gradocero Agosto
S U P L E M E N T O
d e
L I T E R A T U R A
2018
Florencia Smiths —
POESÍA DE LA TR AN SFORMACIÓN Reportaje Sobrevivir en la literatura independiente: Pabla Pérez San Martín y Carlos Cardani. ¶ Trinchera literaria “Split” de Roger Santiváñez. ¶ Perdidos leyendo traducciones Rodolfo Walsh. ¶ Libres Creadores Alonso Fernández, Milagros Corcuera y Pablo Ayenao.
Financia:
Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura Convocatoria 2018 Región de Valparaíso
editorial
2
grado cero
G
eneramos este suplemento atravesando el frío, que, como si fuera una peste lenta, entra en todos nuestros procesos vitales. La misma producción editorial independiente se mueve apenas para explotar en los meses cálidos ya próximos. Pero hay quienes sacuden obras y con esos libros alimentamos el fuego de este número, dominado por la pulsión fundamental de este proyecto: reflejar de manera justa la literatura independiente chilena. La poesía más invernal es la de nuestra entrevistada, Florencia Smiths. Dialogamos con ella rodeada de sus gatos acerca de cómo es ser poeta en la provincia. San Antonio es una ciudad áspera para la cultura como la mayor parte del Chile no metropolitano, pero que ha tenido distintas iniciativas de resistencia de las cuales Smiths ha sido parte - Pueblos Abandonados, taller Buceo Táctico - fabricando libros que lograron mostrar un panorama más esperanzador. Sin aquel trabajo, por ejemplo, sería imposible leer o conocer a un poeta fundamental como es Roberto Bescós. Florencia rompió las amarras de la provincia, hoy a la reedición de “Estética del tajo”, título que reúne sus tres primeros libros -antes publicados con muy mala circulación- se suma el inédito “Estudios sobre la distancia”, que obliga a mover las concepciones que existían acerca de su obra. Smiths es una poeta que está explotando. La falta de profesionalización de nuestra literatura independiente tiene que ver en muchos casos con la poca sostenibilidad
kif-kif
Varios autores Gran negro Sin numerar Por Matías Ávalos
Una plaquette, como un libro, es un objeto material, con condiciones que la sujetan y la liberan, hecha de partes que cumplen una función específica, algunas múltiples, como todas las cosas de la naturaleza y que a medida que nos movemos por los planos, o partes, empiezan a ser menos claras, al menos para una comprensión lógica, operativa, etc. “kif-kif ” es una plaquette de collage analógicos y textos (álbum, sentenciaría el Fondo del Libro) cuyo autor más presente, Nicolás Sagredo, es firma reconocible en el mundo editorial chileno, su sello completa la identidad de editoriales como Alquimia o Cuadro de Tiza y es pieza fundamental en Gran negro, editorial que firma esta obra. Las referencias ubicables con respecto al título desembocan siempre en la
T A PA D O S E N F R Í O de la misma. En el reportaje dialogamos con dos modelos de sobrevivencia que han funcionado: en el corto plazo, la librería doméstica “Pedaleo” a cargo del escritor Carlos Cardani, quien sintetiza la a veces inhallable oferta independiente; y a largo plazo, la autogestión de Pabla Pérez San Martín, ícono de la recuperación del cuerpo por parte de las mujeres con su “Manual introductorio a la Ginecología
Natural”, libro que lleva hasta el momento miles de ejemplares vendidos, convirtiéndolo en un verdadero best seller que ha sido ocultado deliberadamente de las listas reproducidas por los medios. Nuestras reseñas traen nuevos desafíos que dialogan con nuestras ediciones anteriores. En el reportaje de diseño editorial uno de los entrevistados fue Nicolás Sagredo y ahora una de sus publicaciones
idea de agrupación, kifkif significa “entre iguales” en árabe y es también el nombre de una OnG que contiene migrantes en Madrid de la comunidad lGTBIQ. Sobre este problema, el de las formas de comunidad (desde dos personas, hasta países o regiones) avanza la escritura imperativa, con forma de tratado oriental de la plaquette. Hace ruido el tono elegido para completar una obra que, por las características difíciles de aprehender de la imagen, por las formas que abren las posibilidades del entendimiento reconocibles en ese sello de Sagredo, leída como ensayo visual, es liberadora e incluso conmovedora. Una y otra vez se repite el concepto de apego sin ponerlo en duda, sin enrarecerlo, sin descontextualizarlo, apenas atacándolo. Si de un cuerpo animal se tratara, podría decirse que “kif-kif ” es un ave ágil, veloz, que dibuja contornos hermosos sobre el aire, pero con patas pesadas que desentonan con esas hermosas formas aéreas y le impiden aterrizar a descansar en la tierra (que en general tiene que ver con el lenguaje pensado en términos comunicativos, con las palabras). Sin embargo, cada vez que veo un Sagredo (una tapa de Alquimia o de Cuadro
de Tiza) pienso en Deleuze y su ataque a esa estupidez increíble de la página en blanco. No hay página en blanco, asegura el filósofo: la página ya está llena de palabras leídas u oídas, de historias, cientos de historias. Cambiemos palabras por imágenes y tal vez el collage, más que la ilustración, es el que mejor revela el régimen visual al que pertenecemos: las tijeras y
abocadas al collage es sistematizada. Vuelve la naciente editorial ariqueña Aparte con el debut del joven laureado Gaspar Peñaloza. Los Inubicalistas editan a Chiri Moyano, uno de los mejores poetas chilenos escondidos tierra adentro, y que comparte con Pérez San Martín el rescate de las raíces que el asfalto trata de esconder. Nuestra primera traducción reseñada es “Vita Nova”, novela incompleta de Roland Barthes, que inspira el nombre de este suplemento. Aparece finalmente la literatura del sur, donde sí que debe hacer frío y agua. La intensidad áspera y cálida de Claudia Jara Bruzzone en su “Desove”, publicada por editorial Cagtén, y que gracias a su distribución centralizada todos podemos encontrar. Desde Temuco también viene fraccionado como libre creador “Memoria de la Carne” de Pablo Ayenao, novela ganadora del Premio Municipal de Literatura de Santiago con la editorial Bogavantes. Lo acompañan el segundo título de Anágénesis: “El discurso del hablante lírico”, de Alonso Fernández, que increíblemente permanecía inédito pese a sus numerosas distinciones en concursos literarios, y el debut de la autora argentina Milagros Corcuera que hibrida poesía, verso y su propio desplazamiento en “Trasandina”, también debut de la editorial Letras en la arena, iniciativa que se expande desde los encuentros veraniegos en Horcón. El cierre, Perdidos leyendo traducciones, prepara el terreno para la memoria encendida de septiembre. Una publicación absolutamente inédita compila las crónicas chilenas de Rodolfo Walsh. Nuestro cuerpo ya se prepara para calentarse con las barricadas.
el pegamento son las herramientas contemporáneas por excelencia para producir algo realmente nuevo. Lo demuestra el mashup o sampleo de la música o el concepto de montaje benjaminiano que tanta escritura dio a las disciplinas del pensamiento contemporáneo. Contemporáneo en el sentido que le dan los teóricos del arte, develar el proceso de pensamiento del autor, o como le gusta decir a Carl Eisntein “toda forma precisa es un asesinato de otras versiones”. El collage, en el mejor de los casos, es esa forma precisa que no limpia la escena del crimen, sino que la incluye y la supera. “kif-kif ” es, en ese sentido, una posibilidad para el lector de textos de expandir su cerebro -y sensibilidad- hacia otro tipo de escritura poética, una que está hecha del combate armónico de imágenes forzadas a salirse del contexto operativo para el cual fueron concebidas y a fuerza de montaje y repetición inteligente, generar esa inusitada diferencia.
R ES EÑ A
s u ple m e n to g r a d o c e ro Director: Juan Francisco Urzúa | Editor general: Cristóbal Gaete | Diseño e ilustraciones: Harol Bustos | Fotografías: John Uberuaga Colaboraron en este número: Matías Ávalos, Priscilla Cajales, Hugo Herrera, Ana Lazo y Daniel Tapia | Correcciones: Priscilla Cajales La tipografía del logotipo gc es Santiago, diseñada por Contrafonts.cl | CONTACTO: GRADOCEROLIBROS@GMAIL.COM
agosto • 2018
3
trinchera literaria
SPLI T : El chico que se declaraba con la mirada / Symbol Roger Santiváñez / Lecturas / 73 páginas
Por Juan Francisco Urzúa
S
plit – anglicismo que significa división- es una propuesta de montaje proveniente de la música, donde se juntaban/separaban en vinilos dos o más obras para así optimizar los recursos de la edición del disco. También permitía mezclar autores, voces, aunando proyectos que por cercanía o roce terminaban enlazados para siempre. Este formato tuvo su mayor auge en los años 80, cuando los sellos independientes y artistas underground lo utilizaron para darse a conocer, misma década en que en Lima brillaba el movimiento Kloaka, que según el poeta Luis Chueca, correspondería a la última neovanguardia poética del país del norte, y de la cual Roger Santiváñez fue fundador. El presente mashup propone juntar dos libros cronológicamente consecutivos en la abundante obra del autor: “El chico que se declaraba con la mirada” (1988) y “Symbol” (1991). El primer libro concierta un particular texto sobre el amor a través de la prosa poética, donde el hablante se comparte entre juergueros de derruidas boites de Lima, o la violencia cotidiana de Piura, la ciudad del deseo. Todo esto cruzado por el adolescente amor/calentura hacia “Toña”, y un impresionismo poético que busca destacar una estética caótica, mímesis del laberinto del pensamiento. En este sentido se debe mencionar que el libro tiene un alto componente narrativo, y que incluso se propone como un “Film en 11 espexos”, sin perder la preocupación estética del texto, convirtiendo a la historia en una anécdota para justificar el trabajo meticuloso con el lenguaje.
“Escribir, una pasión lúcida, Lúdica. Ludo. “Estrella” la prosti, como decía Tato Cortés. La Mayte. Nombres así. Desgranados en la temperatura de los recuerdos, los informes. El cura Cobos. Se quitó. ¿Quién se queda? Al final los concurrentes abandonan la reunión en medio de lágrimas y pensamientos puros. No era lo que habíamos soñado para ti. Los dioses, los padres. Los policías. Los calzones. La segmentación de la corriente interna del habla. Mental. Sabor a mentol. Para qué/ Para ké ssssscccrrriiiibbbbiiiirrr” (Fragmento de “5”) Uno de los puntos más fuertes de este apartado reside en la alta utilización de neologismos idiosincráticos, conjunciones y deformaciones lingüísticas, que tiñen al conjunto de un interesante tono urbano. Esto termina por completarse en la serie de referencias pop - especialmente musicales- de la época, como por ejemplo, Durazno sangrando o la banda de rock psicodélico chicha Traffic Sound,
quienes tocaban una extraña mezcla de punk peruano en inglés, y de la cual son fanáticos los protagonistas. El siguiente libro, “Symbol” obedece a otro leitmotiv, reflejo de la búsqueda de una voz de ultratumba, espanto y miedo que se conjugan ahora con un fin más metafísico. Es por esto que está dividido en 4 partes que se complementan entre sí como esquema semántico: Poder, Matar, Imaginar y Allucinar. En este sentido, y pensando en cómo Santiváñez vuelve a retomar la jerga lumpen de la noche limeña como voz predilecta, ya no mezcla los convencionalismos del español, sino que asume el gesto lingüístico en una “fonética de lo verbal autógena”. “Symbol” será el reflejo de la agitada sociedad peruana de principio de los 90, girando sus poemas alrededor de la violencia social que vive Perú, dada la guerra entre Sendero Luminoso y los militares, y la violencia del amor que está llena de rechazos y oportunidades.
a mirar las semánticas indigenistas, las supresiones que el racismo de nuestra lengua nos ha querido someter. Esto ha sido una actitud también dictaminada por la economía, la cual combate desde el inglés la poca herencia del quechua y discrimina el registro del lumpen. La búsqueda de Santiváñez consiste en renovar los escombros de una sociedad derruida, intentar limpiar con versos el espacio vital. Volviendo a este libro compilatorio, parece curiosa la elección de estos dos títulos, ya que son muy diferentes, están en búsquedas totalmente distintas y utilizan formas de abordar el lenguaje también disimiles, por lo que cabe la pregunta ¿fue una elección del autor, o una impresión que quiso dar el editor? No se justificaría solo por la consecución de su publicación. Santivañez, en la propuesta de “Symbol” está buscando lugares más místicos o metafísicos, los que podrían ser acordes al sentido de libros que publicará con posterioridad, como son “Cor Cordium” (1995), “Santa María” (2002) y “Eucaristía” “Otra opción sería la madrugada funesta como el fango (2004). Sangrienta y fértil like a rolling stone hay una playa “Split” cumple las Llamada Marilú que si llegas, ya ni el sonido del silencio expectativas de ser un Calma la muerte. Porque de todos modos ángel en el tiempo excelente libro, y aunque la relación de los Te acercas al país de “Nunca Jamás” bajo la dictadura del dos poemarios sea conProletariado, aproximándote al ocaso del nuevo atardecer fusa, definitivamente Escribiendo estos versos cuando ya la noche se pierde cuenta con poemas de Y las burbujas me visitan desoladas para darme su perdón” una factura impresio(Fragmento de “Solución”) nante. Santiváñez no es un personaje dócil e intenta encriptarse en su El libro es cruzado transversalmente propio lenguaje, pero finalmente subrapor la idea de la reconstrucción, tanto de ya su propuesta de “escribir en peruano, lazos afectivos como de un país asola- en el idioma que se habla en la calle”, lo do por los genocidios de Fujimori, pero cual entrega una sensación de sinceridad también es una invitación a reconstruir el a prueba de críticos, una conexión con el lenguaje latinoamericano, asumiendo el centro del corazón cholo: inca, español, mestizaje como una oportunidad de volver mestizo, chichero y gozador.
