cada novela era un desafío nuevo más allá de las décadas de trabajo literario. Eso lo podemos extender a la pasión, se nota cuando el escritor lo hace con pasión, de una forma muy intensa. Yo siento eso, que con una novela puedo estar haciendo al menos un pequeño aporte, aunque sea, ínfimo a la literatura. De otra forma no escribiría, me dedicaría solo a leer. Jamás un escritor puede caer en el presidio del conformismo con su obra, con su vida, con la sociedad, esa actitud burguesa, que la vida pasa delante de ti y que sea como estar dentro una pantalla. Lo he mantenido, está presente en “Krumiro”. "Krumiro” rompió las expectativas de lo que podemos esperar de ti. Rompe para todos, para bien o para mal, ese impulso lo mantengo, no me obligo, lo siento así. En el minuto que escriba por escribir o por sumar un nuevo título voy a parar inmediatamente. Aparte, toca el tema de la militancia. ¿Cómo es escribir como militante comunista? ¿Hay conflicto? Dejé de militar hace muchos años, pero sí escribí poesía siendo militante. Lo que sí, pretendí no hacer panfletos, o sea que mi militancia no significara una poesía sin recursos, sin ser un policía del realismo socialista. Nunca tuve un cruce respecto a eso. Sé que por un tiempo, por razones circunstanciales, los escritores comunistas se valoraban más por su militancia que por su producción literaria, lo cual es un profundo error. Si tú te fijas en los escritores, sobre todo en los cincuenta o sesenta que eran militantes, eran muchos, pero los que tienen un valor literario son pocos. Lo que quiere decir que la literatura sigue siendo un producto que tiene valores propios. Un escritor puede ser un perfecto reaccionario; si nos ponemos en la onda de una claridad, puede ser medio espeluznante que siendo de posiciones políticas reaccionarias produjeron obras literarias de altísimo nivel Borges, Pound, Proust y Vargas Llosa, entre muchos otros. ¿Has pensado en escribir una novela ambientada en el presente? Sí, antes bromeaba con eso, era como si estuviera en blanco y negro, más encima con caballos, Winchester, Mausers. Sí, quiero escribir una novela más contemporánea. “Krumiro” va acercándose, ocurre entre los setenta y los noventa. Voy a trabajar algo contemporáneo. Más que una novela quiero escribir algo con varios narradores, lo que Faulkner llama los vasos comunicantes, que haya saltos en el tiempo, eso me interesa mucho. Saltos del presente al pasado, al futuro, incluso. Vicente Oyarzún, tu hijo, está entre las voces nuevas del sur. ¿Se hereda el oficio? Va a publicar pronto “Estación adversa”. No tengo la distancia necesaria por nuestra filiación, pero sé que es un aporte lo que hace, es muy consciente de su oficio. Eso quiere decir que toma con máxima responsabilidad la literatura. Tengo la expectativa que “Estación adversa” tiene potencialidades que los lectores podrán descubrir.

grado cero

Palabras abren sepulcros

Pavel Oyarzún / Nadar / 188 páginas

“ “Sé que por un tiempo, por razones circunstanciales, los escritores comunistas se valoraban más por su militancia que por su producción literaria, lo cual es un profundo error. Si tú te fijas en los escritores, sobre todo en los cincuenta o sesenta que eran militantes, eran muchos, pero los que tienen un valor literario son pocos. Lo que quiere decir que la literatura sigue siendo un producto que tiene valores propios”.

Por Juan Francisco Urzúa

Palabras abren sepulcros” se propone como una antología invertida, disponiendo los poemarios de Pavel Oyarzún (Punta Arenas, 1963) desde el más reciente, “Cuarto Oscuro” (2004), hasta sus orígenes en “La Cacería” (1989), recopilando la producción de autoediciones de fines de la década de los 80 y su posterior trabajo poético en los 90. Esto, claro, antes de cambiar de giro hacia la novela. Transversalmente su poesía está centrada en la historia y en el territorio, desde donde intenta extrapolar los universales de la condición humana. En este sentido no intenta ser regionalista ni costumbrista, sino dar un giro hacia el relieve geográfico detonando su geopolítica: el exterminio indígena en la Patagonia y Tierra del Fuego, y la patria que es una tumba profanada, serán ejes principales que atraviesan su obra. Adoptando la propuesta de invertir la cronología, encontramos su último poemario “Cuarto Oscuro”, poema que en 10 apartados intenta mostrar un tono más intimista, y donde reluce el modo en que el hablante expone su ética frente a un mundo que intenta tumbarlo, reconociendo incluso en la derrota, un territorio habitable desde su conciencia. “Mi patria es el insomnio. El instinto activado. La sospecha. El perfume de la muerte. Mi patria es la sombra crispada. La sed de sangre. El crimen. La coartada. Mi patria soy yo, fuera de la ley y de los mandamientos, a años luz de Dios.” (Fragmento de “7”) Su siguiente libro, “In Memoriam” (Quimantú, 2002), genera un dispositivo que le permite reconstruir, a manera de una propuesta de lectura personal, la figura y obra de escritores que han influenciado su escritura, como Rimbaud, Baudelaire, Pessoa, Vallejo o Lihn, homenaje de buen lector en la búsqueda de los gestos, que con precisión y cierta audacia replica para demostrarlos. En “Patagonia: la memoria y el viento” (Autoedición, 1999) el territorio austral será escudriñado, no la postal turística, sino el lugar donde se exterminó a los Kaweshkar, Selknam y Yámanas, parte de los pueblos meridionales más antiguos del mundo. Esta matanza se sostiene en su geografía, y luego serían los obreros de Punta Arenas o Puerto Natales, los que caerían bajo las balas del capitalismo, solo por exigir sus derechos en la huelga. Oyarzún pone a disposición un vínculo entre poesía e historia, puerta de entrada al cuestionamiento sobre dónde habitamos, y cuánta sangre ha corrido. Su poesía está llena de gestos sinceros y duros, que no rehúye siquiera del miedo. Este motivo lo expresará también en “La jauría desquiciada” (Autoedición, 1993) y “La cacería” (Autoedición, 1989), destacando este último por lograr generar un ambiente denso, donde la muerte y el paisaje se aúnan, articulación necesaria para reflejar el dolor, mientras que la lengua - fuerina, por lo demás- intenta explicar la masacre. La antología incluye un capítulo de otros poemas, los cuales funcionan con independencia, coronados por “Arte poética” dedicado a un joven militante magallánico del fpmr, asesinado por una tropa de Infantería de Marina en Valparaíso. También incluye un pequeño glosario que ayuda a entender contextualmente los poemas, en especial los de “Patagonia: la memoria y el viento”, y que son datas de la preocupada edición. El autor se mueve ágil por el relieve austral, y creo construye un universo poético riquísimo, en donde con lucidez y oficio logra reconstruir la voz de los oprimidos, de los perseguidos, voz poética que por sobre todo es política, porque para poetas como Pavel Oyarzún, estos dos mundos jamás debieran estar separados.


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libres creadores

LIBRES CREADORES

NADIR–FELIPE CARO– BOGAVANTES–70 PÁGINAS. hazme grito desconocido

Convierte estas manos en algo más que un trapo de cocina. Paséame por el centro de la ciudad, que de las vitrinas sólo quiero nuestro reflejo. Seré quien a la noche no tenga nada que hacer y espere un mensaje para salir corriendo a recoger el escalofrío de meter mi mano bajo tu polera. No esquivaría los autos de la avenida, te mostraría mi lugar favorito del eriazo, perdería el secreto de mi cicatriz contigo y la pausa ante lo imprevisto. Por ti el deseo lo trizaría y esparciría en tu cabeza /como escarchilla que delata una inocencia que nadie cree. Alguien podría decir “bonita pareja”, mirar fijo mis ojos y señalar el baño. Tanta clandestinidad aburre y termina pesando.

5 Temuco fue un pantano, un lugar donde no se quiso construir. Hoy, por sus calles, los amigos van en busca de droga. Una piedra rompe el vidrio. Todo termina como comienza: mal.

Temuco es un poema que no me atrevo a leer.

4 Paul, no encontré el color que vi en sueños y ha quedado cojo el aire. Con hilos de tu risa un volantín habría elevado pero tú querías bailar, y bailé por ti. Fue el último gran viaje que hice. 3 Atropellaron a uno de los perros y lo arrojaron al costado de la calle. El otro volvía aunque el cuerpo no estuviese. Eran cachorros. 2 No quiero que estas manos se hagan en otras manos ni sus uñas floten en otro líquido. Extendamos unas luces como de navidad con todo lo que podamos defender en ellas. 1 Hay fuegos artificiales, es año nuevo en pleno julio.

lo querido no se pronuncia

21 de noviembre

Hazme grito desconocido a medianoche porque la ciudad se pierde entre el humo.

pasaje 2

Pensar en la infancia sin remordimientos, sin la necesidad de sostener una mano hasta que deje de llover, porque hoy recuerdo rostros que besé bajo la lluvia.

