En esta exposición no vais a encontrar ninguna mujer subida en una escoba, pero sí la denuncia del maltrato a las aldeanas ancianas, ni vais a ver mujeres satánicas cocinando niños vivos, pero sí mujeres expresando su rabia por los más de 50 asesinatos machistas que se siguen cometiendo cada año en España. No hay tampoco aquelarres satánicos, pero sí referencias a la participación, cuando no implicación directa, de la iglesia católica en la tortura, sadismo sexual y asesinatos brutales de miles de mujeres acusadas de brujería. Las representaciones de viejas con verrugas, narices grandes, vestidas con harapos, que cocinan pócimas repulsivas, no solamente son imágenes peyorativas de aquellas mujeres que padecieron persecuciones, sino que se minimiza y frivoliza la verdadera razón de las masacres perpetradas contra mujeres para robarles las tierras y las casas, para quedarse con su nicho de conocimiento y su medio de subsistencia.