Revista 33 Gdb Medussa

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Antes de comenzar me parece que lo pertinente es meter en contexto éstas dos palabritas que nos rompen los esquemas, nos cambian la vida y en ocasiones nos hacen cruzar el umbral de la muerte de ida y regreso cuando las experimentamos… y es que… éste escrito lo basaré en un concepto más general de lo que es el mal llamado amor. Un concepto que pueda ser comprendido por la mayoría, ( en lo personal puedo decir que no es amor sino el concepto de amor aprendido que llevamos ) pero al que llamamos así, ese que se siente, que te nubla la visión, que te machaca las entrañas cuando no puedes expresarlo, ese amor que tu y yo en algún momento de nuestra vida hemos sentido y que nos lleva a querer controlarlo todo, a querer que sea como lo soñamos, a nuestra manera y a nuestra forma. Insisto, no hablo del llamado amor consciente, sino de ese sentimiento que todos en algún momento hemos experimentado y que aunque también lo dudemos… si lleva algo: ALGO DE AMOR. Ese que te hace idealizar, soñar, encontrar el romanticismo incluso en la llave de una herramienta oxidada… ese, justo ese que estás pensando.

El que te hace quitar los pies del suelo y te da por momentos la ilusión de crear constelaciones, de romper barreras, de luchar y pelear por tu dama o galán en turno… ese tipo de sentimiento que si no sale como planeabas podría llevarte a odiarte…

que pregúntate: si el amor es lo más maravilloso que puede experimentar el ser humano ¿cómo puedes odiarte? ¿porqué te odiarías por sentir una de las experiencias más agradables que pueda experimentar el humano? ¿Incongruente no?, más que incongruente absurdo diría yo, sin embargo cuántas veces no lo hemos escuchado y cuántas veces no lo hemos dicho? La verdadera raíz del problema está en nuestra ignorancia en la forma de amar, en la forma de relacionarnos, en la forma de mantener y establecer nuestros vínculos:

Te amo mientras eres lo que quiero, me odio cuando digo que amo algo que ya no es lo que yo esperaba que fuera… El punto es sencillo utilizo entonces al amor como el pretexto para hacerme harakiri: (Suicidio ritual de origen japonés que se realiza por razones de honor y consiste en abrirse el vientre con un arma blanca) porque ante todo está el hacer honor a mi sentimiento, al cual llamo amor ( que por supuesto está muy lejano de serlo) tratando de culpar al otro de su existencia, permanencia o estadía en ésta vida, y señalando que quizá si no existiera uno viviría más tranquilo, sin tanta zozobra, inquietud o molestía, sin embargo cargado de toda incongruencia, pues si efectivamente el objeto del llamado amor desapareciera, no estaríamos completos y oh! desgracia!! no podríamos vivir sin él.

Y haré una diferencia, el amor consiente no entra aquí, porque ese no daña, ese no te daña, ese jamás permitiría si quiera, experimentar una pequeña partícula de odio, porque el verdadero amor es lo opuesto al miedo y el odio en gran parte está conformado de miedo. Aquí entonces vamos entrando a un punto en donde también cotidianamente caemos cuando hablamos de relaciones tóxicas, de relaciones que están fincadas en el apego, en la carencia, en la falta de madurez y es

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