4
Vita Nova Roland Barthes Marginalia 71 páginas
Por Hugo Herrera
como momentos de verdad: “de repente, la literatura coincidía absolutamente con un desgarramiento emotivo, un grito, en el propio cuerpo del lector que vive”. Los ocho folios supervivientes son, por tanto, los sedimentos desgarrados de esos gritos, de ese cuerpo, de ese lector que vive.
Desove
Claudia Jara Bruzzone Cagtén 78 páginas
Por Priscilla Cajales
Leo “Desove”, busco en alguna parte alguna referencia a su libro, nada. Escribió antes “Cartografía de la ausencia”, busco nuevamente, sigo donde comencé. No sorprende, y es que Jara tiene que cruzar varios asuntos: primero, el de la provincia, ella escribe desde Temuco, y segundo, el tema de la poesía escrita por mujeres, porque aunque sabemos que la contingencia es útil, también es peligrosa. No podemos juzgar un libro por su tapa, ni defenderlo porque fue escrito por una mujer de provincia. Hablar de él, sin embargo, podría darnos luces de un camino que “Desove” recorre, con bajos, pero también con altos pronunciados “…algo debería precipitarse entre nosotros,/ deberías perder el paraguas, dejar que corra la lluvia(…) Es una lástima no tener la gracia de Evelyn McHale/ para terminar bajo un edificio” del poema “Este es el estadio de las cosas” o el enorme texto “Acerca de cómo contemplar al hijo del hombre” de donde extraigo este fragmento:“(…) Este es el tiempo, / un reloj a cuerda,/ dos navajas cruzadas que anticipan lo que vendrá./ Los hermanos contemplan El hijo del hombre./ La cara detrás de la manzana podría ser tuya Raúl, / podrías ser tú frente a la bahía de Chaitén./ Ahora me preguntas por las fotografías de niños, / y sin embargo, esto no es un cuadro de Magritte”. En “Desove”, la escritura es un constante golpeteo en la cabeza, la repetición de imágenes de un tiempo de rebeldía que ya no es tal, de un constante ir y venir del trabajo, del aburrimiento que deviene de la rutina y el abandono de lo vital, pero es también un ejercicio que se sostiene en débil hilo de la memoria: “Tendrás que aprender a silenciar esos acordes en tu cabeza./escuchar el rumor de las tablas / que se juntan en la esquina./ Cuando el polvo es señal de tiempo, / tiempo, señal de fe, y/ tejer una práctica en desuso”. El libro tiene cuatro apartados: Pez, el más breve, compuesto por un poema dividido en diez partes que configura el momento introductorio y en donde el hablante interpela a un otro y delimita un contexto “tanto cemento / nos gusta el cemento/ las erres de la ciudad”; la segunda parte es Eclosión, salvo el poema con el que cierra el libro, el momento más alto de este conjunto. En tercer lugar, Fragmentos cotidianos para el retorno, estos fragmentos pasan a tomar la forma del collage, pero sin dar cabida a un cambio sustancial en el tratamiento del lenguaje ni en las imágenes, entonces ¿tiene sentido en el libro? Las xilografías
Re
“Vita Nova” es la novela proyectada y no concretada por el crítico y ensayista francés Roland Barthes durante los meses previos a su muerte. Novela de la cual solo se conservaron anotaciones, esquemas, en específico ocho folios, publicados de modo póstumo, en el tomo V de sus “Obras Completas”. Ocho folios boceteados, cuya data específica es de agosto/septiembre y diciembre de 1979, y que por vez primera son traducidos al español y publicados en formato libro, en un volumen que viene precedido por una extraordinaria introducción a cargo de David Fiel (40 páginas), erudito barthesiano de quien ya se conocía un espléndido libro anterior, “Roland Barthes y el Soberano Bien. Música, epifanía y muerte en La cámara lúcida” (Nube negra, 2016). Barthes señala más de una vez, que si utiliza la palabra Novela es solo por comodidad, para referir a “cualquier Forma que sea nueva en relación a mi discurso anterior”. Decisión sobre la que no deja de tener sus reservas, ya que no se plantea como seguro si será posible llamar Novela a la obra que desea y de la que espera que rompa “con la naturaleza uniformemente intelectual de mis anteriores escritos”. Una “Vita Nova”, entonces, solo es posible concebida por Barthes como “el descubrimiento de una nueva práctica de escritura”. Nueva vida, nueva escritura que comienza a sedimentarse paulatinamente mediante las identificaciones que la literatura provoca. Identificaciones proyectadas entre el lector y los personajes representados que, a juicio del ensayista, constituyen el motor mismo de la literatura. En el caso de Barthes su identificación es con Proust, con su deseo de construir una obra basada en el anhelo de querer escribirla. Así, asevera Barthes: “yo no me identifico con el prestigioso autor de una obra monumental, sino con el obrero, ora atormentado, ora
exaltado, siempre modesto, que ha querido emprender una tarea a la que, desde el origen de su proyecto, ha conferido un valor absoluto”. De este modo, en su interpretación tardía de Proust, Barthes asume que éste “se encontró en la encrucijada entre dos vías, dos géneros, dos caminos, que aún no sabe que pueden llegar a unirse, como tampoco sabe el Narrador durante mucho tiempo, hasta que se casan Gilberte y Saint-Loup, que el camino que va de casa de Swann está tocando al camino de Guermantes: el camino del Ensayo (de la Crítica) y el camino de la Novela”. Resulta evidente que esta identificación de Barthes con Proust se encuentra basamentada en un paralelo que asume la forma del duelo materno. “Cuando muere su madre, en 1905, Proust pasa por un período de anonadamiento, pero también de agitación estéril; tiene ganas de escribir, de hacer una obra, pero ¿cuál?, o, más bien, ¿con qué forma?”. En la lectura barthesiana Proust se lanza a la escritura deseada de su obra, que no sería a su juicio ni novela ni ensayo, sino lo que denomina una “tercera forma”. Tal tercera forma interesa a Barthes porque permite y sostiene el derrumbe de la cronología, por medio de fragmentos, intelectuales o narrativos, los cuales formarían una secuencia que, de esta manera, se sustraería “a la ley ancestral del Relato o del Razonamiento”, provocando “sin esfuerzo la tercera forma, que no es ni Ensayo ni Novela”. En este punto, Barthes se apoya en Nietzsche, quien arengó que “hay que hacer añicos el universo, perderle el respeto a todo”, y también en John Cage y su mantra “De todas maneras, el conjunto construirá una desorganización”. Son estos fragmentos, en definitiva, los que acabarían produciendo la identificación de la literatura con la vida, episodios que Barthes nombra
grado cero
se
reseñas
que acompañan cada collage/poema reproducen el referente lingüístico, ¿constituye un doble discurso? No lo parece, más bien parece un apartado sin grandes aportes al constructo total; y termina el poemario con “Desove”, en donde encontramos ya al final el poema “Taxi”, que vale la pena transcribir: “Hace rato que miro Caupolicán pensando en Tokio, el decorado neón de las calles, cartografía universal del mercado; nada tiene que envidiarle la jornada laboral el kamikaze de la segunda guerra, nada tiene que envidarle al edificio en construcción a la geisha que subastó su virginidad. Y sigo, voy en taxi pensado en Tokio, el taxímetro, una sutil forma de calendario: Sólo números sucediéndose. Es evidente, nada de esto tiene sentido, lo importante ocurre siempre al final del camino. Todo se reduce a ver una luz encendida al llegar a casa”.
5
cosas se ponen de ese color inexistente en la paleta cromática: un negro subterráneo que late en lo profundo de la tierra. El primer capítulo se titula Vida de calas negras y da cuenta de la sensación de abandono que experimenta el poeta al ir avanzando en su periplo. En el poema que parte la serie y que da título al poemario, se aprecia una sabiduría simple y compleja a la vez, que abre una esperanza pesimista: “La hormiga negra / baja a las raíces del árbol / a buscar la sangre de la sangre”. La sangre que es el agua, un elemento que se hace común en estos poemas, materializado en el lenguaje como metáforas o como símbolos, y que participa en presencia y en ausencia. Surgen en la obra aguas estancadas y aguas que fluyen, mares con tormentas que son la relación con una mujer, ríos que son el poeta fluyendo, vino y café bebidos; pastizales secos, canelos secos, amores secos, mate amargo. Amores de aguas podridas se llama el segundo y final segmento del libro, e ilustra con mejor precisión los aspectos acuáticos a los que me referí: “Toda la primavera viviendo debajo del agua / no hay problema sobre la depresión / y bebo toda el agua que puedo / hasta reventar en mil gotas”, versos que
Color Hormiga Chiri Moyano Inubicalistas 37 páginas
y su concisión, y donde se consolida su visión de mundo y su poética vital. Hay algunos detalles de “Color Hormiga” que son responsabilidad de la editorial y que deberíamos ir superando: dícese de algunas erratas y de la falta de diseño que se hace tan necesaria para que libros como este tengan un punto más de aceptación entre los lectores. Sin embargo, siempre es grato celebrar que aparezcan en el panorama libros como “Color Hormiga”, abiertos para cualquier lector.
Sedimento
Gaspar Peñaloza Aparte 56 páginas
Por Matías Ávalos
En el capítulo 10 de sus “Confesiones” San Agustín habla de la memoria: “Cuando estoy allí pido que se me presente lo que quiero, y algunas cosas vienen al momento; pero otras hay que buscarlas con más tiempo y como sacarlas de unos receptáculos abstrusos; otras, irrumpen en tropel, y cuando uno desea y busca otra cosa, se ponen en medio, como diciendo: ¿No seremos nosotras? Mas las espanto del haz de mi memoria con la mano del corazón, hasta que se esclarece lo que quiero y salta a mi vista de su escondrijo”. Ese caos que para San Agustín es una barrera entre su voluntad y las cosas que quiere agarrar, es el que Gaspar Peñaloza elige como material para esculpir su “Sedimento”, poema largo con apenas una mayúscula, la del comienzo, y un punto, el que 56 páginas más adelante termina el libro. La ruptura del verso, entendida como una herramienta poética específica, tiene la capacidad de proporcionar efectos precisos y sutiles; el fundamental de la poesía contemporánea, que se caracteriza por sus formas exploratorias y abiertas, según Levertov, es el de incorporar y develar el proceso de pensar/ sentir. Así hay que leer este libro, cuyas rupturas de verso y relación con la realidad se asemejan a esos pestañeos furtivos que hacíamos cuando chicos, para ver si el mundo se veía sorprendido y mostraba alguna falla. No es casual que el poema abra con un nuevo residente en la tierra: “El recién nacido/ confunde el jardín/ lo muerto con lo vivo/ charcos con plásticos/ la pasiflora con una mujer/ ofreciendo pan de rodillas”. La potencia poética de la confusión, que no difiere en casi nada del asombro filosófico (grado cero que ambas disciplinas comparten), nos mete en seguida en una lógica donde lugares de enunciación y límite entre cosa y sujeto están siempre en tensión: “aprendemos de los viejos/ descansamos al estar/ en dos puntos a la vez”. De hecho, la vuelta a las condiciones en apariencia totales que son la conjunción de tiempo y espacio dentro del libro sucede con el siguiente verso: “rápido vuelvo a la confusión”.
