Suplemento Grado Cero Julio

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gradocero Julio

S U P L E M E N T O

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L I T E R A T U R A

Reportaje La emergencia de la literatura feminista. ¶ Perdidos leyendo traducciones Los disparos de María Carolina Geel. ¶ Entrevista Gladys González, gestión y poesía en el puerto. ¶ Reseña Indómita Versa. ¶ Libre Creadora La aridez y las piedras de Verónica Jiménez.

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Financia:

Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura Convocatoria 2018 Región de Valparaíso


editorial

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grado cero

R ES EÑ A La gentrificación del cielo Enrique Winter Aparte 104 páginas

Por Matías Ávalos

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AS MUJERES SE HAN TOMADO el espacio público con sus demandas por derechos básicos, y la literatura, como parte de la sociedad, no ha quedado fuera. El eco de los pies en el asfalto, marchas y gritos, el ícono de mujeres encapuchadas desafiando emblemas del patriarcado, es también el teclado de mujeres escribiendo sus propios libros o articulando sobre otras escritoras, abriendo espacios sin necesidad de pedir permiso a nadie. Principalmente a partir de la autogestión, valor inseparable de la independencia, se han y se seguirán interviniendo espacios significativos. Grado Cero hace eco entregando las principales páginas del suplemento a estos discursos de forma respetuosa y programática, en tanto aparece Santiago y también las actividades de provincia, que consideran análisis, lectura y creación. Gladys González, poeta, gestora de la Feria Internacional del Libro de Valparaíso y editora es entrevistada de forma extensa; en el reportaje se compilan ideas y testimonios de Catalina Ríos, Fanny Campos -que cumplen roles similares a los de González-, también las voces del Círculo de Lectura Feminista de la UCV, espacio no separatista que comienza un trayecto a la manera de un núcleo repetible en distintas zonas del país. En Perdidos leyendo traducciones se recupera el mito y obra de María Carolina Geel, escritora vanguardista en la crítica de pares y que describe la vida en la cárcel, de donde es rescatada gracias a la gestión de pares como Gabriela Mistral. En Creadores se considera a Verónica Jiménez, tremenda poeta que conmueve con una poesía mística que la conecta con la Nobel. Se reseña la poesía feminista en “Indómita Versa”, de Patricia Karina Vergara Sánchez, editada por Pabla San Martín desde Putaendo, investigadora y recopiladora clave para el empoderamiento del cuerpo con su “Manual de Ginecosofía”. El emplazamiento es clave para recuperar conocimientos olvidados y activarlos en modo literario.

La revisión de libros considera en su espacio principal -Trinchera literaria- “Indios verdes” de Emilio Gordillo, una de las novelas con mayor recepción crítica de la literatura independiente. Las reseñas de “Nogales” (Hojas rudas) de Rodolfo Reyes Macaya, “Ornitomancia” (Bastante) de Juan Manuel Silva, “Los imperdonables” (Spam) y “La gentrificación de cielo” (Aparte) de Enrique Winter, muestran la literatura publicada por microeditoriales. Bajo esa misma lógica aparece el resto de nuestros Libres creadores: Samuel Espíndola con su “Historial de navegación”, que en pequeñas tiradas hechas en una impresora Riso de provincia va avanzando en su lectoría, y remata un refuerzo extranjero de calidad innegable, como es la lectura del fundamental Sergio Chejfec y el flamante “La experiencia dramática” (Kindberg), exquisita editorial de Valparaíso. Coyhaique, el extremo del país, donde es más difícil mantener la voluntad de la autogestión, es cubierto con la librería y editorial Ñire negro. Nuestro ánimo de indagar en nuevos proyectos continúa, cada número amplía un friso en el que siempre estarán abiertas las puertas para completar el panorama. Esperamos la literatura.

Joaquín Edwards Bello es el mismo tipo que escribe “El inútil” y “El roto”, además definió en sus crónicas con mayor precisión ese universal abstracto que cada sociedad atesora y/o esconde; en el caso de la porción de tierra que nos tocó en suerte: el ser chileno. El autor de “La gentrificación del cielo” es ese tipo de intelectual escurridizo, inteligente y trabajador que sabe que el apellido Edwards es como un López en Gran Bretaña y que es mejor escribir como condenado a creer en dudosos pasados nobles. Acá pasado no es dinero, sino tradición, canon. Durante esta antología que recoge poemas de sus primeros cuatro libros, puede verse cómo Enrique Winter va tomando conciencia de que Edwards es López, de que el mundo no es un poema sino que el poema es el mundo, en tanto unidad posible de ser sometida al poder de su trabajo, de impregnarse de una verdad que un poco sí, pero otro poco, bastante no, depende de quien escribe. Pasamos de este poema semiótico: “Estas dos hojas diarias se suman a otros mundos / y nuestra Vía Láctea lee. / Los juzga a todos malos, los arruga y los lanza. / Los agujeros negros: pura tinta perdida”. A este poema materialista, más acá de esas estructuras galácticas a las que se supone que hay que acceder para llegar a ser El Poeta Nacional: “en esta esquina la palabra del poder / y en esta otra el poder de la palabra”. Winter es consciente del poder, sabe todo lo que implica escribir, la antología tiene sentido no tanto para ver cómo evoluciona su obra, sino para ver qué de esa conciencia más acabada en “Lengua de señas”, hay en el primer “Atar las naves”. Para mí en los poemas en que se encarga de la transacción-negocio, que también forma parte de la literatura después de la caída del muro, después de la desaparición o del fracaso de un sistema distinto de intercambio que el capitalista, están esas claves que son su fuerte y que cualquier aspirante a poeta debe tener en cuenta: “Con las heridas de los dedos pinto / unos cuadros que compraran a buen precio / quienes me las hicieron”

O el intrascriptible “Confirmar la eliminación de archivos” que es una captura de pantalla de esa pregunta que hace el sistema operativo, y cuyo nombre de archivo es “la mano de obra”. En el medio del progreso que señalo está la ubicación del yo poético en una obra que desde sus inicios juega a las máscaras, y lo hace tan bien que, otra vez la coincidencia con Edwards Bello, cuando es una mujer la que habla en el poema el autor no cambia el tono ni la cadencia del resto de sus textos, como no lo hace el cronista en “La chica del Crillón”; Enrique Winter es, en este sentido, quien mejor entiende su lugar en el presente que le toca habitar, no escribe poemas feministas, pero sigue el famoso consejo que no escribió Flaubert, y no importa, porque resultó mucho más avanzado que cualquier poema con fondo de contingencia: Madame Bovary soy yo. “¿Quién ofende, en la era de la corrección política?, ¿quién se beneficia de la progresiva corrección (neutralización) del lenguaje?” la filósofa Silvia Schwarzböck abre con esas preguntas un ensayo sobre lo feo, yo la uso para cerrar mi lectura de este libro, cambiando ofensa por la incomodidad señalada en el posfacio de Álvaro Gaete: ¿Quién se beneficia con la progresiva comodidad del lenguaje? El beneficiado es el enemigo de Winter, al que le habla en esta primera selección de poemas: estoy ansioso por saber qué más se va decir en el segundo libro, en la segunda mitad de vida, de este viejo novísimo autor.

s u ple m e n to g r a d o c e ro Director: Juan Francisco Urzúa | Editor general: Cristóbal Gaete | Diseño e ilustraciones: Harol Bustos | Fotografías: John Uberuaga y Juan Pablo Rebolledo Colaboraron en este número: Matías Ávalos, Priscilla Cajales, Hugo Herrera, Ana Lazo y Daniel Tapia | Correcciones: Priscilla Cajales La tipografía del logotipo gc es Santiago, diseñada por Contrafonts.cl | CONTACTO: GRADOCEROLIBROS@GMAIL.COM


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trinchera literaria

TRINCHERA Indios Verdes

Emilio Gordillo / Narrativa Punto Aparte / 141 páginas

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Por Juan Francisco Urzúa

a ciudad de México se ha vuelto un polo atractivo para el quehacer literario latinoamericano, y no es novedad, dado que mueve una de las industrias del libro y la cultura más grande del continente con una producción anual de aproximadamente 150 millones de copias (CANIEM 2017), siendo visto como un trampolín para llegar al masivo público anglo y europeo. También existe un efecto romántico tras la lectura de Bolaño, donde muchos aspirantes a escritor deciden arrojarse a sus calles en búsqueda de historias infrarrealistas que justifiquen el riesgo de avecindarse en el país del norte. Así comienza “Indios Verdes”, segunda novela de Gordillo, que propone situarnos en una colonia de clase media mexicana donde llega un joven escritor que va descubriendo cómo se configura la urbe mientras reflexiona sobre el modo de llevar su vida en un lugar que lo confunde. “Al anverso del cristal”, su primer capítulo, inicia el recorrido por una ciudad que se va construyendo en 46 notas. A la manera de una taxonomía, articula una visión panorámica de la capital mexicana, en contraposición a Santiago, que va quedando atrás y difuso, pero que sigue siendo la única idea de hogar. “Después, veía la casa paterna en un plano completo y pensaba en lo atípico de su construcción. La casa podría haber estado acá, en la colonia Doctores o en La Lagunilla, o en Tepito o Iztapalapa, hasta en Indios Verdes podría haber estado, pero en Santiago no, las casas en Santiago vienen preconcebidas, ordenadas, seriadas, imaginadas a priori, acá en cambio, las casas se van elevando según las necesidades de los habitantes, aparecen cuartos aquí y allá, de la nada y encaramándose

en las esquinas más inimaginables justo cuando ya parece no haber espacio para nada ni nadie. Y sin embargo, la casa del abuelo estaba en Santiago de Chile”. En el capítulo “Al reverso del cristal”, Gordillo construye un metatexto que cuenta la formación de “Indios verdes” como libro, y que relata la relación que mantiene el hablante con Mario Bellatín, quien sirve de anfitrión/explorador de una ciudad que se enrosca entre la velocidad, la religión y la violencia diaria. El paisaje también sirve como excusa para recordar a las mujeres que han pasado por la vida del protagonista, configurando en el libro imaginario “Catálogo de naves”, las relaciones amorosas mientras sufre el delirio de la enfermedad. Estos dos primeros capítulos logran un registro muy cercano a lo autobiográfico, alcanzando con un narrador protagonista la visión de un extranjero que actúa movilizado por el ímpetu de ser escritor, el modo en que este proyecto se cruza con la ciudad de México, y con las vidas que se articulan bajo las verdes estatuas. Gordillo hace gala de tener un ritmo muy amable en su relato, y utiliza recursos como la repetición, cambio de premisas, juicios personales y apreciaciones que a veces rozan lo poético. Por sobre todo, el autor destaca por lo preocupado de su estética, que detalladamente mira el urbanismo de la ciudad, sea Pedro Aguirre Cerda o México DF. En el tercer capítulo “El cristal”, se opta por un estilo de narración más tradicional, relatos cortos a modo de diario de obra, que muestran el proceso de producción de las estatuas de bronce por parte del maestro Alejandro Casarín. Cabe destacar que la novela lleva su nombre por estas dos estatuas erguidas en honor de

Itzcóatl y Ahuizotl - guerreros mexicanos gobernantes y unificadores de la nación– que fueron encargadas para la Bienal de París a finales del siglo XIX, y que ante la ineficiencia burocrática del gobierno mexicano, jamás llegaron a la ciudad de las luces y terminaron siendo extraños objetos urbanísticos de dudoso gusto, pero que icónicamente configuran un referente en la ciudad. Estos monumentos erraron entre diferentes locaciones del DF hasta llegar a la actual ubicación en Insurgentes Norte, en las cercanías de la autopista a Pachuca. Hoy el bronce se encuentra cubierto de pátina, lo que da el verde distintivo que quitó el nombre a los tlatoanis.