10 Rayada la muralla con negro, la vecina barre la entrada de su casa, desde la botillería miran y ríen. De la micro observan dos quiltros contra los autos. 9 (La primera escritura en el cuaderno escolar: “me siento solo y quiero irme de acá”) 8 De gallina la piel / se abre la puerta Son alfileres los dedos introducidos en ti. Si el sol se esconde de tu cuarto, qué ha de importar que vengan nuevos días, bastan la profunda sombra, la otra taxonomía, el hijo evitado. 7 –Lo querido no se pronuncia– 6 Y arrancas pelo por pelo y dejas que una hormiga suba por tu pierna y llamas a la señora del arriendo para que te dé una semana más. Rompes tus reglas a la fuerza.

Siento que no puedo ofrecer más que una serie de tristezas mudas, un escenario de pasajes angostos ocultos por el humo de chimeneas que día y noche insisten en mantener un fuego. El invierno acorrala la ciudad. Mi madre deja leña junto a la estufa y colillas en el cenicero, yo salgo a encender barricadas que circunden mi corazón. Termino bebiendo parafina en el eriazo, tragando las colillas encendidas, soñando que algo pase. No hay más que versos de algún alumno de cuarto medio que me hubiese gustado escribir a mí: “odio el día todo el día, / odio la noche toda la noche” La ciudad viene una y otra vez arrojada por el invierno. Nadie en los pasajes, nadie junto a las estufas de combustión lenta, ya nadie se abriga esta noche para dormir. Es 21 de noviembre y amanece. Sobre mi madre cae la escarcha, sobre mí cae la escarcha, sólo llega la escarcha.

donde el río duerme sobre

el

autor

Profesor de Castellano y Comunicación, ha colaborado desde Temuco con proyectos como Poleo Ediciones y Venérea Violenta. Publicó el poemario “Hija” (Poleo, 2010), y recibió la Beca de Creación Literaria del Fondo del Libro el año 2017. Nadir es su segundo libro.

La periferia es un pueblo amontonado a orillas del barro, ladridos que anuncian los pasos, una animita enmohecida que recibe dientes por velas. Desde ahí se anudan nubes y llegan perros abandonados. Frágil arquitectura del deseo que las paredes no logran apresar. Su geografía es el acné en el rostro del púber que llaman a gritos maricón. En ella se mezcla cumbia y cantos evangélicos, cada quien con sus penas y lamentos. El magnetismo de sus esquinas llama a cierta edad (las estrellas más brillantes son las que están por morir), luego temor a que te desconozcan. Es tan oscura la noche, más con frío. La periferia es un pueblo olvidado donde el río duerme.


libres creadores

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DIÁLOGOS DE DESAPARECIDOS– ENRIQUE LIHN– OVEROL–61 PÁGINAS.

grado cero

sobre

el

autor

Nació en 1929. De los mayores poetas de nuestra tradición, destaca en su obra “La pieza oscura” (1963), “La musiquilla de las pobres esferas” (1969), “París, situación irregular” (1977) y “El Paseo Ahumada” (1983). Experimentó con otros géneros en prosa, cómic, e incluso en formato audiovisual. Falleció en 1988 dejando un legado que solo crece con el tiempo. Overol también ha rescatado producciones que amplían su acervo, como “Las cartas de Eros” (2016) y “Poetas, voladores de luces” (2017). Esta edición incluye un postfacio del editor Andrés Florit.

de i Una mujer de edad se retira del confesionario. El cura aguarda un momento; luego descorre el telón y mira hacia un individuo que permanece arrodillado en las cercanías, en una de las bancas de la iglesia.

Desaparecido: Soy un delator. Esa es mi confesión. Quiero mi penitencia: que la Iglesia sobresea mi caso como lo hicieron antes, una y otra vez, los tribunales, por presunta desgracia. Que me borre del mapa de los desaparecidos.

El cura: Y usted, ¿se va a confesar?

El cura: La delación no la consideramos un pecado en el caso de los torturados. Y la penitencia solo te la puede dar el sacerdote después de la confesión. La que tú pides lo mismo puede ser la expresión del arrepentimiento que el miedo a la opinión. Si se ignorara la historia de tus delaciones nos mutilarías la verdad en lo que respecta a los desaparecidos.

Desaparecido: No. La penitente: ¿Yo? Pero si acabo de hacerlo, padre Carlos. Ahora le rezo sus penitencias. El cura (extrañado, al desaparecido): ¿Alguna otra cosa? Esta es la hora en que si alguien me necesita viene por mí a la parroquia. Eso lo saben algunos agentes que… y mis feligreses.

Desaparecido: Así es que no cambiaré de condición, vivo o muerto, a pesar de todo lo que haya podido hacer. Seré mañana o pasado lo que soy ahora, un desaparecido. Reaparecería si ellos perdieran, por fin, el derecho al secreto y a la impunidad, y se vieran obligados a comparecer ante los tribunales y defenderse allí. Entonces seré una de las pruebas a su favor. La gente odia a los renegados.

(La penitente mira al cura con extrañeza.) Desaparecido: Soy un desaparecido, padre. Ella no sabe con quién está usted hablando. El cura: ¿Un desaparecido?

El cura: Así es, Adelina. Puede rezar sus penitencias en el camino de su casa. Y no exagere el número de avemarías, usted no se parece en nada a una pecadora. Ande.

Desaparecido: Es cierto. Me detuvieron unos agentes en mi casa y me hicieron desaparecer en una clínica. Todavía estoy vivo en alguna parte, o mejor dicho, me obligan allí a sobrevivir. Pero usted sabe, empiezan a aparecer los desaparecidos, vivos o muertos. Entonces se escribirá la historia de unos y otros. Yo no les convengo a ustedes como personaje de esa historia.

(La penitente se retira.)

El cura: ¿De qué conveniencias me hablas?

El cura (al desaparecido): Yo diría que por estos lados, los pecadores de verdad escasean cada día más. El sufrimiento los ha redimido muchas veces en pocos años.

Desaparecido: Dígales a esos abogados tan dignos de confianza que la Iglesia, en mi caso, defiende los derechos humanos de alguien que no los merece. La causa de los desaparecidos va a perder conmigo ese airecito que ustedes le han dado, de cosa edificante. Cuando se sepa que una de las víctimas fue quien les dio a los verdugos la pista de tantas, pero de tantas otras. Por mi causa desaparecieron muchos desaparecidos.

La penitente (nerviosa, se vuelve hacia el cura): Usted parece que espera a alguien, padre.

Desaparecido: Usted tiene una idea un poco rara del sufrimiento. Supongo que en el infierno los condenados sufren; pero eso no los hace mejores. El cura: No creo en el infierno. Aquí tiene mi confesión. ¿Y la suya? Desaparecido: Lo contrario, ninguna. Solo he venido a pedirle un servicio, pero no voy a hacerlo de rodillas en ese confesionario. El cura (sale del confesionario y se desplaza por la iglesia): Está usted de rodillas en una de las bancas de mi parroquia. Desaparecido (se sienta): Es una idea suya, padre. No estoy aquí de ninguna manera. A usted le toca verme como quiera. Pero, en cualquier caso, usted podría hacer un gesto con la mano y tarjar mi nombre de la lista. Me llamo Juan Guillermo Alcalde. El cura: Estás en la lista de los desaparecidos. ¿Crees tú que yo puedo usarla como si fuera mi libreta de direcciones? La Iglesia y sus abogados, personas dignas de todo el respeto público, han elaborado esa lista con los mayores escrúpulos. Si estás en ella, es porque existen testimonios y pruebas irrefutables de tu desaparición; porque tus familiares o amigos agotaron todos los medios imaginables para dar con tu paradero. No estás en esa lista, Juan Guillermo, por una decisión personal que yo pueda revocar bajo tu instigación.

El cura: Sabemos ya de otros casos de delación. La tortura no es precisamente la escuela del heroísmo: arroja a la misma inhumanidad a la víctima y al verdugo, en la gran mayoría de los casos. Nuestra tarea no es la de juzgar a quienes padecieron la tortura, sino la de acogerlos a todos en un movimiento de solidaridad que la haga imposible, otra vez, en la historia de este país. No andamos a la búsqueda de un nuevo santoral, sino de la verdad de la tortura, que no puede ser, en sí misma, edificante. Hemos intentado reunir la información que se necesite para destruir la tortura, sobre la cual no puede fundarse una sociedad humana. Desaparecido: Ya me habían dicho que era usted un cura elocuente. Me siento incapaz de replicarle. Pero, bueno, ¿qué pierdo con hacerlo? Jesucristo fue torturado, y luego todos los santos mártires. La Iglesia, ¿no le debe nada a la tortura? El cura: Si he sido elocuente fue por necesidad, pero no te voy a dar en el gusto de hablar por hablar, haciéndome cómplice de ese tonito de ironía que empleas con la Iglesia, Juan Guillermo. Si fueras católico, te aconsejaría la confesión. Ahora te tortura tu conciencia.