ña
La edición de Cagtén, editorial que trabaja desde Temuco y que ha publicado ya seis trabajos anteriormente, es estéticamente muy armoniosa, sin embargo, a “Desove” le hubiera hecho bien un trabajo de edición en asuntos rítmicos, limpiar algunos ripios, o la poda de algunos poemas como “No tengo flores en mi casa”, “Un último desayuno para Yolanda Gallardo” o “Gracias por soñar conmigo”, textos que desentonan con el conjunto, que trabajan un lenguaje distinto y menos pulcro y que hacen trastabillar a este libro, que sin embargo, logra mantenerse de todos modos en pie.
reseñas
Por Daniel Tapia
La producción poética de Cristian Chiri Moyano pasa desapercibida como la de muchos escritores que prefieren quedarse en la provincia, no integrarse a los centros de producción cultural institucionalizada y por la discreción de las editoriales independientes. “Color Hormiga” constituye su séptimo libro de poemas y viene a fortalecer la coherencia y seriedad de su propuesta. La poética opta por la simpleza y ausencia de complicaciones retóricas y está dirigida principalmente a los lectores que pueda captar en el lugar desde donde escribe. El autor vive en Quebrada Alvarado, un pueblo ubicado en el cordón de La Campana, al interior de la Quinta Región, un distrito campesino, detenido en el tiempo, que siempre está amenazado por la expansión excesiva del cemento. La actitud política de quedarse en el territorio de pertenencia de Chiri Moyano es la que ha ido dando forma a su obra, tanto a su escritura personal como a su labor de recopilador de costumbres y documentos acerca de la historia de su poblado. “Color Hormiga” se configura como el libro más oscuro de este autor. Mucho nos dice el título acerca de cuando las
tomo de “Me lanzo río abajo”. La oscuridad es un aspecto luminoso de la propuesta de Chiri Moyano, ese pesimismo que transmiten los poemas no es como para cortarse las venas sino que nos sirve para confirmar que las cosas son como son: que los mendigos abandonaron el sentido, que hay niños en la calle, que los amigos pueden estar lejos. La luz que describo se recibe de versos como estos: “Vienes a conversar conmigo / a tomar vino conmigo / a leer y hablar de poesía conmigo / a dormir conmigo. / Cocino porotos granados / charquicán / cazuela de vacuno”. Estamos frente al mejor libro de este autor, donde se manifiesta su madurez
s.
agosto • 2018
Confusión que no implica que acá no se diga nada, todo lo contrario, como el título anticipa, si se lee este material de cerca, con tiempo, si uno analiza con los cinco sentidos en una síntesis especulativa-experiencial, se pesquisan algunas pistas depositadas por el tiempo en la memoria sensible del poeta, que es colectiva, no porque Gaspar Peñaloza hable en nombre de otros, sino porque cuestiona los límites de sí mismo sin negarlos, sino superándolos a pura sensualidad. Hay una redistribución de los sentidos: “el porno en el oído/ en la mente la lengua”. Es la comida que le trae muchas de las sentencias: “los asadores en la historia han sido muchos y mejores/ no es ese el problema/ el problema es la parrilla/ alrededor de ella/ inhalaciones exhalaciones/ esculpen el aire y de pronto/ palabras”. Una pista para sus compañeros contemporáneos, poetas ha habido muchos y mejores, pero el problema sigue siendo el poema, eso reduce la cancha y permite que esos otros no sean negados sino utilizados, como ese discurso en el Nobel de Neruda, en el que insinúa que la Cordillera de los Andes se cruza con la ayuda de los que la cruzaron antes que uno y por eso uno deja ofrendas para ayudar a quienes la cruzarán después. Así, “Sedimento” no es acumulación de materia, sino la simultaneidad de eventos, que como se dice en el libro, son “organismos que envejecen y que el tiempo cartografía”. El lector de esos mapas, El Lector, completará durante la eternidad geológica el proceso, una y otra vez.
e n t r e v i sta
Los límites del cuerpo y la provincia están borrándose en Florencia Smiths, capaz de cambiar el signo de los elementos que aborda con estructuras que varían en el tiempo. Nuevos libros y nuevas formas, es el tiempo de esta poeta.
6
POES PO ESÍA ÍA
grado cero
DE LA A
E
sto no es una entrevista, es una carta. No te preocupes si no has leído antes el nombre de Florencia Smiths. Hay una sombra que se cierne sobre la mayor cantidad de escritores chilenos que publican en editoriales independientes y viven en provincia, son desconocidos fuera del entorno directo que los respeta y acoge porque entienden que son también su voz. Los tirajes son bajos y los libros parecen desaparecer como si existiera un limbo en las librerías. Somos efectivamente provincianos. Así ha estado escondida la poesía de Florencia Smiths en San Antonio. La primera vez que la escuché leer en público recitaba para un aula llena de estudiantes de Arte en Viña del Mar. La figura delgada y con aire gótico parecía expandirse mientras hablaba, los doscientos estudiantes guardaban silencio. Estaban escuchando un secreto. Fueron presa durante 30 minutos de la alquimia que hace única su escritura, la capacidad de tocar elementos y transformarlos. Leía “La ciudad no”, su segundo libro, que originalmente fue publicado en un split con Marcelo Mellado en Economías de guerra, microeditorial que ella hacía funcionar diseñando y manufacturando. Esa serie de poemas fue construida a partir de testimonios de mujeres torturadas en dictadura en San Antonio. Pese al horror que contenían, la intensidad alcanzaba belleza y sublimación; Florencia se apropiaba de testimonios para escupir flores negras. Una poesía con sentido de la investigación y rigor en la escritura, fuera de cualquier obviedad política, elemento constitutivo que ya venía desde “El margen del cuerpo”(Fuga, 2008; Economías de guerra, 2013), con una compresión en la escritura muy difícil de alterar. La intimidad del debut dejaba brillar a veces un
John Uberuaga
Por Cristóbal Gaete
TRA RAN ANSFOR MACIÓ IÓN erotismo ambivalente, los objetos de su casa parecían tomar vida en el tacto de la hablante. La escritura se descomprime un poco en “La velocidad de la caída” (Inubicalistas, 2015). Esos tres títulos, primera parte de obra, está reunida en “Estética del tajo” (Pez espiral, 2017; recientemente seleccionado para bibliotecas públicas por el cnca), al que se une en el mismo sello el inédito “Estudios sobre la distancia”,
que halla una forma más clásica y clara del verso. Es un secreto para la literatura chilena escondida en la provincia, una fuerza de la naturaleza llena de sensibilidad y poder. “El margen del cuerpo” tiene que ver mucho con el aprendizaje de la lectura y escritura. ¿Cómo fue tu propio aprendizaje? Empecé a leer sola por fonética, asociaba los sonidos por sílabas. A los 3 años aprendí a leer y a escribir. Tomaba los
cuadernos de mi hermana mayor y copiaba letras con los calcos de los boletines del trabajo de mi papá. Escribía en todos lados, en paredes, piso, todo. Me sucedió un hecho inesperado, tuve parálisis facial. Entre todas las posibles causas, las más comunes son el estrés o una especie de shock. Mi mamá me llevó a todos los sanadores posibles, incluso tuve una piedra de una vaca mágica. Recuerdo estar tardes enteras con mi mamá pasándome
agosto • 2018
7
e n t r e v i sta
comenzó a aparecer el texto mientras estaba escribiendo: imágenes, se me repetía el cuerpo y el estar afuera. También leí a Margarita Pisano, a quien conocí por otras amigas. Mis temas centrales eran cómo el aprender a leer y escribir tiene un proceso demasiado burócrata para el real significado que posee, imaginaba cómo hubiera sido si la forma hubiera sido otra. El colegio, la institución como tal, creo que me marcó para mal y para bien en el futuro. Hay densidad en el sentido en “El margen…”. Pese a lo velado, es un libro político. Lo personal es político dice Kate Miller. En lo doméstico, lo cotidiano se toma el peso de los micromachismos, del sistema capitalista. Fue asimilar esas lecturas, pero nada de esto es consciente. “El margen del cuerpo” marca un sino en tu trayectoria, ¿por qué el trabajo del escritor se pierde en las editoriales independientes? No sé por qué en general, se pierde porque ellos pierden el norte cuando empiezan a ver que surge la empresa. En este caso en particular fue negligente en todos los aspectos, la comunicación no era buena. ¿Tuvo edición? No tuvo edición, el diseño fue todo idea mía. Yo pedí la fuente de máquina de escribir, que tuviera esa huella de mi infancia. Fue una mala experiencia, pero al libro le fue bien en cuanto a crítica. Algunas no las gestioné yo. Dos personas hacían el trabajo de muchas, la edición, la distribución, los lanzamientos. Quieren ahorrar, o no tienen plata para delegar, pero sí quieren tener una empresa. Las estructuras en adelante son más amigables. ¿Responden a algo programático o a las necesidades del texto? Yo creo que “Estudios…” lo tenía súper claro cuando lo escribí, lo primero que tuve fue el título, eso fue muy extraño, nunca me había pasado. Tiene que ver con mi disposición física, mental. Hay un manejo de la subjetividad un poco más consciente. Con ese libro tuve la oportunidad de desaprender muchos patrones, muchas conductas, formas de hacer ciertas cosas, finalmente con la poesía sufrí una transformación. ¿Cuánto toma el proceso de cada libro? 4 o 5 años. “Estudios…” es el que menos he corregido, me ha tomado dos años, creo
esa piedrita negra por mi cara. Puede ser que como aprendí a leer el mundo, no me gustó lo que percibí, me noqueó el sentido de las cosas. Podría tener que ver con mi extrema sensibilidad. Estuve tratándome dos años creo, y mi cara recobró bastante su movilidad. A los 8 años, antes de que falleciera mi papá, quería un diario de vida, y se lo pedí a él, con candado y llave. Lo llené, tuve 15 diarios de vida hasta los 13 y los boté a la basura un día. ¿Cómo llegaste a la poesía? Surge primero el lenguaje y después la poesía, desde el cuerpo. Cuando niña me hacía preguntas, cómo será caminar por el techo, y caminaba por el techo, y estaba mi hermana al lado y me pregunto qué me hace ser yo y no ser ella. No tengo manera de salirme de este cuerpo, experimentar otro, lo encontraba injusto. Poesía comencé a escribir a los 15, 16. A mí la música me conectó mucho con la poesía. Antes íbamos a ballet con mi hermana, fue la primera felicidad artística o expresiva que tuve, venía un profesor del Teatro Municipal de Santiago y estuvimos tres años en ese curso, bailando era feliz. Se cortó porque vino el terremoto de 1985, el profesor nunca más quiso venir. En el intertanto murió mi papá. Seguí escribiendo diarios, escuchando música y llegué a cuarto medio. Cuando salí del colegio, a los 16, me fui a estudiar a Santiago y ahí sí que me lancé a escribir poesía. Una amiga muy querida me alentó. Ella creía mucho más que yo en mí, yo siempre sospecho, dudo. Su fe me estimuló mucho. Siempre tendí a la poesía sin conciencia en realidad, declamé a la Mistral en un evento de la Provincial de Educación por mi colegio, pero no le conté a nadie. Me hicieron clases de declamación. En Santiago iba a un taller de Claudio Geisse, en un centro comunitario, en la Paul Harris, mi amiga me llevó para allá. Fue otra afirmación de lo que se me presentaba, conozco gente diversa, Claudio me leyó y me alentó a seguir escribiendo. Después de un par de años de Santiago volví a trabajar a una agencia marítima en San Antonio y tuve un compañero que fue alumno de mi mamá, que había hecho un libro y era poeta, digo era, porque nunca supe más de él. Él era amigo de Adolfo Couve no sé cómo, y yo tenía esta obsesión con los diarios de vida y mi amigo le contó de mí. Couve me mandó diez libros, entre ellos los diarios de Katherine Mansfield, venía también
en ese paquete de libros la “Antología de poesía chilena” de Erwin Díaz, fue como la entrada a la literatura. Escribía todos los días. Yo conocí a Couve por casualidad en una librería en San Antonio. Tres años pasaron antes de dar la Prueba de Aptitud Académica y entré a pedagogía en la Universidad de Playa Ancha. ¿Cómo era la vida literaria porteña entonces? Tus primeras publicaciones son en antologías que armaba Arturo Rojas. En la upla eran todos hippies y yo llegué con el pelo decolorado y toda de negro. Preguntaron en una asamblea quién quiere leer y levanté la mano, una niña me preguntó el nombre y tuve que elegir mi seudónimo, Florencia por mi segundo nombre, Smiths, por The Smiths, que me tenía impactada y emocionada, fue una cosa de cinco minutos. Fue mi primera lectura pública. Fueron años solitarios y eufóricos, no logré conectarme con ningún grupo de poetas. Lo más constante que se presentó fueron las lecturas en el bar Mariela, escuché y vi gente leer poesía y fue alucinante. Hablé con el gringo que organizaba para leer, en las lecturas del Playa conocí a Ximena Rivera y Catalina Lafertt. Leí un pedazo de “El margen del cuerpo” y Catalina Lafertt me dice que es el texto más trabajado de la noche, que por qué no está publicado. Empecé a planear una estética no tan formal como la escritura en verso, me acomodó la prosa poética, me salió sola, me salió en los diarios, casi todo sale en los diarios, excepto “La ciudad no”. Quizá porque hay un desplazamiento en “La ciudad no”, no es tan propio. Pero igual la tomé como personal. Recuerdo lecturas conmovedoras con ese poemario. ¿Es para ti importante el recital poético? Es totalmente importante, casi sagrado. Es pasar el poema por mi cuerpo, por mis cuerdas vocales, hacerlo materia. En ese recorrido me vuelvo a involucrar con lo que escribí, con lo que vi en ese momento, un recordar. No pasándolo por el corazón, sino por lo orgánico. Todo empieza a inmovilizarse, aprendí a manejarlo también, no tenía mucha destreza. Influye la musicalidad, el ritmo. ¿Cómo fue hablar por los demás en “La ciudad no”? Yo volví de Santiago, se armó el taller Buceo Táctico. Todo surgió porque queríamos hacer estas plaquettes con Economías
“[El recital poético] Es totalmente importante, casi sagrado. Es pasar el poema por mi cuerpo, por mis cuerdas vocales, hacerlo materia (…) No pasándolo por el corazón, sino por lo orgánico”.