Cerrando el conjunto, y como parte de la reedición física y ampliada del libro realizada por la editorial porteña Narrativa Punto Aparte – antes había sido publicado como E-book por la editorial

mexicana Malaletra- se encuentra el capítulo “El portal”, el cual relata la historia de un investigador que lleva el registro de la violencia y los femicidios ocurridos en México y que pululan en el limbo de la impunidad del estado. En este apartado se suprime al narrador, cambiando la voz hacia un recurso más directo, la entrevista como primera fuente de reconstrucción de las vidas mínimas de personas comunes, que deambulan en El jardín del mestizaje. Se les pregunta cuándo vieron las estatuas por primera vez, o si son o no de su gusto. En este sentido, y aunque las respuestas cumplen con el objetivo de aterrizar a lo mundano el mito urbanístico, creo que se pierde la consigna cuando la repetición de las interrogantes condicionan a un solo tipo de respuesta, achatando la muestra. Incluso se incluyen 2 imágenes que como islas, flotan en el capítulo sin completarlo ni explicarse de alguna forma. “Indios Verdes” es definitivamente la cumbre de la narrativa de Gordillo, quien antes había recibido muy buenas críticas por su novela “Croma” (Alquimia, 2013), pero que demuestra en esta publicación que la visión desde el punto de vista personal busca en su sistema ser reflejo de la historia colectiva, entregándole a la literatura el poder situarse como catalizador entre los infraleves que movilizan la ciudad. Gordillo releva la topografía evidente, a veces burda de los monumentos que le dieron la bienvenida en una capital agitada, y propone volver a mirar cómo estas inertes estatuas de bronce, que incluso generaron rechazo en algunas partes de la comunidad, han influido silenciosamente en la vida de los que cada mañana, tarde y noche, pasan rozando el verde opaco al que los ha condenado el tiempo.


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reseñas

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Los intrascendentes Sebastián Alvarado Spam 327 páginas Por Hugo Herrera

En un tiempo donde predominan las formas narrativas breves, se valora este esfuerzo de más largo aliento. Los intrascendentes intenta desplegar en sus más de trescientas páginas —de formato bastante ajustado por lo demás— una voz (la de Luciano) que se inserta y recorre durante el periodo de un año a una generación a la cual se le acusa, en palabras del mismo narrador hacia el final del relato, de no tener “identidad ni ambiciones”, de no proyectarse: “(…) que somos líquidos, que nada nos es propio, que no creemos y que no necesitamos creer. Nos acusan de liberales, de anarquistas, de nihilistas, de miserables, de ser personas que no empatizan con el prójimo, que no aceptamos ningún peso, que somos intrascendentes, abúlicos e intrascendentes, mundanos e intrascendentes, desperdicios al fin y al cabo. Abandonamos carreras, nos construimos sobre lo construido, destructores, monos armados con navajas, niños inconscientes a los que nada satisface, niños inmaduros que se pierden en la noche, que se perderán para siempre”. Sin embargo, la novela presenta serios problemas a nivel del vínculo que se establece entre narración y experiencia, problemas sobre

Indómita Versa Patricia Karina Vergara Sánchez Ginecosofía 72 páginas

Por Ana Lazo

La Poeta mexicana Patricia Karina Vergara (1974) es sugerente, como el nombre de la editorial que la publica: Ginecosofía. Violenta, vertiginosa y de “versa clara”, nos entrega en este libro 15 odas contrapatriarcales plagadas de experiencia personal y también del dolor de otras cercanas: “No supliques, no

gimas, no exijas más/. No habrá justicia/. Nadie tendrá misericordia para ti/. Aún cuando te saquen los ojos, como a Nabila/ los aliados del agresor declararán que lo mereces”. Constructora de un discurso lírico implacable y perturbador, que enciende barricadas y arroja miguelitos en las malolientes calles del machismo, sus palabras tienen ese filo tan necesario cuando se pretende rasgar el velo de la naturalización de los enquistados comportamientos misóginos. La denuncia en forma de poema se llena de placer y le otorga melodía al discurso, que pasa de panfleto a canción en un acto de valiosa alquimia literaria. “India lesbofeminista y madre (…). Reivindicada gorda como categoría política que esta cultura rechaza”, así la define en parte el prólogo de Pabla Pérez San Martín y son estas características, entre muchas otras, las que originan poemas notables como “¿Cuándo?” (cuarto de

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va realizando en el transcurso del relato, bajo la idea de diario de vida o de cuaderno de anotación. Este recurso, por lo demás, habría robustecido los momentos de tono más poético que contiene la narración, o las reflexiones sobre literatura o música, o también ese gesto que ocurre hacia el final del libro en el que la escritura construida queda definida retrospectivamente tras el anuncio del narrador a sus amigos de decidirse viajar a Argentina para escribir una novela sobre su último año de vida. En suma, una mayor apuesta por el dominio formal hubiera servido para potenciar la, por pasajes, desmesurada apuesta por la escritura presentada por Sebastián Alvarado en “Los intrascendentes”.

todo formales. “Los intrascendentes” es una novela dominada por una conciencia narrativa monológica, construida mediante una escritura que por lo general es descriptiva o notacional, lo que la torna una narración plana, en la cual no hay mayores tensiones temporales en el transcurso del año de duración del relato. Tampoco se le otorga densidad significativa a personajes secundarios, los que de esta forma no alcanzan a funcionar de contrapunto o a contrarrestar la voz dominante que se vuelve excesiva. Una posibilidad de haber mitigado en parte estos problemas hubiera sido incorporar a la estructura de la novela una mayor conciencia sobre la dimensión del registro discursivo, presentando, de este modo, a la escritura que se

esta publicación) en el que se cuestiona con furia el rol de la mujer como eterna sobreviviente a todos y a todo. La ira multicolor de sus coplas alcanza también para las mujeres que se oponen a esta lucha por considerarla poco amable con el compañero y carente de elegancia femenina. Conminada también por sus pares a callarse, a respetar, a frenar la lengua y a esperar sentada los tiempos de cambio, sus escritos dan cuenta de la imposibilidad de ser paciente en un mundo que sangra desigualdad y violencia, donde se necesita exigir a gritos la parte que nos corresponde. Grabados en blanco y negro de las series “Proyecto de luna llena” de Claudio El Poc y “Cruce de Cordillera” de Caro Lagos C. enriquecen el material y otorgan una pausa necesaria al grito lírico visceral de la autora. Otro detalle son las palabras en Náhuatl en el poema “Legado”, que descolocan pero invitan a conseguir un gran diccionario de esta lengua azteca y así conocer más de “Tonantzin Tlalli”, saber lo que es el “popochcomitl” y poder definir “atecocolli”. Llamado constante a la subversión, el poemario de Vergara invita a la revuelta, la protesta callejera y sobre todo a la toma de conciencia de la eterna desventaja femenina, en un mundo falocentrista desde sus orígenes. “Hombre, que llegaste del “viejo mundo”/ fuiste tú quien violó a mi madre”. Cierto es que vengo de una lucha primigenia/entre el semen invasor y la sangre que resiste/Eso no te convierte en mi padre/.Acción Política es negarte reconocimiento/. Apenas eres el maldito de estos labios”. Con la metáfora como arma y versos

transformadores y convincentes -creados en un contexto de machismo sudamericano extremo del México Distrito Federal– la poeta encarna un sentir universal, contingente, feminista y necesario en un mundo que oprime a las hembras y absuelve a los machos, donde el cambio llega a mezquinas gotas, casi imperceptibles, como palmadas en la espalda para todas esas mujeres que han quedado rotas en la travesía.


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Nogales

Rodolfo Reyes Macaya Hojas rudas 48 páginas Por Priscilla Cajales

¿Cuántas veces la voluntad, la urgencia o el riesgo al que se somete el escritor se traduce en un buen texto? Pocas veces, Bolaño nos hablaba de los múltiples árboles que construyen el bosque de la literatura, sea lo que sea la literatura. Árboles imprescindibles, robustos, árboles que crecen a la sombra de otros árboles, árboles que crecen contra viento y marea, otros que jamás dan fruto. Y es que ser escritor es casi siempre enfrentarse al fracaso, tachar y volver a empezar, o no. “Nogales” de Rodolfo Reyes Macaya es un árbol, de esos que en su concepción se impusieron el cometido de borronear con el codo los límites entre lo lírico y lo narrativo, tuvo éxito. Se trata de un breve texto que nos cuenta de la manera más simple la vida de un hombre que cuida una plantación en las cercanías de Santiago. Una historia que se narra con la pericia del que sabe construir imágenes para quedar inscritas en la memoria del lector. Tantas novelas fallan, tantos libros de poesía leemos de los que no podemos recordar una sola imagen, un solo verso. “Martes. Los tiuques sobrevuelan los campos. Mientras los temporeros recogen las nueces, me siento en un bosquecito de acacias”.

Ornitomancia Juan Manuel Silva Bastante 41 páginas

Por Daniel Tapia

De las aves, sus vuelos y lo que esto significa en el cielo, y de cómo interpretamos estos signos los humanos, se ha hecho bastante literatura. Desde los griegos en adelante tenemos registros. Parece que todavía podemos ver a Calcas aconsejando a Agamenón mientras el cielo es partido en dos por un ave de rapiña, como si no hubieran mediado miles de años entre esa escena y la del astrólogo que aparece en la tele. La adivinación por distintos medios ha sido y será siempre una actividad necesaria y lucrativa en la vida de nuestra especie. “Ornitomancia” es el arte de adivinar el futuro a través del vuelo y el canto de las aves y es el título que ha escogido Juan Manuel Silva para bautizar su nueva publicación. Esta vez

“Hay momentos en los que creo que aún estoy bajo el agua con los ojos abiertos, buscando algo que traer a la superficie. Hay momentos en los que creo encontrarlo. Hace semanas salgo de mis sueños con las manos vacías”. La estructura del texto es la del diario de vida, pero el autor no se engolosina en el ejercicio de contar, sabemos dónde vive transitoriamente, la parcela de su tía, quiénes son sus compañeros de labor. La sospecha que le causa la cercanía de algunos y la imposibilidad de relacionarse con ellos por ser el sobrino de la dueña. Todo en breves apuntes. Sabemos también que hay una mujer, un hijo. Una escapada. A este protagonista le pasa la vida por delante, se fue a esta finca a ver caer la lluvia, a intentar leer, o en el mejor de los casos, escribir un par de buenos poemas.

“Sábado. Me arden los párpados. Apoyo mi frente en la ventana: el tacto frío, húmedo y pegajoso del vidrio. Llueve desde anoche y las cosas tienen un aire expectante. La perra rasguña la puerta. La dejo entrar y se acuesta al lado

son poemas los que conforman la entrega del autor de la novela “Italia 90”. Poemas que pueden ser leídos no necesariamente como predicciones y vaticinios, sino que como una lectura de la realidad bastante lúcida y clara, que intentan develar enigmas más que plantearlos aunque siempre con la posibilidad de la duda. Un intenso diálogo con la constelación familiar, con el presente y el pasado –y sí, también con el futuro- a través de los signos de los pájaros. No sólo como ornitología naturalista sino que haciendo de las aves un pretexto para interpretar hechos y recuerdos, para dialogar con vivos y muertos y hacer nuevamente difusas todas esas fronteras a través de sus versos: “Los antiguos adoraban este ser y su simbolismo / a través del trabajo de la visión y la sabiduría. / Son flechas que va

sembrando el sol / el vector que peina la cabeza de la tierra. / Una idea, además, de que siempre hay / algo más allá.”, dicta en “Águila calva” uno de los textos que va cerrando el primer capítulo. Esta es la segunda vez que el título de un libro del autor tiene que ver con las aves. El año 2011 publicó “Cetrería”, inscribiéndose desde ahí en la tradición chilena de literatura de aves, donde por nombrar algunos, destacan “Arte de pájaros” de Pablo Neruda; el acierto pajarístico de Juan Luis Martínez; o la rotunda verdad de Lorenzo Aillapán, el hombre-pájaro-mapuche, nuestro más certero intérprete de los pájaros, para quien los signos indican que hay cambio de estación, que viene la lluvia o que hay un cardumen frente a la costa. Un aspecto que también trabaja a su manera Silva, asumiendo su trabajo como observador atento que busca en el ocio de mirar las aves un intersticio para negociar con el lenguaje, consciente de su búsqueda se advierte que este libro entabla con el lector una relación amistosa, distendida, donde no hay mucho espacio para complicarse: “[…] Yo también fui un pájaro / y me perdí como una conversación / entre teléfonos. / Hice lo que pude. Te quiero. Un beso.”, puede leerse en el poema “Gorrión”, en donde nos encontramos con un diálogo con el padre, donde la observación de algo pequeñísimo como un ave, puede ser una revelación o incluso algo destructivo para quienes lo presencian. O el ave como un símbolo de la migración, que también es un tema recurrente en el mundo literario del autor, donde se despoja de su significado en el caos que presenta la realidad, pero