El cura: Los casos son muchos, pero tengo buena memoria. He revisado, por lo demás, muchas veces la lista de los detenidos desaparecidos, conozco sus expedientes. Desaparecido: Y eso qué. El cura: Juan Guillermo Alcalde, creo que lo recuerdo. Tú eras ese estudiante que aprehendieron una noche de febrero del 74; habías regresado a tu casa en Santiago. Tu familia veraneaba todavía. Fuiste un líder estudiantil, un joven aventajado. Y costó mucho saber algo de ti. Se escucharon gritos en el vecindario. Desaparecido: No se sabe más que lo que se sospecha. El cura: Algunas delaciones solo podían venir de ciertas personas identificables, otras, no. Las primeras, por muy lamentables que fueran, eran como las señales de vida de esos desaparecidos que no habían logrado resistir la tortura. Desaparecido: ¿Cree usted que ese fue mi caso? El cura: No lo recuerdo en detalle. Solo te estoy ayudando a recordar. Aunque solo hicieras memoria de ciertos hechos, descargarías tu conciencia. Desaparecido: Confesión y psicoanálisis. El cura: ¿Por qué no? Estamos tratando de ayudar a los que reaparecen o a los que, como tú, puedan reaparecer el día de mañana, muy dañados. Dios santifica todos los medios que sirvan para reparar el daño que ustedes hayan padecido en su alma y en su cuerpo. Desaparecido: Es decir, aquí no se trata de catequizar a nadie. El cura: Eres tú quien lo dice. (…)


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GRANDES ESPERANZAS –KATHY ACKER–LA MUJER ROTA–164 PÁGINAS.

libres creadores

sobre

la

autora

Escritora norteamericana, feminista y punk, nacida en Nueva York en 1944. Indagó en distintos géneros literarios. Fallece en Tijuana en 1997. Este libro es traducido por Matías Fleischmann, quien señala: “Kathy reescribe en varios momentos del libro fragmentos de obras clásicas, pero no las atribuye (…)”.

fragmento de recuerdo de mi infancia Los soldados con casco piernas arqueadas músculos tiesos pisotean bebés recién nacidos envueltos en mantas violetas escarlata violeta, bebés ruedan de los brazos de mujeres agachadas debajo de las ametralladoras de hierro de pop, un taxista le planta un puño en la cara a una cabra, cerca del lago una división del otro ejército cruza el sendero, otros soldados de este mismo ejército saltan al frente de los camiones, pop se retira río arriba, una rueda vintage al frente de tres espinos sostiene la cabeza de un hombre, los soldados muestran sus pechos en la sombra de las barricadas de barro, las hembras acurrucan niños en sus tetas, el sudor de los fuegos perfuma refuerza este agitarse mecerse dejan sus harapos sus pieles su carne embarazada: aceite de mesa clavo de olor henna mantequilla índigo sulfuro, en el fondo de este río debajo de un lecho hundido por cedros quemados cebada trigo colmenas tumbas kioscos bolsas de basura higueras fósforos murallas cubiertas de sesos humanos huertos ahumados por fuegos pequeños explotan: flores polen espigas raíces papel géneros manchados con leche sangre corteza plumas, se elevan. Los soldados despiertan se paran de nuevo se guardan la camisa de cáñamo se chupan las mejillas manchadas de violetas tampones sangrientos que después las mujeres se vuelven a meter en la zorra: el pecho del soldado mientras viola a la mujer aplasta al bebé atrapado en sus tetas Quiero: cualquier parte cambia (el significado de) cualquier otra parte para que no haya ninguna parte/ significado absoluta/heroica/dictatorial/s&m los dedos del soldado cubiertos de polvo de ónix le tocan la cara un orgasmo le hace tirar saliva sobre el cráneo cremoso del bebé su sexo antes erecto ahora flácido descansa en la manta se vuelve su color violeta escarlata, los camiones se tragan los soldados de rima, vientos con lluvia empujan las carpas contra sus cuellos, se ajustan la ropa, las sombras crecen, sus ojos brillan más y más sus dedos rozan las hebillas de

sus cinturones, las cabras con el pelo sudado por la captura al borde de las brasas se agachan como harapos saliendo de zorras, un adolescente sin lengua envuelto en cáñamo mea en el pocillo de esmalte que tiene en su mano medio mutilada, el camionero vuelve besa la cruz azul tatuada en su frente, el adolescente baja la palma de su muñeca adonde se le salen venas llenas de alcohol. Las orugas de los camiones muelen las piedras los vientos sobre las vías del tren, los soldados duermen su sexo rodando por la cadera son ganado, su camionero escupe negro una picadura de avispa le hincha la piel debajo del ojo izquierdo uvas negras le pesan en el bolsillo, el pelo blanco de un hombre viejo debajo del pelo blanco piel roja quemada salta sobre la plancha de metal, la saliva negra del camionero se le seca en el mentón el taco con clavos del camionero aplasta mientras se saca pelo de la nuca y lo tira en la plancha de metal, unas piedras explotan. Mi madre es la mujer más hermosa del mundo. Tiene pelo negro, ojos verdes que se ponen grises o cafés dependiendo de su humor o las drogas que se haya metido, la palidez del rosado resalta el relleno de sus labios, piel tan suave que el color de sus mejillas es absolutamente damasco sin rasguños sin rojos sin blanco tirante. Esto de ningún modo describe la delicadeza de los huesos de la cara. Su cuerpo es igualmente exquisito, pero del lado relleno o caído porque no hace nada de ejercicio y ocupa faja. Mide un metro sesenta y siete. Suele pesar 55 kilos pero pasa tomando pastillas para la dieta. Sus pechos se ven más grandes y llenos de lo que son porque están caídos. Los pezones son grandes rosados pálidos. En la piel alrededor de los pezones y arriba en las piernas se pueden ver fácil las várices asomándose. La piel del estómago y de arriba de los muslos es blanca y muy pálida. Tiene muchos pelos crespos alrededor de la zorra. Tiene caderas manos y tobillos chicos. Todo el peso, el empuje, la voluptuosidad de esas tetas es engañosa, son los muslos: carne enorme y marcada indica un culo pesado carne extra a los lados de los muslos. La carne justo arriba de la zorra parece más pálida de lo que debería ser. Tan pálida, que es frágil, en el límite de la fealdad: el todo: las tetas caídas pero no tan enormes, la cadera chiquita, el culo gigante son más sexis más apasionantes que un cuerpo apretado musculoso y a la moda. Mi madre es la persona que más amo. Es mi hermana. Juega conmigo. No hay nadie más en mi mundo excepto por alguna versión extraña de padre que en parte solo existe a partir de sombras, y por un tormento irrelevante que llamo hermana. Estoy viendo a mi madre ponerse un suéter apretado naranjo terracota. Siempre usa un sostén como de encaje blanco que parece un poco sucio. Mientras está peleando para entrar en una faja blanca y grande dice que no le gustan las fajas. Está parada al frente de su espejo y de su cómoda con espejo. Cada centímetro de cada mueble de la pieza está cubierto por espejos, menos las dos camas dobles, la silla de mi padre y la tele, pero no llaman la atención. Ahora mi madre se está metiendo en una falda recta y apretada de lana café. Siempre se pone suéteres apretados y faldas rectas apretadas. Su ropa es vieja y muy glamorosa. Se arremanga un poco la falda y se enrolla pantis transparentes. Me dice que me ponga el abrigo y los guantes blancos porque vamos para afuera. Hoy es Navidad. Montones

gigantes de nieve limpia cubren las calles vuelven las calles mágicas. Una vez que llegamos al parque debajo del puente de la 59 me digo a mí misma: “Ningún pie ha marcado esta nieve antes”. Mis pisadas en cada pedacito de nieve sin marcar. Los montones son tan altos que apenas los puedo caminar. Me caigo riendo. Mi madre se cae riendo conmigo. Mi ropa en especial los pantalones alrededor de las botas están estilando. Me quedo en esta nieve mágica con el sol hermoso y amarillo dándome en la piel por todo el tiempo que puedo hasta que una voz en mi cabeza (yo) o mi madre dice: “Ahora que sabes lo que es esta experiencia, tienes que irte”.

fragmento de “hemos comprobado que la comunicación es imposible” Querida Susan Sontag:

¿Podrías por favor leer mis libros y hacerme famosa? De hecho no quiero ser famosa porque entonces toda la gente aburrida me va a parar en la calle y molestarme ya odio a la gente que me llama al teléfono porque siempre estoy delirando. Ahora veo que mis delirios son más interesantes que cualquier cosa que pueda pasarme en Nueva York. Excepto cuando Slyvére me folla. Me gustaría saber cómo hablar inglés. Querida Susan Sontag, ¿me enseñarías a hablar inglés? Gratis, porque, sabes, soy artista y los artistas por definición son personas que nunca pagan nada incluso cuando venden todo el show a $10.000 cada pintura antes de que empiece. Todos mis amigos ya se morían de hambre antes de aterrizar en los vientres de sus madres clasemedieras; en especial le cuentan a la gente sobre cómo se mueren de hambre cuando piden cervezas de $2.50 en el Mudd Club. La pobreza es uno de los aspectos más repulsivos de la realidad humana: más asquerosos que todos los artistas que reclaman que son pura basura son los medio-artistas los hipócritas los académicos que creen que está in ser pobre, que quieren ser pobres, que desprecian las servilletas de seda blanca que conseguí de mi abuela muerta —por fin hizo algo por mí alguna vez en su vida (muerte)— porque esos críticos no saben cómo es tener que decirle a hombres que son maravillosos por dinero, porque tienes que tener dinero, durante diez años. Espero que esta sociedad se vaya a la mierda. Entiendo que eres muy letrada, Susan Sontag, Tuya, rosa.


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grado cero

La nueva traducción chilena Por Cristóbal Gaete

Por muchos años acostumbramos a consumir traducciones importadas, pero de un tiempo a esta parte la edición independiente chilena está modificando nuestra forma de leer. En catálogos como los de Cuadro de Tiza y Librosdementira la traducción ocupa un rol fundamental. La experiencia cardinal está en el traductor, quien muchas veces es también escritor o editor. Compilamos prácticas de distintas generaciones y géneros literarios.

Verónica Zondek: ni ahí con los gilipollas

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n hito para traducción en edición independiente fue “Bajo el volcán”, editorial que publicó una mítica colección de tres libros en los años noventa. Zondek, también destacada poeta, se encargó de traducir al poeta santaluciano Derek Walcott. En estos últimos años tradujo desde Valdivia a Anne Carson-próxima a visitar Chile, hoy publicada por Alquimia en la versión de Soledad Marambio- y Anne Sexton, versión disponible en La calabaza del diablo (“El bebé de la muerte”, 2014). Sus traducciones han aparecido también en México y Argentina. ¿Cómo era traducir en Chile en los noventa? Era bien complejo en realidad, porque la traducción en Chile era inexistente. Antes hubo las cosas que hacía Armando Uribe, Jorge Teillier, pero durante los setenta y los ochenta no se tradujo nada que yo sepa. La colección que sacamos tenía a Rimbaud, a Walcott y Bukowski, circuló de mano en mano en las librerías, no había distribuidores. Me acuerdo haberlas ido a dejar. No era solo traducir, sino ir a ver las cosas en la imprenta para que no tuvieran errores. Hicimos pocos ejemplares, trescientos, quinientos, no creo que más. ¿Cómo ha sido la experiencia de publicar traducciones en otros países? Eso se va ampliando con las redes de traductores que uno va conociendo y que te abren estas puertas. Uno no sabe cómo negociar. El libro que salió en Trilce (México) de la Anne Carson fue cuando acá a nadie le interesaba. Yo estaba en la filsa -no sé qué hacía allí- y conversando de otras cosas con escritores mexicanos amigos míos coincidimos con la editora, ella se interesó y dijo genial, hagámoslo.

Tomó un tiempo larguísimo, ella hizo gestión en instituciones y yo me gané una beca para traducir en Canadá, pero firmamos contrato, eso fue interesante porque pude darme cuenta que en la traducción puede entrar algo de dinero, aunque en realidad es lento. Hay una idea que la traducción es un pasatiempo y la verdad es que me gusta tanto como leer y escribir y absorbe mucho tiempo. Hay países que tienen pago para la gente que traduce literatura del país. El Fondo de traducción del Fondo del Libro es bastante acotado, no alcanza, y tienes que tener un compromiso anterior con una editorial, tienen que confiar mucho en ti, tener mucha trayectoria. La traducción es una pasión y un oficio, y debería tener un pago digno. ¿Cómo eliges a quién traducir? Tanto Walcott, Carson y Sexton no eran tan conocidos cuando trabajaste con ellos. No ando buscando a quién traducir, me topo. Leo algo que me entrega un mundo desconocido y siento que tengo que traducirlo para llegar al final de ese texto, sobre todo cuando encuentro traducciones que no me gustan. Lo que hallé de Walcott en castellano lo encontré malo, igual que lo de Gottfried Benn. Lo que traducían las antologías de Sexton en aquella época tenía una resonancia dentro de un cierto esquema de consumo poético, era bastante irregular su escritura porque escribía por órdenes del siquiatra; tiene cosas que son realmente grandes poemas y otros que son terapéuticos, que a mí no me interesan. Cuando traduzco algo es porque quiero leerlo en profundidad, entender todos sus niveles, porque me alimenta. Cuando uno se mete con autores de otra lengua, uno enriquece la propia con nuevas miradas, nuevas formas de instalarse en el lenguaje y en el mundo. ¿Cuán personal es la traducción? La traducción es siempre una lectura personal, por eso las traducciones son complementarias. Una traducción no rechaza a otra, cada traductor le coloca de su mundo, de su lenguaje. Es lo mismo que cuando escribes un poema, lo haces desde

Traducción de Verónica Zondek de “Red Doc>”, de Anne Carson(1950). Trilce, México, 2017. De próxima aparición en lom. Weighing it in his hand he pauses then throws it across the room. Does he hate Today I Wr o t e No thing : The Selec ted Wr i t i n g s of Daniil Kharms translated from the Russian by Matvei Yankelevich for some good reason or for not being Proust. Sad is grinding his teeth. G turns on the radio. Think of yourself as a jar says bbc 4. The words are honey. Pour the honey into the jar. G thinks of himself as A jar. It is vaguely sexual. What was it like to feel sexual. To want say this person on the floor. Or any person. Sexual situations yes the haste and ramming yes the hot cold amazing difference between before and after as if a diagram shot inside out he remembers the diagram but the feelings no. Necessity no. One night under the overpass they´d got the sex whiff a ga i n . Ma d e a few fumbles. No t enough juice for the squeeze as Sad so neatly put it Whose courage? Is Anything serious? Daniil Kharms used to lie down on the highway to see if traffic would stop (it did) then walk away. G stands up from the table. He will make his way to the town swimming pool and see what they think of his rather majestic redwinged b r e a s t s t r o k e .

s o p e sá n d o l o en su mano se detiene luego lo lanza al otro lado de la pieza. Odia acaso Today I Wrote Nothing: The Selected Writings of Daniil Kharms traducido desde el ruso por Matvei Yankelevich por una buena razón o porque no es Proust. Sad se encuentra rechinando sus dientes. G prende la radio. Piensa en ti mismo como en un frasco dice la BBC 4. Las palabras son miel. Vuelca las palabras en el frasco. G piensa de sí mismo como un frasco. Es vagamente sexual. Cómo era eso de sentirse sexual. Desear digamos a esa persona sobre el piso. O a cualquier persona. Situaciones sexuales sí el apuro y el embestir sí la caliente fría increíble diferencia entre el antes y el después tal como un esquema dado vuelta recuerda el esquema pero los sentimientos no. La urgencia no. Una noche bajo el paso a nivel recuperaron el olorcito a sexo nuevamente. Se toquetearon levemente. Sin suficiente jugo para apretujarse como tan precisamente lo expresó Sad. ¿La valentía de quién? ¿Hay algo que sea serio? Daniil Kharms solía recostarse sobre la carretera para comprobar si el tráfico se detendría (lo hacía) luego se iba. G se levanta de la mesa. Se encaminará hacia la piscina del pueblo y verá qué es lo que piensan de su más bien majestuoso nado estilo pecho de a l a s r o j a s .

el mundo que tú habitas, desde dónde tú estés parada, una traducción es eso también. Puedes traducir hoy un libro y 15 años después traducirlo otra vez, y es un mundo distinto, porque viviste 15 años más y adquiriste otras percepciones, conocimientos, quizá los traduces de otra manera, o te habla de intereses que tienes en ese minuto y te vas por otro lado. ¿Qué opinas de la traducción hoy en Chile? Ha cambiado mucho, hay mucha gente joven traduciendo, es posible conversar con otros de los problemas de traducción.