Estética del tajo
la superficie, a la escara, a la sutura, puede nombrar cuanto existe, hacerlo existir, como si tuviese desde mucho antes la experiencia de la sintaxis, en contraposición a ese defecto de la desadaptación”. Grandes bloques de potentes oraciones y preguntas inolvidables se entremezclan en un bombardeo emocional y conforman la parte central del compilado, donde se utiliza la barra oblicua para separar ideas sueltas (conexas e inconexas) que imitan la silente verborrea de una mente. “Yo digo que me llamo Ana tal vez Sara/ quizás Clara/ yo digo que tener sólo/ una ciudad como esta/ sin fundación ni veneno/ sin uñas sin dientes sin cura sin vientre”. El tercer apartado de “Estética del tajo” comprende casi una centena de poemas cortos. La pareja, la casa, los platos, sucios, el sexo y el acto de escribir se dejan ver como por el ojo de una cerradura vieja. Un olor a suicidio exuda de estas páginas finales cuyo título-“La velocidad de la caída”-no tiene nada de casual.
“Aquí no se puede convivir no se puede comer no se puede beber no se puede dormir no se puede pensar mientras contemplamos el paso de lo absurdo cuando somos nadie cuando pareciera que recién nos descubrimos cuando tomamos té mientras alrededor de nosotros se caen los discursos y las paredes abiertas sucumben desde dentro”
Florencia Smiths Pez Espiral 48 páginas
Por Ana Lazo Malig
Los títulos que componen esta obra compilatoria de Florencia Smiths hacen presagiar la naturaleza del texto a leer. “El margen del cuerpo” (2008), “La ciudad no” (2009) y “La velocidad de la caída” (2015) constituyen bloques sólidos de poesía, mezcla de prosa y verso para dar a conocer un mundo lleno de símbolos que dicen relación con lo íntimo, lo doméstico, lo carnal y lo onírico, entre otros elementos. La escritura como respiro y motivo es uno de los hilos conductores para los primeros textos de la poeta nacida en el puerto de San Antonio: “Escribiendo acude a
de guerra, escribí el poema “Las muertas” primero. Me interesó el relato político de Ana Becerra, es tan potente, tiene tintes feministas, sobre todo por el tema del abuso, la violación y los perros. La entrevisté, me pasó libros de la tortura. “La ciudad no” iba a ser un libro, que no seguí escribiendo. Te convertiste en una emisora para el entorno. En poesía de San Antonio no hay nada de Tejas Verdes. La originalidad sería que está en transformación. Por eso lo hago, si no la carga sería insostenible. ¿Qué recuerdas de Ximena Rivera? De Ximena recuerdo que cuando hablaba de poesía te daba mucha información, era como una metralleta, pero no tenía el mismo ímpetu para la realidad cotidiana. Le costaba mucho sobrevivir. Cuando la leí no lo podía creer, se metía en zonas filosóficas, también muy físicas, orgánicas, literarias en sí, del lenguaje. La admiré desde el primer día. ¿Cuándo nace “El margen del cuerpo”? Cuando comenzamos a ver feminismo en Estética en la universidad, con Norberto Flores, ahí comenzó a tomar forma. Nos hizo leer artículos y textos, aluciné con Silvia Molloy y “En breve cárcel”. En ese momento dije hay que hacer algo con esto. Como siempre se me
La portada en rojo intenso evoca la sangre que mana de la herida abierta que recorre toda esta antología. La fisura también está plasmada como corte en el papel que protege los versos de la tríada escogida para la publicación. La invitación a dar lectura a esta revisión de veinte años de poesía la hace Malú Urriola, citada por la autora en el preámbulo de su entrega literaria dedicada “a la memoria de Manuel”. La desesperanza y la fatalidad asociadas al acto de escribir se refocilan en el extracto escogido para
dar la bienvenida a quien desee escudriñar en el tajo. Con casi veinte años de historia entre el primer y el último verso de “Estética del tajo”, la poeta Florencia Smiths nos entrega en sus textos diferentes versiones de sí misma, diversas en forma y fondo, donde la tecla de la sinrazón del oficio/ vida es protagonista que resuena, una y otra vez.
8
que es por la situación de quiebre total. ¿Después de Valparaíso te viniste para San Antonio? Nunca salí, nunca habité Santiago ni del todo Valparaíso. Tiene que ver con un apego familiar, de sentirme en casa, en un lugar que pueda explorar sin miedo. Mi tiempo siempre ha sido lento, me cuesta vivir el presente. De ahí la obsesión que tengo por el registro, por el paso del tiempo, por qué soy otra tan rápido. Estar en San Antonio era mi lugar, nunca sentí a Valparaíso como mío, Santiago menos, faltaba el mar. Tiene que ver también con la protección, el desamparo ha sido un tema heavy, me sentí desamparada pese a tener a todos los que me querían, es algo interno, una soledad mía, que se intensificó cuando murió mi papá. Mi mamá nos preguntó quién quiere ir a verlo y yo estaba segura, tenía curiosidad por su cuerpo, cómo iba a estar. A él lo asesinaron, lo asaltaron, no fue un crimen político, porque no militaba, pero Damaris Calderón me hizo verlo así, porque había mucha locura, la delincuencia era poca pero consistente en dictadura. Tres adolescentes lo asaltaron para quitarle el auto pero que se fueron al chancho, lo torturaron en mala primero, lo hicieron sufrir y lo dejaron tirado en la calle después. Cuando me enfrenté al ataúd, me dije, si antes me sentí sola ahora sí lo estoy. Extendí esa soledad al futuro, sobre todo al escribir poesía, que es un acto muy solo. ¿Quiénes eran tus compañeros de ruta en esos años en San Antonio? Recuerdo haber hablado con una colega, con mi amiga Marisa, pero no había un grupo. Conocí el 94 a Roberto Bescós en un taller de la Biblioteca de Barrancas al que solamente fui yo, y como tengo problemas con la constancia no seguí yendo. ¿Alguna vez fuiste a un taller literario de forma sistemática? Fui al de La Sebastiana y duré un mes, en el año 99. De ahí recuerdo a Karen Toro, con quien compartí harta poesía en la universidad, la escuché leer y me encantó. Sí, completé el de la Malú Urriola el 2007 y el de la Damaris Calderón el 2013.
Estudios sobre la distancia Florencia Smiths Pez Espiral 48 páginas
Por Juan Francisco Urzúa
Lanzamiento 24 de agosto Librería del gam 19.00 hrs.
grado cero
John Uberuaga
e n t r e v i sta
¿Cómo era el tiraje y circulación de Economías de guerra, en la segunda etapa? Solo se vendían en el lanzamiento, en una feria en Isla Negra, los mandaba por correspondencia. Eran 50 ejemplares. Tomé cursos de encuadernación, imbuirme en esa pega de los papeles, cortar, diseñar, era la felicidad máxima. ¿Por qué te aburriste? Porque era la única que trabajaba. ¿Qué interlocutores tienes hoy en San Antonio? Héctor González, con Pato Patín hay cotidianidad, Víctor Muga que es un tremendo poeta. La gente de La Tijereta. Nada muy literario. ¿Antes sí fue así con el taller Buceo Táctico? Se dispersó el taller por distintas razones. En este pueblo cuesta juntarse y aunar
voluntades, porque todo finalmente fenece en la nada, como en una abulia. ¿Cómo fue tener a Marcelo Mellado en San Antonio? Fue genial, le dio mucha vida cultural. Fue el único escritor que ubicó a San Antonio en la mira de los análisis, de las políticas, quien más lo ha situado. Fue bastante refractario además, ¿podríamos leer a Roberto Bescós si no aparece Mellado? Probablemente no. ¿Crees que hay un silenciamiento de los escritores de provincia? Hay una marginación clara. ¿En qué se manifiesta? En la difusión, en los artículos. A los escritores apenas les va bien se van a Santiago. He resistido en esta provincia que
no es cualquier provincia, al salir me di cuenta de lo que era realmente. ¿Te puedes imaginar una educación poética? La única forma es que entre al colegio, como lo hace la Alejandra del Río. ¿Nos podrías contar qué se viene pronto? Me invitaron al Festival de Poesía y Música pm a propósito de mi lectura en el Festival de La Chascona, estoy ensayando con dos músicos, todo gestionado por Martín Gubbins, que quedó bastante conmovido con “La ciudad no”. Me decía que pasó una semana con el poema en su cabeza. A él se le ocurrió una propuesta con drum´n bass, pero con uno brígido, que va de menos a más y con ciertos elementos militares en la caja. Se estrena el 6 de septiembre en el Centro Cultural de España.
“Estudios sobre la distancia” se propone como un poema continuo, donde los cortes son respiros que obliga la conciencia y el cansancio. Una voz femenina se decide a escribir contra sí misma, ser la más doliente ante la insoportable realidad de lo estático, optando en los infraleves del metatexto por definir su escritura como acto de entregar lo que no se puede o no se debe. Smiths intenta divagar entre las dudas vitales cotidianas, reflexión sobre un futuro incierto que se va construyendo en el roce con la realidad, pero que se demuestra no en la evidencia, sino en el juego de la corriente de la conciencia. El paisaje se propone arrogante, hostil, y son las relaciones humanas - tan reales como imaginarias, tan superficiales como sexuales- las que quedan relegadas como única esperanza. La geografía propuesta es la que obliga el devenir de una provincia desahuciada, estación de buses, centros de llamados, la pensión derruida donde se escuchan las peleas de los pasantes, recuerdo de las sombras del amor que ya no está, entre el ruido blanco de las moscas confirmando la soledad. Nombrar al amor como al amado para evocar la distancia y el amargo sabor de la pérdida.
“y me da una pena tan sola masturbarme en ese cuarto al despertar con imágenes del recuerdo y sueño a mi alrededor zumbando encima como moscas sin ventanas al exterior sin luz natural –sin ti– el encierro generó el ahogo mientras bajaba por mi vientre una imagen lozana que lentamente anunciaba esta soledad de nueva especie” Las carencias son parte de los motivos que cruzan este poemario, y aun abundando la precariedad material, es la falta del ser amado quien hace arder la necesidad de contar. En este sentido se hace relevante cómo Smiths va sobreponiendo reflexiones sobre el lenguaje cruzadas por el fulgor del agobio que produce la pasión. El poema, al no buscar intencionalmente quebrarse, va tomando la forma de un espiral concéntrico, donde las capas van dando profundidad al ejercicio introspectivo. La distancia será el detonador de la carga emotiva, ya que en cada esquina del pueblo, cada noche se esconde el recuerdo de quien está a kilómetros y esta ausencia se traduce en la lastimera confusión de no
saber cómo vivir en la lejanía. La melancolía terminará afectando psicosomáticamente, cuando los pensamientos fijos se trasforman en taras cercana a la enfermedad mental. “Me adentro con la cabeza en esta enfermedad desconocida absoluta del orden en los estados elementales discrepo siempre de antemano como si nos odiáramos como si ambas la enfermedad y yo pudiésemos estrellarnos en horrorosa hecatombe una contra la otra” El poema va jugando por los caminos del malestar, permeados por un existencialismo iconoclasta que reniega de los astros, los símbolos y las simbologías, arrasando así las ambivalencias de una poética que a ratos se vuelve impresionista. Smiths logra con agilidad desmarcarse del facilista discurso de la poesía maldita y de desamor, optando por arrojarse con furia al proceso introspectivo. “Estudios sobre la distancia” nos invita a volver a mirar el espacio íntimo, reconocer que en el desorden de nuestra conciencia reside un viaje psiconaútico.
agosto • 2018
9
EL DISCURSO DEL HABLANTE LÍRICO– ALONSO FERNÁNDEZ –ANAGÉNESIS– 55 PÁGINAS. sobre
el
autor
Alonso Fernández hace un esperado debut tras un exitoso trayecto en distintos concursos literarios de poesía. Ganador de los Juegos Literarios Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago (2010 y 2014), del Roberto Bolaño del cnca (2011) y del San García Madero (Hebra. Valparaíso, 2011). Ha realizado talleres literarios y ha sido antologado en la misma editorial.