de la estufa. Por la ventana, la piscina. Ver con la mayor demora: cómo las gotas y las hojas rojizas de los liquidámbares alteran su superficie” A veces la vida se trata de nada, o de muy poco. A veces decidimos dejar de hacer y ver pasar los días, este ejercicio es el que predomina en “Nogales”, pero se yergue un contrapunto: el protagonista quiere escribir sobre Tolstoi, sobre una fotografía en la que aparece vestido de campesino. Ambos se van al campo, pero uno a ver crecer los nogales y el otro a intentar la revolución; ambos lamentan, cada uno en su grado, la injusticia de sus privilegios. Otro elemento que llama la atención en este relato es el tratamiento de la mujer, son dos los personajes femeninos que destacan: la abuela, quien con sus manos venosas controlaba la población de gatos del campo y Carla, de quien el protagonista se separa estando embarazada y que quiere deshacerse del hijo. Se tensa así una figura y se complementa con una laucha que ha tenido a sus crías en medio de la madera, escondida, y a quien habrá que hacer desaparecer. Hojas rudas, la editorial que presenta “Nogales” acoge este trabajo en una colección de libros en formatos trabajados al modo de un origami. Se trata de un objeto plegable “Un cuarto de círculo” o Quarter Circle Book, que puede tomar diferentes formas, que se lee lineal, pero que bien pudiera leerse abriendo las hojas como si fuesen pétalos. Destaco el trabajo prolijo en este libro objeto al que dan ganas de dar un lugar especial en la biblioteca.

que recupera un aparente orden ante la lucidez de las imágenes: “despídete ya de las largas descripciones / no tiene sentido calzar títulos nobiliarios / cuando la guerra es sólo un tiuque / que abreva sobre un vaso de vino.”. Así, Silva va confirmando su coherencia estilística donde destacan su meticulosidad y pulcritud, como advierte Carlos Soto Román acerca del bestiario personal que ha ido creando en sus libros anteriores. Auspicio, del latín auspicium, de auspex (el que mira los pájaros), eso es lo que hay en estos poemas. Como a la antigua, un nexo entre lo que no podemos explicar y lo que sí nos es permitido entender, este autor no necesita del peso de la tradición pajarística para construir su propio nido, con sus leyes y coherencias, no tan ligero como las alas de los pájaros ni estridente como sus cantos. “Ornitomancia” es un libro auspicioso y celebra el buen estado de nuestra enjundiosa poesía.

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Abrir – e n t r e v i sta

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“El problema/ no es el lugar/ sino uno mismo/ tragándose/ el alcohol/ y la cocaína/ tragándose/ la elección de una vida/ por el patio trasero/ del lado salvaje” -“Navaja”-

Sería imposible revisar la literatura chilena y obviar su poesía, que a 16 años de la publicación de su primer libro “Papelitos” (Eloísa Cartonera, 2002) la tienen convertida en uno de los nombres más sustanciales y activos.

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LADYS GONZáLEZ (Santiago, 1981) está sentada en la primera fila del Coloquio sobre arte y espacio público realizado en el Centro de extensión del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CENTEX), es la organizadora, y lleva un tiempo coordinando presentaciones, lecturas y ferias en sus instalaciones. Pero González no trabaja para el Estado, sino que aprovecha sus recursos para generar interés en la literatura independiente, cruzada que la llevó a convertirse en gestora cultural y que en este momento la tiene a cargo de las dos ferias del libro más importantes de la ciudad. Su fragilidad aparente contrasta con la fuerte voz poética de sus libros, que en un registro intimista y altamente autobiográfico van reconstruyendo derruidos espacios urbanos - Santiago, el norte, Valparaíso- al mismo tiempo que sus sufrientes hablantes intentan componer sus vidas. Este malditismo empieza en “Gran Avenida” (La Calabaza del Diablo, 2005), desde esta publicación también empieza a forjarse el mito personal entorno a González como personaje reseñado por los diarios y que formaba parte de la generación Novísima. Hoy, después de 8 libros, múltiples antologías publicadas en Chile y el extranjero, y cercana a cumplir 10 años de gestión cultural, Gonzáles tiene una visión clara sobre cuál es su objetivo vital dentro de la literatura: recuperar espacios culturales para abrirlos a todos, así como trabajar para impedir que otro poeta muera en el abandono y la pobreza, como fue el caso de su amiga poeta Ximena Rivera. También tiene un fuerte compromiso estético con su poesía, que aunque sigue bajo un leitmotiv similar, ha evolucionado a imágenes más condensadas y menos floridas.

espacios Los textos son urbanos, con lenguaje popular y vidas simples, pero siempre al borde de la psicosis, sufrientes que alcanzan su máxima expresión en “Bitácora” (La Calabaza del Diablo, 2018), última incursión poética de la autora, que termina por mostrar la articulación de un encabalgamiento orgánico, potente y desgarrador. Tu poesía transcurre en la urbe, Gran Avenida, Santa Rosa, El Puerto de Valparaíso. ¿Qué es lo que buscas en la ciudad? Principalmente visibilizar espacios periféricos donde yo habitaba, La Cisterna que es una comuna pseudo marginal dentro de Santiago - y claro, del barrio alto- dado que es más lejana aún. La idea era darle voz, y también una dinámica escritural a lugares que no daban pie a escribir, porque había una generación que estaban mirando a otros referentes, cosas más barrocas o reiterativas, cuestiones que tenían que ver más con la corriente de la conciencia, pero no con factores socioculturales y menos empoderando la pobreza, dándole una voz no solo de precariedad, sino que hay gente que habita ahí, que ocurren cosas en estos espacios,

Juan Pablo Rebolledo

Por Juan Francisco Urzúa

y no solo para el sufriente, sino que también para la clase trabajadora. Hacer esta transpolación fue también a razón de los referentes de la generación de los 80, que hablaban mucho de la ciudad, de la calle, de las marchas, como Carmen Berenguer, Elvira Hernández, Diamela Eltit, Malú Urriola, Sergio Parra, Gonzalo Millán, los icónicos que conocí cuando fui al taller de Balmaceda Arte Joven en 1999, en donde tuve acceso a sus lecturas. Después de “Gran Avenida” existe un desplazamiento que te lleva al norte de Chile y a Valparaíso. Cuéntanos como fue este proceso de cambiar tu geografía.

Todos los libros son un desplazamiento, y no solo de paisaje sino también emocional, y en este caso “Gran Avenida” es importante porque abrió una forma de escritura para mujeres, porque en esa época todas hablaban del útero, de la menstruación; y aun no siendo tan bueno, viéndolo con la distancia adecuada, para tener 21 años lo considero correcto, más cuando fue importante para una generación. “Calamina” (La Calabaza del Diablo, 2014) y “Bitácora” (La Calabaza del Diablo, 2018) tienen que ver con Valparaíso, con el regresar. Me parece que en esta ciudad se mezcla muy bien todo lo que


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Hay escritores que siempre están repitiendo las mismas formulas, y para mí eso no es la escritura, porque estás ocupando un lugar de relevancia, político, das un mensaje a otro. No nos podemos hacer los tontos y seguir escribiendo de sí mismo como si tuvieran 15 años forever.

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que dentro de las políticas públicas aún es parte del turismo cultural que haya un mendigo en la calle o una casa cayéndose en una quebrada, se ha naturalizado. Una se conmueve y siente impotencia por lo que se puede hacer en forma real. Termina siendo una ciudad que pareciese estar escrita, donde todo te puede contar algo. Tus libros están llenos de bares, fuentes de soda, piezas que a veces son refugios, pero que por lo general son espacios vacíos o desolados. ¿Transitas por esos espacios? Todos los libros son biográficos, experiencias reales permeadas por la ficción de la edición, de la corrección, del montaje de hacer un libro. Lo interesante es que es una vivencia personal pero que también es colectiva, cosas que le pueden ocurrir a cualquier persona que toma malas decisiones, que es muy joven, y está en la búsqueda de aferrarse a algo. Tampoco son libros complejos, con un lenguaje inentendible; podrían estar en cualquier lugar, en cualquier ciudad, y es básicamente una persona buscando afecto, finalmente el leitmotiv del escritor radica en eso.

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me interesa, el paisaje, principalmente porque es una zona urbana, pero no mega urbanizada como Santiago, que se vuelve aséptico, higiénico. De qué vas a escribir en una ciudad que se vuelve tan neoliberal, que destroza sus barrios tradicionales, y que está permeada por el exitismo. Valparaíso tiene toda esa nostalgia y romanticismo que me interesa tomar, todavía se pueden ver las pequeñas cosas – un árbol naciendo en el techo de un edificio derruido- que me parecen bellísimas. Esta ciudad tiene una relación muy especial con la pobreza, y que es un motor de escritura muy fuerte, pero a la vez complejo, por-

Intento recordar lo menos posible esos lugares, a veces me pregunto cómo estoy viva después de haber estado allí. Ni siquiera siento una gratitud hacia la Gladys adolescente, son cosas que no entiendo ni quiero entender. Valparaíso me ha retornado la calma lentamente. En este último libro has acortado el largo de tus versos, apostando por una imaginería menos argumental, y más esencialista en la contemplación de la palabra por la imagen. Cuéntanos como ha ido transmutando tu composición. Me interesa trabajar con los espacios vacíos, con el silencio, he tenido una maduración existencial que es natural, que cuando miro hacia atrás - de lo que he hecho en mi trabajo y en mi escritura- aspiro a una proyección positiva y evolución, ya que me interesa realmente lo que estoy haciendo. Hay escritores que siempre están repitiendo las mismas formulas, y para mí eso no es la escritura, porque estás ocupando un lugar de relevancia, político, das un mensaje a otro. No nos podemos hacer los tontos y seguir escribiendo de sí mismo como si tuvieran 15 años forever. Me interesa captar la esencia de los lugares, reconstruir, con lo que me imagino que puede haber ocurrido, tomar historias y rearmarlas. ¿Ocupas alguna fórmula o algún sistema al momento de escribir? A mí me gusta mucho el cine y me gusta tener la idea de que los textos puedan parecerse un poco a estas imágenes. Son como diapositivas, me interesa que eso mismo se refleje en los textos, que a nivel inconsciente vaya pasando. Una palabra

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está cargada ideológicamente y al tiro te viene un mazazo, ¿no? Como un pequeño corto, bien visual y bien acotado, que se subentienda no a partir del texto, sino de la imagen. Entonces veo constantemente cine, y si tengo que escribir de algún tema determinado, investigo cuando ya tengo un cierto corpus; cinco o seis poemas quizás para ver qué podría tomar como elementos, por ejemplo, de la National Geographic o una enciclopedia. ¿Cómo ha sido tu experiencia como editora en Libros del Cardo, con la escritura latinoamericana? Comencé con la editorial porque he tenido la oportunidad de viajar a hartos lados, a través de proyectos del Fondo del Libro, muy pocas veces por invitación en donde te pagan todo. Hay muchas escritoras de lugares muy complejos políticamente como Nicaragua, El Salvador, que no tienen acceso a publicar sus textos ni que haya una difusión, aún menos viajar. Por ejemplo, quería que se visibilizaran muchas escritoras como Nora Méndez en El Salvador, Cintia Franco que vive en Tijuana, y así se ha ido generando un catálogo principalmente de género y en donde los textos hablan como de otros lados. Bolivia o Perú, la zona de Arequipa, esas zonas más pobres. Me interesa que se distribuya y que ellas puedan movilizarse como yo, porque me parece que es lo justo. De repente hay personas que escriben mucho mejor que tú, pero que en sus países no tienen estos fondos de movilidad y no existe como un respaldo estatal, no hay fondos, no hay becas. Yo conozco, por ejemplo, al editor de “Cascahueso” que se va con sus cajas de libros, enormes cajas, a Ecuador o a México en bus, o sea, imagínate hacer ese trabajo. ¿Qué viste en la gestión cultural, que te llamó la atención y te hizo empezar en la organización de actividades? Tiene que ver con democratizar espacios. Viviendo en Santiago estaba entre la “élite cultural”, tenía acceso a contactos; me fui a vivir al norte y en Coquimbo no había ni una librería, no había nada, ni en cuanto al fomento lector ni en otras disciplinas, entonces me dije: si no hay nada, entonces hay que empezar a construir. Para mí era imposible pagar un taller en cualquier lado, entonces hice un encuentro de mujeres escritoras, pensando en temáticas de género que me interesan mucho. Y en Valparaíso, también era hacer lo mismo, presentar un espacio editorial con buenos escritores y buenas editoriales, quizás un poco atomizados por cosas no relacionadas con la literatura. Entonces, me interesaba ordenar eso, que se visibilizara y que se trabajara colectivamente, pues me gusta mucho y me parece que es lo normal trabajar en conjunto. Has organizado el Festival de Literatura