septiembre • 2018

En el trabajo que hicimos con Enrique Winter y Rodrigo Olavarría de Emily Dickinson, libro que sale en septiembre en la Universidad de Valparaíso, cada uno hizo sus treinta poemas en la misma soledad de siempre, con sus libros, la pantalla y el diccionario, pero después nos juntamos con Enrique en Valdivia y los tres por Skype. Eso es muy interesante, porque te genera una apertura de interpretaciones, un ir y venir de ideas, de comprensión de las estructuras de los poemas, que no te lo da traducir sola. ¿Qué opinas del tema de los derechos? ¿Complica el tema de las traducciones? Yo creo que los derechos deberían ser siempre conversables, las grandes casas editoriales españolas compran los derechos para toda la lengua, cosa que es un horror. Una traducción española suele tirarte para fuera porque te genera muchos ruidos. Las traducciones son complementarias, deberíamos todos poder hacer traducciones. A un argentino seguramente le cuesta leer la chilena, y al chileno le cuesta leer la argentina, pero ya ni tanto, porque las cosas dan más vueltas entre latinoamericanos, tenemos un pozo de lenguaje común aunque hay algunas cosas que nos sacan, como el voseo. A la Sexton que se publicó en Argentina no le pusimos voseo, pero sí tuve que adaptar ciertas cosas que acá en Chile entraban natural, y allá producían ruido, sin embargo, cuando esto iba a salir en España, a pesar de que había firmado contrato, me exigieron meter palabras como gilipollas, que puede ser un estúpido y lo entendemos todos, pero no puedo poner gilipollas, entonces no hubo acuerdo y hasta ahí llegamos. Hay cosas que son colonialismo verbal, imperialismo a esta altura.

Claudio Gaete: el capital y el lenguaje

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l poeta Claudio Gaete es un sujeto excéntrico para la literatura chilena. Después de ganar el Premio Municipal de Literatura con “El cementerio de los disidentes” (Temple, 2005), viajó a Europa, donde en lugar de entregarse al centro literario, comenzó a indagar en poéticas de países del tercer mundo que resultaban cercanas allá. De vuelta, trajo una autoedición del ya inhallable “Relaciones”(sin fecha), en los que un puñado de nombres muy poco conocidos en Chile, son versionados al español. Hoy en Valdivia, reinventado como profesor de francés, planea traducciones junto a ex alumnos haitianos. ¿Por qué hay tradiciones literarias que no visitamos en traducciones en Chile? Son muchas las tradiciones poéticas, innumerables, nosotros tenemos relación con algunas, fundamentalmente las de lenguas vehiculares americanas, el inglés, el francés y el portugués. Desde Chile podríamos abrir relación, por ejemplo, con las literaturas africanas, aunque estén en inglés o francés, pero es mínima, como con la literatura en lengua árabe o lenguas asiáticas, que casi no existe. La relación que podemos tener con otras tradiciones literarias responde a nuestra historia. Por ejemplo, si pensamos en las traducciones

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de literatura en lengua inglesa, particularmente literatura estadounidense durante el último cuarto de siglo, me parece que hay una relación entre la americanización de la sociedad chilena y el hecho que se haya privilegiado esa literatura, aun cuando se haya traducido autores necesarios e importantes. Si nuestra relación cultural y literaria con el campo literario africano es mínima, habría que preguntarse si nuestra relación política y económica es en algún grado significativa, y seguramente vamos a encontrar que no. No es que haya determinismo entre esas distintas dimensiones, pero queda ahí una correlación de nuestra distancia en todo tipo de relaciones. Aunque si uno lo ve por ahí, yo me hago la pregunta de por qué en el caso de China no ocurre del mismo modo, o sea, podemos comprarles tecnología y cuanta cosa a los chinos, pero sigue casi sin construirse, por nuestra parte, un conocimiento de primera mano de su literatura. Es mínima la relación, salvo algunos casos anecdóticos como Pablo de Rokha o Gonzalo Rojas, que anduvieron por allá, pero que no significó una entrada a esa literatura. ¿Cuál sientes que es el aporte de las tradiciones que tú has traducido que aquí no se frecuentan? He traducido algunos autores caribeños, africanos, europeos y últimamente una gran poeta estadounidense. Aportaciones muchas, yo creo que la autonomía de una literatura chilena tiene que ver con la capacidad de relacionarse de forma autónoma con las literaturas del mundo, y en ese sentido nuestra relación con ellas es de segunda mano, fundamentalmente las leemos en traducciones españolas, y quizá en menor medida mexicanas y argentinas. Plantearse las preguntas por las aportaciones, lo nuevo, lo heterogéneo que suponen las literaturas del mundo es una

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pregunta vastísima. Inabarcable. Además que uno podría intentar resumirla a través de campos literarios, pero aun así, si uno hablara, por ejemplo, de la literatura caribeña, sería muy al bulto, hablar de todo el campo de la literatura caribeña y atribuirle dos o tres o un puñado de características esenciales, porque hay que ir viendo escritor a escritor, obra por obra. Para poder tomarla por alguna parte hay que partir por lo concreto. Si pienso en Édouard Glissant, el poeta-filósofo martiniqueño, algo que a mí me apasiona en su obra, si la contrasto con la tradición chilena, es ese entrevero de poesía, pensamiento y relato, es decir de canto, cuento y concepto, que no es tan común en nuestra literatura. Observo acá una tendencia, casi diría antiintelectual, muchos de los escritores principales de la tradición chilena no cultivaron tanto el ensayo, y si lo cultivaron lo hicieron de una forma más marginal o puntual. Piensa, en cambio, en la obra ensayística de Paz, Borges o Carpentier. En realidad tenemos que compartir más nuestras lecturas, qué leemos y cómo lo leemos. Está bien irse en la anecdótica y por supuesto que son generosos los comentarios superlativos, pero nos hace falta entrar más en materia. Menos juicio y más juego, la música, ponte tú, no se ejecuta, se toca y se juega. Menos cóndor y más huemul. Pareces traducir sin ninguna premura. Para traducir hay que leer muy pero muy atentamente, porque como la traducción literal no existe, hay que recrear. Y eso implica, de hecho, que con leer minuciosamente no basta. Tampoco basta conocer bien la lengua que vas a traducir, por supuesto que es indispensable, pero luego tienes que hacer que el poema o relato o ensayo suceda en castellano. Hay casos, eso sí, en los que quien traduce no entiende bien lo que lee y sin embargo,

Traducción de Claudio Gaete de James Noël (Haití, 1978). Incluida en “Relaciones”.

CIUDAD SOLITARIA

VILLE DE SOLITUDE

todos los elementos juegan la farsa de un trampantojo y de todas las acciones se difumina su naturaleza primera

tous les éléments jouent la farce d'un trompe-l'œil et les actions s'estompent toutes de leur nature première

dormir es morir cobardemente y mear es desafiar a los ángeles mirones la virtud es verde de limo ángulos averiados chorro de pestilencia los días cambian de piel como las mujeres cambian de hombre viceversa

dormirc'estlâchementmourir et pisser c'estdéfier les anges voyeurs la vertuestverte de limon angles avariés jet de pestilence les jourschangent de peau comme les femmes changentd'homme vice-versa

la muerte se burla de las almas tiernas a golpes de perjuicios y golpes de garras como gato lamiendo un último gesto de ratón mi ciudad ratonera mi ciudad hoyo de memoria mi ciudad sola se enternece sobre sus olas canciones de mar

la mort se moque des âmestendres à coups de griefs et coups de griffes tel chat léchant un dernier geste de souris ma villesouricière ma villetrou de mémoire ma villeseules'attendrit sursesvagues chants de mer

el cielo es un vacío coloreado el mar el más grande de los felinos el aire está contaminado el fuego es el desastre el amor la galera remeros y remos de alpinista de los altos-fondos la luna está a punto de hacer caída libre el sol tiene el corazón de infierno

la vida está verdaderamente vacía vacía de esencia

lecielest un vide coloré la mer le plus grand des félins l'airestpollué le feuc'est le désastre l'amour la galère rameurs et rames en alpiniste des hauts-fonds la luneesttouteprête à faire chute libre le soleil a le cœurd'enfer

la vie estvéritablementvide vided'essence

con ayuda de otros, ha podido llegar a un resultado interesante. Pero por esa vía se corre un riesgo de sordera. No, yo creo que hay poder ver el prisma en todos sus ángulos, aunque eso, claro, es finalmente una utopía. Hay que intentarlo. Y hay que macerarlo. En cualquier caso, por buena que sea la traducción, no existe la traducción última. Como ocurre con la noche y el día, la traducción participa de la poesía, es decir, la poesía está hecha de poesía y de traducción. La traslatio y la relatio son hermanas, trasladar y devolver, digresión y regreso. Es preciso traducir como si lo que estás escribiendo fuera tuyo, no para apropiártelo sino porque esa es la única posibilidad de que la traducción respire. Eso hacemos, ¿no?, traducirnos de la muerte a la vida.