libres creadores
la niña de las agujas una tibia niña sobre mis piernas inyecta el delirio en ésta mi carne no lleva ropa bajo la tela de su falda sus pelos negros en el origen penetran con fuerza sobre ésta mi piel y los poros abiertos encima de la carne mía cuando el suplicio como aguja helada no es sino un estallido malévolo que recibe eterna y absurdamente el ímpetu de una ola incesante hasta el infinito como la carne del muslo es arrancada y abierta para depositar allí sobre el hueso y el músculo un bolígrafo de metal caliente que me obligue a escribir la angustiosa tortura de poseer cuerpo y deber usarlo como uno más entre otros cuerpos en movimiento no queriendo minimizar el desconsuelo sino atarme de pies y manos de tobillos y muñecas sobre el tejado del cielo para que cáigame el sol encima sobre la desértica carne de mi espalda hasta arrancarme los nervios y ser polvo y ceniza en el aire
diatriba del hombre moderno
hijos del miedo en medio de la noche
soy un hombre anónimo en el ombligo del universo con mis manos nevadas construyo una luz que no ilumina sino de día he alimentado mi cuerpo húmedo con la escarcha y bebido los más singulares licores a base de astros y supernovas que se derritieron como fuegos artificiales sin sombras ni sonidos mis pies peludos pisan el aire y las palomas que alimento se desangran bajo el cielo mientras vuelan sus esqueletos escondidos hacia las cuevas en un abrir de ojos absolutos y en un cerrar de pestañas cansadas abarco con la mirada todos los sistemas planetarios y no como las migajas de la calle sino a la calle misma no tengo familia alguna pues no nací de padre o madre fui fruto de mi propio pensamiento los árboles y las montañas nacieron de mi orina humeante y las nubes de mi aliento en estado gaseoso el sol rojo que veo al despertar es mi corazón que bombea ríos de lava desde los cerros hacia el océano y nadie ni nada perece sin que yo lo decida he inventado la geometría y las armas de asalto los metales pesados los puntos cardinales pienso en un lugar y estoy en él pues la imaginación es la verdad y no tengo a nadie en el mundo para contradecirme me fabrico mi propio yo y mi propio otro hecho de luz y lluvia y barro y aceite mi vida es la más perfecta ciruela y no añoro deseos superfluos pues no añoro deseo alguno fabrico instrumentos con mi saliva y estiro mis piernas y brazos todo lo que puedo para replegarme como un resorte de juguete simpático y colorido en mí viven todas las cosas y escribo un único libro de historia con mi dedo humedecido en tinta amarilla soy un hombre anónimo replegado en el ombligo del universo y sé que no han escuchado hablar de mí pero soy la voz de hielo que murmura cuando la locura y la soberbia los invade no tengo hijos y no los tendré sin embargo me reproduzco silencioso y paciente como las hormigas los invito pues a escuchar el canto metálico altanero y ronco de mi voz
apuré un cigarrillo en un pedazo de noche y al apagar el último suspiro de humo escondí entre mis dedos la colilla roja aún ardiente manteniéndome siempre precavido de los ronquidos y arañas y seres invertebrados que sin saber ellos yo los acechaba no para matarlos ni esquivarlos sino para mantenerme lejos de su baba y sus patas filosas como un cuchillo lleno de grasa humeantes en este pedazo de noche pero siempre sigiloso y a cuestas como si fuera un delincuente en casa ajena apartándome de las paredes y los objetos tocando con mis propios dedos la oscuridad penetrante en los ojos hijos del miedo en medio de la penumbra con la respiración de los durmientes encima de mis narices oliendo como un rinoceronte dentro de su jaula o como los poquísimos perros que quedan sólo cuando duermen y son bicharracos de luz rodeados de polvo y polillas machacados por un aullido
la espingarda soy un balazo anónimo en medio de un bosque y no hay nadie que escuche el canto de mi voz me voy apagando paulatino como un mar o viento furioso que muta en laguna o dulce soplido y no me albergo en corazón alguno me voy callando silencioso me hago piedra que duerme y labios inútiles de voz soy un balazo anónimo que no sabe cuándo acabará su travesía si es que acaso podré disparar un cañón medieval y hundirme en mi muerte como se hunde el cuello metálico de una gallina entre las falanges de los soldados soy un balazo sin nombre y doy en diez días y nueve noches la vuelta al mundo para ser el perfecto suicida gracioso que murió de un grito en su espalda me voy escondiendo como un ojo tras su párpado de los sonidos y del infame hombre de armas que me lleva en su cinturón y no quiero volver a los bosques sino ser el descanso de mi dueño y tibio dormirme bajo sus cabellos
libres creadores
TRASANDINA– MILAGROS CORCUERA – LETRAS EN LA ARENA – 61 PÁGS. sobre
la
autora
Nace en Buenos Aires (1993), donde reside y es estudiante de Letras de UBA. Montó junto a la poeta Nadia Díaz la exposición fotográficapoética Instantáneas el año 2015, y publicó la plaquette ilustrada de poesía “Un paso afuera” el año 2017. “Trasandina” es su primer poemario.
10
delirios porteños
I Mientras el día muere las ristras iluminadas nacen entre las curvas de cúmulos de tierra y chapa y la masa gris de humedad. soñé con un trineo de policía rojiverde que aullaba sin causa y se detenía porque sí. Una fila de escarabajos de colores compartidos por varios sube en sendas marcadas desde siempre y para siempre a cambio de monedas hasta que la masa se desmorone y yo despierte con el primero olor a tierra mojada. II En el puerto brillan como legos los containers de colores: rojo, verde, azul, naranja, amarillo y blanco para los refrigerados son pequeñas piezas movidas por grúas celestes con su etiqueta: TPS Puerto Valparaíso. Mi hermano mayor tenía legos una caja llena y los movía como una deidad todopoderosa que crea y arrebata mundos con su mano. A los hombrecitos no los mueve mi hermano ni traslada los camiones de 16 ruedas que parecen los de una piñata, pero a control. Si esta máquina -este juego bellofunciona a base de intercambios de divisas y frío capitalismo; por qué se ve tan hermosa con la luz cálida ¿será que lo fascinante es su constante movimiento? III No hay un adjetivo que describa cómo se montan las casas en este cerro en un juego de encastres y tensiones tridimensionales sobre otras grietas profundas candentes de otros rompecabezas que a veces bostezan: ronronean los cerros y el mar se come pedazos de vida.
grado cero
veinte horas Mido el tiempo en botellas de agua. Voy por la segunda al llegar a Venado Tuerto, que deja de ser un nombre gracioso de un pueblo que no conozco, y se convierte en un montón de lucecitas donde engancho señal. Mientras mi celular y Venado Tuerto parpadean conectados, yo me veo condenada a transformarme en líquidos: una gastroenteritis acaba con mis fuerzas y el agua de mi cuerpo. En internet decía “cama completa”, pero es mentira. No puede llamársele “cama” a esto. Paso lamentablemente el tiempo con la única película potable del sistema: esa de un hotel en India donde todos los personajes te caen simpáticos. Hay tentaciones inevitables en un espacio cerrado: personalmente, sufro una atracción fatal por lo indirecto. Las conversaciones ajenas mientras leo en un café, miro de reojos los títulos que lleva la gente en el subte; y aparentemente ahora, ver las películas que no me interesan de los pasajeros de al lado donde alguien parecido a Samuel Jackson es el Mr. President americano y un infante scoutsalvaje-¿mongolés? Lo protege, en medio una persecución de helicóptero con una heladera colgando. Es tan barreta como hipnotizante. La pampa se oscurece, y yo me dedico a ignorarla, ya que será igual por cientos de kilómetros. Rechazo el vino, rechazo la gaseosa: que mi cuerpo entero sea inodoro e incoloro y líquido, es mi sacrificio al destino para ver si con eso aplaco su ira. Furioso debe estar, o muriendo de risa. No termino de darme cuenta de cuál es. En Mendoza ya voy por la tercera botella, y paso –la ruta pasa, pero luego de dieciséis horas me identifico hasta con el micro y sus remaches- por un cajón azul que sólo puede ser Potrerillos. Para allá, el recinto donde guardaban los remos de rafting, ese guía de rastas y ojos verdes infartantes. Acá, justo acá, nos sacamos una foto todos. Esta vez voy sola. Debería mandarle un mensaje a mamá, sobre ese viaje de verano. De cuestionable valor, en eso consiste mi último mensaje al filo del límite fronterizo del roaming. Fila de aduana. -¿Vos sabés cómo llenar esto? ¿Sería tan amable, señorita, de prestarme un lapicero? Asiento, y el hombre se lleva mi birome. Ojalá yo tuviera alguien a quien preguntarle. El tiempo se estira como un chicle finito mientras nos demoramos en un estado de tensión, filas y ventanillas. El labrador se parece al mío, pero entrenado. Los dos mueven igual la cola. Las apariencias engañan, sería estúpido confiar en la cara bonachona del perro. Un dedo acusador levanta un objeto en alto, evidencia de transgresión. A la señora del asiento 37 la llaman aparte: han encontrado una manzana, prohibida, entre la cortina y el vidrio. ¿Será que perderemos el paraíso? La tiran al tacho. Ni que estuviera envenenada. Los pósters son muy explícitos: nada vegetal, animal ni artesanías. Tanto afán en el rigor me incomoda. Un pasaporte sellado señala que ingreso al país por la puerta de Los Libertadores, que tiene un nombre hermoso: evoca a San Martín a caballo cruzando los Andes, esa imagen de escuela primaria, y el plural me lleva a Bolívar Cóndor, en Manizales debe ser mi monumento preferido de un patriota, por inclasificable, por estar quebrado. La bajada es una serpiente ondulante, tan retorcida como mis intestinos que crujen: la Vuelta del Caracol tiene 29 curvas en más de 40 km, pero lo único que me causa eso es risa. Salí airosa de dos viajes al eje cafetero colombiano, recorrí curvas invisibles camufladas de pastos y enredaderas, plátano y guaduas en todos los horarios posibles: dale, tirá con lo que quieras que soy acero, ni dramamine me tomo. Con la velocidad lenta a la que vamos, más miedo tengo a la gastroenteritis. Pido un té, y sigue siseando las curvas, leo unas páginas y sisean todavía. 194 km para Valparaíso. Despreocupada, las vueltas van sucediéndose en lenta peregrinación como las hojas de mi libro, que empiezo a leer, uno que me regalaron justamente para esto y atinado, se llama Larga distancia.
agosto • 2018
11
libres creadores
MEMORIAS DE LA CARNE –PABLO AYENAO– BOGAVANTES–84 PÁGS.
sobre
el
autor
Publicó el poemario “Flúor” (Poleo, 2011; Venérea Violenta, 2013). La novela “Memoria de la carne” ganó el Premio Municipal de Literatura de Santiago el 2016. Ha obtenido becas de creación del Fondo del Libro en novela y poesía.
XV Mi cuerpo ha adquirido una tonalidad verdosa. La piel se me ha escamado. Los ojos se me están achicando cada día más. Las piernas se me han debilitado de forma elocuente. Intento protegerme dosificando la escasa energía de que dispongo. El día acecha abrazador, la transpiración incesante me enturbia la mirada. La noche, en cambio, congela las voces y sólo sobrevivo gracias al cuerpo de mi hermano. Si él no existiera, ya me habría muerto. El aire, el aire, me faltaba el aire. Mi cuerpo ha ido adquiriendo una tonalidad verdosa que a esta altura ya le es connatural.
–¿Qué será el bien común? –le pregunté a Rafael un día, antes de dormir. –El aguardiente –contestó. Giré sobre mi cuerpo dándole la espalda. Al rato, Rafael roncaba. Debía recuperar a mi gemelo.
XVIII Una noche, mientras nos bañábamos, contemplé la cicatriz que Rafael lucía en su cabeza. La línea roja se extendía desde la nuca hasta la frente. En el dormitorio, mi hermano se durmió al instante, pero despertó a medianoche con un grito.
XVI
De pronto, los helicópteros bajan aún más su velocidad y quedan suspendidos en el aire. Disparan su haz de luz hacia todas direcciones. Los perros aúllan asustados y enceguecidos. Los helicópteros iluminan todo rincón de oscuridad y la noche, ahora estroboscópica, se sucede en cámara lenta. Mi hermano y mi padre duermen. Ni siquiera los helicópteros interfieren su descanso. No puedo pensar en otra cosa que no sean esos vuelos rasantes y esas luces rojas y luego amarillas que cartografían la noche. No puedo dejar de mirar esos helicópteros que, estancados en el aire, parecieran traspasar mi cuerpo para mirarlo al trasluz. La resistencia se agota. Como si esas luces fueran rayos X que escudriñan mi carne buscando algún indicio que me incrimine. Dormir se hace cada vez más confuso. Enrollo la almohada sobre mi cabeza y aun así las sienes me palpitan con el rugido de los motores.