Infantil y Juvenil de Valparaíso, la Feria del libro independiente de Valparaíso y desde el 2017 la Feria internacional del libro de Valparaíso, entre otros eventos. ¿Cuál es la importancia de las ferias y festivales para la edición independiente nacional? Creo que lo interesante de las ferias es que es un punto de encuentro donde gente que vive en el interior, o en el mismo Valparaíso, que no se contacta o no tiene nexo, los pueden tener aquí, donde están obligados a mirarse, a estar dos días juntos, a ver todo lo que los otros hacen, lo cual implica que mejoren las facturas de sus libros. Porque claro, con los mismos materiales puedes hacer algo mucho mejor, por lo tanto, tienes que enfatizar en la calidad del producto. En estas 13 versiones he visto que la gente empieza a empatizar y a trabajar juntos, se hacen nexos. No creo que sea algo banal hacer estas ferias, es construir colectividad, hacer que la gente se aplique, se dinamice, se movilice y también se empodere de lo que está haciendo. ¿Cómo evalúas la experiencia de contar por primera vez con una Feria internacional del libro en Valparaíso? ¿Cuáles son las novedades en su segunda versión? Creo que fue un éxito, porque hasta 3 meses antes no sabíamos si se iba a hacer, y nosotros estábamos comprando los pasajes, fue una locura. Trabajé casi sola para levantar la feria, con el apoyo del equipo de trabajo de montaje y desmontaje. Porque no puedes decirle a un equipo que trabaje si no tienes cómo pagarles, o sea ni siquiera yo tengo sueldo. Fue un éxito, porque aún con estas vicisitudes, el primer día fueron 6.000 personas y los otros dos días fueron 10.000- por conteo-, entonces fue mucha gente, también en términos de venta fue importante, la mayoría de las editoriales están felices. En cuanto a las novedades para este año, el invitado de esta versión será Bolivia, que para mí es muy significativo, porque es mi país favorito del mundo, pues ahí tengo buenos amigos, y también es importante porque ellos no tienen fondos de movilización para que puedan salir a mostrar su escritura. Hay algunos nexos con el Ministerio por medio de un Centro cultural en Cochabamba, pero la mayoría no pueden acceder a eso, y son escritores maravillosos. Julio Barriga, por ejemplo, es uno de los mejores escritores bolivianos de la generación del 70-80, el tipo es como un Ginsberg boliviano, es anarquista y tiene todo un rol zapatista. Viene también Roberto Oropeza, Juan Cristóbal Mac Lean, que es una leyenda boliviana, amigo de Raúl Zurita, tiene muchas cosas interesantes, es un traductor joven que hace un trabajo a pulso, y los comanda mi amigo Juan Malebrán, que va a ser el

todos


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delegado a cargo. Entonces se van a dar cosas bien interesantes. ¿Qué piensas del lugar que ha tenido la mujer dentro del canon literario nacional? Ha sido un espacio bien estrecho, porque han sido espacios machistas y misóginos. Tiene que ver con toda una tradición histórica latinoamericana que no ocurre solamente en Chile. Pero también hay otras mujeres que nos han antecedido, que han luchado férreamente para dar cabida a una cultura de mujeres, con un arte de mujeres, aquí las mujeres no pudieron votar hasta 1945, lo cual es una completa locura. Dentro de todas esas personas, están Diamela Eltit, Elena Caffarena, Amanda Labarca, y toda la tradición anarquista que hay detrás, los primeros espacios de mutuales. Entonces una lleva la idea de darlo vuelta, y entregar a la mujer una preponderancia en espacios artísticos, hay una producción escritural de mujeres fantástica, pero también sin ese espacio, es como si siempre fueras de provincia. Aún sigue siendo sesgado para las mujeres a menos que tengas un carácter fuerte, y es agotador mantenerlo durante 20 o 30 años, finalmente no es sano. ¿Has sufrido por causa del machismo dentro del mundo literario? Sí, aunque mi forma de escribir no me ha generado tanto como desdén desde esa parte, pero si situaciones bien simpáticas, como que me dijeran “oh, yo pensaba que eras hombre por como escribes”; entonces pude entrar en ese canon, porque me asimilaba a ellos, y para ellos el asimilarse era el bar, estar ahí, saber de literatura, conversar cosas, asombrarte de que una mujer pueda hablar. Pero sí me han tocado algunas situaciones de machismo. Me acuerdo que cuando saqué “Gran Avenida” gané una mención honrosa en el Premio Municipal de Santiago, en esa ocasión me llamó uno de los jurados y me dijo: “tú eres muy joven, entonces puedes esperar”. Primero ¿para qué te llama? Porque quedas en evidencia y es muy tonto, y después ¿a un hombre le dirían lo mismo? Yo creo que no, y es un rasgo machista grave, entonces lo que uno puede hacer es escribir mejor que ellos, y creo que esa es la reyerta, esa es la batalla, porque en términos personales también lo puedes hacer, pero a veces no es necesario gastar tiempo con quien no se lo merece. Entonces yo creo que la lucha está ahí en el texto.

Si una mujer no es feminista, es que no entienden nada de por qué puede salir a la calle, ir a la universidad, trabajar, entonces mi posición -y no es una posición totalizadoraes que todas las mujeres debiesen ser feministas.

Bitácora del fracaso

“Aprende a perder tu sano aliento y el latido justo de tu corazón, que se va a retardar o enloquecer y el color quemado de tus cabellos, cuando baje la ceniza innumerable de la muerte”. Este libro ensaya una linealidad para precisamente combatir “el plan fallido de la linealidad”, pues el fracaso de la lógica y la racionalidad -cartesiana o kantianaes y ha sido inminente. El viejo Borges dirá lo suyo: “y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos / y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para planes / y los futuros tienen su forma de caerse por la mitad”. La fijación de imágenes nimias, sutiles y mínimas en estos 17 poemas de “Bitácora” hablan de la precisión, el trabajo y la trasparencia en el uso del lenguaje que realiza la poeta. A través de una austeridad de recursos retóricos, en preferencia de una búsqueda de metáforas simples,

Por Breno Donoso

“El arte de perder / no resulta difícil / con esta bitácora / que lanza / tierra abajo / las huellas de un tiempo”. Pérdida, despojo y fracaso serán constantes en “Bitácora”. Pero esas temidas palabras de la vida -temidas por la fórmula de éxito y competencia que inocula el sistema neoliberal en los sujetos- en esta poeta no pertenecen al lamento, ni siquiera a la queja: estas palabras son y serán parte voluble de la vida: quien no aprende a perder no podrá crear con sinceridad; así Mistral contendrá en su poética la idea del despojo y la pérdida:

grado cero

¿Piensas que la literatura realizada por mujeres debe ser feminista? Si una mujer no es feminista, es que no entienden nada de por qué puede salir a la calle, ir a la universidad, trabajar, entonces mi posición -y no es una posición totalizadora- me parece que sí, que todas las mujeres debiesen ser feministas. Las mujeres en tus libros son por lo general sufrientes en relaciones destructivas, o se encuentran enfermas por la soledad y el desamor. ¿Cuánto de esto es autobiográfico y cuánto representa el arquetipo de mujer que existe hoy en día? Sí, responden a experiencias personales, pero la idea principal es que van cambiando los textos y en el fondo todo el paisaje sociocultural, de no anularse como autor, pero sí ese yo que está presente y que es tan innecesario, porque se

entiende quien soy y eso me parece mucho más importante que mi propia figuración. Tu experiencia siempre va estar en el texto, pero me importa mucho más lo que está ocurriendo alrededor, o sea, tener una conciencia política, de que no está bien lo que está pasando. Me interesa evidenciar estas cosas, porque hay gente que le da miedo o vergüenza el haber estado en un psiquiátrico. Uno no tiene que ser loca para estar ahí, uno puede ingresar por una crisis nerviosa o por ser un adicto. Está esta visión del escritor enloquecido, agresivo, tomando, drogándose ya es casi vulgar, es una visión comercial del escritor, como: es drogadicto y hay que ir a comprar su libro en Alfaguara, porque se va a morir pronto. Estas cosas no ocurren solo ahora: revisando la historia de la literatura, siempre hay alguien que tiene un problema y genera una crisis emocional, entonces trabajar en literatura y en cualquier tipo de arte, tiene que ver con estar constantemente expuesto a la enfermedad mental.

Juan Pablo Rebolledo

Bitácora Gladys González La Calabaza del Diablo 52 páginas

La poeta en la primera Feria Internacional del Libro de Valparaíso.

estos versos se agradecen, comentan y celebran por su concisión y belleza. Las calendas de esta poesía hilvanan un orden circular que lleva y trae voces y descripciones sobre una base sólida de símbolos cotidianos de la realidad. Poesía que no necesita desvariar ni encubrir ningún sentido, al contrario, señala las obsesiones y observaciones que la poeta se permite anotar y contar simplemente por haber sido vividas. Aunque necesaria, la razón y la lógica, con su usufructo por los poderes económicos y burocráticos, nos ha deshumanizado a tal extremo que los sujetos ni siquiera se lo cuestionan; o lo que es peor, por miserablemente cooptados en sus voluntades, los sujetos terminan siendo acérrimos defensores de este sistema que les consume cuerpo, tiempo y psiquis. Entre otros aspectos estéticos interesantes a considerar en “Bitácora” se encuentran, por ejemplo, el empleo de fármacos como símbolos claros de deca-

dencia: Naltrexona y Trankimazín: abstinencia, resistencia ante el abismo. Hablar desde y del abismo, pero nunca en el lugar de una víctima. Si el sistema nos vuelve víctima, si nosotros mismos nos volvemos víctimas, ahí sí que perdemos: inmóviles y digeridos por las feroces fauces de la parafernalia neoliberal. En poemas como “Navaja” el uso microscópico de las imágenes es notable. Se van estableciendo, entonces, rasgos propios de la poética de Gladys González, tanto en “Bitácora” como en sus libros “Hospicio” (2011) y “Calamina” (2014): una reescritura entre brujería y bohemia; Lo chabacano como marca personal de y desde lo marginal; poesía que desprende hechos traumáticos: “el golpe de una correa de cuero en la cabeza”. “La exitosa rutina del fracaso” un verso clave de “Bitácora”. De esos versos que uno anota y guarda en libretas para reescribir, dedicar, citar. Los poemas del libro son como un regazo y un refugio.


