Tres banderas, una gran Argentina
Políticas de desendeudamiento La llegada al poder de Néstor Kirchner, en mayo de 2003, se dio en uno de los momentos más críticos de la historia argentina. En el plano financiero, el país había declarado la cesación de pagos de su deuda pública en diciembre de 2001, no tenía acceso al crédito internacional y nuestras instituciones estaban fuertemente desprestigiadas en el mundo. El default había desencadenado reclamos judiciales de los tenedores de bonos en el exterior y pesaba sobre la Argentina la amenaza de embargos sobre bienes del Estado que se encontraban fuera de las fronteras. La solución de este problema apuntaba no sólo a respetar los compromisos sino también a garantizar para la producción y el trabajo argentino fuentes de financiamiento más baratas, para asegurar la sustentabilidad de este modelo de crecimiento con inclusión social.
En 2003 la deuda pública ascendía a 172.637 millones de dólares, de los cuales 144.453 correspondían a créditos tomados antes de la crisis de diciembre de 2001. De éstos, 69.833 millones se encontraban en default. Sólo permanecían en situación regular 32.362 millones de dólares correspondientes a deuda tomada con los organismos multilaterales de crédito (FMI, Banco Mundial y BID) y 42.258 millones en concepto de préstamos garantizados. La pesificación asimétrica y las compensaciones a los bancos habían generado 25.526 millones de dólares adicionales de deuda.
Los canjes de la deuda Desde su asunción el 25 de mayo de 2003, el presidente Néstor Kirchner trabajó incansablemente para recuperar la Independencia Económica de la Argentina, y uno de los principales ejes fue la renegociación de la deuda
pública. Luego de algunos intentos y después de muchas batallas, el 3 de marzo de 2005 la Argentina anunció que, luego de tres años y dos meses, salía del default. La adhesión al canje había sido del 76%, lo que permitió reducir el stock de la deuda pública de 144.453 a 125.283 millones de dólares y reducir los intereses de 10.175 a 3.205 millones de dólares. Además, la composición de la deuda cambió notoriamente, pasando el peso argentino de representar tan sólo el 3% a representar el 37% del monto total. A éste le siguió el canje protagonizado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien en enero de 2009 lanzó una oferta de canje voluntario de préstamos garantizados por un monto cercano a los 23.800 millones de pesos. La operación se estructuró en dos etapas: una primera, abierta a bancos locales, compañías de seguros y la ANSES –tenedora de
los títulos de las extintas AFJP–, y una segunda etapa, extensiva al resto de los tenedores. Durante la primera fase, los instrumentos rescatados sumaron 14.543 millones de pesos; en la segunda fase, abierta al resto de los acreedores, se recibieron ingresos al canje por un valor de 4.395 millones de pesos. En la suma total, la exitosa operación implicó un nivel de aceptación del 66% y generó una reducción de la carga de servicios de 6.491 millones de pesos durante 2009 y de 16.547 millones de pesos durante el trienio 2009-2011. Para poder desarrollar esta acción, la presidenta creó el Fondo del Desendeudamiento Argentino (Fondea), una herramienta que le permite a la Argentina hacer frente a sus compromisos con el uso de reservas de libre disponibilidad. De esta manera se consolida la lógica iniciada en 2003, ganar autonomía financiera y económica,