La comida congelada, que mi padre compra en el supermercado, me ha producido una gastritis crónica. Cada día apenas pruebo bocado, ingiero sólo lo suficiente para mi subsistencia. Debo moderarme en extremo para no caer en cama; si eso sucediera, dudo que me pueda levantar.
Me desespero. El aire, el aire, me faltaba el aire con las luces y el ruido ensordecedor de los helicópteros.
Mi gastritis se manifiesta con un dolor repentino en la boca del estómago y debo salir apresurado al baño.
Ensalivo mi mano y la deslizo por la mejilla enrojecida de Rafael. Mi hermano despierta.
Los intestinos se desalojan en pequeños cascajos de excremento marrón.
–¿Oyes los helicópteros? –pregunto. – Mañana tapiaremos las ventanas, haremos de la casa un búnker –contesta.
A veces también defeco sangre.
Miré fijamente el helicóptero y sentí la luz en mis ojos. Los cerré al instante y cuando creí que había transcurrido un tiempo suficiente, los abrí cuidadoso.
XVII Rafael encontró una botella de aguardiente escondida en un cajón de la cocina. Se empinó un sorbo prolongado y unas cuantas gotas quedaron bailando en su barbilla. Deslicé mi lengua por su mentón y sentí arder mi boca. Nos bebimos toda la botella. El calor del alcohol produjo un sopor aún más abúlico que el que nos originaban los noticiarios. En el fondo de la taza del baño flotaron los restos de comida que, exhaustos, expulsamos desde nuestros estómagos. Dijimos que nunca más nos entregaríamos al fragor del alcohol y quisimos cumplir nuestra palabra. Pero fue inútil. Todos los días aparecía una nueva botella en el mueble de la cocina. La tomábamos del gollete y la intercambiábamos. Cada uno debía esperar su turno. Después, los vómitos explosivos se convirtieron en un ritual. Al anochecer, cuando llegaba mi padre, estábamos algo más repuestos, aunque en la garganta aún existía el ardor del alcohol. Nos entregamos al aguardiente como antes nuestros cuerpos se entregaron el uno al otro. Silenciosos mirábamos los noticiarios.
Ahora sí que me faltaba el aire.
XIX
XXI
Mi padre estuvo preso, hace muchos años. Nunca he entendido por qué mira los noticiarios con tanto interés y por qué nos aísla del mundo dejándonos a merced del hastío.
Nos había crecido el pelo y las cicatrices que nos produjo la correa de cuero eran imperceptibles. Nos creció el pelo con una rapidez pasmosa. Hasta los hombros nos llegaban los mechones oscuros y levemente ensortijados.
Acaríciame la mejilla, papá. Esa mejilla que me has hecho sangrar de forma indecorosa.
Rafael decidió ocultarse la mejilla con una mata de pelo. Su herida crónica ya casi no se notaba.
Quizás no sobreviviste y esto es sólo una prefiguración.
Cuando papá descubrió el ardid que mi hermano realizó para ocultar su mejilla, decidió cortarnos el cabello. Raparnos hasta la calvicie.
XX Los helicópteros no me dejan dormir. Sus motores rugen interrumpiendo el silencio de la noche. Mi escasa resistencia al ruido me ha ocasionado un insomnio crónico que se ha acentuado con el vuelo de los helicópteros que, rasantes, buscan desesperadamente algún motivo que justifique su existencia. Extraviado en el sueño inconcluso, abro la cortina y miro cómo dos helicópteros surcan lentamente el cielo oscuro. Un haz de luz emana de cada helicóptero y alumbra, en un círculo concéntrico, una superficie que se amplía gradualmente hasta llegar al suelo.
Papá nos dejó el cráneo desnudo y desde ese día decidió que así lo usaríamos por el resto de nuestra existencia. También nos afeitó la cara. El pubis lo dejó intacto. Quise desesperadamente tener el pelo largo y me imaginé frente al espejo con una cabellera poblada. Mi padre nos afeitaba una vez al mes. Los meses se sucedían idénticos hasta que un día perdí la cuenta de las veces en que papá nos atacaba con su navaja.
A r e p o rta j e
12
grado cero
EL ARTE DE VIVIR DE LA LETRA
V
alparaíso, Quilpué, Olmué y Putaendo han sido estaciones de la deriva al interior de la V Región de Pabla Pérez San Martín, investigadora joven fuera de la academia. Inspirada en el espíritu ácrata del fanzine y la Feria de la Kultura Libertaria, no ha necesitado el apoyo de instituciones ni fondos para construir uno de los acervos más urgentes de nuestra época, generando autoconocimiento alternativo acerca del cuerpo de las mujeres, base para las movilizaciones feministas recientes. La convención que significa para el poder el control físico es removida por el “Manual introductorio a la Ginecología Natural”, por la voluntad de seguir engrosándolo y mejorándolo habiendo revelado la existencia de un público consumidor desde su primera edición en imprenta, y cuando ya se había convertido en un éxito en el underground. Solo la real vocación de Pérez San Martín explica la tercera edición, ampliada y definitiva a
John Uberuaga
desarrollaba, con gente que hoy trabaja en pequeñas editoriales, es un formato de trabajo que me es mucho más cómodo porque termino teniendo libertad. No me imagino que me paguen por escribir, o entregando los derechos y dedicándome a otra cosa. Yo ahora me dedico a hacer libros, incluso a ayudar a otras personas a autopublicarse. ¿Podríamos llamarte best seller? Más allá del éxito de un libro, me involucré en un oficio, no tiene nada que ver con ser una escritora connotada a la que le pagan por escribir un best seller, no conozco a nadie así. Conozco muy poca gente a la que le paguen por escribir. ¿Cómo lo haces actualmente con la distribución de tus libros? No trabajo con distribuidoras por lo que marginan, y las librerías marginan el 40% que es mucho para pequeñas producciones con pocos títulos. Ginecosofía está en pocas librerías, algunos libreros-no todos- me estafan, ahora mismo tengo un problema con un librero que no me paga hace un año. Lo que hago es vender por internet, trabajo mucho el tema de las redes sociales, por mail, y después hay gente que revende el libro. Le paso 10 libros a una amiga en Chillán, en Concepción, en Arica, incluso a conocidas de conocidas. Es medio caótico, incluso a personas que van a México, y ellas marginan su porcentaje. El mano a mano es fundamental, así ha llegado a muchos lugares el “Manual introductorio a la Ginecología Natural”. He dejado el libro en lugares estratégicos, y a fin de año, las ferias. ¿Por qué crees que el nivel de venta del “Manual…” no se inserta en las listas de libros más vendidos en Chile? El “Manual…” no es un libro de literatura, es un manual, hay una visión política muy clara y evidente en el trabajo. Me ha pasado que me han llamado de la revista Paula y a mí me da paja aparecer en esas cosas, no pertenezco a un círculo de literatura que tenga el privilegio de escribir y vivir de eso. Yo que soy editorial y mamá, me cuesta caleta. Me cuesta el espacio para escribir, casi no lo tengo. Hay que tener un cuarto propio para la creación, como dice Virginia Woolf. No estoy en las redes de poder, me resto de muchas cosas porque a la gente le interesara más saber de mi vida que de mi obra, quiero que se lea el trabajo y que no salga mi cara. Yo hago un montón de otras cosas, editorialmente es un best seller que se ha manejado desde el underground. ¿Se puede vivir de la producción de un best seller? En mi caso particular he logrado vivir solo de la editorial en los últimos años, eso implica lo que es tener una editorial,
P
Por Cristóbal Gaete
$
Pabla Pérez San Martín: la best seller del underground
¿Se puede vivir de la literatura independiente? Es una pregunta que casi en todos los casos tiene respuesta negativa, con excepciones de los profesionales de los fondos y el lobby. Dialogamos con dos experiencias distintas, autogestionadas, dignas y lejanas a cualquier glamour mercantil.
cargo de su propia editorial, Ginecosofía, la que integra también su socia argentina. En ella sacó la segunda edición de “Del cuerpo a las raíces”, una investigación complementaria centrada en la provincia de Marga Marga. Este año, además, comenzó una colección de poesía feminista. Ante la oposición de dar la cifra de venta del “Manual introductorio de Ginecología Natural” por parte de Pabla Pérez San Martín, este redactor estima en 10.000 ejemplares los libros en circulación, un porcentaje ha sido comercializado al exterior, pues fuera de nuestras fronteras la investigadora cuenta con un respeto merecido. El reloj avanza y exige poner el foco en estas producciones que están fuera del sistema formal antes de que esta escritora deje de estar en nuestro territorio y alcance la altura de sus ídolas latinoamericanas. Cuéntanos del trayecto editorial del “Manual introductorio de Ginecología Natural”.
La primera edición se publicó en formato fanzine el 2008, después en ediciones artesanales de factura manual, el 2011 recién se hizo la primera en imprenta. La última edición ha circulado en Chile y Argentina desde 2015. ¿Por qué decidiste tomar los medios de producción? Nunca fue un propósito, fue algo que se fue dando. Vengo del mundo del fanzine, de la gente que escribe poesía, de la contracultura. Muchos amigos escriben y se autopublican, como Nicolás Sagredo, somos amigos desde que somos adolescentes. A los 17 años partí reproduciendo fanzines con textos de otros autores ligados al anarquismo o al feminismo, mi primera militancia fue del anarcofeminismo. De pronto salió este fanzine de ginecología natural, que se fue incrementando porque yo estudiaba sociología o por los viajes, fue la puerta de entrada a publicar algo más concreto. Tomé los medios de producción por el ambiente en que me
agosto • 2018
13
hacer todos los trabajos que van detrás hasta que salga un libro. Yo me veo varias veces al mes cargando cajas, llevando a librerías, yendo a pelear con viejos a los que les tengo que cobrar. Sacamos el calendario para el registro de la menstruación que siempre va con contenidos y con gráfica, hace 5 años que se imprime ilustrado por mujeres de distintas partes del mundo, siempre va con un contenido dirigido a que las mujeres se apropien de sus cuerpos, se apropien de su salud. Con ese calendario, que es una publicación anual, nosotros siempre nos proponemos juntar plata para poder publicar otras cosas. Los últimos años he logrado vivir solo del trabajo editorial, pero no sé si eso tiene que ver solo con el “Manual…”, sino con todas las demás cosas que hacemos. ¿Te ha ofrecido alguna editorial publicar el “Manual…”? Me han ofrecido publicarlo, pero en el fondo es comprar los derechos, ganar el 10%, si es que no menos. No me ha interesado, porque me quedo sin mi proyecto, porque la editorial difunde información que va desde la salud hasta el género. Yo también participo en charlas, encuentros, hago trabajo audiovisual de rescate, atiendo partos en casa. La editorial y el libro son parte de un proyecto más grande. ¿Cuál es tu posición respecto al pirateo de las versiones anteriores del “Manual…”? No tengo ningún rollo con fotocopiarlo, lo que a mí no me gusta es que lo publiquen otras editoriales y que se lleven todos los créditos. En el fondo es agarrar el pDF y ganar plata, porque el libro se vende. Es lo que pasa con una editorial en México, que lo tiene súper bien pirateado, otra también en Colombia. No se puede hacer nada al respecto. He sido criticada por oponerme a eso desde lugares muy radicales o antisistémicos en los que yo participé o con los que me siento afín por muchas razones, pero siento que hay cero valoración por el proyecto que va más allá de la editorial. Gracias a eso yo puedo viajar, grabar a mujeres de otros lugares, recoger esos saberes y mostrarlos. A mí me da lata el pirateo de las versiones pasadas porque había muchas erratas, por eso hice esta edición, 3ª y definitiva, había temas que estaban en pinceladas, entonces yo necesité profundizar y quitar esos errores de inmadurez, por eso más que nada no me gusta que se difundan esas versiones. Para mí lo ideal sería que el proyecto se financiara de otro modo y poder regalar los libros, pero no se puede hacer, y también me gusta un montón la autonomía, y si bien el Fondart nos ayudó un montón, son súper limitantes, burocráticos, a mí me cuesta el diálogo con esos formatos.