Claudio Castañeda: Culiando con Bukowski

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no de los autores más icónicos del siglo XX es Charles Bukowski, que contando historias de los white trash / basura blanca reveló un mundo oculto de la comercialización de la vida americana. Por décadas los lectores de Bukowski chocaron con las murallas de las traducciones españolas, llenas de localismos indigeribles. Unos años antes, en antologías argentinas ya habían construido su Bukowski, y Claudio Castañeda lo hizo por nosotros en traducciones chilenas e ilustradas. Sus versiones se pueden visitar en: https://culiandoconbukowski. wordpress.com/, y consideran un arco de trabajo desde 2011 hasta el 2016. Hay traductores latinoamericanos que dicen traducir para su gente. Con “Culiando con Bukowski” pasa algo similar. ¿Para quién traduces tú? En el caso del Bukowski la decisión fue una traducción chilenizada, la idea era generar una equivalencia entre el habla baja bukowskiana y el habla baja chilena. Entonces está la intención directa de limitar el espacio de la traducción a mis compatriotas. Es anti español de España, esa fue la primera decisión, y la segunda, es que no era un español neutro latinoamericano. El chileno tiene una mayor similitud de conceptos con el slang gringo y se podría adaptar. ¿Qué te pasaba con las traducciones españolas? Yo soy obsesivo con las lecturas, entonces empecé a leerlo en español porque es más difícil conseguir los libros de Bukowski en inglés, y me incomodaba mucho leerlo, lo encontraba bastardo, lo encontraba ajeno. Me conseguí los libros en inglés, poesía, porque novela requería más tiempo, en poesía podía ir flexionando algunas cosas e ir avanzando. Fue una decisión racional, pero sobre todo fue el disgusto, el asco de la lectura en español, tan castellana. Me molestaba demasiado. Aparte me pasaba algo con “Bonsai”; Zambra a propósito justifica la inclusión del verbo follar, yo entendía por qué, pero el botón del cojín, el punto de la urdimbre, era la palabra culiar, no era la palabra follar, era el verbo to fuck, a partir de eso se


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deslindaba todo lo demás. Entiendo que el culiar suena mucho más fuerte que el verbo follar, porque suena elegante tal vez, pero quería que estuviera al medio de lo que podía significar la traducción. Zambra encuentra que culiar es una palabra desagradable. ¿Cuáles son los costos de hacer una traducción chilena? Tito Manfred me mandó una crítica que alguien hizo sobre “Culiando con Bukowski”, que decía que no había leído la comparación entre las traducciones y los originales y que el carácter de la literatura es su internacionalización, su comunión entre los lectores, y que de alguna forma, acotar los lectores al rango chileno era algo casi provinciano, opuesto al cosmopolitismo de la literatura. Yo creo que la respuesta va por ahí, efectivamente lo que se hace es limitar. A mí no me molesta la limitación, me agrada esa dificultad y que el español tenga matices, es como cuando Borges habla del “Martín

Traducciones de Claudio Castañeda de Charles Bukowski (1920-1994). Extraídas de “Culiando con Bukowski”.

VIDAS DE TARRO DE BASURA

el viento sopla fuerte esta noche y es un viento frío y yo pienso en los cabros de la pobla. espero que tengan una botella de tinto. es cuando vives en la pobla que puedes darte cuenta que todo tiene dueño y que hay candados en todo. esta es la forma en que la democracia funciona: tomas lo que puedes tratas de conservarlo y añadir algo si es posible. esta también es la forma en que una dictadura funciona solo que ella esclaviza o destruye a sus marginados. nosotros sencillamente olvidamos a los nuestros. en cualquier caso es un viento fuerte y frío.

ESTO ENTONCES

es lo mismo que antes o que la otra vez o que la vez anterior a esa. aquí hay un pico y aquí una zorra y habrán problemas. solo que cada vez piensas bueno, ahora he aprendido: la dejaré hacer eso y yo haré esto, ya no lo quiero todo solo un poco de confort y un poco de sexo y apenas un poquito de amor. ahora espero nuevamente y los años se van agotando. tengo mi radio y las paredes de la cocina están amarillas. sigo botando botellas y escuchando pisadas. Espero que la muerte contenga menos que esto.

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Fierro”, ejemplifica seis versos, dice que son difíciles de traducir. Es una decisión práctica, quien quiera que sea su público. En ese caso en particular, yo sabía que escribía para determinadas personas, no tengo jefe ni tengo pretensiones largas de difusión, daba lo mismo. Igual el libro tuvo difusión en Buenos Aires y Lima y se veía y se compartía. Igual traduje de C.A. Conrad para Jamspter.cl, y en este caso la hice con un español más neutro. Ahí por ejemplo el slang era complejo, era elegir entre poner zorra o coño o chocho. Ahí elegí consultando la opción la más amplia posible, por la amplitud de lectores. ¿Qué traduces ahora? Anders Carlson – Wee. El huevón es blanco y ocupa estructuras de lenguaje de habla negra, básicamente utiliza los plurales y el pronombre en singular. En español la única conversión posible sería en “Tú soy”, pero no está en esa forma, estoy buscando la traducción. Habla negra, que acá sería traducirlo en habla flaite.

TRASHCAN LIVES

the wind blows hard tonight and it’s a cold wind and I think about the boys on the row. I hope some of them have a bottle of red. it’s when you’re on the row that you notice that everything is owned and that there are locks on everything. this is the way a democracy works: you get what you can, try to keep that and add to it if possible. this is the way a dictatorship works too only they either enslave or destroy their derelicts. we just forgot ours. in either case it’s a hard cold wind.

THIS THEN

it's the same as before or the other time or the time before that. here's a cock and here's a cunt and here's trouble. only each time you think well now I've learned: I'll let her do that and I'll do this, I no longer want it all, just some comfort and some sex and only a minor love. now I'm waiting again and the years run thin. I have my radio and the kitchen walls are yellow. I keep dumping bottles and listening for footsteps. I hope that death contains less than this.

grado cero

Jorge Núñez Riquelme: representar en el lenguaje los códigos de un público objetivo

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os Libros de la Mujer Rota es un faro de nuevas escrituras en habla inglesa. Juliet Escoria, Megan Boyle, Kathy Acker-incluida en Libres Creadores, traducida por Matías Fleischmann-, Noah Cicero y Tao Lin no eran nombres comunes en nuestras librerías. Cicero y Lin fueron traducidos por Núñez Riquelme, también editor de este proyecto, junto a la destacada narradora Claudia Apablaza. ¿Cómo se asume el riesgo de hacer traducciones muy recientes? Nosotros estamos apelando en autores nacionales e internacionales a lo más contemporáneos posible. Se asume un riego porque no están validados por los años, pero el mismo registro tiene la misma validación en el hoy. El criterio editorial que tenemos, tiene que ver en cierto grado, con ocupar chilenismos, en Tao Lin hay cierto slang contextualizado, también en Cicero y Boyle; como lo hacen también los argentinos, nos la jugamos por una nueva propuesta editorial. ¿Para quién traducen? Se traduce para un público chileno, solo con Kathy Acker tuvimos más cuidado por la repercusión que podría tener en el extranjero. Nuestra misión como editorial es que tanto los autores nacionales como los internacionales se adecúen a nuestro público objetivo, que está entre los veintitantos y cuarentaitantos, y que maneja ciertos modismos. Hay un sesgo que a otra gente no le va a gustar, como una vez me dijo una persona de sesenta años, es muy informal la traducción; otra gente de veintitantos me dijo que estaba muy buena, es un libro que les gustaba leer, se sentían representados en el lenguaje.

¿Cómo detectan estos nombres de la literatura en lengua inglesa? Hacemos un trabajo de investigación con editoriales afines a nuestra línea editorial, que hacen referencia a algo similar a lo que hacemos nosotros, están en la misma búsqueda del hilo contemporáneo. Tenemos la ventaja que Matías Fleischmann, Claudia Apablaza y yo tenemos un nivel de inglés que nos permite indagar, tenemos esa ventaja. ¿Cuál es tu opinión del nivel de la traducción en Chile, en edición independiente en particular? Me parece que gracias al Fondo de traducción del Fondo del Libro ha ido aumentando. Siempre chilenos han traducido, pero me parece que con este nuevo fomento las editoriales se están atreviendo más y me parece muy bueno, porque efectivamente hacer traducciones es un gasto extra más, que no está contemplado en editoriales pequeñas. Pero ahora hay un boom por traducir cosas que antes solo estaban en traducciones al español de España. Estamos muy lejos de Argentina, que tiene una tradición de traducción muy larga, pero vamos por un buen camino. Antes había pocos nombres en la traducción y ahora cada vez hay más. ¿Qué crees tú que activan y problematizan esas lecturas que ustedes han elegido? En el caso de Tao Lin había sido publicado en Alpha Decay, y los libros de Alpha Decay cuestan más de 20 mil pesos en Chile, entonces probablemente había interesados por Tao Lin que lo hojeaban y lo leían en pdf. Nosotros como editorial tenemos una política de tener los libros a un precio accesible, el más caro cuesta catorce mil pesos porque es grueso. En ese sentido, el acercamiento con el público es bueno, el libro de Tao Lin está a 8 mil. Nos fue bien con ese libro porque responde a un concepto de vida actual, la ansiedad, quizá ciertas conductas de drogadicción, problematizar la calle, los suburbios, de una manera contemporánea. ¿Han pensado en hacer búsquedas en otros idiomas? Idealmente sí, de hecho hay un par de traducciones que están al ruso, estamos en conversaciones. Queremos que no sea solo inglés, sino también ruso, italiano y francés.