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LIBRES CREADORES

LA EXPERIENCIA DRAMÁTICA– SERGIO CHEJFEC –KINDBERG– 171 PÁGINAS. de “la experiencia dramática”

A veces se internan en calles por las que nadie camina: un barrio de grandes galpones tipo industrial hace tiempo olvidados que muy de cuando en cuando reciben la visita de un auto. Son edificios gigantes y silenciosos, algunos con los ventanales rotos, gracias a los cuales aves de la ciudad y del extrarradio consiguen refugio. Los pocos vehículos que aparecen se mueven despacio, como si no llegaran a encontrar el punto de destino frente a la desesperante repetición de perspectivas y fachadas. En esta ocasión Rose teme que terminen llegando a ese barrio. Sabe que la zona es una de las preferidas de Félix, y más de una vez ella ha dirigido los pasos de ambos, sin que él lo advierta, a través de calles que en cierto momento y sorpresivamente derivan en el lugar, provocando en Félix una reacción de sorpresa, obvio, y también de alegría, similar, piensa Rose, a los gestos de los niños inesperadamente recompensados. En gran parte debido a estas felices sorpresas es que Félix ha preferido desde un principio dejar los recorridos en manos de Rose. No solo porque están en la ciudad de ella, sino porque le gusta someterse a su iniciativa y adoptar una actitud de pasividad, es una especie de gratitud sobrentendida y en ocasiones anticipatoria de los premios que ella le depara. Pero ahora es distinto. En el barrio de los galpones Rose sentirá más frío, a parte llegarán ahí cuando haya anochecido. La belleza del lugar, ya es de por sí incierta y hasta equívoca, sabrá entonces replegado; en medio de la oscuridad nocturna podrán verse los reflejos medio inertes de luces esporádicas, muchas de ellas exhibiendo un extraño movimiento de sombras tras las zonas de estribaciones urbanizadas, dibujando con sus titilaciones nuevos pozos de oscuridad. Y es precisamente este paisaje de desolación embellecida, unida al frío, el motivo de su resistencia, sencillamente porque no siempre tiene ganas de hacer un esfuerzo y descubrir lo bello en lo estropeado, o lo sugestivo en la devastación y el abandono. Muchas voces Rose prefiere caminar simplemente por sitios que no le demanden grandes esfuerzos para agregar, o anular, elementos o atributos al paisaje. Quisiera una ciudad o un barrio donde el panorama fuera elocuente sin buscar impresionar, a veces se siente cansada de prestar atención a los detalles. No le gusta considerar detalles ni pensar en ellos. A todos estos aspectos habría que sumar la actitud de Félix, quien frente a esos lugares de abandono cae en una especie de trance y se somete a un extraño sentimiento de inspiración elegíaca. Y no es que Rose tenga algo contra esos arranques, es más, la conmueven y los consiente con un poco de ternura, al fin y al cabo en la sencillez de la expresión de Félix, en su capricho estético, para decirlo de algún modo, ve un resto de inocencia, sino que simplemente siente miedo porque advierte que bajo los efectos de ese arrobamiento frente a lo despojado y lo ruinoso, ambos, Rose y Félix, están a merced del abandono y del peligro. Cree

sobre

el

autor

Narrador y ensayista argentino. Vive fuera de su país desde 1990, año en que comienza a publicar una de las obras más particulares en español, que ha causado gran admiración entre destacados colegas y críticos como Enrique Vila-Matas, Alan Pauls y Patricio Pron. Es profesor en el Máster de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Nueva York. En su narrativa destaca “Boca de lobo”, “Últimas noticias de la escritura” y “Modo linterna”. La editorial porteña Kindberg publicó el 2015 “Mis dos mundos” y hoy acerca “La experiencia dramática”.

que la sensación de amenaza es inseparable de la experiencia de caminar de noche por esos lugares, aunque en personas como Félix el trance inspiracional derivado de esa caminata deja en segundo plano los riesgos y suspende el alerta frente a eventuales peligros. Cuando se lo ha comentado a Félix, su primera reacción fue de rechazo. Félix no niega la amenaza de un peligro real, sino que toma las prevenciones de Rose como remilgos un tanto triviales y básicamente incongruentes con la obvia dignidad del paseo. Por su parte, Rose no entiende que puede haber de malo en querer ser precavida. Dice que si al cruzar cualquier calle tratamos de evadir el peligro de los autos y ponemos toda nuestra atención en ello, es natural estar pendiente de las amenazas cuando uno anda por el barrio de los galpones. Félix tiene un punto de vista adaptivo, según el cual los individuos tienden a plegarse al ambiente circundante; a la pasividad cuando es pasiva y a la tensión cuando es tenso o activo. Por eso no puede estar alerta si alrededor suyo nada se mueve, aun cuando entienda que está rodeado, como se dice, de peligro. Incluso la renuncia, dice, como Rose puede imaginar, la momentánea y ridícula renuncia a la propia preservación con tal de vivir la experiencia prestada y sumergirse en lo desolado y ausente, tiene para él una intensidad que no puede compararse con casi ninguna otra cosa. O sea que Rose no quisiera volver, por lo menos no en este momento, al área de los galpones ex industriales. Pero teme que Félix suponga lo contrario, acostumbrado a dejarse llevar por ella. Se ha desarrollado entre ambos una lógica combinada según la cual es uno el que conduce y otro el que sigue; sin embargo los roles a veces se suspenden, porque interviene un sentido común contrario al que guía a cada uno de ellos, o sea, en ocasiones Rose se pliega a lo que supone con casi completa certeza es el deseo de Félix, y otras veces Félix hace esfuerzos porque sus deseos sean percibidos por Rose sin traicionar con ello la división de roles acostumbrada. En esta ocasión, de todos modos, Félix no advierte que se han acercado a la zona de abandono. Sigue pensando en el marido de Rose, piensa en sus temores, su debilidad, la curiosa entereza que lo anima, y si por algún motivo y de modo extremadamente vago comienza a intuir la proximidad de este barrio también lo asocia con el marido, quizá de una manera un poco enredada, porque ese lugar, ha pensado muchas veces, es el escenario natural y propicio para aquello que esconde de clandestino la relación entre ellos dos. Porque no solamente se trata de una trama oculta bajo otra evidente, de un transcurrir a espalda de lo aceptado, sino que el correlato físico entre lo prohibido y lo secreto, más bien lo oculto, de tan recto resulta casi previsible.


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LA ARIDEZ Y LAS PIEDRAS– VERÓNICA JIMÉNEZ–GARCETA –63 PÁGINAS. sobre

la

autora

Escritora y periodista. Ha publicado en distintos géneros literarios: la novela “Los emisarios” (2015), el ensayo “Cantores que reflexionan. Cultura y poesía popular en Chile” (Mejores Obras Literarias del Consejo del Libro 2012); en su poesía destaca “Nada tiene que ver el amor con el amor” (2012, traducido al italiano), “Catábasis” (2017) y “La aridez y las piedras” (2016), que obtuvo el Premio Municipal de Literatura 2017. Editora de Garceta, donde ha desarrolla un sistemático trabajo de rescate de escritores chilenos.

la muerte es el país que amabas Mi abuelo esculpía lápidas en el fondo de la casa. Como si atravesara la sombra de un espejo, entraba serio y callado en la antesala de la muerte, premunido de un punzón con el que abría tajos sobre piedras y granitos. De la primera herida extraía el nombre del difunto, de entre una multitud de rostros extraviados. De la segunda sacaba una astilla de luz que guiaba sus manos para componer el sagrado corazón o el martirio, cuyas visiones apaciguan el luto. Los grandes dedos de mi abuelo, entrenados en la delicadeza de los símbolos pequeños, revelaban la forma de espinas, aureolas o párpados suplicantes, latentes desde siempre en la materia. Su padre, un inmigrante que jamás habló de su patria, le había enseñado a labrar la piedra y a revocar sepulcros. Con los años, siendo viejo él también, conjuraba, como su maestro, muchas fechas de nacimiento y muerte. No alcanzó a tallar sobre la tumba de su padre la inscripción que diría: “La muerte es el país que amabas”. Nunca imaginó la suya. Tan solo dos años quedaron grabados en su nicho: 1921 – 1982. Esos fueron los límites de su eternidad.

a ti, pues Enciendo una vela para tu reposo para que su llama te sostenga como si fueras el mensajero que esperábamos no aquel a quien un poeta aguardó tres años cerca de la playa sino tú un obrero arrojado en las costas de un país levantado sobre panteones un hombre sin estirpe a quien no le estaban destinadas las catedrales de la historia o del mito el vigía de nuestras sombras en estos predios ajenos donde no hay dramas antiguos que revivir donde la primera semilla se hundió para siempre en el barro de las generaciones. Enciendo una vela para iluminar los bajorrelieves de tu arte humilde.

grado cero

trilogía de la errante No es el aire la casa de tu sepultura. Pace la oveja en la geometría de los campos y el cerdo, que ya cumplió un año, está listo para la matanza. Di esta oración: por qué velan los hombres con cuchillos acerados, por qué arrojan sus botas contra los espejos. Por la noche aparece cabalgando el padre de mi padre un gitano que consulta su destino en las aguas mansas del pozo: hay caminos, hay niños manchados por el espejismo de la luna, hay una soledad a ti debida, Dios sin prisa. Di esta oración: adónde iremos si la luz es una cinta delgada. Quién nos recibirá si no hay más que brazos dormidos. Arden las locomotoras y sus obras de ingeniería como fuegos mentales que el pecho alimenta con sus leños verdes. Vuelve los ojos hacia la pared y guarda tus estampas en las grietas de la tierra. Di una oración, reza por tu linaje. *** No es el agua la casa de tu sepultura. Aprendimos que el corazón alegre aligera el peso de la sangre y ahora que no podemos rehusar la ceremonia del adiós ni la presencia de perros y ratas a la espera de las partes digeribles de los restos de la cena acercamos como una ofrenda para saludar a la noche nuestro pecho un pájaro castigado por la tormenta que aún conserva rastros de calor. Cuando la luz nazca con el día caminaremos sobre las oraciones que la lluvia dejó empozadas bajo nuestros pies. ***

el beso Cuentan que dio la señal a los soldados de que iba a besar al maestro: filein, en griego. Pero al acercarse a Jesús para rozarlo con los labios lo hizo en forma afectuosa, katafilein, como si hubiese besado a su amante. Luego, dio un paso atrás y con expresión de orgullo esperó a que el Mesías fulminara a la soldadesca: que sus huesos extranjeros ardieran como zarzas que sus armas labradas con sangre fueran pulverizadas esperó a que el maestro ostentara con arrogancia su poder y estableciera el triunfo de los oprimidos sobre la tierra.

No es el fuego la casa de tu sepultura. Este es el camino que yo escogí: soltar las cargas de la opresión entrar en el blanco pozo de los deseos combatir la oscuridad dentro de mí. Cargo a la muerte en mis brazos y echo andar. ¿Qué harás con ellas? me preguntan las sombras ¿Con qué lenguaje las cubrirás? Mi lengua carece de prestigio, pero bajo la corteza de mi corazón errante resuenan las voces de aquellos rostros olvidados: el alma tras el alma, su aliento como un don que el viento esparce y multiplica sobre la tierra.