El librero sentado en su living/librería Pedaleo
“Yo me veo varias veces al mes cargando cajas, llevando a librerías, yendo a pelear con viejos a los que les tengo que cobrar.(…) Los últimos años he logrado vivir solo del trabajo editorial, pero no sé si eso tiene que ver solo con el “Manual…”, sino con todas las demás cosas que hacemos”.
r e p o rta j e
¿Crees que el Estado apoya o perjudica la edición independiente? Para llegar a ese dinero hay que tener el conocimiento, yo no puedo postular a los fondos porque me cuesta la burocracia, fue duro para mí entregar todo en los plazos. Después he optado por otros modos de trabajo, las plataformas crowdfunding, venta en verde de mis publicaciones, confío en la gente que se interesa y así hemos podido sacar la tercera edición del “Manual...”. ¿Es para ti la autoedición una decisión política o estratégica? Tiene que ver con una decisión política, porque puedes manejar el contenido, el modo en que lo haces llegar a las personas, por ejemplo, con el almanaque que sacamos todos los años hemos trabajado con cientos de ilustradoras, el año pasado hicimos convocatoria y llegaron portafolios de 800 mujeres artistas. Ahora hicimos la traducción del libro al inglés y al portugués, son 400 páginas y fue a través de un llamado por internet. Llegaron muchas mujeres con traducciones colaborativas y voluntarias y les dimos retribuciones en libros o cosas que ellas quisieran de la editorial, concretamente le pagamos a una correctora que unificó todo, y así se hizo al inglés y al portugués. Nos gusta trabajar de este modo, es una visión política que se vive en la forma de relacionarse con las personas. ¿Hace cuántos años vives del trabajo editorial? Antes trabajaba con el Ludo en La Picadora de Papel, el “Manual…” salió por primera vez con esa editorial. Hace como dos o tres años sobrevivo de Ginecosofía. Recalco que no es del “Manual…”, vivo de la editorial, antes era un proyecto político de difusión de temas vinculados a la salud, la protesta por la violencia obstétrica, visibilizar esta situación en las redes sociales. Ha tenido distintos formatos de funcionamiento, pero el libro se ha publicado de modo autogestionado por diez años.
Carlos Cardani: “El oficio de librero requiere de fuerza, memoria, chispeza, paciencia y estoicismo” Por Juan Francisco Urzúa
E
l fenómeno de las librerías a puertas cerradas no es abundante en Chile, pero cada vez son más los libreros que se deciden a salir del canon propuesto por la ilusión de la microempresa literaria, y prefieren prestar un servicio personalizado en la tranquilidad de sus casas. Esta intimidad permite que el lector se apropie con mayor cercanía a la recomendación del librero, y acceder a títulos que por lo general no son los comercializados por las grandes librerías, nutriendo a su paso de libros independientes y no de best seller. De esto sabe muy bien Carlos Cardani, quien tras pulular como vendedor en librerías de mall, decidió que en la independencia residiría el gen que lo movería tanto por Chile como por Latinoamérica, llevando en sus cajas más que un objeto comercial, el deseo de buenas lecturas para sus fieles clientes. Hace unos años cambió la sala de ventas por el living de su casa, donde puedes tomarte un café o
una cerveza hablando de libros, mientras tantea distendidamente dónde se encuentra el ejemplar que satisfaga la necesidad lectora. Pedaleo es esta experiencia de resistencia, la que está cambiando la forma de acercarnos al libro, atractiva en sus precios éticos, y donde la cercanía doméstica imprime un valor agregado que los lectores agradecen. ¿Cómo llegaste a ser librero? De rebote, como en todo. Podría decir que es un camino probable o más bien un desvío entre ser bibliotecario, escribir y publicar. Entré a una librería de mall como vendedor, lo que solo me sirvió para hacer un texto que ya publiqué. Esa librería fue la gran escuela. No por su colección, menos por las lecturas que ofrecía, porque a los vendedores no los dejan leer en el horario de trabajo, sino por la misma gente que pide ir de una sección a otra todo el día. De infantil a historia universal, de ahí a literatura chilena, sin asco a autoayuda y de vuelta a libros técnicos.
r e p o rta j e
Diez horas al día yendo de sección en sección y en todas ellas vendiendo libros. Entonces aprendí más de libros que los que usualmente leo, poesía y narrativa, que a su vez es una pequeña parte de la industria editorial. El oficio de librero sería buena escuela también para los editores, para que sepan de primera fuente qué se lee, qué pide la gente cuando entra en una librería antes de armar un catálogo. El lugar común dice que este oficio nunca se termina de aprender del todo, y es verdad. Cada día se imprime algo nuevo o se ponen al alcance los libros escritos por muertos hace años y que son muy necesarios. Eso dentro de una brutalidad de libros malos que no justifican tanta deforestación. ¿Por qué la elección de repartir libros en bicicleta? Pensé en la Pedaleo como una vitrina virtual donde ofrecer libros por Facebook e Instagram, venderlos e ir a dejarlos yo mismo en bicicleta, de ahí el nombre de la librería. Un asunto rápido como el despacho de una pizza y para mí una entrada que me permita adecuar mis tiempos, trabajar desde la casa. El sueño de ofrecer libros y pedalear por las mañanas.
14
Escribir y leer por las tardes. El asunto es que el lector prefiere tocar el libro, ver la contraportada, tener opciones, dejar alguno para otra vuelta o llevarse varios al tiro. Por lo mismo la gente prefiere venir a la casa-librería. Entonces a favor del sedentarismo ya no pedaleo tanto, porque la gente viene a tomarse un café o una cerveza, hablar de libros y llevarse la lectura para un mes. La librería funciona así, con dos o tres visitas por día. Salvo cuando estoy en alguna feria, eso me lleva toda una jornada. ¿Cuáles son los títulos o temáticas que más buscan los lectores? La Pedaleo es una librería rara. Tan rara que lo que más vende es poesía. Mucha poesía. También porque mis amigosclientes son poetas. Esta casa-librería para varios se vuelve un lugar donde estar actualizado sobre qué está escribiendo el de al lado. Saben que aquí van a encontrar el catálogo de pequeñas editoriales o el libro que salió recién y del que no pudieron ir al lanzamiento. También mucho escritor de afuera viene con el dato de que aquí va a encontrar respuesta a qué se está escribiendo en Chile ahora. Comienzo a recomendar y en varios libros se va un paneo general de qué se ha editado por acá. También el pase gol que dan las editoriales es importante. Los editores amigos saben que los recomiendo, que aquí sus libros no juntan polvo y mandan lectores por sus títulos o de editoriales independientes. De hecho, para algunas editoriales la Pedaleo es el único punto de distribución de su catálogo, por eso avisan que aquí encontrarán sus libros, y ahí se abre la puerta para un montón de títulos afines. Lo mismo con la literatura latinoamericana. Tengo un vínculo muy fuerte con Bolivia y dudo que exista otra librería en Chile que cuente con el catálogo de literatura boliviana que tiene la Pedaleo. Ofrecer eso llama la atención, crea público, lectores habituales. ¿Se puede vivir de un proyecto de librería? Pago cuentas, como, mantengo una gata y un acuario, a veces me compro un vinilo. Así que puedo decir que sí. Pero con varios gastos menos que el común de los negocios tienen. Por ejemplo, lo que no gasto en arriendo de local me permite estar al día con mis proveedores, que son lo más importante. No importa que me quede sin lucas, pero a ellos su parte siempre, mes a mes. Eso nos da una confianza mutua. Parece ridículo, pero es costumbre en este rubro no pagar los libros que se venden. La mayoría de las librerías no quiebra por la falta de clientes, sino por la falta de reposición de libros porque las editoriales no les pasan más ejemplares hasta que les paguen los de la primera vuelta. Ese círculo hace cerrar librerías, reducir ingresos de editoriales, desconfianza entre estos dos hilos de la venta, y una serie de problemas. Ojo, esta práctica también la tienen las librerías grandes, lo que es muy perjudicial para las editoriales pequeñas. Por lo mismo sus libros no se encuentran en esas cadenas. Puedo decir que se puede vivir de una librería, pero a costo de moverse mucho, arriesgar cada peso, ir a cada feria, tratar de conseguir cada libro, pero por sobre todo, depende de una clientela fiel que se acuerda de pasar por estas estanterías cada cierto tiempo. ¿Compites con las librerías más grandes? No creo que sepan que existo. Ni yo, ni un montón de editoriales y pequeños libreros que acarreamos cajas en cuanta
*
grado cero
“No por eso creo que la Pedaleo salga de la lógica de la empresa. Si bien sigo con el trato a lo amigo con los editores, mi cuenta rut es mi único vínculo con los bancos, y continuo con una contabilidad precaria pero honrada, esta librería está en el plan de mantenerse por sí sola, trabajando en conjunto con otras pequeñas empresas llamadas editoriales independientes”.
su tajada de vuelta. “Tanto para ti, tanto para mí”. A veces escucho frases como “No los vendai tan baratos, o te los voy a tener que subir” o “El pVp es tanto, así que no los bajes mucho más que eso, porque las otras librerías alegan”. Trato de estar en el mismo precio de una Furia o Primavera del libro, cosa que el lector tenga esa oferta todo el año. Para mí es mejor mientras más barato, porque eso me permite hacerlos circular rápido, se difunde la editorial y el autor, y para que quien compra, tenga una opción más económica del mismo libro. Los costos que están asociados al famoso pVp yo no los tengo, por eso los descuento al precio final del libro el arriendo de local, pagar un sueldo, gastos fijos, etc. Un tiempo estuviste establecido y asociado. ¿Por qué decidiste trabajar de manera independiente? Aprendí empíricamente el dicho “para hacer las cosas bien las tiene que hacer uno mismo”. Tuve socios malos, con muchos defectos y de esos defectos aprendí a no hacerlos o tratar de evitarlos. Yo tampoco soy perfecto, así que prefiero evitarle a otro mis mañas. Por eso trabajo solo. Tiene su ciencia eso. Autoexigirse, estar 24/7 pendiente de las redes, contestar los mensajes al tiro, volar con la cleta si es necesario. Pero las autorrecompensas son buenas. Sé que al final del día me gané mi pilsen y eso nadie me lo quita. Pero tampoco una librería es un negocio independiente. No eres un artesano que fabrica su propia mercadería. Para tener los libros se depende de las editoriales, y detrás de cada editorial hay un ente que la gobierna. Ahí hay un demonio, hippies, soñadores, habitantes de Melmac, pésimos calculistas a la hora de pararse frente al calendario, gente que tiene una ligera confusión entre si lo que piensan es parte de la realidad o no. Tipos a los que les tengo que mentir en las fechas, porque no cumplen, para qué decir las horas. Cada editor presenta un caso psiquiátrico distinto. La librería se adapta a ellos. No queda de otra. Con el tiempo he aprendido a quererlos así. En realidad eso ha sido lo más difícil de este negocio. ¿El hecho de salir de la lógica de la librería como empresa, es más un asunto político o económico? Se trata de suerte también. Vivo en el centro de Santiago al lado de metro Moneda así que el lugar es perfecto para quien quiera visitar, y para salir a repartir y no demorar más de una hora entre ida y vuelta. Trabajar en pantuflas, no usar despertador y tomar cerveza con mis clientes es lo que sale de la lógica de la librería común. No por eso creo que la Pedaleo salga de la lógica de la empresa. Si bien sigo con el trato a lo amigo con los editores, mi cuenta rut es mi único vínculo con los bancos, y continúo con una contabilidad precaria pero honrada, esta librería está en el plan de mantenerse por sí sola, trabajando en conjunto con otras pequeñas empresas llamadas editoriales independientes. Creer que no son empresas, aunque menos rentables que un carro de sopaipillas, las hace irse a pique pronto. Aunque sea en el oxímoron de que las editoriales independientes dependan de los fondos del Estado, esas lucas ayudan a que sigan existiendo como empresas. Lo político va en el catálogo que ofrezco. Vendo libros que me gustan, de editoriales en las que creo. Eso hace la diferencia con otras librerías que “tienen de todo” y nunca quedan mal con nadie.
C A feria nos ofrezcan. Lo que vende una librería de mall en un fin de semana es lo que yo puedo vender en un año. Trabajé una navidad en la librería del Costanera Center y ese diciembre solo esa tienda vendió 250 millones de pesos ¿Te imaginas cuántos libros hacen esa suma? ¿Cuánto tiempo se demora una librería o editorial pequeña en hacer esa cantidad? No hay cómo competir. La variedad de catálogo hace que una librería de cadena ofrezca mucho más que yo y mis colegas. Eso de comprar libros en el barrio se hace más. Los escritores, gente ligada a las humanidades o lectores ávidos, descubren este tipo de espacios como la Pedaleo y aquí se quedan. Prefieren la rareza del libro, la intimidad de un lugar pequeño, el encontrarse con un librero que sepa recomendar. Las librerías de cadenas cada vez tienen menos libreros en sus filas. La mayoría ha armado su propia Qué Leo. Al final, decir la competencia de una librería pequeña es lo mismo que decir si el negocio de barrio compite con el supermercado. ¿Qué sacrificios te ha demandado ser librero? Lumbago por acarrear tanta caja. Recibir ofertas de combos, sobre todo de taxistas a la hora de despachar en bicicleta. Decir las mentiras más despiadadas en los controles de aduanas y ver mil trucos para llevar sobre equipaje sin pagar recargo. Más de alguna junta perdida por quedarme en casa esperando atender a alguien. Hasta un partido de Colo – Colo por la Libertadores sacrifiqué. Mi misma casa está adaptada como sala de ventas. También los días parado al sol o al frío mientras alguien se acerca a preguntar “¿A cuánto están los libros?” o “¿Los vende?” sin poder echar una chuchá de vuelta. Te encargo estar dos horas escuchando una lectura de micrófono abierto sin poder escapar. El oficio de librero requiere de fuerza, memoria, chispeza, paciencia y estoicismo. ¿Cómo calculas el precio de los libros, cuando tienes la doble función de distribuidor y librería? Casi siempre llego a acuerdo con el editor al precio en que se vende, y ellos mismos fijan los porcentajes o cuánto es
agosto • 2018
15
i n i c i c i at i vas
Portada y láminas del número 3 dedicada a lo desconocido.