Traducción de Jorge Núñez Riquelme de “Nadie sabe por qué estamos aquí” (La Mujer Rota, 2015) de Tao Lin (1983).

NOAH CICERO

Ha publicado siete libros. Uno en Lulu, dos en su blog personal, y cuatro impresiones bajo demanda en pequeñas editoriales. Rara vez, o nunca, tiene relaciones sexuales con fans que encuentra en MySpace. Obtiene más críticas en su blog en media semana que lo que puede vender en libros durante cinco años. Ignorado por todos los medios de comunicación impresos con fines de lucro, excepto en los países extranjeros. Con su escritura hace el suficiente dinero como para emborracharse una vez por temporada. Probablemente morirá de algo fácil de tratar, si hubiera tenido dinero o la motivación para ir a un médico. Será olvidado en 20 años (en los que todavía estará vivo), cuando pierda la capacidad de escribir en su blog, después de recibir quemaduras de primer grado en ambas manos durante la cocción de papas en el trabajo. Será redescubierto 60 años después de su muerte. Blog, será publicado en tapa dura en 2270 en Marte.

NOAH CICERO

Has published seven books. One on Lulu, two on his personal blog, and four pod on small presses. Rarely, if ever, has sex with fans he meets on MySpace. Gets more hits on his blog in half a week than has sold books in five years. Ignored by all print, forprofit media except in foreign countries. Makes enough money from his writing to get drunk once a season. Will likely die alone of something easily treatable if he'd had money or motivation to go to a doctor. Will be forgotten in 20 years (while he is still alive) when he loses the ability to blog after getting first-degree burns on both hands while boiling potatoes at work. Will be rediscovered 60 years after his death. Blog will be published as a hardcover in 2270 on Mars.


septiembre • 2018

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i n i c i c i at i vas

librería del de sierto

LOS LIB ROS MÁS ÁRID OS DEL PLANE TA En la mitad del desierto de Atacama, a 4 kilómetros de la plaza de San Pedro, se encuentra uno de los proyectos de librería y editorial más extremos del mundo, Librería del Desierto, solución proyectada dada la necesidad de contar con un reducto donde exponer la producción literaria de la zona, así como dar fomento a autores que están repensando este desolado territorio.

L

a librería se emplaza en el Ayllú de Solor, oasis a los pies de los volcanes Licancabur, Lascar y Meñiques – en pleno territorio Licknantay- y dispone colgando de los chañares y algarrobos libros de historia local, novelas, fotografía y poesía, en diversos idiomas. También la producción propia bajo el sello Ediciones del Desierto, iniciativa que ha llevado a su director, Diego Álamos, por diversas ferias del país mostrando el trabajo de los autores de Atacama, y la historia de una localidad muchas veces olvidada dentro de los cánones culturales centralistas propuestos por Santiago. ¿Cómo nace la idea de abrir una librería en el desierto? La idea nace de las casas editoriales que necesitaban un punto de venta para poder mostrar su catálogo, porque antes de ser la Librería del Desierto, somos Ediciones del Desierto. Pero de ahí a hacer esto en mitad del desierto, eso ya es algo más extraño y no podría decir cómo ocurrió sino que ocurrió, fue una deriva, incluso intentamos un Fondo del libro para levantar una librería en el pueblo y fracasó, pero terminé instalándola donde estaba la editorial Ediciones del Desierto, que es donde habito. ¿Cómo llegaste a ser librero? En la Primavera del libro, en la Furia, incluso en filsa, aprendí a vender libros, tenía la experiencia del mesón de editor independiente cuando vivía en Santiago; de ahí a meterme en una librería, había un paso. En la Primavera y la Furia del Libro el público, en su mayoría, valora y reconoce el trabajo editorial independiente, pero en la filsa me encontré con el gran público, menos elitista, si se podría decir. Participar en filsa representó un antes y un después, un verdadero encuentro con el libro como bien de consumo cultural, y no como esa sagrada especie de valor cultural que nos quieren inculcar. Creo que la crisis de filsa no es de su público, sino administrativo, de sus realizadores, que se cansaron de estrujar a los editores con tarifas abusivas. Con el fracaso de esa feria, la única transversal en Chile, los que más pierden son el público lector -los editores perdían hace ya tiempo-. Sin embargo, esta es una polémica que nos sobrepasa, con suerte logramos ir a la Primavera del Libro hace dos años gracias a una

invitación de la organización, por lo tanto la filsa no está -ni estuvo- en nuestro horizonte; demás está decir que aparte del tarifario que religiosamente recibimos, ese es nuestro único contacto con la Cámara del Libro. Ahora, volviendo a la pregunta, a ser librero, es una devoción al gusto del público; hay que ser moldeable, conseguir satisfacer a todo tipo de gustos, desde el comprador compulsivo de regalos hasta el erudito. No se puede insistir en la sacralidad de la cultura oficial. La librería se encuentra en un lugar más bien rural, ¿por qué eligieron este emplazamiento? Fue algo accidental, de pronto lo vi como una posibilidad real - y el lugar se prestaba para esto- en San Pedro de Atacama, donde incluso el más casero se transforma en un aventurero; vienen, recorren, buscan, así una librería en medio del Desierto podría ser también un atractivo. El mundo del libro llama a gritos el contacto analógico y personal, la experiencia, el lugar de la lectura, el encuentro con los materiales, la recomendación, el trato cara a cara. La Librería del Desierto, además de fomentar estas características, se encuentra en mitad de un oasis, es decir, en medio de la cultura agrícola del desierto, entre canales de regadío y árboles de la zona, por lo cual la propuesta atañe a la experiencia. Aparte de librería son editorial ¿cómo ha sido la experiencia de publicar autores del norte? Publicamos a Andrea Amosson, su novela “Las Lunas de Atacama”, y ha sido fantástico, porque es un libro que se vincula al desierto y lo redacta, lo muestra y nos lleva de nuevo por él. Se ganó el prestigioso premio Latino Book Awards, como la mejor novela con enfoque latino. Por otra parte, a partir de la experiencia librera, acabamos de publicar en este fecundo año: “Lengua Kunza, Diccionario, gramática y ortografía de la lengua atacameña”; y “El licancabur tiene su historia. Mitos, leyendas y fábulas altoandinas”, ambos libros con la intención de satisfacer a nuestro público que demanda temáticas locales. El norte es un lugar que se quiere leer, que busca entender o que se intenta desentrañar. El norte de Chile se deja leer, es un espacio de literatura y búsqueda de autoconocimiento. Aun así, no es algo que se levante o se releve en creación, la

imaginación se gasta ante el espectáculo de la arena. Salvo aislados movimientos muy personalistas, no considero que haya una producción independiente en el norte, ni nosotros sumamos a esta producción con un libro de autor local cada año. Se puede considerar que son producción las escasas iniciativas que hay, pero todavía no veo más que un par de rostros que intentan levantar algo entre la nada. El centralismo es una de las principales amenazas con las que debe batirse una librería/editorial independiente, ¿cómo se maneja la invisibilización que propone el canon santiaguino? Como vengo de Santiago, aprendí cómo opera el espacio editorial y no hay venganza. Porque con lo primero que me encontré es que era imposible competir, así es que había que tomar otro camino, uno hacia dentro: en el norte para el norte. Por lo tanto, acá se produce un efecto espejo: Santiago se refleja a sí mismo en sus literaturas, incluyendo los registros de la periferia que abastecen a este centro; mientras que el norte hace lo propio y apenas si deja espacio para esa gran ciudad. Con esta lógica estamos cada vez más lejos. Y se multiplican los centros. ¿Se puede vivir de una librería en el desierto?