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HISTORIAL DE LAS CONÍFERAS– SAMUEL ESPÍNDOLA–VELANDO BESTIAS–32 PÁGINAS. el palacio de la liebre veinticinco años después el lugar donde fueron filmadas la primera y la segunda [temporadas se había convertido en un depósito de máquinas de fax atoradas de papel baterías de auto separadas del motor cornamentas de ciervos calcinadas bolsas de basura tajeadas por los perros del sol sobre

el

autor

Licenciado en Literatura y estudiante de Magíster en Teoría e Historia del Arte. Becario de la Fundación Pablo Neruda (2014) y del Fondo del Libro (2016). Premio Roberto Bolaño de Poesía (2015).

en el patio trasero una mancha indiscernible corroía nombres direcciones guías telefónicas y archivos desparramados formando grumos amarillos de papel perdigones con garrapatas incrustadas en los árboles cercanos sombras de ácido y de aceite entre las hortensias la grabadora tenía guardado un mensaje ininteligible: la voz de lucy repetía un nombre una hilera interminable de hormigas recorría los calabozos abriéndose camino desde el centro de la tierra al salir el frío las hacía crepitar y sus cadáveres formaban líneas en zig-zag

aserradero packard | el impredecible abanico de chispas | | o el silbido de un nuevo zapato que se endurece en el agua… | | el yunque ha de estar en el centro | con su borde cuadrado | | y su cuerno de unicornio | | puesto allí | inmóvil: un altar donde se desgasta en música y forma | | s. heaney un operario viejo y extranjero trabaja como celador del edificio gasta sus noches bebiendo gin y escribiendo interminables cartas con poemas a su esposa —ella lo espera pintando retratos de cristo entre los fiordos— en una de las oficinas del aserradero en medio del silencio se escuchan ruidos de hongos creciendo en los estantes un hedor —apenas perceptible— quedó sepultado bajo la terca oscuridad de ciertos troncos que orean sus heridas —húmedas de resina al amanecer las sierras son afiladas por máquinas lentas —majestuosas que les hacen echar chispas por entremedio de sus dientes —la imagen sobreimpresa en el letrero de la ciudad: la inexacta cifra de habitantes y la nieve en dos montañas nevadas con pinos en las faldas (desde su exilio en un planeta lechoso un hombre acciona con una palanca el artefacto que indefectiblemente lo matará su cara deformada por el látex hirviendo es un presentimiento de la electricidad) el petirrojo reconoce en el aire el vuelo de tucúqueres y loicas recuerda que antes de coníferas hasta la bahía arrastraban ballenas de sus vientres abiertos salían ríos de sangre y excrecencias que volvían al mar la grasa pudriéndose dejaba entre los pliegues de morrena abandonada por el hielo en su retiro dibujos que brillaban como el ámbar allí preparan las astillas un lecho de celulosa negra para los claudicados narvales cuya voz tal vez no oigas y que son en tu sangre el eco plastificado el reverso de la refrigeración

un día bobby recibió un mensaje de su padre muerto hace veinticinco años y guió a hawk y al sheriff truman hasta un lugar donde jugaban en su infancia y le llamaban entonces el palacio de la liebre recordó entonces las visiones de su padre sueños extraños donde veía mansiones asoladas por la luz manadas de elefantes marmóreos flamencos y queltehues extáticos sobre un espejo de agua y cómo después de semanas sin ser visto solía aparecer para el desayuno vestido de astronauta

revelaciones | aunque éstos son cuerpos | no hay gravedad ni en las estrellas | | ni en los cielos | ni en el fuego puro | a. ross en la cárcel de twin peaks los prisioneros temen desaparecer durante la noche han oído historias de abducciones en los bosques aledaños se han perdido jóvenes en las cuevas siguiendo mapas trazados en la piedra pero nada temen más que la soledad en esas celdas que al abrir la escotilla por donde les sirven el desayuno los guardias los encuentren convertidos en cerdos o niños hidrocefálicos vestidos de etiqueta un día encerraron a un hombre que había descuartizado a su esposa y a la mañana siguiente encontraron un círculo de velas apagadas en torno a una oreja cortada pudriéndose en su lecho de cenizas —la policía fotografió el lugar para salir de su incredulidad pero al [revelarse la imagen resultó una habitación amoblada como un estudio victoriano: caballos de madera entre pieles de leopardo coronas de emperatriz junto a vestidos de gasa y miriñaques muñecas tamaño real junto a cajitas de música confusión de terciopelos formica y lentejuelas dos niñas con la piel blanca como el papel salían por las ventanas de un furgón escolar volcado en un maizal se paraban en la berma del camino y posaban desnudas formando la escena de san jorge y el dragón


r e p o rta j e

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grado cero

Protestas y tomas universitarias son parte de un movimiento que está generando su literatura. Mujeres activan lecturas y escrituras que deconstruyen el patriarcado en la disciplina y práctica. Por Cristóbal Gaete

C

ATALINA RíOS (1995) es una joven poeta y editora en la revista Palimpesto -disponible online-, Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica. Publicó la plaquette “Las aguas” (2016), becaria de la Fundación Neruda e incluida en “Halo [19 poetas nacidos en los noventa]” (2014). En el último número de Palimpesto replica el ensayo “Poeta/poetisa, la apropiación femenina de la palabra poética”, escrito junto a Emilia Pequeño y antes publicado en Jámpster.cl. Pequeño, es otra joven poeta que está desarrollando labor de crítica sobre la escritura de mujeres en medios online. Ambas firman, tras una acabada revisión de posturas: “Con la creación de una denominación diferente se concreta un acto de separación de los sujetos y sus identidades, como si se tratase de una escritura aparte de la de los poetas. La poetisa no tiene el mismo status que el poeta: el sufijo –isa, como menciona Eltit, la aparta aún más del canon masculino. La escritura, además, siempre será acompañada de la especificación “femenina” o “de mujer”, insistiendo aún más en la separación. Si bien la categorización de las escrituras femeninas y su denominación propia han sido de gran ayuda para su visibilización dentro del panorama de los estudios literarios, nos parece necesario remarcar que la línea entre la visibilización y segregación es muy delgada y fácilmente permeable”.

Catalina Ríos: matar a la madre Machismo en la literatura chilena. La visibilidad en términos cuantitativos, un ejemplo fácil, es la diferencia entre hombres y mujeres que se han ganado el Premio Nacional de Literatura o los postulantes en poesía en su última versión. Esa misma invisibilidad cuantitativa se

ve reflejada en los currículos escolares también, la cantidad de escritoras que se estudian es muchísimo menor que la cantidad de hombres, pasa lo mismo en las universidades. Se refleja en la participación en festivales de poesía, en lecturas, hasta en los fondos de creación. El año pasado revisé las ganadoras, las mujeres eran un número muy inferior respecto de los hombres. Otro punto es el Nobel, no podemos hablar de paridad entre Neruda y Mistral, pasa algo injusto en la manipulación de la figura de ella, transformarla en la madre de Chile la aleja de ser la primera premio Nobel latinoamericano. Innegable el contrapunto con la figura de un Pablo Neruda muy político, muy activo; se le niega ese espacio en el que sin duda también tuvo parte Mistral. Parece más cómodo llevarla al rol de educadora, o madre, más pasivo y privado.

Ismael Burgos

La poeta y editora Catalina Ríos.

Literatura en movimiento feminista. Todavía no se ha creado una red de escritoras feministas como sí ha pasado en el plano audiovisual o en la música. Como escritoras, unirse es importante y urgente, sabiendo un montón de cosas que pasan dentro del círculo literario, de las violencias que se viven en los talleres, en las lecturas, en las universidades, en fundaciones. Es necesaria la creación de una red que nos una en la lucha como sujetas que estamos escribiendo. Organizamos una lectura de poesía de Licenciatura de Literatura en la Chile, en la toma de la Facultad de Derecho, y ellas estaban creando un círculo de escritoras que están leyéndose. Son esos pequeños gestos los que van creando redes, por qué no hacer algo más global. Una literatura feminista. Primero que nada llevo mucho tiempo sin llegar a una conclusión si es que existe o no una escritura de mujeres y una escritura de hombres, y eso llevándolo a un segundo nivel si es que existe una escritura feminista o una escritura no feminista. Por una parte tendría que definir si son o no feministas los temas dentro de una escritura. Creo que ocupar palabras como vagina, útero, patriarcado o igualdad en un texto no hacen que sea feminista, así como que una mujer escriba poesía no la hacen una poeta feminista. Va por otro lado, tiene que haber un posicionamiento de las escritoras en tanto es una sujeta crítica. En ese sentido mi escritura se adapta a mi posición como sujeta pensante y de ahí mismo se van desprendiendo mis intereses a partir de mis temas recurrentes y la forma de presentarlos en mi escritura. Por añadidura empieza a salir de las cosas que voy escribiendo un matiz feminista. Hace poco, en el ensayo acerca de la diferencia entre poeta y poetisa, ahora estoy pensando también en relación al último texto de Lina Meruane “Contra los hijos” el rol de la mujer/madre en la literatura chilena. Estos mismos temas se van a ir permeando en mi escritura creativa. Literatura joven e independiente. Creo que la literatura joven, sub 25 se viene con una mentalidad distinta. Si bien el entorno propicia que las conductas machistas se sigan repitiendo, hay un ojo que


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r e p o rta j e

John Uberuaga

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Nicole Pinos y Fernanda Campos, coordinadoras del Círculo de Lectura Feminista UCV.

está leyendo y es crítico. Lo veo al nivel de publicaciones, de lecturas que se están haciendo. Nos estamos leyendo mucho más entre nosotras. Se me vienen a la cabeza muchos nombres de mujeres secas que están escribiendo y dirigiendo editoriales. De los poetas jóvenes e independientes se nota indignación, se está haciendo visible que hay algo que está fallando. Una anécdota: el año pasado fui seleccionada para el Festival de Poesía de Rosario, Argentina, eran todos poetas sub 25; me llevé la sorpresa de que éramos pares, hombres y mujeres. Días después, hablando con los organizadores de la residencia, poetas de 29 o 30 años, nos decían que su propósito era tener la misma cantidad para romper con el esquema que siempre se da en los talleres o residencias en donde la cantidad de mujeres es mínima. No se trata de que no existan mujeres que escriban, sino de que son invisibilizadas. Existen manifestaciones, pero los poetas jóvenes le hacen frente con acciones como esas. Autoras feministas chilenas. Es súper importante partir con una reivindicación de la Mistral, salirnos de este molde “Piececitos de niños/azulosos de frío…”, de la educadora o madre de Chile, que son roles patriarcales unidos a la mujer, que es pasiva en sus acciones. Demostrarla como la mujer política, crítica, que amó a otra mujer. Casi no hay ensayos, casi no hay ediciones críticas en ese sentido, en cambio sí abundan de Neruda. Sacarla del encasillamiento que la deja sin posibilidades de ser una figura más crítica dentro de la literatura chilena. Algo pasa con las poetas de las ochenta, como Carmen Berenguer, Elvira Hernández o Soledad Fariña que estaban en la lucha política, que realizan acciones súper importantes en esos tiempos, yo creo que la lectura de escritoras chilenas que recuperaría partirían por ahí: Mistral, las poetas de los ochenta, y narradoras y ensayistas que están tocando temas relacionados con el feminismo como Diamela Eltit o Lina Meruane. Y también escrituras jóvenes como la de Julieta Marchant o Gladys González que además de ser escritoras están jugando un rol de editoras. No es menor el peso del sector independiente que te van mostrando editoriales que tengan otra mentalidad.

Círculo de Lectura Feminista UCV: el territorio es el cuerpo

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ICOLE PINOS Y FERNANDA CAMPOS son las coordinadoras de esta instancia, nacida de la Asamblea de Castellano y Comunicación PUCV, con apoyo de profesoras feministas. Con tres sesiones ya ejecutadas, va progresando y articulando un espacio abierto que mezcla literatura, feminismo y contingencia. Desde un fanpage de Facebook se convoca a estos encuentros no separatistas mensualmente; desde la plataforma se puede acceder gratuitamente a textos fundamentales y actas de las sesiones pasadas. Nicole y Fernanda destacan también el Club de Lectura Feminista, que lo maneja una estudiante de Periodismo, con una asistencia que obliga a dos sesiones por cada lectura para inscritos y que se realiza en espacios fuera de la universidad. Origen. La necesidad de aprender de feminismo y de autoformarse desde una metodología diferente, salir del protocolo de la sala, de tener un profesor que te enseñe todo, de tener que escuchar pasiva-

mente, de no poder preguntar porque da vergüenza, de tener que leer porque está en el plan de estudios y sacarse una buena nota. Casi siempre se lee feminismo europeo, al final de alguna asignatura, a Virginia Wolff. Lecturas. Partimos leyendo a Nelly Richard y “Por la patria” de Diamela Eltit, porque venían a un conversatorio en Valparaíso. En él Nelly Richard dijo que pese a que el movimiento fuera universitario y muy potente no teníamos que olvidar nuestra situación de privilegio, entonces estamos intentando leer otro feminismo que hable de Colonialismo y otras temáticas. Hace poco fue el caso de “La Manada”, entonces hicimos la segunda sesión de violación y prostitución a partir de Virginie Despentes y “Teoría King Kong”. Esa sesión fue delicada, porque muchas veces nosotras mismas nos sentimos expuestas a vivir esa situación, fue bastante emocional. Uno lo ve en las noticias pero en la misma universidad se ve el abuso sexual y la violación, por lo mismo estamos trabajando en el tema del protocolo. La tercera, fue acerca de la pornografía a partir de Beatriz Preciado, “Pornotopia”. Tenemos curiosidad, buscamos ciertos textos y los discutimos en conjunto. Al final de cada círculo se puede plantear lo que se quiere leer, a partir de lo que leyó cada una, aterrizado a las temáticas. Espacio abierto. El círculo es un espacio en construcción horizontal. No es separatista, es una oportunidad para los hombres. No participan muchos, se sienten dudosos, se sienten interpelados por temáticas como la pornografía. Este año ha sido bastante movido, entonces estamos en un proceso de interpelarnos por todo. A veces no hablan porque el Círculo va mucho a la emocionalidad, tratan de no apoderarse del espacio. Feminismo como producto. Con esto van a buscar más atención en las clases, también en los temas como la metodología e investigación. Los medios de comunicación y las noticias le dan espacio al feminismo porque es políticamente correcto y porque vende. Hay que intentar desligarse de la jerarquías de la sociedad capitalista de los jefes y los subordinados,