R E V I S TA R AYA Í S M O
EN B US CA DE LOS NUEVOS RE FERE N T E S DE LA ILUST RAC IÓN C H I LENA La ilustración ha gozado de un auge en la última década, dada la solidificación de casas gráficas que han fomentado el desarrollo de la técnica y la profesionalización de sus cultores, que muchas veces desarrollan a la par oficios gráficos y de diseño.
E
xistía la necesidad de un medio aglutinante de estas experiencias, nicho que decidió llenar la revista Rayaísmo, que en los últimos 4 años ha tenido la intención de ampliar los referentes visuales del país, mostrando nuevos motores -principalmente de provincia- que están moviendo la ilustración y las artes gráficas. Hablamos con Pamela Román, encargada de comunicaciones y curadora de la revista, quien nos contó sobre el proceso de abrir un medio único en la V Región, tanto como la recepción que ha tenido la publicación por parte de sus lectores. Hasta el momento se han publicado 3 números y ya se encuentra proyectada su cuarta edición a lanzarse en septiembre, confirmando con su trabajo la consigna inicial: promover la obra de artistas y creadores de una manera descentralizada, aguda y con opinión. ¿Cómo parte la revista? El proyecto nace en Valparaíso el año 2014, con Keitty Álvarez (directora de arte) y Navalú Toledo (editora general), ambas diseñadoras, sumándome luego en la generación de contenidos y curatoría. El equipo también lo compone Priscila Álvarez como redactora, Marco Álvarez en fotografía y video, Felipe Perry en web, y
los columnistas Claudio Aguilera, Isabel Molina y Hugo Hinojosa. Dado que no había publicaciones que concentraran lo referido a la ilustración, dibujo, gráfica, fanzines o álbumes ilustrados, pensamos un medio que permitiera mostrar sus trabajos. El interés estaba en difundir a la gente que estaba haciendo cosas, saliendo del mundillo elitizado propuesto por Santiago, hacer un espacio real de opinión crítica sobre la ilustración. ¿Cuál ha sido la recepción del público? Creo que en general a todos les gusta
la doble posibilidad que ofrece la revista: poder tener un objeto editorial tradicional junto a 12 láminas que le dan movilidad. Eso lo han encontrado creativo, todo en un contenedor que los conecta, y que hemos intentado que sea de la mejor factura. También han destacado bastante la calidad de la impresión y los contenidos, a cargo de artistas y académicos destacados basándose en una consigna general, invitamos a construir un número temático. La idea es utilizar el espacio para agregar la mayor cantidad de obras que podamos incluir, pluralizando la plataforma para todos los colegas que quieran participar. ¿Cómo han trabajado los contenidos? Intentamos definir en la editorial los lineamientos que abarcaremos en el número, pasando al espacio de curatoría donde el artista invitado se expresa en torno a la temática central, y donde también aparecen los seleccionados. Luego tenemos un espacio de entrevistas donde destacamos editoriales independientes nacionales – dado su obvia conexión con el mundo de la ilustración y el diseñocomo también a estudios gráficos e ilustradores. Trabajamos los textos desde el discurso de los diseñadores, intentamos que ellos construyan los escritos ya que se encuentran relacionados con el oficio. También tenemos una sección para mostrar un ilustrador destacado, de quien se define la portada y es abarcado por un perfil/entrevista. ¿Cuál crees que es el punto de cruce entre la edición independiente y la ilustración? Creo que las editoriales son vitales para nuestra publicación, ya que son claves para el desarrollo del oficio, son uno de los puntos más fuertes de trabajo para los ilustradores, además de la animación,
Portadas de los 3 primeros números publicados.
campo que está creciendo fuertemente. La editorial es fundamental ya que al poder publicar un título, permite la accesibilidad y la democratización de las obras. ¿Cómo se realiza la curatoría de los autores? Primero se elige la temática, luego se hace una convocatoria abierta y se da un plazo de recepción. Después se empiezan a revisar los trabajos que han llegado y se hace una preselección donde vamos sesgando la dimensión de la muestra, para que luego el curador – interno o invitado- pueda entregar unidad y sentido a la selección. En el caso de los dos primeros números la curadora fue Majo Puga, luego fui yo, y en el número a publicarse en septiembre queremos invitar a Álvaro Tapia; cada dos números cambiamos de curador. Los criterios fundamentales son la calidad técnica de la obra, que haya pertinencia con la temática requerida, y la creatividad. Recibimos más de doscientas obras por cada convocatoria. ¿Cuáles han sido los principales hitos de los números anteriores? Los artistas destacados han sido María José Herrada, ilustradora botánica de Valparaíso, que fue la portada de nuestro número 1; Álvaro Tapia, quien desde el mundo audiovisual empieza a desarrollar la ilustración con una propuesta más pop y ligada al cine; y Claudio Romo, ilustrador, cuya propuesta está más cercana al universo de lo onírico y la fantasía. Nuestro próximo número se lanzará en septiembre, cuyo leitmotiv será memoria y realidad desde un amplio espectro, pasando de lo político a los cuadros familiares o los sueños, la idea es que la consigna sea un pie forzado pero que tengas la libertad de interpretarla. La portada y la entrevista central serán de Pablo Delcielo, quien tiene un trabajo de fanzines, gráfica e intencionalidad política espectacular. Cuéntanos de su próxima convocatoria En septiembre abriremos la convocatoria para el número 5, el que tendrá como tema la sororidad, y seguirá las características técnicas que hemos solicitado en los números anteriores, por lo que invitamos a todos los ilustradores que quieran mostrar su trabajo a ingresar a www.rayaismo. cl donde pueden encontrar todos los detalles de nuestra revista. Con esto intentamos abarcar un número relacionado con un tema de género, ya que principalmente trabajamos mujeres feministas en la publicación, aunque se intenta tener un criterio de paridad entre los convocados.
agosto • 2018
grado cero
16
PERDIDOS LEYENDO TRADUCCIONES
Rodolfo Walsh (1927- 1977): detonar nuestra ingenuidad “…hasta que te das cuenta de que tenés un arma: la máquina de escribir”. -Rodolfo Walsh, en entrevista a Ricardo Piglia, 1970-
D
Por Cristóbal Gaete
isparar letras no mirando el teclado, la página, sino mirando el entorno social, es la fantasía de muchos que no son capaces de sostener un texto en sí mismo. Walsh cruzó todo el tramo de lo posible para ser escritor público. Partió siendo un narrador tradicional y buscó la salida política pese al reconocimiento de sus primeras ficciones. Fue renunciando a un lugar de confort mientras se insertaba en el periodismo y su obra se tornó híbrida. No es posible leer un registro sin el otro desde que decidió lanzarse sin mirar atrás. Sus habilidades narrativas se pueden ver en su más alto grado en “Esa mujer”, cuento habitualmente inserto en antologías argentinas de género. Es un diálogo entre un predecible álter ego de Rodolfo Walsh, periodista/escritor, y un importante militar que conoce el destino del cuerpo de la mujer más importante de la historia argentina. En el diálogo no se la menciona, el militar se evade y enrosca, tratando de volverse inocente al contar lo que podrían haber hecho: “-Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuánta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote”. En 1966 Walsh da a conocer este cuento, que fusiona la estrategia narrativa de la contención y que a la vez es un documento vivo, a la manera del periodismo. La narración oculta o subterránea del cuento moderno se convierte en pulsión política, el iceberg es en realidad gigante, es el cuerpo de la santa popular Eva Perón. Hoy sabemos que 14 años pasaron desaparecidos sus restos tras su muerte en 1955 y en ese misterio está el relato a. La maldición se cierne sobre quienes participaron es la historia B, las llamadas de teléfono de madrugada, las amenazas, la búsqueda de explicaciones razonables para los fatalizados que vuelven el relato ominoso. “Una mujer” le gustaría a Ricardo Piglia como modelo total de su “Tesis sobre el cuento”. Podemos invertir la ecuación literatura periodismo si analizamos otra de sus cumbres. “Operación masacre” en 1957,
9 años antes de “A sangre fría” de Truman Capote. Walsh llevó el oficio a otro nivel y debería ser estudiado en las escuelas universitarias como piedra angular de la crónica e investigación latinoamericana. “Después no quiero recordar más, ni la voz del locutor en la madrugada anunciando que dieciocho civiles han sido ejecutados en Lanús, ni la ola de sangre que anega al país hasta la muerte de Valle. Tengo demasiado para una sola noche. Valle no me interesa. Perón no me interesa, la revolución no me interesa. ¿Puedo volver al ajedrez? Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela “seria” que planeo para dentro de algunos años, y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo, aunque no es periodismo. La violencia me ha salpicado las paredes, en las ventanas hay agujeros de balas, he visto un coche agujereado y adentro un hombre con los sesos al aire, pero es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos. Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo ocurrir cuando yo no estaba. Seis meses más tarde, una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: –Hay un fusilado que vive”.
En “Operación Masacre” admite escribir en caliente. No se arriesga a esperar que la situación envejezca e igual logra el estilo. Sabe que una cosa no es sin la otra, que la historia podrá vivir para siempre si es escrita de manera excelsa. El periodismo exige un compromiso con la velocidad al que Walsh no siempre adhiere, nos informa Felipe Reyes, quien ya había dado muestras de su talento para la crónica biográfica en “Nascimento” (2014, Premio Escrituras de la Memoria cnca). Su acercamiento al escritor ocupa la mayor parte de la edición “Reportero en Chile” (Ventana abierta, 2018). Ampliando el acervo, la narración biográfica de Reyes tiene que ver con economía y –por supuesto- con política. Nunca se quiso quedar en una redacción, Walsh vivió la vida cruel del freelance en un medio en donde a duras penas era posible sobrevivir de ese modo. Un mes le dedicaba a cada tema. Tampoco lo querían contratar, alguien que sólo podía escribir en profundidad no es funcional al periodismo. El primero de los textos recuperados, “La muerte de la Anaconda” (Panorama, diciembre, 1970) muestra el efecto social tras la Nacionalización del cobre por el presidente Salvador Allende. Walsh asegura que el capital de las empresas mineras es superior a un país típico del subcontinente.
El segundo, “La etapa Vuskovic” (mismo número), es una entrevista al homónimo Ministro de Economía. El tercero, “Chile: la carrera contra el reloj electoral” (Panorama, marzo, 1971), exhibe sus recursos, con lenguaje ajustado narra un boicot momio en un masivo acto público, un incendio en el Estadio Chile. Sabe que un cronista puede leer en las paredes y así lo hace con los rayados de la virulencia política, también con las consignas oídas. En Latinoamérica los muros son páginas y el odio rebota en el espacio público. El conjunto “Reportero en Chile” sobre todo atiende una contingencia dura que tiene algunos datos de esperanza en un escenario amenazador, Walsh acusa a la Democracia Cristiana como principal enemigo de la Unidad Popular y anuncia el destino de la utopía socialista chilena. La visita al país en 1971 halla un 35% de mejores sueldos, leche y zapatos para los pobres. La edición de Reyes agrega imágenes del autor, portadas de revistas en donde fueron publicados los artículos que reúne. Las notas al pie arman un tramado, una narración paralela. Compila al modo de adenda una selección de ideas, como la que funciona de epígrafe a este texto, y en la que trata a los escritores como “putas del barrio” o imposibles de agremiar por no querer hacer lo mismo que los demás. La política en la literatura también se manifiesta en el propio corpus literario de Reyes, que publicó las novelas cortas “Migrante” (2014) y “Corte” (2015), las que hacen eco de la marginalidad chilena y la aporofobia de nuestra frontera por el norte. Escribir literatura es hacerlo para los burgueses y Walsh decidió no ser un escritor más. En adelante se convierte sobre todo en un militante. Así como las traducciones en que estamos perdidos muchas veces glosan experiencias más o menos mortales, más o menos traumáticas en guerras del resto del mundo, en nuestra lengua las guerras de ejércitos contra los habitantes de sus países dejaron algunas letras muertas también, como el caso del colega argentino Paco Urondo o Javier Heraud en Perú. Otros como Hernán Valdés o Antonio Di Benedetto vivieron para contar la tragedia de sobrevivir en el exilio. La coherencia de su espíritu y acción le exige quedarse en Argentina con la llegada de la dictadura. Walsh desaparece a manos militares, él se defiende de forma mínima y simbólica para ser finalmente acribillado. Además, se llevaron sus inéditos de la casa donde estaba escondido. A él no le importaría perder esas páginas para devolver al menos uno de los cuerpos, sabe todavía qué es lo importante.