Creo que sí. La industria editorial es una nave muy fuerte y viva, mueve masas y es fruto de la gran industria de los contenidos y las formas. Uno no es más que un eslabón en la cadena. Pensar que la vida en el espacio editorial es algo utópico, lo único que hace es disminuir la posibilidad de vida por medio de este espacio. Tal como en la economía, el ecosistema del libro es frágil y la desconfianza en el mercado lo torna inestable, lo pone en cuestión para el futuro. En este sentido yo creo que sin dudas, el mundo del libro o de la experiencia que formula el libro -texturas, colores, formas, lenguajes, contenidos - tiene para largo; es cosa de ver todo el desarrollo del libro infantil que ha venido a intervenir la literatura para “adultos”; entre más se desarrolla lo tecnológico, más se desarrolla la calidad del libro. Esto parece paradigmático, algo así como una resistencia, pero ¿qué pasa si apagamos el computador y abrimos el último libro que compramos, ese que encontramos increíble? La aventura del libro, como la propone la Librería del Desierto, no es otra que ser una aventura desde el principio, que es, primero, encontrar la librería perdida en el desierto, y luego, el libro que buscabas (o te buscaba).


septiembre • 2018

grado cero

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PERDIDOS LEYENDO TRADUCCIONES

T

Por Cristóbal Gaete

ogo o Katanga pueden estar tan lejos como nuestro país. Me contaron en un asado que una editorial insigne de la literatura independiente había comprado en 100 o 200 dólares los derechos de “Aventuras de un novelista atonal” (1981). Eso habría posibilitado la lectura de Laiseca en Chile. Dicen que celebró tanto que se rompió la cadera. Esa edición nunca se hizo. Esta anécdota podría estar fuera de la literatura y no: existe un maltrato de la edición independiente a los autores y esta anécdota es parte de esa conducta, por cierto. Pero no es lo único a considerar: Laiseca sabía que la literatura en sí no bastaba, como lo sabían algunos de sus contemporáneos más notables, César Aira y Fogwill. Este último lo insertó como personaje en uno de sus relatos más inolvidables y perturbadores, “Help a él” (1983): “Miré el papel: la prosa era impecable, y abundaba en ese truco de Adolfo que yo había señalado en sus novela: un uso anómalo de ciertos giros coloquiales, como si yo ahora escribiese que en ciertos párrafos él “enchufaba” palabras de un léxico legítimo, pero inesperado en el contexto del relato. Ese uso irruptivo y exagerado del giro coloquial distorsionaba toda alusión realista, creando un clima de alteración mayor que el que la improbabilidad de esos componentes del lenguaje llevaría a pensar”. Este acto publicitario, escondido en una pequeña edición de dos cuentos de Fogwill publicada por ril, abría un misterio que lejos de los libros se solucionaba en el cable. Solo, con un cigarro que continuaría tiñendo sus bigotazos y una luz baja, Laiseca contaba cuentos de terror en I-Sat. Caminando encontré el libro que refería Fogwill, “Matando enanos a garrotazos” (1982). “Matando…”, ambienta cuentos interconectados en tiempos históricos de los cuales Laiseca era un gran lector, metiéndose en zonas traumáticas, de grandes dolores para la humanidad. Es, sobre todo, una indagación de las posibilidades de la crueldad y de la fantasía y

Alberto Laiseca (1941-2016): “Si yo fuese a las Islas Marianas, o al Togo o a Katanga, todo el mundo me pediría autógrafos” -Nota al pie en “Matando enanos a garrotazos”-

el vínculo que establece de manera continua con su monumental saga “Los Soria”. Su gesto territorial es desplazar ficciones de las grandes épocas a su provincia, a la que sueña con salida al mar, y en rebeldía frente al líder que lleva los destinos de los hombres: el Monitor. “Compadecidos por los demás ante su boca huérfana de piezas dentales, se decidieron por pura filantropía a ponerle una dentadura allí mismo sin falta. Así, comenzaron por atarla con alambres de púa a un poste, y luego, sin prestar la menor atención a los rugidos triunfantes de la maliciosa y detestable vieja, procedieron a meterle en cada encía –donde antes hubo dientes o muelas- un clavo a martillazos. Dichos trebejos estaban calentados al rojo; pero no para hacer sufrir a aquella aviesa pécora, vieja malévola e insolente, sino por su propio bien; ya que en esa forma, las heridas cicatrizaban de inmediato”.

El dolor y el placer son materiales que al chocar generan literatura y placer. Algunas antologías lo insertaban pese a la mirada dislocada de su prosa. “Checoslovaco”, extraído de “Matando…” brilla en la exquisita selección “Buenos Aires” (Anagrama, 1992) de Juan Forn, sin amilanarse frente a Piglia, Saccomanno o el propio antologador. Es “el” intento por zanjar la apatía del lector español por la narrativa argentina post boom, que no resulta. Laiseca narra la yuxtaposición de un modelo de belleza europeo frente al argentino, con un final efectivamente delirante, adjetivo que es imposible de evadir, autoasignado, incluso. El modelo de belleza se traslada a la operación del lenguaje de la traducción del habla cotidiana, a la trasposición de una vida supuestamente traducida. Ese es también el miedo sudamericano, provincianos de una realidad mundial. “Gloria sabía que él tenía dificultades idiomáticas; pero comprendía muy bien que la pésima sintaxis de la frase había sido exagerada a propósito. En estos casos había que oírlo hasta el final si se quería comprender el sentido completo de la oración, que no era revelado salvo la última palabra. Nótese la expresión <<ella de mano cae>>, en apariencia una inoperante deformación monstruosa, risible incluso. Pero era todo lo contrario, pues las palabras, así absurdas y troglodíticamente dispuestas, la puntuación y construcción gramatical arbitrarias, dislocadas, tenían toda la fuerza carismática de lo feo. Estaban destinadas a tocar los resortes ocultos de la mujer”. En el prólogo de la antología “Cuentos de terror” (Interzona, 2003), Laiseca escribe acerca de las historias de terror que se contaban durante las noches en su pueblo, como ocurrirá al anochecer en tantas provincias chilenas perdidas del Google Maps, zonas fuera de la literatura como la

conocemos, entregadas al relato oral. Es solo cosa de escuchar a las viejas, parece. Pero se desvía adrede, se permite contar historias clásicas de terror con una puntuación calma, antes de entregarnos su propia selección. “Cuentos de terror” considera autores como Poe, Bierce, Stoke, Saki y Quiroga, entre otros. El relato final es suyo, “Cuentos de la negra Tomasa”. Frente a la tradición elegida, escoge para sí un relato que tenga que ver exclusivamente con los bordes de las ciudades, pobreza, hambre, casas hacinadas. Es su plus, el propio escenario de terror dispuesto a conectar con la introducción hecha al libro, también de su autoría. Las viejas satánicas vuelven para pegarnos más duro en el centro del miedo. “Porque como te dije no era la mamá. Esa figura toda de blanco era un maléfico. Un espíritu malo que se lo quería llevar a la muerte. El chico, como te dije, sintió que se hundía. Empezó a los gritos. ¿Pero quién lo iba a escuchar? <<¡Mamita! ¡Mamita!>> Manoteando en la desesperación –estaba todo oscuro- sintió un objeto duro que había y que flotaba. Se agarró desesperadamente. Estuvo toda la noche así. Agarrado a esa cosa que flotaba. Al otro día, cuando lo encontraron el padre y los peones, vieron que el nene había pasado la noche entera abrazado a un chancho todo podrido”. Ese niño podría haber sido él, quién dice que no, en la autoficción que es la vida de algunos escritores. Sobre “En sueños he llorado” (La Página, 2004), el narrador Juan Sasturain señala en su prólogo: “En estos cuentos todo es desmesurado e incuestionable a la vez”. Si en el conjunto de cuentos anterior la pulsión era la crueldad, ahora agrega la del sexo. El ánimo lo acerca a Sade, al “Loto dorado”, porque son historias que alteran lo heternormado en el placer. Habría que leer “En sueños he llorado” colgando de unas sogas: “María Antonieta murió a los treinta y ocho años y tenía senos firmes y largos. El Comité de Salud Pública decidió que cortarle la cabeza a la austríaca era demasiado poco. Por lo tanto ordenó construir una guillotina especial que, además de cortarle la cabeza, le rebanara las dos tetas. El ayudante del verdugo logró robar uno de esos hermosos pechos, luego diremos cómo. El rufián, ya en su casa, metió la teta en un frasco de boca ancha que llenó con rhon. Cada tanto la sacaba para acariciarla al tiempo que decía: <<Mi amada, mi reina, mi diosa>>. Esto era peligrosísimo, porque si lo pescaban lo hubieran guillotinado a él también por aristocratizante. Un día no aguantó más y, en un frenesí amoroso, se la comió. Pero todo esto vino después”. Vuelvo al asado, a la cadera rota; Laiseca debe entretenerse en la noche eterna contando historias que hacen arder con más fuerza las llamas del infierno, donde se asa carne que proviene de articulaciones rotas que flotan en un muelle negro al amanecer. Esa carne son las páginas que nunca cruzarán fronteras, que solo queda ir a buscar a lo más profundo de la noche.


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