tiene que romperse. Darle voz a las mujeres que no tienen privilegios, mujeres que nos pueden entregar testimonios de conocimiento. Ampliar este espectro, escuchar todas las voces posibles y no tratar de hablar por el otro, ni siquiera dar las herramientas, no llegar y tirar teorías, escuchar voces sin intermediarios. Feminismo en la literatura. Una literatura feminista debe considerar a todo el espectro de mujeres, incluso creemos, a las que no se consideran feministas, porque ellas tiene circunstancias que no les permiten leer sobre feminismo, pensar sobre feminismo, que no puedan movilizarse sobre feminismo. No es lo mismo hablar de feminismo con madres que han dejado de estudiar acerca de que el trabajo doméstico debería ser remunerado y no solamente un papel de ellas. Hay muchas autoras que se declaran feministas y yo no estoy de acuerdo. La otra vez hablábamos sobre cómo se escribe ahora, la modalidad del blog, como “Confesiones de una soltera”, que creemos que no hacen una crítica dura. No es que nosotros digamos estudiamos Castellano o leemos libros muy largos, pero la mayoría facilita la lectura del facebook que también es una forma de vender. Hay una especie de canon de literatura feminista de acuerdo con estos libros que se declaran feministas, denuncian en forma de anécdotas de manera que se toma con cierta liviandad, y que en este momento tienen que tener un peso crítico. Generación de escritura feminista. Llevar la investigación fuera de la academia. Nos hacen investigar con tesis, con ensayos, pero a veces una investigación más fructífera es poder hablar con nuestras madres o abuelas o nuestros padres también, que son las personas que nos han inculcado formas patriarcales de relacionarlos y que ahora nos hemos cuestionado. Preguntar por experiencias fuertes de violencia machista, preguntar si está bien o mal, cómo lo vivieron en esa época, como lo viven ahora, y cómo ha repercutido todas esas circunstancias en la propia crianza. Por nuestra propia violencia nos hacen vigilar la conducta para prevenir ataques de los hombres hacia nosotras. Es una forma de entender y


r e p o rta j e

Territorio feminista / Poesía en Toma: contra el lenguaje patriarcal

L

A POETA FANNY CAMPOS ha llevado a cabo en los últimos años distintas actividades de literatura y feminismo. Desde su traslado a la V Región ha organizado Descerrajando y Territorio feminista, con lecturas en distintos espacios y en el transporte público. Siempre acompañada de la poeta y docente Rosa Alcayaga, integró la poesía a las movilizaciones con Poesía en Toma, donde acercan escritura feminista actual a universidades públicas y privadas. Esta acción se ha replicado con otras escritoras en otras regiones. En este momento está en acopio de material para el libro antológico de la iniciativa. Su escritura también es parte de la emergencia del feminismo. En su propia editorial, Punto G, autoeditó plaquettes de cortas tiradas con cada uno de los 45 casos de femicidio del 2015, bajo una óptica que expande la ley -exclusiva para convivientes- a pololeos y clientes sexuales, como también lo hace el Servicio Nacional de la Mujer. “Trato de hacerme cargo de ciertos tópicos o problemas que se relacionan con el género, el aborto, la maternidad, la libertad sexual y reproductiva, los femicidios, la sacralización”, explica Campos. Experiencia Poesía en Toma. A veces nos contactan, al principio escribía yo. De las primeras lecturas hubo una en la que había poca gente, las que se había quedado a cuidar y la que me había dicho sí.

Cuando terminamos me dijeron: nosotros no sabíamos que la poesía era esto, pensábamos que era algo fome que no tenía nada qué ver, vengan de nuevo para avisarle a todas las compañeras. Ha derribado ciertos prejuicios. Cada toma tiene sus reglas, hay abiertas, otras separatistas que dejan entrar sólo a no binarios. A mí me gustó la de la FACSO, no era separatista, abrieron y tenían inflables para los niños, mesa de la maternidad, de la diversidad sexual. Lectoría y escritura en mujeres. El género que más lee son mujeres, está la estadística en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Leen cosas escritas por hombres. Ni siquiera puedo dar un diagnóstico preciso, porque no se sabe cuántos libros son escritos por mujeres, los datos que se manejan son la diferencia en los géneros de los premios. Las mujeres no te catetean para publicar, pero los hombres sí, siempre andan mostrando su manuscrito. Las mujeres no, hay que buscarlas. Literatura independiente. Se replica lo mismo en un nivel micro, carezco de cifras para comparar grandes con independientes, pero a mí me parece que es parecido. Organicé un ciclo que se llamaba Evas inmorales en que la idea era invitar editoras o editores a presentar libros de mujeres. A muchos de mis amigos no los pude invitar, porque en su catálogo no había mujeres. Caminos para una literatura femenina. Más que cómo debería ser, es lo que veo, que tiene que ver más con las temáticas, una primera etapa de denuncia muy

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necesaria, estamos escribiendo en una jaula. Tiene que haber otra etapa, que logre desestructurar el propio lenguaje patriarcal, es una etapa que no sé si alcance a vivir. Hay gente que ya sale de la escritura a la performance, o la poesía experimental, con imágenes. Creo que hay otras formas, nosotros trabajamos con el lenguaje patriarcal, a no ser que lo vayamos modificando con el género de las palabras. Las mujeres mexicanas hablan todo en femenino, que es una forma de cuestionarse el lenguaje mismo. Lecturas separatistas. Participé en una de la Colectiva del interior. Hicieron un encuentro territorial en Salamanca, la interior de la IV Región. Fuimos, hubo lecturas, talleres. La verdad me he sometido a las reglas, yo no impongo esas reglas, porque creo que el feminismo es para todos, todes y todas, y sí no es así no va a haber posibilidad de cambio. He sentido, eso sí, que se genera un ambiente especial, un espacio muy rico entre puros sujetos femeninos, porque resulta que los hombres son muy hombres, demasiado masculinos, no falta el hombre que siempre quiere tener la palabra, lucirse. Entre mujeres eso no se da. Panorámica de autoras chilenas feministas. Hay muchas, desde Gabriela Mistral hasta nuestros días, algunas de ellas declaradamente feministas, pero a diferencia de lo que ocurre en otros países como México o Argentina, hay muy pocas propuestas poéticas que realmente se hagan cargo de los tópicos feministas o de los problemas de género, hasta este auge que vengo notando hace pocos años, y que esta experiencia Poesía en Toma me

John Uberuaga

de crecer. Esta compilación de relatos, nos sirve a nosotros en el círculo de lecturas para entender a nuestras madres. La idea es que cada una hiciera preguntas modelo y las llevara a la conversación y la persona que la quiera escribir elija cómo hacerlo. Hay ciertos diálogos y temáticas que nos repercuten mucho por nuestra condición física, por el tema de la precaución, y las mujeres nos vamos pasando la sabiduría. Hay otros territorios que hay que conquistar, el cuerpo de uno misma frente a la violencia en la ginecología.

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La poeta y editora Fanny Campos en la Facultad de Sausalito PUCV.

corrobora. Mistral tiene algunos versos feministas notables como “ bendito sea mi vientre, en el que muere mi raza”, y mucha prosa feminista. Algunos pocos versos feministas encuentro en Winétt de Rokha, y su aliento a las madres a luchar contra el fascismo. Menos versos feministas, pero una vida que sí podría decirse en cierto modo que lo fue, de Teresa Wilms Montt, etc. Es muy distinto hablar de “poesía femenina” que de “poesía feminista”, un poema feminista es aquel que comulga con las ideas antipatriarcales, y un poema así, paradójicamente, puede nacer incluso de sujetos que siquiera tienen una autoconciencia de su velado feminismo. Stella Díaz Varín escribió el poema “La Casa”, que a mí me parece muy feminista, pero ella declaraba fervorosamente estar en contra del feminismo, intentando escribir desde una “universalidad”, que ya todos, todas y todes sabemos que no existe, pues se ha pretendido que lo heteromasculino blanco lo sea. Algunos poemas de Teresa Calderón, Cecilia Vicuña, Verónica Zóndek, Rosabetty Muñoz, Damaris Calderón me parecen también feministas. Poemas de Priscila Cajales, de Gladys González, Amanda Durán, por mencionar algunas poetas de mi rango etario, también me lo parecen; las dos primeras abordan la violencia económica sufrida por las mujeres, como pocas poéticas lo hacen, y de la última, no hay ni que explicar de qué modo pudieran considerarse feministas sus textos. No obstante, ninguna de las citadas ha concretado su concurrencia a leer a las tomas feministas, aunque Gladys me ha manifestado encontrarse a favor de la iniciativa, y me consta que ha sido una gran promotora de la literatura de mujeres, desde sus encuentros Conrimel, lo que ya es algo muy feminista en sí. Elvira Hernández que escribe poesía política (pero no derechamente feminista) sí ha estado leyendo para las estudiantes movilizadas; Carmen Berenguer también ha estado de algún modo presente apoyando el movimiento, y ambas han prestado su venia al Poesía en Toma. También ha estado interesada Verónica Quense. Alejandra del Río, y las jóvenes Daniela Catrileo y Catalina Ríos, feministas que sin tener poéticas decididamente feministas, también han estado apoyando las tomas, pero no han querido sumarse a este ciclo colectivo de lecturas al cual fueron invitadas a sumar esfuerzos. No me gusta mencionar, porque siempre se van nombres, pero en lo personal, creo que dentro de lo que he podido escuchar de quienes han adherido al ciclo, literariamente se pueden destacar las propuestas de Marcela Parra, Joan Mijail, Gonzalo Azalasar, en las lecturas en tomas de la Región Metropolitana, que han estado bajo la coordinación de otras comprometidas creadoras feministas como Cote Avello o Lourdes Montenegro. Rosa Alcayaga, Victoria y Lilith Herreros y varias otras poetas con las que compartimos habitualmente instancias poéticas feministas en la V Región, seguida de nuevas voces como Karimme Morales o las poetas que hemos conocido más recientemente como las jóvenes Valery Rojas y Tania Lagos. En la octava región, al alero de Puño y Letra, adhirieron Rosy Saez y Amanda Varín, y en la IV Región, coordinadas por María José Rivera, se sumaron varias otras, entre ellas la joven Anais Lua, con un interesante trabajo que me ha llegado para la antología y del que antes no había tenido noticia.


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i n i c i c i at i vas

editorial ñire negro

LI T ERATURA INDEPENDIEN T E DE SDE AYSÉN Ñire Negro lleva una década publicando libros desde Coyhaique -una de las comunas más australes de Chile- y desde ahí han ganado notoriedad por su trabajo editorial, el cual incluye colecciones de narrativa, poesía, infantil -que rescata las tradiciones de la región- y una de ciencias sociales abocada a la historiografía local. Este año abrieron una librería en el centro de Coyhaique (21 de mayo nº1197), espacio necesario para el desarrollo de la literatura y la asociatividad entre autores. Hablamos con Mauricio Osorio Pefaur, su director editorial. ¿Cómo partió el proyecto editorial? ¿Quiénes lo componen? Se inicia el 2007 con la creación de la marca y la publicación del libro “Otras Narrativas en Patagonia, tres ensayos antropológicos de la región de Aysén”. Luego, en 2008 y 2009, se publicaron dos libros más: “Preguntas por mi tierra” , un libro de cuentos rurales de Aysén, del escritor y profesor Julián Vásquez, y la 3ª edición de “Ventana al Sur”, del escritor Enrique Valdés, uno de los más reconocidos autores ayseninos a nivel nacional. Recién en 2010, la editorial se transforma en una empresa formal, integrada por Mariel Ochoa, Miguel Muñoz, Eugenia Mancilla y yo, que somos sus socios fundadores. Ñire Negro trabaja con una red de colaboradores, entre los que se destacan autores, ilustradores, diseñadores, artistas y técnicos, además de la red de libreros y puntos de venta en la región y varias otras ciudades del país. ¿Cómo ha sido la experiencia de editar libros desde Coyhaique? Ha sido esforzada pero gratificante, porque hemos demostrado, a nosotros mismos y a la región en su conjunto que sí se puede generar economía creativa desde y para los territorios. Nuestro esfuerzo inicial ha sido siempre orientado e inspirado por el territorio que habitamos. Es este el territorio que queremos destacar. Demuestran un fuerte compromiso con

el las comunidades indígenas ¿Cuál es su relación con la tradición de los pueblos originarios? Tenemos mucho respeto por la cultura de los pueblos originarios de América en general, nos interesa apoyar el rescate, la circulación y el reconocimiento de su presencia en los territorios que habitamos, no hablamos de pueblos extintos, sino que de pueblos que han dejado una huella que debemos seguir y valorar. Aysén es un territorio donde la huella de los cazadores recolectores se remonta a los 11 mil años antes del presente en el área continental y los 6 mil años antes del presente en los archipiélagos. Y actualmente hay comunidades cuyas prácticas culturales deben mucho a la matriz indígena del territorio. Cuéntanos sobre su catálogo. Actualmente trabajamos cuatro líneas editoriales: infantil: Publicamos cuentos y poemarios ilustrados, de autores regionales. Nuestro objetivo es entregar al público infantil, historias universales con perspectiva e identidad regional. Tenemos la Colección Cuentos del Ñire, formada por 8 títulos; la Colección Cuéntame Aysén, inaugurada con el exitoso cuento “El Acordeón rojo de don Melchor” y títulos individuales como “Los Comebasura” y “De Madrugada”. narrativa: Publicamos novelas, cuentos, obras dramáticas y ensayos literarios

inspirados en culturas y territorios regionales, y particularmente en Aysén. En esta línea, nuestros títulos más exitosos son “Almas en el Río” que ya va en la segunda edición; “Relatos de Cordillera” y “Sombras en la Lluvia”. Los títulos más recientes son “Cerdos Voladores”, “Preguntas por mi tierra” (en su segunda edición) y “Coyhaiqueer”, la primera novela sobre diversidad sexual publicada en la región. poesía: Publicamos obras de autores regionales emergentes y profesionales. Es una línea más compleja, pero que mantenemos por la trascendencia de la poesía en los territorios de Aysén. Estamos preparando un conjunto de títulos de poesía popular rural y poesía urbana de la región. historia y ciencias sociales: Esta línea reúne trabajos de investigación histórica y social de la región de Aysén. Entre los títulos más destacados se encuentra “La tragedia obrera de Bajo Pisagua. Río Baker, 1906”, de mi autoría, el que ya va en su segunda edición. También hemos publicado libros de historia y patrimonio y preparamos la edición del libro “Los Chilotes de la Patagonia Rebelde”, del profesor Luis Mansilla, del archipiélago de Chiloé. Este año, también comenzaremos a trabajar con la línea de Artes Visuales, publicando el trabajo de artistas, fotógrafos e ilustradores del territorio.

Qué piensan del ambiente literario en el sur de Chile? Existe asociatividad entre las editoriales del Sur? Creemos que la asociatividad se construye lentamente, aún no se ha plasmado una orgánica visible entre editoriales del sur, pero varias, incluyéndonos, están trabajando proyectos conjuntos, que pronto darán que hablar en el concierto editorial chileno. ¿Cómo distribuyen sus libros? Trabajamos con puntos de venta específicos en diversas ciudades de Chile, nosotros mismos distribuimos y hemos querido mantener un perfil sencillo en nuestro despliegue. También contamos con una tienda virtual www.nirenegro.cl, que a pocos meses de haber iniciado su movimiento, ha tenido una excelente recepción en el público lector. ¿Los afecta el centralismo que propone el canon literario nacional? Nos afecta en la medida que es un canon de puertas y ventanas cerradas, pero creemos tener algunas llaves para abrirlo e invitar al centralismo a viajar aún más al sur (el centralismo llega con cierta holgura a Chiloé, destacando autores del archipiélago), para que conozcan y ponderen nuestra literatura. ¿Cómo es el panorama de las librerías en Coyhaique, y que busca Ñire Negro al abrir una? Este año inauguramos nuestra propia librería en la ciudad de Coyhaique, con el fin de poner a disposición nuestros títulos y los de otros autores y editoriales independientes del país, además de acercarnos a la comunidad regional y a todos quienes nos visitan en época estival y durante todo el año, porque sabemos que un punto de encuentro en la cultura y el arte es un punto que permite expandir la creación, más allá de la venta misma de los productos de ella, también de la creación en tanto derecho y necesidad humana.


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PERDIDOS LEYENDO TRADUCCIONES

María Carolina Geel (1913-1996): las balas se disparan para siempre “(…) Respetuosamente suplicamos a Vuestra Excelencia indulto cabal para María Carolina Geel, que deseamos mujeres hispano-americanos. Será una gracia inolvidable para todas nosotras”. -Carta de Gabriela Mistral a S. E. el Presidente de Chile, Don Carlos Ibáñez del Campo, 13 de agosto de 1956-

Por Cristóbal Gaete

Cárcel de mujeres” (1956) es una caída libre al medio de la noche eterna del presidio. La oscuridad inquieta y democrática nos hace olvidar que es el relato de una escritora, es todo el sonido el que abraza en el inevitable insomnio. El yo de Geel se multiplica en todos los caracteres que esconde de la sociedad el edificio. Una elección sensata y hasta explícita por el lugar de privilegio que significa el pensionado, pagar por estar protegida, cerca y aparte de las presas comunes, tener el propio teatro canero a metros. El libro no es crónica, no es novela; nacido de la correspondencia con Alone, no hay modelo de género que funcione. Acierta entonces la comparación del crítico con “La casa de los muertos” de Fiódor Dostoievski . Geel tenía ya varias publicaciones a su haber en narrativa y ensayo, resulta un modelo antagónico al de Gómez Morel y la mítica novela de formación y debut “El Río” (1962), concentrada en la expiación. La crónica larga de Geel se disuelve cuando habla de su crimen, estructuralmente tiene que ver con el modo en que se vive un presidio de un año y medio, hacia fuera y después hacia dentro. En un principio su texto es la experiencia del submundo, de honda obscenidad discursiva. Si hay una diferencia amplia entre la lengua de los libros y de la calle, es de imaginar esa distancia con la lengua presa. Le lengua también es deseo que se ejecuta en el presidio. Solo están esos cuerpos dentro, las jornadas de visita son diálogos mediados por una reja. Entonces el encuentro carnal se da de manera esperada ante la presencia de los gendarmes. Pero Geel además nos descubre el lesbianismo en práctica sugerida o evidente. Una presa liberada que mata con alevosía para volver al mismo lugar, da la prueba de amor definitiva: el amor es también

una cárcel. Sutil en cartas y oyendo gemidos suaves que permean hasta su piel lacerada por la autoridad. Otras internas prefieren atentar contra sí mismas para encontrar calma. A todo se entrega Geel, con su sicología particular, fría pero conmovida. Canciones populares deformadas, la oferta religiosa. Es especialmente enfática en la sección para mujeres embarazadas o con bebés hasta de un año que a veces pelean. “Lo espiritual… ¿Qué es el hombre?, ¿cuál es la verdad de su existencia cuando después la cabeza debe inclinarse frente a la verdad arrolladora de una mujer que allá en el Patio de las Guaguas, ha sido tomada por el cólera más feroz, cólera cuya crecida llega hasta el límite último del furor? Porque ella, viéndose impedida de abalanzarse como ciega fiera sobre otra para arañarle el rostro y desgarrarla en su cuerpo, revuelve su ira contra sí y empuñadas las manos golpea brutalmente su vientre grávido, en tanto grita al hijo, dormido entre ellas, entre ofensas obscenas: “¡Guachooo!”. La protección y el propio aislamiento del pensionado-lugar habitualmente para delitos económicos- le permite volverse hacia dentro, al crimen que la tiene allí, revisarlo para la literatura y dejar frases para siempre, buscar motivos para lo inexplicable. La empuja el entorno; es fácil acceder hoy a la información de la crónica roja: una mujer que comparte la hora del té con un hombre viudo en el exclusivo Hotel Crillón le dispara, la gente huye y ella lo besa en uno de los lugares en que le disparó, para luego no colaborar con su defensa. Es todo lo que podemos esperar del periodismo. Hay artículos que a veces clasifican a la autora en una clase alta o media. También sus extremos: culpar a jóvenes asexuados que le metieron el existencialismo en la cabeza. Joaquín Edwards Bello y su teoría que tiene que ver con la propiedad que sentía del lugar del crimen, un lugar de escenificación santiaguina, que ya había escrito con “La chica del Crillón” (1935), donde tomó una voz femenina. El cronista se pliega a que la realidad patea el culo de la ficción y concluye que Geel quería ser vista al disparar. La cárcel se adhiere a su relato, Geel culpa a su víctima, Roberto Pumarino, como lo hacen otras presas que dicen que debe castigarse al robado: “Porque todo el bien que él pudiera darme no alcanzaría a desplazar la espantosa miseria moral que el matrimonio llega a infiltrar en los seres”.

Se sabe, entonces y para siempre, animal de feria. Cinco disparos que están encima de los cuatro libros que llevaba entonces. No sólo Alone la admiraba, Ricardo Latcham, el otro gran crítico literario chileno escribe en “La Nación” sobre “Extraño estío” (1947): “María Carolina Geel ha perseverado y enriquecido su ya poderosa facultad analítica y sensorial (…) Usa una técnica moderna, de planos audaces, ajena a procedimientos atrasados y saturados todavía par el costumbrismo del siglo pasado de nuestros novelistas”. Latcham con sólo desenvolver la trama nos muestra la libertad moral que ejecuta la escritura de Geel, sintetizando en una mujer que se entrega sin profundidad a dos amantes de distintas edades. En el contexto de la emergencia feminista urge visitar un acervo que supera la ficción. El paradigma son los ensayos de “7 escritoras” (1949), en los que Geel escribe con profundidad de sus colegas como lo hacía más brevemente en prensa. Fija su admiración a Mistral, Bombal y Brunet; son especialmente interesante los juicios sobre las dos últimas, dándole lugares que el tiempo les ha hecho merecer en la literatura nacional. De la viña-

marina además afirma su influencia en su propio estilo, legado que podemos palpar en “Cárcel de mujeres”: “Murmullo de voces, prolongado, denso y sordo en su continuidad ondulante que solo termina con el fin del día. A espacios casi regulares lo hieren palabras sueltas, carcajadas, herejías”. La locación del disparo también nos recuerda a María Luisa, que no mata a Eulogio, otra devorada por el dato rosa. 14 años después las mujeres escritoras afinan la puntería para los amantes problemáticos. “Cárcel de mujeres” es reeditada el 2000 por Cuatro Propio en una colección económica, aún en circulación remanente, difundida en kioscos a su salida junto al extinto diario La Nación. Se replica el prólogo de Alone e incluye otro de Diamela Eltit, que la califica como: “la materialización de una estética femenina inteligente e implacable”. No sólo Gabriela Mistral lucha por el indulto. Se conserva la carta que le escribe González Vera a la Nobel pidiéndole que gestione su salida con el Presidente, como sucede, quedando a la mitad de la pena total. Es como los meetings de principios del siglo XX; cada cierto tiempo la intelectualidad aglutina estos modelos genetianos, asumiendo con su buena consciencia que la marca no es indeleble. Pero la escritora es devorada por sus disparos, al reintegrarse de la sociedad se vuelve conservadora. Quizá nunca sale de la cárcel; la misma Geel escribe que ella se congeló tras la muerte de su amante, yo digo que para hacer vivir a todos esos cuerpos encerrados para siempre en un libro.


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